domingo, 25 de mayo de 2025

Los Reales Alcázares [antigua Dar al Imara], un crisol de culturas junto al Guadalquivir [II]




...Fernando III de Castilla "el Santo" no tuvo oportunidad de realizar obras en el Alcázar de Sevilla. Sin embargo, será su hijo Alfonso X el Sabio (1252-1284) quien mande construir sobre un antiguo palacio almohade el Palacio Gótico:
  • Patio del Crucero
  • Salón de Tapices y Capilla
  • Sala de Bóvedas
  • Y Baños de Doña María de Padilla




La Sala de las Bóvedas con sus techos de crucería gótica representa el triunfo del ideario cristiano frente al pasado musulmán. Fue el escenario del banquete de boda de Carlos V con Isabel de Portugal el 11 de marzo de 1526.



En el Salón de Tapices  destaca la toma de Túnez el 21 de julio de 1553 por el emperador Carlos V frenando los ataques de la flota turca. Una victoria decisiva para la flota española, liderada por Andrea Doria y Álvaro Bazán, que derrotaron a la flota turca, convirtiéndose el Mediterráneo en un símbolo de la hegemonía cristiana. La obra se debe al tejedor flamenco Willem de Pannemaker entre 1550 a 1554.



La Capilla alberga el Retablo y la Virgen de la Antigua de estilo bizantino realizado por Diego de Castillejo en el siglo XVIII. El original de la Virgen de la Antigua se encuentra en la Catedral de Sevilla, donde fueron a orar Elcano y su tripulación tras haber dado la Primera Vuelta al Mundo «Primus circumdedisti me».


Capilla de la Virgen de la Antigua
Catedral de Sevilla


Y llegamos a los Jardines del Alcázar




Desde el Jardín del Crucero, paseamos hacia los Baños de Doña María de Padilla, amante de Pedro I. Dicen que se bañaba en estos baños situados debajo del patio del crucero. Un lugar fresco de crucerías góticas con un algibe almohade del siglo XII. Existe actualmente la costumbre de arrojar algunas monedas al aljibe, posiblemente para pedir un deseo. 

Algo similar a lo que ocurre con la Fontana de Trevi. Si lanzas una moneda volverás a Sevilla, si lanzas dos, encontrarás el amor, y si lanzas tres, te casarás con la persona que amas. Queda la grata satisfacción de que si no se cumple ningún deseo, al menos, se entiende que servirá para contribuir con alguna obra social. ¡Y todos felices!



Baños de Doña María de Padilla
Reales Alcázares de Sevilla


Subimos por una escalera hasta llegar al Estanque de Mercurio y la Galería de Grutesco donde poder estimular nuestra retina bajo una bella panorámica de jardines entre innumerables palmeras bajo los efluvios del azahar. Las palmeras eran consideradas árboles sagrados para los musulmanes, el olivo para los judíos y los cipreses para los cristianos.



La Galería del Grutescos se debe al arquitecto milanés Vermondo Resta entre 1.613 y 1.621. El autor de las pinturas es Diego Esquivel quien las terminaría en 1629 tras siete años de elaboración. De la galería de Grutescos conviene decir que fue un ejercicio de fantasía del arquitecto milanés Vermondo Resta al cubrir y revestir en su lado interno los lienzos de murallas almohades. El tránsito por la galería, antiguo adarve o paseo de ronda, permite el disfrute visual de la casi totalidad de los jardines. Destaca el material de acarreo que se utiliza para crear el cuerpo de arquería de cerca de ciento setenta metros de longitud de adarve.






Estanque de Mercurio, dios del comercio romano que posiblemente tenga algo que ver con "Melkart", dios fenicio del comercio desde Tiro hasta Cartago y Gades en el siglo VIII y VII a.C.


En el Jardín de la Galera destaca una columna en memoria del destierro del último rey de la dinastía abadí de Sevilla, Al Motamid ibn Abbad.



«Aún si los enemigos me arrebataban el reino / y el pueblo me traicionara, / mi corazón permanecería entre mis costados, / y costados no entregan corazones... / Mi nobleza no ha sido arrebatada. / ¿Acaso se puede arrebatar la nobleza?». No se puede. Ni aunque haya estado mil años bajo tierra.

En Agmat [cerca de Marrakech, Marruecos] se encuentra un morabito con los restos del último rey abadí de la antigua Isbiliya.


¡Pero, quien fue Al Mutámid al que tanto recuerda Sevilla!

