lunes, 25 de octubre de 2010

Flamenco y Cante Jondo



Según Blas Infante el término "flamenco" proviene de la expresión hispanoárabe fellah mengu, que significa "campesino sin tierra". Según él, muchos moriscos se integraron en las comunidades gitanas, con las que compartían su carácter de minoría étnica al margen de la cultura dominante. Infante supone que en ese caldo de cultivo debió surgir el cante flamenco, como manifestación del dolor que ese pueblo sentía por la aniquilación de su cultura.

Granada. Febrero de 1922. Federico García Lorca da una conferencia sobre Cante Jondo. En ella, el poeta hace una distinción entre el Flamenco y el Cante Jondo marcada por la estructura musical, la antigüedad y el espíritu de estas dos formas artísticas: "La diferencia esencial entre el Cante Jondo y el Flamenco es que los orígenes del primero hay que buscarlos en los sistemas de la música primitiva de la India, mientras que el Flamenco (una consecuencia del Cante Jondo) no adquiere su forma definitiva hasta el siglo XVIII".


La controversia sobre si el Flamenco es de origen gitano o andaluz se ha enredado un poco al no distinguir entre lo que llamamos Flamenco (en general) y el Cante Jondo. El Flamenco es un fenómeno típicamente andaluz aunque los gitanos andaluces hayan contribuido en mucho a su desarrollo. El Cante Jondo, por lo contrario, es un fenómeno típicamente del gitano de la Baja Andalucía, aunque el ambiente andaluz haya contribuido a su desarrollo. 

Si los gitanos que se asentaron en Andalucía, lo hubieran hecho en otro lugar, digamos Galicia, el Cante Jondo posiblemente no existiría hoy día. Hubieran desarrollado otra forma de cante al igual que ha ocurrido en Hungría o Rumania. 

Así que no hay dudas de que la ecología cultural de Andalucía influye al gitano en su cante. Por el contrario, si borrásemos a los gitanos de la ecuación, Andalucía no hubiera desarrollado un Cante Jondo tal como lo conocemos hoy día. Distingo, entonces, entre el Flamenco (andaluz) y el Cante Jondo (gitano). El Flamenco siempre ha sido popular en Andalucía; el Cante Jondo nunca lo fue. Cuando usted entraba en una casa de vecinos (no gitanos) aunque fuese en Triana, veía a las mujeres como cantaban mientras hacian sus quehaceres y notaba que no cantaban martinetes ni siguiriyas. ¿Por qué? Porque el Cante Jondo no es andaluz, en el sentido del pueblo. No es "popular", nunca lo fue. El andaluz (no gitano) cantaba lo suyo, las sevillanas, fandanguillos, cuplés, los "cuatro cascabeles" y las canciones de Antonio Machín. Ahora, si entraba en una casa gitana oiría posiblemente unos martinetes o unos tangos. Creo que esto explica, en parte, el porqué en la historia y desarrollo del Cante Jondo no hayan existido (ni existen) dinastías payas. Todas las casas, sin excepción, todas las familias son gitanas: Mairenas, Sorderas, Pavones y demás. ¿Por qué? Porque el andaluz en general no conocía al Cante Jondo hasta que los gitanos lo sacaron a relucir durante la época de los Cafés Cantantes.

Diego de Morón            Autor: Martin Steel

La controversia seguirá pero repito que no debería de haberla si separamos el Flamenco del Cante Jondo. Conste que hablo de orígenes y no de usos. Para cantar una seguiriyas no es necesario ser gitano o payo; es necesario saber cantarlas.

domingo, 24 de octubre de 2010

Recuperar nuestro castillo


¡La auténtica verdad es que el castillo de Morón se nos ha caído al suelo ante la pasividad de todos. Ahora que tenemos una crisis importante, las administraciones tienen la gran oportunidad de paliarla dentro de lo posible invirtiendo recursos en mano de obra para reforzar sus almenas, fortificar su perímetro, adecentar sus accesos y convertir la torre del homenaje en un museo arqueológico por citar algunos ejemplos, lo que conllevaría  cientos de peonadas en mano de obra que paliarían las necesidades de muchos hogares.



