lunes, 20 de noviembre de 2017

Mariana de Pineda "Heroina de la libertad".



“El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo”.

Mariana de Pineda

Breve introducción

Todos los siglos de la Historia de España han sido agitados pero el siglo XIX fue especialmente convulso comenzando con el Desastre de Trafalgar el 21 de octubre de 1805, por el que España anclada en la miseria política, social y económica pierde el mayor y más débil Imperio que jamás haya existido a manos de los “Hijos de la Gran Bretaña” que ya habían ocupado Gibraltar el siglo anterior durante la Guerra de Sucesión española.

Las consecuencias de dicha batalla hicieron que se inmortalizara el nombre del cabo que como "efecto colateral" trajo consigo un dolor lacerante para el comercio colonial español herido de muerte al carecer España desde ese momento de una sólida Armada que pudiera defender los intereses comerciales. Después de Trafalgar, la marina española, la única que podía ligar los pedazos esparcidos en el mundo entero moriría de abandono por falta de carena en los arsenales junto a la decepción de sus marinos por la incomprensión y el olvido de su propia nación.

Otro trágico acontecimiento en este periodo histórico fue la Guerra de la Independencia (1808-1814) que sin embargo, será capaz de alumbrar las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 “La Pepa”, que supuso en un principio el fin del absolutismo y el nacimiento del liberalismo, lo que introducía a España en el progreso y la modernidad.

¡Pero nada más lejos de la realidad!.

Mediante el denominado Manifiesto de los Persas, documento suscrito el 12 de abril de 1814 por sesenta y nueve diputados, se solicitaba al rey el retorno al Antiguo Régimen aboliendo la legislación de las Cortes de Cádiz. Dicho documento sirvió de base a Fernando VII para decretar la vuelta del absolutismo.

Una de las páginas más vergonzosas de la Historia de España tuvo lugar cuando Carlos IV consiguió que Fernando VII renunciara a la Corona y que su padre abdicase en favor de Napoleón a cambio del Palacio de Chambord y una renta anual.

Cuando Fernando VII entró en Madrid en 1814, fue recibido por una masa enfervorecida e ignorante que gritaba:

¡Muera la libertad, vivan las cadenas!.


Fernando VII. Museo de Cádiz

Un desafortunado lema acuñado por los absolutistas que no permitirán que la razón y el progreso afloraran en la sociedad. Con la vuelta de Fernando VII apoyado por las clases reaccionarias vuelve España de nuevo al oscurantismo, al no permitir que aquel espíritu de la España de 1812 siguiera por la senda constitucional del progreso y libertad. 

La vuelta del absolutismo traerá como “efecto colateral” el fin de la dominación española en América. Un ominoso periodo histórico en el que muchos historiadores lo sitúan como el comienzo de la erosión de nuestra identidad nacional.

En este contexto histórico del despotismo, también existía una España rural que actuaba como verdadero caldo de cultivo para que los antígenos de la miseria y del hambre crecieran exponencialmente sin olvidar el caciquismo que actuaba con la máxima arbitrariedad posible controlando a jueces locales y funcionarios públicos. Era en definitiva, el anverso y reverso de la sociedad española del siglo XIX.


Cronología

1 de septiembre de 1804 “Nacimiento de Mariana de Pineda”.


Antigua casa natal de Mariana de Pineda en la Carrera del Darro

Mariana de Pineda nació en Granada el 1 de septiembre de 1804, siendo bautizada en la parroquia de Santa Ana. Sus padres fueron don Mariano de Pineda y Ramírez, capitán de navío retirado de la Real Armada y Caballero de la Orden de Calatrava y doña María de los Dolores Muñoz y Bueno, natural de Lucena (Córdoba).

Promulgación de la Constitución de 1812. Óleo de Salvador Viniegra. Foto: Antonio Cuevas

En la difícil infancia de Mariana de Pineda estalla la Guerra de la Independencia escuchando las arbitrariedades cometidas por las tropas francesas en Andalucía. En 1812 Mariana presenciará el estallido de alegría que produjo la proclamación de la Constitución de 1812, por las Cortes de Cádiz mientras España estaba ocupada por las tropas napoleónicas. Mientras tanto, el inefable Fernando VII felicitaba a Napoleón por sus triunfos en España desde su exilio dorado de Valencay donde el 10 de marzo de 1812 anunciaba su “real regreso” a España. 

El decreto-manifiesto del 4 de mayo del mismo año, hecho público en la ciudad de Valencia.

“Declaro que mi real ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni decreto alguno de las Cortes Generales…sino declarar aquella Constitución y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto…”.

Iglesia de Santa Ana donde se bautizó Mariana de Pineda

Sexenio Absolutista “1814-1820”.


