sábado, 30 de septiembre de 2023

El Cid [Sidi en andalusí], un mercenario de leyenda

 
Estatua ecuestre en bronce del Cid Campeador, en la Plaza del Mío Cid, en Burgos


Introito


Sería a mediados de los años sesenta del siglo pasado cuando mi madre nos compraba en la desaparecida tienda de Rosarito, aquellas tabletas de chocolate “La Campana de Elgorriaga” donde venían cromos coleccionables de la película “El Cid” [1961], bajo la dirección de Anthony Mann y con Samuel Bronston como productor, en el año 1961 con Charlton Heston y Sofía Loren como protagonistas principales.

El chocolate [del náhuatl, xocoatl] era considerado por los zagales de mi época como un verdadero artículo de lujo.

Eran aquellos unos años donde en la escuela recitábamos en la clase de historia y de lenguaje [durante aquéllas tardes pardas y frías del otoño], alguna que otra estrofa del Romance del Mío Cid en el desaparecido colegio de mí infancia: “Victorioso vuelve el Cid”…, cantando aquella lección como si de la tabla de matemáticas o de los verbos se tratara, hasta llegar a memorizarlo.

Victorioso vuelve el Cid
a San Pedro de Cardeña
de las guerras que ha tenido
con los moros de Valencia.

Las trompetas van sonando
por dar aviso que llega,
y entre todos se señala
el relincho de Babieca…

Era la mentalidad de una época bajo el rancio “nacionalcatolicismo” que tenía a don Pelayo, al Cid, a los Reyes Católicos y el Descubrimiento de América como referentes, y donde tan sólo existía el viejo lema en aquella vieja docencia “la letra con sangre entra” que irá terminando con sus últimos estertores mientras otra docencia se preparaba para su bostezo…


¡Cómo pasan los lustros!



Catedral de Burgos

 

 

Cuando el grajo vuela bajo en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco, colocamos nuestro sextante cultural en la Sevilla de Al Motamid para realizar nuestra particular ruta del Cid. 


Monumento al Cid en Sevilla


En la Avenida del Cid junto a la Universidad de Sevilla [Antigua Real Fábrica de Tabacos] nuestra retina captaba una gran escultura ecuestre del Cid Campeador sobre su caballo, el legendario Babieca, que fuera realizada por Anna Hyatt Huntington en 1927 sobre basamento de piedra, regalo de la Sociedad Hispánica de América a la Exposición Iberoamericana celebrada en la Sevilla de 1929.

 

Aunque la memoria es efímera no debemos de olvidar que debajo del monumento al Cid Campeador en Sevilla se encontraba “El Quemadero del Prado” como testigo lúgubre de la época inquisitorial.

 

Otra estatua ecuestre en bronce del Cid Campeador se encuentra en la Plaza del Mío Cid, en Burgos, obra del escultor Juan Cristóbal González Quesada, que fuera inaugurada por Franco el 23 de julio de 1955. Posee una altura de 4 metros sobre un pedestal de granito y piedra caliza.

Si la fecha de la muerte del Cid Campeador [Rodrigo Díaz de Vivas] data del 10 de julio de 1.099, no será hasta comienzos del siglo XIII cuando un cantar de gesta con 3.735 versos [Cantar del Mío Cid] elevará a Rodrigo Díaz de Vivar [pueblo cercano a Burgos] entre el mito y la leyenda.

Castilla pierde protagonismo entre los cantares de gestas, los romances cidianos junto con la visión apologética del historiador y medievalista D. Ramón Menéndez Pidal elevará la figura del Cid a grandes cotas llevándole a “ganar batallas incluso después de muerto”. El Cid para Menéndez Pidal encarna las más altas cualidades humanas y se convierte en el depositario de las virtudes de Castilla aunque en realidad fuese un mercenario que vendiera sus servicios al mejor postor [ya fuese cristiano o musulmán].

 

Las mocedades del Cid es una obra teatral escrita por Guillén de Castro entre 1605 y 1615 inspirada en los romances sobre el Cid, cuyo argumento principal será la trayectoria del Cid desde su mocedad hasta llegar a ser Campeador o guerrero, buen padre y esposo, gran cristiano e hijo ejemplar.

El término “Cid -señor-” se lo pusieron los mismos andalusíes “Sidi Qambitur”.

 


Aunque el Cantar del Mío Cid es el cantar de gesta más importante de la literatura española, no puede catalogarse como un documento histórico como tal. Nos habla de los desencuentros con Alfonso VI, entre destierros, matrimonios desdichados de sus hijas con los infantes de Carrión, la afrenta de Corpes, botines y tributos a costa de los reinos de taifas musulmanes, la conquista de Valencia, etcétera, se encargarán de ser retenidos por la memoria colectiva como Cid o Sidi en la antigua Al Ándalus.

Rodrigo Díaz de Vivar "El Cid" obligó al rey Alfonso VI a jurar ante los nobles que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho:

En santa Gadea de Burgos,
do juran los hijosdalgo,
allí le toma la jura
el Cid al rey castellano.

¡Pero, quien era el Cid Campeador recordado siempre por el mundo cristiano como un héroe nacional que junto con su caballo Babieca y sus espadas Tizona y Colada se han derramado verdaderos ríos de tinta hasta convertirlos en inmortales!

 

En unos tiempos convulsos donde España comenzaba a forjar sus primeros cimientos como Estado, no cabe duda de que el Cid con sus mesnadas fueron verdaderos mercenarios, que luchaban por sus propios intereses, unas veces al servicio de los reyes cristianos y otras al servicio de caudillos de la antigua taifa de Saraqusta como Al-Muqtádir [en sus últimos años de vida] y Al-Mutaman.

Mercenario. Soldado que lucha a cambio de un estipendio sin motivaciones ideológicas.

 


Mural del Cid en la Catedral de Burgos



Hacia el año 1079, el Cid vendrá con cien lanceros para cobrar las parias como tributo anual hospedándose con Almotamid en la antigua Isbilya. Un ejército musulmán de Granada junto a caballeros cristianos de Aragón, penetraron de territorio de Al-Motamid, quien reclamó la defensa del Cid, en virtud de los acuerdos firmados con los cristianos.

El Cid fue un mercenario profesional que prestaría sus servicios a diversos caudillos [musulmanes y cristianos] a cambio de una paga, mientras los ideales quedarán en un segundo plano.