Al Mutámid estuvo vinculado con el campo de la cultura de su época. Sin embargo, le esperaba un final desconsolado y cargado de nostalgia bajo el inhóspito destierro de Agmat, cerca de Marrakech, añorando su antigua “Dar al-Imara” bañada por el río Guadalquivir “Wad al-kabir” y recordando los olivares sevillanos de cuyas aceitunas “azzaytúna” se obtenía el zumo virgen en las almazaras “al-ma’sara” en forma del preciado aceite “azzeit” del Aljarafe “Al-Xaraf”.

El aceite lampante que no se utilizaba para consumo humano se utilizaba para las lámparas “qandil” de barro cocido.

En su viaje a Marruecos en 1924 Blas Infante visitó la tumba del último rey abadí de la antigua Isbiliya “Al-Motamid” en Agmat, al este de Marrakech. Al Motamid encarnaba para Blas Infante un ejemplo de pacifismo y tolerancia encarnado por el espíritu de Andalucía. Blas Infante otorga una gran importancia al periodo de convivencia entre musulmanes y cristianos de Andalucía y se inspira en los enamorados de Antequera que proviene del siglo XV, cuando ésta ciudad, llegó a ser frontera entre los reinos de Castilla y Granada.

Tras haber escuchado allí las nubas magrebíes será el primero en poner en relación los cantos populares de ambos lados del Estrecho de Gibraltar . En su obra “Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo” [1929] da forma a una de las teorías más serias sobre el origen del término “flamenco” cuyo origen estaría en los cantos de los moriscos que se escondieron en los montes tras el decreto de expulsión de Felipe III, que con el tiempo se confundirían con los gitanos errantes. Flamenco vendría de la expresión “fellah mengu” cuyo significado sería “campesino huido” en el dialecto andalusí.

Entre la judería y el Callejón del Agua, pudimos observar antiguas conducciones de la época islámica [siglo XI y XII] que suministraban agua al Alcázar [antigua Dar al-Imara] y a la medina de la antigua Isbiliya.




Al Motamid no midió bien las consecuencias de pedir ayuda a los almorávides

Históricamente los grandes ríos peninsulares han formado parte de las antiguas fronteras o marcas. El río Ebro formaba parte de la marca superior “al-Tagr al A´la” de Al Ándalus con capital en Saraqusta. El río Tajo de la Marca Media “al Tagr al Awsat” con capital en Tulaytulah “Toledo” y el Guadiana de la Marca Inferior “al Tagr al Adna” con capital en Mérida. Por tanto, cuando Toledo fue conquistada por Alfonso VI, comenzaron a saltar todas las alarmas “ya se encuentran las tropas cristianas en el Tajo”.

Después de la conquista de Toledo por Alfonso VI (1085), y viendo Al Motamid que la frontera del río Tajo estaba en peligro decidió pedir auxilio a los almorávides, que el 30 de julio de 1086 desembarcaron en Algeciras. Las tropas de la taifa sevillana ayudaron, junto con tropas de las taifas de Granada y Badajoz a derrotar a los cristianos en Zalaca (1086). Sin embargo, el emir almorávide Yúsuf ibn Tafsún, requerido en África, vuelve a su reino.

Ante las nuevas desavenencias y desencuentros entre las taifas, Al Motamid en persona se dirigió de nuevo a Marrakech para pedir a Yúsuf que acudiera en ayuda de los musulmanes en Al-Ándalus. Pero Al Motamid ignoraba que la petición de ayuda a los fanáticos almorávides convertirá su hermoso destino en un final desconsolado.

El 7 de septiembre del año 1091 fue tomada Isbiliya “Sevilla” por los almorávides. El emir Ibn Tafsún ordenó que el rey depuesto fuera conducido a Marruecos y desterrado en el aduar de beduinos de Agmat, donde moriría en 1095 “extranjero y cautivo”, después de haber pasado los últimos cuatro años de su vida cargada de nostalgia y tristeza. Un hombre culto que vivía en el Alcázar se ve desterrado hacia un lugar solitario e inhóspito que le llevará a una profunda melancolía. Será el tercer y último rey sevillano de la dinastía de los abbadíes.

Al Mutamid llegaba a Tánger en tránsito hasta su triste destierro en Agmat, al pie del Atlas [cerca de Marrakech] donde se dedicó a escribir los más bellos poemas cargados de nostalgia y melancolía, desconociendo sus habitantes su verdadera identidad. En 1095, en el aduar de Agmat, la esposa de Al Mutamid fue enterrada mientras un nuevo dolor se añadía al lacerante dolor del destierro. A los pocos meses de la pérdida de su esposa, Al Mutamid, el poeta rey, dejaba de existir y comenzaba su leyenda.

En el morabito de Agmat se encuentra la tumba de Al Mutamid a la izquierda y la de su esposa I’timad Al Rumaikyya a la derecha. Entre ambas tumbas se encuentra la de uno de sus hijos.