El 11 de mayo de 1814, el general Eguía, nombrado capitán general de Madrid por Fernando VII, detenía y encarcelaba a los diputados doceañistas. Los prohombres liberales serán enviados a los presidios de Ceuta y el Peñón por decisión personal de Fernando VII sin ningún juicio previo. Se pone en marcha el patíbulo que se nutre de los presos liberales que llenan las cárceles españolas emprendiendo miles de ellos el camino del exilio. Los españoles se dividen en liberales y absolutistas.


9 de octubre de 1819 “Matrimonio de Mariana de Pineda”.


En 1818, Mariana de Pineda tiene 14 años y era novia de Manuel Peralta y Valte, natural de Huéscar en Granada, de veinticinco años aunque él vivía en Granada desde los catorce años. 

El día 9 de octubre de 1819, en la iglesia parroquial de Santa Ana contrae matrimonio Mariana de Pineda con Manuel Peralta y Valte viviendo en la Carrera del Darro, en la casa de sus tutores, teniendo un hijo y una hija. Sabemos que el matrimonio de Mariana de Pineda fue producto de la ilusionada felicidad del primer amor juvenil que duró tres años. 

Tras la inesperada muerte de su marido el 12 de mayo de 1822, en plena era constitucional, Mariana quedó viuda con sus dos pequeños y fue presa de una gran depresión espiritual pasando más de un año hasta recobrar de nuevo la alegría. Mariana de tan sólo dieciocho años, quedará con dos hijos, de veintiséis y nueve meses. Será esa temprana viudez la que le incite a la vida militante.

La madre, viuda y mujer valiente de su época tuvo una voluntad firme a pesar de todos los prejuicios de la vida granadina. Sin soltar las riendas del hogar, reemplaza a su marido en las tertulias ayudando a los políticos liberales granadinos que se lo pedían y facilitando falsos pasaportes a los que necesitaban emigrar. Poco a poco irán arraigando las ideas liberales de "Ley, Libertad e Igualdad" en oposición al hermético y rígido ambiente de servilismo imperante.


Trienio Liberal “1820-1823”.


El 1 de enero de 1820 estalla la conspiración en el seno de un cuerpo expedicionario colonial al mando de Rafael de Riego, quien proclamará en las Cabezas de San Juan la Constitución de 1812. El valiente militar recorrerá el sur de España, promoviendo la adhesión de los andaluces. Cuando la sublevación parecía fracasar, se proclama la Constitución en La Coruña, el 21 de febrero, y después en Zaragoza, Barcelona, Pamplona y Cádiz.

Intimidado el monarca por los acontecimientos, el 6 de marzo anuncia su decisión de restablecer la Constitución.

“Para evitar las dilaciones que pudieran tener lugar por las dudas que al Consejo ocurriesen en la ejecución de mi decreto de ayer para la inmediata convocatoria de Cortes sirviendo la voluntad del pueblo, me he decidido jurar la Constitución promulgada por las Cortes Generales y extraordinarias en el año 1812”.

Se abren las puertas de los presidios y las fronteras a los liberales. Fernando VII jura la Constitución de 1812 y se retracta de todo lo dicho y hecho durante el periodo de 1814-1820. La frase de su célebre manifiesto del 9 de marzo antes de estar formada la nueva Junta constitucional:

“Marchemos francamente, y Yo el primero, por la senda constitucional”.

El triunfo del liberalismo español representaba el primer golpe asestado contra el sistema político impuesto por la Santa Alianza tras la derrota final de Napoleón. Los movimientos revolucionarios de Nápoles y Turín se iniciaron con aclamaciones a la Constitución española, que se tradujo al pie de la letra. 

El término “liberal” en el sentido moderno nació en Cádiz cuya Constitución de 1812 por sus heroicas circunstancias y símbolo de patriotismo gozaba de un prestigio similar a la norteamericana.

Cuando los reaccionarios europeos observaron que el levantamiento liberal español se propagaba por los pueblos de media Europa, la reacción no se hizo esperar invadiendo los ejércitos Nápoles y el Piamonte, quedando la legitimidad restaurada. España se convirtió no sólo en un refugio del liberalismo europeo, sino en el centro de solidaridad internacional que habían caracterizado el siglo XIX.

El nuevo régimen desborda en Granada el entusiasmo popular coreando los liberales “El Trágala” por las calles y cafés de la Plaza Nueva donde en aquella época se tomaba el pulso de la ciudad y en cuyos contornos vivía Mariana de Pineda, surgiendo también el movimiento revolucionario, alentado por caudillos populares.

Los constitucionalistas granadinos, como prueba de gratitud a Rafael de Riego a su paso por Granada, en septiembre de 1822, le distinguieron con los grados de Maestro en Artes y Doctor en Leyes de su Universidad siendo una jornada de exaltación popular. Para entonces, el himno de Riego, se había convertido por decreto del 7 de abril de 1822, en himno nacional.