Mil aragoneses y cinco mil musulmanes de Murcia y de la antigua Garnatha [Granada] se enfrentaron contra cien lanceros del Cid. Todos rieron y se mofaron del Cid, a lo que Rodrigo contestó:

«Yo juro que sin que me crezcan las barbas, he de arrancar las suyas a ese conde de Barcelona».

Entró en el fragor de la batalla, el Cid puso en retirada a las huestes enemigas. A los prisioneros musulmanes los entregaría a la justicia de Almotamid, a los cristianos les hizo prometer que jamás se levantarían en armas contra Castilla ni sus aliados.

Desde Cabra, organizó su marcha triunfal a Sevilla donde entró por la Puerta de Córdoba en dirección al Alcázar mientras el pueblo, lo jaleaba al grito de «Sidi Rodrigo».

El Cid también tenía su manera de ser, cosa que le causaría no pocos desencuentros con el rey Alfonso VI de León. Tras el ataque musulmán a la alcazaba de Gormaz (Soria), el Cid, sin esperar órdenes del rey, penetró en el reino de Toledo en busca de los culpables, interfiriendo en los planes del rey Alfonso VI para anexionar este territorio sin emplear la fuerza bruta. El rey, lo destierra, pero respetando sus bienes.

Tras ser rechazados los servicios de Rodrigo Díaz por los condes de Barcelona, Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, Rodrigo decide ayudar a al-Muqtadir, rey de Zaragoza, en la lucha que mantenía con su hermano al-Mundir, rey de Lérida, Tortosa y Denia, y que contaba con el apoyo de los condes de Barcelona y del monarca Sancho Ramírez de Aragón. Rodrigo Díaz derrotó a Berenguer Ramón II en Almenar en 1082 y cerca de Morella a al-Mundir y al monarca aragonés en 1084.

En 1086, un gran ejército almorávide, atravesó el estrecho de Gibraltar bajo una interpretación rigorista del islam. En noviembre de 1088, Alfonso VI solicitó ayuda al Cid para atacar a los almorávides que sitiaban la fortaleza de Aledo, en Murcia. El encuentro entre las tropas de Alfonso VI y del Cid debía producirse en la zona alicantina de Villena, pero ambos ejércitos, por causas desconocidas, no llegaron a encontrarse.

El rey Alfonso, furioso por no haber recibido la ayuda solicitada, lo había declarado traidor, lo que conllevaba la pérdida de todos sus bienes y el destierro. En este momento, el Cid, se convierte en un caudillo independiente. En 1090 conquistará todo el Levante, pagándole tributos las taifas de Toledo y Valencia. También en 1090, el Cid derrotaría una coalición formada por al-Mundir y Berenguer Ramón II, expulsando al conde catalán del Levante.

Tras un año de sitio, Valencia caerá en sus manos el 17 de junio de 1094. Tras su muerte por causas naturales el 10 de julio de 1099, su esposa, Jimena abandonará Valencia en el año 1102 por orden de Alfonso VI [cuya defensa se hará imposible frente a los almorávides que conquistarán más tarde Zaragoza] y regresa al monasterio.

En 1113 muere Doña Jimena siendo enterrada en el monasterio de Cardeña. Sus restos fueron trasladados posteriormente a la Catedral de Burgos, donde se encuentran junto a los de su esposo Rodrigo Díaz de Vivar, "El Cid".


Tumba de Rodrigo Díaz de Vivar "El Cid" y su esposa, doña Jimena

 


CRONOLOGIA DEL CID (RODRIGO DIAZ DE VIVAR)

Se cree el año 1048 como la fecha más probable para el nacimiento de Rodrígo Díaz de Vivar “El Cid”, en Burgos, Castilla. Entró de joven como escudero del infante don Sancho, primogénito del rey de Castilla.

1063. Batalla de Graus. Ayudan los castellanos a la taifa de Zaragoza contra Ramiro I de Aragón que muere en el combate.

1072. Sancho II de Castilla captura a Alfonso de León (su hermano), futuro Alfonso VI. Este se exilia en Toledo (una taifa musulmana hasta 1085). Sancho II reunifica León, Castilla y Galicia. La hermana de ambos, Urraca se rebela contra Sancho y éste sitia Zamora, donde gobernaba Urraca. Bellido Dolfós mata al rey Sancho haciéndose pasar por un traidor del bando de Urraca.

1075. Juramento de Santa Gadea de Burgos (iglesia de Águeda). El Cid obliga al nuevo rey, Alfonso VI, a jurar que no ha participado en la muerte de su hermano, Sancho. Al Cid se le encomiendan tareas de confianza: pleitos asturianos, casamiento con doña Jimena, parienta lejana del rey, embajada en Sevilla. Derrota a los granadinos en Cabra (Andalucía, taifa de Granada), defendiendo la taifa de Sevilla, la cual sí pagaba parias a los cristianos.

1080. Operación militar de Alfonso VI destinada a reponer en la taifa de Toledo a al-Quadir. Una incursión de estos toledanos musulmanes en Soria (Castilla) provoca la respuesta armada del Cid. Los toledanos se preguntan: « ¿De qué sirve pagar las parias al rey castellano? ».

 



1081-1084. Alfonso VI destierra al Cid. Después de intentar ponerse a las órdenes del conde de Barcelona. Al final ofrece sus servicios al reyezuelo de la taifa de Zaragoza, al-Muqtadir, ya anciano, (quien mandó construir la Alfajería), poeta y guerrero. Poco después muere. Se reparten la taifa de Zaragoza Al-Mutamán y Al-Mundir (Lérida). Rodrigo vence a éste último y captura al conde Berenguer de Barcelona. Vence de nuevo a los de la taifa de Lérida, esta vez aliado con los aragoneses. Recibimiento triunfal en Zaragoza.

1086. Después de tomar Toledo, Alfonso VI pone sitio a Zaragoza. En este momento llegan los almorávides, lo que obliga a Alfonso a levantar el cerco. Después de la derrota de las tropas castellanas en Sagrajas ante los almorávides, el Cid se reconcilia con el rey.

1087. Rodrigo parte hacia Valencia para auxiliar a al-Quadir, el depuesto reyezuelo de Toledo al que Alfonso VI había compensado poniéndolo en la taifa valenciana. Se alía ahora el Cid con su viejo enemigo Al Mundir. Rodrigo comienza a cobrar parias en tierras levantinas (cerca de Valencia) en las que cobraban hasta ahora el rey de Castilla y el conde de Barcelona.

