“Fue un momento
malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una
civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una
delicadeza única en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre…”
Federico García Lorca
sobre la “Toma de Granada” en 1492 por los RR.CC.
10 de junio de 1936
A poco que viajemos un poco por la antigua Al
Ándalus, nos daremos cuenta, -a no ser que nos anestesie e importune lo
evidente-, que la cultura ansalusí es heredera de una herencia inapreciable de
nos dejaron los omeyas, almorávides, almohades y nazaríes como fruto del
trasvase de culturas y corrientes migratorias desde el Norte de África hasta Al
Ándalus (711-1492). Es evidente que cada época tiene sus luces y sus sombras,
encuentros y desencuentros.
España
entra en el seno de la Casa del Islam (Dar al Islam), a partir del 711 cuando
unos miles de beréberes vencieron a los visigodos de Roderico en la batalla del
río Barbate (Guadalete), aplicando el nombre de Al Ándalus en un principio a todas aquéllas
tierras que habían formado parte del reino visigodo: la Península Ibérica
con las Islas Baleares junto a la
Septimanía francesa y con el avance cristiano se fue reduciendo al reino nazarí
de Granada a partir del siglo XIII.
Fenicios,
cartagineses o romanos tardaron siglos en pacificar la Península Ibérica. Sin
embargo, los musulmanes la pacificaron en menos de dos años. No destruyeron
sino que reconstruyeron las antiguas obras dejadas por los romanos como puentes
y acueductos transformando el
territorio de Al-Andalus desde su llegada en el 711 hasta el siglo XV.
Gracias a su gran cultura sobre los recursos
hídricos que potenciaron, se construyeron las azudas (del árabe as-sudd, presa), albercas (del
árabe, al beer-kah, estanque), los
molinos con sus ruedas hidráulica o sigalla, para elevar el agua del río con
sus cagilones y así poder encauzarla a una acequia destinada para riegos y fuentes, norias,
aceñas o molinos harineros de agua, aljibes, alcorques o agujeros
alrededor de los árboles para almacenar el agua de riego, los azarbes que eran
acequias que transportaban las aguas sobrantes del regadío para devolverlas al
río. En terrenos abruptos como la sierra utilizaban el cultivo en terrazas. En
la agricultura, los árabes revolucionaron las tareas del campo con nuevos
métodos de cultivo, injertos, etc… Las huertas brillaron con luz propia con
nuevas hortalizas como la berenjena, la alcachofa, la endivia, el espárrago.
Nuevas frutas como la granada, el melón, la cidra y los albaricoques que
enriquecieron nuestra dieta mediterránea.
Amanecer en Almuñécar |
Los árabes introdujeron la palmera ya que la
única palmera autóctona de Europa era el palmito. En urbanismo, la medina era
el núcleo urbano, el zoco lugar de encuentro, la mezquita lugar de oración con
su madraza para realizar estudios. Es digno de resaltar la higiene pública en
su época ya que en las viviendas existía un aseo y alcantarillado al mismo
tiempo que alumbrado en los siglos IX y X con baños públicos. También es digno
de destacar la artesanía que hunde sus raíces en tiempos muy pretéritos destacando
una notable diversidad en forjas, albardonería, talabartería y un
largo etcétera, sin olvidar la industria alfarera con la elaboración de tejas árabes, cerámica y ladrillos. Un legado cultural que ha
sido transmitido desde los antiguos gremios hasta nuestros días.
Pero lo que mejor caracteriza el legado de Al-Ándalus fue el espíritu de tolerancia y convivencia, que la hizo convertirse culturalmente en el faro de Europa contribuyendo con más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe, llevadas posteriormente al latín por eruditos cristianos.
Pero lo que mejor caracteriza el legado de Al-Ándalus fue el espíritu de tolerancia y convivencia, que la hizo convertirse culturalmente en el faro de Europa contribuyendo con más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe, llevadas posteriormente al latín por eruditos cristianos.
Se
cuenta que la biblioteca del califa cordobés Alhakam II llegó a contener
400.000 tomos. Un manuscrito andalusí en papel de algodón que hoy guarda la
biblioteca del Escorial, del año 1.009, prueba que los musulmanes fueron los
primeros en sustituir el pergamino por el papel. Las bibliotecas de la Europa
no musulmana tenían menos de cien libros en esa época.
Aparte
de la cultura del agua y de las huertas, cultivaron la literatura, la ciencia, la
filosofía y arte islámico como se pudo demostrar con la captura de Toledo en
1085 que hizo adelantar inmensamente los conocimientos de los cristianos
revelando la esfericidad de la tierra 400 años antes de Colón. A ellos le
debemos también las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de
Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la
geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la
metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles. Versiones traducidas
posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo,
protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y
judíos. Traducciones del griego al árabe y latín que permitieron que el conocimiento fuese
conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y escolástica.