Allí compuso “Elegías de Agmat”, uno los más bellos poemas de dolor de la literatura universal.

“¡Sevilla, que lejos!
¡Ay, qué lejos!
¡Ay, Sevilla!
La única cadena que yo siento…”

 

No cabe duda de que Al Mu’tamid de Sevilla llegó a ser mejor poeta que rey. Su poesía culta, intensa y nostálgica podría considerarse una especie de autobiografía sentimental. Al Mu’tamid de la dinastía de los abadíes es considerado uno de los máximos exponentes de la poesía andalusí.

  

Al Mu’tamid e Itimad Al Rumaikyya, la reina poeta

Cuenta la leyenda que Al Motamid paseaba durante las tardes por la ribera del Guadalquivir junto a su amigo, consejero y poeta Aben Amar. Caminaban despacio y se paraban de trecho en trecho hablando de poesía.

Una tarde, paseando junto al puente de barcas que unía el antiguo arrabal de Triana con la antigua Isbiliya se detuvieron a contemplar el río Wad al Kabir “Guadalquivir”. Al Motamid llamó la atención de su amigo sobre la belleza que emanaba del efecto de la luz del sol de poniente sobre el agua rizada por la brisa.

Aben Amar comentó adulador:

“Una cota de oro digna de un rey”

 

Inspirado Al Motamid comienza a hacerle un verso y empieza:

 

La brisa convierte al río
en una cota de malla…

 

De pronto a sus espaldas una voz femenina bien timbrada con perfecta entonación y dicción, exclama:

La brisa convierte al río
en una cota de malla,
mejor cota no se halla
como la congele el frío.

Sorprendidos, se vuelven para ver quién era la que con tanta inspiración había completado la estrofa. Vieron a una joven descalza que llevaba un borriquillo por el ronzal [razan] y que sin hacerles caso se dirigió a Triana por el puente de barcas.

El rey encargó a su amigo que se enterara de quién era y a quien pertenecía la muchacha pues parecía una esclava. Y efectivamente lo era.

Se trataba de Itimad, esclava de un alfarero llamado Romaicq, por eso la llamaban “Itimad la Romaiquia”.

Itimad era de Triana y se dedicaba a la faena de hacer ladrillos y tejas en el horno de este alfarero. Aunque el rey le propuso comprarle la esclava, el mercader muy a gusto se la regaló ya que decía que era muy fantasiosa y que trabajaba poco.

Así que, Al Motamid se la llevó a la antigua Dar al Imara “El Alcázar” aunque hasta ese momento el rey sólo se había preocupado por la poesía y las artes sin preocupación por las mujeres, quedó enamorado de ella hasta el tuétano [un claro “flechazo”] y la hizo su esposa. Tuvieron 3 hijos.

Itimad fue una esposa y reina prudente que consiguió logros notables como que las mujeres sevillanas se quitasen el velo del rostro en contra de la ley islámica, lo que le valdría al rey poeta enemistarse con los juristas malikíes aunque su talento natural para las artes literarias y sus ideas “feministas” fueron siempre respetados.

Cuenta la leyenda que Itimad dio muestras de melancolía, se acordaba de Triana y tenía ganas de pisar el barro como cuando fabricaba ladrillos y tejas para el mercader Romaicq.

El rey Al Motamid para no verla triste llenó el patio del Alcázar con barro perfumado con todas las especias y aromas que pudo encontrar en su reino, como azúcar, canela, espliego, clavo, almizcle, ámbar y algalia.

Allí estuvo Itimad jugando con sus doncellas un buen rato, amasando con los pies el perfumado barro al igual que lo hacía de niña en Triana, y riendo entre alegres y estrepitosas risas.

También cuenta la leyenda que en otra ocasión volvió a estar triste porque nunca había visto la nieve. El rey se la llevó a Córdoba para distraerla. En la Península no había nieve, si no era en el Norte que era tierra de cristianos, o en Granada que era tierra de Almudafar, y no era plan de molestar a nadie por un capricho.

Un día de febrero el campo de Córdoba amaneció nevado. No era nieve, pero Itimad no notó la diferencia. El rey en secreto había hecho plantar un millón de almendros frente al Alcázar viejo. Cuando ese día de febrero los almendros florecieron, el campo parecía nevado y dejó contenta a su esposa.

Itimad y Al Motamid fueron felices. Aunque él podía tener un harén porque su religión se lo permitía, ella fue su única esposa y su amor duró toda la vida de ambos, sobreviviendo a los buenos y a los malos tiempos.

Una de sus hijas Zaida, fue pedida en matrimonio por el rey Alfonso VI mediante embajadores cuando cumplió 15 años. Ésta fue enviada a la frontera con lucida escolta y tras convertirse al catolicismo y tomar el nombre de Isabel, se casó con el rey.

