Bajo la Iglesia del Divino Salvador en Sevilla puede encontrarse la primitiva Catedral de Sevilla que recibió el nombre de Santa Jerusalén, teniendo como apelativo “San Vicente”. Fue la sede de San Isidoro, escritor y doctor de la Iglesia que presidió el Segundo Concilio de Sevilla en el 619, y el Cuarto Concilio de Toledo en el 633, en el que unificó la disciplina litúrgica de España. El saber de San Isidoro abarcó todas las ramas destacando entre sus libros “Las Etimologías” que podría ser denominada la primera Summa Teológica.
Alcuin de York, consejero de Carlomagno, define así al Santo: “El muy bienaventurado Isidoro, el más ilustre doctor no sólo de España sino de todas las iglesias de lengua latina”. San Isidoro Sevilla muríó en el año 636.
La debilidad de la monarquía visigoda forzó a solicitar ayuda al emirato del norte de África, causa final de la invasión musulmana. A partir del 711 comienza en Al Ándalus la islamización que tiene su máximo esplendor en el siglo X bajo el Califato de Córdoba. Los templos romanos e iglesias visigodas se van convirtiendo en mezquitas.
En el siglo VIII, fracasa el estado teocrático visigodo, seguido por una guerra civil entre los partidarios del cristianismo trinitario (Padre, Hijo y Espíritu Santo) encabezados por Roderico elegido por los nobles y prelados y los partidarios del arrianismo (cristianismo con un sólo Dios) encabezados por Witiza.
Es difícil de creer que sólo unos miles de musulmanes sin una marina adecuada y “sin una invitación previa” pudiesen atravesar el peligroso Estrecho de Gebel al Tarik “Gibraltar” y conquistar un vasto territorio que le llevara al Imperio Romano varios siglos de conquista (desde el 218 a.C. hasta el 19 a.C.).
Pero ocurrió que la Hispania visigoda se desintegró por las guerras internas emergiendo con la ayuda de la población autóctona una nueva civilización con una cultura superior que se extendió en menos de un siglo desde Siria hasta Al Ándalus pasando por Egipto y el norte de África y que marcará durante siglos la Historia de España y parte de nuestra identidad cultural e histórica.
Se cree que la fecha fundacional de la Mezquita de Ibn Adabbás fue el año 214 de la Hégira "829-830 de la era cristiana" al encontrarse esa fecha grabada en una columna de la Mezquita que se guarda en el Museo Arqueológico de Sevilla "Sala XXVI". Es posible que los fieles musulmanes siguieran utilizando el edificio romano-visigótico compartiéndolo con los cristianos, tal y como sucedió con la Basílica de San Vicente en Córdoba.
Fuste romano de mármol con epígrafe árabe que conmemora la fundación de la Mezquita de Ibn Adabbás. Iglesia del Salvador. Museo Arqueológico de Sevilla. |
Detalle del fuste romano |
Se compone de cinco líneas de caracteres cúficos de tipo arcaico escritos paralelamente al eje vertical de la columna:
‹‹Dios tenga misericordia de Abd al-Rahmán b. al-Hakam, el emir justo, el bien guiado por Dios, el que ordenó la construcción de esta mezquita, bajo la dirección de Umar b. Adabbas, qadí de Sevilla, en el año 214 (11-3-829/27-2-830). Y ha escrito esto Abd al-Barr b. Harun.››
En el año 230 H (844) los normandos “mayús” remontan el Guadalquivir arrasando la antigua Isbilya y la mezquita aljama de Ibn Adabbás en tiempos de Abd al-Rahmân II, el cual movilizó sus tropas venciéndolos en la “Batalla de Tablada.
En el año 230 H (844) los normandos “mayús” remontan el Guadalquivir arrasando la antigua Isbilya y la mezquita aljama de Ibn Adabbás en tiempos de Abd al-Rahmân II, el cual movilizó sus tropas venciéndolos en la “Batalla de Tablada.
La Mezquita Aljama de Ibn Adabbás ha sido objeto de varias restauraciones, entre las que destacan la del año 472 H (1079-1080), llevada a cabo tras un terremoto que destruyó la parte alta de la torre, y la del año 592 H (1196-1197), efectuada cuando la nueva mezquita aljama (hoy Catedral) estaba ya construida.
La estrategia política de los andalusíes consistió en colocar en el centro urbano de la Medina o ciudad el palacio del gobernador y la Mezquita Aljama o Mezquita Mayor, que acogía a toda la población adulta para el rezo de los Viernes.
La construcción de la Mezquita Mayor de
Adabbás se realizó siguiendo las normas de Mahoma, que propugnaba el
arrasamiento de los templos anteriores con reaprovechamiento de sus materiales,
y se trazó un templo musulmán según el modelo oriental.
