…-Echa vino, montañés,
que lo paga Luis de
Vargas,
el que a los pobres
socorre
y a los ricos avasalla-…
Fernando Villalón
Una luminosa mañana del primer domingo de octubre en
la que los rayos del sol habían sobrepasado el viejo y desvencejado castillo de los antiguos alkevires de Morón, nos fuimos a visitar la antigua
Gran Zulema andalusí, situada al noroeste de la Sierra de Cádiz, entre
Zahara de la Sierra y Ronda con la Sierra del
Endrinal como entorno privilegiado y cuya generosa pluviometría produce el mayor
índice de lluvias de la Península Ibérica.
Dejando a la izquierda la Sierra de Líjar y Algodonales, nos desviamos hacia el embalse de Zahara-El Gastor para impregnarnos de toda belleza natural de Zahara de la Sierra, cuya torre del homenaje nos observaba desde la cresta de una gran roca. Una bella panorámica con reminiscencias andalusíes, pueblos blancos entre calles angostas y empinadas que impregnan nuestra retina haciendo volar al mismo tiempo nuestra imaginación, en una antigua tierra de fronteras.
Llegando a Grazalema observamos el río Guadalete que nace en la Sierra, cerca del Puerto del Boyar,-Lete significa en la mitología griega, río del olvido-. Algunos historiadores ubican la histórica batalla, al que da nombre el río entre el 19 y el 26 de julio del 711 entre don Rodrigo, último rey visigodo y las fuerzas musulmanas, lo que dio origen a la génesis de un nuevo periodo histórico.
Llegando a Grazalema observamos el río Guadalete que nace en la Sierra, cerca del Puerto del Boyar,-Lete significa en la mitología griega, río del olvido-. Algunos historiadores ubican la histórica batalla, al que da nombre el río entre el 19 y el 26 de julio del 711 entre don Rodrigo, último rey visigodo y las fuerzas musulmanas, lo que dio origen a la génesis de un nuevo periodo histórico.
Grazalema, formaba parte en tiempos andalusíes de una de las rutas de los Almorávides y Almohades que transitaba desde
Cádiz pasando por Arcos, Zahara de la Sierra, Grazalema, Olvera y Setenil de las
Bodegas hasta el corazón de Ronda para proseguir hasta el reino nazarí de
Granada, ensalzada como la “Damasco de Occidente”. La otra ruta nos lleva desde
Tarifa y Algeciras –a la que se unía Medina Sidonia- y nos lleva hasta Gaucín,
Algatocín, Atajate y Ronda para proseguir hasta la antigua Elvira –Granada-.
Entramos por la Iglesia de la Encarnación hacia al Ayuntamiento convertido en “Cuartel de los Migueletes”. Nada más llegar, escuchamos grandes detonaciones desde la Plaza de los Asomaderos, producidos por los disparos de los innumerables trabucos de tanto bandolero con patillas de boca de hacha y navajas abiertas en mano que “acechaban” amablemente desde sus refugios para que su imagen romántica quedara grabada en la retina del recuerdo.
La VII Edición de 2013 ha contado con un auténtico icono del bandolerismo, el actor Álvaro
de Luna que encarnó el personaje “El Algarrobo”
en la entrañable serie Curro Jiménez. Un personaje del siglo XIX que tuvo pleitos con la justicia de su época y tuvo que echarse al monte. La serie se emitió en T.V. entre 1976 y 1977 e hizo las delicias de los que peinamos ya algunas canas.
Foto. Paqui Viruez. Grazalema |
En días
previos a esta edición, hubo interesantes mesas redondas sobre el flamenco, el bandolerismo de
1832 como aperitivo para despertar el apetito cultural y terminar con la Recreación Histórica en el recinto de los Asomaderos, donde se han
representado interesantes escenas de
1832 con los bandoleros con patillas de
boca de hacha en sus refugios, la iglesia, la cárcel, los establos con los borriquillos y las ovejas sin olvidar las tradicionales tabernas servidas por
taberneros y mesoneras con trajes de la época haciendo las buenas migas en los rescoldos donde de vez en cuando sonaría algún que otro toque de una guitarra acompañado del buen cante jondo.
La "Asociación Cultural Bandoleros de Grazalema" así como la “Asociación Histórico-Cultural Torrijos 1831” han recuperado para la razón un periodo de gran valor histórico que la tiranía y el despotismo de su época trató de que habitara en el olvido y que las nuevas generaciones han tomado el testigo para que esta bonita tradición permanezca durante muchos años al formar por derecho propio de la idiosincrasia y cultura de los pueblos.
La "Asociación Cultural Bandoleros de Grazalema" así como la “Asociación Histórico-Cultural Torrijos 1831” han recuperado para la razón un periodo de gran valor histórico que la tiranía y el despotismo de su época trató de que habitara en el olvido y que las nuevas generaciones han tomado el testigo para que esta bonita tradición permanezca durante muchos años al formar por derecho propio de la idiosincrasia y cultura de los pueblos.
Cientos de Bandoleros a
caballo y a pie entre senderos, hogueras y vino en las tabernas que nos proyecta esa imagen que retrataba fielmente el bandolerismo romántico del poeta de Andalucía la Baja Fernando Villalón, en su "Diligencia de Carmona".
Foto. Francisco Moreno |
Una singular recreación histórica “Sangre y Amor en la Sierra” con cientos de vecinos magníficamente
ataviados con trajes a la vieja usanza de 1832, -bandoleros, arrieros y migueletes como eran llamados los soldados de Fernando VII, llamado por la
historia el felón -desleal-, y que narran por un lado los episodios
más relevantes de la vida de José María Hinojosa “El Tempranillo” en Grazalema
como fueron su boda, la muerte de su esposa María Jerónima Francés y el
nacimiento de su hijo y por otro lado, la detención y muerte sin juicio del progresista
e ilustrado general Torrijos por orden de Fernando VII, que no dejó de conspirar
contra la democracia para colocar a España de nuevo en la Edad Media atrasando el reloj de la historia.
