jueves, 27 de abril de 2017

Visita a la Base Aérea de Morón con la Residencia de Mayores "San Francisco"



El pasado 25 de abril de 2017 tuvimos la satisfacción de realizar una grata visita a la Base Aérea de Morón acompañando a las Personas Mayores de la Residencia de San Francisco de Morón de la Frontera. 

La Base Aérea de Morón se encuentra a unos 50 km. de Sevilla y a unos 11 km, desde Morón. 

Comprobamos el nuevo acceso a la Base Aérea desde la A-360 que permite la seguridad del tráfico rodado con cerca de 5.000 vehículos/día acompañado de un intenso tráfico pesado. Este nuevo acceso permite acceder a la Base Aérea con dos tramos para el almacenaje de vehículos sin estorbar a los vehículos que circulan: uno para entrar en la Base desde Sevilla y otro para salir de la Base Aérea en dirección a Morón, con un carril de aceleración a la salida de la Base en dirección a Sevilla y otro de deceleración que viene desde Morón. En la Base Aérea de Morón nos comentaron que trabajan, unas 3.500 personas.

Después de pasar los controles rutinarios en el “Control Sevilla”, el autobús nos llevó directo al Edificio del Escuadrón de los Eurofigther del Ala 11 destacando en su fachada el lema “Vista, Suerte y al Toro”. En su confortable sala de “Briefing” proyectaron una película con la historia de la Base Aérea, desde sus orígenes en 1941 hasta nuestros días. 

En la sala de Briefing el comandante del escuadrón informa sobre las circunstancias específicas del vuelo a realizar, dándose las pautas e instrucciones necesarias para la seguridad. También se proyectan fotografías y películas sobre los ejercicios realizados. Es el punto de partida estratégico para cualquier acción.

Originariamente, en el año 1940 se comienza a construir la Base Aérea de Morón, recibiendo el nombre de “Aeródromo Vázquez Sagastizabal” donde la antigua torre de control se encontraba muy cerca de la “Plaza del Sabre”.

En la actualidad, la Base Aérea de Morón alberga entre otros destacamentos:

·El Ala 11 del Ejército del Aire de España, que está equipada con aviones de última generación “Eurofigther".

·El 221 Escuadrón, con los P-3 Orion de Patrulla Marítima.

·El 2.º Batallón de Intervención en Emergencias de la Unidad Militar de Emergencias (UME- BIEM II).

Posteriormente, junto a la fachada del Escuadrón del Eurofigther, la Base Aérea de Morón tuvo la deferencia de realizar una fotografía de nuestra visita, quedando guardada en la retina de nuestro recuerdo.


Más tarde, nos dirigimos hasta la “sección de perros policía” donde nos explicaron “in situ” las diversas técnicas de adiestramiento de los perros especialistas en seguridad y explosivos, entrenados desde cachorros. La perra “Lula” realizó algunos ejercicios en la búsqueda de explosivos.

Pero lo que más nos gustó fue poder observar esas caras de felicidad de nuestros abuelos cuando acariciaban aquel cachorrillo llamado “Dama”.




Al terminar la exhibición de los perros policía, visitamos un P-3 Orión perteneciente a la Patrulla Marítima del 221 Escuadrón. Me acordé de un residente que ya no se encuentra con nosotros, el amigo Francisco "Paco para los amigos", que hubiese disfrutado con esta visita a la Base Aérea de Morón.



A continuación, nos dirigimos para ver otros tipo de “cazas”, con los depredadores como protagonistas: los halcones peregrinos y azores son imprescindibles en una Base Aérea para erradicar a otras aves que pueden hacer mucho daño a los aviones como lo demuestran algunas fotografías que nos mostraron al entrar y por consiguiente, pueden poner en peligro la integridad física de los pilotos.

El cetrero mayor Jesús y su hijo Fernando nos enseñaron varios tipos de halcones peregrinos e híbridos que siempre acuden fieles a la mano que les da de comer. Su misión principal es disuadir a las aves para que no entorpezcan el paso de los aviones. Para ello es necesario que el halcón tenga suficiente hambre.

Al ahuyentar continuamente el halcón a las aves, éstas identifican el territorio como zona donde existen depredadores -halcones- en busca de caza. En este caso, la paloma busca otros lugares donde asentarse.

Cada halcón vuela con un transmisor que emite una señal de localización, en el caso de que se vaya lejos e incluso se pierda. Es evidente que cuando vemos este tipo de depredadores, nuestra retina de los que peinamos alguna que otra cana se acuerda del naturalista y defensor de la naturaleza Félix Rodríguez de la Fuente que influyó en los cetreros de toda una generación.

Felix Rodríguez de la Fuente definió la cetrería como «la primera vez en que el hombre no sometió al animal con el yugo y el látigo».

De vuelta hacia la cantina, divisamos la antigua “Plaza del Sabre” junto a la antigua torre de control, donde el que escribe estas humildes letrillas con alguna que otra cana de plata, realizara su servicio de instrucción como recluta durante el periodo estival de 1978 del pasado siglo. Entonces, se llamaba "Ala 21" ¡Cómo pasa el tiempo!.

La jornada terminó degustando la buena gastronomía de la cantina donde el tradicional potaje o la paella brilló con luz propia. Terminada la grata visita a la Base Aérea, tuvimos la oportunidad de saludar al coronel de la Base Aérea de Morón D. Carlos de Issasi. 

El epílogo de nuestra visita llegó sobre las 3,30 p.m. donde nos esperaba nuestro autobús “Alpe” para realizar el viaje de vuelta hacia nuestro lugar de origen: “La Residencia de Mayores de San Francisco”. 

Un grata visita que quedará almacenada en la retina de nuestro recuerdo proyectando al mismo tiempo alguna que otra reminiscencia de mi antiguo servicio militar, en julio del 78 del pasado siglo. Y es que también ha pasado -como en mi época escolar- en el mejor de los casos, media vida.

