jueves, 24 de marzo de 2011

Los últimos talabarteros

Manolo Cantero, en su taller tradicional
Recuerdo haber leído que el término Abencerraje era el nombre castellanizado con el que se conocía a un linaje nobiliario  del reino de Granada cuyo significado era " hijos del talabartero".
 
Existen oficios que forman parte de nuestro patrimonio cultural como legado que el hombre nos ha dejado a lo largo de la historia y que en tiempos pretéritos a su vez, fueron heredados de sus antepasados. En la actualidad, por razones obvias, las nuevas generaciones no conserva los oficios tradicionales en la retina de su recuerdo porque han caído en desuso y en el olvido debiendo ser extraídas de la memoria colectiva de los pueblos.

A cualquier persona mayor de cincuenta años no se le olvida que detrás de una fachada encalada en un pueblo blanco de Andalucía ha existido siempre la figura del calero, detrás de las albardas, la figura del albardonero, talabarteros etc…Protagonistas con letras mayúsculas de la vida social de los pueblos y sus comarcas.



Diligencia de Carmona,
la que por la vega pasas
caminito de Sevilla
con siete mulas castañas...

Fernando Villalón



Manolo Cantero, con más de 85 años de edad, se considera autodidacta que empezó con las monturas (más de 100 en su vida profesional). Menciona que el término talabartero significa correa ancha que el caballicero llamaba talabarta para ponerle un taliz al final y enganchar la funda de la espada. Sin embargo el término albardonero eran las personas que realizaban las albardas de las bestias. Las albardas estaban compuestas  de almohadas rellenas de lana que caían sobre el lomo del animal y eran un aparejo necesario para montar sobre los animales.


"Mi abuelo era albardonero y el otro guarnicionero y albardonero en la ciudad de Ronda. Mi padre también era albardonero. Mis abuelos se establecieron en Morón de la Frontera y aprendí mi oficio tarde, es decir a los 14 años. Estuve trabajando con el Marqués de Villar del Tajo durante tres años y posteriormente me establecí durante cuarenta años en los Caños de Aranda de Morón y con los Buendía tres años". 

Nuestro ritmo acelerado de vida en las grandes ciudades por un lado  y el modelo económico que padecemos por otro parecen ser incompatibles con los oficios tradicionales. Esta profesión ha caído  en desuso por las circunstancias de los tiempos modernos ya que  no existen caballerías como antaño y por consiguiente ni albardas ni aparejos para asnos y mulos que han sido sustituidos por vehículos a motor aunque existe una gran afición al caballo. Este hecho ha propiciado que todavía exista la figura del talabartero o guarnicionero para arreglar monturas de caballerías y aparejos para caballos. Aunque veo difícil que haya relevo generacional.

jueves, 17 de marzo de 2011

El último tonelero de Morón

Rafael Romero, foto de la época en la antigua fábrica de aceitunas de Siles, en Morón


Los viejos toneles de madera han sido utilizados desde la Antiguedad como medio de transporte para el vino, cerveza, aceitunas etc. Plinio el Viejo relata en su "Historia Natural" que algunas tribus germánicas recogen tablones curvos de madera que unen con aros de metal para crear la versión más antigua de barril de cerveza. Los romanos sustituyeron el ánfora por los toneles de madera para el transporte de mercancias pero con la Era de los Descubrimientos toma su máxima importancia hasta el punto de denominarse el término “tonelaje” como la capacidad de carga de los barcos ó número de toneles que un barco podía transportar. Desde épocas remotas hasta no hace muchos lustros, la profesión de tonelero tuvo su esplendor y ha sido una profesión tradicional como la de alfarero, zapatero remendón, guarnicionero, etc...

Rafael, tonelero en tiempos pretéritos

Cambiando impresiones con el amigo Rafael Romero sobre su tradicional y desaparecido oficio de tonelero, me comenta esta persona octogenaria lo laborioso que era el proceso de fabricación y elaboración de los tradicionales toneles para almacén y transporte de aceitunas a otras latitudes. Ha sido posiblemente de los últimos toneleros de la Sierra Sur habiendo prestados sus servicios en las antiguas fábricas de aceitunas de Siles, Camacho etc...

Recuerda que necesitaba madera de castaño italiana o catalana y el hierro venía de Bilbao. Se labraba la madera en el labrante y se le daba la hechura correspondiente, treinta y ocho duelas por bocoy o barril de gran tamaño. El aro que va ubicado en la mitad del bocoy se denominaba panza. Se armaba duela a duela con fuego en el centro para darle forma, siendo el proceso manual y muy laborioso. Una vez formado se le echaban los 8 aros de hierro hasta que se acoplaba la madera a los hierros.