1088. Incidente del castillo de Aledo (Murcia). Rodrigo no se une a las tropas de Alfonso VI que van en ayuda de los castellanos asediados por los almorávides. El rey lo vuelve a desterrar.

1090. Rodrigo, dirigiendo las tropas de Al-Mutamán de Zaragoza, derrota a la taifa musulmana de Lérida y al coaligado conde de Barcelona, Ramón Berenguer II en la batalla de Almenar, el cual fue hecho prisionero y liberado a cambio de un cuantioso rescate.

1092. Al-Quadir es destronado en Valencia por el cadí o juez, aliado de los almorávides.

1094. Valencia capitula ante las tropas de Rodrigo, llamado desde entonces «Sidi» (mi señor). El Cid gobierna la ciudad levantina.

1094 y 1097. Dos expediciones almorávides con el fin de recuperar Valencia fracasan. En la última, el Cid se alía con Pedro I de Aragón.

Desde la Plaza del Mío Cid, en Burgos, para el blog de mis culpas...



P.D. La derrota musulmana de las Navas de Tolosa en 1212 desembocará en la caída de gran parte de Al Ándalus, a excepción del reino de Granada.

A partir del año 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, las tropas cristianas empezaron a llamar Andalucía “al-Andalusiyya” aquéllos territorios que iban conquistando (la antigua Ishbilya, Córduba, Jayyan) hasta llegar a la antigua Elvira (Granada) el 2 de enero de 1492. 

"Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre, acobardada, a una tierra del chavico donde se agita actualmente la peor burguesía de España"


Federico García Lorca, 10 de junio de 1936


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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Visita a Teruel mudéjar

 

Desde Albarracín [de los Banu Razín], orientamos nuestro sextante a través de la Autovía Mudéjar o A-23 [donde brilla en cada puente una estrella mudéjar de ocho puntas] para transitar a través del color rojo de sus pueblos que nos irán acercando a Teruel, donde el arte mudéjar brilla en todo su esplendor, no solo en la Catedral de Santa María, sino también entre sus esbeltas torres e iglesias hasta llegar a su bella Escalinata del Óvalo, neo-mudéjar.

La estrella mudéjar es una estrella de ocho puntas cuyo origen se remonta a las antiguas civilizaciones mediterráneas, como los Tartessos (en Andalucía Occidental); también aparece en la Biblia y se la conocía como Estrella de Salomón. Platón llegará a llamarla "Estrella Gadeira" por su procedencia gaditana. 

En la época andalusí se la conoció como Estrella de Abderramán I (731-788) [Abd al-Rahman ben Muawiya al Dajil], primer califa del Al-Ándalus. Representa el símbolo originario del pueblo tartésico y de Andalucía desde el Neolítico, donde se realizaban ofrendas al Sol representado con ocho rayos.



Entramos por el Acueducto de los Arcos de estilo renacentista, obra del maestro Pierres Vedel, entre 1537-1558, para traer el agua a Teruel desde la Peña del Macho [a unos 4.200 m. de la ciudad] que nos permite en un breve paseo acercarnos hasta la Plaza del Torico o Plaza Mayor con su fuente homónima. Destaca en el centro de la fuente una columna de siete metros de longitud que se encuentra coronada con un torico de 45 centímetros de longitud y 55 kg de peso.


En la parte baja de la fuente se encuentran cuatro cabezas de toro [de la que brota un chorro de agua en cada una] realizada también por el forjador Matías Abad y que simbolizan los cuatro puntos cardinales.

Cuentan las páginas de la historia que Alfonso II funda Teruel en 1170, en un intento de implantar, entre los ríos Alfambra y Turia, una cabeza de puente que sirviera de base de operaciones para la conquista de la medina de Valencia, que llegaría en 1238.

Cuenta la leyenda que durante la Reconquista llevada a cabo por el rey Alfonso II, los adalides buscaban un lugar para levantar un asentamiento, y soltaron un toro que se detuvo justo debajo de una estrella. En ese punto se levantó la ciudad a la que se llamó "Toruel".

Durante los siglos XIII y XIV, el abismo social entre señores y campesinos llegará a su punto más elevado. Los señores dominaban el sistema productivo y colaboraban con el rey en la defensa del reino. En el otro extremo social se encontraban los campesinos, pastores, artesanos y pequeños comerciantes urbanos que vivían de su trabajo en un manifiesto estado de dependencia frente a los señores.


El Fuero de Teruel

El Forum Turolii o Fuero de Teruel constituye un código jurídico formado por una recopilación de preceptos elaborados entre el último cuarto de siglo XII y mediados del XIII con el propósito de regular los aspectos de la vida de la villa y sus aldeas, desde los relacionados con los órganos de poder, en especial la constitución del concejo, en los que entraba el ámbito de la familia, el trabajo o la guerra. Estaría en vigor durante toda la Edad Media hasta su derogación en 1598.




Lo primero que capta nuestra retina en la Plaza del Torico es la Catedral de Santa María de Mediavilla con su bella torre mudéjar. Un grato paseo entre sus tranquilas calles nos permite observar como legado mudéjar la torre de San Martín, la del Salvador y la torre de la iglesia de San Pedro donde se encuentra el Mausoleo de los Amantes de Teruel cuya leyenda nos demuestra que "de amor también se puede morir en tiempos difíciles". 



La Torre de San Martín

Se encuentra adosada a la iglesia del mismo nombre y forma parte del conjunto mudéjar declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986. Esta torre se construyó entre 1315 y 1316. El interior tiene la estructura típica de los alminares almohades de dos torres, una envolviendo a la otra, y entre ambas, se encuentra la caja de escalera.

En el siglo XVI, se incorpora a la torre un muro de piedra en forma de talud, para consolidar la cimentación, obra del maestro Pierres Vedel, que fue el autor del acueducto turolense de los Arcos entre 1537-1558, para traer el agua a Teruel.

El arte mudéjar es un arte característico de la Edad Media en España. Surgió gracias al intercambio y mezcla cultural y artística entre cristianos y musulmanes en territorio cristiano. Aunque nace en el siglo XI, alcanza la época de mayor esplendor durante los siglos XIV y XVI.

