Cercana la primavera y bajo un espléndido día de sol nos fuimos a visitar la antigua Isbiliya (Sevilla) bajo los efluvios del azahar, el jazmín y el incienso, que en estas fechas impregnan nuestros sentidos. Una ciudad tan intensa culturalmente hablando, que rezume un magnífico legado por todos los poros de su historia quedando la visita grabada en la retina de nuestro recuerdo.
Diferentes culturas han estado presente en la genealogía de la ciudad, desde la primera civilización de Occidente, Tartessos que deja de ser un mito gracias a las excavaciones de Carriazo -Tesoro del Carambolo (1958-1961) como máximo exponente de la cultura tartésica (650 a.C.)-, hasta Itálica en la antigua Baetica, como la primera colonia romana en Hispania, fundada en el año 206 a.C. por Publio Cornelio Escipión “el Africano” (el único general romano que pudo derrotar a Anibal, general cartaginés).
En el año 45 a.C. los romanos fundan la “Colonia Iulia Romula Hispalis”, -latinizando el término “ispal”- tierra llana-.
Busto de Adriano. Museo Arqueológico de Sevilla
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Itálica dio emperadores al Imperio Romano de la talla de Trajano y Adriano. Todo un crisol de culturas en las cuales ha estado siempre presente el rio Tharsis, Baetis o Wad al-Kabir como fiel testigo y parte fundamental de su historia desde los tartessos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes y cristianos.
Río Guadalquivir a su paso por Sevilla. Eje vertebrador de culturas. |
Una identidad cultural que ha pasado a formar parte de la memoria colectiva. No podemos olvidar que el río Guadalquivir ha sido un importante eje vertebrador por su carácter navegable.
Por tanto, una razón de peso para conocer los orígenes de los primeros sevillanos sería visitar Itálica junto al Museo Arqueológico y el Antiquarium de Sevilla, entre otros vestigios arquitectónicos de la época.
Después de haber visitado el Museo Arqueológico, paseamos por la antigua Fábrica de Tabacos, del siglo XVIII -actual sede de la universidad de Sevilla y escenario de las andanzas de Carmen la Cigarrera.
Durante el siglo XVIII, se construye la Fábrica de Tabacos, escenario de las andanzas de Carmen la Cigarrera, el cabo don José y el torero Escamillo. Una novela que Prosper Merimée concibe en 1845 basada en una historia de amor, celos, pasión y muerte en la sociedad sevillana de 1830 entre cigarreras, gitanos, flamencos, toreros, bandoleros, migueletes y tabernas.
Georges Bizet populariza el mito de Carmen en 1875.
Llegamos a los Jardines de Murillo, desde donde se empieza a observar la muralla islámica del siglo XI y XII de la antigua Ishbiliya y que contiene las conducciones que suministraban agua al alcázar y a la ciudad, para llegar entre callejuelas angostas y sinuosas, al callejón del agua y la judería, bajo el cobijo de sus lienzos de murallas que protegen el Alcázar, lo que nos hace desembocar junto al Patio de Banderas donde la omnipresente Giralda nos observa al recordarnos que el viejo alminar fue cristianizado entre 1558 y 1568 mediante un cuerpo de campanas renacentistas sobre el fuste islámico, obra del arquitecto cordobés Hernán Ruiz II que dirigió esta obra.
El Giraldillo fundido en cobre, es una veleta que simboliza una alegoría del triunfo de la fe. Desde su elevada altura de miras observa a Sevilla bajo sus sólidos sillares.
Accedimos a la Catedral, a la Giralda y Torre del Oro, pero eso forma parte de otra historia que compartiremos juntos.
Desde la antigua Ishbiliya, para el blog de mis culpas...
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