jueves, 28 de enero de 2016

Visita a los Guerreros de Xi´an en Sevilla



Una soleada mañana de enero enarbolamos nuestras naves para colocar nuestro punto de mira sobre uno de los hallazgos arqueológicos más enigmáticos de la historia "Los Guerreros de Xi´an". La Exposición “Terracota Army" ubicada en el Muelle de las Delicias de Sevilla junto al río Guadalquivir como cauce de civilizaciones, nos proyecta mediante réplicas a los orígenes de la Dinastía Qin y Primer Emperador de China "Qin Shi Huang Di", quien la unificara en el 221 a.C. y que buscara la vida eterna a través de su particular ejército “los guerreros de terracota”, después de su muerte. 

La Exposición nos muestra las figuras en el mismo estado en el que fueron encontradas por los arqueólogos chinos al abrir la tumba. Del descubrimiento de las tumbas de los antiguos emperadores emerge la verdadera historia del nacimiento sangriento del país más poblado de la historia y de su imperio más duradero “China”.

Hasta Mao no se reconocieron los éxitos del Primer Emperador. Se cree que Mao tomó al Primer Emperador de China “Qin Shi Huang Di” como ejemplo. El imperio más duradero de la tierra ha forjado una compleja y civilizada nación. El Imperio Romano desapareció mientras China ha continuado durante dos milenios. Los chinos actuales le admiran tanto que en 1999 construyeron una réplica de tamaño natural de su palacio.

Este hallazgo arqueológico ha sido considerado como la octava maravilla del mundo siendo Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1987. Sus descubridores y excavadores oficiales -la arqueóloga Xu Weihong y su equipo- recibieron el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. 

Pero no será hasta 1974 cuando seis campesinos descubrieran por accidente uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo XX mientras construían un nuevo pozo cerca de la base de una pirámide, para la plantación de caqui al sur de su pueblo en el distrito de Yanzhai en la provincia de Shaanxi. Pronto comenzaron a dar con fragmentos de arcilla cocida aunque en un primer momento no le dieron importancia al ser muy común encontrarla fragmentada en la tierra. Los trabajos continuaron durante otros cinco días, y a medida que profundizaban, la tierra parecía quemada. A una profundidad de cuatro metros, los campesinos se inquietan al observar cabezas y extremidades de arcilla junto a partes de ballestas y puntas de flechas de bronce pertenecientes a los soldados de terracota enterrados hace más de dos mil años. Esta visión aterroriza a los campesinos que temían estar enfureciendo a los dioses perturbando su paz. Nadie en el pueblo daba sentido al misterioso hallazgo. Aunque en un principio se intentó mantener en secreto, la noticia se propagaría como la pólvora al ser publicada por un periodista.


La retina de la historia nos recuerda a través de las réplicas de los guerreros de terracota que China hace 2.200 años era un país surgido de la guerra gobernado por la tiranía y la violencia. En el III siglo a.C. China estaba dividida en siete reinos conectados entre sí que luchaban por la supremacía (Yan, Zhao, Wei, Qi, Han, Chu y Qin). 

El objetivo de Qin Shi Huang Di era unificar el imperio y para tal fin no duda en oprimir a su pueblo. Sus poderosas tropas atormentan los reinos de sus enemigos que durante los siguientes diez años serán esclavizados unos tras otros: Han (230 a.C.), Zhao (228 a.C.), Wei (225 a.C.), Chu (223 a.C.), Yan (222 a.C.) y Qi (221 a.C.).

Los carros de batalla resultaban pesados y lentos. El Primer Emperador le dio especial atención a la infantería como fuerza efectiva. Su caballería e infantería formaban el grueso de su ejército que iba conquistando territorios utilizando el chantaje y la violencia. Qin mandaba ejecutar a todos los soldados que perdieran una guerra.

Al unificar el imperio entero, Ying Zheng “Qin Shi Huang Di” considera que su título ya no es el adecuado. El nombre de los Tres Sublimes (Huang) y el de los Cinco Emperadores Divinos (Di), nombres de leyendas antiguas, resultaban mucho más apropiados. Al ser el primero de la dinastía Qin, se autoproclamó “Primer Emperador Dios”. 

Se puede considerar al legendario Qin Shi Huang Di (259 a.C.-210 a.C.) como el Primer Emperador en la memoria colectiva de China que gobernó uno de los más vastos imperios liderando un ejército tan grande como el de Alejandro el Grande.


Fue rey del estado de Qin –se pronuncia Chin-, con solo trece años. Aunque no estaba capacitado para reinar, durante los primeros ocho años de reinado el primer ministro Lü Wei se encarga de los asuntos de estado del joven rey. En el 238 a.C. a los 17 años de su reinado se proclamó Primer Emperador de su país al que bautizó con el nombre de China -Qin es el epónimo del nombre de “China”-. A los 22 años le dieron el símbolo real y al alcanzar la edad adulta, Lü Wei es mandado al exilio por Ying Zheng (Qin Shi Huang Di).

“Una idea del Primer Emperador de China era que estaba acorde con su lugar en la historia al unir e inventar a China”.

Qin Shi Huang Di unificó a un pueblo fragmentado para constituir una nación regida por un gobierno fuerte y centralizado. Unificó a todos los grupos étnicos que vivían dentro del territorio chino que plasmó en su ejército de terracota. Tras la unificación del Imperio, Qin Shi Huang Di simplificó el sistema de acuñación introduciendo un único modelo de moneda.


