martes, 29 de abril de 2025

Desde Santa Clara hasta la iglesia de Compañía [de Jesús], en la tierra de Villalón

 


Cuando paseo entre la iglesia de Santa Clara y la iglesia de la Compañía de Jesús en la tierra de Villalón, se me viene a la memoria “Nuestro primer paseo por el Morón artístico” del sábado 13 de diciembre de 2003 con don Juan Fernández Márquez, catedrático de historia [emérito], quien regaló al Aula de la Experiencia de Morón diversas ponencias que comparto con nuestros amigos del blog de mis culpas. 

También me acuerdo del inolvidable maestro de escuela y gran pintor Ramón Castellano de Torres, quien realizara varios libros sobre los monumentos históricos de Morón, entre ellos “Paseando por Morón”, para la XII Feria Infantil del Libro de Mayo de 1991 dedicada a su persona y “Monumentos de Morón [2001] Colección Morón/2, entre otras publicaciones.



Antigua fotografía de los Jardines de la Carrera con la iglesia de Santa Clara al fondo


La iglesia de Santa Clara

El Convento de Santa Clara fue fundado en 1596 por Juan Fernández Villalón y por su mujer, Doña María Orellana. La Iglesia es conventual, pequeña y coqueta: tiene una sola nave cubierta por bóveda de medio cañón con arcos fajones pintados, y en el crucero, una bella cúpula sobre pechinas. La Iglesia también consta de dos coros para las religiosas franciscanas: alto y bajo. El altar mayor es barroco dorado; tiene un Cristo Crucificado que es una talla de madera policromada de gran valor artístico: digno de verse también el ambón o púlpito, de hierro forjado, muy artístico y bonito. En los paramentos laterales y en los coros antedichos, se conserva una colección de óleos bastante interesantes. Se comunica con la Carrera a través de dos puertas, que en el exterior se encuentran adornadas por soberbias portadas barrocas.

Las dos portadas son de material pétreo, de caliza; son únicas en Andalucía; cada una de ellas están encuadradas por dos pilastras, no se utiliza columna tradicional, parece que fueron influenciados por el arte religioso de las Españas de Ultramar, de Perú y Nueva España (hoy Méjico). Se completa la descripción de esta magnífica iglesia con la espadaña que antaño llamaba a la oración de los fieles moronenses. Las cigüeñas nos observan desde las campanas.

Juan Fernández Márquez fecit
 



Se funda el Convento en el año 1596. Con anterioridad, en el año 1590, dos monjas clarisas de la nobleza de Morón con destino en Utrera: Inés y María de Angulo promueven esta fundación en Morón con el apoyo económico de Juan Fernández Villalón y su esposa María Orellana, obteniendo con ello, éste matrimonio, el derecho a patronato para ellos y su familia.

La construcción se inicia en el año 1598. La de la iglesia corresponde al siglo XVII, aunque, con posterioridad, es reformada en el siglo XVIII, y restaurada en parte, al inicio del siglo XX, concretamente en el año 1915.

El templo es de tipo conventual y está realizado en ladrillo y mampostería. Consta de una sola nave de planta rectangular, con cuatro tramos que se separan por pilastras. Se cubre por medio de falsa bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones en la nave. La capilla mayor se cubre con una cúpula sobre pechinas decorada con artesonado mudéjar de par y nudillo, correspondiente al siglo XVIII.



Portada de entrada de la iglesia de Santa Clara


Portadas de la iglesia

En el muro correspondiente a la epístola se abren dos portadas, aparentemente iguales, realizadas en cantería y enmarcadas en estípites y dintel con ricas molduras de tipo mixtilíneas. Tras el entablamento correspondiente se rematan por medio de un frontón roto y curvo cuya decoraciones mixtilínea y vegetal con mucha influencia popular, con relieves de ángeles adornando la custodia en una de las portadas, y en la otra un escudo de la Orden Franciscana. La construcción de las portadas corresponde al primer tercio del siglo XVIII.




La Espadaña

Se encuentra situado a los pies de la nave, es de ladrillo y formado por un cuerpo que contiene dos vanos para campanas situados en ángulo recto.


Interior del Templo

El Coro

Se encuentra situado abajo, a los pies de la nave. Está cubierto por medio de artesonado simple y bovedillas de escayola labrada y perteneciente al siglo XVIII.




