lunes, 24 de enero de 2022

Tras las huellas de Miguel de Cervantes, [desde la tierra de Villalón]



¡Para mi amigo Curro, a quien tanto venero!


Introito

Miguel de Cervantes y Saavedra [1547-1616] murió el 22 de abril de 1616 a los 69 años, siendo enterrado en la caridad el 23 de abril en el Convento de las Trinitarias Descalzas, de Madrid [en el Barrio de las Letras]. Cervantes quiso ser enterrado en aquel lugar al sentir una inmensa gratitud por la orden Trinitaria que le rescató de su cautiverio en Argel allá por 1580 y también, porque su hija Isabel profesaba en dicha orden.

El ilustre hidalgo recibe el hábito de la Orden Tercera de San Francisco el 2 de julio de 1613, como hermano no profeso, porque su pobreza no le permitía pagar ni su propio entierro. Vestido con el hábito de San Francisco y con la cara descubierta, fue llevado por sus hermanos en religión de la calle del León al convento de las monjas trinitarias descalzas en la calle de Cantarranas. Y para más “inri”, ni una triste lápida que identificase al menos, el lugar donde se encontraban enterrados los restos mortales del mayor escritor en lengua castellana de todos los tiempos [que murió viejo, pobre y entregado a la literatura].

Cabe destacar que tras cuatro siglos de olvido [incluso se dejó de imprimir el Quijote en España], dos ciudades pugnan de un tiempo a esta parte por el lugar de nacimiento del autor del Quijote [Alcázar “Al qasr” de San Juan] y Alcalá “Al qal´at” de Henares]. Pero la cruda realidad es que durante cuatro siglos nadie se acordó del autor del Quijote, “que fuera condenado a una muerte civil”.

Lope de Vega "El Fénix de los Ingenios" condenaría al olvido a Cervantes. El Papa Urbano VII le concedió merced de hábito de la Orden de San Juan y título de Doctor en Sagrada Teología. Fue miembro del Santo Oficio, por lo que su cariño hacia Cervantes brillaba por su ausencia

El Quijote fue una obra censurada por la Iglesia, en unos tiempos donde la quema de libros por dicho tribunal era de lo más cotidiano. Cervantes, a través del Quijote retrataba la cultura morisca y judeoconversa.

Pero Cervantes fue tratado como un escritor proscrito dentro de su propia patria, a la que defendió en Lepanto, siendo incluso varias veces excomulgado por intentar cobrar a la Iglesia los impuestos que estaba obligada a satisfacer al Estado.

¡Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho, podría haber dicho con razón Cervantes!.

No será hasta que un inglés Lord Carteret [1690-1763] amante de la lengua española, subvencionó de sus propios recursos la primera edición monumental del Quijote en castellano [con 67 hermosas ilustraciones y grabados “Vida y hechos del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”] publicada por Jacob y Richard Tonson, en 1738. Aquel acontecimiento cultural despertará definitivamente el interés por Cervantes en Europa. Se puede decir que aunque nos cause cierta tristeza, que “la gloria de Cervantes y del Quijote vendría de fuera”.

Más tarde vendrían otros intelectuales, también británicos como Fielding y Sterne, que compararon la obra de Cervantes al nivel de las más grandes obras universales. Luego, los románticos alemanes elevaron el Quijote al rango de la inmortalidad, considerándolo como “la obra perfecta del romanticismo culto”.


Monumento a Cervantes en la Plaza de España de Madrid


¡Cabe decir que muchos extranjeros han aprendido la lengua española, tan sólo para poder leer el Quijote en su lengua original!

Pero no será hasta comienzos del siglo XX cuando el Quijote se convierta en fiel referente como novela española universal y comience a ser introducida en las aulas con ediciones infantiles y también en el antiguo bachillerato. En 1930 se fijará el día 23 de abril [aniversario del entierro de Cervantes] como Día del Libro y en 1976 se instituyó el Premio Cervantes para premiar a los mejores autores mundiales en lengua castellana. 

La prueba de tan incalificable olvido será que la búsqueda de sus restos mortales en el Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid [en el Barrio de las Letras] no comenzaría a realizarse hasta enero de 2014. Aunque la fama no le llegará hasta muchos años después de su muerte, el 11 de junio de 2015 se saldaba una deuda con Miguel de Cervantes que revolucionó la cultura española y universal. Sus restos mortales recibirán honores militares como soldado de España, aunque cuatro siglos más tarde.


El Instituto Cervantes se encuentra presente en 87 sedes distribuidas en 44 países en los cinco continentes. España cuenta con dos sedes: Madrid y Alcalá de Henares.


