jueves, 1 de mayo de 2025

Antonio Machado toma posesión simbólica como miembro de la Real Academia de la Lengua


“Cuando pienso en un posible destierro en otra tierra que no sea esta atormentada tierra de España, mi corazón se turba y conturba de pesadumbre. Tengo la certeza de que el extranjero significaría para mí la muerte”. 


Breve introducción

Junto al Museo del Prado se encuentra la Iglesia de los Jerónimos y la Real Academia del Lengua [cuyo edificio fue inaugurado el 1 de abril de 1894], que pasan casi inadvertidos para la inmensa mayoría de las personas. La RAE es la actual sede de la Real Academia de la Lengua.

Recuerdo en mis tiempos de zagal, a comienzos de los años setenta del siglo pasado, cuando abríamos el libro de literatura de 3º de bachiller antiguo se destacaba en la primera hoja una amplia fotografía de la Real Academia de la Lengua bajo el lema: “Limpia, Fija y da Esplendor” a la Lengua Española.

“Limpia” de impurezas y semillas extrañas nuestro idioma, “Fija” al cohesionar el sistema lingüístico español, y da “Esplendor” a la educación proyectando la lengua española por el mundo entero.

La pasada tarde del 29 de abril de 2025 tuve la satisfacción de seguir el “ingreso simbólico” del inmortal poeta Antonio Machado como Académico de la Academia de la Lengua.

 



Tumba de Antonio Machado. Cementerio de Collioure
Foto. Salvador Moreno


La ironía del destino nos recuerda que la Universidad de Cambridge le había enviado una carta a Antonio Machado remitida por el catedrático de español en aquel campus John B. Trend, ofreciéndole a Antonio un puesto de catedrático de literatura española. Aquella carta fue recibida por su hermano José Machado el 23 de febrero de 1939, al día siguiente de ser enterrado su hermano Antonio. Una oportunidad para seguir su vida intelectual fuera de España, pero su muerte se lo impidió.

Trend en su carta le comunica a Antonio Machado:

…a pesar de que el puesto —le dice— no tiene «la categoría a que los altos merecimientos de V. son acreedores».

Trend le comunica las que serían sus condiciones laborales: empezaría a primeros de octubre, tendría cuatro horas semanales de clase, cobraría 330 libras esterlinas anuales con contrato de un año prorrogable a dos y debería residir en Cambridge; finalmente concluye:

El Departamento de Español de Cambridge es, entre todos los similares universitarios ingleses, el que tiene mayor número de alumnos. La presencia de V. en él sería no solo un alto honor para el Departamento y para toda la Universidad, sino una noble inspiración para todos los que amamos y respetamos la cultura española; y para mí, como titular de esta cátedra, y para mis colaboradores, una ocasión única y gratísima para seguir más de cerca la obra del gran poeta español a quien todos admiramos.

Antonio Machado no tuvo posibilidad alguna de responder al catedrático pues la muerte se adelantó a la misiva, en su lugar lo hizo su hermano José en una nueva carta con fecha del 24 de febrero: el ofrecimiento —le explicaba— habría supuesto un respiro para su penosa situación económica; Antonio —añadía— habría aceptado sin dudarlo, porque admiraba a Trend y a Inglaterra, y anhelaba desde siempre conocer ese país, pero…

Cuando llegó el ofrecimiento de esa célebre Universidad de Cambridge para mi hermano Antonio, en aquel mismo momento acababa de morir. Yo, que he sido siempre el hermano inseparable de todas las horas, sé muy bien cuán alta estimación sentía por Vd., y cuánto se hubiera honrado aceptando este nombramiento […].

Lo hemos enterrado ayer en este sencillo pueblecito de pescadores en un sencillo cementerio cerca del mar. Allí esperará hasta que una humanidad menos bárbara y cruel le permita volver a sus tierras castellanas que tanto amó.

Estos dos textos, documentos valiosos y emotivos de los últimos días de Machado, fueron hallados entre los papeles de John B. Trend, en la biblioteca de la Universidad de Cambridge.

Si por si esto fuera poco, las autoridades franquistas pondrán en marcha los expedientes de depuración de los profesores de la Segunda Enseñanza por ser contrarios al espíritu del “Glorioso Movimiento Nacional”. Antonio Machado quedará separado del Cuerpo de Catedráticos de Instituto el 7 de julio de 1941, a pesar de llevar dos fallecido en el exilio.

