domingo, 28 de abril de 2019

Encuentro de antiguos alumnos del I.N.E.M. en el Museo de la Cal de Morón



¡Estás más caliente que las alpargatas de un calero! 
Dicho popular


El pasado sábado 28 de abril de 2019 tuvo lugar nuestro tradicional encuentro entre antiguos alumnos del I.N.E.M “Instituto Nacional de Enseñanza Media” de Morón -en la actualidad Fray Bartolomé de las Casas- que permanece ubicado en la retina de nuestro recuerdo y cuyas reminiscencias se proyectan hasta nuestros días en forma de nostalgia y cierta melancolía que otorgan las canas de plata.

Se canta lo que se pierde, como dijera uno de los colosos de la literatura española del siglo XX, don Antonio Machado, otro de los nombres que formaban parte de una terna a comienzos de 1975 para elegir y colocar un nombre al Instituto "I.N.E.M.", según me comentara don Juan Fernández, emérito profesor de historia.


Era evidente que durante los últimos estertores del tardofranquismo, el nombre de Antonio Machado comprometido con la República hasta las últimas consecuencias quedaría en un segundo plano siendo el dominico Fray Bartolomé de las Casas "Protector Universal de todos los Indios" el nombre finalmente elegido, de entre una terna final de la que formaría parte también el nombre de Pablo de Olavide.

Se me ha venido a la memoria cuando nuestros padres compraban la Cal de Morón ¡pa encalá! en el Perulejo "Escudero".

Para celebrar tan emotivo acontecimiento se eligió un lugar emblemático como el Museo de la Cal declarado “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2011” ubicado en las Caleras de la Sierra a unos 5,5 km. en dirección a Montellano. No es necesario recordar que una de las señas de identidad de la tierra de Villalón es la cal junto con el flamenco. 

En la década de los años 70 del pasado siglo muchos compañeros de algunos pueblos vecinos -El Coronil, La Puebla de Cazalla, Coripe y Montellano- se trasladaban en autobús hasta el Instituto ubicado en la antigua Avda. del Alférez Provisional -La Alameda- para realizar sus estudios.


El año de 2017 el antiguo Instituto celebraba el 50º Aniversario de su fundación, allá por el año 1967. Un mosaico realizado en 1971 por D. Pedro Ybarra Hidalgo y colocado en la entrada principal con dos estudiantes subiendo los peldaños, ha quedado como logotipo y símbolo del centro.

Entre efluvios de lentisco y romero nos recibía en la puerta del Museo de la Cal su director Manuel Gil Ortiz, quien nos recordaba la ancestral tradición calera que transmite sus conocimientos de padres a hijos, un legado que constituye un valor cultural y antropológico muy importante, siendo consideradas reliquias vivas. De ahí el nombre de “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”. 



Después de los saludos de rigor, comenzaba nuestro encuentro con un breve vídeo explicativo sobre el origen de la cal y su proceso en la casilla del calero, visitando más tarde las estancias donde se encuentran los utensilios y herramientas antiguas y también los hornos restaurados que brillan con luz propia:

La piedra caliza de Morón es una roca sedimentaria compuesta en su inmensa mayoría por carbonato cálcico CaCO3 en un 98%. Después de someterlas a un proceso de calcificación (descomposición de la caliza mediante calor en hornos a una temperatura mayor de 1000º C), da lugar a una sustancia llamada óxido cálcico CaO -cal viva-. Posteriormente debido a una reacción violenta de la cal viva con el agua (que la hace hervir), da lugar a una sustancia química llamada hidróxido cálcico Ca(OH)2 o cal apagada.

Foto. Museo de la Cal


La cal era ya conocida varios milenios a. de C. como material de construcción para morteros y revestimientos en Catal Hüyük,-Turquía-, en Mesopotamia, en el antiguo Egipto, en China y en la India. Roma hizo uso de la argamasa de cal desde principios del siglo II inventando el opus caementicium, una mezcla de piedras pequeñas, grava, arena, cal, agua.

La cal ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales como material aglomerante en la construcción de edificios civiles, castrenses y religiosos así como en las obras públicas ya que mezclada con agua y arena se obtenía una especie de mortero o argamasa que se utilizaban para pegar ladrillos o piedras, lo que otorgaba una gran resistencia. Grandes lienzos de murallas, acueductos, puentes, catedrales o canalizaciones de aguas han sido elaborados con morteros de cal, al ser un material duradero e impermeable en la construcción hasta la aparición del cemento en el siglo XIX y su auge en el siglo XX como el principal agente cimentador en la construcción al endurecerse al contacto con el aire. 