Cuando estaba lleno se fondaba con un aro a martillazos. Se colocaban dos varales en el camión y rodando con dos personas se colocaban en el camión, se calzaban con cuñas para evitar desplazamiento y se trasladaban al Puerto de Sevilla para su exportación a América.

Recuerdo que en la fábrica de la Verdad existían dos conos que eran grandes toneles grandes de vinos con duelas de 3 metros de altura y se lo llevaron a la vieja fábrica de Camacho para almacenar pepinillos.

Mi jornada laboral comenzaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 4 de la tarde y las herramientas que utilizaba las llamábamos: martillo, azuela, chazo, garafete y cuchillo. Los aros del bocoy se llamaban: talugo, zotalugo, colete y bojo y un bocoy tenía la capacidad de 550 kgs. ¡No se que más decirte Antonio!.

¡Agradecerte Rafael desde este Blog de mis culpas, la deferencia que has tenido al recordar un oficio tradicional casi olvidado!.

Proceso en imágenes de la elaboración de los toneles


jueves, 10 de marzo de 2011

Origen de la alfarería


Genesis 11:3 sobre la torre de Babel

Y se dijeron unos a otros: vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con  fuego. Y les sirvio el ladrillo en lugar de piedra...



Cantarería comienzos del siglo XX en Morón. Foto Biblioteca Mpal.  Morón


Uno de los primeros oficios del ser humano cuyo origen se encuentra en el Paleolítico, hace más de 10.000 años es la alfarería que tradicionalmente ha sido el arte de modelar objetos de barro cocido,  cuyos restos arqueológicos también nos han servido  para datar las distintas épocas de la historia como relatos de hechos humanos mas relevantes.


El oficio de alfarero es posiblemente la profesión artística más antigua de la Humanidad debido a la necesidad de almacenar agua y alimentos y por consiguiente a la fabricación de utensilios y recipientes domésticos. En el Génesis de la Biblia se da a entender que Dios fue el primer alfarero cuando creó al hombre de la tierra.



La escritura cuneiforme (en forma de cuña) en ladrillos de arcilla humedecida que luego cocían al horno  es comúnmente aceptada como la forma más antigua de expresión escrita, según el registro de restos arqueológicos. Los pictogramas sumerios nacieron hacia el 3200 a. C. (en Uruk) en la antigua Mesopotamia (del griego: Μεσοποταμία, "entre ríos"), ubicada entre los ríos Tigris y Eúfrates donde se usaban cañas biseladas para imprimir en arcilla. Es lo que hoy conocemos como la actual Irak. Los primeros alfareros aparecieron en  Mesopotamia e inventaron las herramientas para trabajar la arcilla así como el torno de alfarero y el horno para cocer los materiales.



El ladrillo constituyó el principal material en la construcción de las antiguas Mesopotamia y Palestina, donde apenas se disponía de madera y piedras. Los habitantes de Jericó en Palestina fabricaban ladrillos hace unos 9.000 años. Los constructores sumerios y babilonios levantaron zigurats, palacios y ciudades amuralladas con ladrillos secados al sol. En la antigua Mesopotamia ya se conocía el ladrillo vidriado aunque el término cerámica como lo conocemos hoy en día según el D.R.A.E. es de origen griego κεραμικός, que significa arte de fabricar vasijas y otros objetos de barro.


Gracias al vaso de François sabemos el nombre de su alfarero “Ergotimos” y el pintor “Klitias” hacia el 570 a.C., que nos proyecta la Guerra de Troya.

El pasado sábado 2 de abril de 2011 realizamos una visita a la alfarería tradicional de Juan Carmona, en la carretera de la Alcoba, km. 2,5 y nos explicaron el proceso desde que entra el barro crudo en la fábrica, su tránsito por el molino, la mezcladora con agua, la elaboración de los ladrillos artesanales, con las manos del artesano, el secado, su entrada al horno a más de 950 ºC con leña de olivo en un principio y posteriormente se alimenta con orujo desde unos orificios encima del horno y la salida del horno del ladrillo  ya cocido para su posterior comercialización. El color del ladrillo de observa desde arriba del horno cuando se pone amarillo. Observando el proceso no es difícil imaginarse el proceso hace miles de años cuando no existía electricidad, todo hecho con manos artesanas. Había ladrillos  realizados con paja  similar al  proceso existente en culturas pretéritas, para colocarlos  en forma de paredes con barro y evitar de ese modo evitar que entre en las viviendas tanto el frío como el calor.