Entre los compañeros liberales de Torrijos se encontraba el joven irlandés de 26 años Robert Boyd, que murió fusilado por defender la libertad en España y quien financió la empresa de Torrijos cayendo al lado del general en la playa de San Andrés, en Málaga una mañana del 11 de diciembre de 1831. Suceso histórico que ha pasado a la historia como símbolo de la lucha contra el despotismo y la tiranía reflejado en el óleo sobre lienzo de Antonio Gisbert que inmortalizó en 1888 este terrible desenlace. Tener libertades en España ha costado un alto sacrificio en un país que aún permanece amnésico y reacio para afrontar su historia reciente.
“Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda
constitucional”.
Entre los compañeros liberales de Torrijos se encontraba el joven irlandés de 26 años Robert Boyd, que murió fusilado por defender la libertad en España y quien financió la empresa de Torrijos cayendo al lado del general en la playa de San Andrés, en Málaga una mañana del 11 de diciembre de 1831. Suceso histórico que ha pasado a la historia como símbolo de la lucha contra el despotismo y la tiranía reflejado en el óleo sobre lienzo de Antonio Gisbert que inmortalizó en 1888 este terrible desenlace. Tener libertades en España ha costado un alto sacrificio en un país que aún permanece amnésico y reacio para afrontar su historia reciente.
Para Torrijos, hombre excepcional para su época, la causa de las Cortes de
Cádiz de 1812 representaba su única esperanza pero la vuelta del desleal Fernando VII que declaró dicha Constitución nula, tiró
por tierra sus expectativas de conseguir una monarquía parlamentaria que
otorgara derechos y libertades a los españoles, lo que nos siguió produciendo
como país un dolor lacerante en lo político, social y económico afianzando de nuevo el absolutismo. Mediante el Manifiesto de los Persas, documento suscrito el 12 de abril de 1814 por sesenta y nueve diputados, se solicitaba al rey el retorno al Antiguo Régimen aboliendo la legislación de las Cortes de Cádiz y equiparando la Consitución de Cádiz de 1812 con la Revolución Francesa. Dicho documento sirvió de base a Fernando VII para decretar la vuelta del absolutismo.
Una de las páginas más vergonzosas de la Historia de España tuvo lugar cuando Carlos IV consiguió que Fernando VII renunciara a la Corona y que su padre abdicase en favor de Napoleón a cambio del Palacio de Chambord y una renta anual. Otra página fue la vuelta al absolutismo.
Otra página poco edificante de nuestra historia fue observar como las cabezas ilustradas de España estaban presos, desterrados o exiliados. ¡Este fue el pago a la fidelidad de aquéllos españoles que, desde posiciones liberales custodiaron su trono!, lo que convirtió el siglo XIX en uno de los más convulsos de la Historia de España junto con decenas de pronunciamientos militares, intentos de golpes de Estado, etcétera...
Cuando Fernando VII entró en Madrid en 1814, fue recibido por una masa enfervorecida e ignorante que gritaba ¡Muera la libertad, vivan las cadenas!. Un desafortunado lema acuñado por los absolutistas que no permitían que la razón y el progreso afloraran en la sociedad.
Dos de los mártires de aquel movimiento liberal fueron el general Torrijos y Mariana de Pineda que pagaron con la muerte su heroísmo.
Una de las páginas más vergonzosas de la Historia de España tuvo lugar cuando Carlos IV consiguió que Fernando VII renunciara a la Corona y que su padre abdicase en favor de Napoleón a cambio del Palacio de Chambord y una renta anual. Otra página fue la vuelta al absolutismo.
Otra página poco edificante de nuestra historia fue observar como las cabezas ilustradas de España estaban presos, desterrados o exiliados. ¡Este fue el pago a la fidelidad de aquéllos españoles que, desde posiciones liberales custodiaron su trono!, lo que convirtió el siglo XIX en uno de los más convulsos de la Historia de España junto con decenas de pronunciamientos militares, intentos de golpes de Estado, etcétera...
Cuando Fernando VII entró en Madrid en 1814, fue recibido por una masa enfervorecida e ignorante que gritaba ¡Muera la libertad, vivan las cadenas!. Un desafortunado lema acuñado por los absolutistas que no permitían que la razón y el progreso afloraran en la sociedad.
Dos de los mártires de aquel movimiento liberal fueron el general Torrijos y Mariana de Pineda que pagaron con la muerte su heroísmo.
“Sangre y
Amor en la Sierra” ha sido magníficamente interpretada por la
Asociación Cultural “Bandoleros de Grazalema" y la "Asociación Histórico-Cultural Torrijos 1831”. En la introducción nos
narraba su interlocutor en el escenario en el recinto de los Asomaderos, que el general Torrijos y José
María Hinojosa “El Tempranillo” no se conocían personalmente, aunque a través del
abogado rondeño Francisco Javier de Surga -que actuó como enlace-, se enviaban
cartas.
Gracias a las plumas que los viajeros románticos de finales del siglo XVIII y XIX nos legaron a través de sus viajes la figura romántica del bandolero considerado como rebelde con causa, pero eso ya es otra historia que contaremos en una segunda parte...
Enlaces interesantes
Ronda, ciudad soñada
Ruta de los almorávides y almohades
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Bicentenario de la Pepa
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Desde Grazalema para el blog de mis culpas...
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