Cuando el grajo vuela bajo en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante cervantino en busca de nuestra particular ruta del Quijote. Tras atravesar el Paso de Despeñaperros transitamos por Puerto Lápice, Alcázar de San Juan y Campo de Criptana, que nos acercaba al lugar de nacimiento de Miguel de Cervantes, en Alcalá de Henares.

Existe una versión histórica sobre la triste etimología del término Despeñaperros. Cuentan algunas páginas de la historia que tras la batalla de las Navas de Tolosa [1212] como punto de inflexión de la denominada "Reconquista", las tropas musulmanas capturadas por los cristianos eran despeñadas por los tajos rocosos del desfiladero como "perros infieles".

En el famoso libro “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes se usa la expresión “San Diego Matamoros” (cap. 58) tal vez porque su uso era popular o tal vez como burla de la Orden de Santiago.

Rióse don Quijote y pidió que quitasen otro lienzo, debajo del cual se descubrió la imagen del Patrón de las Españas a caballo, la espada ensangrentada, atropellando moros y pisando cabezas; y, en viéndola, dijo don Quijote:

-Éste sí que es caballero, y de las escuadras de Cristo; éste se llama don San Diego Matamoros, uno de los más valientes santos y caballeros que tuvo el mundo y tiene agora el cielo.

La retina del recuerdo me refrescaba la memoria sobre algunos bellos rincones de la Sevilla cervantina, Consuegra o Toledo, donde su presencia no ha pasado desapercibida, como lo demuestra el monumento a Cervantes ubicado en el Arco de la Sangre de Toledo, muy cerca de la plaza de Zocodover [sūq ad-dawābb “mercado de bestias de carga”] donde un amable actor vestido con traje de la época del universal escritor firmaba algunos marcapáginas para colocar en los libros.


Se viene a mis frágiles entendederas aquella inmortal frase del “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”:

“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”

El Quijote II, cap. XXV

Es cierto que leer nos permite otear nuevos horizontes y crecer como personas, siendo la lectura el medio de transporte más económico al alcance de todas las faltriqueras. Un libro nutre nuestra imaginación, estimula y enriquece nuestros sentidos y nos ayuda a combatir el cautiverio que nos produce la ignorancia.


Nuestra ruta cervantina por Sevilla

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

Segunda parte del Quijote. Capítulo 58


Cuando paseamos por enésima vez por la Plaza de San Francisco de la antigua Sevilla, donde en tiempos pretéritos eran juzgados los “presuntos herejes” por el Tribunal de la Inquisición [una cruz de piedra en la fachada del Ayuntamiento recuerda tan inefable tribunal], nos encontramos con el monumento de Miguel de Cervantes en la calle “Entrecárceles”.

La vinculación de Miguel de Cervantes con la ciudad hispalense puede apreciarse también al pasear por los múltiples rincones de la antigua Sevilla, que fuera testigo de su presencia. En la calle Sierpes -antigua calle Espaderos- se puede observar un azulejo que nos recuerda que en aquel lugar se encontraba ubicada la antigua Cárcel Real de Sevilla estando preso entre sus rejas Don Miguel de Cervantes Saavedra [causándole una profunda huella]. Y para asombro de la cultura universal escribió “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”.

En sus proximidades se encuentra la estatua de Cervantes muy cerca de donde estuvo la Cárcel Real. En la esquina “Entre cárceles” se encontraba el antiguo cuartel de guardia de la Cárcel Real de Sevilla y en el Puerto de Sevilla a orillas del Guadalquivir Miguel de Cervantes observaría los navíos que venían cargados de riquezas de las Indias, lo que convirtió a Sevilla en una de las ciudades más importantes de la Europa del siglo XVI y XVII. En muchas de sus calles del casco histórico y en las gradas de la Catedral de Sevilla se recuerdan sus obras mediante grandes azulejos entre las que destaca “Rinconete y Cortadillo” que forma parte de sus Novelas Ejemplares.

 


Origen del Archivo de Indias


En tiempos del Imperio español, la justicia ordinaria era considerada muy severa. La milicia buscaba amparo en los tribunales castrenses mientras que el clero lo buscaba en los tribunales eclesiásticos. Los que no formaban parte ni del ejército ni del clero buscaban el “derecho de asilo” en los templos en busca de protección. Para delimitar la influencia entre la jurisdicción eclesiástica y la civil se colocaron a partir del año 1565 las cadenas que rodean a la Catedral de Sevilla “Derecho de Asilo”, que marcaba la frágil línea entre el territorio eclesiástico, y los que huían de la justicia civil. Las cadenas también tenían como misión la de impedir que las caballerías entraran en el templo.