Así encontramos en la antigua Mezquita Aljama “Mayor”: una sala hipóstila con fustes y capiteles romanos. El edificio, rodeado por muros en el centro histórico de la antigua Ishbilya “Sevilla” tenía el acceso principal a través del antiguo alminar situado al norte, en el lado opuesto de la quibla de 10 m. de altura y 2 m. bajo tierra -ubicada en la actual calle Córdoba- que da acceso al “Patio de los Naranjos”. Desde el alminar el almuecín llamaba a los fieles a la oración.
El alminar de la mezquita de Ibn Adabbás es un antecedente del gran alminar que construyera Abd al-Rahmán III en la Mezquita Aljama de la antigua Córdoba. Junto a los muros de la mezquita aljama estaban adosados los comercios y pequeños talleres artesanos.
El alminar de la mezquita de Ibn Adabbás es un antecedente del gran alminar que construyera Abd al-Rahmán III en la Mezquita Aljama de la antigua Córdoba. Junto a los muros de la mezquita aljama estaban adosados los comercios y pequeños talleres artesanos.
La Mezquita estaba compuesta por dos espacios rectangulares de similar superficie. El situado al norte constituía la antesala del edificio, y su función era la realización de las abluciones rituales antes de los rezos. Este patio de las abluciones “sahn” orientado en dirección Este-Oeste, -tiene un tamaño de unos 22 metros en este eje y unos 12 en el eje menor-, lo mandó a construir And al-Rahman II en el 829 y estaba rodeado por galerías debiendo utilizarse también como plaza pública. La sala de oración estaba abierta con arcadas a este espacio abierto. Se componía de nueve naves de igual medida, excepto la central, más ancha y alta, que indicaba el camino espiritual hacia el muro de oración y nicho sagrado situado en el muro de la quibla, el mihrab. En el centro del patio de las abluciones se colocó una fuente.
En el lado Este del patio existe una capilla funeraria “la de los Pineda”, levantada en el siglo XIV y que reúne elementos góticos e islámicos. De las tres laudas sepulcrales que contenía, decoradas con azulejería, sólo queda una.
Todas las mezquitas andalusíes tienen su dirección de rezo hacia el sur, posiblemente por tradición de la orientación de las mezquitas omeyas de Siria. Los arcos que soportaban la techumbre eran de herradura y bicromos, como en la Mezquita de Córdoba.
También destaca "Las dos aldabas" ambas de bronce e idénticas de la puerta principal de la Mezquita Aljama de Ibn Adabbás, que se encuentran en la actualidad en la puerta de la sala de exposición dentro de las dependencias de la Hermandad Sacramental del Salvador. Estas aldabas penden de la boca de un felino, cuya cabeza es sustentada por una moldura en forma de pirámide octogonal, fijados a las hojas de la puerta por medio de un polígono estrellado.
Cuando los castellanos conquistaron Sevilla en 1248 cristianizaron las mezquitas colocando en primer lugar las campanas en los alminares y cambiando el eje de oración “norte-sur” en “este-oeste”. En el lugar del minrab (lugar sagrado islámico) se coloca una capilla de la Virgen, en este caso de la Virgen de las Aguas.
Muchas de las catedrales se situaron sobre las mezquitas mayores “aljamas”. Las mezquitas terminaron derribándose, con la excepción de la gran aljama de Córdoba que debe su permanencia a la construcción en su interior de una catedral plateresca tardía, en 1523. Así pues, la mezquita mayor de Jaén, fue demolida entre 1368 y 1382, la de Sevilla en 1401, Guadix en 1496, Málaga en 1518 y Granada en 1522. El Salvador será una de las últimas mezquitas que se derribó en Andalucía (1671) y esto se debe a que en el año 1172 perdió su condición de mezquita mayor de la ciudad a favor del enclave existente en la actual catedral: el derribo para construir la Catedral cristiana se realizó en el edificio almohade, mientras que la antigua mezquita mayor de Adabbás se reutilizó hasta finales del siglo XVII.
Todos estos vestigios arquitectónicos demuestran la grandeza de una civilización andalusí que ha marcado una parte de nuestra historia y cultura dejando una importante huella en nuestra personalidad, llegando a ser el faro intelectual de una Europa sumergida en las tinieblas de su propia ignorancia.
A los andalusíes les debemos las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles que serán traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.
A los andalusíes les debemos las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles que serán traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.
Traducciones de Platón, Aristóteles, Séneca, Plotino, Luciano de Samosata y los grandes padres de la Iglesia desde San Ireneo a San Agustín permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y escolástica.
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