lunes, 30 de diciembre de 2013

El castillo de Cote



Una fría y soleada mañana de finales de diciembre de 2013, cuando los rayos de sol se proyectaban sobre  el milenario y olvidado castillo de Morón,-que mantiene contacto visual con el castillo de Cote, en Montellano-, nos pusimos en marcha para visitar dicha fortaleza-atalaya, considerada  por sus características arquitectónicas único en España, existiendo uno similar en Francia y otro en Inglaterra.

Para empezar bien el día  tomamos café como preludio de un buen desayuno junto al tradicional pan de pueblo acompañado de una buena dosis de manteca de lomo ibérico o aceite de oliva virgen extra de nuestra tierra, bajo un agradable baño de sol en la terraza del bar “las tinajas”, al entrar en Montellano.



Dejando atrás la “Venta el Potaje” en dirección a Coripe, comenzamos el agradable ascenso hacia el castillo de Cote, en la Sierra de San Pablo, considerada  una de las primeras  estribaciones de la cercana Sierra de Grazalema. Desde que se comienza a visualizar el sendero con una dificultad media se puede apreciar en el horizonte la Sierra de Coripe con el Peñón de Zaframagón, Olvera y Zahara de la Sierra.

A medida que ascendemos nos acompañan olivos silvestres en las faldas de la sierra, matorral mediterráneo y pinos en la parte media y alta. Desde la cima se puede apreciar una panorámica extraordinaria con la Vega de Carmona, la Sierra de Morón y el antiguo castillo a su derecha.

El castillo de Cote posee una privilegiada ubicación geoestratégica en primera línea defensiva de la antigua frontera cristiano-nazarí, -del latín acutus, lugar agudo-, en el lugar que los árabes lo denominaron Mont Aqut. Cuenta la leyenda que durante el transcurso de la batalla de Guadalete entre los musulmanes de Muza contra las tropas visigodas de don Rodrigo, la esposa de éste se refugió en el castillo de Cote encontrando protección.



Aunque en historia todo es falsable  mientras no se demuestren las fuentes, existen historiadores que ubican la trascendental batalla en el río Barbate, en la comarca de la Janda. Otros la sitúan en la Junta de los Ríos, en Montellano. Lo que sí es cierto es que dicha batalla cambió el rumbo de la historia durante siglos ya  que a partir del 711 Al Andalus entra en el seno de la Casa del Islam (Dar al Islam) hasta 1492 en que Boabdil entrega las llaves de Granada,-la antigua Elvira-, a los Reyes Católicos.


El conjunto fortificado de Cote consta de dos recintos amurallados concéntricos, una torre tetrabsidal y un arrabal extramuros. Las primeras construcciones datan de la época califal en el siglo X y Taifa durante el siglo XI, formando parte desde la época emiral de la Cora de Morón, de la que la villa de Cote era la cabecera de un distrito.

La expresión “banda morisca” pertenece a una franja de separación entre los cristianos y el reino nazarí de Granada, a la que se llamó “la frontera”. La banda morisca era una parte de una larga frontera que discurría entre el reino de Granada y los antiguos reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, nacidos de las conquistas de Fernando III y Alfonso X, el Sabio.




El elemento de mayor singularidad es la torre-capilla o Donjon (torre del homenaje en francés) que corresponde al estilo gótico alfonsí con planta cuadrilobulada, -un cuadrado central al que se han adosado cuatro ábsides-. La muralla exterior, a unos 300 metros de altitud, protegía la villa medieval. Un importante emplazamiento que mantiene contacto visual con otros enlaces fortificados desde donde se pueden observar miles de kilómetros cuadrados.