Manuel Gil Ortiz explicando la historia ancestral de la cal de Morón y de los caleros.

La cal tiene tantas utilidades que incluso en la actualidad se utiliza para reforzar los pilares deteriorados de importantes monumentos históricos, a las que se le inyecta cal hidráulica para regenerar las grietas dañadas por el paso del tiempo. Incluso la restauración de los leones de la Alhambra de Granada se ha realizado con Cal de Morón. 


Posee también un comportamiento bioclimático que da al interior de la vivienda frescor el verano y calor en invierno, logrando lo que se denomina el “efecto botijo”, al permitir la circulación del aire y evaporación de la humedad, muy conocido en las casas antiguas de Andalucía al ser una solución barata, eficaz y ecológica. 

Otros usos importantes de la cal incluye la neutralización de los suelos ácidos en agricultura, en la fabricación de vidrio y papel, el lavado de ropa blanca, el refinado de azúcar, etcétera. La cal viva reduce la acción bacteriana en el tratamiento de residuos animales al mismo tiempo que permite la circulación del aire y la evaporación de la humedad. Dichos residuos constituyen un excelente fertilizante como la gallinaza que se aplica en los campos de cultivo, aportando al suelo fósforo, nitrógeno, potasio, calcio, magnesio, azufre y materia orgánica. También se usa la cal en la protección del medio ambiente al tratar las aguas residuales y lodos. 



Morón ha tenido y tiene fama por su cal, explotada de manera racional y tradicional por los caleros extendiendo la calidad de su producto por toda Andalucía. Las Caleras de la Sierra se encuentra situada en el límite entre la campiña y la serranía. Su explotación en tiempos remotos se ha basado en la utilización de hornos tradicionales que han recogido el testigo de los romanos y que los árabes mejoraron su proceso, utilizando la leña de olivo como combustible por su alto contenido calórico. 

Todos recordamos en nuestra infancia a nuestros padres y abuelos encalar las fachadas y los paredones de nuestras casas con los tradicionales pinceles quedando relucientes con su clásico y tradicional color blanco. En la provincia de Sevilla, la Sierra Sur y la ruta de los pueblos blancos cercana a ésta son claro ejemplo de blancura de sus casas. 


Los caleros de Morón eran las personas que fabricaban la cal, de manera tradicional. Un complejo proceso que iba desde barrenar las rocas y colocar en su interior pequeñas cargas de explosivos, llevar las piedras hasta el horno tradicional, utilizando las piedras grandes en círculos como armaderas, llenando la parte trasera con los llamados matacanes o piedras pequeñas, con leña de olivo en el centro del horno y así sucesivamente hasta llegar hasta la altura indicada, con huecos en el cono final para que salgan los gases y una puerta donde se introducía la leña para seguir manteniendo el fuego durante al menos dos semanas. Al final del proceso de calcificación, se extraía casi dos terceras partes de óxido cálcico debido a la deshidratación del carbonato cálcico.


El vaso tiene 6 y 7 metros de diámetro con una altura que oscila entre 6 y 8 metros. De cada 150.000 kg. de piedra caliza y 90.000 kg. de leña de olivo como material de combustión, se extraían tras un proceso que duraba diez días 90.000 kg. de cal. 

Según nos comentaba nuestro antiguo compañero y distribuidor de Cruzcampo en Morón “IAN” los antiguos caleros eran los que más vino y cerveza consumían semanalmente en Morón: 40 arrobas de vino Vallejo “640 litros a la semana”, 80 cajas medianas de Cruzcampo y 18 garrafas de 3 litros de anís seco. Además, en la antigua Venta de la Paloma consumían 10 barriles de cerveza a la semana.

Todos los utensilios dedicados a la elaboración de la cal están en su entorno natural como los hornos de la cal, la casilla del calero etc... 

No cabe duda alguna de que cuando muera el último calero, se habrá quemado el último pergamino de una biblioteca viviente que ha contribuido fielmente a un desarrollo sostenible en su hábitat con un alto interés etnológico. 