Así nació la “Moneda Banliang”, con una perforación en forma de cuadrado en el centro. Sus reformas cambiarán para siempre China. Bajo su mandato se introduce un sistema uniforme de escritura y se unifican pesas y medidas.

Las medidas como el pesaje estaban estandarizados, de manera que si no se siguen las pautas marcadas, se aplicaban fuertes correctivos. Para fomentar aquel sistema centralizador se prohíben formas de pago tradicionales como las conchas de tortuga en favor de las monedas de bronce perforadas.

Qin Shi Huang Di prohíbe toda crítica atacando a los intelectuales. Ordena la destrucción de todos los libros que le parecen subversivos, incluidos los textos de Confuccio. Sólo aceptó parte de sus enseñanzas, en lo referente a la obediencia a la autoridad. La exigencia de que la autoridad se mostrase humana fue desdeñada por el Primer Emperador. 

Tras la unificación el monarca tiene a su disposición un vasto imperio y una gran población que le dieron la oportunidad de someterlos a su control. Se introdujo una reforma de 36 provincias y distritos, bajo la administración de tres ministros. Así la población fue dividida en grupos más reducidos y manejables. La aristocracia vio sus derechos mermados. Con el nuevo sistema impositivo, los campesinos tributaban en función de las tierras que poseían y no en función del volumen cosechado. Se implantó un estricto sistema coercitivo que castigaba severamente las faltas leves para así evitar las graves.

El Ejército contaba con una infraestructura de 6.800 kilómetros de carreteras. A lo largo de éstas se construyeron enclaves donde cambiar caballos con puestos militares y palacios. Todas estas carreteras estaban orientadas hacia la capital, fomentando la rápida centralización del Reino. 

Qin Shi Huang Di era un hombre despiadado, sangriento y autoritario. Tuvo muchos enemigos durante los diez años de conquista, sobreviviendo a tres intentos de asesinato. Acontecimientos que propician que durante toda su vida buscara la inmortalidad mediante la vida eterna.

En la Exposición de los “Guerreros de Xi´an” pudimos observar como cada guerrero iba vestido según su rango. El ataúd indica el status social sobre el alma de los difuntos que viajan al otro mundo.

Confuccio (551-479 a.C.) promulga que los muertos deben viajar al más allá, desprovistos de sus atuendos y sin obsequios de valor. Para evitar saqueos en las tumbas, esta doctrina adquiere sentido pragmático.

Durante el periodo de Guerras (475-221 a.C.) se extiende la costumbre de dejar objetos corrientes en las tumbas, el modelo de construcción de las tumbas evoluciona y se empiezan a construir catacumbas provistas de establos y abastecimientos simbolizando una nueva concepción del más allá, en la que el hombre posee dos almas: hun, que asciende al cielo tras la muerte y po, que desciende al subsuelo concebido como un mundo parecido al de los vivos. Cuando una persona muere es enviada al purgatorio para ser juzgada por sus acciones en la vida y es enviada a los distintos infiernos a través del fuego. La otra vida se prolonga toda la eternidad según los chinos.


Un campesino será siempre un campesino pero un emperador necesitaría llevarse a la “vida eterna” a los soldados de terracota con su aspecto muy real que se “convierten” en verdaderos en la vida ulterior. Se tenía la creencia de que los ancestros muertos tenían poderes extraordinarios capaces de influir en las vidas de sus descendientes vivos, por lo que eran venerados en sus rituales. En estas reuniones se ofrecía a los muertos comida y bebida en recipientes de bronce, elaborados para la ocasión, y generalmente destinados a la clase alta. Son utilizados como objetos funerarios denominados Minggi.

El historiador Sima Qian cuenta en sus “Memorias históricas”, la obsesión que tuvo Qin Shi Huang Di por la inmortalidad reflejando fielmente todas las etapas de la vida de Qin que elige el agua como símbolo de su poder. Sima Qian describe un mundo fantástico en el interior de la tumba: modelos de palacios, ríos y mares de mercurio y el cielo negro sobre el ataúd. Lámparas de aceite iluminaban el interior haciendo que el sepulcro, bañado el cobre y gemas, brillara por toda la eternidad. 

El historiador Sima Qian describe como se emplearon a 700.000 hombres para la construcción de la Gran Muralla China y del mausoleo, teniendo ocupadas a varias generaciones.

Miles de esclavos fueron forzados a trabajar hasta la extenuación, de sol a sol para terminar la construcción. Es probable que al igual que sucediera en Egipto en los tiempos de los faraones, se enterraran vivos a los artesanos y constructores para así evitar que se transmitieran los secretos relativos a la seguridad. Existen indicios de que cuando un emperador moría, sus súbditos eran enterrados con él. El entierro de animales y humanos simbolizaba el poder de Qin Shi Huangdi. 

Análisis de los huesos revelan que los trabajadores sufrían desnutrición y contaban edades entre los 20 y 30 años. Las fracturas de sus cráneos indican que muy probablemente murieron ejecutados y no por causas naturales. Quedan muchas incógnitas por resolver que mantendrán a arqueólogos y restauradores muchas décadas ocupados. 