En 1240 Cote es entregado a Fernando III el Santo que pasaría a formar parte desde su posición dominante de la línea defensiva de la banda morisca para poder observar los movimientos de posibles aceifas y algaras provenientes del reino nazarí. Fernando III lo donó a su hijo Don Enrique. En 1253, el castillo es donado por Alfonso X el Sabio al Concejo de Sevilla. En 1277, la inestabilidad militar con el reino de Granada hace necesaria la reorganización de la frontera y Cote pasa  en 1297 a la Orden de Alcántara, pasando a formar parte de la Encomienda de Morón, fecha que marca la progresiva destrucción de la villa, de la que logra subsistir el castillo hasta finales del siglo XV, como punto de vigilancia de la frontera con Granada. En 1461, la Encomienda de Morón la cede al marqués de Villena, quien un año más tarde la cede a su sobrino, Alfonso Téllez Girón, señor de Osuna y Conde de Ureña.

Dos turistas toman fotos desde el castillo de Cote

No es difícil imaginar el conjunto de castillos, alcazabas, torres albarranas y atalayas que servían como fieles vigías, que se construyeron para controlar las incursiones enemigas que provenían desde el sultanato nazarí (al-Nasri) de la antigua Elvira. Desde la fortaleza de Carmona se divisaba Morón y a su vez, el castillo de Cote, Arcos de la Frontera, Medina Sidonia, Vejer de la Frontera, Barbate ó Tarifa. 

En días sin niebla era posible transmitir mensajes en pocas horas. Se cuenta en una torre vigía de Barbate que en una sola noche podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta. Las torres musulmanas ya existían desde el siglo VIII mediante las cuales comunicaban los torreros la presencia de peligro mediante humo de día y fuego durante la noche.

Desde la parte alta del castillo de Cote, nuestra retina iba captando las decenas de aficionados al parapente que aprovechando las corrientes de aire de la zona daban colorido al bello paisaje.

Desde el castillo de Cote, en Montellano para el Blog de mis culpas...



jueves, 12 de diciembre de 2013

Visita a la monumental y antigua ciudad de Antequera


“La ciudad de las iglesias blancas y gongorinas”
Gerardo Diego

Desde el Torcal, considerado como uno de los paisajes kársticos más impresionantes de Europa y auténtica ciudad en piedra, cuyos efluvios embriagan e impregnan la retina del viajero, descendimos hasta la monumental Antequera por una carretera angosta de montaña que desemboca en el centro de la bella ciudad.



La antigua ciudad de Antequera ha permanecido situada geoestratégicamente desde hace siglos como cruce de caminos y de culturas. La Antikaria romana (ciudad antigua al descubrir los romanos su gran riqueza prehistórica con los Dólmenes), sirvió en tiempos muy pretéritos como granero para las legiones romanas.


Posteriormente, los árabes la convirtieron en plaza fortificada durante el Califato de Córdoba a la que llamaron “ Madinat Antakira” siendo una importante plaza fuerte dentro del reino nazarí al desmembrarse el Califato de la antigua Corduba y tras la conquista de la antigua Isbilya por Fernando III de Castilla. Dos de las ciudades más importantes de Al Ándalus. La caída del reino nazarí, sólo era cuestión de tiempo.



Durante el Renacimiento y el Barroco se edificaron en Antequera -como en Úbeda y Baeza- numerosas construcciones, como resultado del mecenazgo y autoafirmación de nobles y eclesiásticos de la época que favorecieron la construcción de templos, palacios y casas solariegas que se alzaron para deslumbrar al pueblo.



Descendiendo desde el Torcal hacia Antequera, lo primero que nos impacta en nuestra retina desde un mirador cercano a la Iglesia Santa María de Jesús (siglo XVI-XVIII), es la antigua alcazaba musulmana “Madinat Antakira”.



Desde la oficina de turismo nos dirigimos hacia  la plaza donde se encuentra la estatua ecuestre de Fernando I, infante de Castilla y rey de Aragón (1379-1416), llamado “de Antequera”. 



A partir del Museo llegamos a la Fuente del Toro hasta desembocar en el Mirador de las Almenillas donde nos deleitamos con una bella panorámica de la ciudad, destacando infinidad de Iglesias y torres. 


