martes, 30 de junio de 2020

La Mezquita de Córdoba entre la tergiversación de la historia

Foto: Abdelkhalak Elfassi

A la memoria del arabista local Ricardo Barroso Martínez y del arabista y profesor de la Universidad de Sevilla, Rafael Valencia Rodríguez.


Breve reflexión

Recuerdo [si la memoria no me falla] que a finales de los años 60 del pasado siglo con tan sólo ocho o nueve años de edad observaba en la antigua Enciclopedia Álvarez y Unidades Didácticas de mi época, la Mezquita de Córdoba. También recuerdo antiguas portadas de alguna que otra libreta que comprábamos en la desaparecida Imprenta “La Concepción” ubicada en la tierra de Villalón, donde venía la silueta de un mapa provincial de la ciudad de los califas acompañada de tres fotografías significativas en su margen derecho, donde brillaba con luz propia la Mezquita de Córdoba. El mapa se recortaba [por los casi párvulos] cuando se finalizaba la libreta para formar los territorios de Andalucía y de España que cantábamos de memoria en la clase "Almería, Granada, Málaga, Córdoba, Jaén, Sevilla, Cádiz y Huelva", así como las tablas de multiplicar. Ni que decir tiene, que aquel zagal menor de diez años que estudiaba [España limita al Norte con el Mar Cantábrico] y que no supiera decir correctamente de memoria la lección en aquel contexto de miedo escénico [la letra con sangre entra, era el dicho de la época], era posible que le esperara algún que otro palmetazo en su frágil mano. Y para más "inri", si no asistía a misa los domingos y fiestas de guardar [donde se le firmaba un pequeño cartón que acreditaba su asistencia], se arriesgaba a que el lunes por la mañana temprano, fuese aún más complejo en aquella España invertebrada y en blanco y negro mientras el NO-DO que se proyectaba en los cines de mi pueblo [Teatro Cine Oriente y Central], contribuía a potenciar nuestra propia ceguera anestesiando la ingrata realidad, proyectando su particular cosmovisión del mundo.

Posteriormente, [entre 1970-1975] en el antiguo Instituto Nacional de Enseñanza Media de mi pueblo (I.N.E.M.) jamás escuché a ningún docente [vinculados la mayoría de ellos con el nacionalcatolicismo de la época] mencionar el término Santa Catedral ni tampoco escuché como en la actualidad el comentario de que gracias a la protección de Iglesia, la Mezquita ha logrado sobrevivir hasta nuestros días sin haberse convertido en un montón de ruinas. Si esto último fuera cierto, también debería ser justo reconocer la figura histórica de Boabdil, quien entregó Granada para evitar una masacre de su pueblo a manos de los irrefrenables ejércitos de Fernando e Isabel que rodeaban Granada.

Nunca me he explicado el motivo por el cual algunos historiadores [vinculados más con su propia ideología que con la historia] sigue intentando ocultar el término alminar. Como tampoco se entiende de que desde el 711 hasta 1492 [o 1609] Al Ándalus haya sido considerado por la Iglesia y por éstos mismos historiadores un mero paréntesis en la Historia de España, no reconociendo que el primer Renacimiento que sacó a Europa de la sus propias tinieblas se dio en Al Ándalus, pero en lengua árabe. 

Es indudable que la cultura andalusí no sólo ha marcado la historia y la cultura de España sino que nos legaron su huella en muchos aspectos de nuestra personalidad y en una forma de entender la vida del pueblo andaluz, sin mencionar su gran contribución a nuestro idioma. Por si fuera poco, le debemos más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe, llevadas posteriormente al latín por los eruditos cristianos. La escolástica de influencia cristiana se basa en los orígenes de la madraza andalusí, como centro de estudios superiores.

No cabe duda de que la información que ofrece el Obispado de Córdoba a los visitantes de la Mezquita de Córdoba intenta reescribir la historia, al desaparecer por completo el término histórico Mezquita, con lo que se tergiversa un Patrimonio de la Humanidad [nombrado por la UNESCO en 1984] que debiera ser patrimonio de todos.