Presbiterio

Está cubierto en su totalidad con una cúpula que está decorada por medio de ocho pinturas al óleo, ovaladas, que representan a santos relacionados con la Orden Franciscana. En las pechinas figuran los evangelistas, enmarcados por medio de guirnaldas, cintas, ángeles y macizos florales, todo ello del siglo XVIII.

En las pilastras que acceden al presbiterio se sitúan dos ángeles lampadarios, realizados en madera estofada y policromada, pertenecientes al siglo XVIII.


Retablo Mayor

Construido en la primera mitad del siglo XVIII. Está formado por sotobanco, banco, un cuerpo, tres calles y un ático. Es de madera dorada y se compartimenta mediante estípites. Su decoración es de hojarasca.

En la calle central hay un camarín y sobre él un manifestador de la segunda mitad del siglo XVIII, decorado con rocallas y espejos. En los laterales figuran las imágenes de “San Francisco de Asís” y de “San Antonio de Padua.




En el manifestador se encuentra la imagen de “La Inmaculada”. En el ático hay un “Crucificado”, de excelente calidad artística y, recientemente restaurado, obra de un discípulo de Martínez Montañés.

A sus lados “San Juan Bautista” y “San Juan Evangelista”, ambas imágenes realizadas en madera estofada y policromada, realizada a mediados del siglo XVII. En los lados del Retablo Mayor, en las pilastras que sostienen el arco se encuentran lo arcángeles “San Gabriel” y “San Rafael”.




El Púlpito

Es de madera tallada, perteneciente a la segunda mitad del siglo XVIII. Sus barandillas son de hierro forjado y dorado.

El tornavoz está rematado por la figura de “La Fe”. El “Crucifijo” del púlpito es del siglo XVI.


Ramón Castellano de Torres "Monumentos de Morón"


Desde el exterior se puede apreciar su interesante fachada junto a dos magníficas portadas de cantería de estilo barroco incaico casi similares terminando el edificio con un tejado de tejas árabes rematado en su parte izquierda mediante un campanario que posee desde tiempos pretéritos una estrecha relación con sus vecinas incondicionales, las cigüeñas.



En el interior nos encontramos en su parte izquierda una gran reja de hierro forjado que separa el convento de clausura de las Hermanas Clarisas de la capilla rectangular cuya construcción va desde 1598 hasta el siglo XVII y que termina en el presbiterio donde destaca el Retablo Mayor con el Crucificado de Pablo Rojas, del siglo XVII y los lienzos de la Inmaculada y la Estigmatización de San Francisco (siglo XX) obras del moronense Joaquín García. Los retablos, tallas y lienzos se encuentran en perfecto estado.




Destaca la cúpula con ocho óleos ovalados de santos franciscanos, entre el que se puede apreciar “la Venerable”, Santa María de Ágreda. La cúpula se asienta sobre cuatro pechinas con óleos de los Cuatro Evangelistas.

En septiembre de 2023 estuvimos en Ágreda para visitar a "La Venerable” Sor María de Ágreda, cuyo convento se encuentra en el pueblo de Ágreda, entre Zaragoza y Soria.



La Iglesia de la Compañía, de San Ignacio o de los Jesuitas

 

En el siglo XVII los Jesuitas, todo el mundo sabe que la Compañía de Jesús fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1598; tenían Casa en Morón que ocupaba toda la manzana entre Calle Nueva, Calle San Miguel y el Mercado, que se construyó a costa de los terrenos expropiados a aquellos religiosos. Finalmente, fueron expulsados de España y de Morón, en tiempos de los ministros ilustrados de Carlos IV, en 1776: como tantos poetas, literatos, escritores, historiadores, filósofos, etc., el Padre Fernando Morilla, insigne moronense, daría con sus huesos y su saber (fue un gran filósofo, escritos y teólogo) en la Rusia de la Zarina Catalina, llamada “La Grande”. El Colegio de Jesuitas de Morón era de los más importantes de España, pues además de ser Casa Profesa, tenía dos Cátedras de Latinidad, cátedras que eran dotadas desde Madrid por los mismos reyes Borbones.