El Arco de los Gigantes (1585) nos introducía en el casco histórico, -la alcazaba árabe y la Real Colegiata de Santa María la Mayor-. Paseando por el perímetro de la alcazaba observamos las termas romanas como uno de los vestigios arquitectónicos más antiguos arquitectónicos de la ciudad. Pudimos apreciar desde el exterior su torre albarrana, muy cerca de la Puerta de Málaga, hasta llegar a nuestro punto de origen en la Iglesia de Santa María de Jesús.



Por último,  nos dirigimos al Museo Arqueológico para presenciar el Domen de Menga y Viera como uno de los mejores exponentes de la cultura megalítica en Europa como ejemplo de Arquitectura monumental prehistórica,-del griego mega (μεγας), grande y lithos (λιθος), piedra-.



Los dólmenes están ubicados frente a la Peña de los Enamorados, un peñón calizo cuya morfología parece la cabeza de un indio tumbado.



Entre la visita al Torcal y la monumental Antequera, considerada como la ciudad de las Iglesias, recuperamos energías en un mesón de la zona degustando las migas antequeranas y el postre conventual “bienmesabe”, posiblemente de descendencia andalusí  cuyos deliciosos ingredientes son la sidra, el cabello de ángel, bizcocho, almendra molida,  azúcar y canela que hacen las delicias de cualquier paladar.

A través de la antigua Puerta de Granada nos dirigimos  a la ciudad de Estepa, cuyos efluvios a mantecados y polvorones  emanaban de sus fábricas. 

Desde la antigua “Madinat Antakira”, para el Blog de mis
culpas…





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martes, 10 de diciembre de 2013

El Torcal de Antequera


Una soleada pero fría mañana de diciembre de 2013 nos pusimos en marcha para  visitar el Torcal de Antequera, uno de los paisajes kársticos más impresionantes de Europa, una auténtica ciudad de piedra con sus cañadas, tajos, veredas y senderos con sus pequeños valles cuyos efluvios embriagan e impregnan nuestra retina estimulando nuestros sentidos, que se plasmarán en grato recuerdo. 


Desde la prehistoria, los seres humanos han mantenido una relación muy estrecha con El Torcal que les proporcionaba hábitat como refugio, despensa y defensa proporcionando multitud de recursos como la caza, plantas medicinales y bosques para extraer carbón vegetal y así poder calentarse en el duro frío de invierno.


Como consecuencia de la erosión de las rocas calcáreas solubles en agua se han originado una gran diversidad de formas por sus características físico-químicas al estar durante millones de años en contacto con el sol, el viento, temperaturas extremas y el agua, lo que ha permitido disolver parcialmente el relieve que alternaban capas calizas con margas y arcillas hasta alcanzar el caprichoso modelado que se conoce como paisaje kárstico. 

Las rocas se comportan como una especie de esponja al tragarse literalmente el agua y circular en su interior a través de una compleja red de conductos que penetran por fisuras, oquedades y sumideros que drenan subterráneamente, constituyendo un importante acuífero por el que circulan y acumulan las aguas subterráneas que son evacuadas en forma de manantiales en su parte más baja.


El macizo recibe los vientos cargados de humedad del Mar Mediterráneo y al chocar contra sus laderas, ascienden y se enfrían rápidamente descargando abundantes aguas sin olvidar las precipitaciones indirectas que suministran las frecuentes nieblas y nubes bajas.

Es evidente que en Torcal nuestra fértil imaginación nos puede extrapolar a otro planeta, al darnos la impresión de que la naturaleza ha dotado a este impresionante paisaje singular de formas oníricas, una especie de isla climática más húmeda y fresca que las llanuras que la rodean situada a 1000 metros de altura media cerca de la costa con inviernos fríos, veranos calurosos y precipitaciones relativamente abundantes.


El Torcal de Antequera fue declarado desde el año 1929 Sitio Natural de Interés Nacional” y en 1989 declarado “Parque Natural” por la Comunidad Autónoma Andaluza (ley 2/1989, de 18 de julio), reconociendo su geomorfología, flora, fauna y paisaje.