Al Motamid destacó por sus dotes como poeta y por su pasión por las artes y la cultura, y por eso, precisamente se quedó sin reino al abrir las puertas de Sevilla a Yusuf quien lo desterró a Marruecos.

 

¡Más le hubiera valido que hubiera destacado como estadista y estratega!

Los sevillanos los despidieron con pena agolpados en la orilla del río cuando partía para el destierro. Las mujeres se quitaron el velo del rostro y se lo arañaban en señal de dolor.

Itimad estuvo con su marido no sólo durante los años de esplendor, sino también en los momentos duros; lo acompaño al destierro. La reina de nuevo volvió a vivir en la miseria como cuando era la Romaiquía de Triana, una simple esclava.

Invisible a mis ojos, siempre estás presente en mi corazón.

Tu felicidad sea infinita, como mis cuidados, mis lágrimas y mis insomnios.

Impaciente al yugo, si otras mujeres tratan de imponérmelo, me someto con docilidad a tus deseos más insignificantes.

Mi anhelo, en cada momento, es tenerte a mi lado: ¡Ojalá pueda conseguirlo pronto!

Amiga de mi corazón, piensa en mí y no me olvides aunque mi ausencia se larga.

Dulce es tu nombre. Acabo de escribirle, acabo de trazar estas amadas letras.

Al Motamid a su esposa



Un equipo de peritos supervisa la puerta de Marchena


Terminamos en la Puerta de Marchena del Alcázar que fuera levantada durante el reinado de Isabel I de Castilla. En su origen estuvo en la fachada de los duques de Arcos, en la villa de Marchena, con decoración gótica y con posteriores elementos renacentistas abundando los motivos heráldicos, con rasgos mudéjares.

La Puerta de Marchena será instalada en 1913 en los "Jardines de la Vega Inclán" de los Reales Alcázares. El traslado fue llevado a cabo por los arquitectos Vicente Traver y José Gómez Millán.
 




Salimos al exterior por el Apeadero -antiguas caballerizas- por el Patio de Banderas. La Giralda con su elevada altura nos observa bajo los efluvios del jazmín y azahar que estimulan e impregnan nuestros sentidos.



Esta fachada ubicada en el Patio de Banderas es de estilo manierista, incluye el escudo heráldico de Felipe V. Es obra del Maestro Mayor Vermondo Resta (1555-1625) del manierismo al barroco.


Tras más de dos horas de charla magistral estimulando nuestra mente a cargo de nuestro amigo Manuel, nuestro cicerón, tocaba ahora reorientar nuestras frágiles naves hacia la calle Rodrigo Caro, para hidratar también nuestro cuerpo con alguna cerveza fría en el bar “Las Columnas”, antigua calle de Atambor, donde los negros de Sevilla [una historia silenciada] se juntaban para tocar y cantar en su plaza.




Tras haber degustado nuestra primera cerveza fría [mientras el termómetro marcaba 35º C a la sombra] orientamos nuestro sextante gastronómico en busca de la bodeguita Antonio Romero, en la calle Arfe, en el corazón del barrio del Arenal; un espacio gastronómico variado donde destaca el jamón ibérico, la caña de lomo, los boquerones y chocos fritos o las croquetas, todo ello acompañado de algunos “piripis”, entre otras tapas, que estimulan nuestro paladar. 

Nuestro amigo Antonio, experto en tascas, tabernas, bodegones y fiel conocedor de los templos de la cerveza sevillana nos recomendó maridar la cerveza o el vino con los tradicionales platos para potenciar y realzar el sabor de los alimentos.

Terminada tan grata jornada cultural y gastronómica nuestro amigo Juan nos acercaba de nuevo a nuestro lugar de origen ubicado en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.


Desde la antigua Dar al Imara [Reales Alcázares de Sevilla] en compañía con Manuel, Jesús, Javier, Juan y Antonio, para el blog de mis culpas...


 

P.D. Como complemento a nuestra visita nos encontramos junto al Palacio Gótico, en la Sala Cantarera una Exposición denominada “Marco Polo y las maravillas de los manuscritos iluminados”, donde el arte y la sabiduría se fusionan a través de estos códices que cautivan a los visitantes.