“Los nuevos profesores de Segovia [de espíritu franquista] no querían la presencia del nombre de Antonio Machado en el mismo escalafón al que se honraban de pertenecer, por el espíritu republicano y por ser contrario al Movimiento Nacional del universal poeta”.

Antonio Machado Ruíz será restituido por Orden de 31 de diciembre de 1981 por la que se rehabilita a don Antonio Machado Ruiz como Catedrático de Instituto «BOE» núm. 9, de 11 de enero de 1982 [Página 558].

En 1979 un grupo de poetas entre los que se encontraban Miguel Ángel Almodóvar, José Manuel Caballero Bonald, Gabriel Celaya, Alicia Cid, Celso Emilio Ferreiro, Ángel González, Lauro Olmo, Julio Rodríguez Puértolas, Julio Vélez y Ana Vián, fueron a la Academia para leer el discurso de ingreso de Antonio Machado, pero no lo consiguieron, leyéndolo en la calle Felipe IV [junto a la Academia] con el máximo respeto y admiración.


“Nunca es tarde, si la dicha es buena” es un refrán español que viene como el aceite a las espinacas, según la sabiduría popular. Ya iba siendo hora de que pasado un siglo de la elección de Antonio Machado como miembro de la Real Academia de la Lengua se honrara su memoria en la Academia [ya que el último intento fue en la calle en 1979], al menos, leyendo su Discurso de “ingreso simbólico”.

 

Antonio Machado fue elegido académico de la Real Academia de la Lengua Española en 1927 con la letra V y 16 votos a favor. Sin embargo, debido a las circunstancias políticas de aquellos años, el poeta nunca llegará a ocupar la silla que le correspondía.

Pese a que su hermano Antonio no recibió los honores que recibió su hermano Manuel, los intentos de la dictadura de Franco por marginar a Antonio Machado por su adhesión a la República fueron infructuosos, habiendo sido el poeta más querido y celebrado durante los últimos setenta años.

El 19 de enero de 1947 fallece el poeta Manuel Machado. Su capilla ardiente quedará instalada en la Academia de la Lengua. Su amigo Eugenio d´Ors le coloca a los pies del féretro una rama de limonero cargada de limones que recordaban los olores de Sevilla al que tanto cantaron los hermanos poetas. Manuel será llevado con honores de Estado al cementerio de la Almudena. Antonio no tuvo ningún homenaje.

La Academia de la Lengua rinde homenaje a Manuel y Antonio Machado, coincidiendo con el 150º aniversario del nacimiento de ambos en 2024 [Manuel] y en 2025 [Antonio]. Aunque Antonio Machado fue elegido Académico de la Lengua en 1927, y escribió su ingreso en la Academia, nunca llegará a leerlo.


Abrió el solemne acto el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado con la intervención «Los Machado en la Academia».

Su muerte en Collioure no puede ser modificada y su discurso en la Academia no se llegará nunca a concluir.

Santiago Muñoz mencionó el camino de Antonio Machado por la Academia, destacando palabras como camino, galerías, senderos, río, mar, pasar haciendo caminos, yo voy soñando camino de la tarde, etcétera, que predominan en el lenguaje machadiano.

Antonio fue elegido en 1927 y nunca leerá su discurso de ingreso. Sin embargo, Manuel se incorporó inmediatamente, en 1938 redactando su discurso de ingreso bajo el título "Semi-poesía y realidad". Los dos hermanos fueron inequívocamente republicanos.

Antonio compitió con la candidatura de Alcalá Zamora, que será nombrado cuatro años después, en 1931, ya que el dictador Primo de Rivera se opuso a que un político entrara en la Academia.

Manuel hizo unas declaraciones a un periódico francés que le traerán consecuencias. Manuel se encontraba en Burgos el 18 de julio de 1936 y no pudo volver a Madrid. Aquel día fue encarcelado por sospechas de republicanismo. Fueron tres días de terror que condicionaron su existencia. A partir de entonces, quedó como un franquista aparente y sin resquicios.