El entorno del Castillo de Morón, entre la indiferencia y la resignación

El Castillo de Morón de la Frontera es uno de los monumentos arquitectónicos más importante y abandonado que conserva todavía nuestra ciudad. A pesar de sus ruinas es una auténtica fortaleza, cuya realidad es la piedra hecha historia.Fue un importante Alkevirato en tiempos de Abd-Al-Rahman ben Muawiya al-Dajil (El Inmigrado 756-788), donde algún que otro emir del Califato de Córdoba en su primera época fue aportado por dicho Alkevirato. Sus tropas ayudaron Abd-Al-Rahman I a su entrada por Almunécar, según el libro de Ramón Auñón “ Los Alkevires de Morón “. Posteriormente llegó a ser Reino de Taifa con el desmembramiento del Califato de Córdoba (Banu-Nuh 1041-1066), coincidiendo con una de las épocas brillantes de la historia de Morón, reconquistado por Fernando III el Santo en el año 1271. Y una larga historia desde el siglo XIII con la orden de Alcántara (al-qanṭarah, que significa el puente), hasta los Condes de Ureña (Duques de Osuna) que fijaron en el castillo su residencia. Posiblemente llegó a ser un magnífico palacio, a juzgar por las crónicas de la época, con aljibes capaces de recoger agua potable para sostener 2.000 hombres y cincuenta caballos durante todo un año, para terminar varias torres dinamitadas por las tropas francesas en tiempos de Napoleón Bonaparte, pero lo peor de todo es con la indiferencia que se ha tratado y posiblemente seguiremos “ dinamitando “ nuestro patrimonio.

El pueblo de Morón de la Frontera debería de tener su castillo como un punto de referencia de lo que ha sido su historia. Morón ha crecido junto a la sombra y amparo de su antigua fortaleza. En cambio sí nos sirve en toda su versión caduca y ruinosa. Sus torres que en su día fueron vigías de sus defensores y a la vez orgullo de sus pobladores y visitantes de ese histórico castillo además de ser la esencia de nuestro querido Morón, pero al paso que camina la triste historia de nuestro patrimonio Morón  es posible que se quede sin nuestro castillo como historia y vigía de nuestro pueblo.

Torres del Castillo ¡Cientos de años os contemplan!

Y no hablemos de la Catedral de la Sierra Sur "San Miguel", término que le escuché por primera vez a Don Juan Fernández, catedrático de historia del Instituto Fray Bartolomé de las Casas. La auténtica verdad es que se nos cae al suelo ante la pasividad de todos. Porque cuando una piedra se cae, cuesta un trabajo inmenso volverla a poner, si es que se pone. Todos los moroneros no nos queda más remedio que sufrir las torres descabezadas por el paso de los años y andaremos por el mundo diciendo en voz alta ¿Por qué dejamos perder nuestra alcazaba, nuestro castillo?. Morón de la Frontera nació como villa en ese mismo lugar, con su torre albarrana observando durante siglos el arrabal de Santa María y una feria de ganado que le otorgo el rey Alfonso X el Sabio en 1.253. En las décadas de los años treinta y cuarenta de nuestro siglo XX, el castillo de Morón a pesar de sus ruinas que ya padecía, era un castillo abandonado pero con más valor que hoy día. El castillo de Morón tenía por aquéllas fechas sus propios habitantes naturales, que hoy día no los tiene, ellos nacían y morían en su hábitat y a la vez defendían sus ruinas a capa y espada porque defendían su propia casa. Los quejíos lastimeros y quejumbrosos de nuestro castillo se dejan sentir desde dentro y fuera de su perímetro.

Es en definitiva, aunque nos pese es un enfermo terminal al que estamos condenando irremediablemente. Nuestro sonámbulo castillo “ florece “ junto a sus ruinas en lo alto de un monte elevado con sus cimientos de piedra , siendo visto a muchas leguas de distancia a la redonda. Junto a su torre del homenaje se deja ve por el paso de los años su aspecto molar, desnudo, sus muecas bajeras en formas desproporcionadas como a la quijada que le faltaran muelas por el daño producido por sus extracciones diarias, También junto a la visión de nuestro castillo se deja ver nuestra sierra de Morón, llamada de Montegil, con sus mutilaciones lastimeras que dan pena de ver las muecas de sus heridas que a diario viene padeciendo. Porqué de tanta profanación y tanto olvido a la vez, sabiendo que nosotros nos lo hemos encontrado donde mismo están pero en mejores estado de conservación, no siendo capaces entre todos el dejarlo para que otras generaciones puedan disfrutarlo y servirse de ellas. No podemos evitar el señalar alguno de estos hechos vandálicos, proyectado a diario ante nuestros ojos y a la vista del público. Todavía no sabemos distinguir el trigo de la cizaña, es decir la cultura del abandono.