 


Los mercaderes de Sevilla se reunían junto a las gradas de la Catedral. Cuando las inclemencias meteorológicas dañaban sus intereses, los mercaderes penetraban incluso con sus acémilas en el interior del templo sagrado olvidándose de que éstas aliviaban sus esfínteres, proyectando sus abundantes micciones y defecaciones sobre territorio sagrado, lo que lógicamente molestaba al clero, quienes se quejaron amargamente al rey Felipe II por tan desagradables situaciones.

El rey encargó al arquitecto real Juan de Herrera la construcción de la Casa Lonja para que en su interior se reunieran los mercaderes. Comenzó a edificarse en 1583, siendo diferentes arquitectos los que intervinieron en su construcción. Por tanto, se podría decir que los sucesos que ocurrieron en la Catedral tuvieron como consecuencia la construcción de lo que hoy es el Archivo General de Indias.

 


Copia del cuadro de Cervantes de Jauregui [Ayto. de Sevilla]


Sevilla perdería su condición de Puerto de Indias desde 1503, trasladándose la Casa de la Contratación a Cádiz, en 1717, lo que sumirá a Sevilla en una profunda crisis. Fueron 214 años de un emporio comercial, donde el oro traído de América brillaba con luz propia. Pero el calado de los galeones junto con el escaso fondo del Guadalquivir serían argumentos suficientes para cambiar la Casa de la Contratación a Cádiz.

En todo el arsenal de documentación que se encuentra en el Archivo de Indias se encuentra la solicitud en la que Miguel de Cervantes enumera los servicios a la Corona, solicitando que le autoricen para ir a las Indias. Es posible, que a la denegación de aquel viaje de Cervantes a las Indias, le debamos el Quijote.


El Quijote enloquece al leer compulsivamente tantos libros de caballería. Ansía implantar el noble ideal de la justicia para que el bien pueda triunfar sobre el mal y así, tener la posibilidad de emprender nuevas aventuras mientras Sancho entiende que la libertad aún ligada a la pobreza es mejor que la riqueza unida a la corrupción y el poder.

Guardo en la retina de mi frágil recuerdo la antigua serie de TVE “El Quijote de Miguel de Cervantes” (1991) con la magnífica interpretación de Fernando Rey en el papel de “Don Quijote” y Alfredo Landa como “Sancho Panza” entre un gran reparto de actores. Tampoco quiero olvidarme de aquellos dibujos animados entre los años 1979-81 “Don Quijote de la Mancha” que nos hacía muy grata la tarde de los sábados.

En tránsito hacia Toledo y Alcalá de Henares habíamos visitado los tradicionales molinos de viento de Consuegra y los molinos que lanzaron al ingenioso hidalgo de la Mancha que se encuentran en Campos de Criptana (Ciudad Real).


Molinos de viento de Consuegra [Toledo]


Algunos pueblos asociados a la ruta cervantina

A lo largo de nuestra particular ruta del Quijote, serán muchos los pueblos de La Mancha que darán rienda suelta a sus entendederas turísticas para ser el pueblo de cuyo nombre Cervantes no quiso acordarse [Consuegra, Puerto Lápice, Argamasilla de Alba, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Toboso, Tomelloso o Campo de Montiel, entre otros]. 

Molinos de viento de Campo de Criptana [Ciudad Real]


A la altura de Alcázar de San Juan nos esperan en posición de combate infinidad de gigantes que oteaban nuestra presencia al acercarnos hacia Campo de Criptana, donde se inspirara Cervantes para escribir tan épica batalla. La tensión emocional comenzaba a elevarse ante aquellas descomunales figuras que con sus brazos extendidos daba la impresión de amenaza.

Mi amigo Manuel me aconsejaba que me tranquilizara que no eran gigantes aunque mi presbicia acompañada de mis frágiles entendederas me decían lo contrario. Al final, pude darme cuenta de que se trataban de los molinos de viento como verdaderos baluartes defensivos, con bellos nombres como "El Inca Garcilaso", "Quimera", "Pilón", "Poyatos", "Burleta", "Culebro", "Infante" o "Lagarto", entre otros gigantes.

Los molinos de Campo de Criptana junto con los de Alcázar de San Juan y Consuegra son molinos considerados de tipo “torre”, construidos en mampostería destacando sus paredes encaladas donde predomina el “efecto botijo” que permite que las paredes transpiren manteniendo la temperatura en invierno refrescándolas durante el verano.

Tienen una planta cilíndrica horadada de ventanucos, guía para la orientación del viento, que indicaba hacia dónde girar la cubierta cónica para que sus aspas aprovecharan el viento a conveniencia. Tienen tres plantas: la superior con las piedras de moler y las inferiores, para el almacén y embalaje.

Los molinos como centro de molienda servían para transformar el trigo en harina mediante la fuerza del viento. A través de sus ventanucos, el molinero podía observar la dirección del viento y orientar las cuatro aspas. 