Su hermano Manuel Machado se encontraba con su mujer Eulalia Cáceres en Burgos visitando a una hermana de su mujer que era monja cuando se produjo el Alzamiento Nacional el 18 de julio de 1936. Al inicio de la Guerra Civil Manuel Machado estuvo preso en Burgos. Un grupo de falangistas lo detuvo el 29 de septiembre permaneciendo encarcelado hasta el 1 de octubre en que fue puesto en libertad gracias a la mediación de José María Pemán y Eugenio D´ors.

Al poeta lo detienen dos veces. La primera lo saca de la cárcel de Burgos su cuñada monja Carmen; la segunda, sus amigos José María Pemán y Eugenio D’Ors.




A continuación, Juan Mayorga, académico de la Lengua, nos dijo entre otras cosas, que en Campos de Castilla se halla todo el espíritu de Machado recordándole Campos de Soria la melancolía. El poeta impregna su espíritu en los poemas, describiendo la naturaleza. Rubén Darío al retratar al poeta nos dice sobre el poeta “era misterioso y silencioso”.

Juan Mayorga dio la bienvenida a Antonio Machado en la Academia, la que siempre será su casa.


ORACIÓN POR ANTONIO MACHADO

Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible se fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.

Dedicado a Antonio Machado
Rubén Darío, 1905


1912 es el año de la muerte de su querida Leonor. Antonio Machado publica “Campos de Castilla” y Rubén Darío “Castilla”. En un prólogo para la edición de 1917 se observa que Soria le produce a Antonio Machado melancolía.


Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada. Allí me casé, allí perdí a mi esposa a quien adoraba, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano…

Castilla conmociona a Machado que la canta. El paisaje castellano adquiere su plenitud en la poesía de Antonio. En Campos de Soria se halla todo el espíritu de Machado. Destaca el grado máximo de la objetivización del poeta en el paisaje que describe. Paisaje y sentimiento son una misma cosa.


Campos de Soria

Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas…

..¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!..



El impresionante dolor de Antonio Machado queda expresado en este poema:


A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


 


SEÑOR, YA ME ARRANCASTE LO QUE YO MÁS QUERÍA

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.



Foto. Borja Sanchez-Trillo (EFE)

El actor José Sacristán lee el 29 de abril de 2025 en acto solemne el Discurso simbólico de ingreso en la Academia de Antonio Machado, [a los 86 años de la muerte del universal poeta y a los 98 años de su nombramiento como Académico con la letra V].


Sr. Director, Señoras y Señores Académicos, Señoras y Señores:

