lunes, 22 de julio de 2019

Una travesía por el Mar de Alborán, con nuestro amigo Alfredo




El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!...

…¡Ay mi blusa marinera; 
siempre me la inflaba el viento 
al divisar la escollera! 

“El mar. La mar”,  de Rafael Alberti.

Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco en cuyo término ejercieran su influencia en tiempos pretéritos los célebres bandoleros José María "El Tempranillo" y Francisco Ríos González "El Pernales", colocamos nuestro sextante autodidacta en Puerto Marina, Benalmádena (Málaga).

Atrás dejábamos Estepa, Alameda, Corcoya, Jauja o Badolatosa como zona de influencia en tiempos pretéritos del fascineroso " El Tempranillo", lo que nos permitía transitar por el corazón de Andalucía, “la antigua Madinat Antaqira andalusí -Antequera-”, donde un gran peñón calizo en forma de indio dormido observa nuestra proa autodidacta orientada en busca de la antigua tierra de Al-Baytar, en Benalmádena. 


Breve historia

Etimológicamente Benalmádena «Ibn al-ma'din» podría significar «Hijos de las minas» aunque también es posible que provenga del término "Banú al-Madina". Paseando por su paseo marítimo junto al castillo de Bil Bil nos encontramos una escultura dedicada al ilustre médico, botánico y gran farmacólogo andalusí Ibn al-Baytar (Benalmádena 1190-97?-Damasco 1248). No es necesario recordar que en Al Ándalus tuvo lugar el primer Renacimiento europeo -en lengua árabe- llegando la ciencia andalusí a brillar con luz propia desde mediados del siglo IX hasta el siglo XI. Los sabios andalusíes cultivaron de manera especial la astronomía, las matemáticas, la botánica, la medicina y la agricultura donde eran verdaderos expertos.

Los árabes introdujeron la palmera ya que la única palmera autóctona existente en Europa era el palmito. La palmera era considerada por la cultura andalusí como un árbol sagrado, símbolo de la hospitalidad, mientras el olivo lo era para los judíos y el ciprés para los cristianos. 



Durante el siglo X aparecen los primeros relojes de sol andalusíes. Para levantar un horóscopo era necesario calcular la posición del Sol, la Luna, su nodo ascendente y los cinco planetas conocidos. Se fomentó el avance en el campo de la astronomía. Aparece el ecuatorio -para el estudio y el cálculo de las posiciones de los planetas, la Luna y el Sol- y el astrolabio como instrumento de navegación que entrarán a formar parte del material del astrónomo/astrólogo. 

Pero lo que mejor caracteriza el legado de Al-Ándalus que la hizo convertirse culturalmente en el faro de Europa fue su contribución con más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe, llevadas posteriormente al latín por los eruditos cristianos.



Tal vez haya sido la casualidad o posiblemente, la alineación de algunos planetas y estrellas la noche anterior de luna llena, lo que ha permitido que nuestra retina llegara a observar aquella inolvidable mañana del sábado 20 de julio de 2019 -zarpamos sobre las 11 a.m.- a nuestro compañero del antiguo Instituto Nacional de Enseñanza Media de Morón -actualmente Fray Bartolomé de las Casas- Alfredo que iniciaba su enésima travesía náutica, junto a su amigo Chema en el barco de vela “Enigma” desde Puerto Marina donde tiene la embarcación su base. 

Alfredo me invitó a navegar, lo cual suponía para quien escribe estas humildes letrillas una inmensa satisfacción, al ser la primera vez que navegaba en un barco de vela. Ni que decir tiene que me encontraba alucinando con mi primera travesía náutica en alta mar aunque, juro no haber tomado alucinógeno alguno, sólo alguna que otra Cruzcampo fría que nos permitía una sana hidratación bajo aquel sol radiante que comenzaba a broncear nuestra piel.

La única experiencia que tengo en subir a embarcaciones de vela ha sido cuando llegue a visitar un par de veces en la ciudad más antigua de Occidente "Cádiz", el buque escuela "Juan Sebastián Elcano” en horario de visitas.

Se podría decir que era nuestro más humilde homenaje -al menos para el que escribe estas humildes letrillas- en el 500º Aniversario de la Circunnavegación de la tierra por el gran navegante español Juan Sebastián Elcano, quien completara la primera vuelta al mundo (1519-1522) bajo pabellón español, después de cruzar los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.