Los vientos que soplan por la Mancha se denominan: Ábrego hondo, ábrego alto, cierzo, solano alto, solano mediodía u hondo, solano fijo, moriscote, matacabras y toledano. El viento fuerte del norte se denomina cierzo y el solano es ideal para moler bien molido.

Conectado a la cubierta giratoria se encuentra el engranaje. En su parte exterior, destaca una enorme cruz con cuatro largas aspas cuyo esqueleto tiene forma de red cubierto de lona cuando se encuentra en movimiento. Tiene una puerta de entrada por la que se accedía al almacén y varios ventanucos por donde penetra el viento. Y un gran mástil para orientar las aspas desde tierra que lograba girar el tejado para ubicar las aspas en el sitio más idóneo para aprovechar el viento cuya fuerza hacen girar dos grandes piedras circulares denominadas “muelas” que molían en trigo transformándolo en harina que caía en una tolva en su parte baja para ser recogido en los sacos de esparto.

La lucha contra los molinos de vientos aparece en el Capítulo VIII de la primera parte del “Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” que fuera escrita por Miguel de Cervantes, allá por 1605. Tras volverse loco don Quijote, después de haber asimilado sus frágiles entendederas altas dosis de libros de caballería, enloqueció de tal manera que confundió los molinos de viento con gigantes, haciendo caso omiso de su buen consejero y amigo Sancho Panza.



"En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel Campo…[de Criptana]; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.

–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:

–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete."

Miguel de Cervantes


Monumento a don Quijote y Sancho en la Casa Natal de Cervantes
Escultura realizada en bronce por el escultor Pedro Requejo, en 2005. 


El Toboso [de Dulcinea]

¡Quién le iba a decir a Don Quijote que sus hermosas hazañas, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas, para memoria en lo fututo iba a hacerse realidad, con el devenir de los tiempos!

A escasas leguas de Campo de Criptana se encuentra el Toboso [casi la misma distancia que desde la tierra de las perdices de Morón a la Puebla de Cazalla cervantina]. La ruta cervantina puede convertirse en el siglo XXI en un buen referente para conocer no solo su obra sino también para reencontrarnos por sus rincones manchegos entre ventas y venteros, donde brillan con luz propia bajo el sol de la Mancha los molinos gigantes, circunstancia que nos permite degustar la rica gastronomía de la tierra manchega por donde el ingenioso hidalgo don Quijote y su fiel escudero Sancho surcaron los viejos senderos para tender puentes culturales.

Don Quijote tenía un amor platónico llamado “Dulcinea del Toboso”, a quien dedicaba sus presuntas victorias producto de su locura, cuyo origen atribuye Cervantes por la compulsiva lectura de libros de caballería, de noche y de día "y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio".

Cervantes lo narra así:

«Se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cuenta de ello.»

«Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla 'Dulcinea del Toboso' porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico, peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.»

Dulcinea como mujer imaginaria encarnaba “la belleza y la virtud” a la que aspiraba tan hidalgo caballero obsesionada con ella.




Monumento de Cervantes en Puerto Lápice [Biblioteca Municipal]


Puerto Lápice

Debe su nombre al puerto que se forma entre la Sierra Calderina y las primeras estribaciones de los Montes de Toledo, un paso natural de la ruta comprendida entre el centro y el sur peninsular. Las ventas de Puerto Lápice eran las muy conocidas al dar aposento a los numerosos viajeros que transitaban y pernoctaban en estas tierras, de paso hacia las diferentes rutas: la de Toledo, la del sur de España así como la de los mercaderes de seda que se dirigían hacia Murcia. 

Cervantes en su obra universal “Don Quijote de la Mancha” hace referencia a Puerto Lápice, del cual decía:

“…que no era posible dejar de hallarse mucha y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero…” En la segunda salida es citado varias veces y en una de sus vetas sitúa a varios personajes.



Quisimos realizar nuestra parada en la Venta del Quijote [pero la desventura quiso que la encontrásemos cerrada] donde parece ser que comienza la primera aventura del Quijote. Alonso Quijano dormía poco y leía mucho según su autor, lo que le llevaría a perder su juicio como consecuencia de la convulsa lectura de los libros de caballería, afectándole a sus frágiles entendederas “un enfermo mental glorioso”.

Cervantes otorgó dignidad literaria a un enfermo mental del siglo XVII, según el profesor de psiquiatría Francisco Alonso-Fernández, impartida en abril de 2016, en el Instituto Cervantes de Praga, en el 400º aniversario de la muerte de Cervantes.


Llega a una venta que toma por castillo siendo nombrado por el ventero “caballero andante” bajo el nombre de don Quijote de la Mancha.