Una exposición que nos invita a sumergirnos en “El Libro de las Maravillas del Mundo”, una joya bibliográfica que transportó a Europa hasta las lejanas tierras de Oriente. Este códice, encargado como presente, entre 1410 y 1412 para Juan sin Miedo, duque de Borgoña, y posteriormente obsequiado a su tío el Duque de Berry, constituye una de las primeras descripciones del mundo asiático. A través de sus páginas se puede recorrer los vastos territorios explorados por el veneciano Marco Polo y por el misionero franciscano Odorico de Pordenone, quien viajó en el siglo XIII por Turquía, atravesó Irán, el sur de la India, Sri Lanka, Sumatra,Java, Borneo, Vietnam, y la costa este de China hasta llegar a Pekín; de donde se cree retornó a Europa.




La primera parte de la obra sigue el relato del veneciano Marco Polo, quien tras servir como emisario del Gran Kan entre 1275 y 1290, narró sus vivencias y descubrimientos en un testimonio que marcaría la historia de la literatura de viajes. Sus descripciones detalladas de la corte de Kublai Kan, las costumbres exóticas y las grandes ciudades de Oriente ofrecieron a los europeos una visión sin precedentes del mundo asiático.

La segunda parte del códice recoge el testimonio de fray Odorico de Pordenone, quien emprendió su viaje en el marco de las misiones papales enviadas a Oriente. A diferencia del relato aventurero de Marco Polo, su narración adopta un tono más observador y misionero, describiendo con detalle los pueblos, creencias y costumbres que encontró a su paso.

Este manuscrito, además de ser un testimonio imprescindible de la expansión del conocimiento geográfico en la Baja Edad Media, es una obra de arte única. Sus miniaturas, de gran riqueza cromática y precisión narrativa, reflejan la fascinación que Oriente ejerció sobre la Europa medieval, un asombro alimentado por relatos y saberes que viajaban a través de la Ruta de la Seda.

Un códice que no sólo deslumbró a los monarcas y eruditos que lo poseyeron, sino que sigue cautivando a quienes, siglos después, se acercan a sus páginas en busca de un mundo de maravillas.

Los códices y libros antiguos abren las puertas de Oriente a los ojos de Occidente proyectando la astrología medieval y el saber de la época. Y todo ello en Andalucía como crisol de culturas y punto de encuentro de grandes civilizaciones.

Unas obras que fueron pieza clave en la transmisión del conocimiento a lo largo de los siglos y como joyas bibliográficas han pasado por las manos de Alfonso X el Sabio, los Reyes Católicos, Carlos V y Manuel I de Portugal. Un legado que ha cambiado la historia.





Términos interesantes

Mozárabes: Cristianos que vivían en Al-Ándalus.

Mudéjares: Musulmanes que vivían en territorio conquistado por los cristianos. El arte mudéjar se caracteriza por una albañilería andalusí autóctona con magníficos artesonados, arcos de herradura, yeso, ladrillos, azulejos vitrificados, etcétera. Muchos trabajadores musulmanes continuaron trabajando en las obras cristianas legando su sabiduría.

Muladíes: Habitantes de la Península que abrazaron la religión musulmana en Al Ándalus.


Enlaces interesantes




sábado, 24 de mayo de 2025

Reales Alcázares [antigua Dar al Imara], un crisol de culturas junto al Guadalquivir [I]





Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante didáctico una calurosa mañana de mayo, en compañía de Manuel, Jesús, Javier, Juan y Antonio, que nos llevará hasta los Reales Alcázares de Sevilla “la antigua Dar al Imara de tiempos andalusíes”. 

Un legado junto al río Guadalquivir "Wad al Kabir" como cauce de culturas por cuyas aguas navegaron fenicios, cartagineses, romanos, andalusíes y cristianos.

"Ispal" tierra llana de los tartessos, Híspalis romana, Isbilya o Ishbiliyya andalusí, y más tarde, Sevilla cristiana que ha pasado a la memoria colectiva de nuestra tierra.



Al llegar a Sevilla nuestra retina captaba a la altura de la Buhaira "al-buhayra" la esbelta Giralda, que junto con la Torre del Oro “Bury al-dahab” en el Arenal nos daban la bienvenida a la antigua Isbilia andalusí. Nos introducimos en ella a través del Postigo de Aceite, el único postigo de los tres existentes de la antigua muralla árabe cuyo origen se remonta al año 1107, en tiempos de Ben Yusuf.

La retina del recuerdo me proyecta la primera vez que visité la antigua “Dar al Imara” de Sevilla con el Aula de la Experiencia de Morón acompañados por nuestros amigos y cicerones Sebastián López Álvarez y Juan Fernández Márquez, antiguo catedrático de historia del Instituto Fray Bartolomé de las Casas. Fue el 19 de marzo de 2002, día de San José y entramos por la Puerta de la Alcoba, en los Jardines de Murillo. 

