miércoles, 24 de octubre de 2012

Los bandoleros.¡Rebeldes con causa!



…-Echa vino, montañés,
que lo paga Luis de Vargas,
el que a los pobres socorre
y a los ricos avasalla-…

Fernando Villalón

Cuando se visita Ronda, y observamos la estatua ecuestre de un bandolero, cabe la posibilidad de que se nos pueda venir al pensamiento aquélla bella poesía del poeta de Andalucía la Baja, Fernando Villalón “Diligencia de Carmona”, en la que retrata fielmente el bandolerismo romántico. Tal vez  haya sido la poesía de Fernando Villalón  pionera en facilitarnos esa visión romántica del bandolero como héroe social, una especie de “Robin Hood” con el “Tragabuches, Juan Repiso, Satanás y Mala-Facha, José Candio y el Cencerro y el capitán Luís de Vargas” el que a los pobres socorre y a los ricos avasalla. 

Vista del Puente Nuevo junto al Tajo en Ronda

Es cierto que en torno al mundo de los bandoleros los sentimientos se han polarizado. Para la aristocracia, caciques y señoritos andaluces de la época eran considerados bandidos, ladrones ó asesinos mientras que para la gran masa de jornaleros, gente humilde y campesina eran una especie de héroes en unos tiempos donde el campesinado estaba desposeído de todo derecho social y anclados en la pobreza e injusticia más absoluta por el poder establecido que mantenía estructuras sociales ancladas en el Paleolítico social de la historia. 

Y  en este marco social, tremendamente injusto, surge la figura del bandolero, en la que detrás posiblemente existiera una razón de orden sociológico, al ser empujados por la miseria bajo el amparo sin fisuras de una justicia corrompida. No hace falta recordar que el cacique en las áreas rurales estaban sostenidos por sus altas influencias políticas y designaban alcaldes, controlaban a jueces locales y funcionarios públicos, actuando con toda la arbitrariedad posible.

Puerta de Felipe V
La figura del bandolero como héroe social, -una especie de “rebeldes con causa”- despertaba cierta admiración y respeto entre la gente humilde en aquélla España absolutista del siglo XVIII y comienzos del XIX muy agitada de manera especial con la Guerra de la Independencia (1808-1813) y con las inmensas desigualdades sociales. 

Ronda, situada estratégicamente sobre una meseta rocosa, cortada por un profundo tajo  con el río Guadalevín como testigo de su historia junto a la cercana Sierra de Grazalema o la abrupta  e inaccesible comarca del Genal, ha sido en tiempos pretéritos refugio de bandoleros que zigzagueaban entre senderos  para llegar a sus guaridas, lo ha contribuido a potenciar nuestra imaginación para que pueda extender sus grandes alas al viento.

Ronda. Puerta de Felipe V y Murallas de la Xijara     Foto: Alberto Segovia

Magnífico y pintoresco entorno natural que nos retrotrae a  la antigua Al Ándalus, al bandolerismo del siglo XVIII, a la literatura de Washington Irving o los óleos de Francisco de Goya que han quedado grabado en la retina de nuestro recuerdo, sin olvidar aquélla serie de T.V. emitida a mediados de los años 70 del siglo pasado y que recordamos gratamente Curro Jiménez”, conocido como el Barquero de Cantillana y que según la historia murió el 1 de noviembre de 1849  con las botas puestas y a lomos de su caballo alazán “Pantalones” que tantas veces le había salvado su vida.

Puerta de Almocábar
Cuando se visita Ronda por primera vez  nos  extrapola  a esa virtual magia que nos lleva hasta  la antigua medina musulmana  desde la Puerta de Almocábar,  a mitad de camino de la ruta de los almorávides y almohades, transitada por viajeros desde Tarifa y Algeciras hacia la antigua Elvira-Granada-, donde confluían todas las rutas desde la desaparición del Califato de Córdoba en el siglo  XI hasta el eclipse del Reino Nazarí 1492 ó El Tajo de Ronda junto con el Puente Nuevo ó la puerta de Felipe V  que también nos extrapola al mundo de los bandoleros conocedores del terreno que pisaban, hostigando con sus trabucos a los gabachos, -considerados el mejor ejército de la época-, atacando las diligencias entre atajos y emboscadas o los arrieros atravesando las peligrosas montañas entre riscos y breñas arreando sus reatas de mulas, cargadas sus alforjas con arrobas de contrabando, desde Gibraltar. 

