sábado, 23 de mayo de 2015

En busca de Trujillo, "la tierra de Pizarro y de Orellana".


Estatua ecuestre de Francisco Pizarro en Trujillo

Desde la Antigua Emérita Augusta transitamos por la antigua Vía de la Plata para visitar la “Vieja Cáceres” y posteriormente desplazamos hacia la ciudad monumental de Trujillo cuyas páginas cargadas de historia nos recuerdan que en tiempos pretéritos llegó a ser “tierra de conquistadores” entre los cuales Francisco Pizarro -conquistador del imperio Inca- y Francisco Orellana -descubridor del río Amazonas- brillaron con luz propia en sus expediciones, sin olvidar la figura de Diego García de Paredes y Torres “el sansón” de Extremadura que también realizara grandes hazañas al servicio de la Corona de España, de los Estados Pontificios y del Sacro Imperio Romano Germánico. Su hijo Diego García de Paredes fundaría la ciudad de Trujillo en Venezuela un 9 de octubre de 1557.

Recuerdo en mis años de estudiante -hace ya algunos lustros- como la figura de Francisco de Orellana fue maltratada injustamente por la historia al estar eclipsada por la figura de Hernán Cortés (conquistador de México) o Francisco Pizarro (conquistador del Perú).



Francisco Orellana participaría en 1533 en la conquista del imperio de los Incas fundando en 1537 la ciudad de Guayaquil. En febrero de 1542 -buscando tal vez “El Dorado” como una constante entre los exploradores españoles o “la canela” que brillaba por su ausencia-, descubre un gran río al que bautiza con el nombre de “Amazonas” en honor a unas mujeres guerreras armadas con arcos y flechas con las que se encontró.

Un azulejo recuerda en Sanlúcar de Barrameda que en la primavera de 1545 partía Francisco de Orellana para llegar de nuevo a la desembocadura del Amazonas y ascender río arriba para culminar su heroica aventura.

En la mayoría de los casos, el conquistador fue un hombre que se hizo a sí mismo en unas condiciones muy difíciles. Solían proceder de familias humildes aunque también se nutrían de segundones de la nobleza cuyo ideal estaba fuertemente enraizado en las tradiciones medievales como el honor, la fama y la riqueza. 

Algunos lo consiguieron como Cortés y Pizarro, pero la mayoría de los conquistadores movidos por dos temibles motivaciones como la ambición y la desesperación sólo obtuvieron fatigas y sinsabores.


Sin embargo, los grandes estados indígenas se convirtieron en la presa más buscada y deseada para ser expoliadas por las grandes potencias europeas de su época.


…Nuestra ruta comienza en la Plaza Mayor, centro neurálgico de la ciudad de Trujillo en la que se puede observar su enorme valor histórico-artístico como consecuencia de la prosperidad otorgada por el gran impulso arquitectónico de algunos indianos en el Nuevo Mundo que emplearon parte de los recursos obtenidos en la construcción de casas solariegas, grandes palacios, iglesias y hospitales, lo que ha hecho que esta monumental ciudad, al igual que Cáceres, se hayan convertido en uno de los cascos históricos más bellos de Extremadura y de España.


La retina del viajero capta al instante la magnífica estatua ecuestre de Francisco Pizarro, conquistador del imperio Inca. Una obra realizada en bronce, con un peso de 6.500 kg. erigida sobre granito por el escultor Carlos Rumsey de Nueva York siendo donada por la señora Rumsey a la ciudad de Trujillo en el año 1927.

Junto a la estatua ecuestre de Francisco Pizarro se encuentra la Iglesia de San Martín del siglo XIV que tendría sucesivas ampliaciones hasta el siglo XVI. En ella oró el emperador Carlos V de camino a Sevilla para casarse con Isabel de Portugal, y su hijo Felipe II, en 1583, tras convertirse éste en rey de España y Portugal. El primer rey Borbón, Felipe V, también rezaría en ella.




También destacan las trazas de los hermosos balcones en rincón y esquina que dominan las dos fachadas de algunos palacios.


Por la Cuesta de la Sangre, atravesamos la Puerta de Santiago para adentrarnos en su recinto medieval bajo un trazado irregular a través de la angostura de sus sinuosas calles empedradas y jalonadas por numerosas casas nobiliarias en la que destaca el ocre de sus fachadas y los escudos heráldicos. 

Muy cerca de la alcazaba se encuentra la casa-museo de Pizarro donde nos ilustramos de la azarosa vida del explorador, de la sociedad de su época, la conquista, “los trece de la fama”, los enfrentamientos y su trágica muerte. 



Casa museo de Francisco Pizarro, en Trujillo

La conquista del Perú estuvo marcada por dos características fundamentales: el mito del oro y una geografía enormemente compleja y difícil que va desde el desierto a la selva, desde las cumbres inaccesibles de los Andes a ríos inmensos como el Amazonas. La combinación entre ambas fue capaz de crear personajes tan excepcionales como Pizarro, Orellana o Lope de Aguirre.