Mientras tanto Fernando VII -aquel que cediera junto a su padre Carlos IV todos sus derechos sobre el trono de España y de las Indias a Napoleón y que incluso le solicitó ser hijo adoptivo suyo como ejemplo de sumisión- no ha dejado de intrigar ni conspirar desde el primer día sembrando la inquietud entre los monarcas de la Santa Alianza, poniéndoles en guardia contra el peligro que representaban los núcleos de liberales hasta lograr que un poderoso ejército “Los Cien mil hijos de San Luís”, invadieran nuestro país para aplastar la soberanía del pueblo.

Curiosa es a veces la historia, que viera pasar en 1868 hacia el exilio a la autoritaria Isabel II -hija de Fernando VII- por el mismo lugar que en el año 1823 viera entrar a los "Cien Mil Hijos de San Luís" al mando del Duque de Angulema enviados por el rey francés Luís XVIII para defender el Antiguo Régimen y colocar de nuevo al absolutista Fernando VII cuyo reinado provoca represión política y el éxodo masivo de miles de españoles liberales.

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en la playa de Málaga. 
Óleo sobre lienzo de Antonio Gisbert, 1888. Museo del Prado

La Década Ominosa “1823-1833”.


La Década Ominosa ha sido considerada como uno de los periodos más abominables de nuestra historia. Sucede al Trienio Liberal quedando abolida la Constitución el 1 de octubre de 1823 siendo suprimidas las libertades y atropellados los derechos legítimos del pueblo desatándose una brutal represión, con numerosas detenciones, torturas y ejecuciones. 

Será en este segundo periodo absolutista cuando Mariana de Pineda comienza a militar activamente en las filas liberales teniendo que guardar el luto terrible, tradicionalmente español. Mariana visita a los presos llevándoles auxilios y sirviendo de enlace con los exiliados de Gibraltar, escondiendo incluso en su casa a gente comprometida.

La nefasta política absolutista de Fernando VII provoca en España una serie de reacciones de carácter liberal, contrarias al régimen, que pretendían el restablecimiento de la Constitución de 1.812 como fueron los pronunciamientos militares de febrero de 1.831 con el teniente coronel Manzanares que fracasa en Estepona y en otoño del mismo año con el general Torrijos que fracasa en las cercanías de Málaga, en los que José María “El Tempranillo” colabora inútilmente.

Será el exponente de la lucha clandestina de los liberales, a través de seis conspiraciones fracasadas de Mina, Porlier, Richard, Lacy, Torrijos y Vidal. Serán condenados a muerte todos los diputados liberales mientras las Juntas de Fe se encargarán de perseguir a los liberales y masones.

Rafael de Riego, será arrastrado por un burro hasta la madrileña plaza de la Cebada, donde será ahorcado el 7 de noviembre de 1823. La misma muchedumbre que vitoreaba en 1820 al héroe, ahora los acompaña al patíbulo al grito de “Vivan las caenas”. 

Nacía el primer mito del liberalismo español. Completará la nómina del trío del “martirologio fernandino”, con Mariana de Pineda y José María de Torrijos.

Juan Martín “El Empecinado”, el primer guerrillero de la Guerra de la Independencia es detenido siendo conducido al cadalso el 12 de agosto de 1825. Esa era la manera con la que trataba el Estado absolutista a los héroes que habían defendido España de las tropas napoleónicas mientras Fernando VII condenaba a muerte a los que gritaran ¡Viva la Constitución! o ¡Viva la libertad!.

Será en el año 1825 cuando irrumpe en la vida granadina Ramón Pedrosa y Andrade, siniestro personaje y principal figura de la tragedia en torno a Mariana de Pineda. Enviado por el ministro de Justicia, Calomarde, para sofocar el turbulento ambiente político de la ciudad, el 8 de enero de 1825 fue nombrado por Fernando VII alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada tomando posesión de su nuevo cargo el 24 de febrero siguiente. 

Muy pronto su nombre será sinónimo de fanatismo, intolerancia y tiranía. En Granada ejercerá también de subdelegado principal de Policía. Siempre se nos ha presentado tanto históricamente como literariamente la figura de don Ramón Pedrosa como el verdugo de Mariana de Pineda.

Ramón de Pedrosa y Andrade montará un eficaz dispositivo de confidentes desde Granada hasta Gibraltar en el año 1831 que contribuirá a abortar los planes revolucionarios y la muerte de Manzanares, Mariana de Pineda y Torrijos acabando incluso con la masonería granadina por la vía de urgencia en base a que el monarca instaba al Cabildo de la catedral de Granada para que se diese cumplimiento a una bula del papa León XII que condenaba las sociedades secretas, donde se encontraban los personajes más cultos de las letras y ciencias, armas e incluso eclesiásticos.

En 1828 preparó con éxito la fuga de un primo suyo y comandante del Ejército Fernández Álvarez de Sotomayor, que había sido condenado a muerte por su implicación en el levantamiento de Riego (1820). En 1829, Mariana dará a luz a una niña, fruto de su relación con el abogado José de la Peña quien tardó muchos años en reconocer legalmente a su propia hija.