Los últimos alfareros de Morón


La chimenea realizada por Cristóbal García, único vestigio arquitectónico de las antiguas cantarerías de Morón. Al fondo la imagen de María Auxiliadora del Colegio Salesianos, realizada por Francisco Fortes Muñoz y donada por Antonio Mejías.


¡Pobrecillo del que es pobre
y come por manita ajena
siempre mirando a la cara,
si la ponen mala o buena!

Letra flamenca


Haciendo  una mirada retrospectiva, recuerdo a los albañiles tradicionales mencionar con cierta frecuencia la frase "en las cantarerías  de Morón se fabrican  ladrillos de gran  calidad".

Sirva la presente para testimoniar mi agradecimiento desde este blog de mis culpas a aquéllos trabajadores, que con su clásico mandil manchado de barro, se dejaron su juventud en unos tiempos muy precarios donde la salud y los derechos laborales brillaban por su ausencia. 

Recuerdo con grata satisfacción -en la Cantarería de Antonio Martínez Vázquez- a Francisco Fortes, Bartolo, Paco, Mariano, Maguilla o Joseito entre otros, junto con el buen encargado y mejor persona Pepe Claro.
Cantarería comienzos del siglo XX en Morón. Foto Biblioteca Mpal. Morón


En  el año 1946 un oficial ganada de salario 15 ptas/día, el especialista  13,25 ptas/día. y el peon 12 ptas/día. cuando un litro de aceite de  oliva costaba 8 pesetas. No se ganaba ni para vivir en unos tiempos en  que cualquier persona con dinero estaba capacitado para montar una  “empresa”. Eran las clásicas lentejas “si las quieres las tomas y si no  las dejas”. Malos tiempos en los que todas las vacas daban leche para los  mismos de siempre estando los trabajadores en una anorexia colectiva de  derechos laborales  y para colmo, al final de su ciclo, la fábrica cerró dejando a éstos magníficos profesionales en la  cuneta laboral y con cincuenta y tantos años en el paro.

¡Lástima que en  aquélla época no existiera alguna escuela taller que pudiera asimilar tanta  experiencia y legado profesional que nos hubiesen dejado!

Una especie de  recibo de 1927
Tan  sólo queda como último vestigio arquitectónico en Morón (en referencia a  las antiguas cantarerías), la gran chimenea construida en  1944 por Cristóbal García  y que un rayo destruyera la cornisa en los años 60 al carecer de pararrayos  aunque posteriormente fue reconstruida.

Fáfrica de loza vidriada Manuel Martínez Ledesma

Recuerdo  que muchos fijos discontinuos tenían en invierno que irse a trabajar a  los molinos aceiteros para poder seguir trabajando ya que en invierno la  faena de las antiguas cantarerías decaía y por lo tanto la mano de  obra quedara reducida a su más mínima expresión.

En aquella época se producía un éxodo estacional de trabajadores de las antiguas cantarerías a las almazaras. Al igual que ocurría con las antiguas cantarerías, también en la industria del aceite se necesitaba abundante mano de obra estacional como braceros. Recuerdo a muchos trabajadores de la época trabajar desde mayo a finales de septiembre en las antiguas cantarerías para después marcharse a trabajar evitando el desempleo, a los molinos aceiteros y extractoras de orujo hasta final de la campaña. 

Eran unos tiempos precarios donde todas las vacas daban leche, al menos para los empresarios, y donde la fuerza del trabajo les proporcionaba enormes plusvalías. La Dictadura de Franco le otorgaba plenos poderes a la patronal en detrimento de la clase obrera.

El  proceso de la elaboración de la materia prima (barro ecológico) hasta  convertirse en materia elaborada (ladrillo, tubos…) era el siguiente:

Torno similar a los que existían en la fábrica

Se  extraía la materia prima para la fabricación de ladrillos de  una cantera cercana en término de "La Laiz" y el barro para tubos y  pipetas de saneamiento de una zona cercana a Morón llamada Fuente Nueva  (barros colorados). El barro una vez extraído venía con su propia  humedad y había que colocarlo a secar bajo el sol para quitarle dicha  humedad. Una vez seco se depositaba en pilas para su remojo y ayudándose  con el empleo de un rodillo se convertía en fluido y se pasaba por un  tamiz y se quedaba en el pilón el tiempo necesario para su utilización.  Se le quitaba el agua y en un sitio limpio se dejaba que se cuajase. Se  trabajaba primero con los pies de la persona y acto seguido con las  manos. Una vez realizada esta operación se llevaba al antiguo alfarero  para que le diera forma en el torno que funcionaba con el pie del  artesano. Más tarde se llevaba al secadero para que se secara con el  aire natural porque si se introduce húmedo en el horno, sale defectuoso.