En 1998, un cambio en la Ley Hipotecaria permitía a la Iglesia apropiarse de miles de edificios gracias a que el obispo de la diócesis diera fe y certifique que pertenecen a la Iglesia, actuando como notario público. Otro milagro aún mayor ha sido disponer de un edificio de 23.400 metros cuadrados en pleno casco histórico de Córdoba, totalmente gratis y cuyos gastos de conservación los pagamos entre todos.

Una visita al histórico monumento que cuesta 11 euros para los adultos, siendo considerado donativo exento de tributación y visitado por un millón de visitantes. Es una nueva forma de tomar las ciudades [no como en la Edad Media que la cruz precedía al pendón real como en la toma de Córdoba y Granada, simbolizando que importaba más la recuperación de la fe cristiana que la conquista territorial]. Da la impresión de que se ha olvidado aquello de que «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios» y es que la verdad sea dicha “poderoso caballero” es el que se encuentra en la faltriquera.

Hubiese sido tal vez más ético e incluso estético rebautizar este histórico monumento como “La Mezquita-Catedral de Córdoba” contribuyendo a una tolerancia cultural que tanta falta nos hace, sin olvidar que la Mezquita de Córdoba, al igual que la Alhambra de la antigua Garnatha, la Giralda de la antigua Isbiliya o el río Wad al-kabir [río padre de Andalucía] pertenecen por derecho propio a nuestra identidad como pueblo sin que sea necesario amputar nuestra realidad histórica.


Es posible que la impresionante Mezquita de Córdoba sea el edificio más prodigioso del Islam occidental y una de las cumbres del arte de todos los tiempos al formar parte de la denominada trilogía la arquitectura de Al Ándalus cuyos efluvios emocionan al viajero, aunque no sea arabista ni arqueólogo mientras que el río padre de Andalucía [Guadalquivir -wad al-kabir-] como cauce de culturas discurre a través del Puente Romano para acudir al encuentro de la antigua Isbiliya durante su curso [ya navegable] hasta la desembocadura en Sanlúcar de Barrameda [shaluqa bar-am-ma'ida].

Si la Mezquita de Córdoba puede ser considerada como el monumento culminante del arte islámico religioso en Al Ándalus, el conjunto de La Alhambra “kalat al Hamra” (fortaleza bermeja) y el Generalife “Yannat al-Arif” es un referente en la arquitectura y arte musulmán para el disfrute de los sentidos, donde la armonía y el refinamiento alcanzan cotas sublimes sin olvidar el antiguo alcázar de la Aljafería, considerado como el símbolo del arte taifal.

A la Mezquita de Córdoba se accede en su lado norte por la Puerta del Perdón [de estilo mudéjar, 1477], que nos introduce en el Patio de los Naranjos [antiguo patio de las abluciones]. La Mezquita tiene una orientación norte-sur con 175 metros en dirección hacia el río Guadalquivir por 128 metros en sentido oeste. Cualquier observador percibe que su orientación [norte-sur] no coincide con la tradicional construcción árabe noreste-sureste orientada hacia la Meca.

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En nuestra anterior visita al museo de Medina Zahara nuestra retina captaba varios paneles ilustrativos entre los que brilla con luz propia la orientación de la Mezquita de Córdoba en comparación con las otras mezquitas de Madinat al-Zahra. La orientación de las mezquitas de Madinat al-Zahra era la correcta en dirección hacia La Meca, lo que difiere con respecto a la Mezquita Aljama de Córdoba [norte-sur].

Existen muchas teorías [para todos los gustos] entre las cuales caben destacar algunas:

Al comienzo de la influencia musulmana en Al Ándalus, la mayoría de las tribus estaban formadas por guerreros brillando por su ausencia los científicos. Una de las teorías nos cuenta que los astrónomos del siglo VIII no tenían la altura de miras que demostrarían sus colegas del siglo X al orientar correctamente sus mezquitas aljamas.

Otra de ellas, nos dice que Abderramán I en el año 875, inició la construcción de la Mezquita Aljama sobre los restos de una antigua iglesia visigoda. 

Existe otra que nos habla de que su orientación no mira hacia La Meca sino a Damasco debido a la nostalgia que Abderramán I “Abd al-Rahman ben Muawiya al Dajil” -El Inmigrado- sentía por Damasco, expresada por él mismo en su poesía.