1830

En vísperas de la revolución de julio de 1830 en Francia, estaban constituidos en Londres dos grupos conspirativos fundamentales: el de Torrijos, conocido como la Junta de Londres y el de Mina. 

En la primavera de 1830, la Junta de Londres intensificaba los contactos con el interior de España para preparar una expedición en toda regla rumbo a Gibraltar desde donde se podía abordar el sur de la Península, objetivo estratégico para los exiliados liberales en 1823. En Granada la situación era cada vez más explosiva. La Universidad estaba cerrada, y suprimida las gacetas y publicaciones periódicas. Se temía un levantamiento granadino en conexión con los gibraltareños.


Cementerio anglicano de San Jorge, en Málaga

Entre los compañeros liberales de Torrijos se encontraba el joven irlandés de 26 años Robert Boyd, que murió fusilado con 41 compañeros por defender la libertad en España y quien financió la empresa de Torrijos cayendo al lado del general en la playa de San Andrés, en Málaga una mañana del 11 de diciembre de 1831. Suceso histórico que ha pasado a la historia como símbolo de la lucha contra el despotismo y la tiranía reflejado en el óleo sobre lienzo de Antonio Gisbert que inmortalizó en 1888 este terrible desenlace. 

Para Torrijos, hombre excepcional para su época, la causa de las Cortes de Cádiz de 1812 representaba su única esperanza pero la vuelta del desleal Fernando VII que declaró dicha Constitución nula, tiró por tierra sus expectativas de conseguir una monarquía parlamentaria que otorgara derechos y libertades a los españoles, lo que nos siguió produciendo como país un dolor lacerante en lo político, social y económico afianzando de nuevo el absolutismo. 

Aunque el general Torrijos y José María Hinojosa “El Tempranillo” no se conocían personalmente, se conoce a través del abogado rondeño Francisco Javier de Surga -que actuó como enlace-, que se enviaban cartas. 

En la Cañada de los Ingleses donde se encuentra el cementerio anglicano de San Jorge construido en 1821, se puede visitar la tumba de Gerald Brenan, una figura admirable de la literatura española del siglo XX y también se puede visitar la tumba de Robert Boyd, el joven irlandés liberal de 26 años que acompañó a Torrijos, muriendo fusilado junto a él con otros 41 compañeros una mañana de 11 de diciembre de 1931 en la playa de San Andrés por defender la libertad en España.

Un suceso histórico que ha pasado a la historia como símbolo de la lucha contra el despotismo y la tiranía reflejado en el óleo sobre lienzo de Antonio Gisbert que inmortalizara en 1888 este terrible desenlace.

La macabra atmósfera de la Granada de 1831 estuvo marcada por el patíbulo. Sin la presencia este macabro personaje es posible que la política del Reino en Granada hubiese tomado otros derroteros.


Bordado de la bandera

El temor de una invasión partiendo de Gibraltar y de un levantamiento en Andalucía y Granada se hizo realidad. En primer lugar, la fracasada intentona de Torrijos en Algeciras que tendría su epicentro en Cádiz, San Fernando y la Serranía de Ronda, desde donde se irradiaría la insurrección a las principales ciudades andaluzas.

Al mismo tiempo, un grupo de exiliados en Gibraltar al mando del general Manzanares -héroe de la Guerra de la Independencia- se dirigía a Granada con 200 revolucionarios a los que se le unirían cuadrillas de bandoleros al llegar a la Serranía de Ronda, para formar una cabeza de puente, pero en Estepona fueron atacados por Voluntarios Realistas obligándolos a huir a Sierra Bermeja, siendo abatidos por las tropas acantonadas en Gaucín -a medio camino entre Ronda y Gibraltar-. Desde Sierra Bermeja pensaron dirigirse a Casares con sólo 20 partidarios suicidándose Manzanares ante una traición, siendo fusilados 16 prisioneros de modo sumarísimo.

Ante el fracaso liberal, Mariana creyó conveniente interrumpir el bordado de una bandera, que por orden suya, confeccionaban las bordadoras del Albaicín, para un inminente alzamiento de los liberales granadinos coordinado con las distintas ciudades andaluzas. 

Desde que Pedrosa ejercía su ministerio en Granada, no había podido probar la intervención política de Mariana de Pineda aunque las sospechas de complicidad eran evidentes para el subdelegado.

Ocho días después de la muerte del general Manzanares, la policía de Pedrosa descubrió en el domicilio de Mariana de Pineda una bandera revolucionaria a medio bordar con los lemas “Igualdad, Libertad y Ley” además de ser acusada de ser el enlace entre los liberales granadinos y los de Gibraltar, con el objetivo de derrocar el régimen absolutista de Fernando VII. Tenía poco más de 26 años. 

El azar puso en las manos de Pedrosa la justificación de su complicidad, tanto tiempo asediada, y el subdelegado de Policía procura hacer la acusación procesalmente legal. ¿Y quién podría ser, en Granada, sino Mariana de Pineda?. En estos tiempos bastaba sólo una delación para abrir un expediente, y la puerta de una celda al acusado.