El 24 de septiembre de 1532 Pizarro salió de San Miguel de Tangara con 106 infantes y 62 soldados a caballo iniciando la conquista del Perú. Tras subir la sierra llega a Cajamarca el 15 de noviembre y siguiendo la misma estrategia que había utilizado Hernán Cortés con Moctezuma busca el encuentro directo con el emperador de los Incas ideando un plan muy arriesgado para capturar a Atahualpa.



Al día siguiente el emperador, rodeado de un séquito imponente, se dispuso a visitar el campamento de los españoles confiando en su aplastante superioridad numérica. A una señal de Pizarro los españoles irrumpieron en la plaza, los caballos se arrojaron contra los incas y la artillería convirtió el lugar en un infierno. Después de aniquilar a los porteadores de la litera imperial, Atahualpa fue capturado. 

Se llegó a un acuerdo para liberarle mediante el pago de un rescate y el oro comenzó a llegar desde los últimos confines del Imperio. 

Atahualpa, desde su cautiverio, seguía gobernando e incluso se las ingenió para liquidar a su hermano Huáscar. Temerosos los españoles de su poder, se nombró un tribunal y se le acusó formalmente de “desleal”, “traidor”, “regicida”, y “hereje”. Declarado culpable de los cargos, fue ejecutado mediante garrote el 26 de julio de 1533, después de que se “convirtiera” al cristianismo.

Pizarro se encontró tras la muerte de Guayna Capac en una sangrienta guerra civil por la sucesión entre sus dos hijos Atahualpa y Huáscar. Al igual que hiciera Cortés, Pizarro jugó la baza de la discordia ganando para su causa a los partidarios de Huáscar, que a su llegada tenían la guerra prácticamente perdida y se mostró como el garante de del orden legítimamente establecido.

Con la muerte del emperador, la guerra parecía terminada pero el 3 de mayo los incas se sublevaron. Aunque volvieron a ser sometidos, no volvió a reinar la paz hasta que el último rebelde inca Tupac Amaru I fuera ejecutado en Vilcabamba en 1572.

Francisco Pizarro

Las huestes castellanas en la primera mitad del siglo XVI habían alcanzado un elevado grado de disciplina y eficacia. La guerra de Granada y las campañas de Italia habían puesto de manifiesto que era uno de los más modernos de su época. Su armamento contaba con espadas, picas, puñales, ballestas, arcabuces y cañones, por no hablar de algo tan destructivo como la caballería. Su objetivo era la “guerra total”. 

El ejército inca tenía una magnífica organización pero su armamento consistía en hondas y jabalinas pero al no conocer el hierro se encontraban el una manifiesta inferioridad. 



Los incas eran muy vulnerables a la excesiva dependencia de sus jefes. Cuando Atahualpa fue capturado por los españoles, su ejército quedó descabezado e inoperante aunque contaran con generales expertos y bien preparados, que no fueron capaces de oponerse con eficacia a un grupo tan reducido de enemigos. Cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde. Los españoles controlaban ya el Perú.

La conquista dio paso a una nueva sociedad basada en el régimen de la encomienda indiana que reinó en América desde 1497 hasta 1720 consistente en la concesión de indios a los españoles con el objeto de que se sostuvieran y permanecieran en las tierras recién conquistadas.

Los indios se otorgaban mediante un título que incluía al encomendador y su poder para encomendar. Los abusos dieron lugar a las visitas, que tenían como objetivo una evaluación de la encomienda.

En 1514 el religioso español y defensor de los derechos de los indígenas Fray Bartolomé de las Casas, conmovido por los abusos de los colonos españoles hacia los indígenas renunció a su propia encomienda denunciando la forma de esclavitud encubierta de los indios.


«Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere», afirmó el conquistador trujillano cuando se encontraba a las puertas del Imperio Inca. Solo 13 de los 112 hombres decidieron pasar a la Historia.


La sociedad peruana se dividía en tres estamentos perfectamente diferenciados: el poder político, la Iglesia y el pueblo. La Iglesia fue, sin lugar a dudas, la institución más importante en la relación entre españoles e indios, influyendo en el comportamiento de ambos refrenando con éxito desigual las ambiciones de los funcionarios y encomenderos, convirtiéndose en verdadero baluarte en la defensa indígena, donde las órdenes religiosas jugaron un papel fundamental.

El pueblo estaba constituido por los españoles, los mestizos y los indios enriquecidos posteriormente con la llegada de la población de color. Una vez realizada la conquista, los españoles fundaron nuevas ciudades como avanzada militar y centro de irradiación religiosa y cultural para mayor servicios de Dios y del Rey. 

La ciudad se planificaba a soga y cordel en ajedrezado. La Plaza Mayor se denomina Plaza de Armas en América.

Sofocada la rebelión de Manco Capac, las diferencias entre Pizarro y Almagro se fueron haciendo cada vez más profundas. Tras liberar el Cuzco, Almagro arrestó a Gonzalo y Hernando Pizarro reclamando el Cuzco argumentando que formaba parte de los territorios que le había concedido la Corona en las capitulaciones para la conquista de Nuevo Toledo (Chile). Las negociaciones no dieron ningún fruto y tras la batalla de las Salinas (6 de abril de 1538) las fuerzas almagristas fueron derrotadas y su caudillo hecho prisionero y ejecutado.