Al alba salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse armado caballero que el gozo le reventaba las cinchas del caballo.

Don Quijote, Primera Parte. Cap. IV

 



Alcalá de Henares [casa natal de Cervantes]

-Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Así que no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas.

Primera parte. Capítulo XVIII
Don Quijote de la Mancha

En pleno casco histórico de Alcalá de Henares nuestra retina captaba la casa natal de Cervantes donde nos encontramos al ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha acompañado de su inseparable escudero Sancho, haciendo un alto en el camino sobre un banco de piedra [invitándonos a hacerles alguna que otra fotografía para inmortalizar el momento].

Alcalá de Henares verá nacer a don Miguel de Cervantes Saavedra en 1547. En el Museo Casa Natal de Cervantes se conserva una de las mejores ediciones del Quijote en diferentes lenguas. 

Junto a la casa natal del Príncipe de los Ingenios, se encuentra el Hospital de Antezana, antiguo palacio del siglo XV, en funcionamiento hasta nuestros días. Según la tradición, en este hospital trabajó como cirujano sangrador Rodrigo de Cervantes, padre del gran escritor. También en este hospital vivió y trabajó durante su época de estudiante en Alcalá de Henares San Ignacio de Loyola.


La calle Imagen nos acercaba a su casa natal en la calle Mayor y eje de la antigua judería [situada entre las calles Santiago y Escritorios, donde llegarían a vivir en 1474 hasta 111 familias judías]. La calle Mayor es la más larga de la España porticada. 

En la calle Imagen se encuentra la casa de Manuel Azaña y el convento que da nombre a la calle, que fuera fue fundado por la beata María Jesús Yepes y por Santa Teresa de Jesús. En él fue monja sor Luisa de Cervantes, hermana del autor del Quijote.



La calle Mayor nos acercaba a la calle de Libreros donde Quevedo con un libro en la mano nos orientaba hacia la Plaza de Cervantes, muy cerca del Corral de Comedias y la calle homónima. Desde dicha plaza se puede observar el Colegio Mayor de San Ildefonso [que fuera fundado por el Cardenal Cisneros en 1499], tal vez el mejor conjunto universitario del Renacimiento en Europa, lo que significaría el inicio de una nueva etapa cultural y social en España. 

Por sus aulas ejercieron estudiaron grandes maestros y hombres ilustres de enorme talla intelectual destacando entre ellos Antonio de Nebrija, Ignacio de Loyola, Benito Arias Montano, San Juan de la Cruz, Mateo Alemán, Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Villegas, Calderón de la Barca o Melchor Gaspar de Jovellanos, entre otros.

Alcalá de Henares fue declarada el 2 de diciembre de 1998 Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Alcalá de Henares tuvo el honor de ver nacer a Miguel de Cervantes y a su padre Rodrigo donde contrajo matrimonio.


El Paraninfo del Colegio Mayor de San Ildefonso, en Alcalá de Henares [fundado por el Cardenal Cisneros en 1499] es escenario cada 23 de abril del Premio Cervantes de Lengua y Literatura Castellana.


Pero, ¡quien fue Miguel de Cervantes, a quien la pobreza y los problemas económicos le persiguieron durante toda su vida, llegando a frustrar sus esperanzas, aunque al final de sus días le sorprendiera la gloria literaria y la inmortalidad.

Existen ocasiones en que la biografía de algunos autores es tan intensa que incluso podría ser novelada, como en el caso de Cervantes, Unamuno, Lorca o Antonio Machado, por ejemplo.


Vamos a conocer un poco la intensa vida de Cervantes, en breves pinceladas…

Miguel de Cervantes Saavedra nace en Alcalá de Henares en 1547, probablemente el 29 de septiembre, día de San Miguel, como parece indicar la costumbre de llamar a los niños según el santo del día en que nacieron y de ser bautizados tempranamente. El bautismo se celebró en la ya desaparecida iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, el 9 de octubre de ese mismo año, como confirma la partida de bautismo que conserva el Ayuntamiento de la ciudad complutense.

Miguel de Cervantes nace en la vivienda familiar, propiedad de su abuelo Juan, ubicada en la calle Imagen, de Alcalá de Henares, donde actualmente se encuentra el Museo Casa Natal de Cervantes.

“En domingo, nueve días del mes de octubre de mil e quinientos e cuarenta e siete años, fue bautizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes e su mujer doña Leonor; fueron sus compadres Juan Pardo; baptizole el Reverendo Señor Bachiller Serrano Cura de nuestra Señora, testigos Baltasar Vázquez, Sacristán e yo que lo bapticé y firmé de mi nombre. Bachiller Serrano”.