En la subdelegación de Policía se presentó un hombre. Era el padre de un clérigo, fanático realista y que estaba en relación con una de las dos hermanas que bordaban la bandera por orden de Mariana de Pineda. El hijo, liberal, advirtió al padre la conveniencia de disimular sus ideales debido al inminente triunfo del partido liberal, hablándole de una conspiración que se preparaba en Granada, para la que se bordaba una enseña tras la que se alzarían los políticos granadinos. El padre le indujo a que le confiara el secreto y el conducto por el que había llegado a su conocimiento. El hijo le confesó que él con sus propios ojos había visto bordar la bandera, pero que por el momento había quedado todo suspendido, sin duda por el fracaso de la tentativa liberal en Cádiz, en la Isla de San Fernando del Campo de Gibraltar. 

Rápidamente se dirigió el realista a la subdelegación de Policía, para poner en conocimiento de Pedrosa las confidencias hechas por su hijo, al que de inmediato le hicieron presentarse en la Comisaría. El eclesiástico en un principio negó conocer la conspiración; pero “Pedrosa había tenido la precaución de esconder al padre en una alcoba contigua, desde donde pudiera oír al hijo y salir en la ocasión oportuna”; lo que hizo ante la pertinaz negativa del declarante a confesar el secreto. El sacerdote quedó perplejo al percatarse de la trampa tendida por su propio padre.

Acto seguido, según la versión de Peña y Aguado, Pedrosa llamó a las bordadoras. Ante la intimidación del subdelegado, confesaron que doña Mariana dde Pineda les había llevado el tafetán, los modelos de las letras y las sedas necesarias para el bordado, manifestando que por orden de la señora había quedado suspendido el trabajo, por lo que, sin concluir, había sido descosido del bastidor. Dice Peña y Aguado que, como esta circunstancia atenuaba la responsabilidad de Mariana, “puesto que, si había habido conato de conspiración en la construcción bandera, vino el arrepentimiento antes de enarbolarla, cuyo hecho debía ser el verdadero delito”, para que recayese toda la responsabilidad en la acusada, Pedrosa evitó que las bordadoras apareciesen complicadas en la causa, pues sus declaraciones eximían favorablemente a Mariana. El subdelegado pagó a las bordadoras 400 reales, conminándolas a un silencio inviolable de cuanto sucedía, ordenándolas que remitiesen inmediatamente la bandera a casa de la dueña, con los modelos de los letreros. Como irrefutable prueba acusadora. Cumplieron puntualmente lo convenido y, en el momento que la persona encargada de llevar todos los efectos abandonaba la casa de Mariana, se presentaron la Policía y el escribano de cámara don Mariano Puga. 

Págs.. 104,105 y 106 del libro Mariana de Pineda de Antonina Rodrigo.


Mariana era consciente del peligro que corría al descubrirse la bandera subversiva, como prueba flagrante de su conspiración mientras el subdelegado de Policía Pedrosa intenta arrancarle a la procesada el nombre de los cómplices, cosa que le facilitaría la indulgencia pero Mariana permanece inmutable. La sangre de Pedrosa se enciende ante el imperturbable silencio de Mariana de Pineda que tendrá presente la fuga como la única posibilidad de libertad. La mañana del 21 de marzo se produce un intento de fuga desde su casa-prisión pero es descubierta en una callejuela inmediata aunque nadie fue testigo de este episodio. 

Al serle comunicado a Pedrosa lo sucedido, la situación de Mariana se agrava aunque ninguna presión tenía suficiente fuerza para quebrar el obstinado silencio de Mariana. La noche del 27 se efectuó el traslado de Mariana de Pineda a una celda del convento-cárcel de Santa María Egipciaca que fuera fundado en 1602 para “asilo y corrección de mujeres perdidas”, donde quedó recluida. Allí iba a vivir los dos últimos meses de su existencia. Su mayor mortificación era el recuerdo de sus hijos.


Con su madre encarcelada, ¡quién los cuidaría!.

En los mortificantes interrogatorios de Pedrosa acaba siempre ofreciéndole el perdón a cambio de la delación de los cómplices de la conjura. 

Mediante un documento como pieza fundamental en el proceso de Mariana de Pineda, Fernando VII confería a don Ramón Pedrosa y Andrade en el único árbitro -salvo el rey- que podía conducirla al patíbulo. El caso había que llevarlo con todo el rigor y diligencia que caracterizaban a Pedrosa cuya hoja de servicios ofrecía suficiente garantía para confiarle tan delicada misión. Hacía falta un escarmiento para sosegar la inquietud levantada por las correrías liberales que ponían en peligro la monarquía absolutista de Fernando VII.