 

La Iglesia o templo es una copia en pequeño de la de “Jesú” de Roma. Sus características: una sola nave de bóveda de cañón con arcos fajones; además tiene otras dos naves disimuladas a los lados, con galerías superiores. En el crucero, una cúpula sobre pechinas, La riqueza artística del templo, aparte de la belleza arquitectónica es considerable: retablos, pinturas, tallas de madera, algunas policromadas, mobiliario, etc.




Y doce cuadros al óleo, que hay colgados en los laterales de la nave central, y que tratan sobre la “Vida de la Virgen María”. Los Jesuitas de Morón trajeron esas joyas únicas de Amberes, donde vivía su autor, discípulo del gran Pedro Pablo Rubens, Pieter Van Lint: son obras de un pintor que en España son únicas: curiosamente en Santa María del Popolo, en Roma, se conservan unos frescos o murales del mismo autor.

Juan Fernández Márquez fecit



Iglesia del Jesú en Roma
Iglesia matriz de la Compañía de Jesús


La Iglesia de Gesú

Fue la primera iglesia jesuita en Roma y del mundo siendo construida entre 1568 y 1584. Su impresionante fachada fue diseñada por el escultor y arquitecto italiano Giacomo della Porta. Fue construida a petición de Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús.




Morón contó sin embargo con una magnífica época docente cuando el Colegio jesuitas de Morón -orden religiosa de la Iglesia católica fundada en 1539 por San Ignacio de Loyola-, llegó a ser de los más importantes de España. Tuvo Casa Profesa en Morón, desde el siglo XVI hasta su expulsión el 27 de febrero de 1767 y contaba con dos cátedras de Latinidad: trívium y quadrivium, que eran dotadas desde Madrid por los mismos reyes Borbones.

  • Trivium, palabra que procede del latín y significa tres caminos (gramática, retórica y dialéctica).
  • Quadrivium significa cuatro caminos que enseñaban las cuatro ciencias que estudiaban el universo: aritmética, astronomía, geometría y música. Las siete artes que se enseñaban en la Edad Media.

 

Nunca más llegó a poseer la Villa de Morón un esplendor “universitario” de tal entidad al tener entre sus ilustres docentes al padre Fernando Morillas y Cáceres en tiempos de los duques de Osuna que tuvieron que exiliarse forzosamente junto con todos los de su orden en 1767.

Anales de Morón, Antonio Bohorques Villalón

Fernando de Morillas y Cáceres nació en Morón el 19 de septiembre de 1728, hijo de Francisco Morillas, alcalde de Morón en 1768. Ingresó en los jesuitas el 20 de febrero de 1744 y el 2 de febrero de 1762 hizo la profesión de los cuatro votos. En Morón fue profesor de filosofía y gramática hasta 1767 en que marchó expulsado a Córcega, Roma y Génova, donde se doctoró en Sagrada Teología. Colaboró con 4.500 voces y definiciones en la segunda edición de 1779 del Diccionario de la Academia. En un retrato suyo, grabado en Génova en 1769 a los 40 años de edad, aparecen 20 volúmenes de sus obras, entre los que, además de una Historia de Morón en dos tomos, se leen los títulos siguientes: Índices cappellanearum Moroniarum, Miscelanea Moronensia Crítica, Poesis Varia, etc. Algunos de sus libros y documentos pertenecían en 1914 al Conde de Miraflores de los Ángeles, D. Andrés Villalón Daóiz.


V Actas de las Jornadas de temas Moronenses, por Juan Diego Mata Marchena

Este jesuita de familia noble cuya vida estuvo dedicada al estudio, renunció con apenas 18 años, a su status social y su primogenitura, el mayorazgo, favoreciendo la opción de un hermano más pequeño, Francisco de Paula e ingresar en la Compañía de Jesús un 18 de diciembre de 1746. Hacía más de un siglo que los jesuitas habían llegado a Morón para actividades pedagógicas como enseñar, escribir, contar, lengua latina… A mediados del siglo XVIII, según el catastro de la Ensenada, eran sólo siete los religiosos que componían la comunidad. Además, en las mismas fechas, la Compañía poseía una importante riqueza patrimonial. Varios olivares en los pagos de Nagüeles y Cabeza Hermosa, un molino de aceite en la Carrera y una cabaña ganadera más que numerosa en una villa de 2.600 vecinos, de los cuales más de 2.000 eran jornaleros y de clase humilde. 