Desde la Base Aérea de Morón, para el Blog de mis culpas...


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lunes, 24 de abril de 2017

¡Por Coripe no pasa el tren, ni por Morón tampoco!…


IV Encuentro de antiguos alumnos del Instituto de Morón, en Coripe

El pasado sábado 22 de abril de 2016 tuvo lugar en la antigua estación de Coripe el "IV Encuentro entre compañeros (1970-1977)" del antiguo Instituto Nacional de Enseñanza Media (I.N.E.M.) de Morón, ubicado en la retina de nuestro recuerdo. El primer encuentro tuvo lugar en Morón, al que siguió El Coronil, La Puebla de Cazalla, Coripe. En Montellano, será el próximo año coincidiendo con el sábado siguiente a la Semana Santa.  

Estos pueblos vecinos en la década de los años setenta del pasado siglo, se desplazaban en autobús hasta el añorado Instituto ubicado en La Alameda. Este año de 2017 celebra el 50º Aniversario desde su fundación, allá por el año 1967.

A comienzos de los años 70 del pasado siglo ¡casi ná!, era obligatorio llevar el tradicional uniforme con aquella corbata roja, chaqueta azul marino y chaleco, pantalón y calcetines de color gris. ¡Si te faltaba alguna prenda, te mandaban a casa a por ella!. Los alumnos teníamos prohibido entrar por la entrada principal, que estaba destinada sólo y exclusivamente a los profesores. El recreo aún tenía las gradas del antiguo campo de fútbol del Morón. ¡Recuerdan los antiguos alumnos más longevos!...



Un grato encuentro entre compañeros que nos produce -al menos para el que escribe estas humildes letrillas- cierta nostalgia, porque hablamos ya de 40 años, y eso en el mejor de los casos, ya es media vida.


Cuando bajamos desde Coripe a la vieja Estación de ferrocarril, nuestra retina capta al instante desde el mirador ubicado en la carretera, una impresionante panorámica natural convertida en "Vía Verde de la Sierra", con sus grandes infraestructuras en forma de puentes, pontones y grandes túneles que atraviesan la montaña esperando un ferrocarril que nunca llegaría a transitar, porque jamás llegarían las vías.

Las vías verdes son antiguos trazados ferroviarios recuperados para el disfrute y prácticas de actividades al aire libre. En concreto, la Vía Verde de la Sierra transita por la antigua línea de ferrocarril Jerez-Almargen, uniendo las localidades de Puerto Serrano y Olvera.


Las características de la “Vía Verde de la Sierra”: tiene una longitud de 36,5 kms. con 30 túneles, el mayor, el Túnel del Castillo con 990 metros de longitud, 4 viaductos, el más espectacular el de Coripe con 237 m. de longitud atravesando la Junta de los Ríos, desembocadura del río Guadalporcún en el Guadalete de gran trascendencia histórica por la batalla en el 711 entre moros y cristianos aunque no pocos historiadores la ubican con más lógica geográfica en la "Batalla de la Janda", cerca del río Barbate.


Desde el punto de vista arquitectónico, el primer túnel iluminado en dirección a Olvera “Cádiz” tiene una longitud de 175 metros (túnel nº 11), al que le sigue el Viaducto de Zaframagón con 68 metros de longitud. El túnel del Castillo tiene una longitud de 990 metros en dirección a Puerto Serrano (túnel nº 10), también iluminado.

Muy cerca -a 1,5 km.-, se encuentra un impresionante Monumento Natural compuesto por una espectacular encina (Quercus Rotundifolia), conocida en esta zona geográfica como “el chaparro” y que la literatura popular ha bautizado como “El Chaparro de la Vega”, considerado como Monumento Natural de Andalucía, con más de 200 años de antigüedad alcanzando unas sobresalientes dimensiones (13 metros de altura, 1 metro de diámetro en el tronco y un diámetro de copa de 30 metros). Situado en el entorno de la Sierra Sur de Sevilla, en el municipio de Coripe, dentro de un bello entorno de gran valor natural y paisajístico. La vegetación circundante está compuesta por bosques de encinas adehesados, con un sotobosque formado por matorral mediterráneo.

Los túneles y viaductos unen los pueblos de Puerto Serrano y Olvera. La retina de la historia nos recuerda que esta franja geográfica llegó a ser en tiempos pretéritos “zona donde ejercía su influencia algún que otro bandolero”. Muy cerca se encuentra Montellano, Olvera y Grazalema donde en diferentes épocas históricas transitaron José María “El Tempranillo” y “Antonio Ríos González “El Pernales”. 

Túnel nº 10 en dirección hacia Puerto Serrano (Cádiz)

Antes de que llegaran los compañeros al Hostal Restaurante "La Estación" ubicado en la antigua Estación de ferrocarril, por donde no pasa el tren, nos sentamos a refrescarnos con una Cruzcampo bien fría. Nuestra retina capta al instante un documento colgado sobre la pared sobre la historia y construcción de esta vía del ferrocarril entre Jerez y Almargen realizado por los profesores de la Universidad de Sevilla Juan y María Dolores Rincón Millán, y que comparto con los compañeros.

Ni que decir tiene que la construcción de este trazado ferroviario Jerez-Almargen supuso la ilusión de muchos pueblos olvidados de la Sierra de Sevilla y Cádiz por salir del estancamiento económico al que estaban sometidos, al carecer de vías de comunicación que les permitieran sacar sus productos al exterior.