Pizarro había sido nombrado marqués y se le había otorgado 16.000 vasallos en la región de los Atabillos. La pobreza de los almagristas, agrupados en torno a Diego de Almagro "el Mozo", y las arbitrariedades cometidas contra ellos por Pizarro, propiciaron un creciente odio hacia su persona. El 26 de junio de 1541 un grupo de almagristas capitaneados por Juan de Prada irrumpieron en el edificio de gobernación y tras una brava refriega Francisco Pizarro cayó muerto a los pies de sus asesinos.

Perú no trajo suerte a la familia de los Pizarro. Juan Pizarro murió en el sitio de Cuzco en 1536. Gonzalo se rebeló contra el rey y murió ejecutado en 1548. Hernando, el único superviviente tampoco se libró de la maldición peruana, En 1539 vuelve a España y es acusado por los almagristas de la muerte del que fuera compañero de Pizarro, siendo condenado y encarcelado en el castillo de la Mota, donde permaneció por espacio de 20 años. En 1561 fue puesto en libertad y pasó a residir en Trujillo (Extremadura) donde construyó el llamado Palacio de la Conquista.




Terminamos la ruta paseando junto a la alcazaba que se erige sobre la cota más alta de la ciudad, en un promontorio rocoso. Desde allí se observa una bella panorámica de Trujillo y su comarca.

Un monumento andalusí del periodo Omeya levantado entre los siglos IX y X ubicado geoestratégicamente con sus grandes muros de sillería en grandes bloques de piedra. Un recinto regular de 40 metros de lado jalonado con 17 torres destacando una puerta con arco de herradura que facilita el acceso al recinto militar. 

Tras el recinto principal, se sitúa la Albacara al que se añade una coracha en la época almohade. La barrera exterior con torres circulares y el foso pertenecen a la época cristiana siendo característico de las fortalezas andalusíes los aljibes. Tras cinco siglos de dominación musulmana, la ciudad pasará definitivamente a manos cristianas en enero de 1232. 

Terminamos la jornada estimulando nuestro paladar en la Feria Nacional del queso de Trujillo. Allí degustamos la Torta de Casar y el queso con olor y sabor intenso en aceite de oliva virgen extra y pimiento molido obtenido de la cabra payoya de la Sierra de Cádiz.

Desde la ciudad monumental de Trujillo para el Blog de mis culpas...



lunes, 18 de mayo de 2015

Visita a la "Vieja Cáceres"



Después de haber disfrutado de una grata visita en la “Antigua Emérita Augusta” retomamos de nuevo la Vía de la Plata, como eje vertebrador de la antigua Lusitania que enlazaba la ciudad emeritense con Asturica Augusta y que posteriormente Tiberio, Trajano y Adriano prolongarán esta vía fundamental hasta Itálica, Hispalis y Gades, donde partían desde Baelo Claudia donde obtenían el famoso “garum”, una salsa de pescado considerada afrodisiaca en la antigua Roma y altamente apreciada junto con el aceite de oliva de la Bética, almacenados en ánforas y que eran exportados a través del Mare Nostrum a todas las partes del Imperio.

En el “Itinerario de Antonino” la calzada número XXIV correspondería entre Mérida y Zamora y la XXVI entre Zamora y Astorga. 




La antigua Vía Lata “camino ancho de los romanos”, denominada Balata por los musulmanes “camino empedrado” por una deformación árabe del término “balath”.

Extremadura, tierra de pastos al otro extremo del Duero, “Extremis Dorii” latino que quiere decir “ los extremos del Duero”. 

La Vía de la Plata ha sido y sigue siendo el vertebrador en la vida cultural, económica y social de Extremadura. Una antígua e histórica calzada romana en la que confluía la denominada “Ruta Mozárabe” que utilizaban los mozárabes para enlazar desde la antigua Córdoba, Jaén, Málaga, Granada y Almería con la Vía de la Plata con destino en Santiago de Compostela "Campus Stellae". 

Dicha vía como obra cumbre de la arquitectura civil, contribuyó rápidamente a la islamización de sur a norte a partir del 711 y posteriormente recibió las influencias románicas y góticas de norte a sur.









…Comenzamos en la Plaza Mayor como epicentro de nuestra visita a la “ciudad de los mil escudos”, donde nuestra retina capta al instante la Torre de Bujaco junto al adarve y la Ermita de la Paz. Junto a ésta parte una escalera que inicia su ascenso hacia el Arco de la Estrella, -por tener en su parte interna un templete con la imagen de la Virgen de Ntra. Señora de la Estrella y en la parte externa del arco que mira hacia la Plaza Mayor, el escudo de Cáceres labrado en piedra-, que nos introduce en otra época, como si del túnel del tiempo se tratara.