Un tipo de inmortalidad hecha a la medida de Qin Shi Huang Di dentro de su mausoleo en las Montañas de Qinling donde se encuentra su gran Sepulcro. Tras ascender al poder el Primer Emperador ordenó que se iniciasen los trabajos en el Monte Li. Para ello empleó a decenas de miles de trabajadores. Se construyeron tres ríos artificiales y se importó cobre para la elaboración del sepulcro. Se ordenó a los carpinteros que instalasen mecanismos de defensa con ballestas y flechas con el que aniquilar a futuros intrusos. 

El término terracota se refiere a “tierra cocida”. Estudios geoquímicos revelan que la calidad de la arcilla del Monte Li es sorprendentemente homogénea. 

Se reprodujeron 100 ríos del país: el Yangstze, el Río Amarillo y el mar, usando mercurio para reemplazar el agua que se unieron mediante un mecanismo. Sobre ellos se reflejaba el cielo y las estrellas y a sus pies, la topografía. El Ejército de Terracota representa solo una pequeña parte del enterramiento. 

Aparte del túmulo, que comprende varias áreas de la vida y del gobierno, la tumba del Primer Emperador superó con creces a las de sus ancestros. Con 2.500 metros de ancho, una cúpula de 76 metros de altura y dos muros de arcilla rodeando el perímetro, 400 tumbas adornadas con figuras de bronce y cerámica.


A partir de la base de la pirámide, los arqueólogos empiezan a desenterrar una fila tras otra a cada guerrero de terracota que supera el metro ochenta de altura con una gran complexión. La mayoría de los soldados han sido recuperados de las tres fosas, aunque el epicentro de la tumba que contiene el mausoleo real continua intacto. 

Solamente cuando se desarrollen los métodos de conservación a unos niveles que garanticen la conservación de las pinturas y la sensibilidad de los barnices y se cuenten con los suficientes recursos financieros para llevar a cabo el gigantesco proyecto, se abrirá el mausoleo. Hasta entonces, el mundo deberá ser paciente. 

En China -Xian- las pirámides forman una espectacular cordillera. Es un inmenso cementerio monumental para antiguos gobernantes. Las figuras de terracota no pueden ser más diferentes reflejando una diversidad étnica. El otro mundo era como conquistar un país extranjero y necesitaba un ejército para protegerse de los espíritus de todos los soldados que había matado. 

Se pensada en esta sociedad esclavista que ser seleccionado para morir junto al rey era considerado un honor. Si un rey quería seguir gobernando "en la vida eterna", tendría que llevarse a su corte. 

Las aspiraciones del emperador en los programas de construcción eran enormes. El Primer Emperador era un tirano derrochador. 

La edificación de la Gran Muralla era un enorme proyecto pero el más grande era la preparación de su propia tumba. Se reclutaron 700.000 personas para edificar su tumba trabajando de noche y día. Treinta y ocho años tardaría la obra en terminarse. Todos los moldes tienen en común los mismos rasgos pero la cara diferente. La función del ejército de terracota era hacer guardia y velar por la tumba del emperador. Fue el proyecto más caro de la historia de China que costó un tercio del presupuesto de la época. 

Todos los elementos descubiertos en la tumba estaban en armonía. De la oscuridad emerge un ejército de ocho mil guerreros para proteger a su emperador que creo la China que lleva su nombre y al mismo tiempo abrirle las puertas de la eternidad. Su enorme mausoleo es un misterio para un megalómano imperial. El Emperador le daba mucha importancia a las grullas, considerada como el ave del agua.


Un enigma arqueológico sin precedentes. No hay dos guerreros iguales. Nunca se había visto nada igual. Jamás se habían esculpido soldados tan grandes como estos. Una firma como sello oficial de los artesanos grababa su obra. Cada rostro evoca una emoción diferente. Cada artista aplicaba sus propios criterios estéticos.

El personaje histórico más importante de China creó el Imperio Chino en torno a su ciudad donde erigió el enorme mausoleo como legado. Cincuenta y seis kilómetros cuadrados dedicados a la memoria de un solo hombre. Un carro de bronce para trasladar su alma al dominio de los inmortales. Como parte de su séquito los edificios administrativos, bailarines, acróbatas, cerdos, ovejas, caballos y soldados de terracota, guardia privada del emperador. Rodeados de objetos preciosos. Un legado histórico que ejerce una influencia en la memoria colectiva de China al convertir a China en un Imperio y otorgarle su epónimo. 

La restauración de los guerreros de terracota es una tarea delicada. Según los científicos se necesitara mucho tiempo para completar las excavaciones del mausoleo. Cuando más alta era la estatua mayor era su rango. Algunos de los rostros pueden aportar datos cruciales para entender la historia. 

Aplicaban laca negra como base para aplicar colores sobre ella. Limpiaban todo el polvo y la suciedad. Una operación delicada y meticulosa en la que los restauradores han de esmerarse hasta el máximo de su capacidad. El color de los rostros representaban las características étnicas de los diferentes grupos que habitaban China. Los guardias vestían los colores de los vivos. Un colorido ejército que guardan los secretos de un esplendor perdido. Gracias a la tecnología se pueden recrear.


Los soldados del Ejército de Terracota estaban provistos con armas reales y posicionados estratégicamente para defenderse de cualquier ataque. Cuando el ejército rebelde saqueó la tumba en el 206 a.C. un gran número de armas desaparecieron, no obstante, los arqueólogos han encontrado unas 40.000 puntas de lanza junto con numerosas hojas de dagas-hacha. 