En la biodiversidad del Torcal se pueden encontrar más de 700 especies de plantas, multitud de invertebrados e insectos y 116 especies de vertebrados, 12 especies de líquenes, 77 de Briófitos (musgos y hepáticas), 10 de Pteridófitos (helechos)  junto a la variedad de microclimas entre bosques y matorrales hasta formaciones rupícolas,-que anidan en las rocas y acantilados-.


En el estrato arbóreo del Paraje natural Torcal de Antequera, se observan Arces, majuelos y hiedras en las rocas y ha merecido la calificación ZEPA (zona de especial protección para las aves) por la presencia de diversas especies singulares como el águila real, el halcón peregrino, el águila perdicera, las collalbas negra y rubia o el búho real sin olvidar el buitre leonado como una de las aves más representativas que desde su atalaya contemplan el territorio para eliminar cadáveres de animales en lugares de difícil acceso y que sería muy costoso de sacarlos. Por otro lado, las aves macrófagas evitan cada año la incineración de miles de toneladas de animales, lo que se traduce en un ahorro energético evitando que 193.000 toneladas de CO2 se liberen a la atmósfera.


Existen varios senderos para los excursionistas: uno llamado el Torcal Alto, señalizado de color verde cuya  longitud de trazado es de 1.440 metros de longitud con un grado de dificultad bajo y una duración de 45 minutos entre senderos que serpentean por un terreno abrupto donde destacan la alternancia de estratos que dan lugar al “ tableado de rocas”,  donde se llegan a una amplia llanura donde nos observan como centinelas severos torreones hasta llegar a un desfiladero cercado por chimeneas de piedra denominado “Falla de los Arregladeros” donde se pueden apreciar  las pequeñas aves que habitan este paraje como el colirrojo, el herrerillo, el pelirrojo, el águila perdicera o el cernícalo común, entre musgos y líquenes que nos indican la buena calidad del medio ambiente, entre corredores donde destaca la frondosa vegetación en la zona de umbría.

La Cabra montés (Capra pyrenaica),  en el Torcal de Antequera

El otro recorrido señalizado de color amarillo tiene una longitud de trazado de 2.750 metros con una duración de 2 horas y un grado de dificultad media. 

Para ambos recorridos, es necesario un calzado de goma adecuado y evitar pisar las rocas húmedas, ya que puede resbalar, y nunca abandonar la ruta establecida, al existir peligro de pérdida si existe niebla. Cada gruta, cada hueco sirve de morada para musgos y líquenes que encuentran en ellos la humedad necesaria para vivir.


Terminamos el recorrido más suave, ya que nuestras articulaciones no estaban capacitadas para emprender empresas superiores, deleitamos nuestra retina con una piara de cabras montesas que plasmamos en recuerdo mediante el objetivo de nuestra cámara de fotos sin olvidarnos de la impresionante panorámica que observamos desde el Mirador “Las Ventanillas”.



Al descender desde el Torcal hacia Antequera, lo primeros que observamos es la antigua alcazaba de “Madinat Antikira”  y al fondo la Peña de los Enamorados como bella panorámica, pero eso ya forma parte de otra historia.

Desde el Torcal de Antequera para el blog de mis culpas...

viernes, 6 de diciembre de 2013

La Torre de San Miguel




La Torre de San Miguel se encuentra girada en la esquina noreste con respecto a la Iglesia de San Miguel, lo que demuestra que fue edificada sobre un alminar almohade, posiblemente sobre los restos de una antigua mezquita a extramuros del castillo. Dicen algunos expertos que la quibla como punto de referencia de la oración en las mezquitas, debe orientarse hacia el cuadrante sureste, en dirección a La Meca.


Desde el exterior se pueden apreciar en la torre los cuatro cuerpos que la componen en su robusta construcción, con una altura de 46,81 metros. La torre está asentada sobre fuertes sillares hasta los ocho primeros metros y a partir de ahí, confeccionada con ladrillos. Se accede interiormente mediante catorce rampas, las cuales se ascienden en contra de las agujas del reloj. Destaca en su fachada sur un reloj de sol labrado en piedra.