Foto. Jerónimo Clavijo Baeza

Mientras la tradicional extracción calera sostenible data al menos del siglo XV, sin hacer daño a su hábitat, el futuro va encaminado a la explotación masiva de los recursos naturales, como puede observarse en el tremendo impacto visual que proporcionan las canteras de la sierra frente al Museo de la Cal ¡Qué cada uno saque sus propias conclusiones! 



Réplica del horno construido a orillas del lago Turkana en el Noroeste de Kenia 

El objetivo de esta construcción es enseñar el oficio de calero a un grupo de misioneros de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol que viven y trabajan desde hace casi 30 años por los más desfavorecidos en esta región del cuerno de África. 

La escasez de oportunidades alternativas al decadente pastoreo nómada y las fuertes sequías y hambrunas que cíclicamente asolan la zona, unido a la iniciativa de los misioneros por dotar de agua mediante presas de mampostería para almacenar agua de erráticas y torrenciales lluvias típicas de la zona, trajo a la palestra la idea de producir localmente el material aglomerante necesario al estilo de los romanos: cal y arena. 

Dada las dificultades para trasladar a un calero e los de toda la vida a una zona tan remota y difícil, se optó por levantar un horno réplica del africano en el Museo de la cal, y ponerlo a funcionar en presencia del responsable del proyecto en Kenia quien tendrá la oportunidad de conocer de primera mano el oficio para trasladarlo posteriormente a la zona y conseguir finalmente hacer cal en el desierto.

Mientras degustábamos en la casilla de los caleros nuestro almuerzo acompañado de cerveza y vino de la tierra sin faltar las tradicionales aceitunas moronas aliñadas con ajos, afloraba cierta nostalgia entre los antiguos compañeros sobre tal o cual profesor de la época, recordando antiguas normas del centro educativo al que asistimos durante varios años. 

Recuerdo cuando se colocó una proyector en medio del patio sobre el campo de baloncesto para que los alumnos pudiesen entrenar durante las tardes, a partir de las 17,30 horas. En aquella época los equipos de baloncesto, balonmano y voleibol tenían proyección provincial.


...Los que peinamos alguna que otra cana recordamos los comienzos de los años 70 del pasado siglo, con sólo once años, al superar el cuarto curso en la escuela pasamos al Instituto para realizar el primer curso del antiguo bachiller elemental. Teníamos que formar en el patio como si estuviésemos en la mili y si no te sabías la lección, como ocurría en "política" con don Agustín "que era militar" te levantaba del pupitre cuando nos tiraba de las patillas hacia arriba, mandándote a escribir la lección diez veces. 



El 20 de febrero de 1963 el Director General de Enseñanzas Medias aprueba la propuesta relativa al establecimiento de un I.N.E.M. con 500 a 600 alumnos y 500 a 600 alumnas.

El Decreto 1292/1963 de 16 de mayo establece un Instituto Nacional de Enseñanza Media Mixto que se publica en el B.O.E. 1 de junio de 1963 de interés social a todos los efectos en un artículo único y firmado por Francisco Franco.

El Ayuntamiento aprueba en La Alameda o Erillas Huecas un terreno de 11.628 metros  cuadrados con un presupuesto de 14.694.870, 31 pts. 

El proyecto de Instituto se realiza en Sevilla en marzo de 1962 a escala 1:400 y el plano definitivo se realiza en Sevilla, en diciembre de 1964 a escala 1:100 por el arquitecto Fernando Barquín.


Y qué decir del tradicional uniforme obligatorio con aquella chaqueta azul marino y chaleco, pantalón y calcetines de color gris, con la camisa blanca y la corbata roja ¡Si te faltaba alguna prenda, te mandaban a casa a por ella! 

Quedaba terminantemente prohibido entrar por la entrada principal, destinada sólo y exclusivamente para el personal docente. También recuerdo que el recreo a comienzos de los años 70 aún tenía las gradas del antiguo campo de fútbol del Morón y un pozo sin vallar con abundante agua junto a la piscina municipal.

Eran tiempos pretéritos "1970-1975" donde el docente impartía las materias, desde el miedo y la autoridad que proyectaba el nacionalcatolicismo de la época.

Si un profesor te regañaba o te daba un guantazo en la cara, casi seguro que no se lo decíamos a nuestro padre porque al final te arriesgabas a recibir dos: la recibida por el profesor acompañada de la de tu padre. No existía la presunción de inocencia ¡Algo habrás hecho! 