Al final de las ingratas circunstancias se nos queda el olvido de nuestro patrimonio grabado en la retina del alma. Nuestro patrimonio debe ser reconstruido. Morón ha sido tierra importante de fronteras pero debemos volver a ser el gran centro comarcal que llegamos a ser en tiempos pretéritos de nuestra historia. Se lamentan las córneas de nuestros ojos sin llegar a comprender tanta profanación y tanto olvido a la vez, sabiendo que nosotros hemos heredado este patrimonio y tenemos la obligación ética y moral de traspasar este legado a otras generaciones venideras para su uso y disfrute tanto histórico, docente como esparcimiento de los ciudadanos.

Si a toda esta sinrazón cultural, como es el abandono de nuestro castillo y de la catedral de la Sierra Sur "Iglesia de San Miguel", le sumamos que tenemos un río de los más contaminados de Europa, como es nuestro río Guadaíra donde antaño nos bañamos todos los ciudadanos que hoy tenemos más de cuarenta años (hoy eso sería un milagro) y una sierra de Morón virgen todavía en su zona de solana pero con una enfermedad terminal en su zona de umbría, consecuencia de la extracción de piedra que está deteriorando gravemente nuestro frágil ecosistema que nos produce una contaminación visual y una amarga tristeza cuando la observamos ya que la tenemos grabada en la retina del recuerdo tal y como fue en tiempos no muy lejanos. Así que visto lo visto, tenemos un cuadro, que seguro no lo habrá ni en el Museo del Prado.


Vienen muy bien unos modestos versos pero a la vez muy profundos que reflejan la dejadez a la que se ha sometido a nuestro patrimonio cultural y nuestro frágil ecosistema en Morón de la Frontera (Sevilla) durante muchos lustros. Ojalá las generaciones venideras tomen conciencia y cambien el giro de las circunstancias.

Culturas arraigadas en lo profundo,
pensar que mi pueblo está tan caído,
patrimonio en el mayor de los olvidos.
¡Hasta cuando Morón tu desencanto!.

jueves, 14 de octubre de 2010

La cal de Morón




La piedra caliza es una roca sedimentaria compuesta en su inmensa mayoría por carbonato cálcico CaCO3 que después de someterlas a un proceso de calcificación (descomposición de la caliza mediante calor en hornos a una temperatura mayor de 1000ºC), da lugar a una sustancia llamada óxido cálcico CaO -cal viva-. Posteriormente debido a una reacción violenta de la cal viva con el agua (que la hace hervir), da lugar a una sustancia química llamada hidróxido cálcico Ca(OH)2 o cal apagada.



La cal era ya conocida varios milenios a. de C. como material de construcción para morteros y revestimientos en Catal Hüyük,-Turquía-, en Mesopotamia, en el antiguo Egipto, en China y en la India. Roma hizo uso de la argamasa de cal desde principios del siglo II inventando el opus caementicium, una mezcla de piedras pequeñas, grava, arena, cal, agua.
 
 
La cal ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales como material aglomerante en la construcción de edificios civiles, castrenses y religiosos así como en las obras públicas ya que mezclada con agua y arena se obtenía una especie de mortero o argamasa que se utilizaban para pegar ladrillos o piedras, lo que otorgaba una gran resistencia. Grandes lienzos de murallas, acueductos, puentes, catedrales ó canalizaciones de aguas han sido elaborados con morteros de cal, al ser un material duradero e impermeable en la construcción hasta la aparición del cemento en el siglo XIX y su auge en el siglo XX como el principal agente cimentador en la construcción al endurecerse al contacto con el aire.
 
La cal tiene tantas utilidades que incluso en la actualidad se utiliza para reforzar los pilares deteriorados de importantes monumentos históricos, a las que se le inyecta cal hidráulica para regenerar las grietas dañadas por el paso del tiempo. Incluso la restauración de los leones de la Alhambra de Granada se ha realizado con Cal de Morón.
Posee también un comportamiento bioclimático que da al interior de la vivienda frescor el verano y calor en invierno, logrando lo que se denomina el “efecto botijo”, al permitir la circulación del aire y evaporación de la humedad, muy conocido en las casas antiguas de Andalucía al ser una solución barata, eficaz y ecológica. 