Breve Historia

En el año 1888 la Diputación de Cádiz propone la construcción de un ferrocarril hasta las olvidadas sierras gaditanas, el Ferrocarril Jerez a Setenil y Grazalema, de 160 km. de longitud y un costo de unos 8 millones de pesetas, cuya construcción no pasó del papel. La segunda intentona se remonta a principios del siglo XX, cuando en la misma sede de la Cámara de Comercio de Jerez de la Frontera se creaba la Sociedad Anónima Estudios del Ferrocarril de Jerez a Villamartín y Setenil para la que se suscriben por distintas personalidades de los pueblos interesados 2.125 acciones de 50 pesetas cada una. La idea era, además del transporte de personas por la compleja orografía gaditana, dar salida a los vinos y productos agrícolas de Jerez, de su comarca y de algunos pueblos de Cádiz y de Sevilla, donde se incluía a Coripe. La Sociedad encarga el proyecto del Ferrocarril a Villamartín y Setenil al ilustre ingeniero jerezano Antonio Gallegos Sánchez, quien proyecta un ferrocarril de 130 km. de longitud, en vía ancha (1.672 mm.) y un coste de 24 millones de pesetas, pero que al no encontrar financiación para su uso terminaría también quedando en el olvido.


El Gobierno, entonces presidido por Antonio Maura, pretende reactivar la construcción de ferrocarriles de vía estrecha (ancho de vía 1m.) más acorde a nuestra topografía y de menos costo, y para ello aprueba el 26 de marzo de 1908 la Ley de Ferrocarriles Secundarios y Estratégicos, donde se incluye, la línea Jerez a Setenil por Villamartín, como ferrocarril secundario de vía estrecha. La citada sociedad presenta el proyecto, redactado en diciembre de 1909 también por Antonio Gallegos pero, tanto este ferrocarril como los incluidos en la extensa lista de la citada ley, quedaría en el olvido debido a la crisis económica mundial (I Guerra Mundial "1914-1918"), las revueltas sociales internas por la guerra marroquí y la debilidad del sistema político.

Con este escenario político y bajo el reinado de Alfonso XIII (abuelo del actual rey), en Septiembre de 1923 el General Miguel Primo de Rivera, jerezano de nacimiento, proclama la Dictadura y nombra en diciembre de 1925 a Rafael Benjumea y Burín, Ministro de Fomento. Este hombre ingeniero de profesión afincado en Málaga pero nacido en Sevilla, era profundo defensor de las obras públicas y sería el impulsor de un ambicioso Plan de Ferrocarriles que tenían la misión de vertebrar las comunicaciones ferroviarias del país y entre otras cosas servirá a intereses militares y estratégicos. A raíz de ello, proclama el Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente Construcción mediante Real Decreto-Ley de 5 de marzo de 1926, publicado en la Gaceta Nª 65 al día siguiente. En este Plan aparecen las líneas Jerez a Villamartín, Olvera a la Sierra y Totana o La Pinilla (Murcia) de marcado carácter estratégico, pues pretendía conectar más directamente las Bases Navales de Cádiz y Cartagena. Las primeras se convertirían a la postre en el Ferrocarril Jerez de la Frontera (Cádiz) a Almargen (Málaga) cuyo proyecto, redactaría, en Septiembre de 1925, el joven ingeniero Gonzalo Torres-Quevedo Polanco.

El 10 de agosto de 1926 se publica en la Gaceta de Madrid la adjudicación de las obras de la Sección Primera (Jerez-Arcos) a la empresa de Manuel Troitiño Endreira por importe de 2.469.071 Ptas. Seguidamente en Marzo de 1927 se adjudican el resto de obras de la Sección Primera y la Sección Segunda (Arcos-Olvera) a la empresa Valentín Valhonrat, S.A. por importe de 27.291.479 Ptas. y el 14 de Agosto de 1928 se adjudican las obras de la Sección Tercera a Manuel Troitiño Endreira por importe de 10.322.404 Ptas., prolongándose estas hasta finales de 1933. A pesar del impetuoso comienzo de las obras y del empeño mostrado por la Dictadura por construir el ferrocarril, la llegada de la II República, la Guerra Civil Española, la crisis de la posguerra y la II Guerra Mundial harían que estas se ralentizaran enormemente, retomándose allá por los años 50 a un ritmo muy lento, hasta que en 1962 un informe del Bando Mundial aconseja abandonar varias líneas férreas, entre ellas la línea Jerez-Almargen. Desde entonces hasta finales del siglo XX, la línea ha estado abandonada y sometida a numerosos actos vandálicos, robos e inclemencias del tiempo, sin ningún tipo de conservación, a cuyo pesar sus infraestructuras están en buen estado actualmente.



Esta línea, de 127 km. de longitud, sería una magnífica y emblemática obra de ingeniería para su época, lo mismo que las restantes del Plan considerando los escasos medios técnicos de entonces, por donde jamás circularía ningún tren, a excepción del tramo Jerez-Jédula donde circularon algunos trenes de mercancías. La línea con origen en Jerez, discurriría por las estaciones de El Rito (Apeadero), Jédula, Arcos de la Frontera, Bornos, Villamartín, Puerto Serrano, Coripe, Zaframagón (Apeadero) Navalagrulla (Apeadero), Olvera y Corbones (Apeadero) para terminar en Almargen. Durante su recorrido se han perforado 55 túneles, se han tendido 7 grandes puentes y viaductos, además de varios pontones, muros, trincheras y alcantarillas. Actualmente, de este largo recorrido, se han recuperado 36 km. para la Vía Verde de la Sierra, una de las mejores vías verdes del país, que cuenta con varios premios y distinciones nacionales e internacionales. Casi en el punto medio de este recorrido se encuentra perfectamente comunicada, acondicionada y dotada de múltiples servicios la Estación de Coripe.

Después de haberme ilustrado un poco con la historia del ferrocarril de Coripe, llegaron los compañeros que visitaron el Chaparro de la Vega. Poco a poco se iban integrando al grupo otros compañeros que recordaban con cariño y cierta nostalgia aquéllos años vividos en la década de los 70 donde por razones de nuestra edad aún teníamos algún que otro proyecto de vida por realizar entre “viejos sueños, utopías y alguna que otra quimera” propias de la edad adolescente. 



