lunes, 9 de noviembre de 2015

La "Ruta de Camarón" en San Fernando


Según Blas Infante el término "flamenco" proviene de la expresión hispanoárabe “fellah mengu”, que significa "campesino sin tierra". Según él, muchos moriscos se integraron en las comunidades gitanas, con las que compartían su carácter de minoría étnica al margen de la cultura dominante. Infante supone que en ese caldo de cultivo debió surgir el cante flamenco, como manifestación del dolor que ese pueblo sentía por la aniquilación de su cultura.


Isla de León…
Vientos de levante llevan
el cante de Camarón…

Desde Morón, tierra de la Cal, del Flamenco y de nuestra propia esperanza, en cuyo término ejercieran su influencia en tiempos pretéritos José María "El Tempranillo" y "El Pernales" -sin olvidar el legado de nuestros paisanos Fernando Villalón, Julio Vélez o Juan Antonio Carrillo Salcedo entre otros-, colocamos nuestro sextante cultural en San Fernando donde la "Ruta de Camarón de la Isla" brilla con luz propia.

Comenzamos en la Venta de Vargas -antigua venta de Eritaña-, donde cuatro generaciones han sido testigos de su historia desde 1935, siendo un referente obligado en dicha ruta, donde abundan infinidad de recuerdos plasmados en fotografías. Da la sensación de estar visitando un auténtico museo de la historia del flamenco sin olvidar que en estos lugares se vertebran gratas conversaciones con los amigos mientras se degusta una copa de manzanilla de Sanlúcar acompañada de la rica y variada gastronomía de la Bahía de Cádiz.





En 1959 en la Venta de Vargas, la Niña de los Peines y Manolo Caracol, escuchan cantar a Camarón con tan sólo 8 años. Fue aquí donde Camarón fraguó sus primeros cantes escuchando a Caracol y a su hermano Manuel, al Niño de la Calzá y a la dueña, María Picardo. De aquellos momentos y de muchos otros, se conservan multitud de fotografías en la venta, que puede ser considerada sin temor a la exageración como un auténtico museo de arte flamenco.

“En la Isla yo nací, yo me crié al pie de una fragua. Mi madre se llama Juana, mi padre se llamaba Luís y hacia alcayatitas gitanas”.
Frente a la Venta de Vargas se erige el monumento en bronce que San Fernando rinde a la memoria de su hijo predilecto “Camarón de la Isla”, realizado en 1.992 por el isleño Antonio Aparicio Mota cuando tenía 27 años de edad. Se encuentra sobre un pedestal de piedra ostionera, de más de dos metros de altura. Junto al monumento del gran cantaor -sentado en la silla de enea con gesto recio y concentrado-, se encuentra un niño con la mirada plácida observando al inolvidable artista. 


José vino al mundo en la calle Carmen un 5 de diciembre de 1950, en la habitación de su casa en el popular barrio de las Callejuelas de tradición marinera. Gitano por los cuatro costados, orgulloso de su raza y sus tradiciones, fue el sexto de una familia muy humilde de ocho hijos.

Fue su tío Joseico quien le llamó Camarón, porque además de rubito y tan delgado, que parecía transparente, siempre andaba saltando de un lugar para otro.


Su padre Juan Luis Monge Cruz, gran aficionado al cante jondo se ganaba la vida como herrero. De pequeño José acudía a su fragua para ayudar a su padre “para darle al fuelle y avivar las ascuas para modelar la forja”, primero en la calle Orlando en la zona de Las Callejuelas, donde vivía, y luego en la calle Amargura. En la fragua se hacían las tradicionales alcayatas gitanas que junto a otros productos de la fragua se vendían por los pueblos de la comarca. Todavía la fragua de la familia de Camarón se encuentra en la calle Amargura nº 21.

El martinete en sus orígenes nació en las tradicionales fraguas a golpe martillo sobre el sólido y férreo yunque, de cuyos octosílabos brota la tristeza, el dolor lacerante en forma de quejío y el sentimiento proyectado en forma de pellizco con la personalidad del "cantaor". Nos recuerda uno de los primeros cantes primitivos de los pilares del cante en las antiguas fraguas de los herreros. Cantes sin acompañamiento bajo estremecedores quejíos como profunda carga dramática de unas estrofas rematadas por la amargura final que transmite el dolor lacerante de alguna pena interior.