El decreto de expulsión del 27 de febrero de 1767

El 19 de abril de ese mismo año, al igual que el resto de la orden salen del país rumbo a la península itálica, a Civita Vechia como primer destino y a la isla de Córcega después. Al mismo tiempo, pide al papa Clemente XIII la observancia de sus votos y su vuelta al estado secular. El 23 de julio de 1773, seis años después, el Papa Clemente XIV extinguiría la Orden, que no volvería a resurgir hasta 1815. Tras esa formalidad, marcha a Roma y Génova, donde se dedica por completo a la enseñanza y a sus investigaciones. Es en esta última ciudad donde recibe el grado de Doctor en Sagrada Teología. Durante su estancia en estas ciudades, sus recursos económicos no eran muy holgados y las necesidades apretaban y tuvo que dedicarse por obligación, más que por devoción, a la docencia y al magisterio. En ese momento, la petición de auxilio a la familia valía para poco, incluso se penaba y castigaba, según se señalaba en el decreto de extrañamiento.

Exiliado forzoso como todos los de su orden en la segunda mitad del siglo XVIII.

Terminada nuestra visita a Santa Clara y a la iglesia de la Compañía, orientamos nuestro sextante en busca de la Iglesia de San Miguel [Catedral de la Sierra Sur en palabras de don Juan Fernández Márquez a mediados de los años setenta del siglo pasado]. Pero eso formará parte de otra didáctica historia.


Desde Morón, para el blog de mis culpas...



P.D. El Padre Fernándo de Morillas y Cáceres de Morón, lo acogió Catalina de Rusia. Murió en San Petersburgo. Fue profesor de la Universidad de Morón en tiempos de los Duques de Osuna, según recuerdo que nos dijo el catedrático de historia Juan Fernández Márquez en el Aula de la Experiencia de Morón.



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viernes, 11 de abril de 2025

Visita al conjunto monumental de San Luis de los Franceses


Para Juan, Manuel, Jesús, Francisco Javier y Antonio


Una soleada mañana cercana al Viernes de Dolores, entre efluvios de incienso y azahar, orientamos nuestro sextante didáctico rumbo a la iglesia de San Luís de los Franceses [ubicada en la calle homónima], en honor a Luis IX, rey de Francia, y devoto que fuera canonizado en 1297 por el Papa Bonifacio VIII, siendo primo hermano del rey Fernando III de Castilla y León, que reconquistó Sevilla el 23 de noviembre de 1248.

La historia de este conjunto monumental se inicia en 1599 con el testamento de Don Juan Fernández de Castro, quien destinó fondos para la fundación del noviciado, y culmina con la expulsión de los jesuitas en 1767. En 1601 se adquirió, el antiguo palacio de los Enríquez, adelantados de Andalucía, que los jesuitas comenzaron a ocupar desde 1603. Sin grandes modificaciones, convirtieron el salón principal en capilla, luego ampliada como capilla doméstica. Los muros medievales del palacio, junto con elementos mudéjares fueron aprovechados en su arquitectura, aunque las arcadas originales se reemplazaron por ventanas. En 1699 comenzó la construcción del noviciado actual, incluyendo la capilla para ejercicios espirituales.

Doña Luisa de Medina cedió a los jesuitas en 1699 el terreno sobre el que construiría el noviciado, a cambio de que se le dedicara a San Luis. La flor de lis será el símbolo de la nueva Casa Real española con Felipe V "Los Borbones".



Escudo de Carlos III


Tras la expulsión de los jesuitas porque se oponían al ferviente control de la Iglesia por parte del Estado, el edificio pasó a ser patronato real, y se sustituyeron los escudos de la orden por los de Carlos III, como el ejemplar expuesto o el que adorna la portada de la iglesia.

En 1767 una Real Orden de Carlos III, celoso por la enorme influencia que habían alcanzado los jesuitas, los expulsó de España teniendo que abandonar el edificio. En 1768 serían expulsados de América y Filipinas.

Aunque volvieron en 1817, una nueva expulsión en 1835 los obligó a abandonar definitivamente. El motivo fue el creciente poder económico alcanzado por los jesuitas en presunta connivencia con el Papa. Su patrimonio fue incautado por el Estado, perdiéndose una clase culta de enorme valía. que había realizado en España y el Nuevo Mundo una gran labor pedagógica en el campo de la educación, evangelización, investigación y acción social.