A partir del cuerpo de campanas se puede apreciar la parte exterior de la cúpula principal con remate en linterna, los arcos arbotantes, pináculos y gárgolas,-que son caños de piedra que sirven para evacuar al exterior el agua de lluvia de los tejados-, los contrafuertes junto a las bóvedas laterales, así como disfrutar de unas magníficas vistas, entre las que destaca con luz propia el castillo junto con la torre albarrana en el antiguo arrabal (del árabe al-rabad, barrio).

Vista del castillo, desde la torre de San Miguel

La torre-campanario se empezó a construir el 14 de septiembre de 1628 cuyo diseño se debe a Diego Antonio Díaz, que también diseñó la portada principal de la Iglesia de San Miguel, aunque la configuración final de la torre se debe al arquitecto Silvestre Tirado. Es de planta cuadrada compuesta de cuatro cuerpos. El primer y segundo, de igual lado, siguiéndole el tercero de menor lado y el cuarto, de sección circular en forma de linterna, rematada por una veleta de hierro dorada a fuego, con la esfigie de San Miguel.



Se puede apreciar que el segundo cuerpo -de las campanas-, está inspirado en la Giralda de Sevilla. En el año 1680 se colocaron las primeras y veinte años más tarde se colocan las restantes hasta un total de nueve campanas de bronce. Presenta en cada lado tres vanos -huecos en la pared- para alojar las campanas, separados por pilastras toscanas y dos óculos ovales encima de cada vano de los extremos.


Las primeras campanas son colocadas en el año 1668 y veinte años más tarde se colocan las restantes hasta un total de nueve campanas de bronce. Mirando al Ayuntamiento hay tres: “San Cristóbal”, en el centro, “San Pedro” a su derecha y “La Nueva” a su izquierda.


Mirando hacia el barrio de Santa María, a extramuros del castillo, solamente hay una en el centro “la Agonía”, que era la campana que daba los avisos de defunción y en función del número de campanadas se conocía si el fallecido era hombre –nueve veces tocaba- o mujer –siete veces-.

Mirando hacia el Paseo del Gallo: en el centro “la Gorda antigua” y hacia el Castillo tenemos en el centro “La Esquilón” y a su derecha “La Esquila”.



Desde el campanario de San Miguel se puede observar la torre campanario de la Iglesia del antiguo Hospital de San Juan de Dios cuya hornacina de su portada posee una escultura de dicho santo.

Habiendo quedado almacenada en nuestra retina la magnífica panorámica, descendimos las rampas de la torre de San Miguel hasta llegar a la Puerta de la Epístola, que da en su parte exterior a la antigua Siete Revueltas.




Junto a la portada de la Epístola ubicada en la parte Sur, más conocida como la puerta del Archivo, nos encontramos con los vestigios de la antigua iglesia visigoda construida entre los siglos VI y VII, lo que ha contribuido para conocer el proceso de cristianización del sur de la provincia de Sevilla.

En definitiva, un bello conjunto gótico cuyo estilo otorga magnificencia a este edificio monumental en portadas, bóvedas de crucería, cúpula barroca, arcos, retablos, capiteles, grandes vidrieras y sillería de coros y que ha sido considerado popularmente como “la Catedral de la Sierra Sur”, para legado y placer de nuestra retina para muchas generaciones.

Desde San Miguel nos dirigimos hacia el Convento de Santa Clara. Desde el exterior se puede apreciar su interesante fachada junto a dos magníficas portadas de cantería de estilo barroco incaico casi similares terminando el edificio con un tejado de tejas árabes rematado en su parte izquierda mediante un campanario que posee desde tiempos pretéritos una estrecha relación con sus vecinas incondicionales, las cigüeñas.