¡Quién no recuerda aquéllos pupitres unipersonales cerca del profesor que nadie quería ocupar por no permanecer “aislado” de los compañeros y ser el al mismo tiempo, el alumno que tenía el mayor número de posibilidades para que el profesor se fijara en ti, para salir a la pizarra!...

...O cuando el Sr. Conserje “Don Romualdo -Q.E.P.D.-" abría la puerta del aula  y nos levantábamos en señal de respeto, para transmitirnos a cualquiera de nosotros que el director o el jefe de estudios quería comunicarnos tal o cual cosa sin importancia. Íbamos por aquéllos pasillos pensando ¡para qué querrá vernos!, por aquello del “miedo escénico” que generaba la Dictadura y que se proyectaba al profesorado de la época.

Recuerdo aquella profesora de historia que se detenía durante muchas clases en aquel "nacionalcatolicismo" como la Reconquista, los Reyes Católicos, el Descubrimiento de América o la Evangelización de los indios que ocupaban una gran parte de la asignatura...

También recuerdo a su esposo y otros profesores que simpatizaban con el Movimiento Nacional que dieron aquella infumable y aburrida asignatura denominada F.E.N. "Formación del Espíritu Nacional" a la que llamábamos "Política" y casi siempre se daba los lunes, a primera hora de la tarde, recién comido. 

También recuerdo algún que otro "profesor", que al pertenecer a la O.J.E. "Organización Juvenil Española", tenía más posibilidades de dar clases en aquéllas asignaturas denominadas "Marías" en el Instituto o en algún que otro colegio privado.



En definitiva, un grato encuentro entre compañeros de varios pueblos que se repite cada año y que produce -al menos para el que escribe estas humildes letrillas-, una cierta nostalgia porque muchos hemos perdido ya a nuestros progenitores, que entregaron su vida por nosotros. Casi sin darnos cuenta, hablamos ya de la friolera de 40 años. Y eso, en el mejor de los casos, forma parte del ecuador de nuestra vida.

El tener un blog me permite como "pretexto" realizar algún que otro viaje para conocer nuevos puntos geográficos de la antigua Al Ándalus, el bandolerismo, la ruta machadiana, etcétera y poder compartirlos con los amigos como decía don Antonio Machado:

"En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da».

Y se me viene a la memoria aquel dicho que tiene muchos lustros a sus espaldas:

"La vejez comienza a manifestarse cuando pesan más -en nuestras frágiles entendederas- los recuerdos que nuestras ilusiones. Es entonces, cuando la nostalgia en forma de canas de plata, se manifiesta bajo un enorme peso en nuestra alma".

Un abrazo para todos los compañeros que formamos parte de algún modo, de la vida del "Viejo Instituto Nacional de Enseñanza Media (I.N.E.M.) de Morón", en la frontera de nuestra propia esperanza.

Compañeros en el Monumento Natural Andaluz "El Chaparro de la Vega"

martes, 18 de abril de 2017

Visita al Monasterio cisterciense de San Isidoro del Campo



“Post tenebras, lux”
Tras las tinieblas, la luz

Es grato comprobar la recuperación de un nuevo espacio cultural para Andalucía como es el Monasterio de San Isidoro del Campo, que fuera fundado por Alonso Pérez de Guzmán "El Bueno” y María Alonso Coronel en 1301. 

Cuenta la tradición que en este monasterio estuvo enterrado San Isidoro de Sevilla, teólogo y erúdito de la Hispania visigoda que fuera arzobispo de Sevilla entre el 599 y 636 y canonizado por la Iglesia católica, cuyos restos serían trasladados a León en 1063.

Este interesante enclave histórico llegó a ser denominado en tiempos pretéritos “Sevilla, La Vieja” ubicado junto a las faldas del Aljarafe “al-Xaraf”, cerca de las Ruinas de Itálica y que formó parte de la “Vía de la Plata” y también de la “Vía de la Bética Romana”.

Si realizamos una mirada retrospectiva hacia el momento de la construcción del Monasterio de San Isidoro del Campo, cincuenta años años después de la conquista de la antigua Isbilya "Sevilla", podemos observar que en estos territorios se realizaban incursiones en un sentido y otro de la frontera de Granada, con la continua amenaza de los benimerines.

Benimerines es el nombre castellanizado que recibieron los Banu Marin, miembros de la dinastía bereber norteafricana más importante surgida tras la caída y destrucción del Imperio Almohade y que gobernará buena parte del Magreb a partir de 1268.

Es necesario destacar que el núcleo primitivo del Monasterio de San Isidoro del Campo es el fiel reflejo de la sociedad castellana de la época, fuertemente militarizada, dominada por la nobleza y el clero, con una situación política y social inestable reflejando las relaciones de poder entre determinadas clases sociales.

Un caldero y un lobo eran los símbolos heráldicos de los Guzmanes y Ossorios respectivamente, lo que nos indica que la iglesia se erigió después de 1334, fecha en que Juan Alonso Pérez de Guzmán se casa en segundas nupcias con Urraca Ossorio, y debió concluirse antes de 1531, fecha de la muerte de Juan Alonso de Guzmán.




Desde su fundación el Monasterio de San Isidoro del Campo ha estado bajo la administración espiritual y temporal de diferentes órdenes religiosas: cistercienses, ermitaños, jerónimos y la Orden de San Jerónimo. 

En este singular monasterio-fortaleza con doble iglesia, se solapan el estilo gótico con claras influencias del Languedoc y mudéjar en el que es visible la tradición almohade. Sus excepcionales pinturas murales y bienes muebles conforman uno de los conjuntos más notables de toda España, habiendo sido declarado Bien de Interés Cultural en 1872.