En las clases de geografía en 1970-71 todavía existían viejos mapas físicos y políticos que colgábamos de las alcayatas con las antiguas posesiones españolas en el Sáhara, Sifi Ifni, Annobón (Guinea Ecuatorial) y algunos islotes. 

Por otro lado, ¡quién no recuerda aquéllos pupitres unipersonales cerca del profesor que nadie quería ocupar por no permanecer “aislado” de los compañeros y ser al mismo tiempo, el alumno que tenía el mayor número de posibilidades para que el profesor se fijara en ti, para salir a la pizarra!...

Esta fotografía fue realizada por D. José Vélez, profesor de Educación Física durante el curso 1974-75 con una antigua cámara fotográfica "Winar", del compañero Eduardo Rodríguez. 

...O cuando el sr. conserje “Don Romualdo -Q.E.P.D.-" abría la puerta del aula y nos levantábamos en señal de respeto, para transmitirnos a cualquiera de nosotros que el director o el jefe de estudios quería comunicarnos tal o cual cosa sin importancia. Íbamos por aquéllos pasillos pensando ¡para qué querrá vernos!, por aquello del “miedo escénico” que generaba la Dictadura y que se proyectaba al profesorado de la época. 

Recuerdo aquella profesora de historia que se detenía durante muchas clases en aquel "nacionalcatolicismo" como la Reconquista, los Reyes Católicos, el Descubrimiento de América o la Evangelización de los indios que ocupaban una gran parte de la asignatura... 

También recuerdo a otros profesores que simpatizaban con aquel nacionalcatolicismo rancio y que nos explicaban aquella aburrida asignatura denominada F.E.N. "Formación del Espíritu Nacional" a la que llamábamos "política". Casi siempre se daba los lunes, a primera hora de la tarde, recién comidos para que la digestión fuera más compleja.

Es curioso como la dictadura odiaba el término política y sin embargo, los alumnos llamábamos a la asignatura F.E.N. "política". Posiblemente porque era difícil de digerir en unos tiempos complejos.


También recuerdo algún que otro "profesor", que pertenecía a la O.J.E. "Organización Juvenil Española" y por tanto, tenía más posibilidades de dar clases de ser contratado por el régimen franquista en aquéllas asignaturas denominadas "Marías" en el Instituto o en algún que otro colegio privado. 

Entre la nostalgia y el recuerdo llegamos a la conclusión de que ha pasado la friolera cifra de casi diez lustros, sobrepasando el ecuador de nuestra vida. Las fotos de costumbre irían plasmando en recuerdos nuestra grata visita al Museo de la Cal. El año próximo seguiremos añorando nuestros años adolescentes de aquellos tiempos pretéritos en el antiguo Instituto, pero en esta ocasión en El Coronil. 



P.D. Pasado el ecuador de nuestra vida, debemos comenzar a saborear profundamente el tiempo que nos quede y que no podemos comprar -como diría el poeta Mario Andrade en su hermoso poema "Mi alma tiene prisa"-, buscar la esencia de las cosas, sin soportar a personas absurdas, tóxicas o vanidosas, que a pesar de su edad cronológica, aún no han crecido. En definitiva, llegar al final de mis días en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

La vejez comienza a manifestarse cuando ocupan mayor peso en nuestras frágiles entendederas, los recuerdos que las ilusiones y proyectos. Es entonces, cuando la nostalgia puede proyectarse a través de nuestras canas de plata y manifestarse bajo un enorme peso en nuestra alma, -se canta lo que se pierde, como diría uno de los colosos de la literatura del siglo XX, don Antonio Machado-. 

Por tanto, leer y viajar “haciendo camino al andar” con vientos alisios nos irá permitiendo ir soltando amarras para expandir nuestra mente y por consiguiente, cambiar nuestra concepción del mundo, valorando y respetando siempre las identidades culturales junto con la diversidad. 

¡Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una! Porque cada día es un comienzo nuevo, como diría el inolvidable poeta Mario Benedetti.


Términos de interés

Antropología proviene del término griego ἄνθρωπος “hombre” y λόγος, «conocimiento» es la ciencia que estudia de forma integral al ser humano de forma integral.
Etnografía proviene del término griego  έθνος  "pueblo o  tribu"  y γράφω  "descripción", es el estudio integral de los pueblos y culturas.




Video de nuestro compañero Miguel Cala


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