Sus primeros años

Son escasos los datos conservados sobre su infancia y juventud. Sí sabemos que fue bisnieto del pañero cordobés Ruy Díaz de Cervantes, nieto del licenciado Juan de Cervantes e hijo de Rodrigo de Cervantes. Su padre, “zurujano sangrador” -un oficio a medio camino entre barbero y médico- , se desposó con Leonor de Cortinas, vecina de Arganda del Rey, con quien tuvo siete hijos:

Andrés (que falleció a los pocos días de nacer en 1543), Andrea (1544-1609), Luisa (1546-162?), Miguel (1547-1616), Rodrigo (1550-1600), Magdalena (1553-1611) y Juan (1555-?).

Pero Rodrigo, dará nuevamente la orden a su familia de montar en un carretón tirado por mulas, hacia Madrid, que en 1551 había sido nombrada capital de España, por la gracia de Felipe II, Su Católica Majestad.

Su padre decide partir hacia Valladolid en 1551 estableciendo su negocio en el barrio de Sancti Spiritu, aunque no se conoce a ciencia cierta si este traslado se realiza junto a su mujer e hijos, su madre, Leonor de Torreblanca, y su hermana, María de Cervantes.

El “zurujano” intenta hacerse un hueco y encontrar una clientela más adinerada que la complutense. Tras esta ciudad vendrán otras, como Córdoba y Sevilla. Es posible que Rodrigo huya de las deudas que ha ido contrayendo durante estos años y, sobre todo, de su pasado en prisión.

Se sabe que el padre de Miguel de Cervantes recibió un golpe de fortuna por una herencia dejada al fallecer su suegra. Prestó una gran suma de dinero a un amigo que le costaría cara al no serle devuelta, sufriendo de nuevo un duro revés.

La muerte de su abuelo Juan, acaecida en marzo de 1556 significó para su familia la desaparición de su única fuente de ayuda. Su abuela Leonor moriría dos años más tarde. Su padre, Rodrigo, sin recursos y con muchas bocas que alimentar, buscaría refugio en Cabra.

En 1564, Rodrigo volvió a Sevilla considerada “la puerta de entrada de las riquezas del Nuevo Mundo” encontrándose nuevamente endeudado. La escuela de la pobreza con sus infortunios no dejaría de acompañar a la familia Cervantes, lo que sin duda, dejaría una profunda huella en el autor del Quijote.

En esa época, Sevilla era una ciudad en la que un joven podía aprender muchas cosas de la vida al recorrer sus muelles y oír a los marineros contar historias fantásticas del Nuevo Mundo “barcos cargados de lingotes de oro que remontaban el Guadalquivir hacia la Torre del Oro, donde se almacenaban los preciados cargamentos”. No se sabe a ciencia cierta cómo fue la vida de Cervantes en la Sevilla de aquellos años juveniles aunque sí que las ambiciones literarias eran muy fuertes y su decisión de consagrarse a las letras muy firme, aunque su única salida fuese la búsqueda de un mecenas que lo sacase de la miseria.

Ese mismo año de 1564 Miguel asistió a una representación llevada a cabo por un grupo de actores itinerantes vinculados a Lope de Rueda. Este hecho tan simple y trivial, despertaría en Cervantes una vocación no muy corriente en la época, que le llevará a ser un dramaturgo de éxito.

Hasta 1567 no volvemos a tener noticias de nuestro escritor. Su educación se vio interrumpida por tanta peregrinación familiar. Miguel cumplía 20 años de edad y comienza a estudiar bajo las enseñanzas del humanista y catedrático, Juan López de Hoyos, perfeccionando no sólo sus conocimientos en latín y literatura latina sino que pudo penetrar en el pensamiento de Erasmo, una de las claves de la renovación europea de la época.

El año 1568 fue verdaderamente trágico para el rey Felipe II al fallecer el día 3 de octubre su esposa Isabel de Valois. Será precisamente este catedrático “López de Hoyos” quien selecciona uno de los sonetos de Cervantes dedicado la esposa de Felipe II, en un libro conmemorativo titulado “La Muerte De La Reina Doña Isabel De Valois”. Será el primer testimonio escrito que tenemos de él.

La siguiente noticia no es tan favorable. Gracias a una provisión real fechada en septiembre de 1569 sabemos que se busca a un joven estudiante llamado Miguel de Cervantes, que ha herido en duelo a Antonio Sigura. Cervantes, ante esta orden de búsqueda, huye del país y busca fortuna en Roma, donde trabaja como camarero al servicio del cardenal Acquaviva.

…El hecho de que las hermanas de Miguel de Cervantes supieran leer y escribir en aquellos tiempos donde el analfabetismo se ensañaba con la mayoría de la población, especialmente con las mujeres, nos demuestra que su padre, Rodrigo se preocupaba por la educación tanto de sus hijos como hijas. Es muy probable que el primer colegio de jesuitas de Andalucía, establecido en Córdoba en 1555, contase a Miguel de Cervantes entre sus alumnos “El coloquio de los perros”.