La Torre de Bujaco deriva del califa Abu-Ya´qub, conquistador de la ciudad en 1173 perteneciendo a la misma época que la torre almohade. Cuenta la leyenda en la dicha torre fueron degollados cuarenta caballeros cristianos por las tropas árabes pero en historia todo es falsable mientras no se demuestren las fuentes documentales que son las únicas que cimentan los criterios objetivos basados en el rigor histórico. La literatura popular pertenece a otro ámbito.

Destaca el ocre de las piedras centenarias que jalonan las innumerables casas-palacios, iglesias y lienzos de murallas que nos van derivando sin prisas hacia la Plaza de Santa María donde se encuentra la Concatedral de Coria-Cáceres con la escultura de San Pedro de Alcántara, el Palacio Arzobispal y el Palacio de los Golfines de Abajo, donde se hospedaron los Reyes Católicos.



Muy cerca se encuentra la calle Amargura donde se puede observar la torre de Carvajal junto al palacio del mismo nombre con sus bellos jardines, destacando su higuera milenaria. En dicho edificio se encuentra ubicado el Patronato de Turismo.



Es evidente que la conquista de América tuvo su influjo en la ciudad monumental de Cáceres cuya riqueza trajeron los conquistadores para emplearla en la construcción de palacios, conventos y castillos como elementos fundamentales del patrimonio histórico-artístico de Extremadura, cuya gestión empezará a gestarse con el inicio de la Reconquista. Los escudos heráldicos son protagonistas en las fachadas medievales de la “Vieja Cáceres”. 

Atravesamos la Plaza de Santa María para llegar a la Plaza de San Jorge donde nos observan erguidas las dos torres de la Iglesia de San Francisco Javier cuya fachada principal es de estilo barroco con dobles columnas. Preside la fachada el santo con un escudo de Carlos III.


La Cuesta de la Compañía nos introduce en la Plaza de San Mateo con la Iglesia del mismo nombre. Junto a ésta nos encontramos el Convento de San Pablo y la Torre de las Cigüeñas, que nos recordaba que la Plaza de las Veletas estaba próxima. En dicha plaza se encuentra el Museo de Cáceres en la “Casa Palacio del Aljibe o de las Veletas”, mandada a construir por Diego Gómez de Torres sobre los restos de un antiguo alcázar almohade donde en su sótano existe un impresionante aljibe de la época musulmana cuyos estudios arqueológicos recientes dan testimonio de que el aljibe formaba parte de la Mezquita Mayor durante el período islámico.


Este soberbio edificio alberga el Museo Arqueológico Provincial cuyos fondos dan testimonio vivo de la huella prerromana, romana, visigoda, árabe y judía, aglutinadas tras siglos de historia para admiración de los viajeros que visitamos aquéllas tierras.

Muchos siglos evidencian la romanización de la colonia “Norba Caesarina” tras la fundación en el siglo I a.C. como ciudad a la que se dotó de fuertes murallas defensivas mediante cuatro puertas que daban acceso a su interior. 

El "pater familias" debía tener la mejor habitación de la casa romana. Según cuentan varios escritores romanos como Columela. "De Re Rustica I, IV, 6-8", en unos tiempos en el que las unidades de plata como el denario y el sestercio junto con el aureo como modena de oro empezaban a acuñarse en época del César, hacia el año 44 a.c.



Uno de los legados de la dominación islámica en la antigua “Cazires” fue su muralla almohade, que en el siglo XII protegía la ciudad del avance cristiano. Los aljibes repartidos por la ciudad son algunos ejemplos de la impronta árabe en el proceso de islamización. La ciudad permaneció en ruinas hasta que en el siglo X, los almohades utilizaron el recinto como refugio en sus ataques contra los cristianos. Durante los tres siglos siguientes reconstruyeron y ampliaron las murallas romanas llamando “Hinz Qazris” a esta población, dotándoles de un alcázar cuyos restos más importantes son un aljibe y la mezquita.




















La villa es reconquistada definitivamente en 1229 por Alfonso IX, iniciándose la construcción de una nueva ciudad “Cáceres”, formada por casas fuertes en el interior de la muralla. En el siglo XV se construyeron la mayoría de los edificios civiles y religiosos, reformados en el siglo XVI por la llegada de las ideas renacentistas convirtiéndose muchas casas fuertes en casas-palacio sin perder su estilo austero. En esta época se produce el regreso de algún conquistador de América, construyendo aquí su palacio. En el siglo XVIII se transforma la Puerta Nueva en Arco de la Estrella.

En 1986, la UNESCO, declara a Cáceres “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”. Posee además una magnífica colección de escudos heráldicos (Más de 1300 ejemplares).



Desde el Museo de Cáceres atravesamos la Plaza de San Mateo, de estilo gótico tardío, construida sobre los restos de una antigua mezquita árabe. Nos introducimos en la “Judería Vieja” que nos llevaba al barrio de San Antonio. No podemos olvidar que Cáceres también contó con una importante Comunidad Judía distribuida entre la Judería Nueva (extramuros) y la Vieja (intramuros) entre la maraña irregular de sus angostas calles empedradas donde se ubicaba la sinagoga, hoy convertida en la ermita de San Antonio.

