viernes, 19 de septiembre de 2014

Más allá de la Sevilla monumental


En busca del Monasterio de Santa María de las Cuevas en la Cartuja de Sevilla me reencuentro con el Pabellón de Marruecos, una joya arquitectónica de la antigua Exposición Universal de 1992.

La retina del recuerdo me extrapola bellas imágenes con aquellas fuentes en las cuales brotaba abundante agua desde la parte superior a la inferior, dando la impresión todo su conjunto arquitectónico de que nos encontrábamos de nuevo ante las  “Mil y una noches”.


La planta del edificio es una estrella de ocho puntas realizada con técnicas tradicionales del Reino de Marruecos transmitidas a través de generaciones de artistas. En su construcción se utilizó el mosaico esmaltado, el yeso con motivos geométricos o el techo en forma de cúpula móvil que se desplaza para observar el firmamento como recuerdo de la sabiduría árabe que en tiempos de al Ándalus eran expertos en el estudio de las estrellas.

Desde 1998 el Reino de Marruecos y la Junta de Andalucía bajo los principios de la paz, diálogo y tolerancia promueven el encuentro entre los pueblos y la cultura del Mediterráneo dando como génesis el 8 de marzo de 1999, la “Fundación Tres Culturas del Mediterráneo” como referente de la tolerancia y el progreso entre los pueblos, teniendo su sede en el antiguo Pabellón de Marruecos, hoy denominado Hassam II.

A pocos metros nos encontramos con otra joya arquitectónica como es el Monasterio de Santa María de las Cuevas conocido también como Monasterio de la Cartuja.



La isla de la Cartuja siempre ha sido rica en arcilla. Los antiguos alfares de Triana extraían el barro para confeccionar azulejos en los hornos que los almohades ya ubicaron en el siglo XII junto al río. 

La etimología del término azulejo viene de az zulaiy que significa ladrillito, una pieza de arcilla vidriada por uno de sus lados. Los primeros azulejos hispanoárabes se denominaron alicatados, término que aún continúa en el argot de la construcción.

El alfarero tradicional realizaba las piezas de arcilla y las llevaba al secadero para que se secaran con el  aire natural. Cuando estaban secas, se realizaban los dibujos con sus motivos correspondientes en varios colores. Se introducían los ladrillos vidriados para que fundieran en el horno árabe colocados unos sobre otros de forma que pasara el fuego entre ellos de forma correcta y se encendía con leña de olivo desde la puerta de la caldera hasta conseguir altas temperaturas que diera la cochura ideal al material, siempre a vista del buen profesional que estimaba que la cochura era la correcta cuando el humo que salía por la chimenea era blanco.

Cuenta la leyenda que durante la época musulmana se halló una imagen de la Virgen María en una de las cuevas y se esconde. Con la conquista cristiana se levanta una ermita en el mismo lugar donde apareció la Virgen. Para asistir a los devotos se construye el monasterio cartujo en las inmediaciones una comunidad de terciarios franciscanos fundando en el año 1400.

Rosetón de azulejería del siglo XVI

Durante la Guerra de la Independencia el monasterio franciscano de la Cartuja se convirtió en cuartel de las tropas napoleónicas. Posteriormente durante la “Desamortización de Mendizábal” entre 1835 y 1836 se produce la expulsión de las órdenes religiosas. El Monasterio de la Cartuja tras la Desamortización pasa a ser propiedad de Charles Pickman, empresario de Liverpool que lo convierte en una fábrica de cerámica con prestigio internacional.



A partir de 1997 se convierte en sede del “Centro Andaluz de Arte Contemporáneo” “Rectorado de la Universidad Internacional de Andalucía.


Durante la grata visita entramos por una de las puertas de acceso cercana al río Guadalquivir que desemboca en una avenida de cipreses junto a la Huerta Grande que nos introduce a través de su perímetro en la Puerta de Tierra o Principal con la Capilla de Afuera del arquitecto Ambrosio de Figueroa (siglo XVIII). Esta capilla y los espacios anexos la utilizaban los cartujos para atender a los menesterosos que llegaban al Monasterio.