No se sabe si la decisión de Cervantes de ir a Italia fue libre. Lo cierto es que su vida tomaría un rumbo adverso. “En vez de viajar en barcos cargados de lingotes de oro que remontaban el Guadalquivir”, cambió su norte, lo que le permitiría saborear la amargura al ser apresado y encarcelado por los piratas berberiscos.

Durante el siglo XVI el reino de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Milán, los Países Bajos y gran parte de América pertenecían a la Corona española. En el Imperio español de Felipe II “nunca se ponía el sol” mientras los destinos de Inglaterra eran regidos por la reina Isabel I que mantuvo un apoyo extraoficial a los piratas “Sir Drake” que saqueaba los barcos españoles. Felipe II se había casado con una hermanastra de la reina inglesa “María Tudor” pero fallecería en 1558, dejándolo viudo y sin un heredero al trono inglés.

Mientras los conflictos europeos vaciaban las arcas de la Corona española dedicada a financiar los ejércitos en la defensa de la fe católica, por el flanco sur acechaba un nuevo enemigo: el imperio otomano. Eran años en que los moriscos de las Alpujarras se rebelaron por segunda vez contra la Pragmática Sanción antimorisca de 1567. La política expansiva de Francia en la península Itálica llevaría a Roma a reclamar constantemente la ayuda de España mientras la Media Luna amenazaba el Mediterráneo oriental.

Será una oportunidad perdida de una España plural que optaba por el oscurantismo que proporcionaba la ortodoxia. La idea de una presunta conjura turco-morisca frustraría una enriquecedora integración multicultural en España. 

En 1551 Trípoli cayó en manos de los turcos. En 1565, el pabellón de la Media Luna fue izado en la isla de Malta, asiento histórico de los Caballeros de San Juan. Aunque la Corona española pudo recuperar Malta, en 1570, los turcos se apoderaron de Chipre ¡Quién controlase el Mediterráneo controlaría los destinos de Europa!

El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto, cerca de Corinto, contra los turcos. España con don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, se puso al frente de la Santa Alianza con Venecia y Roma como aliados. Miguel de Cervantes participó en dicha batalla a bordo de la galera “Marquesa” de la compañía militar de Don Diego de Urbina resultando Miguel de Cervantes gravemente herido al recibir dos disparos de arcabuz en el pecho y un tercero en el brazo, perdiendo la movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el sobrenombre de el “manco de Lepanto”. A las 4 de la tarde había triunfado la Cristiandad sobre la Media Luna. La sangre de unos 30.000 turcos y 9.000 cristianos tiñeron las aguas del Mediterráneo.

En el Quijote, Miguel de Cervantes da testimonio de la importancia de aquella histórica batalla así como la realidad humana sobre la que se asienta el horror de la guerra “los remeros eran esclavos de galeras encadenados a sus remos”. En el prólogo de las “Novelas Ejemplares”, le quedaría a Cervantes el consuelo de haber participado “en la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos pasados, ni esperan ver los venideros”.

Después de haber curado sus heridas, en abril de 1572 Cervantes estaba de nuevo en servicio, recibiendo la visita de su hermano menor Rodrigo, de 22 años de edad, que también había optado por seguir la carrera de las armas, zarpando ambos con Juan de Austria y la flota española rumbo a Corfú con el objetivo de limpiar el Mediterráneo de piratas berberiscos.

En esa fecha Miguel de Cervantes mantuvo relaciones con una joven napolitana de la que tuvo un hijo [único varón] al que llamaría Promontorio, que será referido en La Galatea.

En marzo de 1573 Venecia, más preocupada por sus finanzas que por la defensa de la cruz, abandonó su alianza con España estableciendo relaciones diplomáticas con los otomanos mientras Juan de Austria expulsaba a los turcos de Túnez aunque la fortaleza de La Goleta en Túnez, no tardaría de nuevo en caer en manos de la Media Luna.