Perdonadme que haya tardado más de cuatro años en presentarme ante vosotros. Todo este tiempo ha sido necesario para que venza yo ciertos escrúpulos de conciencia. Tengo muy alta idea de la Academia Española por lo que ha sido, por lo que es, por lo que puede ser. Me habéis honrado mucho, demasiado, al elegirme académico y los honores desmedidos perturban siempre el equilibrio psíquico de todo hombre medianamente reflexivo. Cuando nos alejamos de la juventud, que es casi toda ella anhelo de porvenir y por ende, ansia de todo lo posible, limitamos el campo de nuestras aspiraciones, Creemos conocer ya no solo el ritmo sino la ley que ha de regir la totalidad de nuestra vida y renunciamos a hacernos ilusiones. Quiero decir que aspiramos a vivir de realidades. Pensamos entonces que lo real de nuestra vida es solamente aquello que no pugna con la norma ideal que habíamos sacado por abstracción de nuestra experiencia. Es la edad en que fatalmente desconfiamos de merecer todo honor y toda aventura que no esperábamos. Así, el hombre que en plena juventud no logró inquietar demasiado el corazón femenino y ya en su madurez vio claro que nos caminos de don Juan no eran los suyos, se siente algo desconcertado y perplejo “Sic candidior postquam tondendi barba cadebat”, alguna bella dama le brinda sus favores. Y pongo este ejemplo aparentemente inadecuado para demostraros que no es menosprecio del honor que nos espera o de la dicha inopinada la causa de nuestro desconcierto y perplejidad, porque, ¡quien habrá que desdeñe el amor aunque le llegue cuando el sueño perdurable comienza a enturbiarle los ojos! Es que en verdad, lo que no estaba en el campo de nuestras esperanzas si por azar nos aparece no logra convencernos de su veleidad. Por eso habéis de perdonarme señores este rubor y esta timidez por el que llego hasta vosotros, y el que yo académico electo desde el día ya lejano en el que vertisteis sobre mí la cornucopia de vuestras bondades me pregunta muchas veces si merezco serlo, si en realidad lo soy. No creo poseer las dotes específicas del académico. No soy humanista, ni filólogo, ni erudito. Ando muy flojo de latín, porque me lo hizo aborrecer un mal maestro. Estudié el griego con amor, por ansia de leer a Platón, pero tardíamente y, tal vez por ello, con escaso aprovechamiento... Pobres son mis letras en suma, pues aunque he leído mucho mi memoria es débil. Si algo estudié con ahínco fue más de filosofía que de amena literatura. Y confesaros he que, con excepción de algunos poetas, las bellas letras nunca me apasionaron. Quiero deciros más: soy poco sensible a los primores de la forma, a la pulcritud y pulidez del lenguaje, y a todo cuanto en literatura no se recomienda por su contenido. Lo bien dicho me seduce sólo cuando dice algo interesante y la palabra escrita me fatiga, cuando no me recuerda la espontaneidad de la palabra hablada. Amo a la naturaleza, y al arte sólo cuando me la representa o evoca. Y no siempre encontré la belleza allí donde literariamente se guisa»…Pero vosotros me hicisteis académico y no debo yo insistir sobre el tema de mi ineptitud para serlo. Algo habrá en mí que a vuestra dilección me recomienda. Además yo acepto el honor que me habéis conferido como un crédito que generosamente me otorgáis como obra futura. A reconocer esta deuda vengo a vuestra causa confiado al lado vuestro podré mostraros al menos cuanto es sincera mi voluntad de pagarla. Y ahora, quisiera hablaros algo de poesía. ¡Que es la poesía! Pregunta es esta que yo muy rara vez me he formulado. Sin el examen de conciencia que el acto de presentarme ante vosotros me obliga, la poesía no hubiera sido nunca para mí un tema de reflexión. Ella es sin duda, el más alto deporte de la inteligencia, pero acaso también el más superfluo, el más pobre en conclusiones positivas. Cuando es dogmática parte de una definición para tornar a ella y cuando no lo es, solo nos descubre su propio problema, la dificultad de definir eludiendo definiciones. La lírica fallece se ha dicho, porque nuestro mundo interior se ha empobrecido y se dice con alguna verdad, aunque no siempre sabiendo lo que se dice, porque no olvidemos que nuestro mundo interior, la intimidad de la conciencia individual es en parte invención moderna, laboriosa creación del siglo XIX. Tras el simbolismo francés comienza el periodo de franca desintegración, la reducción al absurdo del subjetivismo romántico. En los años de la guerra entre múltiples escuelas literarias que duran unos días, efímera producción de grupos de vociferadores que aspiran a las abigarradas y absoluta novedad aparecen dos frutos maduros y tardíos, mejor diré rezagados del espíritu Ochocentista. Me refiero a la obra de Marcel Proust en Francia y de James Joyce en Inglaterra. Ni Proust ni Joice pueden llamarse poetas en el sentido estricto de la palabra pero los poemas esenciales de cada época no siempre son la producción de los cultivadores del verso. ¡Que es lo actual en poesía. Ya no es el “Fugit irreparabilis tempo” del pensamiento del siglo romántico de Carnotola Martín. Parece como si la lírica se hubiese emancipado del tiempo. Los poemas modernos están excesivamente lastrados de pensamiento conceptual, lo que quiere decir que las imágenes no navegan como antaño en el fluir de la conciencia psicológica. Nunca en verdad la lírica ha sido más fecunda en imágenes. Pero estas imágenes que revisten conceptos y no señalan intuiciones que nunca reflejan experiencias vitales, carecen de raíz emotiva, de babia cordial. El nuevo barroco literario como el de ayer malinterpretado por la crítica nos da una abigarrada y profunda imagineria conceptual. Hoy como ayer conceptistas y culteranos tienen el concepto no la intuición por denominador común. Cuando leemos algún poeta de nuestros días, Jorge Guillén entre los españoles, buscamos en su obra la línea melódica trazada sobre el sentir individual. No la encontramos, su frigidez en parte nos repele, ¿Son poetas sin alma? Yo no vacilaría en afirmarlo si por alma entendemos aquella cálida zona del psique, el único rincón de nuestros sueños humanos, demasiado humano donde cada hombre suele encontrarse a sí mismo, al margen de la vida cósmica y universal. Esta zona media que fue mucho, si no todo para el poeta de ayer, tiende a ser el campo vedado para el poeta de hoy. En ella queda lo esencialmente anímico, lo afectivo, lo emotivo, lo pasional, lo concupiscente, los amores, no el amor ingenere, los deseos y apetitos de cada hombre, su íntimo y único paisaje, su historia tejida de anécdotas singulares. A todo ello siente el poeta secular una invencible repugnancia, De todo ello quisiera el poeta purificarse para elevarse mejor a las regiones del espíritu, porque este poeta sin alma no es necesariamente un poeta sin espiritualidad. Antes aspira a ella con la mayor vehemencia y ahora podemos emplear la expresión poesía pura, conscientes al menos de una marcada atención en el poeta, empleo de las imágenes como puro juego del intelecto bajo múltiple y enmarañada apariencia es esto lo que se descubre en la poesía actual. El poeta tiende a emanciparse de “liquen nun”, del tiempo psíquico y el espacio concreto en que se produce su vida individual. Pretende que sus imágenes alcancen un valor algebraico como símbolos conceptuales de un arte combinatoria más o menos ingeniosa y sutil. Esta lirica desubjetivizada, destemporalizada, deshumanizada para emplear la certera expresión de nuestro Ortega y Gasset es producto de una actividad más lógica que estética y solo una crítica superficial no atinará a descubrir en ella la madeja de conceptos que encierra su laberinto de imágenes, porque hoy como ayer las imágenes señalan intuiciones o revisten conceptos “tertium non datur”, pero toda intuición es imposible al margen de la experiencia vital de cada hombre. A los poetas de hoy pudiéramos aplicar “Mutatis mutandis” los argumentos de Kant contra la metafísica de escuela y recordarles la parábola de aquella paloma que al sentir en sus alas la resistencia del aire sueña que podría volar mejor en el vacío, porque también hay una paloma lírica que pretende eliminar el tiempo para mejor elevarse a lo eterno que, como la kantiana ignora la ley de su propio vuelo. El mañana, triste cosa si para viejo y haber por ello echado la llave de nuestras simpatías, nuestra capacidad afectiva es mucho más limitada que la de nuestra comprensión, y esto en tiempos de tónica juvenil, cuando el mundo se esfuerza en ir para joven y se empeña en las más atrevidas experiencias. Por todas partes las cosas parecen bruscamente cambiar, como si el árbol total de la cultura se renovase por sus más ocultas raíces.