Otros usos importantes de la cal incluye la neutralización de los suelos ácidos en agricultura, en  la fabricación de vidrio y papel, el lavado de ropa blanca, el refinado de azúcar, etcétera. La cal viva reduce la acción bacteriana en el tratamiento de residuos animales al mismo tiempo que permite la circulación del aire y la evaporación de la humedad. Dichos residuos constituyen un excelente fertilizante como la gallinaza que se aplica en los campos de cultivo, aportando al suelo fósforo, nitrógeno, potasio, calcio, magnesio, azufre y materia orgánica. También se usa la cal en la protección del medio ambiente al tratar las aguas residuales y lodos.





Foto. Museo de la Cal de Morón

Morón ha tenido y tiene fama por su cal, explotada de manera racional y tradicional por los caleros extendiendo la calidad de su producto por toda Andalucía. Las Caleras del Prado y La Caleras de la Sierra han sido dos aldeas que vivieron de esta actividad, existiendo un equilibrio entre la naturaleza y el ser humano. Su explotación en tiempos remotos se ha basado en la utilización de hornos tradicionales que han recogido el testigo de los romanos y que los árabes mejoraron su proceso, utilizando la leña de olivo como combustible por su alto contenido calórico. 


 
Recordamos todos en nuestra infancia a nuestros padres y abuelos encalar las fachadas y los paredones de nuestras casas con los tradicionales pinceles quedando relucientes con su clásico y tradicional color blanco. En la provincia de Sevilla, la Sierra Sur y la ruta de los pueblos blancos cercana a  ésta  son  claro ejemplo de blancura de sus casas. 

Foto. Museo de la Cal.  7º día de cochura

Los caleros de Morón eran las personas que fabricaban la cal, de manera tradicional cuyo proceso iba desde barrenar las rocas y colocar en su interior pequeñas cargas de explosivos, llevar las piedras hasta el horno tradicional, utilizando las piedras grandes en círculos como armaderas, llenando la parte trasera con los llamados matacanes o piedras pequeñas, con leña de olivo en el centro del horno y así sucesivamente hasta llegar hasta la altura indicada, con huecos en el cono final para que salgan los gases y una puerta donde se introducía la leña para seguir manteniendo el fuego durante al menos dos semanas. Al final del proceso de calcificación, se extraía casi dos terceras partes de óxido cálcico debido a la deshidratación del carbonato cálcico.

Foto. Museo de la Cal. Abriendo la clave

Todos los utensilios dedicados a la elaboración de la cal están en su entorno natural como los hornos de la cal, la casilla del calero etc... En el Museo de la Cal, situado en las Caleras de la Sierra a unos 5,5 kms. de Morón de la Frontera hacia Montellano se puede visitar la seña de identidad por excelencia más importante de nuestro pueblo, la cal.



Las Caleras de la Sierra con su olor a lentisco y a romero, cuenta con una tradición calera arraigada en lo más profundo de su ser, con un valor cultural y antropológico importantísimo, consideradas unas reliquias vivas.

Me viene a la mente una frase de un viejo profesor del Aula de la Experiencia de Sevilla:

¡Cuando muere una persona mayor se quema una biblioteca viviente!
 
Foto. Museo de la Cal de Morón. Calero Juan Muñoz
Y creo que podríamos añadir lo siguiente...

¡Cuando muera el último calero, se habrá quemado el último pergamino de una biblioteca viviente que ha contribuido fielmente a un desarrollo sostenible de su hábitat con un alto interés etnológico!. El futuro, por desgracia irá por otros derroteros, enfocado a una explotación cada vez más irracional.

Como ciudadano de Morón, me siento orgulloso de que un pequeño grupo de ciudadanos unidos por una causa cultural común hayan conseguido que el espacio denominado Caleras de la Sierra, haya sido declarado Bien de Interés Cultural con la tipología de lugar de interés etnológico.


Y me pregunto, dentro de mi ignorancia. ¡Si un pequeño grupo de personas ha conseguido rescatar del olvido este legado cultural para Morón, ¡que no podrían hacer las instituciones públicas, si unificaran criterios  y recuperaran nuestro patrimonio cultural, como por ejemplo recuperar la catedral de la Sierra Sur (Iglesia de San Miguel) y el antiguo castillo de los alkevires de Morón!.


htpp://Proyectofresco.blogspot.com
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