Existen dos versiones de espadas, ambas de doble filo y hoja recta. La más común, la corta mide entre 45 y 50 centímetros. Las espadas más largas, de casi un metro, son menos comunes, sólo se han recuperado 17. Es posible que éstas, por su tamaño, fueran poco manejables para los guerreros Qin, que en general eran de complexión pequeña.

Tras la muerte del Primer Emperador que fallece a los 50 años, China se ve sumida en una guerra civil comenzando el deterioro gradual de la "Dinastía Qin" cuyo despotismo dará paso a la "Dinastía Han “Liu Bang", que con el tiempo afirmaron los preceptos del Confucionismo. 

La guerra civil desemboca en el saqueo y el pillaje del mausoleo que fue incendiado y cubierto con arena y arcilla quedando olvidado para la posteridad. Los restos de carbón encontrados en la tumba número siete nos da una idea de la destrucción llevaba a cabo. Los rebeldes destruyeron todas las estatuas que encontraron a su paso, las pulverizaron rompiéndolas en miles de piezas. Las estatuas se han visto afectadas por el paso del tiempo y por la furia de los rebeldes. 

Liu Bang denominó a su imperio Han, en honor del alto valle del río Han, extendiendo sus fronteras a los límites de la moderna China. Los “caracteres Han” son el nombre que dan los japoneses a la escritura china. Los miembros de su gobierno eran seleccionados sobre la base de sus conocimientos confucianos, no por su cuna. 

Pero las ideas empezaron a cambiar. Después de Qin llevarse a la tumba a personas pasó de moda. Las casas en miniatura, granjas, graneros y animales indican que el otro mundo sería más pequeño. La mayoría de los objetos desenterrados, como puntas de flechas, espejos y alfarería eran réplicas en miniatura. 

La Dinastía Han que gobernará los siguientes cuatro siglos caerá en el siglo III de nuestra era siendo sustituida por dos dinastías: la Tang y la Song que duraron 300 años respectivamente. La dinastía Tang representará posteriormente la Edad de Oro del país.


Bajo la Dinastía Han, el Imperio Chino experimentó cambios significativos, no sólo en el ámbito político, sino en el de la ciencia, el arte y la artesanía. Las figuras Han se basan en las de sus ancestros combinando la escultura y pintura. A medida que el rígido estilo de la cultura Qin se desarrolló, se fue transformando en un estilo más fino y vivo. No obstante, las figuras más simples encontradas en la tumba son muy parecidas a los soldados del Ejército de Terracota. El séquito que acompañaría en el más allá a la pareja imperial no sólo estaba formado por varones, también por mujeres e incluso eunucos; no sólo soldados, sino también sirvientes, doncellas, músicos, acróbatas y bailarines. Las figuras encontradas sólo tenían la tercera parte del tamaño real, una media de sesenta y dos centímetros de altura. En el resto de los fosos, se han encontrado innumerables animales en miniatura como vacas, caballos, ovejas, cerdos, gallinas y perros. 

Son dos los tipos de figuras de terracota en la tumba de Han. Las más simples eran creadas a partir de un único molde y procesadas de manera muy similar a los soldados del Ejército de Terracota. Las figuras más elaboradas se pintaban, montando los brazos de madera en los huecos de los hombros y eran vestidos con prendas de seda. La madera y la seda se han corrompido con los siglos. 

El mausoleo Han Yang Ling cerca de Xian es el más espectacular de los “Cinco Mausoleos” de la Dinastía Han occidental. Hasta la fecha se han descubierto 50.000 objetos de bronce, hierro, oro, jade, piedra, cerámica, barniz, madera, hueso, conchas, seda, cáñamo y comida seca de todas las clases como el trigo, judías y mijo. 

Las armas para la caballería miden 6.70 metros y se han encontrado junto a los carros de combate. Eran armas eran terriblemente efectivas para la infantería y la caballería.


Para el combate cuerpo a cuerpo, algunos guerreros de terracota estaban provistos de espadas, trabajadas en bronce y extremadamente afiladas. Hasta la fecha, se han descubierto más de 8.000 guerreros de arcilla, 520 caballos de combate, 150 cuadrigas y 150 caballos como parte de la caballería. Las figuras miden entre 1.66 a 2.02 metros y pesan entre 120 y 220 kilogramos. Como elementos distintivos caben destacar la armadura, el peinado o el casco que marcan los distintos escalafones y rangos. 

La infantería representa casi la totalidad del Ejército, cuenta con lanzas (mao), daga-hachas (ge), alabardas (ji), o lanzas largas (pi). Los arqueros tenían arcos y ballestas, lo más abundante en el Ejército de Terracota. El bronce de gran calidad empleado en estas armas contiene grandes cantidades de estaño. Muchas de las armas estaban también recubiertas de una aleación de cromo que aumenta significativamente la durabilidad. Las partes de madera de las flechas, lanzas y alabardas se corrompieron y desintegraron con el paso de los siglos. Se calcula que medio millón de guerreros fueron mandados a la guerra. Sin duda, se trata de un ejército que inspiró temor, no sólo por su tamaño sino por la increíble destreza técnica que desplegaba. Su ejército de arcilla evoca lo que tal formación de combate llegó a ser. 