Los mudéjares [mudaʒʒan, «aquel a quien se ha permitido quedarse»] eran los musulmanes que continuaron viviendo en territorio cristiano en barrios [al rabad] denominados morerías. En sus comienzos siguieron practicando su religión, su lengua y sus costumbres. Los mudéjares trabajaban en el sector de los oficios [artesanía, alarifes “al-arif o maestro de obra”, yeserías, albañiles “al banní o el que edifica”, etcétera].



En la plaza del Seminario, junto a la torre de San Martín, lugar de paso obligado para las procesiones, observamos una escultura de Daniel Elena dedicada a la Semana Santa y a los cofrades. Un niño junto a su madre cofrade, que simboliza la procesión del Domingo de Resurrección, libera a una paloma.




Torre del Salvador

Es muy similar a la torre de San Martín y está fechada entre la segunda y tercera década del siglo XIV. Por sus características se encuadra bajo la tipología de torre alminar almohade, muy característica del mudéjar aragonés.

Está formada por dos torres, una en el interior de la otra y entre ambas discurren las escaleras, con 119 peldaños, que da acceso al campanario. Se accede desde la calle por medio de una puerta con forma de arco apuntado cubierta con bóveda de crucería.

La torre exterior es de influencia islámica. Destaca en su fachada los paños de sebka o entrelazados geométricos y paños de lazaos de cuatro formando estrellas de ocho puntas y cruces de grandes proporciones. En la parte superior destaca la cerámica en tonos verdes y blancos que también forman estrellas de ocho puntas.


La Torre de San Pedro

Es de planta rectangular y responde al modelo de torre-puerta. Es obra del siglo XIII con una altura original de 25 m. y forma parte del conjunto mudéjar reconocido mundialmente en 1986. Es la más antigua de las torres turolenses. Responde al modelo de torre-puerta ya que en su planta inferior se abre un paso abovedado de cañón apuntado que permite la circulación viaria y su integración en la red urbanística de la ciudad.

Se encuadra dentro de las torres mudéjares de estructura cristiana formada por una única torre exterior de planta rectangular y dividida en tres estancias superpuestas. Su decoración exterior, sobria y elegante, presenta la típica ornamentación mudéjar y basada en cerámica vidriada y ladrillo. La escalera por donde se accede al campanario consta de 76 escalones. Junto a la torre encontramos el Mausoleo de los Amantes.


La iglesia de San Pedro se construyó a lo largo del siglo XIV y su estructura es de una sola nave con capillas laterales. Alberga un claustro mudéjar aragonés.

De su decoración exterior estaca el ábside, de siete lados, decorado con paños de arcos mixtilíneos e incrustaciones cerámicas verde y blanca de influencia almohade. Sobre su cubierta encontramos seis torreoncillos de planta octogonal, decorados con cerámica estrellada.

Sobre la cubierta aparecen siete torreoncillos de forma octogonal que conceden al ábside un aspecto muy singular. El jardín era un antiguo cementerio de la Iglesia de San Pedro restaurado en 2015, donde se ubicaba la casa de los Sánchez Muñoz, una de las familias más importantes de Teruel, a quienes se debe la construcción del Claustro de San Pedro.


Entrando a mano derecha destaca la capilla de San Cosme y San Damián, patronos del gremio de los médicos, cirujanos, farmacéuticos y barberos. El color dorado significa riqueza y ostentación.

El casco histórico de Teruel se encuentra jalonado también por la forja modernista de Matías Abad Civera [1870-1923]. En 1909 realiza la forja del coro de la iglesia de San Pedro y la reja modernista del pórtico de la Catedral de Teruel.



Claustro de San Pedro

Construido en la segunda mitad del siglo XIV, pertenece al grupo de los cuatro claustros mudéjares que todavía se conservan en Aragón. Se encuentra adosado junto al lado de la epístola de la iglesia de San Pedro, es decir, orientación sur. Es de planta cuadrada, realizado en ladrillo y presenta tres vanos abiertos en cada lado del patio central, único espacio donde puede vislumbrarse el aspecto mudéjar que pudo tener.

El claustro fue el lugar en el que reposaron los cuerpos de los amantes, sufriendo diversas reformas a lo largo de los siglos que han ido dejando su impronta como la acontecida a comienzos del siglo XX, en la que se rebaja el nivel del suelo, se reviste completamente de yeso y se añade la decoración neogótica. La última restauración ha sido en 2008 siendo dirigida por los arquitectos Antonio Pérez y José María Sanz, lo que supone su apertura con fines turísticos y culturales.



Los Amantes de Teruel


Nuestra ruta tendría su epílogo en la iglesia de San Pedro donde se encuentra el Mausoleo de los Amantes de Teruel. 

La leyenda nos recuerda la tragicomedia de Calisto y Melibea en la Celestina de Fernando de Rojas imprimida Burgos,  en los talleres de Fadrique de Basilea y Juan de Burgos en 1499 o la de William Shakespeare “Romeo y Julieta” [1597] entre los Montesco y los Capuleto.



Leyenda de los Amantes de Teruel

La historia de los Amantes procede de una antigua tradición posteriormente documentada. En los primeros años del siglo XIII viven en la ciudad de Teruel Juan Diego de Marcilla e Isabel Segura, cuya temprana amistad se convierte pronto en amor.

Diego de Marcilla es rechazado por la familia de Isabel por ser de humilde cuna. Pero el pretendiente Diego consigue del padre un plazo de cinco años para enriquecerse. Parte hacia la guerra contra los moros y regresa a Teruel cuando expira el plazo.

Isabel ya es esposa de don Pedro de Azagra, hermano del señor de Albarracín. Ante su desesperación, Juan Diego escala a los aposentos de Isabel y le pide un beso. Isabel, siendo ya una mujer casada, se lo niega por no faltar a su marido, y Diego, ante el dolor que le produjo este rechazo, cae muerto.

Al día siguiente se celebran los funerales en la iglesia de San Pedro. Pero, Isabel quiere dar al difunto el beso que le negara en vida. Lo hace y repentinamente muere junto a él. Ante tales hechos, las familias decidieron enterrarlos juntos.

En 1555 se descubrieron las momias enterradas en la capilla de San Cosme y San Damián. Según el testimonio posterior del notario Yagüe de Salas apareció un documento antiguo que recogía el suceso.

Juan de Ávalos esculpió las estatuas yacentes bajo las que reposan ahora las momias. La fría serenidad de Los Amantes, cuyas manos no llegan a juntarse es símbolo de un amor que desborda los conceptos humanos.