Recibimos
como legado del Islam español un 30% de vocablos derivados del árabe, entre ellos
palabras tan bellas como Andalucía, Sevilla (Isbilya), Guadalquivir (Wad
al-Kabir), naranja, limón, sandía, zanahoria, albañil, babucha, alcalde,
etcétera. El ajedrez llegó a Europa a través de Al Ándalus procedente de la
India. Nos legaron alimentos y recetas de cocina, bebidas, fármacos y
medicamentos, armas, heráldica, temas y gustos artísticos antes absolutamente
desconocidos, artículos y técnicas industriales y comerciales, costumbres y
códigos marítimos y numerosas palabras como aljibe (al yubb, pozo), guitarra
(qitar, instrumento de cuerdas), laúd, álgebra, cero, cifra, alambique,
almanaque o astrolabio.
La Torre del Oro "Bury al-dahab".
Fue edificada en 1221-1222 por orden del gobernador almohade Abú el-Ulá.
Es una torre albarrana de 12 lados, que cerraba el paso al Arenal mediante un tramo de muralla que la unía con la Torre de la Plata (10 lados), con otras torres hasta llegar finalmente al Alcázar (antigua Dar al Imara o Casa del Gobernador).
Tenía una enorme importancia estratégica al vigilar y defender el río, principal entrada comercial de mercancías. Defendía el antiguo Puente de Barcas que comunicaba la antigua Ishbiliya con el antiguo arrabal, permitiendo llegar víveres desde el Al-Xaraf "Aljarafe" sevillano. Disponía de una gruesa cadena que cruzaba el río y se sujetaba a la torre de la fortaleza (ya inexistente), en la orilla de Triana. Esta cadena sería partida por los marinos de Ramón Bonifaz en 1248 durante la Reconquista de Sevilla, con lo que se cortaba el suministro desde el Aljarafe a la sitiada Sevilla.
El brillo dorado era la consecuencia de proyectarse los rayos del sol sobre la torre construida con una mezcla de mortero de cal y paja prensada.
Los avances científicos estimularon la imaginación de
Europa que permanecía en las tinieblas de una cultura primitiva. Sin embargo, toda esta bonanza cultural se vio frustrada al verse el Califato de Córdoba involucrado en
una guerra civil o fitna que determinó su caída hacia 1.031, desintegrándose en
23 reinos de taifas o banderías. Cuando
cayó Toledo en 1085, Mutamid de la antigua Isbilya, viendo peligrar su futuro,
pide auxilio a los almorávides para
combatir contra Alfonso VI y que al comprobar la fértil Vega del Guadalquivir
deciden establecerse en ella. Posteriormente los almohades de Abu Yacub Yusuf
en 1172, eligen Sevilla como capital y en honor de la batalla de Alarcos contra
Alfonso VIII, deciden construir el alminar
-Giralda- de Sevilla.
La desaparición de los reinos de taifas coincide con la unificación del reino cristiano bajo el símbolo de la cruz bajo Isabel y Fernando, lo que convirtió a España en la vanguardia del catolicismo.
Sin embargo, la comunidad judía de
España fue expulsada por la fuerza el 31 de marzo de 1492 y a la comunidad
morisca le esperaba la misma sinrazón, a lo que hay que añadir la destrucción
de miles de libros y manuscritos riquísimos. Con el amparo de la Inquisición
destruyeron una civilización mucho más tolerante y culta que la de sus
conquistadores.
Una
época con luces y sombras, encuentros y desencuentros entre treguas y
repoblación, alcazabas, aljamas, mezquitas con sus madrazas, almuédanos en los
minaretes, cadíes y alfaquíes, zocos, arrabales y maqbaras, muladíes,
mozárabes, mudéjares y moriscos. Lo que en definitiva, ha sido inseparable en
nuestra historia y ha contribuido a nuestro modo de ser y de pensar. Lo
contrario sería permanecer ciegos amputando nuestra realidad.
¡Sirva el presente poema, magníficamente plasmado, como ejemplo de la desolación que sufrieron los musulmanes tras sus derrotas a manos de las tropas cristianas!.
Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas ya marchitas,
y que afean los infieles, con cruces
y con campanas, las mezquitas.
y al ver sus vegas lozanas ya marchitas,
y que afean los infieles, con cruces
y con campanas, las mezquitas.
Abul Beka, poeta rondeño del siglo XIII
Desde la antigua Al Ándalus, como legado de la Humanidad, para el Blog de mis culpas...
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