Subiendo por la calle Real llegamos a la Peña Flamenca “Camarón de la Isla”, donde José Monge Cruz pusiera la primera piedra de la peña que llevaría su nombre el 1 de diciembre de 1991. 


Una peña flamenca que no deja indiferente a quien la visite al ser un auténtico museo dedicado a su vida y memoria de Camarón de la Isla al contar con numerosos recuerdos, premios y fotografías. En su tablao se dan cita los mejores artistas flamencos con actuaciones semanales sin olvidar el concurso anual en memoria del Gran Camarón. En la Peña “Camarón de la Isla” siempre suena su voz.


En febrero de 1922 en Granada en una conferencia sobre “Cante Jondo”, el poeta Federico García Lorca manifestaba:
 "La diferencia esencial entre el Cante Jondo y el Flamenco es que los orígenes del primero hay que buscarlos en los sistemas de la música primitiva de la India, mientras que el Flamenco (una consecuencia del Cante Jondo) no adquiere su forma definitiva hasta el siglo XIII".
La ruta de Camarón de la Isla termina en el cementerio de San Fernando donde descansan sus restos en un hermoso mausoleo realizado por el artista isleño Manuel Correa Forero y donde muchos aficionados honran su memoria llevando ramos de flores. Camarón de la Isla fallece un 2 de julio de 1992 dejando mudo al flamenco al igual que ocurriría un 25 de febrero de 2014 con su amigo Paco de Lucía, dos estrellas que brillaron con luz propia y que se convirtieron por derecho propio en embajadores del flamenco proyectándolo al mundo.

Decía Miguel Mendiola que el Flamenco es un fenómeno típicamente andaluz en el que los gitanos han contribuido enormemente en su desarrollo. Por el contrario, el Cante Jondo, es un fenómeno típicamente del gitano de la Baja Andalucía.

Es cierto que el tiempo agiganta su memoria al ser considerado como un importante referente en el flamenco que ha traspasado fronteras y que su temprana muerte lo ha convertido en una leyenda, quedando el magisterio de su arte grabado en la retina de la historia del flamenco con letras mayúsculas cuyas reminiscencias se proyectan sobre las generaciones venideras.

Desde la ruta de Camarón en San Fernando -antigua Isla de León por sus efluvios y reminiscencias históricas-, para el blog de mis culpas...


domingo, 8 de noviembre de 2015

Visita a las cubiertas de la Catedral de la Sierra Sur “San Miguel”


Foto. Oficina de turismo de Morón

El pasado día 23 de octubre de 2015 tuvimos la oportunidad de visitar la Iglesia de San Miguel, denominada la Catedral de la Sierra Sur para volver de nuevo a impregnarnos de los efluvios de su interesante y dilatada historia. 

Nuestra retina capta al instante la belleza de todo el conjunto arquitectónico donde la fachada y portada principal de estilo barroco tardío fechada en 1726 brilla con luz propia. Construida con piedra arenosa-caliza fue diseñada por Diego Antonio Díaz, quien se hizo cargo de las obras a partir del año 1717.


La fachada posee dos escudos: el de la izquierda, de los Téllez Girón y el de la derecha, del cabildo eclesiástico.




Desde el exterior se puede apreciar un hastial retranqueado, con un óculo ochavado en su centro, flanqueado por dos torreones semicirculares, a través de los cuales se accede mediante escaleras con peldaños de piedra a las cubiertas superiores de las tres naves del primer cuerpo.

Al entrar nos situamos en el coro situado en la nave central donde fuimos ilustrados sobre los diferentes estilos arquitectónicos (gótico, renacentista, barroco, etcétera) que no afecta a la monumentalidad del conjunto recordando a los arquitectos de la talla de Diego Riaño, Martín de Gainza, Hernán Ruiz II, Lorenzo de Oviedo, Leonardo de Figueroa, Diego Antonio Díaz y Pedro Silva entre otros. 