Recordando tiempos pretéritos, la retina del recuerdo me retrotrae a mi más tierna infancia, al recordar al padre de Alfredo “Don Narciso -q.e.p.d.-”, que llegara a ser mi primer médico de familia a mediados de los años 60 del pasado siglo en el antiguo ambulatorio ubicado en La Carrera. Don Narciso, era también el propietario del antiguo y maravilloso Teatro Cine Oriente de mi pueblo “Morón”, que hacía las delicias de niños y mayores cuando comenzaban aquellas legendarias películas en cinemascope. Atrás permanecen guardados en nuestro recuerdo “Los Siete Magníficos", "La policía montada del Canadá", etcétera, entre los efluvios de aquellos calamares fritos en el desaparecido Bar Bermúdez del inolvidable Juan con aquel olor a castañas pilongas y la tienda del "Tío Bigotes", junto al emblemático bar “La Goleta” de Jóse, centro neurálgico de carnavaleros y también de grandes profesionales del gremio de la carpintería o albañilería entre otros, que vertebraban conversaciones entre crónicas goleteras en torno a unos quintos de cerveza y manzanilla mientras estimulaban su paladar con los exquisitos caracoles y altramuces que Jóse preparaba con primor.

"Chema, al gobierno de la embarcación".

Aquella grata jornada presentaba una mañana de sol espléndido bajo una mar rizada, pequeñas olas a las siempre había que tenerle un gran respeto. Alfredo continuamente nos iba ilustrando con términos náuticos, muchos de los cuales iría asimilando sin prisas, como proa, popa, babor, estribor, sotavento o barlovento entre otros. 

Como puede imaginar cualquier lector que posea cierto manejo entre el argot náutico, era evidente que se me olvidaban dichos términos con cierta frecuencia “ya que no mandé mis naves a luchar contra los elementos”.

Algunos términos básicos:

Babor: lado izquierdo de una embarcación. 

Barlovento: de donde sopla el viento. 

Cabos: cualquiera de las cuerdas empleadas a bordo. 

Eslora: medida de la embarcación de proa a popa. 

Estribor: lado derecho de una embarcación. 

Manga: anchura máxima de una embarcación. 

Nudos: unidad de medida de velocidad que se utiliza en navegación. 1 milla náutica equivale a 1852 m/h. 

Popa: parte trasera de una embarcación. 

Proa: parte delantera de una embarcación. 

Sotavento: hacia donde se dirige el viento. 

Viento de levante: viento procedente del este. 

Viento de poniente: viento procedente del oeste.

Y Rafael. Tres buenos patrones para una gran embarcación.

Poco después se uniría a la expedición otro compañero “Rafael”. Todos ellos eran patrones de embarcación con amplios conocimientos y una dilatada experiencia náutica, lo que me proyectaba una enorme tranquilidad mientras nuestra retina se impregnaba del bello color añil de la mar entre las blancas olas, que parecían pintadas con la cal de mi pueblo

Alfredo me comentaba que siempre es obligatorio al entrar y salir del puerto tener el motor en marcha. Cuando la embarcación abandona el puerto y se encuentran ya en mar abierta, es cuando se comienzan a izar las velas. Si el tiempo lo permite, se disfruta de una silenciosa y tranquila travesía, totalmente desconectado del mundanal ruido urbano, aunque no sería la primera vez, que se sale del puerto con un viento suave y en breve tiempo, las condiciones meteorológicas cambian drásticamente, complicándole la existencia al más avispado navegante.


A partir del año 238 a. C. con la Primera Guerra Púnica los romanos obtienen la supremacía naval en el Mediterráneo occidental. Anteriormente era denominado “Mar Medi Terraneum” o mar entre tierras.

Pero será a partir del 218-201 a.C. con la victoria de Publio Cornelio Escipión durante la Segunda Guerra Púnica cuando el Imperio Romano comience a denominar "Mare Nostrum (mar nuestro)" al Mar Mediterráneo.

Alfredo tuvo la gentileza de cederme el timón de la embarcación cuando las condiciones de navegación lo permitían. De este modo aprendía a gobernar la nave como si de un “verdadero timonel” se tratara, aunque siempre bajo su supervisión.

Me indicó que nos encontrábamos en el Mar de Alborán, la parte más occidental del Mediterráneo que abarca desde el Estrecho de Gibraltar "Yebel al-Tarik andalusí" hasta el Cabo de Gata en Almería, Norte de Marruecos, islas Chafarinas, Ceuta, Melilla y Argelia. 

Cuentan las páginas de la historia que etimológicamente la isla de Alborán proviene del término "Al Borany, que significa tormenta", apodo de un corsario tunecino durante el siglo XVI llamado Mustafá ben Yusuf al Mahmud ed Din que prestaba servicio al sultán otomano.

Al Borany establecería su base de operaciones en la isla y con el tiempo sería conocida como la isla de Alborán y su mar homónimo que rodea a la isla y que se extiende desde Gibraltar "Yebel al-Tarik" al Cabo de Gata, en Almería.