Desde el momento de su fundación ha existido una estrecha vinculación entre el Monasterio de San Isidoro del Campo e Itálica. En la “Carta de Dotación” se explicita la entrega al Monasterio de “Sevilla la Vieja”, nombre que recibía en aquella época Itálica, reducida a una simple alquería.

Los restos romanos fueron utilizados como materiales de construcción desde el momento fundacional o hasta finales del siglo XVIII. Así aparece, una inscripción romana en uno de los matacanes de la fachada meridional, se utilizaron mármoles romanos para la reforma del presbiterio de la iglesia monacal en el siglo XVII, en la fachada neoclásica de las celdas del claustro grande se usaron también sillares romanos, según expresa una inscripción, y como ha documentado la arqueología y es visible en uno de los lienzos de la Vida de San Isidoro, existieron hornos de cal que la utilizaban como materia prima. Diversos elementos arquitectónicos y escultóricos, restos de una rica colección que poseía el monasterio a finales del siglo XVIIII, han llegado hasta nuestros días. Entre ellos, cabe señalar el fuste y el capitel que se hallan en el llamado Patio de los Naranjos, otro capitel corintio que aquí se expone junto con la cabeza de Apolo, que hasta mediados del siglo XX decoraba la espadaña del monasterio junto con otra de un personaje desconocido.

Itálica puede ser considerado el primer asentamiento romano en el Sur de la Península Ibérica, que fuera fundado en el 206 a.C. por Publio Cornelio Escipión “El Africano” en el contexto de la Segunda Guerra Púnica siendo además, cuna del emperador Trajano y de su sucesor Adriano. 

Llama nuestra atención desde el atrio el singular monasterio-fortaleza donde brilla con luz propia las almenas, matacanes, ventanas saeteras y los ábsides inexpugnables que nos recuerdan antiguos símbolos de la fuerza y poder del linaje más importante de la alta nobleza en Andalucía durante la Baja Edad Media: el de los Guzmanes. 

En 1298 Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” y María Alonso Coronel “fundadores de la Casa de Sidonia”, conseguirán de Fernando IV de Castilla el privilegio para la fundación del “Monasterio Cisterciense de San Isidoro del Campo” cuya fundación data de 1301 y entregado a los monjes de San Pedro de Gumiel, siendo considerado el monasterio cisterciense más meridional de Europa. Se trata de la primera institución monástica de Andalucía impulsada por un particular, pues todos los anteriores monasterios fueron impulsados por la monarquía. Los monjes cistercienses permanecieron en el monasterio hasta 1431. 


Panteón de "Guzman , el Bueno" en el Monasterio.

El monasterio fortaleza se erige con el objetivo de servir de panteón al linaje de los Guzmanes para memoria perpetua y poder posibilitar así “la salvación eterna”. El primer enterramiento realizado en el Monasterio de San Isidoro del Campo será el de su hijo Pedro Alonso, protagonista de los sucesos de Tarifa.


En 1294 el rey Sancho IV recurrió a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” para la defensa de Tarifa, plaza amenazada por el infante don Juan, hermano del monarca, con la ayuda de los meriníes y nazaritas. Allí ocurrió la célebre defensa heroica de Tarifa, con la muerte de su inocente hijo menor “Pedro Alonso de Guzmán”, convertida en leyenda histórica. 

Según ésta, “Guzmán el Bueno” lanzó un cuchillo desde su castillo para que mataran con él a su propio hijo antes que sucumbir al chantaje que le hacían los sitiadores al haberlo conseguido apresar. Tras la gesta de Tarifa, Sancho IV le prometió el Señorío de Sanlúcar cuyo término incluía los lugares y poblados de Sanlúcar de Barrameda, Rota, Chipiona y Trebujena.


Monumento a "Guzman, el Bueno", en Tarifa

Sin embargo, será su hijo Fernando IV quien hizo efectiva dicha merced en 1297. Con el tiempo, Sanlúcar se convertiría en el principal solar de la casa. En 1299 recibió la merced de la almadraba de Conil y en 1303 la almadraba de Chiclana, cuyas respectivas aldeas poblaría. En 1307 recibió el Señorío de Vejer de la Frontera, a cambio de Zafra y Falconera, en Extremadura. Asimismo recibió el Señorío de Marchena y una retención sobre las rentas de Medina Sidonia.

Los restos mortales de su hijo fueron los primeros en ser depositados en la Iglesia del Monasterio de San Isidoro del Campo, algunos años después de su muerte, acaecida en 1294. En 1309 falleció Alonso Pérez de Guzmán, “I Señor de Sanlúcar de Barrameda” en la toma del castillo de Gaucín, en la Serranía de Ronda, luchando en la frontera del Reino de Granada. 



Castillo del Águila, en Gaucín, donde encontrara la muerte Guzmán, "El Bueno".

Los monjes cistercienses habitaron el monasterio hasta el 27 de septiembre de 1431 siendo desposeídos en virtud de una bula papal otorgada por el papa Martín V en 1429 a instancias de Enrique de Guzmán, conde de Niebla. 

Serán sustituidos por los ermitaños jerónimos de Lope de Olmedo a partir de 1431 con el objeto de recuperar el rigor eremítico de la Orden de San Jerónimo y profundizar en el estudio de las Sagradas Escrituras. Serán conocidos como “los isidros”. En 1568 será ocupado por la Orden de San Jerónimo.

A la iglesia primitiva de una sola nave, se le adosa una segunda iglesia en el segundo tercio del siglo XIV, mandada a construir por Juan Alonso Pérez de Guzmán “II Señor de Sanlúcar” quien quiso disponer de un panteón funerario propio, no siendo hasta 1600 cuando se unan los tramos inmediatos al presbiterio. 