Tras la "Reconquista" los hebreos ocuparon esta zona de la villa acudiendo en 1477 a la reina Isabel para pedirle mayor equidad en el reparto de cargas municipales y les atendió su petición. 

Había entonces 130 familias judías, una cantidad considerable para una población de la villa de unos 8.000 habitantes. 

Los hebreos contribuyeron a la cultura y finanzas de la ciudad pero fueron expulsados a partir del 31 de marzo de 1492 por los Reyes Católicos mediante el “Decreto de la Alhambra” como preludio de la posterior expulsión de los moriscos a partir de 1609.

Un hecho trascendental que atrasó el reloj de nuestra historia fue la expulsión de los moriscos el 9 de abril de 1609 por Felipe III, tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) al ser considerados virtuales aliados de los turcos que asolaban los puertos del Mediterráneo. En 1567 entraba en vigor la Pragmática Sanción firmada por el rey Felipe II que desencadenó la Rebelión de las Alpujarras, la cual limitaba las libertades religiosas de una población morisca obligada a abandonar sus modos de vida y costumbres, la prohibición de usar sus nombres en árabe y hacer uso de los baños como purificación antes de entrar en las mezquitas.

La desafortunada decisión trajo consigo el consiguiente abandono de los campos de cultivo al considerarse a los moriscos como una especie de quinta columna o enemigo interior. Fueron expulsados trescientos mil árabes entre Aragón, Levante y Andalucía que pesaron como una gran losa en la agricultura al dejar los campos desiertos y por consiguiente, nuestra economía. 

Actualmente la vieja aljama de Cáceres se encuentra dentro de la Red de Juderías de España.






El “Callejón de la Monja” nos lleva a la “Casa del Sol o de los Solis”, una casa fortaleza del siglo XV de estilo gótico en cuya fachada aparece el escudo familiar con un sol con rostro humano coronado por un yelmo. Un alfiz enmarca la puerta con arco de medio punto con dovelas bajo el escudo. En la parte superior de la fachada destaca un matacán de defensa semicircular con aspilleras en forma de cruz.




La “Torre de Sande o de los Plata” es un impresionante torreón cubierto de yedra. Formaba parte de una casa señorial ya desaparecida perteneciente al linaje de los Sande y fue construida a finales del siglo XIV sobre otra casa más antigua. Su torre gótica de elevada altura estuvo rematada con almenas. Destacan sus ventanas y ajimeces con parteluces, y el impresionante matacán defensivo de la atalaya sostenido por nueve mensulones.



Descendiendo entre callejuelas empedradas llegamos al Palacio de los Golfines de Arriba del siglo XV que conservan tres de sus cinco torres, una de las cuales, del siglo XVI no está desmochada por poseer su dueño, García Golfín, permiso del rey Católico para no hacerlo. Frente a este se encuentra el Palacio de los Condes de Adanero con su fachada de estilo manierista construida en 1596 por el Alférez Mayor de la Villa don Pedro Rol de Ovando y de la Cerda.




Entre palacios, iglesias, torreones y museos -donde el color ocre de sus piedras dan fe de la gloria de tiempos pretéritos-, hemos realizado una grata ruta que nos ha derivado al adarve musulmán donde se encuentra el Postigo de Santa Ana y la Torre del Horno que fuera construida por los árabes aunque en su base se reflejan los sillares romanos. En las proximidades se encontraba también la alhóndiga para almacenamiento y venta de trigo.

Las murallas de Cáceres aportan un verdadero testimonio excepcional sobre las fortificaciones realizadas por los almohades en España. Fueron construidas por las huestes de Abú Ya´qub a finales del siglo XII, de argamasa sobre base de mampostería, empleando tapial que deja a simple vista las hileras de mechinales que empleaban los alarifes para su construcción.




La Torre de la Yerba nos recuerda que volvemos de nuevo a la Plaza Mayor, lugar de origen de nuestra ruta por la Vieja Cáceres cuyo magnífico legado y efluvios de su historia han impregnado de argumentos nuestros sentidos para volver a visitarla. 

Con el calor del mediodía, buscamos la sombra para desentumecer las piernas y poder rehidratarnos mediante una buena cerveza de la tierra “Legado de Yuste” acompañado de la buena gastronomía de la zona, lo que nos ayudaba a recuperar las energías perdidas entre la angostura de las empedradas cuestas en la “Vieja Cáceres”, para proseguir en busca de ciudad monumental de Trujillo.

Durante la ruta de vuelta visitamos Almendralejo, Zafra, Monesterio de Tentudía y Santa Olaya de Cala [en cuya gastronomía destaca los productos ibéricos de bellota] entre tiendas de jamones y embutidos ibéricos que estimulan los sentidos y el paladar de cualquier amigo de la buena gastronomía.

Pero eso forma parte de otra interesante historia que compartiré con los amigos.