En el coro, la retina del recuerdo aún me proyecta imágenes de hace ya no pocos lustros, cuando era casi un párvulo en el colegio de doña Concha, recordando aquel maestro organista ciego llamado Eduardo Rodas Alcántara que tocaba el órgano en las misas, dando solemnidad a la ceremonia religiosa.


Para los zagales de mi época con la Enciclopedia Álvarez como testigo de una época, asistir a misa era obligatorio en aquellos tiempos pretéritos. Un pequeño cartón había que presentarlo al final de la misa de los domingos para que lo sellara el “maestro”, la mayoría de los cuales carecían de titulación. ¡Hay de aquel que no fuera a misa!, el lunes se le podía caer el pelo y los demás alumnos padecían aquel miedo escénico que brillaba con luz propia!.


Pero lo que más nos gustaba en la misa era escuchar aquel órgano y observar a comienzos de marzo la estructura de los pasos de Semana Santa allí ubicados, lo que significaba que las vacaciones de la Semana Mayor estaban próximas.







1. La primera etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel comprende desde 1503 hasta 1533. Parece ser que el primer arquitecto que interviene en la Iglesia de San Miguel fue Martín de Gaínza, que construye el rectángulo donde se alojan las tres naves del primer cuerpo, separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados nervados tardogóticos y cubiertas con bóvedas de crucería. 

La portada de la puerta norte denominada “Puerta del Evangelio”, era conocida popularmente como Puerta de las Siete Revueltas correspondiendo a esta etapa constructiva. Posee una portada adintelada de piedra, formada por un arco conopial, de estilo gótico isabelino (último periodo del gótico en España). Dicha fachada ha sido recientemente restaurada.

2. La segunda etapa de construcción abarca desde el año 1569 hasta el 1571, interviniendo el famoso arquitecto Hernán Ruíz II. A él se le debe la bóveda vaída de casetones, -bóvedas de adornos poligonales-,del tramo anterior al del crucero renacentista con soportes de pilares cruciformes, así como la cúpula barroca y bóvedas de éste.

3. La tercera etapa abarca desde el año 1602 hasta el 1625. Lorenzo de Oviedo realizó la Capilla Sacramental, cubierta con una falsa bóveda de medio cañón y la Sacristía.

4. La cuarta y última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel, abarca la primera mitad del siglo XVIII, en la cual se remodela la capilla sacramental, cuya bóveda se decora con magníficas yeserías. 

A esta fase de construcción pertenece también la portada de la Epístola ubicada en la parte Sur, más conocida como la puerta del Archivo que fuera realizada por Silvestre Tirado, correspondiendo a la última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel. Es adintelada y está enmarcada por pilastras y dintel, decorado con molduras mixtilíneas. Se encuentra en un preocupante estado de conservación.




Desde el exterior se aprecia que la torre de San Miguel tiene cierta similitud con la Giralda de Sevilla, -salvando las distancias-. Consta de cuatro cuerpos de robusta construcción, con una altura de 46,81 metros por 7 de ancho. La torre está asentada sobre fuertes sillares hasta los ocho primeros metros y a partir de ahí, confeccionada con ladrillos. 



La puerta de entrada a la torre se encuentra junto a la Puerta de la Epístola, que da en su parte exterior a la antigua Siete Revueltas. Lo primero que percibe nuestra retina cuando se accede al interior es el desplazamiento de torre al encontrarse girada con respecto a la Iglesia, en dirección NE-SE. Se suben las rampas de giro izquierdo, lo que nos demuestra que en tiempos pretéritos fue un alminar almohade a extramuros del castillo. 


Se accede interiormente a la torre mediante catorce rampas en dirección contraria a las agujas del reloj. A través de la rampa once se accede a las cubiertas de la nave lateral norte donde se pueden apreciar los tres arcos arbotantes encargados de desaguar la nave central y al mismo tiempo servían de contrafuertes. 




La torre de San Miguel está asentada sobre el alminar de una antigua mezquita. Se cristianiza añadiendo el cuerpo de campanas para utilizarlo como torre de la iglesia. Los canteros y los arquitectos firmaban sus obras. El reloj de sol fue labrado en piedra por el cantero de la villa Diego de Suelta en 1.600 quien realizara las letras del reloj en el costado sur.