La prueba del Carbono 14 ubica a las momias en la época histórica de los Amantes pero no se pueden hacer pruebas de ADN debido a que Isabel era hija única y no tuvo descendencia. La leyenda continúa...



La Escalinata del Óvalo

Esta magnífica construcción se realizó entre 1920 y 1924 por el ingeniero José Torán y une el camino de la Estación de Ferrocarril con el Paseo del Óvalo.

De estilo mudéjar armoniza los rasgos más representativos de la ciudad. Conjuga el ladrillo y la decoración de cerámica vidriada del mudéjar con la forja del modernismo. 


Incluso la leyenda de los Amantes de Teruel ha tenido cabida en esta construcción con el altorrelieve del escultor Aniceto Marinas que capta el momento principal de la leyenda.

Cuenta con un tramo único de escaleras en sus dos tercios inferiores para bifurcarse en el superior en dos brazos en torno a las figuras de los Amantes.


Desde Teruel mudéjar orientamos nuestro sextante hacia la antigua Saraqusta andalusí donde el Palacio de la Aljafería como joya taifal brilla con luz propia...

Desde Teruel mudéjar, para el blog de mis culpas...



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La Venerable María de Ágreda, ¿La primera mujer evangelizadora del mundo?

 

Para “Montse” de Ágreda

Entre Zaragoza y Soria de Leonor y Antonio Machado se percibe la presencia del Moncayo mientras los fríos vientos del cierzo comienzan a ejercer su influencia en el Sistema Ibérico. No muy lejos de Tarazona, en las faldas del Moncayo se encuentra el pueblo soriano de Ágreda “la villa de las tres culturas”, donde judíos, moros y cristianos convivieron en armonía hasta 1492.

Una visita al pueblo de Ágreda y al Convento de la Inmaculada Concepción nos ha sido recomendada por una antigua profesora de historia, natural de Ágreda y que ha ejercido su docencia en la tierra de Villalón, y a la que van dirigida estas humildes letrillas.

La iglesia del Convento de la Concepción de Ágreda es un pequeño templo conventual barroco que decide construir Sor María de Jesús al ser nombrada abadesa, para salir de la provisionalidad que tenía su propia casa natal convertida en convento. Su construcción dura siete años, desde 1627 a 1633 y corre a cargo del tracista franciscano, Francisco Andrés de la Torre.

Es una imponente fábrica conventual que se estructura de acuerdo a los cánones de este tipo de edificaciones religiosas de la época. La pequeña iglesia barroca, adopta planta de cruz latina. Los tres tramos de la nave, al igual que los brazos y la cabecera, se cubren con bóvedas de medio cañón. La cúpula que se instala sobre el crucero, se sustenta con arcos formeros y pechinas. 

El Altar Mayor se encuentra presidido por un sobrio retablo barroco dedicado a la Inmaculada, donde tenemos la escultura de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción. En el brazo derecho del transepto y a los pies de San Francisco se encuentra el cuerpo incorrupto de Sor María Jesús en un féretro sellado y acristalado enriquecido con guarniciones barrocas y en el muro opuesto de San Miguel se encuentra la entrada a la sacristía, que actualmente alberga el Museo de la Venerable.



...Cuentan las páginas de la historia que cuando los franciscanos se encontraban predicando a los indios jumanos en las antiguas tierras de fronteras, al suroeste de los Estados Unidos, fundando misiones para llevar la religión y la cultura occidental a los nativos, una de las veces, para sorpresa de los frailes, tras escuchar sus predicas, los indios contestaron que esas palabras ya las habían oído de labios de una mujer vestida con una túnica azul.

Los misioneros no dieron crédito a lo oído. Pero el hecho comenzó a repetirse, a medida que progresaban en unas tierras inéditas para el hombre blanco: los indios aseguraban, una y otra vez, que una dama ataviada con un manto azul ya les había visitado e instruido sobre el cristianismo, hasta el punto de que se encontraban dispuestos a recibir el bautismo.



La noticia llegó a oídos del superior de la orden franciscana en Nuevo México, fray Alonso de Benavides, quien tampoco en un principio le otorgó crédito, pero personalmente acudió a una de estas tribus, donde le confirmaron la noticia de las visitas de la misteriosa dama. Y su sorpresa fue mayúscula cuando en una de ellas le proporcionaron incluso el nombre de la presunta visitante. Decía llamarse María y proceder de un remoto pueblo llamado Ágreda.

El fraile se tomó en serio el asunto. Convencido de que los indios no podían inventarse las cosas, se trasladó a España en 1630 y viajó hasta el pueblecito de Ágreda, en la provincia de Soria. Pidió entrevistarse con la superiora, quien para su sorpresa resultó llamarse María, y era una mujer joven y agraciada. Con pocos preámbulos le dijo el motivo de su visita: según relataban los misioneros, los indios de las planicies americanas aseguraban que una mujer revestida con una túnica azul había estado predicando a los nativos. No solo eso, sino que estaban preparados para recibir el bautismo que les había anunciado la misteriosa mujer.

Para nueva sorpresa de Benavides, la mujer le aclaró que se trataba de ella misma: en efecto, dijo que “transportada por los ángeles”, llevaba años trasladándose a esas regiones y predicando el Evangelio entre los indígenas, para desbrozar el camino a los religiosos que vendrían después.

Era un extraordinario fenómeno de bilocación [en lugares distintos y muy distantes], en el que intervino ya formalmente la Iglesia. La Inquisición tomó cartas en el asunto. Abrió causa, e interrogó varias veces a sor María, quien bajo juramento no se apartó un ápice de lo dicho: Había viajado unas quinientas veces a las tierras de Nuevo México, Texas y Arizona, a veces hasta dos veces al día, y no se limitó a describir con toda precisión la naturaleza de aquellas llanuras, sino que se refirió a las costumbres de los nativos que la habitaban, e incluso citó nombres de muchos de ellos, para desconcierto de los pesquisidores, que comprobaron la veracidad de sus palabras.

El hecho causó gran revuelo, tanto en los territorios del norte al Río Grande como en España. Hubo detractores y defensores del prodigio, pero lo cierto es que la superiora sor María de Ágreda [1602-1665] jamás había abandonado el convento, y por otra parte, era innegable que parecía haber estado innumerables veces en aquellos territorios, predicando la palabra de Dios y allanando el terreno espiritual a los franciscanos que llegaron luego.