En el interior nos encontramos en su parte izquierda una gran reja de hierro forjado que separa el convento de clausura de las Hermanas Clarisas de la capilla rectangular cuya construcción va desde 1598 hasta el siglo XVII y que termina en el presbiterio donde destaca el Retablo Mayor con el Crucificado de Pablo Rojas, del siglo XVII y los lienzos de la Inmaculada y la Estigmatización de San Francisco (siglo XX) obras del moronense Joaquín García. Los retablos, tallas y lienzos se encuentran en perfecto estado.


Destaca la cúpula con ocho óleos ovalados de santos franciscanos, entre el que se puede apreciar “la Venerable”, Santa María de Ágreda. La cúpula se asienta sobre cuatro pechinas con óleos de los Cuatro Evangelistas.


Desde uno de los rincones más bellos de Morón, para el Blog de mis culpas...




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Bibliografía

"Paseando por Morón", de Ramón Castellano de Torres.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Visita a la Catedral de la Sierra Sur "La Iglesia de San Miguel de Morón"



El pasado 29 de noviembre de 2013 visitamos la Iglesia de San Miguel con subida a la torre. Sin lugar a dudas el templo de San Miguel es junto con la fortaleza-castillo (antiguo alkevirato en tiempos de Abd al-Rahman ben Muawiya al-Dajil “el Inmigrado” y posterior Reino de Taifa “1013-1066”), el monumento de más interés histórico-artístico de Morón de la Frontera.

Desde la puerta principal del templo mayor de Morón me empezó a funcionar la retina del recuerdo con aquel didáctico libro de Ramón Castellano de Torres, titulado "Paseando por Morón: El Castillo y San Miguel" con interesantes textos y dibujos del propio autor, en aquélla XII Feria Infantil del libro de Morón el 10 de mayo de 1991.



Por otro lado, nos comentaba don Juan Fernández, antiguo profesor de historia del Instituto de Bachillerato “Fray Bartolomé de las Casas” que utilizó por primera vez el nombre de Catedral de la Sierra Sur al contemplar la belleza de la Iglesia de San Miguel, allá por los años 70 del siglo pasado.




Nos detuvimos en la fachada y portada principal, de estilo barroco tardío, fechada en 1726 y construida con piedra arenosa-caliza diseñada por Diego Antonio Díaz, quien se hizo cargo de las obras a partir del año 1717. Contiene una doble portada: la primera, exterior, formada por dos cuerpos: el inferior flanqueado por pares de columnas de fuste inferior estriado helicoidalmente y capiteles compuestos sobre pedestales; el superior con un arco de medio punto de intradós, ondulado y rematado por un frontón curvo y roto en cuyo centro hay una figura de barro cocido de San Miguel, realizada por Domingo Graseli, en 1722. La fachada posee dos escudos: el de la izquierda, de los Téllez Girón y el de la derecha, del cabildo eclesiástico

Desde el exterior se puede apreciar un hastial retranqueado, con un óculo ochavado en su centro, flanqueado por dos torreones semicirculares.


Detalle de la parte superior de la portada del Evangelio

"DESDE AQUISE COMIENZA LA ESTAZION DEL CALBARIO AÑO 1614"


La segunda portada está formada por un vano adintelado,-hueco en el muro en forma de arco, flanqueado por columnas salomónicas estriadas por abajo sobre el que aparece una hornacina con relieves vegetales. Se corona con un frontón curvo y roto y en su centro una escultura de la Inmaculada, en barro cocido, también de Domingo Graseli.



1. La primera etapa de construcción comprende desde 1503 hasta 1533. Parece ser que el primer arquitecto que interviene en la Iglesia de San Miguel fue Martín Gaínza, que construye el rectángulo donde se alojan las tres naves del primer cuerpo, separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados nervados tardogóticos y cubiertas con bóvedas de crucería. La portada de la puerta norte “Puerta del Evangelio”, conocida popularmente como Puerta de las Siete Revueltas corresponde a esta etapa constructiva. Posee una portada adintelada de piedra, formada por un arco conopial, se estilo gótico isabelino (último periodo del gótico en España). Dicha fachada ha sido recientemente restaurada.