Nuestro amigo Manuel nos sirvió como cicerón durante nuestra visita concertada a partir de las 12,00 horas. Comenzó a explicarnos debajo de la Puerta del León el significado de una inscripción en azulejos “Ad utrumque” que porta el famoso león que significa preparado para todo “vencer o morir”, y que pasa desapercibida para la mayoría de los visitantes a tan magno edificio. 

 


 Las murallas del alcázar tienen 37.000 sillares de estilo califal cordobés


Viene de la expresión latina "Ad Utrumque Paratus", del poeta Virgilio en La Eneida, donde el comandante griego Sinón grabó en el interior del Caballo de Troya una arenga, durante la víspera del asalto a la ciudad, para mantener alta la moral de su tropa.

Fue realizada por Manuel Tortosa Fernández en la fábrica de cerámica trianera de José Mensaque Hermano y Compañía en 1892, según dibujo y asesoramiento histórico de José Gestoso y Pérez.

El león representaba en la antigüedad el poder y la fuerza de los grandes gobernantes. Sobre la cabeza, el león porta corona como señal de realeza y de representación del monarca y en la mano derecha una cruz, dejando claro la religión que profesa la monarquía reinante y dominante.




Al pasar por la Puerta del León lo primero que se observa son los muros de piedra que protegen el Alcázar, se remonta a los siglos X y XI, tras la conquista del califa Abderramán III. Desde el Patio del León se observa la parte superior de la Giralda junto con los grandes muros del Alcázar de piedra calcarenita o albero, traídos posiblemente desde la cercana Alcalá de Guadaíra o de los Alcores del Viso, toponímico inmortalizado en el poema de Fernando Villalón "Diligencia de Carmona".

El califa Adberramán III mandó levantar la antigua “Dar al-Imara” o “Casa del Gobernador” en la antigua Isbilya sobre un asentamiento romano y visigodo que con el tiempo se convierte en el núcleo original del Alcázar “al qasr”.

En la calle Joaquín Romero Murube se encuentra una puerta tapiada desde donde se accedía a un patio interior del Alcázar. Cuentan las páginas de la historia que Sevilla fue conquistada en 1248 por Fernando III de Castilla en tiempos de los almohades. La medina de la antigua Ishbiliyya se encontraba custodiada por el caid Axataf. Tras la conquista cristiana sale por esa misma puerta abandonando Sevilla para dirigirse a Marruecos. Tras entregarle las llaves de la ciudad a Fernando III el Santo, éste manda cerrar dicha puerta para siempre, para que nadie más pudiera atravesarla.

Haciendo una breve historia, Adberramán III mandó levantar la antigua “Dar al-Imara” o “Casa del Gobernador” en la antigua Isbiliya que con el tiempo se convierte en el núcleo original del Alcázar de Sevilla que sería trazado por el alarife [al-arif] Abdallah ben Sinan el siriaco (913-914) con una cerca de murallas orientadas hacia la parte occidental, hoy Patio de Banderas. Durante la dinastía Banu Abbad (1023-1091) se amplía el recinto califal hacia el poniente buscando el río Wad al-Kabir, denominado “al-Qasr-al-Muwarak” o Alcázar de la bendición y “al-Qasar-al-Zahi” o Alcázar de la Prosperidad.

Durante la etapa almohade (1147-1248), la antigua Isbilia alcanza su mayor esplendor y se convierte en la capital del nuevo Imperio. 
  • Abd al-Mumín (Sevilla, 1148-1163)
  • Abu Yacub Yusuf (1163-1184)
  • Abu Yusuf Yaqub al-Mansur (1184-1199)
  • Abu Abdalá (1199-1213)
El Alcázar es considerado como el primer edificio civil de Sevilla. Históricamente ha sido sede de los príncipes musulmanes de la antigua Isbiliya islámica hasta 1248 con la conquista de Sevilla por Fernando III de Castilla, siendo la sede de los reyes cristianos en la ciudad hispalense hasta la actualidad. Abarca desde el año 913 en época de Abderramán III en plena etapa califal para continuar con diferentes épocas como taifa, mudéjar, gótico, renacentista, barroco, manierista y neoclásico.

Los musulmanes implantaron las bases de una arquitectura diferente que renovó toda la construcción andalusí propiciada por Abu Yacub Yusuf y “el príncipe de los alarifes” Ahmad ben Basso, oriundo de una familia de mozárabes toledanos, siendo considerado el más grande arquitecto del siglo.


Paño de azulejos en el Patio de las Doncellas


Es digno de resaltar en todo el conjunto la azulejería [azzuláig] de Sevilla y Triana [atrayana o más allá del río] como su arrabal alfarero "alfahar" en la Vega de Triana regada por el río "Wad al-kabir". La España cristiana recibe de al-Andalus -Córdoba durante el Califato en el siglo X y la Granada nazarí durante los siglos XIII al XV- la rica tradición artesana de la cerámica vidriada, destacando la perfecta geometría de los alicatados "al-qát" andalusíes, la gama cromática junto a la cuidadosa ejecución que rematan las composiciones. No hay dos azulejos iguales.

