miércoles, 15 de agosto de 2012

Senderismo en la Sierra de Morón


La Sierra de Esparteros es como un gran barco de roca caliza invertido 


El pasado 15 de agosto de 2012 tuve la gran satisfacción de ir de senderismo con mis amigos Antonio, Joaquín, Manolo y Lorenzo a la Sierra de Morón, -llamada por los moroneros Sierra de Esparteros- en una inolvidable jornada matinal. Cuando me lo propuso Antonio en el km. 0 de Morón -Retamares- le respondí afirmativamente aunque la reflexion posterior me hizo dudar un poco ya que me habían advertido de que tuviera  precaución con las garrapatas, que en este tiempo y tal... Al final  la ilusión pesó más que la experiencia -aunque hacía cerca de cuarenta años que no subía a la primera sierra de la Sierra Sur sevillana-. 

Salimos a las 7,30 horas en dirección a la Sierra de Esparteros, situada a  37º 05´17.93´´N y 5º 28´48.28´´O.   Desde cierta distancia parece  el casco de un gran barco de roca caliza invertido. Empezamos la ascención por la llamada zona de umbría (húmeda) para diferenciarla de otra zona  llamada de solana (seca).  La temperatura varía varios grados de un lugar a otro, lo que modifica el hábitat de la zona para la flora, fauna, etc.

En la Sierra tenemos un clima mediterráneo en las laderas y a medida que vamos ascendiendo por riscos y senderos,  el clima pasa a mesomediterráneo. Pudimos comprobarlo "in situ "en la cota más alta al tener una sensación de bajada brusca de la temperatura que junto con el sudor producido por el esfuerzo hacía que el cuerpo se destemplara un poco.


Aparcamos en la venta de Esparteros y atravesamos el cauce del río Guadaíra, sin agua por el tórrido verano. Lo primero que observamos al iniciar la subida es una cantera abandonada -junto a la antigua casa de Dohn Porhen, testigo directo de la época dorada del flamenco y que puso a Morón en su mapa-. Dicha explotación abandonada rompe  con el hábitat natural y  contamina visualmente una zona que debería estar protegida aunque en la práctica ya sabemos "poderoso caballero es don dinero".

Empezamos a subir lentamente por senderos de cabras casi inaccesibles que nos indicaba el amigo Joaquín, lo que nos facilitaba un poco la ascensión con el mínimo desgaste y al primer cuarto de hora descansamos un poco para recuperarnos del grato esfuerzo.  

¡Qué maravilla!, al observar esos pedazos de paredes verticales que los naturalistas llaman espejos de fallas. La retina empezaba a almacenar  tanta belleza mientras anduvimos andando por los suelos de terrarosa -terracota- acompañados siempre de abundante arboleda como los almeces, acebuches, algarrobos y algunas encinas típicas de la serranía Bética. Cuando se produce un incendio es característico la repoblación natural de la zona mediante la ardivieja. Eso lo sabemos por las buenas nociones que nos dieron los buenos naturalistas del Aula de la Experiencia de Morón Pepe Dávila y Jesús Albarreal sobre la zona.



La Sierra de Morón ó de Esparteros está formada por piedra caliza que es una roca sedimentaria compuesta en su inmensa mayoría por carbonato cálcico  CaCO3 que después de someterlas a un proceso de calcificación (descomposición de la caliza mediante calor en hornos tradicionales a una temperatura mayor de 1000ºC), da lugar a una sustancia llamada óxido cálcico CaO ó cal viva. Posteriormente debido a una reacción violenta de la cal viva con el agua (que la hace hervir), da lugar a una sustancia química llamada hidróxido cálcico Ca(OH)2  o cal apagada.

Tanta abundancia de lentiscos y palmitos que son tradicionales de la Sierra y que en tiempos pasados diera de comer a mucha gente extraían el cisco picón de monte, el tomillo, romero, espárragos, tagarninas, etc. El palmito es la  única palmera autóctona de la Península Ibérica y de Europa ya que las demás palmeras fueron traídas desde Oriente por otras culturas que han poblado la Península durante siglos, en especial  la cultura árabe que se introdujo en la antigua Hispania visigoda en el 710-711.

Al fondo se observa Morón con su viejo "castillo de los alkevires"


También recuerdo que nos indicaron nuestros naturalistas del Aula de la Experiencia en tiempos pretéritos que los gamones -planta herbácea peremne de la zona mediterránea- son buenos indicadores del índice de pastoreo de una determinada zona. Las abejas se aprovechan de las vías nectaríferas de las flores para absorber el néctar y polinizar las diferentes zonas.

Llegamos a la cima -que está a 632 metros de altura según el vértice geodésico, punto exacto- en unos setenta minutos aunque el tiempo es lo de menos, lo importante era participar como decía un slogan en mis tiempos. Descansamos unos minutos en el monolito que indica cumbre para que la respiración volviera a los parámetros normales inhalando de vez en cuando efluvios de aromas serranos -tomillo, romerolentiscos y jara  que estimulan nuestros sentidos. Durante el descanso escuchamos algunas canciones de Chavela Vargas -piensa en mi- y Paco de Amparo -Bulerías de los estudiantes- entre otras en un pequeño artilugio de mp3 que llevaba el amigo Antonio.