La iglesia primitiva o fundacional se reservará para el culto monástico, mientras que la “nueva” estaba abierta a los fieles y a partir del siglo XVII abarcando las funciones del templo parroquial de Santiponce. Ambas iglesias serán conocidas como “las iglesias gemelas”.

Los monjes cistercienses se enterraban en el exterior del templo. Posteriormente los monjes jerónimos y potentados se enterrarían en el claustro, recibiendo por ello el nombre de “Claustro de los Muertos”. 

Las estructuras y dimensiones de ambas iglesias son de una sola nave con tres tramos y cabecera poligonal de siete lados con diferentes alturas, siendo más elevada la primera, lo que enfatiza su aspecto de fortaleza, puesto de manifiesto en el coronamiento de las almenas y matacanes que circundan el ábside, conformador por arcos apuntados que cabalgan entre contrafuertes, elemento singular de la arquitectura gótica de Andalucía.


El clero ha defendido siempre el “status quo” justificando y apoyando ideológicamente una situación que los ha convertido en estamento privilegiado. No olvidemos que el abad del Monasterio de San Isidoro del Campo poseía jurisdicción espiritual equiparable al de un obispo y temporal equiparable a un señor feudal. Por tanto, Santiponce entraba dentro de las propiedades del monasterio. 

El 20 de diciembre del año 1603 se produce una riada que provoca el traslado de Santiponce original hasta su emplazamiento actual. Los monjes del Monasterio cisterciense les cedieron las tierras altas a los supervivientes para la construcción de sus casas, edificándose un nuevo Santiponce, sobre las ruinas de la “Vetus Urbs” o Ciudad Vieja, núcleo originario de la ciudad de Itálica. El antiguo cementerio de los monjes cisterciense se transformará en cementerio municipal y la iglesia nueva se convertirá en templo parroquial.


En el siglo XVI se produce en el Monasterio de San Isidoro del Campo uno de los primeros focos de Reforma en España, ya que la comunidad de los monjes jerónimos practicaban las ideas reformadas. En su interior se leyeron y tradujeron libros prohibidos por el Tribunal de la Inquisición “desde Lutero a Calvino”. 

El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero clavó sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Winttemberg cambiando la historia del mundo, dando origen a la mayor ruptura dentro del Cristianismo y el punto de arranque de la reforma protestante que en 2017 celebrará su V Centenario. 

Los libros prohibidos llegaban a Sevilla gracias al arriero Julianillo Hernández. La Inquisición descubrió el brote herético y quemó a algunos de los “monjes propagandistas” en varios Autos de Fe. Sin embargo, algunos lograron escapar fuera de España como Casiodoro de Reina que se estableció en la Europa reformada. 

Casiodoro de Reina fue el traductor de la primera Biblia castellana completa, el 28 de septiembre de 1569, hermosa versión todavía vigente (con revisiones, en especial la de Cipriano de Valera, en 1602) en las comunidades evangélicas de todo el orbe hispánico. Esta es la famosa Biblia Versión Reina-Valera, que actualmente es la más leída en español, versión de 1960. 

Se la denominó la “Biblia del Oso” porque en su portada viene ilustrado un oso. La traducción a las lenguas romances o vulgares estaba prohibida por la Iglesia Católica, pero no así por las Iglesias reformadas.

María Bohórques fue una mujer muy docta, con tan sólo 24 años, fue condenada a morir en el "Quemadero del Prado de San Sebastián", en 1559 por mantener sus creencias reformadas.

En el interior del Monasterio de San Isidoro del Campo se funde el arte gótico con el mudéjar que lo convierte en uno de los conjuntos monumentales más importantes de Andalucía. El Monasterio de San Isidoro del Campo posee una verdadera carga histórica y artística con obras de Martínez Montañés, Pacheco y frescos del siglo XV. 



El Monasterio fue ampliándose y enriqueciéndose con los siglos, llegando a contar con una torre, una espadaña y cinco claustros. Junto a las dependencias monacales se encontraban la procuraduría, la hospedería y las instalaciones agropecuarias propias de estas instituciones que pretendían ser autosuficientes, dado su carácter autárquico. Se construyen graneros, almazaras, almacenes, alberca, pozos, norias, lagar, etc.

En la iglesia primitiva los muros del ábside se construyen con piedra tallada y los arcos sustentados mediante ménsulas mientras que la iglesia nueva se labraría en ladrillo y los arcos sustentados por pilastras. El Monasterio de San Isidoro del Campo es considerado uno de los ejemplares más significativos del mudéjar sevillano.

En las claves de los arcos centrales de las fachadas, en las bóvedas se representaron los símbolos heráldicos del linaje y en los sepulcros la imagen que se tuviese de ellos: armados con espada, cota de malla y armadura, como grandes guerreros. 

A lo largo del siglo XIX se produjeron en el Monasterio de San Isidoro del Campo dos exclaustraciones: la primera con ocasión de la invasión napoleónica 1808-1814 y la segunda con la “Desamortización de Mendizábal” en 1835. Tras esta última exclaustración el conjunto monacal se dedicó a cárcel de mujeres revertiendo finalmente en 1880 al Duque de Medina Sidonia.

Durante este periodo el proceso de degradación del conjunto fue notable, con el hundimiento de elementos significativos como el Claustro de los Mármoles o de los Aljibes, la botica y la hospedería. Ante la ruina inminente de esta última se movilizaron algunas instituciones como la Comisión de Monumentos y la Academia para salvar las pinturas murales que habían aparecido en el Claustro de los Evangelistas. Ante el riesgo de venta de todo el conjunto, Demetrio de los Ríos consiguió que fuera declarado Monumento Artístico Nacional en 1872, el primero de Andalucía, exceptuándolo así de la venta de los Bienes de Estado.

Los frescos han sido objeto de su restauración a finales del siglo XX debido a los destrozos producidos en la “Revolución de 1868”. Entre 1956 y 1978 el Monasterio vuelve a tener uso religioso siendo ocupado por los Jerónimos. A partir de esa fecha ha estado abandonado a su suerte.

