martes, 23 de marzo de 2021

El nacimiento del río Huéznar y el Cerro del Hierro, dos monumentos naturales


Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco [con el permiso de la pandemia que nos ha robado no sólo el mes de abril como diría Joaquín Sabina] enarbolamos nuestras frágiles naves [junto a nuestros amigos Antonio y Manholo] para impregnar nuestros sentidos a través de esos bellos rincones que nos regala la naturaleza, en esta ocasión, en la Sierra Norte de la provincia de Sevilla, donde la Ruta del Ibérico brilla con luz propia entre dehesas de encinas de las que brotan las bellotas de la Sierra [Alanís, Cazalla de la Sierra, Constantina, Las Navas de la Concepción o San Nicolás del Puerto entre otros pueblos].

Entre mares de olivos habíamos dejado atrás pueblos tan significativos como la antigua Marshena al Zaitun "Marchena" o el Arahal [Ar-rahal en época andalusí], Carmona [Carmo romana y Qarmuna andalusí, en la Ruta de la Bética Romana y de Washington Irving] desde donde se divisa los alcores [Al-qúll] del Viso, territorio que dejara inmortalizado Fernando Villalón en su poema “Diligencia de Carmona”, Lora del Río [cuyo término municipal es bañado por el río padre de Andalucía, el río Guadalquivir, Wad al kabir andalusí y río Betis romano] y Constantina que nos acercaba al pueblo de San Nicolás del Puerto, donde nos esperaban dos monumentos naturales: el nacimiento del río Huéznar y el Cerro del Hierro.

La ubicación estratégica de estos territorios comunicaban el Valle del Guadalquivir con Lusitania hasta enlazar con la Vía de la Plata. La Bética Romana terminaba en San Nicolás del Puerto. Muchas antiguas medinas configuraron su aspecto urbano en época andalusí.



Nacimiento del río Huéznar

Nuestro primer día de senderismo estuvo dedicado a visitar el nacimiento del Huéznar con sus cascadas, senderos, dehesas y bosques en galería. Un espacio estratégico de gran riqueza con singularidad biológica y ambiental donde conviven una gran diversidad vegetal y faunística, que representan variados ecosistemas mediterráneos, y que forman parte de nuestro rico patrimonio natural y etnográfico de Andalucía, cuyos efluvios se proyectan en la arquitectura de todos y cada uno de los pueblos de dicho Parque Natural, que debemos cuidar y proteger entre todos. Un espacio natural de alto valor ecológico que al mismo tiempo posee una alta fragilidad.

Los paneles ilustrativos a lo largo del recorrido refrescaban nuestra memoria sobre el ciclo del agua. Comienza con el agua de lluvia, una vez que alcanza en suelo puede seguir diferentes caminos:

Una pequeña parte se evapora volviendo a la atmósfera.

Otra se infiltra, pasando a través de las plantas a la atmósfera (transpiración) o bien circula bajo el suelo (escorrentía subterránea).

El resto del agua, discurre a través de la superficie. El agua que llega al subsuelo mediante filtraciones a través de materiales permeables, como en el caso de las rocas calizas con pizarras en esta zona, almacena el agua al estar rodeadas por otras capas permeables, formando un acuífero.

En el nacimiento del Huéznar, el suelo es impermeable, pero gracias a una fractura en el terreno (falla vertical) ha hecho posible la salida del agua del acuífero hacia la superficie, provocando una surgencia o fuente.



Comenzamos nuestra ruta en el puente de piedra donde los antiguos romanos dejaron su impronta en los años 70 de nuestra era. A través de las dehesas se puede observar un claro uso ganadero, con las vacas de raza retinta y las ovejas que se alimentan libremente de sus ricos pastos.

La Rivera del Huéznar es uno de los principales recursos de agua de la Sierra Norte, encontrándose en sus márgenes uno de los mejores bosques de ribera de la provincia de Sevilla, en cuyo tramo alto de encuentran las cascadas. Los alisos, fresnos, sauces olmos, adelfas, madreselvas y zarzaparrillas entre otras, serpentean en el fondo de los valles en busca de tan preciada agua. Más alejados de la rivera, se encuentra el monte mediterráneo donde alcanza su máximo esplendor. Allí son los reyes la encina, el alcornoque (quercus suber), el quejigo (quercus faginea) y el roble (quercus pyrenaica), aunque se pueden encontrar en las partes más umbrías, manchas de castaños, para su aprovechamiento maderero, siendo sustituidos por olivares y huertas en el entorno de San Nicolás del Puerto.