Fuerzas poderosas militan hoy contra lo que suponíamos más firmes cimientos y más altos objetivos. Los postulados de la ciencia, del arte, de la moral aparecen inopinadamente removidos por nuevas concepciones del especio de la materia, de la economía, del Estado, de la familia, transmutación de valores para emplear la expresión nietzschiana, cambio de estimativa que implica ciertamente la ruina de toda la sentimentalidad y al par, no lo dudamos, creación de otra nueva que han de revelarnos los poetas de mañana. Los valores de cada tiempo tienen uno de sus polos en el “Topos uranos” de las ideas trascendentes y el otro, en el corazón del hombre.

Yo no creo que una próxima edad frígida que excluya la actividad del poeta, que el mundo venidero haya de ser como supone Stengler el de una civilización fría, puramente intelectualista y técnica me parece una afirmación temeraria. Tampoco la aspiración de las masas hacia el poder y hacia el disfrute de los bienes del espíritu ha de ser necesariamente como muchos suponen una ola de barbarie que anegue la cultura y la arruine. No está probado que el principio de Clausius rija en lo espiritual como en el mundo de la materia y que una difusión de la cultura suponga una ineluctable degradación de la misma. Difundir la cultura no es repartir un caudal limitado entre los muchos para que nadie lo goce por entero sino despertar las almas dormidas y acrecentar el número de los capaces de espiritualidad.