2. La segunda etapa de construcción abarca desde el año 1569 hasta el 1571, interviniendo el famoso arquitecto Hernán Ruíz II, y a él se le debe la bóveda vaída de casetones, bóvedas de adornos poligonales, del tramo anterior al del crucero renacentista con soportes de pilares cruciformes, así como la cúpula barroca y bóvedas de éste.

3. La tercera etapa abarca desde el año 1602 hasta el 1625. Lorenzo de Oviedo realizó la Capilla Sacramental, cubierta con una falsa bóveda de medio cañón y la Sacristía.



4. La cuarta y última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel, abarca la primera mitad del siglo XVIII, en la cual se remodela la capilla sacramental, cuya bóveda se decora con magníficas yeserías. A esta fase de construcción pertenece también la portada de la Epístola ubicada en la parte Sur, más conocida como la puerta del Archivo fue realizada por Silvestre Tirado, correspondiendo a la última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel. Es adintelada y está enmarcada por pilastras y dintel, decorado con molduras mixtilíneas. Se encuentra en un preocupante estado de conservación.



...“Entramos por la portada principal, por la nave de la Epístola hacia la Capilla Bautismal y de San Pedro que se cierran con una reja de hierro forjado en dirección hacia la Capilla Mayor que es de grandes dimensiones (24 por 10 metros), y se cierra con una enorme reja de tres cuerpos, el primero de ellos, realizado en el año 1630 y los otros dos superiores realizados en el año 1862. Su suelo es de jaspe rojo y negro, recientemente restaurado y que en tiempos pretéritos soportó patologías del subsuelo al haber soportado durante muchísimos años un caudaloso manantial de agua existente, que corría por las bóvedas subterráneas y que ha sido debidamente canalizado.


Foto. Oficina de Turismo de Morón

El retablo mayor es de madera, de estilo barroco sevillano realizado entre los años 1629 y 1630 por el arquitecto y ensamblador Jerónimo Velázquez, que veinte años más tarde doraría el retablo. Consta de banco, tres cuerpos de tres calles y ático. Delante del banco el retablo hay un frontal de plata repujada, realizado por Tomás Sánchez entre los años 1741 y 1747.

La Capilla Sacramental construida hacia el año 1625. El retablo está fechado en al año 1728, de madera dorada y de estilo barroco-manierista, formado por banco, dos cuerpos y tres calles, separados por estípites. En el banco del retablo hay un sagrario de plata repujada, en forma de templete y realizado en el año 1686 por el famoso platero jerezano Juan Laureano de Pina. Llegamos hasta el retablo de las Ánimas del Purgatorio, en el lado del crucero del lado del Evangelio. El retablo se realizó a mediados del siglo XVIII.




Un retablo del año 1760 con una escultura de San José, patrono de Morón, que parece ser que fue realizada por María Luísa Roldán, “La Roldana” un retablo del año 1760 pasada la puerta norte y decorada con yeserías de mediados del siglo XVIII y la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, fundada por la familia Auñón y cerrada por una bella reja, realizada a mediados del siglo XVI.

También pudimos apreciar la cúpula barroca del crucero, la bóveda de casetones, la bóveda de crucería, el coro y el púlpito realizado en 1602 en jaspe rojo procedente de Pozo Amargo (Coripe), con un tornavoz de madera y una escalera que da acceso al púlpito.




Nos detuvimos en el Coro situado en la nave central, en su segundo tramo. Un rectángulo cercado por obra de piedra y revestido en su interior por una magnífica sillería de madera de nogal. Posee dos cuerpos: 35 asientos altos y 24 bajos, pudiéndose apreciar una magnífica labor de talla en bajo-relieve.

El importante tríptico del año 1540, y que en otros tiempos estuvo colocado en el transcoro de la Iglesia que representa magistralmente “El entierro de Cristo”, “La Asunción de la Virgen” y “La Adoración de los Pastores”.

Terminamos la visita subiendo hacia la torre mediante rampas en dirección contraria a las agujas del reloj, edificada sobre un alminar almohade asentado a extramuros del castillo, pero eso pertenece a otra interesante historia que seguirá refrescando nuestra memoria para ocupar un sitio privilegiado en la retina de nuestro recuerdo”...