Los travertinos son calizas que se forman en agua dulce de manantiales, fuentes y ríos. La precipitación de carbonato se produce sobre películas orgánicas formadas por bacterias, hongo y musgo, o bien por procesos físico-químico de índole orgánico. Gran parte de los huecos que se observan fueron en su momento tallos de plantas, que al pudrirse dan este aspecto hoqueroso a la roca. Cuando se produce una falla sobre un sustrato rígido es frecuente que, debido al deslizamiento de un bloque sobre otro, se produzca la trituración de las rocas de los dos labios de la falla dando lugar a lo que se conoce como una brecha de falla. Los desniveles de altura que dan lugar a las cascadas son la expresión topográfica de las fallas que la originaron. Los pequeños saltos de agua se denominan chorreras. Es interesante observar la litificación que se está produciendo en las raíces.


Video realizado por nuestro amigo Nuelma

A lo largo de nuestro recorrido se puede observar una densa vegetación de los bosques de ribera [sauces, fresnos, olmos, sauces, alisos o madroños] con su rica fauna, que hacen de esta zona un verdadero paraíso para deleite de nuestros sentidos, donde se puede realizar senderismo, cicloturismo o simplemente descansar plácidamente en sus merenderos para descansar, leer o cargar las pilas.

Las Cascadas del Huéznar fueron declaradas monumento natural en 2001. Se puede acceder también por un antiguo trazado ferroviario convertido en vía verde. 



El Cerro del Hierro

El 1 de octubre de 2003 la Junta de Andalucía declaró el área del Cerro del Hierro monumento natural. 

Nuestra excursión comienza en el poblado minero [haciendo camino al andar, como dijera nuestro inmortal poeta y uno de los colosos de la literatura española del siglo XX Antonio Machado] hasta llegar al Cerro del Hierro. La temperatura oscilaba ese fin de semana entre 0ºC y 11ºC, por lo que era necesario ir bien abrigados con alguna que otra ropa térmica. Nos esperaba una ruta agradable de unos 10 km con bruscos cambios de temperatura entre las zona de umbría y solana.


Frente a nosotros se erige como vestigio de una época "las casas de los ingleses" de estilo colonial que fueran construidas en la misma fecha que el poblado minero, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Eran dependencias para los ingenieros y capataces responsables de la explotación minera. A diferencia de las casas del poblado minero, estas construcciones disponían de aseos y lavabos independientes de las demás construcciones, e incluso de zonas ajardinadas. Otra gran diferencia con respecto a las viviendas de los mineros, es su localización, en una zona alta privilegiada a pie de mina. Toda la piedra utilizada en su construcción es piedra caliza de la propia mina, caracterizada por su dureza, la misma que forman las enormes agujas que hemos visto a lo largo del recorrido del sendero señalizado. La cara de la piedra plana que da al exterior y al interior de la vivienda era gracias a las herramientas del picapedrero.

Entre subidas y bajadas entre numerosos senderos se puede observar como el bosque nos sigue proporcionando abundantes recursos, como la quema de ramas para obtener el carbón vegetal o las bellotas que proporcionan las encinas como alimento energético para el cerdo ibérico, etcétera.

Una grata sensación percibimos al observar los grandes alcornoques centenarios, dándoles un enorme abrazo e inmortalizar ese momento con el objetivo de nuestra cámara.

La flora en el interior del Kars está muy adaptada al medio rocoso y se encuentra formada principalmente por higueras, zarzas, durillos, zarzaparrillas, ruscos, romeros, madroños, rosales silvestres y madreselvas. En las zonas más húmedas abundan los helechos y diferentes tipos de líquenes. En la periferia del Cerro del Hierro se observa una mayor presencia vegetal típica de la dehesa, como las encinas, lentiscos, quejigos, alcornoques, acebuches, jaras, romero y torvisca. En las zonas mineras donde existe mayor degradación, el suelo es más pobre, pudiéndose encontrar tomillos y cantahuesos.

La fauna existente en el Cerro del Hierro está formada principalmente por aves, destacando la cigüeña negra [Ciconia nigra] que escoge el kars como lugar de anidamiento a partir de los meses de febrero y marzo, siendo muy comunes la golondrina dáurica y el vencejo real [Apus melba] y el roquero solitario [Monticola solitarius].

El Cerro del Hierro es un macizo calcáreo, forjado por la mano del hombre desde tiempos inmemoriales. Es un laberinto de rocas, túneles y veredas que en la actualidad se conoce como Paisaje Kárstico del Cerro del Hierro. En la época romana y andalusí ya se realizaban extracciones en la zona, pero no será hasta el siglo XIX con la Revolución Industrial, cuando se inicie la explotación a gran escala de la mina por parte de empresas británicas, que dejaron una huella imborrable en la localidad.

A mediados del siglo XX la explotación pasa a manos de empresas españolas. En 1970 el declive de la actividad se hace patente cerrándose la explotación en 1985. Tras la adquisición de las instalaciones por parte de la Consejería de Medio Ambiente y Ayuntamiento de San Nicolás del Puerto, el Cerro del Hierro se convierte en un lugar con fuerte atractivo turístico y deportivo. Junto a la antigua mina queda una pequeña población minera y donde aún es posible distinguir la planificada estructura anglosajona de sus calles y algunos edificios asociados a la explotación minera de algunos edificios construidos a finales del siglo XIX.