Lo que parece evidente es que los primeros musulmanes que invadieron España no eran gentes de ciencia, al ser en su inmensa mayoría bereberes guerreros y su proceso de arabización estaba muy reciente. Por tal motivo, a comienzos de Al Ándalus existieron problemas para orientar de forma correcta el mihrab de las mezquitas, lo que explica que la mezquita de Córdoba, por ejemplo, tenga su mihrab mal orientado.



Cuando el viajero comienza a acercarse desde la Torre de Calahorra "Qala'at al-hurriya"- [sede del Museo de las Tres Culturas] a través del Puente Romano sobre el río Guadalquivir “wad al-kabir” como cauce de culturas hacia el impresionante entorno de la Mezquita [que le imprimen a Córdoba un importante sello de identidad], comprenderá que la antigua ciudad califal nos transporta a unos tiempos pretéritos que llegarían a ser referentes en el campo de la sabiduría y del conocimiento con sabios de la talla de Averroes y Maimónides que brillaron con luz propia en el siglo XII.

Si la lengua árabe era sinónimo de cultura y refinamiento, la lengua aljamiada será el resultado de una simbiosis lingüística en el pueblo llano hasta 1609 con la expulsión de la población morisca de las Alpujarras. Los mozárabes y moriscos escribían en lengua aljamiada [escuchar en romance y escribir en grafía árabe]. Tal vez llevara razón Carlos Cano al manifestar “Hace 500 años que perdí mi lengua".

La Mezquita de Córdoba ha sido considerada como uno de los templos musulmanes más grandes y bellos del mundo, antes de su conversión como templo cristiano en 1236. Sus etapas constructivas se desarrollan desde los siglos VIII y X sobre la base de un templo romano, que fue posteriormente la iglesia visigoda de San Vicente. Constituye el escenario principal en la vida cotidiana de las ciudades hispanomusulmanas.


Fases de construcción de la Mezquita de Córdoba

En el 750 d.C la dinastía de los Omeyas sunnies es derrocada en Damasco por los Abasíes chiíes. Abderramán I, como único superviviente de los Omeyas tras la matanza de su familia, viene huyendo a Al-Ándalus, donde arriba a las costas de Almuñécar el 15 de agosto de 755 d.C. y proclama el Emirato Independiente de Bagdad en el 756 d.C. aunque no se proclamó califa. Inicia una dinastía en Al-Ándalus que alcanzaría momentos de gran esplendor, al convertirse Córdoba en la ciudad más importante de Europa.

La Mezquita de Córdoba se encuentra en el corazón de la antigua capital del Califato Omeya. Es el primer monumento de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. Se inicia con Abderramán I, ampliándose posteriormente con Abderramán II, Alhaken II y Almanzor. Comprende cuatro fases constructivas:



1. La mezquita inicial fue levantada por Abderramán I “Abd al-Rahman ben Muawiya al-Dajil -El Inmigrado-” (756-788) con materiales de la antigua basílica cristiana de San Vicente. Se tardó en su construcción 7 años y consta de once naves. Se inspiró en la Mezquita de Damasco, con la tradicional distribución en sahn (patio de las abluciones) y zullah (sala de oración). Se alterna el ladrillo y la piedra (rojo y beig) en el despiece de los arcos. El sentido de la nave se traza en dirección al muro de la quibla [lugar sagrado de las mezquitas que debería estar orientado a la Meca.


Monumento en Almuñécar a Abd Al-Rahmán ben Muawiya al-Dajil (el Inmigrado)

Los primeros musulmanes que invadieron España no eran gentes de ciencia, al ser en su inmensa mayoría bereberes guerreros y su proceso de arabización estaba muy reciente. Por tal motivo, a comienzos de Al Ándalus existieron problemas para orientar de forma correcta el mihrab de las mezquitas. Eso explica que la mezquita de Córdoba, por ejemplo, tenga su mihrab mal orientado.

2. Abderramán II (821-852). Se realiza la primera ampliación de la Mezquita, prolongando el patio de las abluciones y las naves de la oración. En este patio construirá el califa omeya el alminar, que forma actualmente parte de la torre de la catedral.


Abderramán III (891-961). Se autoproclama califa unificando el poder religioso y político creando el “Califato Independiente de Damasco”. En el año 936 manda construir la fastuosa Madinat al-Zahra [Medina Azahara] junto a la capital cordobés, a donde concentra todo el poder político del Califato. Abderramán III efectuó algunas obras, ampliando el patio de las abluciones y construyendo el alminar.