Documentos escritos describen cómo el enemigo es recibido por una intensa lluvia de flechas, esperándole una infantería armada con lanzas, dagas, hachas y espadas. Los flancos también eran protegidos por dos líneas de arqueros. Los oficiales subidos en sus carros comandaban sus unidades, y sus cuadrigas eran escoltadas por lanceros, que con sus lanzas de seis metros impedían cualquier ataque sobre los caballos de combate. 

A veinte metros al oeste del sarcófago del Emperador se ha hallado un carro de bronce. Su tamaño es la mitad de un carro normal, pero está construido con gran detalle. La brida de los caballos era de oro y plata. Montar caballos como ajuar funerario pertenecía a las tumbas de alto estatus social. 

En los Guerreros de Xi´an se pueden apreciar los siguientes rangos:

Los oficiales llevan la túnica verde, un bigote negro y un rostro colorido. Cada armadura estaba compuesta por 600 láminas, perforadas y unidas por un fino cable. El color gris caracteriza la uniformidad del ejército de terracota. 

La figura del general viste con armadura cruzando sus brazos por delante de su pecho. 




El arquero lleva un moño y botas cuadradas que protegen las piernas y los pies. Los arqueros arrodillados nos da la impresión de que esperan una orden. Su expresión facial denota concentración, lo que nos indica que está preparado para disparar. Los guerreros de arcilla se distinguen porque llevan un vestido largo con armadura laminar. Este tipo de guerrero es el que más se ha encontrado. Constituían el grueso del ejército del emperador Qin. Los carros de combates adquieren protagonismo en la Antigua China. La caballería se convertía en una unidad de élite en la Dinastía Qin.

La aristocracia usaba las valiosas vasijas de bronce durante sacrificios y ceremonias de la corte. Cuando alguien de especial relevancia moría, las vasijas de bronce se introducían en su tumba.

Campana de bronce Zhong

En la unificación del imperio gran parte de las armas aprehendidas por el emperador Qin Shi Huang Di se fundieron y convirtieron en campanas que serán utilizadas durante la guerra como advertencia ante cualquier peligro. Los soldados de Qin Shi Huang no contaban aún con armas de hierro y sus armaduras eran de piel endurecida con barniz. 


El disco “BI” de Jade simboliza la trayectoria del Sol entre las estrellas. La perforación en medio del disco representa la Estrella Polar inmóvil en el cielo y rodeada de constelaciones que giran a su alrededor. Para el antiguo pueblo chino, la Estrella Polar simbolizaba al Emperador que permanecía en el centro y a su alrededor giraba el Imperio. Los emperadores y la aristocracia solían utilizar los discos llamados “BI” en las ceremonias de la corte. 


El gran espejo de bronce con escenas de la corte, al pulimentarse se convertía en un espejo. Tenían una forma de disco y una superficie decorada. 

Qin Shi Huang Di tuvo que cobrar muchos impuestos para emprender sus proyectos megalómanos. Además del enorme sepulcro a través del cual Qin Shi Huang Di buscará la vida eterna, el Primer Emperador ordenó construir la Gran Muralla para defenderse de los pueblos del norte no sometidos como los mongoles.


Los mongoles eran uno de los pueblos bárbaros temidos y detestados por los chinos que adoptaron con el tiempo las costumbres y cultura china. 

Se construye una muralla similar a la construida por Alejandro Magno en la región persa de Bactria con la finalidad de proteger a la población de los constantes ataques. Qin Shi Huang Di no fue el primero en ordenar la construcción de la Gran Muralla pero bajo su mandato ésta se expande y se conecta. Además se construyen fortificaciones a lo largo de la muralla. Las murallas que conocemos hoy en día se construyeron durante la Dinastía Ming (1368-1644). Probablemente la parte más conocida se levantó durante el siglo XVI. Se encuentra en la meseta de Badaling, a 50 kilómetros al norte de Beijing, con una altura de 3 metros y de 2.5 a 4.2 metros de grosor, está hecha de arcilla apisonada. Al contrario de lo que se cree, no puede verse desde la Luna. 

La estimación de su perímetro es de 4.247 kilómetros. La Muralla de la Dinastía Qin se sitúa más al norte que la muralla Ming, se extiende desde Litao (el actual condado Min en la provincia de Gansu) hacia el este, a lo que hoy en día es Guyuan, la muralla del estado Zhao, cruzando el río Amarillo. Muchas de sus partes han sucumbido al paso del tiempo y de sus restos apenas de adivina el esplendor de lo que un día fue. 

Dinastías chinas 

· 221-206 a.C. Dinastía Qin (Unificación de China en 221 a.C.).

· 206 a.C. a 220 Dinastía Han

· 265-420 Dinastía Jin

· 581-618 Dinastía Sui

· 618-907 Dinastía Tang

· 960-1.279 Dinastía Song

· 1.279-1.368 Dinastía Yuan

· 1.368-1.644 Dinastía Ming

. 1.644-1.912 Dinastía Qing (Abdicación del emperador Pu Yi en 1.912).