Por lo demás, la defensa de la cultura como privilegio de clase implica a mi juicio defensa inconsciente de lo ruinoso y muerto y más que de valores actuales, defensa de prestigios caducados. Es cierto que una marcadísima apariencia nos muestra un mundo desencantado por el súbito despertar de la razón. Cabe pensar sin frivolidad excesiva que caminamos hacia una nueva iluminación, hacia un hanglarum nuevo y que nuestro siglo camina hacia energías ocultas de los oscuros rincones de nuestras siques. Como no se nos tache como reaccionarios apenas mentamos y menos endiosamos como nuestros abuelos a la razón, pero contra apariencias aún más superficiales, tal vez no ha conocido la historia un hombre tan racionalizador en todos los sentidos de la palabra como el hombre de nuestros días. Cabe pensar sin demasiada inercia que asistimos al triunfo del animal humano, que en plena posesión del mundo material aún aspira a regirse por normas estrictamente genéricas, que los viejos fantasmas no huyen sin resistencia, Muchos llevan el escudo al brazo y se defienden con denuedo y heroísmo, más parece que todos caminan en retirada. Si alguien fuera capaz de escribir la epopeya aparente de nuestra época nos daría el gran poema de la racionalización del mundo, nos narraría el gran Anábasis de las sombras románticas. Sería este un tema épico como difícil.

Yo no obstante, si tuviera autoridad literaria lo aconsejaría a los jóvenes, desaconsejándoles al par el superfluo manejo de elementos átonos e inertes rebuscados en vacía intimidad. Cabe pensar esto porque al hombre le es dado, registrando apariencias, pensar en muchas cosas sin creer demasiado en ninguna de ellas. Por lo demás, los periodos revolucionarios como el nuestro son contra lo que generalmente se afirma, los más insignificantes y los más equívocos de la historia, porque en ellos, lo interesante ha pasado ya o no ha llegado todavía. Desde la Toma de la Bastilla hasta los últimos días del Terror nada aconteció en Francia que pueda compararse en importancia y trascendencia a una página de Rousseau. Y cuando el Diluvio Universal señores, para usar ejemplos del mayor bulto, que poca cosa fueron los cuarenta días con sus cuarenta noches de aguacero ante la previa decisión del Altísimo de destruir el linaje humano o ante aquel arrepentirse la Divinidad que le subsidió. Digo todo esto para mostrar mi escasa inclinación o sacar consecuencias inmediatas ciertas premisas catastróficas: guerras europeas, conmociones sociales y políticas, que no son a mi juicio sino fenómenos de superficie.