3. Alhakén II (961-976), en pleno esplendor del Califato amplió la mezquita con doce tramos más. Córdoba sustituirá a Damasco como modelo de referencia con la presencia de artistas y arquitectos bizantinos. En este espacio que amplió Alhakén II destaca la cúpula de la antigua capilla de Villaviciosa, así como el bellísimo mihrab que está precedido de rico mosaico bizantino, que entre otros elementos decorativos contiene inscripciones con alabanzas al califa, que data de 965.


4. Almanzor. (938-1002). Realiza la última ampliación en sentido lateral, añadiendo ocho naves a lo largo del lado este del edificio, ampliando de nuevo el Patio de las Abluciones. Es la obra más extensa de todas, lo que da un ejemplo de la ostentación de su poder. Abarató costes al pintar los arcos en bicolor dejando a un lado su bella construcción en piedra y ladrillo.






Las puertas de la Mezquita de Córdoba

1. Puerta del Perdón, en la parte norte de la Mezquita. Nos recuerda a su homóloga del Patio de los Naranjos de la antigua Isbiliya. Miden 10 metros de alto por dos de ancho cada una realizadas en madera de pino y forradas por hojas de bronce.

2. Puerta de los Deanes, en la parte occidental de la Mezquita junto con la de San Esteban y San Miguel. La puerta daba acceso a la sala de oración de la Primitiva Mezquita, realizada en tiempos de Abd al-Rahman I. 

3. Puerta de San Esteban [también daba acceso a la sala de oración de la Primitiva Mezquita, realizada en tiempos de Abd al-Rahman I. 

4. Puerta de San Miguel [se encuentra situada en la ampliación que hizo Abd al-Rahman II].

5. Puerta de Santa Catalina [abierta desde la época de Almanzor que da al patio de los naranjos]. de estilo renacentista por donde salen las hermandades que entran durante la Semana Santa en la Mezquita Catedral.





Los importantes contingentes de bereberes [el grupo mayoritario] que procedían del norte de África iban llegando a Al Ándalus con sus correspondientes conflictos intestinos. Fueron establecidos en las zonas montañosas estando descontentos con los árabes [el grupo dominante] que habían obtenido la parte más sustanciosa del botín territorial en las cuencas de los ríos y valles aunque poco a poco se fueron arabizando, tanto en la religión, como en la lengua y costumbres. La arabización diluyó el purismo árabe original.

Córdoba no dejaría de crecer hasta que estallaría la fitna o guerra civil en 1009. Tenía, al parecer, 21 arrabales, cada uno de los cuales estaba provisto de su mezquita, zoco y al-hamman [baños públicos] según al-Maqqari. Es posible que la antigua Córdoba sobrepasase los 500.000 habitantes, una cifra enorme para su época.

Aparecieron nuevos conceptos tributarios: el azaque para los fieles y la chizyah para los infieles [dimníes o tributarios] y, para todos, un impuesto sobre la tierra, el jarach (contribución territorial).

Foto: Abdelkhalak Elfassi

La mezquita mayor o aljama se situaba en el centro de las medinas. En sus cercanías se localizaba la madraza o escuela de estudios. Desde el alminar, el almuédano llamaba a la oración a los fieles. El alminar estaba ubicado junto a un gran patio con árboles, para aliviar el calor. En la fuente de agua fría se lavaban las manos y los pies para purificarse (patio de las abluciones). La sala de oración, era un espacio espejado de proporciones rectangulares, dispuesto hacia un muro, al-qibla, orientado hacia la Meca. En el centro del muro se situaba el mihrab, nicho vacío que señalaba la dirección de las plegarias. La oración, las enseñanzas, la administración de justicia y las relaciones sociales confluían en el interior de la Mezquita y su entorno. 

La Mezquita de Córdoba no sólo poseía una finalidad religiosa, sino también social, cultural y política. Las madrazas o universidades coránicas llegaron a ser el germen de las futuras universidades europeas. La escolástica de influencia cristiana se basa en los orígenes de la madraza andalusí, como centro de estudios superiores.