Una enorme experiencia acumulada durante tantos años de navegación, manejando las velas casi mecánicamente para aprovechar al máximo la ayuda del viento que penetraba entre la vela mayor y el foque o vela triangular ubicada junto a la proa. 

Alfredo y Chema no paraban de pasar los cabos a través  del piano utilizando la maneta para tensionarlos y ser enrollados en el winch utilizando el "stopper", que impedían que pudieran soltarse. 


Alfredo nos indicaba que nuestra proa se encontraba en dirección a las Islas Chafarinas mientras el SIMRAD o radar marcaba con precisión a través de la pantalla panorámica la velocidad del barco expresada en millas naúticas o nudos, la profundidad del mar. Un sistema de coordenadas geográficas mostraba la posición mediante dos coordenadas angulares expresadas en forma de la latitud (norte o sur) y longitud (este u oeste).

Combinando estos dos ángulos, se puede expresar la posición de cualquier punto de la superficie de la Tierra.
  • Al Ecuador le corresponde la latitud de 0º. (Se mide de 0 a 90º).
  • Al meridiano de Greenwich le corresponde la longitud 0º. (Se mide de 0 a 180º).
A velocidad casi constante comenzamos a alejamos de la costa varias millas naúticas reflejándose en el Simrad entre 5, 6 y a veces hasta 7 nudos,  formándose en la mar, lo que los marineros denominan "borreguitos". 

El barco se encuentra equipado con una brújula de doble inmersión diseñada para operar con la máxima precisión en los hemisferios norte y sur. Cuenta con chalecos salvavidas, botiquín de urgencia y un equipo de radio que opera en una determinada frecuencia para que todos los marineros se encuentren informados de todas las contingencias. Debajo del Simrad se puede observar el contest o brújula de navegación. 

Durante la navegación, siempre cuenta la tripulación con el doble de herramientas, por si se pierde alguna.




Los expertos navegantes con su enorme experiencia conocen a leguas el tipo de embarcación que se acerca e incluso el nombre. A lo lejos observaban una y decían: 

"Aquel barco es el legionario". 

Y efectivamente, estaban en lo cierto ya que cuando se iba acercando se observaba el símbolo de la legión en su proa. Por otro lado, la Guardia Civil del mar revisa periódicamente todos y cada uno de los permisos del barco y del patrón así como que la medicación a bordo en el botiquín nunca permanezca caducada. La ITB “Inspección Técnica del Barco” certifica la aptitud de la embarcación para la navegabilidad que garantiza su seguridad en la mar.

Cuando llevábamos aproximadamente una hora de navegación y el barco se encontraba perfectamente estabilizado, Alfredo y Chema nos obsequiaron con alguna que otra Cruzcampo fría para que no nos olvidáramos de Sevilla mientras, todavía se encontraban absorbiendo mis frágiles entendederas náuticas algunos conceptos de aquella clase magistral que intentaba asimilar en la que brillaban con luz propia términos nuevos como eslora, manga, orza, vela modelo Marconi, cabos -no cuerdas-y un largo etcétera. 

La orza o quilla de un barco están fabricadas en fibra de vidrio.


Durante la travesía de regreso, me iba indicando el patrón de la nave “Enigma” de que orientara siempre el rumbo de vuelta mediante un punto imaginario ubicado en la costa teniendo en cuenta de que las olas desplazan continuamente la proa.


Al llegar a las cercanía del puerto, comenzaron nuestros amigos a arriar las velas, volviendo a arrancar el motor hasta llegar al amarre del puerto, utilizando el bichero para que la operación sea lo más correcta posible.

Chema me comentaba que los nudos empleados a bordo deben ser muy resistentes y al mismo tiempo, en caso necesario, poder soltarse fácilmente.



En el trayecto existente que va desde el espigón hasta llegar a puerto, se puede observar un barco semihundido que nos proyecta aquéllas las películas del lejano Oeste, en el río Mississippi "USS Willow -Sauce-", un original barco construido en 1924 para surcar el río Mississippi y que fuera remodelado en Liverpool, donde embarcaría hacia Benalmádena. Antes de que el temporal le otorgara un trágico destino, fue utilizado como zona de ocio "discoteca flotante". 

Su bella silueta semihundida nos recuerda lo efímera que pueden llegar a ser las embarcaciones cuando carecen del más elemental mantenimiento que les permita poseer unas condiciones óptimas de navegabilidad.

En definitiva, una experiencia inolvidable gracias a nuestro amigo Alfredo que sin duda alguna, quedará grabado para siempre en nuestro recuerdo, y que de alguna manera quedará inmortalizado en el blog de mis culpas.

Desde el Mar de Alborán...


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