Cuatrocientos años después de todo aquello, el misterio sigue sin resolverse. La temible Inquisición se vio obligada a absolver a sor María y archivar su causa, ante lo irrefutable de los hechos: separados por 9.000 kilómetros de distancia, los indios conocían inexplicablemente a la abadesa, y esta, sin salir del claustro sabía muchas cosas de los indios. Y en cuanto al Vaticano, nunca cerró su causa, que sigue abierta.

En 1673 se iniciaba el proceso de beatificación de María de Ágreda, y fue declarada venerable por el Papa Clemente X. Hoy, el cuerpo de sor María se conserva incorrupto en el convento del que fue abadesa. Con él reposa el misterio de una de las más asombrosas historias de bilocación que conserva la Iglesia. Y como en el caso de la Virgen de Guadalupe, mucho ayudó a la conversión de los indios del septentrión de la Nueva España.

En el año 1765, el Papa Clemente X la declaró “Venerable” y en el año 2018 se reabre la causa de beatificación de la religiosa de clausura Sor María Jesús de Ágreda.

La evidencia está recogida en los relatos de los indios de la tribu Jumano, que residían en el estado de Texas. Estos narraron que en la década de 1620, se les apareció en varias ocasiones una dama joven vestida de blanco con una capa azul que les hablaba en su lengua materna y los evangelizaba.


Mons. Michael Sis, Obispo de San Angelo, en Texas, declaró en el año 2018 a CNA:

"Ella habría tenido experiencias místicas donde venía al Nuevo Mundo, visitaba a estas personas (los indígenas) y los evangelizaba, compartiendo la fe con ellos".

Incluso, hablaba sobre un lugar donde dos ríos se encontraban, que coincide con la geografía de la ciudad de San Ángelo en Texas, donde confluyen las afluentes sur y central del río Concho.

 


Sor María de Ágreda, presuntamente evangelizando a los indios


Mons. Sis comentó que un "fascinante detalle" que muestra la conexión entre el lugar y sus descripciones, es que la religiosa narró haberse encontrado en una ocasión con un líder indígena que tenía un solo ojo. Curiosamente, los misioneros franciscanos manifestaron que también habían conocido a ese hombre.

Las bilocaciones cesaron luego de que los indios jumanos recibieron los sacramentos.




Algunas pinceladas de la vida de Sor María de Ágreda

María Coronel y Arana, más conocida como María de Jesús de Ágreda fue una escritora y monja concepcionista española considerada por los católicos como una de las más grandes místicas de la historia de la Iglesia católica.

Nació en la calle de las Agustinas. Sus padres, extremadamente religiosos se llamaban Francisco Coronel y Catalina de Arana. Tuvieron once hijos de los cuales solo cuatro sobrevivieron: Francisco, José, María y Jerónima.

Catalina de Arana, nacida también en Ágreda, era oriunda de Vizcaya. En el convento de Ágreda se conserva todavía el documento de hidalguía de los Arana, de 1540.

La familia Coronel-Arana se relacionaba mucho con los franciscanos de San Julián; así se llamaba el antiguo convento franciscano que estaba situado en las afueras de la villa. La madre tenía allí a su confesor y acudía a diario a oír misa a la iglesia del convento.

María de Ágreda aprendió a leer con presteza y a ser obediente. Cuando cumplió los doce años de edad pensó tomar el hábito en las carmelitas descalzas de Tarazona pero su madre tuvo una visión en la que Dios le pedía que convirtiera su casa en un convento y que ella y sus dos hijas vivieran allí como religiosas, mientras que su esposo y los otros dos hijos deberían de ingresar a la orden de los franciscanos.

La familia Coronel Arana donó su casa para la nueva fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción. El 13 de enero de 1619, María [con 16 años], su madre y su hermana ingresaron como religiosas entregándose a la vida espiritual. Estas monjas contemplativas, conocidas ahora como las concepcionistas, llevan un hábito blanco y una capa azul. Mientras Sor María rezaba solía entrar en éxtasis, especialmente después de comulgar.

El nuevo convento había de ser de la Orden de la Inmaculada Concepción, que entonces pasaba por uno de sus mejores momentos en España. Entre las monjas concepcionistas existían dos ramas: una de calzadas y otra de descalzas. Madre e hijas se decidieron por el instituto de descalzas.

En el área de la provincia franciscana de Burgos, a la que pertenecía la fundación de Ágreda, no había concepcionistas descalzas, sino sólo calzadas, se cometió la anomalía de traer de Burgos tres monjas concepcionistas de las calzadas en calidad de fundadoras de un convento que había de ser de la rama descalza.

En 1627, con tan sólo 25 años, sería nombrada Sor María abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.

Mantuvo una larga y nutrida correspondencia epistolar con más de 600 cartas [que permiten conocer la política española del siglo XVII (entre 1643 a1665)] con Felipe IV, de quien fue consejera en asuntos de Estado. Según consta en un documento fechado en 1630, editado por la Imprenta Real de Felipe IV y conocido como el «Memorial de Benavides», una monja de clausura de Ágreda fue la responsable de la conversión de miles de nativos americanos que vivían a orillas del río Grande, a 10.000 kilómetros de distancia, gracias al don de la bilocación. Aquella religiosa de la orden Concepcionista [llamada sor María de Jesús de Ágreda] podía estar en dos lugares a la vez.

También mantiene Sor María de Ágreda correspondencia con otros personajes ilustres de la época como Franisco de Borja o el futuro Papa Clemente IX. 

En la iglesia de Ágreda se conserva su sepulcro y su cuerpo incorrupto. El convento alberga también el Museo Sor María Jesús de Ágreda en honor a "La Venerable".

Sus escritos son de tipo ascético y místico. Gran defensora de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
  • Escala ascética
  • Ejercicios cotidianos y doctrina para hacer las obras con mayor perfección.
  • Conceptos y suspiros del corazón para alcanzar el verdadero fin del agrado del Esposo y Señor
  • Mística Ciudad de Dios publicada en 1670, fue prohibida por la Inquisición, pero después la prohibición fue levantada y ahora hay 173 ediciones en varias lenguas con Imprimatur [Imprímase] de los obispos católicos.
  • Vida de la Virgen María


Sor María de Ágreda está considerada una de las mejores escritoras místicas del Barroco español. Cerca de una cuarentena de traducciones a otras tantas lenguas tienen sus obras, destacando en griego, latín y árabe. La solidez teológica de su doctrina nunca ha sido condenada por la Iglesia.