En Atajate, antiguo refugio de bandoleros

La invasión de las tropas napoleónicas en la Guerra de Independencia española  tuvo especial virulencia en la Serranía de Ronda, lo que dio origen al mito del bandolerismo que junto con las guerrillas combatían a los gabachos en las sierras abruptas y que posteriormente sin recursos para subsistir y mantener a sus familias no tuvieron otro recurso que echarse al monte y enfrentarse a las circunstancias y opresión de su época, con lo cual fueron considerados fuera de la ley -la mayoría de las veces fueron condenados por delitos insignificantes-. Las escenas históricas de dicha época siguen representándose en los pueblos de la Serranía de Cádiz como Grazalema y Benamahoma.

Representación de escenas históricas en Grazalema

No hay que olvidar que  el bandolerismo del siglo XVIII va ligado a la opresión y al descontento social. Personajes como Tragabuches, el Tempranillo, Pasos Largos, etc… han creado una especie de halo sobre sus figuras, lo que han dado lugar a leyendas cargadas de estampas pintorescas que contrastan entre el bien y el mal. El bandolerismo del siglo XVIII y XIX se ganaba la vida robando a los grandes latifundistas y a los recaudadores del Estado, por lo que Fernando VII crea el cuerpo de migueletes para intentar erradicarlo. La construcción del ferrocarril junto con el telégrafo y la persecución del Estado de la época terminaron con su existencia. 
El Museo del Bandolero, único en España por su temática  contribuye a ser una especie de recuperación de la memoria histórica –si se me permite la expresión- de aquéllos finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX  donde el paro, el hambre y la miseria hacían estragos en la población en una época que posiblemente haya quedado un poco en la trastienda de nuestra historia.


¡Y como soñar no cuesta dinero!, completamos  el cuadro –que no lo mejoraría ni el mejor copista del Museo del Prado- estimulando nuestros sentidos en nuestro “tráiler virtual" con el eco de unas bulerías o soleá del Niño Rosa acompañado de la buena guitarra.  

¡Cómo han querido morir siempre los valientes!, con las botas y polainas puestas junto a su inseparable compañera, la faca con cachas de nácar, extraída a velocidad del viento de su negra faja, porque su vida la vendió a la muerte, echándose al monte por ingratas circunstancias.

Arreando su corcel negro, con las cinchas apretadas y muy cortos los estribos, con sus patillas de boca de hacha, evitando ser esclavo de presidio, siempre junto al filo de la navaja, sombrero calañés por testigo con el barbuquejo en la barba y el trabuco amartillado como sino, entre las tabernas, ventas y posadas, la vida pendiente de un hilo, evitando ingratas emboscadas.

En lo alto de las lomas, entre senderos y riscos, siempre aparece en nuestros sueños, entre fantasmas y mitos, una silueta de bandolero bueno, justo y con oficio desde la garganta del Tajo hasta los Alcores del Viso en los que Villalón perfectamente retrata,  los siete bandoleros que como remolino bajan  para socorrer a los pobres que los ricos avasallan.



Enlace de interés

domingo, 14 de octubre de 2012

Ruta de los Almorávides y Almohades en el Bajo Genal



 Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
ya marchitas,
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
las mezquitas.

Abul Beka, poeta rondeño del siglo XIII


El pasado 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, visitamos la ruta de los Almorávides y Almohades en el Bajo Genal, dentro del legado andalusí. Situado en la Serranía de Ronda, está formado por los municipios Atajate, Benadalid, Benalauria, Algatocín, Benarrabá, Gaucín, Jubrique y Genalguacil. 