Es curioso como el término alminar siempre ha estado silenciado por la cultura cristiana sin motivo alguno.


La torre-campanario se empezó a construir el 14 de septiembre de 1628 cuyo diseño se debe a Diego Antonio Díaz, que también diseñó la portada principal de la Iglesia de San Miguel, aunque la configuración final de la torre se debe al arquitecto Silvestre Tirado. Es de planta cuadrada compuesta de cuatro cuerpos. El primer y segundo, de igual lado, siguiéndole el tercero de menor lado y el cuarto, de sección circular en forma de linterna, rematada por una veleta de hierro dorada a fuego, con la esfigie de San Miguel.

Se puede apreciar que el segundo cuerpo donde se ubican las campanas, está inspirado en la Giralda de Sevilla. En el año 1680 se colocaron las primeras y veinte años más tarde se colocan las restantes hasta un total de nueve campanas de bronce. Presenta en cada lado tres vanos -huecos en la pared- para alojar las campanas, separados por pilastras toscanas y dos óculos ovales encima de cada vano de los extremos.


Una magnífica panorámica impregna nuestra retina con el castillo, la torre albarrana en el antiguo arrabal de Santa María (del árabe al-rabad, barrio) y la Sierra de Morón en el horizonte.

Mirando hacia el Ayuntamiento hay tres: “San Cristóbal” en el centro, “San Pedro” a su derecha y “La Nueva” a su izquierda.

Hacia el barrio de Santa María, a extramuros del castillo, solamente hay una en el centro “la Agonía”, que era la campana que daba los avisos de defunción y en función del número de campanadas se conocía si el fallecido era hombre –nueve veces tocaba- o mujer –siete veces-.

Mirando hacia el Paseo del Gallo: en el centro “la Gorda antigua” y hacia el Castillo tenemos en el centro “La Esquilón” y a su derecha “La Esquila”.



A través de una puerta de madera entramos a las cubiertas de San Miguel. Lo primero que se aprecia es la parte exterior de la cúpula principal con remate en linterna, los arcos arbotantes, pináculos y gárgolas,-que son caños de piedra que sirven para evacuar al exterior el agua de lluvia de los tejados- de las naves centrales y laterales.

Los contrafuertes con los arcos arbotantes ubicados en las cubiertas de las naves laterales se utilizaban para evitar los continuos empujes de las naves centrales. Los contrafuertes estaban coronados con terminaciones puntiagudas denominados pináculos. 



En las cubiertas nos explicaron las diferentes etapas de la construcción pudiendo observar entre los grandes bloques de piedra las diferentes proporciones, lo que nos indica que pertenecían a épocas constructivas diferentes. 

Es curioso como los canteros y albañiles antiguos solventaban con fuertes lañas de hierro las grietas que se producían con el paso del tiempo. También nos indicaron como terminaban la unión de los arcos ojivales en las cubiertas en pequeñas linternas que se desmontaban para que en verano pudiera entrar el aire.



Lamentablemente el paso del tiempo, el mal de la piedra, las humedades, el crecimiento de hierbas y el olvido hacen sus estragos.

Las jornadas en San Miguel no han podido ser más didácticas "obligándonos a ampliar horizontes" poniendo viento en popa hacia el Observatorio de San Fernando "el guardián del tiempo"

Desde las cubiertas de "San Miguel" de Morón para el blog de mis culpas...





Bibliografía

La Iglesia de San Miguel
Cinco siglos en la Historia de Morón de la Frontera
XIV-XVIII

Por María Fernanda Morón de Castro




martes, 3 de noviembre de 2015

Visita al Observatorio de San Fernando “el guardián del tiempo”.


Observatorio de San Fernando. Coordenadas según Google Earth 36º 27´54.98 N 6º 12´19.35” O

Como epílogo a la conferencia “El tiempo a lo largo de la historia”, el pasado 27 de octubre de 2015 pusimos viento en popa hacia el Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando, en la provincia de Cádiz para comprobar “in situ” la hora legal española en la que los relojes atómicos brillan con luz propia.