Con motivo de los actos del VII Centenario de su fundación por Guzmán el Bueno se produce una profunda rehabilitación en el año 2002. Actualmente el Monasterio de San Isidoro del Campo pertenece a la Fundación Casa Álvarez de Toledo y Mencos, que tiene un Convenio de colaboración y cesión temporal de uso compartido con la Junta de Andalucía.




La visita al Monasterio de San Isidoro del Campo

Por la SE-30 accedemos desde Sevilla al Monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce. En la explanada de la parte exterior del templo de San Isidoro del Campo se puede observar el “Patio de los Naranjos”. En el centro destaca la cruz del atrio que nos recuerda que estamos sobre un lugar de enterramiento de monjes cistercienses.

Los jerónimos que los sustituyeron a partir de 1.431 sepultaban a sus difuntos y particulares adinerados en el claustro grande, denominado “Claustro de los Muertos” donde se pueden observar algunas lápidas en sus galerías.


En el atrio, sobre una portada lateral junto a la puerta de entrada al conjunto monumental se puede observar una cerámica que representa el escudo de los Álvarez de Toledo, que ostentaron el escudo de la Casa de Alba durante varios siglos, rodeado por los estandartes de las casas que dieron origen al Ducado. 

En el sureste nuestra retina capta la torre de estilo barroco, renovada tras el terremoto de Lisboa en 1.755. Tanto desde el exterior como en el interior se perciben las dos iglesias conocidas ambas como las gemelas: la primitiva o fundacional y la nueva. De la época fundacional se ha conservado un Crucificado, única imagen que se permitía en los templos cistercienses. 

Llegamos a un espacio acotado “el coro” que ocupa la mayor parte de la iglesia primitiva o fundacional, restringida para el culto monacal, estrechamente ligado al presbiterio en el ámbito de la liturgia donde los monjes recitaban salmos y lecturas una hora nocturna y siete diurnas. Estas horas canónicas se cantaban en el coro y era señaladas con un toque de campana. 

La sillería del coro es una obra clasicista del siglo XVII donde se muestra el rigor ideológico de la “Contrareforma”, desde el Concilio de Trento en 1535 y en estrecha relación con el nuevo rumbo que la orden jerónima impuso al monasterio. Posee dos niveles y allí se colocaban los monjes.

El fascistol o atril grande conserva el diseño clásico en su vástago central al que se añade en la segunda mitad del siglo XVIII para enriquecerlo una talla rococó con La Inmaculada rodeada de ángeles. El órgano vendrá a reforzar con sus toques el esplendor ceremonial de la liturgia.


Decoran los muros del coro una serie de cuadros: La Asunción-Coronación de la Virgen, El Triunfo de la Muerte, una alegoría a la fugacidad de la vida; San Cristóbal, como era tradicional, se situaría a la entrada del templo; San Isidoro en la toma de Baeza muestra la imagen del Santo titular en relación con el concepto de “Reconquista” que propugnaron los reinos cristianos.




Desde el coro se observa “El Claustro de los Muertos” cuya nomenclatura se debe a que las galerías fueron utilizadas por los jerónimos para el enterramiento de los monjes, patronos y algunos particulares pudientes. En el centro del Claustro se encuentra el pozo, que en la tradición cisterciense tenía un valor simbólico como fuente de la vida.

El monasterio posee dos claustros “El claustro de los Muertos” y “El claustro de los Evangelistas”. En torno al Claustro de los Muertos se articulan las dependencias del núcleo medieval: iglesias, refectorio, sacristía, sala capitular, etc.


El Claustro de los Muertos es de estilo mudéjar, de planta rectangular, con doble galería y arcos peraltados enmarcados en alfiles que apean sobre pilares ochavados. Las pinturas que se encuentran son murales al fresco con decoración y lacerías mudéjares. Hallamos restos de una Anunciación, de Juan Sánchez de estilo hispanoflamenco, y también encontramos un San Miguel a la grisalla.



Consta de un patio, cuatro galerías perimetrales, dos plantas y una escalera de caracol exterior que las comunica. Los arcos, cuyo número se duplica en la planta alta, son de medio punto y están enmarcados por alfices. Su traza mudéjar confirma la mayor libertad estilística en relación con otras dependencias más sometida a la regulación de la orden, lo que en este caso permitió las aportaciones de tradiciones constructivas y decorativas locales. Este mudejarismo se acentúa con la policromía de las arquerías y la decoración pictórica de los arrimaderos, en un despliegue de paños de lacerías de tradición islámica, combinados con motivos vegetales de tradición gótica. 


El claustro de los Evangelistas o de la Hospedería posee unos frescos que datan del siglo XV atribuidos por unos a Diego López, maestro mayor de los pintores del Alcázar de Sevilla y otros autores lo atribuyen a Pedro de Toledo. 

El Claustro situado al sur de la iglesia para que estuviese más soleado era el centro de la Vida Monástica. Allí se encontraba el “armariolum”, librería para que los monjes en los momentos de esparcimiento de pudieran dedicar a la lectura. 


Las pinturas murales permiten apreciar los sucesivos cambios de gusto producidos desde el siglo XV al XVII, destacando las pinturas de San Miguel y la Anunciación, obras de Juan Sánchez de San Román, fechables en torno a 1490. También son notables los paños de azulejos de arista del siglo XVI que recubren la galería norte.


La comida en el monasterio era a base de pan, legumbres y excepcionalmente, pescado. La carne estuvo especialmente proscrita. Siempre la lectura daba a la comida el sentido espiritual y didáctico que se requería en la vida monacal.