Etimológicamente, azulejo proviene del andalusí “azzuláig” y así hasta cuatro mil vocablos diferentes que enriquecen la gramática castellana. 

El Islam que a partir de la derrota de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) sufre una profunda decadencia e inestabilidad interior que hace desaparecer progresivamente el imperio musulmán.

 




Atravesamos la primera muralla original de la antigua Dar al Imara y nos encontramos de frente con el Patio de la Montería, cuya nomenclatura proviene del lugar donde los monteros quedaban con el rey para iniciar las monterías reales antes de salir de caza por las marismas.

El patio principal del Alcázar y funciona como distribuidor de edificios palaciegos: el Palacio Mudéjar, el Palacio Gótico y la Casa de la Contratación.

Tras su victoria en la batalla del Salado Alfonso XI ordena construir la Sala de Justicia [mudejarismo civil en Andalucía] y posteriormente su hijo Pedro I el Cruel o el Justiciero, continúa la línea arquitectónica implantada por su padre y construye su palacio entre los años 1364 y 1366 con alarifes y carpinteros de origen musulmán, procedentes de Sevilla, Granada y Toledo, con materiales perecederos como la cerámica, el yeso y la madera, respetando la máxima coránica que impide hacer obras eternas.

“… ningún humano puede hacer competencia al Creador”

Nos encontramos ante un edificio artísticamente musulmán, con simetría islámica a través de elementos geométricos y vegetales, aunque históricamente cristiano.


El artesonado de la Sala de la Justicia es de estilo mudéjar, 
de la época de Alfonso XI


Patio del Yeso o Sala de Justicia 

La Sala de Justicia constituyó el mexuar o lugar donde se reunían el consejo islámico almohade durante el siglo XII. Tras la conquista de la ciudad en 1248, Fernando III de Castilla continuará impartiendo en ella justicia. Un surtidor central transporta el agua a través de un canal hasta una alberca [al-birkah] del Patio del Yeso. Su bello artesonado de madera será construido en la época de Alfonso XI, que fundará la Orden de la Banda formada por caballeros leales. Se dice que Pedro I, hijo de Alfonso XI, pudo matar en este lugar a su hermanastro don Fadrique, por mantener relaciones con su esposa doña Blanca de Borbón.

Nos encontramos ante un edificio artísticamente musulmán -con simetría islámica a través de elementos geométricos y vegetales- aunque históricamente cristiano.

El “Patio del Yeso” es obra del alarife ‘Alī al-Gumārī, que conserva las yeserías más antiguas del Alcázar. Un bello patio de planta rectangular con una alberca [al-bírkah] en medio. En el Islam destaca siempre el agua como símbolo de la vida.




Pedro I lo construye en 1364. Bajo la solería de este patio se encuentran los cimientos de los palacios almohades del siglo II de la Hégira. La portada queda cobijada bajo un enorme alero de madera de mocárabes.

Palacio mudéjar de Pedro I 

Sorprende la impresionante fachada del palacio mudéjar del rey D. Pedro I llamado el Cruel o el Justiciero (1364-1367). En el segundo cuerpo de la fachada, existe una leyenda en caracteres árabes alabando a Alá rematado por el tradicional yamur con tres bolas de bronce decrecientes de abajo hacia arriba que significa para unos “plenitud”, para otros, el mundo terrestre, celestial o espiritual del mundo musulmán, o tal vez los tres profetas más importantes del mundo musulmán: Mahoma, Moisés y Jesucristo.

La fachada mudéjar responde a una organización tripartita. La portada central, de piedra almohadillada, flanqueada por arcos ciegos polilobulados formando paños de sebka. La portada queda cobijada bajo un enorme alero de madera de mocárabes. 

En el segundo cuerpo de la fachada principal existe una leyenda en caracteres árabes:

“Gloria a nuestro señor el sultán don Pedro ayúdele Allāh y le proteja”




En la planta baja nos encontramos la Casa de Contratación (1503) para el Nuevo Mundo, donde se puede apreciar el Salón del Almirante y el retablo de la Virgen de los Mareantes o Navegantes, de Alejo Fernández (Renacimiento 1531-1536) y una maqueta de un barco de la época.