Los alemanes que se prometían dominar el mundo, aspiración muy grande en verdad, cuando fueron vencidos, porque el mundo prefirió ser libre, aspiración más grande todavía, han ejercitado su despecho decretando el próximo acabamiento de la cultura occidental. No es cosa de tomar en serio el humor de estos hombres tipo Spengler de indudable ingenio, pero que nada profundo y original representan en su misma patria. Son los epígonos de aquellos jaleadores del germanismo, Dominó, Chamberlain, cuyas ideas, monedas ya de cuño borroso y difícil curso se pretende hoy sobredorar. Dejemos a un lado toda esta apresurada y tendenciosa prognosis de postguerra, nada propicia a la lírica, ni en general a ninguna actividad estética y tornemos a donde antes habíamos llegado, al fin de aquella corriente subjetivista y a la fe metafísica más o menos consciente o confesada en el “solus ipse” que tuvo el hombre del Ochocientos que expresó su arte, y muy especialmente la lírica. El poeta cantaba su soledad porque creía en ella. A través de todo el siglo romántico resuena un tema negativo, el de la irrealidad de cuanto trasciende del sujeto individual. Nunca se insistirá demasiado sobre el escepticismo o fe agnóstica, puesto que en el fondo el alma humana solo contiene esencias y el solipsismo del ochocientos. Todo el siglo fue en lo profundo una reacción monstruosa contra los dos temas esenciales de la cultura occidental, que son ¡quién puede dudarlo!, el de la dialéctica socrática que inventa la razón humana, la comunión mental de una pluralidad de sujetos en las ideas trascendentes, y el de otra más sutil dialéctica del Cristo, que revela el objeto cordial y funda la fraternidad de los hombres emancipada de los vínculos de la sangre. Sólo Platón y el Cristo supieron dialogar porque ellos más que nadie creyeron en la realidad espiritual de su próximo. El Ochocientos en cambio, se mostró en lo profundo incapaz para el diálogo, lo que explica el carácter egolátrico de su lírica. Su pensamiento parte del yo para tornar a él. Ninguna de sus metafísicas implica la realidad irreductible y absoluta del tú. Esto es lo que quería decir mi apócrifo Juan de Mairena cuando afirmaba que el hombre del Ochocientos no creyó seriamente en la existencia de su vecino. Pero del mañana se dirá que el nuevo siglo, que para muchos comienza después de la guerra y para algunos apenas ya ha comenzado todavía, del mañana, de su poeta y de su hombre ¡Quién se atreve a vaticinar cualquiera que no padezca del miedo pueril a equivocarse que es en el fondo el fatuo anhelo de sentar plaza de infalible. El mañana señores, bien pudiera ser un retorno, nada enteramente nuevo bajo el sol, a la objetividad por un lado y a la fraternidad por otro; una nueva fe, porque es en el campo de las creencias donde se plantean los problemas esenciales del espíritu se ha iniciado ya. Comienza el hombre nuevo a desconfiar de aquella soledad que fue causa de su desesperanza y motivo de su orgullo. Ya no es el mundo mi representación como en lo más popular la única verdad metafísica popular del Ochocientos. Se torna a creer en lo otro y en el otro, en la esencial heterogeneidad del ser, el yo egolátrico del ayer aparece hoy más humilde ante las cosas. Ellas están ahí, y nadie ha probado que las engendre yo cuando las veo. Enfrente de mí hay ojos que me miran y que probablemente me ven y no serían ojos si no me viesen. La poesía para reasumir mi pensamiento en pocas palabras no ha superado aún el momento barroco que “mutatis mutandis” se da en los periodos de honda transformación, el momento equivoco en que el arte patina en la frontera de una época nueva, sin poder ser clásico y sin atreverse a ser plenamente moderno. Hoy como ayer el barroco es más gesto que acción, y como siempre gesto híbrido que dibuja una fuerza que se padece más que una fuerza creadora que se aplica a un objeto. Literariamente es todavía ingenio y retórica, maraña de conceptos, actividad estéticamente perversa que no excluye la moral pero sí la naturaleza y la vida. El genio calla porque nada tiene que decir cuando el arte vuelve la espalda a la naturaleza y a la vida. Los ingenios invaden el estadio y se entregan a toda suerte de ejercicios superfluos.

Termino Señor Director, Señoras y Señores Académícos, reiterando mi agradecimiento por el desmedido honor por el que me ha distinguido la Real Academia Española. Muchas gracias por su atención.




Alfonso Guerra, comisario de la Exposición “Los Machado. Retrato de Familia” que estos días inaugura la RAE en torno a los dos hermanos Machado también participó en tan solemne acto, recordándonos que la memoria de Antonio Machado seguirá siempre viva. Ambos hermanos quedan reunidos para siempre en la Academia de la Lengua.

Dos grandes poetas que surgen de una familia extraordinaria. Su abuelo Antonio Machado Núñez, botánico, biólogo, zoólogo, geólogo, darwinista, varias veces rector de la Universidad de Sevilla, alcalde de Sevilla, que además participó en "La Gloriosa". Su abuelo traslada su familia a Madrid para que sus nietos reciban enseñanzas en las Institución Libre de Enseñanza. Su abuela Cipriana, era pintora y recolectora de romances y cuentos populares. Su padre Demófilo, ejercerá una influencia sobre los poetas, inculcándoles el amor por la naturaleza y la afición por los romances viejos y por el Flamenco. Demofilo será el primero en dar categoría de ciencia a lo folklórico y el uso de la canciones del flamenco.

La Exposición es un paseo hermoso en el que se percibe el aroma de los jardines de Sevilla, la Institución LIbre de Enseñanza con Giner de los Ríos, la bohemia parisina de los hermanos Machado, la separación por primera vez a causa de la muerte de su abuelo, Antonio en Soria y Manuel en los Archivos de Madrid, la trágica pérdida de Leonor, el éxito teatral y una guerra civil que ambos detestan. La Exposición desmonta el mito de enfrentamiento de ambos hermanos.

Antonio se adelantó casi un siglo a la modernidad con la máquina de trovar.
 