Antes de entrar en el refectorio los monjes se lavaban las manos en el lavabo. Las mesas se disponían en forma de U, sentándose los monjes sobre un banco corrido apoyado en el muro. Encontraban el alimento ya servido, después de la bendición en latín, se sentaban, y no comían hasta que el prior descubría el pan. Se comía en silencio, mientras que los monjes procedían a la lectura desde el púlpito.

El refectorio se sitúa en un espacio rectangular cubierto con bóvedas de crucería apoyadas sobre ménsulas repisas. Está presidido por la Sagrada Cena, pintura mural única en España.

Se construyeron en el siglo XIV, siguiendo los postulados de la arquitectura gótica de raíz burgalesa, tal como muestra la propia fábrica y las ventanas que dan al claustro; mientras que las ventanas que dan a exterior se rematan con arcos polilobulados de tradición almohade.



De vuelta a las galerías que dan de nuevo al Claustro de los Muertos entramos en la Sacristía de amplias dimensiones destacando el retablo de la Virgen de la Antigua, obra atribuida a Cristóbal de Mayorga.

Saliendo de la Sacristía entramos en el presbiterio de la primitiva iglesia donde destaca el Retablo Mayor, obra de Juan Martínez Montañés finalizado hacia 1613 donde se encuentran representados San Isidoro de Sevilla, San Jerónimo o el Nacimiento y la Adoración de los Pastores. Junto al Retablo Mayor se encuentra el panteón con las figuras orantes de D. Alonso Pérez de Guzmán y Dª María Alonso Coronel, dos de las tres únicas figuras no sagradas que realizó Montañés en toda su vida. 


Desde la Iglesia primitiva entramos en la Iglesia nueva del Monasterio de San Isidoro del Campo que está presidida por un retablo barroco ensamblado en 1730, en el que destaca el Cristo de las Ánimas o Cristo de la Vera Cruz, atribuido a Jerónimo Quijano, escultor y arquitecto del siglo XVI. El retablo consta de un único cuerpo con tres calles al que se le suma un ático con una escena de la Natividad, escoltada por San Isidoro y San Leandro.

El retablo es una estructura barroca realizada en torno a 1730. Está articulado mediante estípites y contiene las esculturas de La Virgen y San Juan conformando el Calvario en la hornacina central, flanqueada por las imágenes de San Juan Nepomuceno y San José. En el remate se sitúan el relieve de Santa Paula y San Jerónimo en el Portal de Belén en el centro y San Cornelio y San Geroncio en los laterales.

Dos retablitos ménsulas del siglo XVIII, situados en los muros laterales, contienen la escultura en barro cocido de San Joaquín, de la misma época, y San Sebastián, talla del siglo XVI.

En el muro de la nave, dentro de una pequeña hornacina, se custodia un fragmento de brocal erosionado por la acción de la soga. Según la tradición esta reliquia corresponde al pozo donde San Isidoro meditó sobre el valor de la perseverancia en el estudio a lo que hace referencia la inscripción que se puede traducir por “La gota horada la piedra”.

Junto al retablo barroco se encuentran diversos sepulcros del linaje de los Guzmanes y de Álvarez de Toledo. 


Documentación

En la relación entre el monasterio e Itálica hay que subrayar la figura de Fray Fernando de Zevallos (1732-1802) prior del monasterio y erúdito, autor de “La Itálica”, figura esencial para el conocimiento del conjunto arqueológico que promovió la extracción de piezas con un nuevo criterio, como documentos de la Antigüedad e inició su estudio sistemático.

La orientación intelectual y el estudio de las Sagradas Escrituras constituye el principal carisma de la orden jerónima, superpuesta a la producción documental y bibliográfica común a cualquier monasterio como centro de investigación, docencia y reproducción de los saberes medievales o del Antiguo Régimen, debieron generar un riquísimo patrimonio documental y bibliográfico que, desgraciadamente, ha sufrido una gran dispersión.

El patrimonio documental y bibliográfico debió ser inmenso. En la actualidad, esa de esa riqueza patrimonial sólo resta en el monasterio algunos libros litúrgicos y de canto, que con su calidad de impresión y encuadernación, dan muestra de lo que pudo ser el patrimonio bibliográfico que atesoró en otras épocas. Prueba del esplendor que adquiere el monasterio desde entonces fue la ampliación de sus dimensiones, diferenciándose en torno al núcleo fundacional diversos ámbitos, como el Claustro Grande con las celdas individuales, la procuraduría, la botica, etc. 



Antes de salir nuestra retina capta una hornacina del brocal del pozo de San Isidoro del Campo, conservado como una reliquia con la siguiente inscripción CVTIACAVATLAPIDEM “La gota penetra la piedra, no por la fuerza, sino por la constancia” -de Ovidio-.

Desde el Patio de los Naranjos del Monasterio de San Isidoro del Campo pusimos nuestro sextante cultural en busca de la antigua mezquita de Ibn Adabbás en la Iglesia del Salvador de Sevilla. Pero antes hicimos un alto en el camino para recuperar energías, bajo un marco incomparable a la sombra de la Giralda.

La tarde la dedicamos a visitar la Iglesia del Salvador donde estuvo ubicada la antigua Mezquita Aljama de Ibn Adabbás. Se puede apreciar los restos de los arcos del patio de las abluciones “sahn”, el antiguo alminar y las aldabas de la puerta de la Aljama o Mezquita Mayor de la antigua Ishbiliya hasta el día 30 de abril de 1182, fecha en la que dejó de realizarse en ella el sermón y la oración de los viernes. Pero eso formará parte de otro capítulo en el blog de mis culpas…

El Monasterio de San Isidoro del Campo se ha convertido en un monumento simbólico de la Reforma en España, razón por la cual ha sido escogido los protestantes españoles como escenario clave para conmemorar el V Centenario de las tesis de Lutero (1517-2017).

Desde el Monasterio de San Isidoro del Campo, símbolo de la Reforma en España, para el blog de mis culpas...