Los jesuitas hasta el momento de su expulsión poseían una impresionante red de colegios públicos, llegando a tener en España 105 colegios y 12 seminarios estratégicamente distribuidos [83 colegios y 19 seminarios en Ultramar] en ciudades medianamente grandes monopolizando la Compañía de Jesús durante el siglo XVII la Enseñanza Secundaria. Para ingresar en sus centros era necesario superar una prueba de latín.

La Compañía de Jesús impartía en sus Colegios disciplinas como Teología, Latín, Griego, Hebreo, Geografía e Historia, Gramática, Filosofía-Ciencias Exactas-Matemáticas o Artes, Historia Natural, generando además un importante Patrimonio Artístico a través de la construcción de iglesias y escuelas, patrocinando representaciones teatrales, música, pintura, escultura y cerámica. Hasta 1900 los jesuitas había escrito 80.000 libros. Los alumnos se preparaban en sus centros para posteriormente presentarse a las pruebas para obtener el grado la universidad, que conseguían gracias a su preparación.

La Compañía de Jesús destacó especialmente en el campo de la educación. Estudiar en sus colegios otorgaba cierto prestigio.


En 1773, el papa Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús por la presión de Carlos III, siguiendo los ejemplos de Portugal en 1759 y Francia, en 1762.

La iglesia de San Luis de los Franceses fue desacralizada en 1998, perteneciendo a la Diputación Provincial de Sevilla, quién ha colaborado en la restauración integral del monumento para uso y disfrute del público.




La puerta principal se encuentra orientada hacia el este, donde nace el sol. Nada es casual en la iglesia de San Luis de los Franceses. La fachada consta de dos cuerpos. En ella se alternan la piedra y el ladrillo como materiales de construcción. Está flanqueada por dos torres octogonales. El segundo cuerpo consta de cinco ventanas, la central enmarcada por columnas salomónicas. En la parte superior se encuentra el escudo de España coronado por los tres arcángeles.

La planta tiene forma de cruz griega. Sobre ella se ubica una bella cúpula, con 16 columnas salomónicas (8 columnas exentas y 8 medias columnas) que aparentan soportar el peso de la cúpula, la cual en realidad se sustenta en cuatro pilares que están ahuecados para albergar capillas en su interior. Los cuatro pilares quedan ocultos por los cuatro retablos menores, tapados también por cuatro balcones y cuatro celosías. Solamente las dos medias columnas salomónicas del altar mayor son originales, el resto pertenecen a la última restauración. Las columnas de piedra tienen un estuco para poder pintarlas aunque nunca llegaron a hacerlo.

En la parte que queda por debajo del coro las pinturas dispuestas sobre la puerta principal de la iglesia están dedicadas a San Ignacio de Loyola, siendo realizadas por Domingo Martínez en torno a 1743. En la escena aparece San Ignacio sobre el templo de la sabiduría divina, como arco del triunfo que acoge en su interior el libro de los Ejercicios Espirituales. A los lados del hastial de la entrada se han representado dos murales alegóricos que constituyen una defensa de la compañía de Jesús frente a sus detractores.

En la puerta se puede leer:

"Esta es la puerta de Dios, los justos entraran por ella"


Los espejos convexos de los retablos [espejos venecianos fabricados de estaño y mercurio], sirven para reflejar la luz y enviarla a otros puntos de forma que se multiplica su efecto y también deforman y amplían la realidad. Por otra parte, el espejo remite al lema "Speculum sine macula" atribuido a la Virgen María. 




La cúpula se levanta sobre un tambor circular y cuenta con amplias ventanas que le otorgan gran luminosidad. En la parte inferior de la cúpula podemos ver una representación de la religión que tiene la palabra Religio (de latín religare, religar, unir o volver a unir) esta figura, aparentemente femenina, sostiene con su mano derecha la Cruz, símbolo de Cristo y símbolo también de su muerte, viene a reivindicar a Cristo como Mártir y con la izquierda sostiene una palma en alusión a la resurrección "Palma del martirio". Detrás de esta figura se encuentra representada el Arca de la Alianza. 