La fachada del Monasterio de la Cartuja está presidida por dos Lagunas, la primera de Maura Shehan en el año 2000 que representa el abandono de la isla de la Cartuja tras los grandes eventos de la “Exposición Universal de 1992”. La segunda laguna posee el azul intenso que se observan en las limatesas que coronan los tejados. En muchos países de la ribera mediterránea se utiliza el azul para pintar terrazas y fachadas, lo que nos remonta a los orígenes de los alfares almohades.

Antes de llegar al Patio de Santa María, lo que más nos sorprende es una obra de Cristina Lucas 2009 que representa una figura gigante cuyo rostro y brazo derecho escapan por la ventana de una habitación donde parece haber quedado atrapada al haber crecido sin control. La autora intenta demostrar una especie de opresión tanto física como psíquica en la mujer.


Atravesamos el Patio del “Ave María” y a mano derecha nos encontramos con el paseo de las jacarandas donde se puede apreciar una obra de Curro González en 2010 “El hombre orquesta” que representa una metáfora de un hombre que se enfrenta a la “Puerta de la Fama”, que recoge la idea del fin último que es la consecución del éxito que garantice su paso a la posteridad.


Muy cerca se encuentra el ombú del monasterio, una planta arborescente con gran longevidad e inmunidad frente a los insectos debido a su savia tóxica pudiendo llegar a medir entre los 10 y 15 metros de altura. Cuenta la leyenda que fue plantado por Hernando Colón, hijo del Almirante.
Junto al ombú se puede observar el monumento al Almirante Cristóbal erigido por la Marquesa viuda de Pickman en 1.887.
“En memoria por haber estado depositadas sus cenizas desde el año MDXIII a MDXXXVI en la Iglesia de esta Cartuja de Santa María de las Cuevas”.


Entramos en el atrio de la Iglesia y al frente la fachada de la Iglesia destacando un rosetón de azulejería del siglo XVI. La Iglesia gótica, de una sola nave y bóvedas de crucería data del siglo XV siendo utilizada durante la época fabril (siglos XIX y XX) como almacén de loza. En la actualidad se dedica a exposiciones y actos culturales.

En la cripta de la capilla de Santa Ana conocida como la capilla de Cristóbal Colón reposaron los restos del Almirante entre 1509 y 1536.

Cerca del presbiterio a mano derecha, salimos al “Claustrillo” de singular belleza, construido en el siglo XV como ejemplo de la arquitectura mudéjar de la ciudad, destacando la teja árabe, la azulejería, el ladrillo rojo, las columnas de mármol blanco y el capitel campaniforme de influencia nazarí.
Junto al claustrillo se encuentra la Sala Capitular donde en el primero de sus tramos destaca la decoración figurativa de su bóveda como primera escultura gótica de Sevilla. La sala fue cedida como lugar de enterramiento de los Ribera, protectores del Monasterio de la Cartuja donde se encuentran los sepulcros de Catalina  fundadora del Hospital de las Cinco Llagas y Perafan de Ribera  fundador de la “Casa de Ribera” y “Adelantado Mayor” de Andalucía que subvencionó la construcción de la Iglesia y se responsabilizó del mantenimiento del monasterio siempre y cuando tuviera derecho a ser enterrado en dicho edificio.


Los sepulcros fueron realizados en Génova, en el siglo XVI por Aprile de Carona y Pace Gazini.
Más tarde nos deleitamos paseando por los jardines exteriores del monasterio  impactando nuestra retina la Torre Pelli con 178 metros de altura como parte de la Sevilla moderna. Incluso se llegó a hablar en los mentideros que existía una norma no escrita que decía que ningún edificio de la ciudad podía superar en altura a la Giralda aunque el tiempo pasa y las ciudades evolucionan.
Desde el Monasterio de la Cartuja para el blog de mis culpas...

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