Desde la Exposición "Los Guerreros de Xi´an" en Sevilla para el Blog de mis culpas...

jueves, 21 de enero de 2016

Omar Ben Hafsún, "El último bandolero andalusí"




Desde la tierra de Villalón en cuyo término municipal ejerciera su influencia en tiempos pretéritos José María “El Tempranillo” y Francisco Ríos González “El Pernales”, enarbolamos nuestras naves una gélida mañana de enero para emprender nuestra ruta hacia la A-92 buscando la ciudad ursaonense y seguir transitando hacia El Saucejo, Teba (Hisn Atiba) y Ardales, en cuyo término brillan con luz propia las Mesas de Villaverde en la vertiente meridional de la Sierra de Abdalajís y el Desfiladero de los Gaitanes. Más tarde, nuestra retina siguió impregnándose de los efluvios andalusíes en el castillo de Álora (Al-Lura andalusí) en el "Cerro de las Torres", al cual se accede por una enorme puerta de entrada destacando un enorme arco de herradura con alfiz realizado con sillarejos. 


Muy cerca de Ardales bordeando el embalse encontramos la antigua ciudad de Bobastro en el Alto del Guadalhorce donde a finales del siglo IX y comienzos del X forjara su leyenda Omar Ben Hafsun, símbolo de la resistencia mozárabe-muladí que colocara a la mítica ciudad en los senderos de la historia.

Los vestigios arqueológicos de la antigua ciudad de Bobastro fueron descubiertos por F.J. Somonet en 1869 y excavados por G. de Mergelina en 1927.


Desfiladero de los Gaitanes


Pero es necesario decir que Omar ben Hafsún no fue un “bandolero andalusí” en el sentido etimológico del término sino que siendo defensor de la vida campesina, Omar era contrario a la organización estatal de los omeyas y no estaba de acuerdo en la forma de gobernar éstos, que vivían en el despotismo y en la opulencia. Por tanto, un rebelde no encabeza un proyecto político de 50 años intentando desbancar a los hijos de los califas de Damasco establecidos en la Qurtuba musulmana (Córdoba), la capital de Al Ándalus.

Omar Ben Hafsún poseía el don de la palabra y se dio cuenta del profundo descontento que existía en la Sierra de Málaga contra el poder establecido por los emires de Córdoba por parte de muladíes, bereberes y mozárabes, lo que daba lugar a continuas revueltas. Pero a estos pueblos le faltaba un líder que aglutinara las diversas sensibilidades. Omar Ben Hafsún les prometió que todos los habitantes de al Ándalus serían tratados como iguales pagando los mismos impuestos. Los árabes de raza estaban exentos del pago de los impuestos. 


Pero vamos a conocer un poco sobre la historia de nuestro personaje histórico que pudo cambiar el rumbo de la historia de al Ándalus.

Los historiadores datan el año 850 como la fecha de nacimiento de Omar Ben Hafsún en la Sierra de Málaga siendo descendiente de antiguos nobles visigodos. En su juventud fue un militar al servicio del Emirato de Córdoba, pero una reyerta que culminó con una muerte le colocó fuera de la ley, teniendo que huir al norte de África, donde vivía un tío suyo. Estando en una ciudad de Argelia (Tarhet) tiene un encuentro con un “santón” que le menciona una extraña profecía: “Se levantaría desde Bobastro contra el poder de los omeyas”. 

Los árabes como raza hegemónica en al Ándalus provenían de Damasco eligiendo las mejores zonas para vivir como la cuenca del Guadalquivir, la Vega de Granada, las mejores tierras de Málaga, etcétera, dejando las zonas montañosas para los bereberes que provenían de África y pertenecían al escalón social más inferior en al Ándalus, los muladíes (cristianos convertidos al Islam) y los mozárabes (cristianos en territorios árabes).


Murallas de Bobastro

En el 880 Omar reúne una partida de muladíes, mozárabes y bereberes descontentos de la sierra de Málaga comenzando a conquistar Mijas, Ardales, Comares, etc. 

Omar Ben Hafsún, con la ayuda de una importante red de aliados, fortifica Bobastro construyendo un alcázar y numerosas murallas defensivas con iglesias. Los habitantes de esta ciudad rebelde se desparramaron por los acantilados excavando sus casas en las rocas de areniscas y durmiendo en las cuevas. En muchas de estas casas trogloditas se extraían sillares de areniscas que se incorporaban a las defensas militares. Las murallas estaban construidas con aportaciones de los refugiados y residentes en Bobastro. La población pudo llegar a más de mil quinientos refugiados en los momentos de máxima tensión. 


Aljibe en Bobastro

Al tener escasez de agua obligó a planificar muy bien su almacenamiento conservada en aljibes excavados en la roca y acarreada desde los ríos y arroyos cercanos en grandes recipientes. El conocimiento de estos barrancos ayudaba a sobrevivir en esta fortaleza natural.

Omar Ben Hafsún construyó en Bobastro un cíngulo de fortalezas, existiendo un obispado y una iglesia metropolitana que se identifica con la Iglesia excavada en la roca. 


Iglesia de Bobastro excavada en piedra

Al estar Bobastro en una zona inexpugnable de difícil acceso, los únicos impuestos que pagaban sus ciudadanos eran en forma de trigo, traer agua del río cercano en grandes vasijas y realizar sillares de piedra de un brazo de largo por un codo de ancho en las canteras de la zona. El trigo provenía del pueblo cercano de Ardales. Los habitantes de Bobastro excavaban en la roca de arenisca las casas cuevas, los silos y los aljibes para soportar un largo asedio si era necesario.