Los escaladores deben de tener en cuenta de que se encuentran en un Karst, donde los procesos geológicos como la erosión, desprendimiento de rocas, grietas y formación de oquedades constituyen la dinámica natural, debiendo extremar las precauciones durante la ascensión, al que previamente han de solicitar la autorización del Parque Natural. Nuestra cámara captaba bellas imágenes de muchos alpinistas practicando este bello deporte.

Las agujas pétreas sobresalen en el horizonte, resultado del modelo kárstico. Son legados naturales de una época en las que el clima tropical era dominante en estas latitudes, hace millones de años. La formas caprichosas de las rocas, con galerías y cuevas, nos hace contemplar un paisaje singular y de extraordinaria belleza. Una variada vegetación adaptada a tan peculiar hábitat, como helechos, cornicabras, madroños, etc., alberga una rica fauna. Disfrutar de su recorrido nos compensa del esfuerzo realizado cuando terminamos nuestro particular ruta [una de 10 km y otra de 1,8 km], no abandonando nunca el itinerario establecido por nuestra seguridad, con un grado de dificultad y de orientación bajo.

La Vía Verde nos conduce a través de joyas botánicas y paisajísticas. Los impresionantes cortes que muestran la historia geológica de la zona, puede verse en el recorrido las señales dejadas por las olas del mar, travertinos que nos muestran el antiguo trazado del río y otras “huellas” que harán de nuestra ruta una experiencia inolvidable para volver a disfrutarla.

Alcornoques (quercus suber) quejigo (quercus faginea) roble Melojo o Rebollo (Quercus pyrenaica) acompañados de una diversidad florística que constituyen la “cohorte” o especies acompañantes, típicamente mediterráneas como el lentisco o el acebuche, que irán dando paso a otras más exigentes en humedad y adaptadas a ambientes más frescos como el madroño, la cornicabra, el majuelo o el durillo. En el silencio de este recorrido, es posible que nos encontremos algunos animales que habitan estos ecosistemas como el ciervo y el jabalí o alguna rapaz típicamente forestal como el azor o el gavilán.

Un senderista congelando una fracción de tiempo en su objetivo

Cuando llegamos al Cerro del Hierro entre senderos de color férrico por las numerosas limaduras de hierro que brillaban con el sol, nos daba la impresión de que estamos en un planeta marciano, quedando nuestra retina anestesiada por la belleza que proyectaban las innumerables agujas pétreas con decenas de metros de altura.

La estructura geomorfológica que observamos en el Cerro del Hierro se inició hace 600 millones de años a partir de la sedimentación de detritos marinos que formaron las barras litorales, constituyendo el depósito original de roca caliza de unos 500 metros de espesor. El plegamiento orogénico ocurrido hace 300 millones de años, elevó el relieve con la actual inclinación noreste que observamos en la estructura interna de las calizas. La meteorización de las aguas de escorrentía forma el modelado de torrecillas, callejones y oquedades, típico del paisaje Kárstico.

Las excavaciones de túneles y escombreras han contribuido a modelar el paisaje. Tras el abandono a la actividad minera la vegetación del monte mediterráneo ha colonizado las arcillas y suelos fértiles depositados entre las rocas.

Bellas chumberas en Cazalla de la Sierra

El último día y tras un buen desayuno andaluz con pan de pueblo y aceite de oliva virgen extra, retornamos a nuestro lugar de origen transitando por Alanís. Su castillo nos observaba erguido desde un estratégico monte. Nos esperaba Cazalla de la Sierra [famosa por sus anisados], donde paseamos entre sus blancas callejuelas.


Atrás dejamos Constantina y Lora del Río en dirección a Carmona donde paseamos por la Puerta de Sevilla, desde donde se divisa la Sierra de Morón [con su enorme artrosis degenerativa en el interior de sus entrañas], producto de la actividad minera. Después de tomar café en el Parador de Carmona, transitamos hasta Arahal, observando en la distancia nuestro vestigio más antiguo, la vieja y olvidada alcazaba, con sus lastimeros lienzos de murallas y la puerta albarrana junto al arrabal de Santa María, que aún esperan una intervención integral que recupere tan degradada zona histórica, ubicada en el centro de mi pueblo, en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.

Si un palo del flamenco pudiera identificar a nuestra vieja alcazaba, éste sería sin duda la seguiriya “un cante jondo cuyas letras expresan fielmente el dolor, la tragedia, el declive, el olvido y la muerte”, de uno de nuestros referentes culturales, que junto con la Sierra de Morón permanecen grabados en retina colectiva.


Desde San Nicolás del Puerto [nacimiento del Huéznar y el Cerro del Hierro] para el blog de mis culpas...