 

Sobre la bilocación de sor María de Ágreda, que cada uno saque sus propias conclusiones. ¡Doctores tiene la Iglesia!


Desde el Convento de las Concepcionistas de Ágreda, cercano a Soria, para el blog de mis culpas...



P.D. La obra más importante de Sor María de Ágreda es la “Mistica Ciudad de Dios” terminada en 1670, fue dictada por la Virgen María según la Venerable. Fue escrito dos veces, una primera versión sería quemada por la propia autora a causa de la imposición de un religioso anciano que era contrario a que las mujeres escribieran sobre temas teológicos y la segunda versión fue publicada tras su muerte.

La villa de Ágreda se encuentra hermanada con el Estado de Nuevo México [Estados Unidos].



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sábado, 23 de septiembre de 2023

El Palacio de la Aljafería, como epílogo de nuestra ruta andalusí

 

Desde Albarracín donde los Banū Razin, de la tribu bereber hawwara, ejercieran su influencia en 1085 tras la desintegración del Califato de Córdoba colocamos nuestro sextante didáctico en el Palacio de la Aljafería de la antigua Saraqusta andalusí.

Los árabes como raza hegemónica en Al Ándalus provenían de Damasco ocupando no sólo los mejores puestos de la administración sino también eligiendo las mejores zonas para vivir como la cuenca del Guadalquivir, la Vega de Granada, las mejores tierras de Málaga, etcétera, dejando las zonas montañosas y las serranías para los bereberes que provenían de África y pertenecían al escalón social más inferior en Al Ándalus, junto con los muladíes (cristianos convertidos al Islam) y los mozárabes (cristianos en territorios árabes). 

La muerte del caudillo Almanzor “el azote de los cristianos” en 1002, que vaciará de contenido la figura del califa junto con la muerte de los amiríes en 1009, traerá graves consecuencias para Al Ándalus con las fitnas posteriores, dando lugar a la desintegración del Califato de Córdoba.


Si la Mezquita de Córdoba es considerada como el monumento culminante del arte islámico religioso en Al Ándalus, el conjunto de La Alhambra con el Generalife es un referente en la arquitectura civil y arte musulmán para el disfrute de los sentidos, donde la armonía y el refinamiento alcanzan cotas sublimes, mientras que el Palacio de la Aljafería es una joya y símbolo de la época taifal.

La retina de la historia nos recuerda que Saraqusta con el Palacio de la Aljafería formaba parte de la organización territorial de la antigua Al Ándalus, que se encontraba dividida en grandes marcas “al Tagr”.
  • La Marca Superior “al Thagr al-A´la” estaba situada en el valle medio del Ebro “Wadi Ibro” entre 714 a 929.
  • La Marca Media “al -Tagr al-Awsat" tenía como capital Tulaytulah (Toledo) ocupando los territorios de Albarracín.
  • La Marca Inferior “al-Tagr al-Adna” se encontraba hacia el oeste de Al Ándalus, entre el río Guadiana y el océano Atlántico con su capital en la antigua Emérita Augusta (Mérida).
  • El occidente de Al Ándalus se denominaba “Al-Gharb” y la parte oriental, al-Xarq (levante).

 



El barrio de la Almozara “al-musára [el paseo]” nos introduce en el Palacio de la Aljafería “al-Ja´fariyya” [Palacio de la Alegría], que alcanza su máximo apogeo cultural durante la época de los reinos de taifas.

Etimológicamente el término “Aljafería” proviene del árabe hispánico o andalusí “al-ja´fariyya” derivación de Qasr al-Ja´fariyya en alusión al monarca de la taifa de Saraqusta, Abu Yafar Ahmad ibn Sulaymân al-Muqtadir Billâh (1046-1081), perteneciente a la dinastía de los Banu Hud; un poderoso rey de la Marca Superior quien mandara construir el palacio, ejemplo de la arquitectura taifa realizada en la segunda mitad del siglo XI. Al-Muqtadir también se consideraba poeta, astrónomo y matemático recibiendo en su palacio a científicos y artistas.

 


El Palacio de la Aljafería es el último testimonio conservado de un gran edificio en la época de los Reinos de Taifas. Su trayectoria histórica abarca el alcázar islámico hudí, palacio medieval mudéjar, el palacio de los Reyes Católicos, como cárcel de la Inquisición a partir de 1486 y cuartel militar durante los siglos XVIII y XIX hasta llegar en nuestros días convertido en la sede de las Cortes de Aragón.

Desde el 714 al 929 la ciudad pertenece sucesivamente al Valiato de Al-Ándalus, al Emirato de Córdoba y finalmente al Califato de Córdoba. Fue un puesto avanzado en la lucha contra los reinos cristianos del norte, que gozó de relativa independencia. Fue gobernado en la segunda mitad del siglo IX por una dinastía de origen muladí que tenía lazos de sangre con los Íñigo Arista de Pamplona, los Banu Qasi “los hijos de Casio” con capital en Tudela, con área de influencia en Tarazona, Ejea de los Caballeros, Calahorra, Nájera, Borja o Amedo, entre otros pueblos.

El emirato de Al-Hakan I al sofocar las revueltas estaba allanando el terreno para la definitiva islamización de Al Ándalus a su sucesor, Abderramán II [cuarto emir de Córdoba].

Los Banu Qasi habían dado señales de independencia de Córdoba en la Marca Superior. Pero finalmente, en el 844, se estrecharon los lazos de unión entre el Valle del Guadalquivir y el Ebro.



La edificación más antigua del Palacio de la Aljafería es la llamada Torre del Trovador, torre defensiva de planta cuadrangular con cinco pisos que data de finales del siglo IX, en el periodo gobernado por el primer Tuyibí, Muhammad Alanqar, que fue nombrado por Muhammad I, emir independiente de Córdoba.

Su función en los siglos IX y X era la de torre vigía y bastión defensivo. Estaba rodeada por un foso. Será integrada después por los Banu Hud en la construcción del castillo-palacio de la Aljafería. A partir de la conquista cristiana, siguió usándose como torre del homenaje y en 1486 se convirtió en prisión de La Inquisición.

Como torre-prisión se usó también en los siglos XVIII y XIX, como demuestran los numerosos graffiti inscritos allí por los reos.