En el año 883 Muhammad I envió un fuerte contingente contra Omar Ben Hafsún y éste se rinde pactando entrar al servicio del emir con sus hombres que participaron incluso en una aceifa por tierras de Álava, pero ser muladí y no árabe de raza le obliga a abandonar Córdoba volviendo a Bobastro en el 885.

El caudillo muladí no encontraba su lugar en la sociedad islámica frente a los musulmanes viejos y en el año 885 encabezaba de nuevo una rebelión que aglutina en su entorno mediante sólidas relaciones de fidelidad a bereberes, mozárabes y muladíes (cristianos conversos al Islam) descontentos contra la hegemonía de la raza árabe en las Coras de Rayya (Málaga y Axarquía) y Takoronna (Serranía de Ronda). 

En agosto de 886 cuando Omar ben Hafsún está a punto de ser derrotado muere el emir Muhammad I y Al-Mundhir debe regresar a Córdoba para hacerse cargo de al-Ándalus.

Omar conquista Comares en la Axarquía, Mijas en la costa y Archidona en Antequera apoyando a los rebeldes de Alhama de Granada en su lucha contra el nuevo emir Al-Mundhir. Éste se apodera de Archidona, iniciando una ofensiva contra Bobastro, que siguió el posterior gobierno del emir Abd Allah. 

En el 888 de nuevo el estado cordobés lo integra en su política y nombra a Omar Ben Hafsún gobernador de la Cora de Rayya (la provincia de Málaga). Pero Omar no respeta los compromisos y vuelve e nuevo a las montañas. Sus alianzas y ataques contra las tropas emirales le convierten en un temido guerrero. Muchos se refugian detrás de estas murallas porque la presión del estado de Córdoba no se frenará hasta la toma definitiva de esta ciudad.


El emir Abdallah se da cuenta del grave problema que se le presenta y decide crear una alianza con la familia muladí de los Banu Qasi que controla la marca superior y lo vuelve a aislar en Bobastro. Omar aprovecha esta ocasión para hacerse fuerte al contar con los apoyos de muchas fortalezas malagueñas, desde Mijas a Comares o Archidona, desde la Axarquía a la Serranía manteniendo además ciertas posiciones de influencia en las fortalezas del Valle del Genil o en la Vega de Granada. Una vez organizadas las alianzas, preparó la toma por la fuerza de las poblaciones del valle del Guadalquivir, incluyendo las poblaciones de Jaén, Écija, Osuna, Estepa, etc. 

Omar llegó a crear un estado alternativo al Califato que buscaba la legitimación de su poder y el reconocimiento exterior, estableciendo contactos con Ifriquiya (Túnez y Libia).

A partir de 889 Omar intensifica la dureza de sus incursiones en aquellas plazas que se le han resistido como Baena o Priego de Córdoba. Estas acciones suponen una convulsión social para el Emirato atemorizando a los pobladores del entorno de Córdoba, lo que le reportan nuevas alianzas, como la de Ishbiliya (Sevilla), a la que hay que sumar las tribus bereberes de la Serranía, destacando el apoyo de los Banu Jali que vivía en la actual Cañete la Real.


La base económica de los habitantes de Bobastro se debió al saqueo y el apoyo indirecto de una población rural dispersa en el territorio que rodeaba la confluencia de los valles y el “Desfiladero de los Gaitanes”. En Bobastro se estableció una economía de subsistencia y las normas internas serían muy fuertes. 

Omar y sus militares establecerán un sistema de rentas a sus refugiados, a sus protegidos en la población rural y a sus aliados en otros pueblos y fortalezas. Los refugiados tenían que aportar sillares, y cada edificio mantenía abierta una cantera. Los eremitas que vivían en este recinto extrajeron sillares para construir un aljibe. Del tributo no se libraba ni la comunidad religiosa.

Pero en el 899 comete un grave error al convertirse al Cristianismo adoptando el nombre de Samuel. Con ello, Omar Ben Hafsún trataba de ganarse la amistad y el apoyo del rey asturiano Alfonso III y de los mozárabes pero el resultado final es que muchos de los muladíes le dieron la espalda.

En septiembre de 917 muere Omar ben Hafsún. Tras su muerte, Abderraman III sitia Bobastro. Sus hijos mantuvieron viva la llama de la insurrección hasta que el 19 de enero de 928 la bandera de los omeyas comienza a ondear en la torre más alta de la fortaleza. El cadáver de Omar Ben Hafsún fue profanado y colgado de una de las puertas de Córdoba junto con la cabeza de un cerdo.


Río Guadalhorce atravesando el "Desfiladero de los Gaitanes"

A partir de este momento los focos de la disidencia se irán apagando para volver a la calma. La prosperidad y con ello, la recaudación de impuestos destaca en este periodo.

Termina una de las épocas más convulsas de al-Ándalus y al mismo tiempo comienza el periodo más glorioso de su historia que tiene como protagonista al califa Abd al-Rahman III que ejerce en torno a su persona el poder político y religioso.

Gracias al prestigio que le diera la conquista de Bobastro, Abd al-Rahman III denominado al-Nasir li-Din Allah (el vencedor por la religión de Alá) se proclamaría el primer califa independiente de Damasco.