P.D. El BOE de 14 abril de 1970 publicaba el decreto de 21 de marzo por el que se declaraba a la Iglesia de San Miguel Monumento Histórico-Artístico.



CUEVA, Esteban de la (cantero)

10-VIII-1732

Púlpito de jaspe para la iglesia de San Miguel de Morón

“Sepan como nos, Esteban de la Cueva, como principal, vecino que soy de la ciudad de Sevilla, a la calle del Aceite, collación de la Santa Iglesia, maestro cantero en ella, y residente en esta villa de Morón, y Juan Domínguez, vecino de esta villa e Morón como fiador… Nos obligamos con la iglesia parroquial del Señor

San Miguel de esta villa de hacer un púlpito de piedra jaspe encarnado, con variedad de matices y embutido a jaspe negro y blanco para que sirviese a dicha iglesia parroquial. Y ha de tener el pie con el fundamento dos varas de tercia de alto, y el bajo, cinco cuartas de alto, y la escalera de jaspe ecarnado, y para la mano d elo mismo, con sus embutidos, todo ello arreglados en un diseño que para en poder de Antonio Rodríguez, cura de esta iglesia y a la satisfacción del susodicho…Y dicho jaspe encarnado negro se ha de sacar de las canteras de Pozo Amargo, de las del Guadalete de este término, y el blanco, lo he de traer de la ciudad de Sevilla…Y es convenido con el dicho don Antonio Rodríguez me ha de pagar por todo ello, cuatro mil y quinientos reales en buena moneda de vellón…Hecha la carta en la villa de Morón, a diez días del mes de agosto de mil setecientos y treinta y dos años”.

(A.P.M.F.,Escribanía de Juan Francisco Dávila 1732, ff 255 y ss.)


Exposición de minerales de Manuel Ibáñez Moreno
[Biblioteca Pública de Morón]



El púlpito, de jaspe rojo y otros colores, fue realizado en 1.602. Se encuentra sujetado con un pie con original forma de estípite octogonal. Tiene un tornavoz o techo del púlpito de madera, destinado a recoger y reflejar los sonidos para que se oyera mejor al igual que la escalera que da acceso al púlpito.



Púlpito de jaspe para la iglesia de San Miguel de Morón

“Sepan cómo nos, Esteban de la Cueva, como principal, vecino que soy de la ciudad de Sevilla, a la calle del Aceite, collación de la Santa Iglesia, maestro cantero en ella, y residente en esta villa de Morón, y Juan Domínguez, vecino de esta villa e Morón como fiador… Nos obligamos con la iglesia parroquial del Señor

San Miguel de esta villa de hacer un púlpito de piedra jaspe encarnado, con variedad de matices y embutido a jaspe negro y blanco para que sirviese a dicha iglesia parroquial. Y ha de tener el pie con el fundamento dos varas de tercia de alto, y el bajo, cinco cuartas de alto, y la escalera de jaspe encarnado, y para la mano de lo mismo, con sus embutidos, todo ello arreglados en un diseño que para en poder de Antonio Rodríguez, cura de esta iglesia y a la satisfacción del susodicho…Y dicho jaspe encarnado negro se ha de sacar de las canteras de Pozo Amargo, de las del Guadalete de este término, y el blanco, lo he de traer de la ciudad de Sevilla…Y es convenido con el dicho don Antonio Rodríguez me ha de pagar por todo ello, cuatro mil y quinientos reales en buena moneda de vellón…Hecha la carta en la villa de Morón, a diez días del mes de agosto de mil setecientos y treinta y dos años”.

(A.P.M.F., Escribanía de Juan Francisco Dávila 1732, ff 255 y ss.)

Exposición minerales de la zona de Morón en la Biblioteca Municipal de Morón

2 de diciembre de 2023


Bibliografía

Paseando por Morón "San Miguel" de Ramón Castellano de Torres