El Palacio taifal

Este palacio islámico, de planta rectangular amurallada se encuentra rodeado de torreones semicirculares, al modo de los castillos omeyas de Siria y de Jordania, con puerta de entrada en arco de herradura entre dos torreones. Dispone en su tercio central interior de un patio con jardín, llamado el patio de Santa Isabel, en cuyos extremos cortos se alzan, al norte y al sur, pórticos y salones, completándose el conjunto norte con una bellísima mezquita, un pequeño oratorio de planta octogonal y de reducidas dimensiones, en cuyo interior se observa una fina y profusa decoración de yeso, con los típicos motivos de ataurique, más unos fragmentos pictóricos, de tonos vivos y contrastados. La belleza formal de estas estancias islámicas deriva de los precedentes califales cordobeses de Medina Az-Zahra.



Las Reformas Cristianas Medievales

Tras la reconquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en el año 1118, se iniciaba la andadura cristiana de la Aljafería, convertido en palacio mudéjar y residencia de los reyes cristianos aragoneses, quienes además llevaron a cabo en su interior sucesivas obras de ampliación y de reacondicionamiento.

De esta etapa mudéjar medieval, siglos XII-XIV, la Aljafería gracias al mecenazgo real es el foco creador y difusor del arte mudéjar aragonés, con la mano de obra de los maestros moros pertenecientes a las más afamadas familias (los Bellito, los Allabar, los Gali), cabe citar la iglesia de San Martín, la denominada alcoba de Santa Isabel, la desaparecida capilla de San Jorge, las arquerías del patio de Santa Isabel y, sobre todo, los grandes salones del palacio mudéjar de Pedro IV, adosados al norte del palacio islámico, que se hallan cubiertos con potentes alfarjes.


El Alcázar de los Reyes Católicos

Fue erigido sobre la fábrica musulmana en torno al año 1492, con el fin de simbolizar el poder y prestigio de los monarcas cristianos. La dirección de las obras recayó en los maestros moros Faraig de Gali, Mahoma Monferriz y Mahoma Palacio, y en ellas se funde la herencia artística medieval con los nuevos aportes del Renacimiento, de ahí que dieran lugar a uno de los ejemplos más significativos del llamado estilo Reyes Católicos. El palacio consta de una escalera noble, una galería o corredor y un conjunto de salas, denominadas de los pasos perdidos, que tienen su culminación en el gran salón del Trono, con su magnífico artesonado. El palacio se erigió en modelo para la nueva nobleza aragonesa de la época.

Desde 1485, en época de los Reyes Católicos, la Aljafería se destinó a sede y cárceles del Tribunal de la Inquisición, instalándose las viviendas de los inquisidores, hoy desaparecidas, en el entorno del patio de San Martín, utilizándose el torreón del Trovador como cárcel, función que cumplió durante más de doscientos años.


Fortaleza y Acuartelamiento

A partir de 1593, y por mandato del rey Felipe II el ingeniero sienés Tiburcio Spanochi diseñó los planos para transformar la Aljafería en un fuerte o ciudadela a la moderna. Para lo cual se dotó al conjunto de un recinto murado exterior, con baluartes pentagonales en las esquinas y con un imponente foso de circunvalación (de paredes en ligero talud y con sus correspondientes puentes levadizos). Sin embargo, lo que en realidad se pretendió con la construcción de este fuerte, no fue otra cosa que poner de manifiesto la autoridad real frente a las reivindicaciones forales de los aragoneses, así como el deseo del monarca por frenar posibles revueltas de la población zaragozana.

Después de este primer acondicionamiento militar, durante los siglos XVIII y XIX se produjeron en el edificio profundas intervenciones para su adaptación como acuartelamiento, de las que todavía se conservan los bloques construidos en época de Carlos III y dos de los torreones neogóticos añadidos en tiempo de Isabel II.
 


El Palacio de la Aljafería durante la Guerra de la Independencia

El 24 de mayo de 1808, los zaragozanos amotinados fueron a pedir armas al Capitán General de Aragón, Jorge Juan Guillelmi, quien se las negó. Ante semejante indecisión sería apresado y encarcelado en la Aljafería, mientras los zaragozanos se apoderaban del arsenal allí existente: 25.000 fusiles y 65 piezas de artillería.

Los primeros ataques de la artillería francesa se dirigieron a la Puertas del Carmen, el Monasterio de Santa Engracia y el Cuartel de la Aljafería. Para ello, Napoleón ordenará el envío de cañones de grueso calibre desde Pamplona, mientras el mariscal Verdier se encontraba colérico por sus continuos fracasos frente a la defensa de Zaragoza.

La fortaleza de la Aljafería durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) tuvo varias funciones: fortaleza durante los combates y prisión. En la fortaleza de La Aljafería se firmaría, el 22 de febrero de 1809, la capitulación de la ciudad ante los franceses, tras dos duros asedios. Los últimos combatientes se verán obligados a entregar sus armas en la explanada de la Aljafería ante las tropas francesas.




Sede de las Cortes de Aragón

Desde finales del siglo XX, parte de las dependencias del palacio serán la sede de las Cortes de Aragón. Toda esta amplia peripecia histórica ha ido dejando su huella arquitectónica en el conjunto monumental, en una intrincada sucesión de ampliaciones, transformaciones, destrucciones, y por último, de restauraciones y rehabilitaciones.


Desde el Palacio de la Aljafería iniciamos la ruta de los Sitios de Zaragoza, aunque eso formará parte de otra interesante historia.

Desde Zaragoza, para el blog de mis culpas...


P.D. Mudéjar es aquel que se permite quedarse [del árabe dayan “quedarse”, un musulmán que permanece voluntariamente en la península después de la conquista cristiana. El estilo mudéjar como término se empleó por vez primera en 1859 y designa el arte islámico producido por mudéjares, aplicado principalmente al arte cristiano pero también urilizado en la construcción de mezquitas y sinagogas. 

Este estilo es el único original del arte hispánico y posee diferencias según los diferentes focos regionales: el leonés y castellano viejo, el toledano, el extremeño, el sevillano, el granadino, y el aragonés, a lo que se suma el americano. El aragonés ha sido distinguido con la calificación de Patrimonio Mundial por la Unesco, y se caracteriza por la importancia decorativa del uso masivo del ladrillo y de la cerámica. A estas singularidades se suma la trascendencia formal del arte taifal zaragozano en el que el palacio de la Aljafería es su principal foco y espejo.


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