Desde el monolito se observa perfectamente el castillo de los antiguos alkevires junto con la torre de San Miguel, el peñón de Zaframagón, Olvera, la sierra del Terril en Pruna y mirando hacia abajo junto a la Ermita, las Caleras de la Sierra con el Museo de la Cal de Morón, recientemente declarado junto con las Caleras ha Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, de lo cual los moroneros nos sentimos orgullosos.



Posteriormente, quisimos atravesar la Sierra a lo largo de su  perfil, pero lo pensamos mejor por el peligro existente debido a las voladuras de las canteras, que lo hacía inviable. La bajada era más fácil y al mismo tiempo peligrosa por las  rocas sueltas que caen sobre el suelo procedente de las crestas y tajos. A medida que íbamos descendiendo llegamos de nuevo a la desmoronada casilla del pastor, descansando un poco para recuperar fuerzas.

Un merecido descanso en la antigua casilla del cabrero con los ripios desmoronados por el suelo

Recuerdo en la infancia, existía un pilar grande al inicio de la Sierra y otro cerca de la Ermita de Guadaíra donde el agua brotaba. Después de cada excursión, los chiquillos llenábamos aquéllas cantimploras de plástico y nuestros padres nos ayudaban experimentar la "aventura" de atravesar el río Espartero a través de unas piedras gruesas existentes en su anchura.  En primavera y con bastante caudal, era normal dar un resbalón y meter los pies en el río. La ruta desde Morón a la Sierra la realizábamos andando con las clásicas talegas llenas de bocadillos, gaseosa para los chiquillos junto con alguna onza de chocolate  ya que los vehículos brillaban por su ausencia cogiendo algún que otro espárrago, hinojos y vinagritos por el camino. De vez en cuando observábamos alguna que otra reata de borriquillos con sus alforjas llenas de arena que obtenían del río que transportaban a las obras.

Terminada la grata jornada matinal que duró dos horas y media, nos paramos en la venta de Espartero ya que nos estaban esperando unas tostadas de pan de campo con manteca de lomo ibérico y aceite de oliva virgen extra con un buen café para recuperar fuerzas, ya que algunos llegamos casi al límite de las fuerzas.

El comentario de todos al desayunar era ¡Qué sierra tan bonita tenemos! y poco a poco le estamos produciendo un dolor lacerante irreparable, mientras las administraciones  y los ciudadanos seguimos viviendo de espaldas hacia ella!.
15 de agosto de 2012, junto al punto geodésico de la Sierra de Morón con 632 metros.

Al fondo, Morón con su torre albarrana y su viejo castillo cerca del arrabal observan como fieles testigos de la historia y compañero de angustías a la sierra, con su hábitat natural deteriorado con el paso lacerante del tiempo y la sinrazón de sus moradores que hemos vivido de espalda a nuestro patrimonio ecológico y cultural, añorando que Morón deje de ser algún día Frontera de la Esperanza para convertirse en Referente sin Fronteras, recuperando un poco de aquel viejo esplendor. 



P.D. Es posible que La Sierra de Esparteros y el río Esparteros de Morón, deba su nombre a unas plantas de la familias de las gramíneas el esparto, (Stipa tenacissima) cuya etimología procede del latín “Spartium” que a su vez procede del griego “Spártos” y que tuvo desde la Antiguedad una importancia vital para las débiles economías de la época ya que se confeccionaba desde una simple soga o guita hasta el propio calzado.

El hábitat natural del esparto son los suelos predegosos, rocosos, en las bases de los riscos, laderas. Los espartales florecían en la primavera madurando en verano cuyas hojas se humedecían en el río –Espartero- y se ponían a secar.
Desde  los romanos hasta no hace mucho tiempo se generó la cultura del esparto elaborándose las sogas y guitas para las obras, los serones, capachos, espuertas, asiento de sillas y balancines, materia prima de las alpargatas, cestos, esteras para la casa y las almazaras,  capazos, aguaeras para botijos en las albardas, alforjas para transportar cargas, albardas como aparejo de caballerías, alfombras, enguitao de sillas, hondas, matamoscas, soplaores para la cocina y la copa de cisco,

Los haces de esparto eran amarrados en los espartales y posteriormente cargados en las alforjas de las reatas de mulos y borriquillos que los arrieros transportaban al pueblo con su liviano marcando la ruta para que las hábiles manos de los artesanos las transformaran en objetos necesarios para la vida cotidiana tanto en el trabajo y en el hogar. La retina del recuerdo de las personas que peinamos ya algunas canas recordamos artesanos en las puertas de sus hogares transformando el esparto en utensilios y cuerdas que la memoria histórica de la artesanía nunca debiera olvidar.
  
Enlace de interés

Jornada Botánica en la Sierra de Morón 
VII Aula Miguel Cala Sánchez 
Artesania del esparto 
http://antonicuevas.blogspot.com/2011/11/cal-de-moron-patrimonio-de-la-humanidad.html
http://antonicuevas.blogspot.com/2010/10/la-cal-de-moron.html



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