Las primeras diligencias del sumario contra Mariana de Pineda fueron instruidas por Pedrosa, lo que le causaría una enorme preocupación. Mariana de Pineda estaba sentenciada a muerte desde mucho antes de abrirse el pliego. Sólo el monarca podría suspender la sentencia aunque la consideró “justa y arreglada a ley” firmando la sentencia de muerte de Mariana de Pineda mediante garrote que significa pena de muerte por estrangulación del reo mediante un corbatín de hierro aplicado a la garganta que le atravesaba las cervicales produciendo la muerte casi instantáneamente.

El garrote vil se introdujo en España bajo el Código Penal de 1822.

Fernando VII confirma la pena de muerte de Mariana de Pineda y la noticia corre como la pólvora por toda la ciudad. Las muestras de odio popular contra el absolutismo no harán más que crecer, redoblándose la vigilancia alrededor de Santa María Egipciaca. 

El juez del Crimen de Granada don Ramón Pedrosa podría ya estar satisfecho al ser un colaborador indispensable en el impío asesinato judicial de Mariana de Pineda que tendrá lugar en la mañana del jueves 26 de mayo de 1831, en el Campo del Triunfo de la Inmaculada.

No hace falta imaginarse a esa joven mujer indefensa acusada injustamente por los tribunales de la época al servicio de la oligarquía reinante y sin la más mínima muestra de piedad al no delatar a los liberales que conspiraban, siendo condenada a subir al cadalso que le privaba de su inalienable derecho a la vida.

Mariana de Pineda, según la Policía granadina de la época, estaba en íntima conexión con los anarquistas que operaban desde Gibraltar. Numerosas partías de bandoleros ayudados por constitucionalistas se habían echado al monte obligados por la represión y la miseria.

Lugar donde fue ejecutada Mariana de Pineda  "actual Plaza de la Libertad".


26 de mayo de 1831. Muerte de Mariana de Pineda.

...Marianita subiendo al cadalso
 a sus niños al pie los dejó,
y las gentes llorando decían:
Marianita, declara por Dios...

El jueves 26 de mayo de 1831 la joven Mariana llegó al patíbulo montada en un carro con mulas -por la ascendencia noble del reo en lugar del asno que estaba destinado para el populacho-. El patíbulo estaba bajo un luto riguroso por la distinción que le concedían las leyes de la época a los nobles e hijosdalgo condenados.

La tesis sostenida a lo largo de siglo y medio desde la ejecución de Mariana de Pineda es que Ramón Pedrosa, alcalde del Crimen estaba enamorado de la bella viuda, atribuyendo a una malograda pasión, no correspondida por Mariana, la pena de muerte impuesta. El resentimiento y venganza de Pedrosa llegará a arruinar para siempre la vida de Mariana de Pineda “o caía en sus brazos o en los del verdugo”.

Desde el año 1836 por vez primera -después de la ejecución de Mariana de Pineda-, el pueblo pudo levantar la voz para exaltar su memoria, siendo proclamada “Heroína de la Libertad”, en la memoria colectiva del pueblo. Al mismo tiempo, al impuro y homicida Pedrosa le dieron el calificativo de “verdugo” con el que ha pasado a la historia.



Comitiva hacia el cadalso.


El mismo día que Mariana era conducida a la cárcel, para entrar en capilla, internaban a su madre doña Úrsula de la Presa por sentencia de Pedrosa confirmada por Su Majestad a 10 años de reclusión en el convento-prisión.

Mariana de Pineda en el umbral de los 27 años marchó solemnemente en lúgubre comitiva al patíbulo con la firmeza de una mujer valiente y de enorme talla humana que fue consecuente por el bien de la libertad y de los derechos del pueblo. Al pie del patíbulo todavía le fue ofrecida la gracia a cambio de delatar a sus compañeros liberales saliendo victoriosa de esta tortura moral y muriendo con un coraje sublime. 

La ejecución de Mariana de Pineda pretendió castigar la causa de los liberales, convirtiéndola en mártir de éstos. Su injusta muerte con un juicio cargado de irregularidades causó una honda impresión e indignación en toda la ciudad. Muchos de los liberales huyendo de la feroz represión tuvieron que refugiarse en Gibraltar.

Mariana encargó el bordado de una bandera liberal para que pudiera ser arbolada en la villa en caso de insurrección, pero cometió la imprudencia de encargar el bordado de esa bandera a una costurera del Albaicín en la que tenía plena confianza. Cuando la bandera estuvo a medio bordar, esta mujer dijo a su amante –que era un espía del gobierno- que doña Mariana le había encargado que bordara sobre una bandera las palabras: Libertad, Igualdad y Ley.

El amante respondió a su amada que llevara la bandera en el acto, tal como estaba, a casa de la señora que había hecho el encargo. Tan pronto supo que el objeto se encontrara en la casa de la dama, la hizo rodear por la policía y o tardaron en dar con la bandera.