Debajo de esta figura y a sus lados, se lee CHARITAS DEI (amor a Dios) y CHARITAS PROXIMI (amor al prójimo). Esto se puede ver desde la puerta de entrada principal a la iglesia, ya que son los pilares-virtudes de la religión.

Frente a la figura de la Religión ya descrita, se encuentran las pinturas al fresco realizadas por Lucas Valdés que representan la eucaristía.

La decoración enlaza el antiguo y el nuevo testamento.

En la porción interior del tambor se distinguen diferentes esculturas que representan a San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, el profeta Elías, San Pedro Nolasco, San Benito, San Francisco de Asís, San Juan de Mata y San Francisco de Paula.  En el siguiente cuerpo se distinguen las figuras alegóricas de las virtudes cristianas que deben poseer el buen sacerdote: mortificación, obediencia, pobreza, amor a Dios, religión, amor al prójimo, castidad, oración y humildad.

El retablo mayor está presidido por un lienzo de san Luis (Luis IX de Francia) y los seis laterales están dedicados a diferentes santos jesuitas.




En el Hospicio de San Luis se enseñaban oficios artesanales a los jóvenes acogidos, destacando las artes gráficas. Destaca una prensa de hierro colado como verdadera joya del patrimonio industrial. Fue construida por Cope, Sherwin & Company en Shoreditch, Londres.



Desde un bello patio interior brilla con luz propia la parte exterior de la cúpula de la iglesia, donde capta nuestra mirada cientos de cántaros de cerámica [de avería] procedente de los antiguos alfares depositados sobre el suelo, cuya función era la de relleno de las bóvedas y de las pendientes de las azoteas, debido a que las vasijas de arcilla cocida tienen escaso peso.

También se utilizaba la cerámica como aislantes del suelo "loza quebrada" evitando la humedad por capilaridad, actuando como pequeñas galerías de ventilación y permitir la circular del aire.





Retablo de la Capilla Doméstica

Después de haber visitado un bello patio parecido a un auténtico vergel donde se encuentran depositados cientos de vasijas de arcilla cocida [de avería] que tenían la utilidad de servir en las pendientes de las azoteas que forman las cubiertas de iglesias y catedrales por su escaso peso, dirigimos nuestros pasos hacia la Capilla Doméstica de los jesuitas.

Fue realizado por Pedro Duque Cornejo, siendo bendecida el 23 de junio de 1712. Presenta una única nave y sus dimensiones son más reducidas pues se utilizaba como iglesia privada a la que no tenían acceso los fieles. Está cubierta con una bóveda de cañón sobre arcos fajones, y se comunica con la sacristía a través de una bóveda vaída o esquifada. Presenta una rica ornamentación que incluye numerosas pinturas, cornucopias de madera tallada, medallones de yeso policromado y un espectacular retablo realizado por Duque Cornejo. Para esta capilla Velázquez pintó su cuadro de la Epifanía.

La Capilla está dedicada a la virgen María. Las pinturas de la bóveda son de Domingo Martínez y representan las letanías de la virgen. Los novicios se sentaban a ambos lados en una sillería (actualmente perdida tras la restauración de Fernando Mendoza Castell) para rezar las letanías, de tal manera que los de un lado actuaban como reflejo y complemento a los del opuesto.

Las pinturas del nivel superior representan la vida de María y son anónimos flamencos salvo la primera de todas que representa el nacimiento de la virgen a la izquierda de la puerta principal que es de Domingo Martínez.



Las pinturas del nivel inferior representan a los doce apóstoles, más Pablo y Bernabé y 2 evangelistas: Lucas y Marcos. Son copias del apostolado de Van Dyck realizadas por Domingo Martínez. La pintura de la cúpula que se encuentra sobre el altar mayor representa la ascensión de María y es de Lucas Valdés, en ella aún se puede apreciar parte de la cuadrícula utilizada por el pintor para lograr la perspectiva. Las pinturas del techo de la sacristía son de Domingo Martínez y representan a los 4 evangelistas y el corazón de Jesús.

Duque Cornejo tuvo algunos problemas de tipo económico en la realización un retablo de Trigueros  y se acogió en el noviciado de San Luis para evitar ser detenido. A cambio realizó este retablo. Debido a que al autor le interesaba permanecer refugiado el mayor tiempo posible, se esmeró en cada detalle, e incluso trabajó las partes posteriores.