En una conversación entre Juan de Mairena y Jorge Meneses, habla éste último de su aristón poético o máquina de trovar, que no va a suplantar al poeta, aunque pueda suplantar con ventaja al maestro de retórica.

No deja de reconocer Mairena que el valor de la máquina de trovar es más didáctico y pedagógico que estético, ya que puede entretener a las masas e iniciarlas en la expresión de su propio sentir. Eso mientras “llegan los nuevos poetas, los cantores de una nueva sentimentalidad”.

No cabe duda que Antonio Machado predijo ochenta años antes de que conociéramos la inteligencia artificial una máquina de crear poemas. Le susurramos tres palabras en su oido a la máquina de trovar con inteligencia artificial y ésta nos obsequió en unos cinco segundos con bello un soneto autogenerado al estilo machadiano.

Pero lo más importante, el rescate de Manuel del ostracismo al que había sido condenado por razones extraliterarias y el rescate más dramático de Antonio que buscó como miles de exiliados refugio en otro país.

Como si fuese una premonición: “Cuando pienso en un posible destierro en otra tierra que no sea esta atormentada tierra de España, mi corazón se turba y conturba de pesadumbre. Tengo la certeza de que el extranjero significaría para mí la muerte”.

Ese último verso que encuentra su hermano José de su viejo gabán acaba iluminando su memoria que seguirá siempre viva y vigilante.

"Estos días azules y este sol de la infancia"



Alfonso Guerra nos recordaba el último poema de Manuel Machado a su hermano Antonio “Ecos” donde invoca a su madre Ana Ruiz y la última estrofa de Antonio Machado en el bolsillo de su gabán “Estos días azules y este sol de la infancia”. Manuel quería mucho a su hermano Antonio.

«!Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
¿Qué tiene este verso, madre,
que de ternura me llena,
que no lo puedo decir
sin que el corazón me duela?
¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!..

 

El 22 de enero, tres días antes de la caída de la capital catalana, Machado y su familia forman parte del convoy que se dirige a la frontera francesa. La noche del día 27 atraviesan Port Bou bajo la lluvia. En la estación de Cerbére extenuados y tiritando de frío, pasan la primera noche en tierra francesa en un vagón olvidado en una vía muerta. Al día siguiente, el 28 de enero, la familia Machado toma el tren hasta Collioure acompañados de Corpus Barga. La madre de Machado preguntaba al oído a Corpus Barga:

“¿Llegamos pronto a Sevilla?”

 



Joan Manuel Serrat ha puesto música a poemas de Rafael Alberti, León Felipe, Miguel Hernández o Antonio Machado, entre otros, poniendo el broche final a tan solemne acto, cantando varios de los poemas de Antonio Machado, siendo acompañado del pianista Ricardo Miralles.


Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido
Campos de Castilla. Poema CXXXIII

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él ¡din-dán!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo,
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
a escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a su desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás…
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!…

El acá
y el allá
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!

¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!,
el caballero andaluz.

 



La Saeta [popular], de Campos de Castilla


¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

·         


Soledades

Mi infancia


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero…

 

Proverbios y Cantares


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse…

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

Golpe a golpe, verso a verso…

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

Golpe a golpe, verso a verso…

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”

Golpe a golpe, verso a verso.




No cabe duda de que conocer nuevos testimonios sobre la vida y obra de nuestro inmortal poeta Antonio Machado reactiva y nutre nuestro apetito cultural. El legado de Antonio Machado nos pertenece a todos cuya muerte prematura en palabras del escritor Caballero Bonald supuso “la desaparición dramática de un hombre decente”.

Antonio Machado murió lejos de su hogar, en Collioure, convirtiéndose en un símbolo del exilio, donde acuden diariamente cientos de estudiantes, docentes y republicanos que han convertido el cementerio de Collioure en una especie de Capilla Sixtina Laica.

...Y seguimos soñando con visitar todos los caminos machadianos.

“Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender”.


Antes de despedirme don Antonio
entre las blancas paredes de la vida,
le escribo con tristeza su despedida
para que recuerde el mundo entero.
¡Que a tí el exilio te causó una herida!


Desde el Museo del Prado, cercano a la RAE, para el blog de mis culpas…

 




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