Averroes (1126, Córdoba - 1198, Marrakech) era un gran defensor de la ortodoxia aristotélica. Las doctrinas de Avempace (1085, Zaragoza - 1138, Fez) y Averroes fueron bien conocidas en la Europa medieval e influyeron en Tomás de Aquino y otros escolásticos.


El primer Renacimiento en Europa se dio en Al Ándalus en lengua árabe contribuyendo con más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe siendo llevadas posteriormente al latín por los eruditos cristianos. De este modo, fueron receptores del legado griego al traducir a célebres pensadores de la Antigua Grecia a la lengua árabe, lo que produjo un gran avance cultural y científico en contraposición con el oscurantismo del occidente cristiano. 

Desde su fundación en el 786 la Mezquita de Córdoba se irá convirtiendo en un centro de difusión cultural. Las escuelas y academias se situaron junto a las mezquitas con dependencia para profesores y alumnos teniendo un lugar destacado la biblioteca.
Recordar que Alhakén II, creó una biblioteca andalusí tolerante y universal con más de 400.000 volúmenes que abarcaban todas las disciplinas del conocimiento. Poseía en su palacio de Madinat al-Zahra un taller de escribanía con encuadernaciones de altísima calidad y copistas. Tendrían que pasar muchos siglos para poder encontrar en Europa una biblioteca con tanta altura de miras como la que poseía el culto Alhakén II que también destacó por el respeto a los cristianos y judíos.


Libros que trajo desde Bagdad, Damasco, Alejandría, Roma y Bizancio cuyas versiones fueron traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.

Poco a poco, la medicina, la astronomía y las matemáticas se introducen en la enseñanza superior que se imparten en las mezquitas. Las “madrazas” o escuela de altos estudios, llegará a ser vagamente comparable a la universidad.

La universidad más antigua del mundo “Al Quaraouiyine” se encuentra en la medina de Fez. Según la tradición comenzó a construirse en el año 859 bajo los auspicios de Fátima Al Fihriya quien construyó la mezquita de "Qarawiyyin" asociada a la universidad cuyos estudios principales son religiosos y la lengua árabe. Allí se encuentran más de 4.000 manuscritos escritos a mano. Su biblioteca es también considerada la más antigua del mundo.

El árabe llegaría a ser una lengua sinónima de refinamiento y erudición que sirvió como vehículo para introducir las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en especial Aristóteles de la mano de Averroes y que posteriormente se benefició el pensamiento posterior del mundo latino (Santo Tomás).

Cultivaron la literatura, la ciencia, la filosofía y el arte islámico como se pudo demostrar con la captura de Toledo en 1085, lo que hizo adelantar inmensamente los conocimientos de los cristianos revelando la esfericidad de la tierra 400 años antes de Colón. 

A ellos le debemos también las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles. 

Traducciones de Platón, Aristóteles, Séneca, Plotino, Luciano de Samósata y los grandes padres de la Iglesia desde San Ireneo a San Agustín permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y escolástica.

Los números que utilizamos en las matemáticas se denominan arábicos porque los idearon los árabes. Los musulmanes difundieron conocimientos procedentes de china como la fabricación y uso del papel. Por tal motivo, crearon tantas bibliotecas.

Escribieron muchos libros de viajes, geografía e historia. Cultivaron la música y la poesía ocupó un papel fundamental en la sociedad…

Los futuros eruditos andalusíes emprenderían desde muy pronto viajes a Oriente con el fin de estudiar o de realizar la peregrinación a la Meca. A su regreso traerán consigo las últimas novedades culturales. Pero será en la época de esplendor andalusí [Abderramán III y Alhakén II] cuando los estudiantes crean poder adquirir una formación adecuada sin necesidad de llevar a cabo el tradicional viaje a Oriente.

Uno de los aspectos más sorprendentes fue la facilidad con que fue aceptada la religión islámica por amplias masas de la población hispanovisigoda, siendo denominados “muladíes”, que adoptaron nombres árabes. Algunos llegaron a protagonizar revueltas importantes como Omar Ben Hafsun.