Puente Nuevo de Ronda
Hicimos un alto en Ronda para desentumecer un poco las articulaciones, visitando el puente Nuevo que impresiona por su profundo Tajo con el río Guadalevín por testigo. Más tarde visitamos el alminar de San Sebastián y la puerta de Almocábar amurallada por los musulmanes con su alcázar y barbacana que nos retrotrae al esplendor de la antigua Al Andalus.

Grafía árabe de Al-Andalus
Se me viene a la memoria la memorable frase de Federico García Lorca cuando manifestó el 10 de junio de 1936 sobre la "Toma de Granada" en 1492 por los Reyes Católicos que se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza única en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre…”

¡Que altura de miras tan elevada! 

Impresionante vista desde el castillo de Gaucín donde se observa al fondo el Peñón de Gibraltar y África
La Ruta de los Almorávides y Almohades evoca la profunda relación existente entre la antigua Al-Ándalus (árabe الأندلس), territorio de la Península Ibérica bajo poder musulmán entre el año 711 y 1492 y los pueblos del norte de África separados por el estrecho de Gibraltar جبل طارق (Yabal Tāriq, Monte de Táriq), situado geoestratégicamente en la angostura que lleva su nombre y ha sido un referente importante en el cruce de culturas. 

Castillo del Águila en Gaucín, donde murió Guzmán el Bueno en su asedio el 17 de septiembre de 1309 en poder de los musulmanes
Existieron rutas importantes en Al-Andalus como la ruta del Califato, la ruta de los Nazaríes, la ruta de los Almorávides y Almohades ó la ruta de las Alpujarras entre otras- pero a partir del siglo XI -en que desaparece el Califato de Córdoba- todas confluían en Granada hasta su eclipse en 1492. 

Puerta de Almocábar. Entrada a la Ronda musulmana
Dentro de las rutas de los Almorávides y Almohades, existían varias rutas. Una transitaba desde Cádiz hasta Arcos, Grazalema, Zahara de la Sierra, Olvera y Setenil de las Bodegas hasta el corazón de Ronda para proseguir hasta el reino nazarí de Granada, ensalzada como la “Damasco de Occidente”. La otra ruta nos lleva desde Tarifa y Algeciras –a la que se unía Medina Sidonia- y nos lleva hasta Gaucín, Algatocín, Atajate y Ronda para proseguir hasta la antigua Elvira –Granada-.

Pueblos con esencias árabes por sus cuatro costados con efluvios a serranía que impregnan nuestros sentidos y que la retina de nuestro recuerdo tardará mucho tiempo en diluir.

Visitamos Atajate donde comenzaban una extensa red de senderos que nos ofrece la posibilidad de recorrer los antiguos caminos que hacían posible la comunicación de todos los pueblos de la serranía. 
Atajate
Atajate jugó un papel muy importante en las luchas entre moros y cristianos debido su situación estratégica entre Ronda y Gaucín, donde murió Guzmán el Bueno en el asedio al castillo del Águila el 17 de septiembre de 1309 que estaba en poder de los musulmanes. Durante la Guerra de la Independencia, el pueblo fue destruido por las tropas napoleónicas convirtiéndose estas sierras abruptas en refugio de bandoleros que asaltaban los caminos para hacer acopio de provisiones. 

Castillo del Águila en Gaucín
Es digno de destacar los abrevaderos y lavaderos públicos en Atajate como importante espacio de socialización entre vecinos y transeúntes, ya desaparecido donde los arrieros calmaban la sed de sus bestias mientras las mujeres hacían la colada. Jubrique, pueblo con esencia morisca donde existen abundantes nogales, almendros, castaños, pinos etcétera. Al día siguiente visitamos la fortaleza de Gaucín desde donde se divisa perfectamente el peñón de Gibraltar y Ceuta en la lejanía. Más tarde visitamos Algatocín, Alpandeire, Júzcar, etc… 