 Desde la "Vieja Cáceres" para el Blog de mis culpas…


P.D. Durante nuestra ruta de vuelta visitamos Zafra, Monesterio de Tentudía y Santa Olalla de Cala en la ruta del jamón ibérico. Al observar el castillo de Santa Olalla en la sierra homónima se puede entender el papel fundamental que desempeñaba la sierra no sólo durante la romanización de Hispania sino en tiempos de la antigua Al Ándalus salpicada de construcciones defensivas [alcazabas -al qasab-]. Con la conquista cristiana, los pobladores musulmanes se atrincheraron en Sierra Morena con el propósito de controlar los pasos sobre la Meseta.


Uno de los pasos más importantes durante esa época fue el de Santa Olalla, por su ubicación con respecto a la Ruta de la Plata y hacia el Valle de Guadalquivir y sur de Andalucía, lo que hizo del castillo de Santa Olalla un verdadero punto estratégico, clave para el control de los reinos islámicos de la antigua Al Ándalus. Poco a poco los cristianos fueron avanzando sobre territorio musulmán, y acabaron tomando la antigua Isbilya “Sevilla” a mediados del siglo XIII. Con ello, Sierra Morena comenzaba a perder su valor geoestratégico. En ese momento, los cristianos comienzan una ingente labor de reconstrucción de antiguas alcazabas defensivas para afianzar su poder y defenderse de presuntas invasiones portuguesas "la banda gallega".



El Castillo de Santa Olalla es un claro testimonio en la evolución histórica de estos lugares y joya del patrimonio histórico-artístico del parque natural. El Castillo que observamos en la actualidad pertenece a finales del siglo XIII [gótico mudéjar con caracteres almohades] siendo mandado a construir en 1296 por orden de Sancho IV bajo la jurisdicción de Sevilla [el castillo formaba parte de la banda gallega, establecida frente a los intereses expansionistas portugueses, al igual que los de Aroche, Cumbres Mayores y Frenegal de la Sierra, entre otros], De influencia árabe es la entrada principal y la decoración de sus torres, desde las cuales se observan una impresionante panorámica del parque natural.

Es de planta rectangular. Su recinto amurallado tiene 135 por 54 metros con un espesor de 2,30 metros. Los muros y torres están construidos en piedra. Y las puertas y esquinas de las torres en cantería mientras las bóvedas y saeteras son de ladrillos. En la muralla se conservan almenas y parapetos completadas el sistema defensivo por diez torres almenadas, de planta rectangular o semicircular, que aún conservan las saeteras. Destaca la torre central, del lado este, que defiende la entrada principal de la fortaleza.

La entrada principal, con arco exterior en granito y cubierta de bóvedas de ladrillo, tanto de medio cañón como de crucería. La puerta secundaria, de sillería granítica posee disposición recta, con cubierta de medio cañón.

Enlaces interesantes



lunes, 11 de mayo de 2015

Visita a la Antigua Emérita Augusta (II)



...Es necesario realizar una visita obligada al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida como síntesis de la monumentalidad de la antigua Emerita Augusta, lo que nos dará fe de los abundantes vestigios arquitectónicos expuestos mediante una excelente distribución cronológica y temática, que le confieren su marcado carácter didáctico.

En la cripta del Museo Romano nos encontramos una zona delimitada por una calzada y una necrópolis con sus patios columnados, pudiéndose contemplar la calzada secundaria romana que enlazaba Emérita Augusta con la antigua Corduba (Córdoba) en el siglo IV d.C.

Junto a la calzada también se puede observar las cubiertas funerarias conocidas como “cupae” por su forma de tonel. En ella se colocaba el nombre del difunto y los dioses a los que se consagraba su alma.



En la sociedad romana, el retrato supuso uno de los trabajos más productivos de la escultura; lo que ha posibilitado el conocimiento de las modas imperantes, rasgos faciales o étnicos e incluso, la situación económica existente en su época. La mayoría de los retratos de Augusta Emerita proceden de monumentos funerarios que han permanecido en la necrópolis.



La alimentación de los pueblos antiguos también tiene su espacio en el Museo Nacional de Arte Romano. El olivo era considerado un árbol bendito. Los griegos y los romanos creían que la diosa Minerva regaló el olivo a los humanos.

En esa época se utilizaban tres tipos de aceite: de aceituna verde, pintona y madura. El aceite romano (siglos I al IV), se utilizaba en la cocina, en las ceremonias religiosas, en cosmética… Según relata el escritor romano Plinio, las aceitunas de Augusta Emerita tenían un sabor muy dulce.



El dibujo muestra dos contrapesos cilíndricos de granito pertenecientes a una prensa de viga. Este modelo, utilizado por los romanos, se ha mantenido sin modificaciones hasta el siglo XIX. Mediante presión se licuaba la pasta de aceitunas extraída previamente en un molino y el zumo se deslizaba por pequeños canales hasta llegar a los depósitos de decantación.

Zaytum en árabe significa aceituna. Esta palabra hizo que se dejara se usar el término óleum con el que los romanos designaban tanto la aceituna como el aceite. El trigo, la vid y el olivo componían la triada alimentaria en el mundo romano antiguo. 

Los molinos de sangre, recibían este nombre por el esfuerzo que realizaban los esclavos y animales para moverlo.