Posteriormente  se introduce el material en el horno árabe y se enciende el fuego con  leña de olivo desde la puerta de la caldera hasta conseguir una  temperatura de 800  a 900 ºC. La cochura era a ojo del buen profesional  para ladrillos y en los hornos continuos con un amperímetro. En el horno continuo estuvo trabajando el constructor Antonio Porras, de joven. Los tubos  de saneamiento se humedecían en pilones que contenían mineral de plomo, cobalto o magnesio que venía de Linares y tenía que fundir a altas temperaturas 1000-1200  ºC. Se observaba por su parte alta los respiraderos para que salgan las  calorías y a la vez se observe el interior del fuego El proceso duraba  24 horas y el fuego empezaba rojo y cuando la cochura estaba hecha salía  blanco. Los ladrillos vistos se colocaban con barro seco en la prensa y se dejaban varios días en el secadero para posteriormente colocarlos unos con otros de forma que pasara el fuego entre ellos y ser cosidos de forma correcta.

Sardinel.  Ladrillo con cuello de paloma
 Una  vez pasado este proceso se dejaba enfriar hasta que las calorías  dejaban a los profesionales sacar el material sin peligro alguno. Los  restos de candela del cocimiento de los tubos alimentados con orujillo extractado de la fábrica que quedaban se apagaban a las 24 horas  y se  vendían como cisco de orujo o carbón vegetal menudo para calentarse las  personas en los hogares con antiguas copas con su badila correspondiente  para remover el carbón. Cuando se cosían ladrillos con leña de olivo,  no quedaban restos.

Cajillo de metal donde entraba el barro seco a presión para convertirse en ladrillo crudo con el dibujo
Se  elaboraban también tubos en forma de Y griega hechos a mano y pipetas con sifón en moldes de yeso para los desagües. También se utilizaban como tubos colectores para canalizar las aguas pluviales de los tejados. Los tubos  en barro crudo se introducían en los machos o  moldes que se elaboraban en el torno y al final se le colocaban los  enchufes para que entrara el otro tubo.Existían tubos de saneamiento desde el nº 1 con 6 cm. de diámetro de boca hasta el nº 7 con 25 cm. con sifones y codos fabricados a medida.

Macetón con su pie en cerámica
Según  me comenta Pepe aunque no lo ha visto ya que eran todavía más antiguo, se han elaborado tejas como lo hacían los  antiguos árabes cuando no existía todavía el torno, se daba forma a la  teja y se colocaba el barro en la parte del muslo del mismo alfarero  para darle forma. No lo ha conocido personalmente pero ha visto muchas tejas en la fábrica realizadas con ese procedimiento artesanal hasta que entró la industrialización. Todavía existen casas viejas con el tejado de aquélla época. Por un lado más estrecho y por otro más ancho que después colocaban los albañiles en los tejados con sus limatesas y limahoyas.


También  se fabricaban ladrillos de  rasilla, tabique, contrata, de gafas, visto  y de cuello de paloma para fachadas y sardinel (en Morón se ha usado este término para nombrar al escalón de la calle) que eran ladrillos colocados de canto horizontalmente, ladrillos de gotera de cabeza y de soga de  14 x 28 cms.

Recuerdo que en las antiguas cantarerías entraban "los jornaleros del barro" de madrugada para fabricar las  pipetas de saneamiento y trabajaban en condiciones precarias con unas  viejas y escasas bombillas en unas instalaciones obsoletas. Miles de ladrillos que se cargaban a mano. Magníficos profesionales que se dejaron la  salud en aquéllas viejas fábricas.

Paraguero de cerámica con más de 45 años

Hoy  todo el proceso de artesanía tradicional ha desaparecido en beneficio de los tubos de cemento y de plástico rígido, aunque nada nos impide de que  la  retina del recuerdo nos refresque un poco la memoria.



P.D. El pasado 2 de mayo de 2017 tuvo lugar en el Ayuntamiento de Morón la presentación de un busto en recuerdo de la figura de don Francisco Martínez Quesada (1907-1973), director de la Banda Municipal de Música de Morón entre los años 1947 y 1971, siendo una de las épocas más brillantes en su longeva historia. El busto ha sido realizado en terracota en el año 1973 por Francisco Fortes siendo donado por la familia Fortes al Ayuntamiento de Morón de la Frontera.