Recuerdo alguna que otra imagen de aquella grata visita que realizara en tiempos pretéritos durante el antiguo bachillerato -a finales de los años 70 del pasado siglo-, recordando que la entrada al Observatorio de la Armada estaba presidida por dos esbeltas palmeras. Por desgracia, el picudo rojo con su efecto devastador se ha encargado de eliminar las palmeras para siempre de la retina de nuestro recuerdo. Otra de las imágenes que recuerdo era la semicúpula metálica giratoria que se abría permitiendo desde un potente telescopio las observaciones en cualquier punto del cielo.

El CF Héctor Esteban nos recibe amablemente ilustrándonos sobre esta interesante y a la vez compleja materia. Términos como latitud, longitud, astrolabio, sextante, cronómetro marino y un largo etcétera han brillado con luz propia en la historia de la navegación para intentar solventar en lo posible los problemas de navegación que cada época histórica ha tenido la necesidad de afrontar.


En la actualidad todos nos movemos utilizando el GPS o Sistema de Posicionamiento Global (Global Positioning System) que es un sistema de navegación basado en satélites. Sin embargo, hubo un día en que los marinos utilizaron el astrolabio, el sextante, el cronómetro marino de caja como herramientas fundamentales de la navegación antes de la llegada de los modernos sistemas de posicionamiento, lo que les permitía posicionarse en el mar y evitar perderse por ignorar su posición o evitar los temibles naufragios con la consiguiente pérdida de seres humanos, pérdidas de buques y materiales.

Breve historia

El astrónomo y matemático Eratóstenes predice en el siglo III a C. que la tierra “era redonda” consiguiendo medir el radio de la Tierra, la distancia existente entre el sol y la luna junto con la recopilación de estrellas.

Los marineros andalusíes en el siglo XI ya utilizaban el astrolabio. Etimológicamente ἀστρολάβιον viene del griego y significa “buscador de estrellas”. Por tanto, se usaba para determinar la posición y altura de las estrellas, determinando la latitud a partir de la hora. Los marinos árabes lo usaban para localizar la dirección a La Meca. Fue el principal instrumento de navegación durante los siglos XVI al XVIII hasta la llegada del sextante, en 1750.

El sextante, de mayor precisión que el astrolabio permitía medir dos puntos conociendo la elevación del sol y la hora del día, lo que nos daba la latitud a la que se encontraba la persona que observaba. Abarca una sexta parte de un círculo completo (360º), o sea un ángulo de 60º…



…Un bello edificio neoclásico del siglo XVIII sobre el Cerro de Torre Alta a 30 m.s.n.m. preside el Observatorio de la Armada en la antigua e histórica Isla de León. El proyecto del edificio se debe al Marqués de Ureña iniciándose las obras el 3 de octubre de 1793 y concluido en 1797. A lo largo de su dilatada historia, la Astronomía, geofísica y hora han destacado en el Observatorio de San Fernando publicando además el Almanaque Naútico, los Estudios Superiores, el Depósito de Cronómetros e Instrumentos de la Marina, las observaciones meteorológicas, sísmicas y magnéticas y la determinación de la hora con fines científicos. 

Pocos años después de la conclusión del Observatorio en 1797 ocurriría la histórica Batalla de Trafalgar (Taraf al Ghar para los andalusíes), que hizo célebre este enclave geográfico un 21 de octubre de 1805, junto con los inmortales Gravina, Churruca y Alcalá Galiano. 

Las consecuencias de dicha batalla desembocaron en la desaparición del liderazgo español incuestionable en los mares hasta ese momento.



Nuestra retina capta al instante una especie de museo donde destacan los primeros cronómetros marinos de precisión del siglo XIX con su división correspondiente: caja, esfera, máquina, escape y tren de ruedas. Estos cronómetros se introducían en una caja de protección, sujetos por un mecanismo de cardán que le permitía mantener su posición horizontal y adaptarse incluso a las duras condiciones de la navegación.

El CF Héctor Esteban comienza con una breve historia sobre la medición del tiempo. Los primeros cronómetros marinos fueron sustituidos por los relojes de cuarzo que tenían mayor prestación, a los que le sucedieron las escalas de tiempo dinámica con la rotación terrestre y por último los relojes atómicos de cesio e hidrógeno que son los utilizados actualmente en la hora legal española. 