La Virgen de los Mareantes preside la Sala de Audiencias del Cuarto del Almirante. María, la Virgen de los Navegantes [o Mareantes] se eleva sobre los mares, cubriendo con su manto a los españoles que esperaban los vientos alisios para realizar tan peligrosa travesía. La Virgen María con su manto une dos continentes bajo su protección. Aunque la identificación de los personajes es discutible, se encuentran arrodillados a la derecha de la Virgen, Fernando el Católico, en primer término, acompañados del obispo Fonseca y el canónigo Sancho de Matienzo; en su izquierda, Cristóbal Colón, y tres de los cuatro pilotos que asistieron a la Junta de Burgos: Américo Vespuccio, Yáñez Pinzón y Juan de la Cosa o Solís”.

Salón del Almirante


En el Almirantazgo de Castilla se guardaban las riquezas que provenían de América

Debe su nombre al Tribunal del Almirantazgo de Castilla que tuvo su sede aquí. Era una parte de la “Casa de Contratación de las Indias”, institución fundada en el Alcázar de Sevilla en 1504 por Isabel la Católica tras el descubrimiento de América para a regulación del comercio entre España y el Nuevo Mundo.

Sevilla fue el puerto elegido por la reina por la seguridad que ofrecía frente a posibles ataques piratas, convirtiendo a la ciudad en Puerto y Puerta de América, y capital europea del comercio durante el siglo XVI. Aquí fue donde el piloto Mayor Américo Vespucio, Magallanes y Elcano trazaron la primera vuelta al mundo, y Juan de la Cosa realizó el primer mapamundi de la historia. Esta sala está decorada con pinturas de temática histórica del siglo XIX y principios del XX. Actualmente se ha convertido en un salón de conferencias.

Casa de la Contratación

En el lado occidental del Patio de la Montería se establece la Casa de la Contratación de 1503 construida por Antón Sánchez Hurtado. El lado oriental es edificado por el arquitecto Sebastián Van der Brocht en 1755 tras el terremoto de Lisboa.


En la zona derecha de la montería se puede apreciar una magnífica escalera con paños de azulejería que lleva al piso superior “El Cuarto Real Alto” donde se encuentra el Oratorio de Isabel la Católica con su altar cerámico.

En el Alcázar de Sevilla se alojaron reyes pertenecientes a las dinastías españolas como el rey Don Pedro I de Castilla, los Reyes Católicos, el emperador Carlos V, Felipe II o Felipe V.

Actualmente es la residencia oficial de SS.MM. los Reyes de España durante sus visitas a Sevilla. Es el Palacio Real más antiguo de Europa.

En la planta baja nos encontramos con el Cuarto del Almirante, destinado por Isabel la Católica como Casa de Contratación (1503) para el Nuevo Mundo, donde se puede apreciar el retablo de la Virgen de los Mareantes o Navegantes, de Alejo Fernández (Renacimiento 1531-36) y una maqueta de un barco de la época.


En el Cuarto del Almirante se pueden observar óleos de gran formato como La Exposición Iberoamericana de 1929, de Alfonso Grosso, Fernando VII, de Carlos Blanco, o las Postrimerías de San Fernando, de Virgilio Mattoni (1887), entre otros.



Fernando III no tuvo oportunidad de realizar obras en el Alcázar de Sevilla. Su hijo Alfonso X el Sabio (1252-1284) manda a construir sobre un antiguo palacio almohade el Palacio Gótico: Sala de las bóvedas, representando el triunfo del ideario cristiano frente a pasado musulmán.

 



 


La cúpula simboliza el cielo



El Patio de las Doncellas, el Patio de las Muñecas y el Salón de Embajadores

El Salón de Embajadores es el lugar más suntuoso del palacio. El salón actual corresponde a la construcción de Pedro I. Tiene planta cuadrada (qubba) y está cubierto por una cúpula semiesférica dorada. Su bella cúpula fue realizada por Diego Ruiz en 1427 siendo una obra maestra del arte mudéjar andaluz por su magnífica ornamentación de yeserías y atauriques.




Las puertas de entrada al Salón de Embajadores son del siglo XIV de madera de lacerías geométricas decoradas con motivos vegetales.




El Patio de las Doncellas es un ejemplo de la arquitectura civil mudéjar. Fue construido a mediados del siglo XIV siendo uno de los patios más hermosos del Alcázar de Sevilla.



El Patio de las Doncellas se halla rodeado por una galería de arcos polilobulados, como una de las características del arte almohade. Los arcos centrales de cada lado son de mayor tamaño. Todos los arcos descansan sobre columnas de mármol en estilo corintio, traídas de Génova durante el Renacimiento en sustitución de los pilares de ladrillo originales.




El Patio de las Muñecas pertenecía al ámbito privado del Alcázar


Desde el Alcázar de Sevilla [I], para el blog de mis culpas, en compañía de Manuel, Jesús, Javier, Juan y Antonio...