El gran mérito de la cultura andalusí, sin lugar a dudas, fue el respeto por la cultura que encontraron siendo integrado dentro de su propia cultura. Los judíos sabían que el Corán admitía la libertad de culto de todos los pueblos adjudicándoles un rango igual al de los cristianos, sus perseguidores en la Hispania visigoda. En consecuencia, los judíos peninsulares no vacilaron en convertirse en auxiliares de los conquistadores árabes, tolerantes con los cristianos en los territorios bajo su influencia “mozárabes”. Los judíos se adaptaron pronto al mundo islámico mientras los mozárabes mantenían su religión aunque ambos fueron arabizados viviendo en arrabales separados.


Los judíos con la llegada del rigorismo almorávide y almohade se verán obligados a escoger entre convertirse al Islam o exiliarse. Con frecuencia los científicos se ven obligados a partir como le sucede por ejemplo a Maimónides, que vivirá en Egipto desde 1166 hasta su muerte en 1204.

La aristocracia [la jassa] era la clase social más elevada. La masa social se denominaba la amma [artesanos y jornaleros]. El hachib era el personaje más importante después del califa. Almanzor se apoyó en el puesto de hachib para establecer una dictadura militar vaciando de contenido la figura del califa. En el siglo X, Al Ándalus se hallaba completamente arabizado e islamizado gracias a la proliferación de centros educativos ubicados junto a las mezquitas. 

La religión era el elemento aglutinador de la sociedad islámica, estando presente en todas las manifestaciones del espíritu. En Al Ándalus se había impuesto en el siglo IX la denominada escuela malikí que practicaban la ortodoxia mostrándose intransigentes frente a cualquier otra escuela que no se ajustara a sus postulados aunque en tiempos de Abd-al-Rahman III y de Alhaken II, hubo una mayor abertura intelectual, lo que posibilitaba la difusión en Al Ándalus de otras corrientes de pensamiento. La actividad de los jueces tenía un indiscutible carácter religioso plasmado en la sharia “lo revelado” aunque poco a poco aparecerían corrientes enfrentadas en el seno del mundo islámico.

Córdoba cristiana
En el año 1236, Fernando III el Santo “reconquista” Córdoba, siendo su voluntad que entrara primero en la ciudad la cruz antes que el pendón real, simbolizando la fuerza que tenía la Iglesia por encima de la espada [el poder terrenal]. Lo mismo ocurrirá en 1492 los Reyes Católicos con la toma de Granada.

Con la toma cristiana se sustituyen en la Mezquita de Córdoba las palmeras [tan extranjera en Occidente en tiempos de Abderramán ben Muawiya al-Dajil] por los naranjos y se cristianiza el alminar de Abderramán III, adosado a la Puerta del Perdón, con un cuerpo de campanas que se debe a Hernán Ruiz III. El yamur que simboliza “plenitud” es sustituido por una escultura de San Rafael, arcángel custodio de la ciudad.

Cabe imaginarse lo que posteriormente plasmaría en versos el poeta rondeño Abul Beka en el siglo XIII con la desolación que sufrieron los musulmanes tras sus derrotas a manos de las tropas cristianas: "como lloran al ver sus vergeles y vegas lozanas ya marchitas y que afean los infieles con cruces y con campanas, las mezquitas".

El legado andalusí de Córdoba también nos ha dejado “La Ruta del Califato” que comunicaba a dos de las capitales más importantes de Al Ándalus: Córdoba de alcance universal al ser el foco de la cultura más brillante de todo Occidente y Granada nazarí protegida por la Cordillera Subbética. 

No le falta razón al ilustre antropólogo Isidoro Moreno al considerar que la historia oficial de España como nación y su discurso ideológico se asienta en la mitología de la “Reconquista”, según la cual los siglos de Al Ándalus fueron un paréntesis en nuestra cultura cristiana que duró desde el 711 hasta 1609 con la expulsión de los moriscos. Pero no sólo no fue un paréntesis en la Historia de España, sino que gran parte de nuestra identidad histórica y cultural se comienza a labrar durante la historia de Al Ándalus, lo que nos ha dado esa forma de entender la vida. Negar la evidencia de que Al Ándalus mantuvo durante siglos una civilización brillante que la convirtió en faro de Europa, en el mundo intelectual, tan sólo contribuiría a cimentar nuestra ceguera, contribuyendo a amputar nuestra realidad histórica. 


Desde Córdoba, para el blog de mis culpas...



Bibliografía

Cuadernos "Historia 16"