La hora legal española se transmite mediante el protocolo NTP -Network Time Protocol-, un protocolo de Internet para sincronizar los relojes de los sistemas informáticos. Fue llamada en tiempos pretéritos “la hora en el meridiano de Greenwich”.

Anterior a Greenwich, cada Observatorio tenía su hora legal. Los jesuitas tenían la suya, Salamanca, París, Londres, etcétera.


El Real Decreto 1308/1992, de 23 de octubre, declara al laboratorio del ROA, encuadrado en esta Sección, como laboratorio asociado al Centro Español de Meteorología en el campo meteorológico del tiempo y de la frecuencia, y al patrón que allí se mantiene como “patrón nacional de la unidad básica de tiempo”. Este real decreto también establece la escala UTC(ROA) como base de la hora legal española, aspecto que posteriormente ha sido recogido por la Ley 32/2014, de 22 de diciembre, de Meteorología.

De acuerdo con las citadas disposiciones legales, el laboratorio es el responsable, en el nombre del Estado, de la custodia, conservación, mantenimiento y difusión del patrón nacional de la unidad básica de tiempo.

Para desempeñar esta misión, la Sección de Hora del ROA está constituida por tres Servicios: Hora, Electrónica y Calibración y Cronometría Naval. Entre sus actividades, que están interrelacionadas:
  • Mantenimiento del patrón nacional de tiempo y de la escala UTC(ROA).
  • Difusión de la hora legal española.
  • Participación en foros científicos internacionales.

Actividades de ámbito nacional
  • ¿Qué hora es?.
  • Cambios de hora oficial en España desde 1918.
  • Nuevo segundo intercalar


En definitiva, una grata visita al Observatorio de la Armada en la antigua Isla de León complementada con la visita a San Fernando donde paseamos por la “Ruta de Camarón de la Isla” degustando la rica gastronomía de la bahía gaditana, pero eso formará parta de otra historia.


Desde el Observatorio de la Armada en San Fernando para el Blog de mis culpas…

CF D. Héctor Esteban que nos acompañó durante la grata visita al Observatorio de San Fernando

P.D. Dentro del Proyecto “Cultura del mar en la calle”, en Cádiz 2017 nos encontramos antes de llegar a la Plaza de San Antonio varios paneles ilustrativos que nos ilustraban sobre algunos conocimientos naúticos:

En 1717, además de trasladarse a Cádiz la Casa de Contratación y el Consulado de Indias, se estableció en la ciudad la Escuela de Guardia Marinas de la Armada. Cádiz brillaba cultural y económicamente. Todo lo que iba y venía pasaba por aquí.

Al calor de este auge, en 1753 el marino y científico Jorge Juan de Santacilia instaló en el antiguo Castillo de la Villa un observatorio astronómico para la formación de futuros marinos. El meridiano que pasaba por éste observatorio, conocido como “Meridiano de Cádiz”, se generalizó rápidamente para la navegación de los buques españoles. 

Los meridianos son líneas imaginarias perpendiculares al Ecuador trazadas en la superficie de la Tierra y que pasan por los polos. Sirven para determinar la longitud “este y oeste”. Los paralelos son líneas imaginarias paralelas al Ecuador. Sirven para determinar la latitud “norte y sur”. Conociendo latitud y longitud podemos ubicar con precisión cualquier lugar de la Tierra.


El Instituto Hidrográfico de la Armada conserva en Cádiz la mayor colección de planchas de cobre para estampar cartas naúticas que existe en el mundo. Muchas de ellas están referenciadas al Meridiano de Cádiz. 

Durante la época de la Ilustración, la “posesión” de un meridiano otorgaba a los países un gran reconocimiento internacional y un gran prestigio científico y marítimo. Todos los países avanzados tuvieron el suyo.

Desde 1753 casi toda la geografía naval española comienza a referenciar el meridiano de Cádiz, que estuvo vigente hasta 1907. En millones de páginas de miles de diarios de navegación de ese largo periodo de tiempo se citaba a Cádiz cada vez que se escribía la posición de un navío.