Los bienes confiscados de Mariana de Pineda quedaron en poder de la justicia, que los vendió en pública almoneda en el Rincón de los Vagos, junto a la casa de los Miradores, en la plaza de Bibarrambla.

Mariana de Pineda fue estrangulada por el Estado absolutista de su época. El 26 de mayo de 1831 su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Almengor permaneciendo allí hasta el 17 de mayo de 1836 en el más absoluto de los olvidos.

Por la noche dos hombres -que posiblemente salvaron su vida por el silencio de Mariana- saltaron las tapias del cementerio y pusieron una cruz de madera. Sus restos permanecen desde 1856 en la cripta de la Catedral de Granada. 

Un lustro tendrá que pasar -en el más rígido silencio- para que la memoria de Mariana de Pineda fuese públicamente exaltada. 

Con la muerte de Fernando VII, acaecida en 1833, España quedará sumida entre dos bandos: 

· Liberales, partidarios de la reina regente María Cristina.

· Absolutistas, defensores de don Carlos.

El recuerdo de la tragedia seguía latente en la ciudad. Ramón de Pedrosa fue depuesto de su cargo siendo deportado a Manila.




Exhumación de los restos de Mariana de Pineda y su traslado a la cripta de la Catedral de Granada.


El 13 de marzo de 1836 se presentó una moción para la exhumación de los restos y conmemoración de la muerte de la "heroína de la libertad" Mariana de Pineda. En el lugar de la exhumación se estableció un piquete del tercer batallón de ligeros de la Guardia Nacional. El día 24 se procedió a envolver los restos en una tela de seda y se depositaron en una caja de nogal artísticamente labrada en una casería de Francisco de Paula Méndez junto al cementerio.

A la misma hora en que Mariana había sido conducida a la Cárcel Baja para permanecer en capilla, salió la comitiva de la casería en medio de un impresionante silencio, en este orden:

"Un piquete de caballería de la guardia nacional, mandado por un oficial, abría la marcha; seguían en dos hileras o filas la oficialidad de los cuerpos del provincial de Murcia y los comandantes de los demás cuerpos. En el centro de estas filas conducían la urna, asida de cordones negros con borlas de oro, los cuatro individuos de la comisión, vestidos con el uniforme de guardia nacional, a la que pertenecen, pero llevando signos de luto. Detrás seguía una compañía del batallón de ligeros de la misma guardia".

El cortejo llevó hasta la parroquia de San Ildefonso donde doblaron las campanas. La urna fue colocada en una mesa rodeada de 24 cirios, rezándose un solemne responso. El presidente de la comisión hizo entrega de la urna al párroco de la iglesia y el oficial de guardia del tercer batallón de nacionales, quedó encargado de su custodia. Ese día y al siguiente no cesaron de celebrarse misas por el alma de Mariana de Pineda. 

A las 12 de la mañana del día 25, un redoble general de campanas anunció el comienzo de la fúnebre ceremonia, que entre caballería, el cuerpo de procuradores y escribano en coches; los maceros a caballo, con gasas negras en los sombreros y mazas y la urna tirada por una carretela enlutada con cuatro caballos siguió el itinerario inverso que recorriera Mariana en el patíbulo. 

Las mujeres que presenciaban el acto en balcones y ventanas lucían mantilla negra en señal de luto. Al llegar a la puerta principal de la catedral, se detuvo el cortejo fúnebre, siendo introducida la urna que fue entregada al cabildo metropolitano. El día siguiente era el día del aniversario. En la catedral se celebraron solemnes horas fúnebres.

No fue sólo un acto piadoso, patriótico y local, sino que también de quiso proteger económicamente a los hijos de la víctima. En 1837, los diputados por Granada presentaron a las Cortes un dictamen, en el que proponían se concediese a los hijos de la heroína una pensión que les permitiese una educación digna de su madre solicitando también que el nombre de Mariana de Pineda fuese inscrito en las “blancas lápidas del salón de las sesiones, para que goce del honor de la inmortalidad”. Y que se celebrase una fiesta anual (del 24 al 26 de mayo) para perpetuar y enaltecer “los hechos gloriosos que hicieron célebre su vida. Todo fue aprobado por las Cortes Constituyentes.

Sus restos mortales fueron trasladados en distintas ocasiones,  encontrando finalmente el descanso eterno en 1856 cuando fue enterrada en la cripta de la Catedral de Granada.


Mariana de Pineda en la posteridad.

El día de la proclamación de la Segunda República, la estatua de la heroína liberal en Granada fue envuelta en la bandera tricolor, con una ofrenda de corona de flores. Los honores dedicados a la heroína culminaron con la efemérides del primer centenario de la ejecución, que se cumplía el 26 de mayo de 1931 designándose una “comisión especial del centenario”, encargada de formular el programa de los actos que se conmemoraría, según decreto firmado el 7 de mayo por Niceto Alcalá Zamora y Torres, presidente del Gobierno Provisional de la República, y por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. 