El tallado es muy detallista, contando con numerosos temas eucarísticos como racimos de uvas, hojas de cardo y espigas de cereales. La obra en general destaca por la calidad de ejecución y la gran belleza de las esculturas.

La Capilla Doméstica fue inaugurada en 1712, mientras que el noviciado y la capilla de ejercitantes se completaron en 1717, patrocinado por el arzobispo Don Manuel Arias. 

El templo principal de estilo, fue diseñado por Leonardo de Figueroa y finalizado por su hijo, fue inaugurado en 1731 y consagrado en 1733, con labores decorativas que continuaron hasta los años 1740.

El Templo es de estilo barroco, fue diseñado por el arquitecto Leonardo de Figueroa y construido entre 1699 y 1731 por encargo de la Compañía de Jesús que llegó a Sevilla en 1554 hasta su expulsión en 1835. Es un enclave que mejor conserva el Barroco sevillano.


A lo largo de nuestro recorrido, algunos paneles nos explican la existencia de los hospitales sevillanos durante la Edad Moderna. Entonces las labores de sanidad y asistencia estaban a cargo de asociaciones y fundaciones religiosas: gremios, parroquias, hermandades o patronatos, primando sus objetivos religiosos y caritativos. Los numerosos hospitales de Sevilla actuaban como asilos de necesitados o refugio para dolientes con pocas camas y escasas rentas, devaluadas por la mala administración y crisis económicas. En la mentalidad barroca se entendía que las enfermedades y la miseria estaban ligadas a las enfermedades del alma. De ahí la importancia del arte religioso que nos habla de miseria, enfermedad y muerte.

En 1771, siendo Pablo de Olavide Intendente en Andalucía y asistente de Sevilla, se editó el primer plano de la ciudad siguiendo un criterio científico y riguroso. Fue diseñado por Francisco Manuel Coello y grabado por José Amat. Constituye la primera representación topográfica plana de la ciudad que sirvió como planimetría básica para el conocimiento, la transformación y la modernización de Sevilla a lo largo del siglo XIX.



Anagrama de los jesuitas


Liturgia, hospitalidad y medicina para el alma

Antes de entrar en la Iglesia de San Luis de los Franceses entramos en la Sala Profundis del Noviciado de San Luis, que era un espacio donde se veneraban a los difuntos antes de su enterramiento. Ahora, en esta sala, se muestran los ajuares litúrgicos de Sevilla “una selección de piezas de plata y ternos litúrgicos”.

Los espacios de culto ofrecían a los enfermos consuelo, medicina del alma y preparación para la vida eterna, en un mundo donde la muerte era la principal preocupación, tanto para los enfermos acogidos, como para los benefactores, lo que se traduce en la gran riqueza tanto desde el punto de vista arquitectónico como artístico.



En los pasillos del conjunto monumental se pueden observar varios paneles ilustrativos que dan fe de una época, recordándonos algunos hospitales históricos.


El Hospital de las Cinco Llagas de Cristo

Fue fundado en 1500 por Doña Catalina de Ribera, para acoger a mujeres enfermas y curables. En 1540, su hijo don Fadrique, lo dotó de recursos para edificarlo de nueva planta y extramuros. Sería diseñado por Martín Gainza, e inspirado en el Hospital Mayor de Milán. Años más tarde, Hernán Ruiz II construyó una espléndida iglesia. Así se convirtió en el hospital más importante de la ciudad, usándose durante las epidemias y riadas como centro de apestados o refugio. A partir de 1837, se convertirá sucesivamente en Hospital central, provincial y universitario, bajo la tutela de la Diputación, acogiendo hoy al Parlamento de Andalucía. 

Tenía jurisdicción “Vere Nullius”, ya que dependía directamente del Vaticano siendo totalmente independiente de cualquier administración civil o religiosa hispalense.


Hospital de San Lázaro

Fundado por Fernando III para acoger a los leprosos, una de las enfermedades más temidas dela época. Este hospital, se ubicaba en las afueras de la ciudad. Es el hospital más antiguo de la ciudad.

Hospital de San Hermenegildo

Fundado en 1453 por el Cardenal Cervantes. Se dedicaba a cuidar heridos y fracturados Actual IES Velázquez.