En Bobastro, según las crónicas, Omar Ben Hafsún construyó varias iglesias. Una de ellas estaba junto al alcázar, en la zona más alta de la ciudad, vinculada al cuartel general de la revuelta. Otra, estaba en un entorno periurbano, en la cara oeste de la montaña, relacionada probablemente con la comunidad religiosa protegida por Omar. La del alcázar estaba construida sobre sillares, mientras que ésta se excavó en la roca. Además, la iglesia rupestre formaba parte de un recinto cuadrangular que albergaba a los monjes. Un convento ejecutado por y para la comunidad religiosa. No sería improbable que la ciudad de los mozárabes conservase alguna iglesia más. De hecho, junto al Desfiladero de los Gaitanes, se encuentra la Ermita de Villaverde. 

Es muy probable que estas edificaciones se cubriesen con un tejado a una sola agua, favoreciendo el llenado del aljibe los días de lluvia. Además de los sillares y las estancias excavadas en las rocas se han conservado dos grandes silos rectangulares que servían para conservar el grano. 

La arquitectura de las iglesias de Bobastro tienen como antecedentes las basílicas paleocristianas e hispanovisigodas. Los elementos decorativos eran el arco de herradura como los que se han conservado en el muro de la iglesia principal.

La verdadera afrenta al estado cordobés estuvo en el nombramiento como obispo de Yafar ibn Maqsim en 916, cuando ambas construcciones ya están funcionando.

Se sabe que el emir Abd al Rahman III, visitó el lugar cuando conquistó Bobastro a los hijos de Omar ibn Hafsún en 928, desterrando a sus habitantes, destruyendo sus casas y sobre todo, las iglesias que "el rebelde andalusí" había construido en contra de la ley. 

Desde el año 880 hasta la muerte de Omar Ben Hafsún en 917 las montañas de Bobastro protagonizaron comienzo de los mozárabes en el paraje de las Mesas de Villaverde siendo su auténtica ciudad  durante los siglos IX y X. 

Este lugar fue un gran recinto amurallado, el refugio principal de Omar Ben Hafsún y sus seguidores durante medio siglo, un lugar estratégico en la montaña malagueña y el cuartel general de la ofensiva rebelde contra el emirato cordobés. 

Consideraciones finales

Omar ben Hafsún fue un personaje histórico a caballo entre el Islam y el Cristianismo que logró mantener en jaque durante 50 años el poder emiral de la antigua Córdoba -la ciudad más importante de la Europa de su época-, consolidando la mítica ciudad de Bobastro como epicentro de una rebelión que pudo cambiar el curso de la historia de al Ándalus.

Pudo vivir en la opulencia a partir del 888 cuando de nuevo el estado cordobés lo integra en su política y lo nombra gobernador de la Cora de Rayya (Málaga y Axarquía). Sin embargo fue consecuente con su forma de pensar y volvió a su lugar estratégico de las montañas. 


Cruz grabada en piedra en un muro de la iglesia

Si los omeyas no hubiesen reaccionado, Omar ben Hafsún hubiese logrado establecer un pequeño estado independiente en al Ándalus. El hombre que pudo reinar controló territorios que se le escapaban al Emirato de Córdoba, llegando a extender sus dominios en la antigua Elvira y Jaén por el este, la región de Ishbiliya por el oeste, Rayya (Málaga y la Axarquía) y el control absoluto de la Serranía de Ronda y los valles de Algeciras.

Bobastro generó un enorme conflicto al Emirato de Córdoba al ponerlas en jaque. Según algunos estudiosos Omar Ben Hafsún cometió dos grandes errores estratégicos: 
  • El primero enfrentarse en campo abierto a las tropas del califa en la batalla de Poley (Aguilar de la Frontera en Córdoba) el 16 de mayo de 891.
  • Y el segundo, al convertirse al Cristianismo al final de su vida, restándole así poder de convocatoria como líder indiscutible. 
Omar ben Hafsún no fue un “bandolero andalusí”. Un rebelde no encabeza un proyecto político de 50 años pretendiendo que todos sus ciudadanos fueran tratados como iguales y paguen sus impuestos, desde los árabes de raza que provenían de Damasco hasta los muladíes, mozárabes y bereberes.


Posteriormente Almanzor con sus ansias de poder vaciaría de contenido la figura del califa Hisham II y de todas las instituciones sembrando los antígenos de la discordia. En 1009, a los siete años de la muerte de Almanzor -que llevaría a Córdoba a su cenit militar- estalló una fitna que trajo como consecuencia la destrucción de Madinat al-Zaha en 1011 por el bereber al-Mustain que concedería a los ziríes en la persona de Zawí ben Zirí, el territorio de Garnatha (Granada) por su participación en la guerra civil. Zawi ben Zirí se convierte el primer emir de la taifa de la Cora de Elvira trasladando la capital a Medina Garnatha.

Desde Bobastro y el Desfiladero de los Gaitanes nos dirigimos al Castillo de Álora en el "Cerro de las Torres", zona de influencia de Omar Ben Hafsún. Desde el mirador "Alí Ben Falcun al Baezi" impregnamos nuestra retina mediante una bella panorámica del Valle del Guadalhorce.

Algunos pueblos que forman parte de la antigua Algarbía, poniente malagueño o Valle del Guadalhorce: Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre, Álora, Cártama, Coín, Valle de Abdalajís, entre otros.


Desde Bobastro, donde Omar Ben Hafsún pudo cambiar el curso de la historia, para el Blog de mis culpas...



Nuestro guía Cristóbal nos ilustró sobre la antigua Bobastro