Don Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, se trasladó a Granada, para presidir la procesión cívica, en compañía de Federico García Lorca, que fue apoteósica. El acto terminó en el monumento a la heroína en la plaza de su nombre, con un discurso de Fernando de los Ríos. 

Pocos personajes históricos han alcanzado la popularidad de la heroína y mártir de la causa liberal Mariana de Pineda que entre representaciones teatrales, cuadros, litografías y esculturas ha pasado a la inmortalidad, inspirando numerosas canciones. 

En torno a su figura y partiendo del mito popular, Federico García Lorca la inmortalizará con el drama Mariana de Pineda, que se estrenó el 24 de junio de 1927 en Barcelona, con decorados y vestuario de Salvador Dalí y con Margarita Xirgu en el papel de protagonista. 

Cada 2 de enero surge  de nuevo la polémica sobre la Toma de Granada donde se citan grupos ultraconservadores con banderas de tiempos preconstitucionales frente a sus antagonistas con banderas republicanas que entienden que "los genocidios no se celebran" pidiendo éstos últimos que se debería de pasar esta fecha al 26 de mayo "Aniversario de la muerte de Mariana de Pineda. En la frontera de ambos, como si de una "última frontera andalusí" se tratara, se coloca un fuerte despliegue policial, evitando que el agua del Darro "no se desborde". 






Ruta de Mariana de Pineda


Hace algún tiempo que adquirí un viejo libro en la Librería Anticuaria “Los Terceros” de Sevilla titulado Mariana de Pineda “Heroína de la Libertad” escrito por escritora Antonina Rodrigo.

Este viejo libro junto con el blog de mis culpas me han servido de pretexto para colocar mi sextante autodidacta por enésima vez en Granada, lo que me ha permitido realizar la ruta de la "heroina de la libertad" cuya muerte tiene cierta similitud con la de Federico García Lorca al ser ambos asesinados siendo jóvenes e inocentes durante dos de los periodos históricos más ominosos de nuestra reciente historia y que la Memoria Colectiva ha rescatado del más ingrato olvido por la España reaccionaria.

Sólo la casualidad ha querido también que los dos responsables de la muerte y detención de Mariana de Pineda y Federico García Lorca se llamasen con el mismo nombre de pila. 

¡Y todo ello en su Granada!...

…La ribera del Darro se ha convertido en el prólogo de nuestra ruta a pie callejeando por la Granada histórica, lo que nos ha permitido redescubrir antiguos rincones de la ciudad nazarí, donde la Alhambra, el Generalife, el bullicioso mercado de la Alcaicería y el Corral del Carbón brillan con luz propia como botón de muestra de la soberbia arquitectura andalusí.

1. En primer lugar nuestra retina capta la iglesia de Santa Ana que fuera erigida en el año 1537 según el proyecto del prestigioso arquitecto Diego Siloé sobre una antigua mezquita aljama Almanzora “al-Mansura o lugar de la Victoria”, que era el acceso más antiguo que unía la Alhambra con la antigua Garnatha “Granada”. En dicha iglesia tuvo lugar el bautismo de Mariana de Pineda el 2 de septiembre de 1804.

2. En la Carrera del Darro se encuentra la casa natal de Mariana de Pineda que residiera aquí con sus padres. En la actualidad su casa natal se ha convertido en el Hotel Museo Palacio de Mariana de Pineda, conservando dependencias y estructuras originales de aquella época.

3. Desde su antigua casa natal buscamos la Puerta de Elvira que nos recuerda que muy cerca, en la Plaza de la Libertad Mariana de Pineda fue ajusticiada mediante el garrote vil, como forma brutal de ejecución, el 26 de mayo de 1831, a la edad de 26 años.

4. La ruta tuvo como epílogo la visita a la Catedral de Granada, donde no pudimos observar su cripta que tan sólo la abren el día 2 de noviembre de cada año.

5. No podíamos dejar Granada sin visitar la Estatua de Mariana de Pineda en la plaza de su miso nombre que fuera mandada erigir en 1841 por el municipio y realizada por Miguel Marín y Francisco Morales entre 1869-1870.

Desde Granada en busca de las huellas históricas de Mariana de Pineda, para el blog de mis culpas...


P.D. Cada 18 de julio nos recuerda el almanaque “al-manākh” que celebra nuestro santoral el día de San Federico. Sin poder evitarlo, también se nos viene a la memoria el nombre de nuestro gran poeta y dramaturgo de talla universal “Federico García Lorca” que escribiera entre otras muchas obras de teatro una dedicada a la heroína por la libertad “Mariana de Pineda”, allá por el año 1925. 

Es evidente que tener libertades en España ha costado un alto sacrificio en un país que aún permanece amnésico y reacio para afrontar su historia reciente. La leyenda popular convirtió a Mariana de Pineda -víctima del despotismo- en el símbolo de las libertades.


Bibliografía

Mariana de Pineda “Heroína de la Libertad” por Antonina Rodrigo.