El Hospital de los Inocentes

Fundado en 1436 destinado a “curar a los pobres enfermos faltos de juicio”. El tratamiento de la locura no consistió en el aislamiento y custodia de los dementes, sino que también tuvo un objetivo de curación mediante la purificación de sus almas.


La Casa Cuna

Fundada en 1558 por la Hermandad dedicada al Patriarca San José y a Nuestra Señora del Amparo para la crianza de los numerosos niños expósitos que habían sido abandonados en las plazas y calles de la ciudad. Al entrar en la casa había una inscripción daba la bienvenida: “Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá” (salmo 26,10).

La primera Casa Cuna se encontraba entre los números 13 y 17 de la antigua calle Arqueros. En 1627 se trasladó a la calle de la Carpintería, hoy Cuna. Durante el siglo XVII ingresaron unos 25.000 niños, 28.000 en el XVIIII y casi 71.000 entre 1800 y 1910. Su tasa de mortalidad era enorme: 70% en el siglo XVII, un 80% y casi el 85% entre 1800 y 1910.


El Hospicio de San Luis y las Hijas de la Caridad

El Hospicio de San Luis tiene sus orígenes en diversas instituciones dedicadas a la reeducación de niños y niñas vulnerables. Entre ellas se encontraban los Niños de la Doctrina (1450) y los Niños Toribios (siglo XVIII) y la Trinidad (siglo XVIII).

Con la llegada de la Ilustración, Pablo de Olavide y Francisco de Paula de Arjona impulsaron la reunificación de estas instituciones. En 1812, Juan Eloy Soret donó sus bienes para la creación de un hospicio, y unos años más tarde, todas las entidades fueron fusionadas en el Hospicio, bajo el control de la Junta de Beneficencia. Los niños fueron trasladados a San Luis y las niñas a Santa Isabel, hasta reunirse finalmente todos en San Luis. El Hospicio acogía a niños den extrema pobreza y discapacitados, ofreciéndoles formación a través de los oficios artesanales.

En 1836, las Hijas de la Caridad llegaron a Sevilla, haciéndose cargo de la Casa Cuna. En 1847, asumieron la gestión del Hospicio de San Luis, tras encargarse del Hospital de las Cinco Llagas y del Hospital de la Caridad.

Llegamos a la sacristía donde pudimos apreciar una colección del siglo XIX, que incluye retratos de benefactores como Josefa Fraile, el arzobispo Judas Romo y pinturas dedicadas a los fundadores de las Hijas de la Caridad.

El templo, iniciado en 1565, tres años antes del nacimiento del maestro Montañés, y culminado en 1579, como iglesia de la Casa profeso de los jesuitas, fue uno de los grandes instrumentos del manierismo [etapa de transición entre el Renacimiento y el Barroco, 1530 a 1610] en Sevilla. En el templo, se dieron los primeros pasos hacia el Barroco.

Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el Asistente de Sevilla, Pablo de Olavide, la propuso como sede de la Universidad de Sevilla, ubicada entonces en el Colegio de Santa María de Jesús, para que en 1771, llegase a convertirse en el núcleo de la universidad moderna.

En la iglesia San Luis de los Franceses me encontré con varios amigos de Morón que acababan de entrar en el Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses. 

Quiso la casualidad que me encontrase de nuevo a mis amigos [Juan, Francisco Javier, Manolo, Jesús y Antonio] tras finalizar mi visita a algunos templos de Sevilla con sus Titulares preparados para iniciar su estación de penitencia durante la Semana Mayor.  

Sin prisas pero sin pausa orientamos nuestro sextante en busca de otros templos de la cerveza sevillana que nos permitieron hidratar convenientemente nuestro cuerpo con la diosa Ceres "cerevisiae" como testigo de nuestra visita. 


Tras visitar la Bodeguita Casablanca donde degustamos su selecta cocina de la Dieta Mediterránea, me despedí de mis amigos que pusieron rumbo a los Reales Alcázares o Antigua Dar-al-Imara de la antigua Isbilya, mientras proseguía mi particular ruta por la capital hispalense, no sin antes, inmortalizar nuestro encuentro junto al Monumento a Paco Palacios “El Pali”, el trovador de Sevilla.


Desde Sevilla, para el blog de mis culpas...





Bibliografía

Paneles ilustrativos del Conjunto Monumental San Luis de los Franceses



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