Las carreras de cuádrigas están plasmadas en bellos y grandes mosaicos. El "Mosaico de los Aurigas" es uno de los de mayor tamaño hallado en Mérida. En el Museo se muestran dos aurigas en sus carros con laurel en las ramos, lo que simboliza el vencedor de la carrera.

Destaca también la diosa de la agricultura "Ceres", los retratos a través de esculturas, escenas tradicionales de la sociedad romana como la caza, la casa romana -el domus-, el foro, los ritos funerarios, la artesanía, los mosaicos y la sociedad romana en general.

Después de haber deleitado nuestra retina con el Puente Romano, la alcazaba, el Templo de Diana o el Museo Romano hicimos un alto en el camino para degustar la buena gastronomía de la tierra. Es significativo la nomenclatura de algunos bares y tapas como por ejemplo “La Loba”, “Augusto”, “Diana”, etcétera.



A pocos metros del Museo Romano se encuentra el “Anfiteatro Romano”. Al aproximarnos, lo primero que capta nuestra retina es la calzada con sus grandes losas de granito que se adaptaba a la forma curvada del grandioso recinto. Al término de la calzada se abría una puerta con ancho suficiente para el paso de dos carros. Desde este camino se llegaba al circo y a Metellinum (Medellín).

El Anfiteatro estaba dedicado principalmente a grandes espectáculos con gladiadores y animales salvajes. Su inauguración data del año 8 a.C. disponiendo de una capacidad para 14.000 espectadores, aproximadamente. La forma de su planta es de forma elíptica, destacando la arena como lugar donde se desarrollaban los espectáculos, comunicándose esta parte con el exterior a través de tres puertas monumentales. 

"Vomitorios" para la salida del público

Las gradas se dividen, al igual que en el teatro, en caveas que acogían a las diferentes clases sociales. Los romanos llamaban "vomitorios" a los pasillos interiores que conducían a la "plebe" fuera de las gradas; en la cavea ima se disponían dos tribunas, la cavea media está más deteriorada y la cavea summa, casi destruida.

Para construir el núcleo del anfiteatro, los romanos utilizaron el opus caementicium (hormigón) por la solidez que aportaba este tipo de fábrica. Emplearon cal, cantos y arena de río, así como anfibolitas (tipo de roca metamórfica) de tamaño medio. Los grandes bloques de hormigón, sirvieron como asientos de las gradas media y superior. La grada este del anfiteatro, fue construida aprovechando la pendiente del terreno. La arena del anfiteatro, con 64,5 metros en su eje mayor y 41,2 metros en su eje menor, tiene en el centro una gran fosa que se cubría con un entarimado de madera para el desarrollo de los juegos. Los combates en pareja o en grupos, solían realizarse por la tarde. Era habitual que un árbitro y su ayudante, hicieran cumplir las reglas de la lucha mediante el uso de la vara si era necesario.



El ladrillo se utilizó en múltiples zonas del anfiteatro recubriendo el muro del corredor que divide las gradas inferior y media. Se conservan un máximo de 17 hiladas originales, todas ellas con ladrillo de primer uso, así como el pavimento de mortero y cal con los ladrillos por el que circulaban los asistentes al combate. El uso del ladrillo facilitó su forma abovedada hacia el interior proporcionando un acabado de calidad. 

Bajo el mandato de Augusto se construyó el Anfiteatro de Mérida, asignando gradas altas a los esclavos y pobres. A diferencia del teatro, aquí en el anfiteatro, hombres y mujeres podían sentarse juntos a contemplar los combates.

El anfiteatro tenía tres puertas monumentales destinadas a las autoridades y organizadores de los eventos y trece accesos para el público que acudía a ver los espectáculos.

Los anfiteatros romanos utilizaban los accesos monumentales para la entrada del desfile que inauguraban los "juegos gladiatorios". Si el anfiteatro solo disponía de dos accesos monumentales esa misma puerta se utilizaba para la salida de gladiadores victoriosos.

El Antifeatro de la "Antigua Emérita Augusta" nos da a conocer más de quince tipos de gladiadores que se caracterizan por su equipamiento y tipo de lucha (armaturae gladiatorias). Se pueden diferenciar los que iban fuertemente armados con un equipo pesado que aunque, les protegía, dificultaba sus movimientos y los que llevaban armamento ligero para tener mayor agilidad durante el combate.



Los tipos de gladiadores que fueron más populares en Hispania y que más debieron entusiasmar al público en el anfiteatro eran:

· “Secutor” o “Perseguidor”, que buscaba el combate cuerpo a cuerpo.

· “Retiarius” que inmovilizada a su adversario lanmzándole una red de tres metros, para después atacarlo con el tridente y con una daga. Los reciarius luchaban contra los secutores.

· “Venator”aunque no era un gladiador, participaba en los juegos del anfiteatro y estaba especializado en la cacería de animales salvajes utilizando el tiro con arco, la jabalina o una lanza larga-venabulum-. En Emerita Augusta debieron ser habituales las cacerías de jabalíes, ciervos y toros. Podían enfrentarse en solitario a una fiera, o junto a otros venatores, a una manada de animales.