Espadaña de la ciudadela del Castillo de Gaucín
Todo un reguero de villas ligadas a un inmenso patrimonio natural por su gran número de espacios protegidos que han marcado a lo largo de la historia una huella en la fisonomía de los futuros pueblos y ciudades donde los almorávides y almohades como antiguos pobladores las dotaron de extensas murallas, alcazabas, antiguas mezquitas con sus minaretes o alminares, puentes, torreones y atalayas en tierras de fronteras donde las montañas y riscos eran imponentes testigos que acompañaban a los viajeros por el encantador laberinto de cuestas empinadas donde da la impresión de que las casas son manchas de leche en la serranía que aún mantienen sus fachadas encaladas con las ventanas cerradas por hierros de forja, tejados de teja rojiza, patios con pozos, etc…

En Atajate, un alto en el camino
Estas rutas pertenecieron a una civilización que fue una encrucijada de conocimientos y de tolerancia donde convivieron las tres culturas: musulmanes, judíos y mozárabes, lo que irradió un magnífico legado en una tierra de encuentros, desencuentros y fronteras. Para los árabes, el agua era un "bien divino" y el principio de la vida. Por tanto, transformaron el territorio de Al-Andalus desde su llegada hasta el siglo XV gracias a su gran cultura sobre los recursos hídricos que potenciaron construyendo las azudas (del árabe as-sudd, presa) y los molinos con sus ruedas hidráulica o sigalla, para elevar el agua del río con sus cagilones y encauzarla a una acequia destinada a riegos y fuentes, norias, aceñas o molinos harineros de agua, albercas, aljibes, alcorques o agujeros alrededor de los árboles para almacenar el agua de riego, los azarbes que eran acequias que transportaban las aguas sobrantes del regadío para devolverlas al río. En terrenos abruptos como la sierra utilizaban el cultivo en terrazas. En la agricultura, los árabes revolucionaron las tareas del campo con nuevos métodos de cultivo, injertos, etc… Las huertas brillaron con luz propia con nuevas hortalizas como la berenjena, la alcachofa, la endivia, el espárrago. Nuevas frutas como la granada, el melón, la cidra y los albaricoques. Los árabes introdujeron la palmera ya que la única palmera autóctona de Europa era el palmito. En urbanismo, la medina era el núcleo urbano, el zoco lugar de encuentro, la mezquita lugar de oración con su madraza para realizar estudios. Es digno de resaltar la higiene pública en su época ya que en las viviendas existía un aseo y alcantarillado al mismo tiempo que alumbrado en los siglos IX y X con baños públicos. También es digno de destacar la artesanía que hunde sus raíces en tiempos muy pretéritos destacando una notable diversidad en la alfarería, forjas, albardonería, talabartería y un largo etcétera. Legado cultural que ha sido transmitido desde los antiguos gremios hasta nuestros días.

Desde Jubrique. Al fondo Algatocín y Benarrabá
P.D. Los Reyes Católicos acordaron con los moriscos en la entrega de Granada poder mantener su lengua, religión y costumbres, pero a partir de 1499 encomiendan al Cardenal Cisneros la tarea de convertirlos con más dureza y represión quemando sus coranes en la hoguera, por lo cual se violaron los compromisos firmados. Muchos mudéjares se vieron engañados y desolados, lo que dio lugar a la Rebelión de las Alpujarras y Ronda. Los católicos respondieron con una fuerte represión militar dictando la Pragmática de 14 de febrero de 1502 que ordenaba la conversión o expulsión de los musulmanes. En 1566, Felipe II prohibió, el uso de la lengua árabe, de trajes y ceremonias de origen musulmán. Al tratar de aplicarse este decreto, se produjo la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), bajo el mando de Abén Humeya. Finalmente, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos en 1609, con lo que muchos musulmanes se vieron desolados por tan cruel medida, lo que afectó negativamente a las huertas de Andalucía, Murcia, Extremadura, Aragón y Levante perdiendo entre 300.000 y 500.000 personas paralizando la agricultura durante generaciones, lo que contribuyó a despoblar enormes zonas del territorio.

Desde la ruta de los Almorávides y Almohades para el Blog de Antonio Cuevas

 
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