· “Dimachaerus” cuyo nombre en griego significa “el que usa dos cuchillos”. Cubría la cabeza con un casco cerrado y ambas piernas con espinilleras. Para proteger su cuerpo usaba un pectoral o una cota de malla metálica. No llevaba escudo. Este gladiador estaba especializado en la lucha cuerpo a cuerpo. Probablemente su adversario fuese otro dimachaerus.

· “Traex” -tracio-. Se trata de un gladiador de armamento ligero -pequeño escudo y espada corta de punta curvada-, y sus combates contra los mirmillones fueron muy populares.

· “Hoplomachus”. Su nombre deriva del griego “el que lucha con armas”. Su forma de combate imitaba a los hoplitas portando una lanza y espada corta, cubriendo su cabeza con un casco, utilizaban espinilleras altas y con un escudo circular u “hopión”. Generalmente su adversario era e mirmillón. Aparece representado en mosaicos, pinturas y lucernas combatiendo contra los tracios.

· “Mirmillones” que eran reconocibles por su cresta en su casco. Se protegía desde la rodilla hasta la barbilla, con un gran escudo rectangular que usaba para empujar a su oponente, atacándolo con su espada corta. Los mirmillones nunca combatían entre ellos.

Némesis era la diosa de origen griego que simbolizaba la venganza, la justicia y la fortuna. Los gladiadores antes de comenzar el combate se encomendaban a ella.



El Teatro Romano de la antigua Emerita Augusta fue mandado a construir por Marco Agripa, yerno del emperador Octavio Augusto entre los años 16 y 15 a.C. El frente escénico se concluyó a mediados del siglo I bajo el mandato del emperador Claudio.

Poseía una capacidad para unas 6.000 personas, que se podían acomodar entre sus gradas o cáveas, divididas en tres tramos que acogían las diferentes clases sociales romanas que habitaban la ciudad. En la cavea ima se disponían dos tribunas para las clases sociales más altas.

Una escultura de la diosa de la agricultura “Ceres”, presidía el frente escénico del teatro romano. El “frons scenae” se compone de dos entrantes (valvas) y de dos órdenes de columnas superpuestos, decorado todo ello con esculturas. Detrás de este “frons scaenae” existían otras dependencias, que eran utilizadas por los actores, el postcaenium.

En los teatros romanos existían acomodadores que colocaban a cada asistente en su lugar. Incluso algunos esclavos se encargaban de proteger los asientos de los políticos (senadores), que se sentarían con sillas fijas o portátiles. En la época del emperador Augusto, bajo cuyo mandato se construyó este teatro, los caballeros podían ocupar sus asientos inmediatamente detrás de los senadores. Un recinto sin techo estaba consagrado al culto imperial. 


Esta inscripción puede verse tallada en la piedra:

E.X.D. (Equites Decem Decreto)

“Para los diez caballeros, por decreto”

Aula Sacra. Cesar Augusto, fundador de Emérita Augusta

Las estatuas imperiales representaban al emperador con coraza y manto, como general de las tropas. Como hombre semidesnudo representaba al emperador divinizado y ataviado con la toga, que era el traje tradicional.

Entre el eje que divide el Teatro y el peristilo en dos mitades iguales se encontraba el Aula Sacra. La estatua del emperador Augusto presidía esta sala con la cabeza cubierta con una toga, en señal de respeto. A su muerte, en el 14 de nuestra era, se estableció el culto al emperador, destinándose a sus ritos distintos espacios públicos en las ciudades romanas.

Aula Sacra (Tiberio y Druso el Mayor)

Druso el Mayor, hermano de Tiberio y favorito de Augusto muere a los 29 años, lo que le impide formar parte de los planes sucesorios del emperador. A pesar de ello, fue pariente directo de Calígula (nieto), Claudio (hijo) y Nerón (bisnieto). Tiberio, sucesor de Augusto, fue adoptado por éste.

Desde la antigua Emerita Augusta, con su pasado histórico glorioso, para el Blog de mis culpas…



P.D. Me ha sorprendido en Mérida que la estatua de Viriato brilla por su ausencia. No hace falta recordar lo que aprendimos en la escuela sobre la figura del "caudillo lusitano" llamado Viriato (Viriathus) en la antigua Hispania romana (denominada Iberia por los griegos).

Viriato llegaría a ser considerado el terror de los romanos (terror romanorum) al vencerlos en numerosas ocasiones demostrando su conocimiento del terreno y practicar la guerra de guerrillas en el siglo II a.C. poniendo en jaque el poder de Roma entre el 147 y 139 a.C. venciendo a numerosos generales romanos. 

Serviliano Cepión llega a un tratado de paz con Viriato, el cual no fue ratificado por el senado romano. Marco Pompilio Lenas sobornó a Áudax, Ditalco y Minurus que habían sido enviados por Viriato para firmar la paz. A su vuelta, estos traidores asesinaron a Viriato mientras dormía.

El cónsul Escipión ordenó que fueran ejecutados los traidores, al tiempo que decía una frase que ha quedado grabada en la retina de la historia 

“Roma no paga a traidores”.