Vientos adversos

El 20 de septiembre de 1575 Miguel de Cervantes en compañía de su hermano Rodrigo abandonaba Italia en la galera “Sol” después de haber participado en la Batalla de Lepanto en 1571, zarpando del puerto de Nápoles rumbo a España llevando consigo unas cartas de recomendación de Juan de Austria y del duque de Sessa que deberían servirle como garantía de éxito en España, pero el rumbo de los vientos deparaba a Cervantes una trágica jugada. Tras cinco días de tranquila navegación a lo largo de la costa norte de Italia, la galera “Sol” junto con otras dos galeras, se desprendieron de una flotilla mayor como consecuencia de una fuerte tormenta con fuerte viento hacia la costa francesa “Les Saintes Maries”, donde tres barcos corsarios berberiscos arremetieron contra ellas a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós. Al frente de los corsarios se encontraba el renegado albanés Arnaute Mamí, antiguo cautivo de los otomanos que había conseguido su libertad al abandonar la Cruz y abrazar el Islam. Los supervivientes fueron hechos prisioneros y reducidos al cautiverio, entre ellos Miguel y su hermano, Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Este dramático acontecimiento en la vida de Cervantes, aparece reflejado en "La Galatea".

El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante, y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad.

Tras cinco años de cautiverio los corsarios berberiscos entendieron que Miguel de Cervantes pertenecía a una alta cuna por culpa de las dichosas cartas de recomendación. Fue llevado a Argel donde sería introducido en una mazmorra, atado de pies y manos. Aquel Miguel de Cervantes que había conocido la gloria de Lepanto era ahora conducido por los senderos de la miseria, entendiendo perfectamente que por sus venas no corría ni una sola gota de sangre azul que le permitiera a los suyos pagar aquel rescate que los piratas reclamaban como mercancía humana.

Argel era una ciudad rica, producto de las incursiones de los piratas berberiscos por el Mediterráneo. Además se había convertido en lugar de encuentro de moriscos expulsados de España, esclavos y aventureros de todo calibre. Aunque el comercio con Berbería estaba prohibido por la Cristiandad. En sus muelles atracaban navíos de Francia, España, Italia, Inglaterra y Países Bajos, en busca del rápido enriquecimiento.

Para hacer dinero en Argel, la religión no era un obstáculo insalvable, al cambiar muchos feligreses de credo como quien cambia de empresa. En Argel todo tenía un precio. Los cautivos más relevantes valían, como mínimo, unos 5.000 ducados. Mientras recuperaban su libertad a cambio de dinero, los prisioneros eran utilizados como mano de obra gratuita que empleaban en los baños argelinos. Los más cotizados trabajaban para sus dueños como sirvientes. Y los menos cotizados trabajaban en las obras de las calles y en los huertos. Por último, estaban los esclavos de galeras destinados a servir en los barcos como remeros.

Los frailes de las órdenes de los trinitarios y los mercedarios solían encargarse de la intermediación de los cautivos. En el Viejo Mundo, la recogida de limosnas para liberar cautivos pobres era una actividad habitual. La pobreza del prisionero resultaba ser un pasaporte al cautiverio permanente, cuanto no la muerte. Era una ley que imperaba a ambos lados del Mediterráneo.

El sueño de fugarse era algo natural en el prisionero aunque en Argel no era tarea fácil. En “El trato de Argel” encontramos la descripción de un intento de fuga por parte de un cautivo. El 1576 Miguel de Cervantes pagó a un carcelero para que lo guiase junto a otros prisioneros hasta las costas de Orán, en poder de los españoles pero fue traicionado.

Mientras tanto, la familia Cervantes en España no dejaba de moverse por Miguel y Rodrigo. El 24 de agosto de 1577 su hermano Rodrigo como integrante de un grupo de más de cien prisioneros abandonó Argel y pudo regresar por fin a España. La liberación de su hermano Rodrigo alegró al autor del Quijote acentuando sus sentimientos de soledad. Fue entonces cuando se produjo un segundo intento de fuga que fracasaría como todos los demás. Cervantes era consciente de que el rescate de cautivos era un negocio. Miguel le entregó a su hermano Rodrigo unas cartas para que las entregase dirigidas al virrey de Mallorca, Valencia e Ibiza.

Tras varios intentos de evasión, el 19 de septiembre de 1580 Miguel de Cervantes fue liberado gracias al rescate de los frailes trinitarios fray juan Gil y fray Antón de la Bella tras cinco años de cautiverio y varios intentos de fuga [1576, 1578 y 1579]. El 24 de octubre, con otros cinco cautivos cristianos liberados, abandonó Cervantes Argel partiendo hacia España para llegar tras cinco días de navegación a Denia. Atrás quedaban cinco años de cautiverio en Argel y diez años fuera de su patria, lo que quedará plasmado en el Quijote:

“No hay en la tierra contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida”.

Aunque no está documentado que don Miguel de Cervantes, autor de la novela "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" -novela publicada en 1605- nunca estuviera en Tetuán, aparece mencionada en doce ocasiones, donde se alude a sus lóbregas mazmorras, su mercado de esclavos y su puerto donde atracaban los barcos del Turco, sí estuvo cautivo en las mazmorras de Argel entre 1575-1580 con 28 años de edad. Allí escucharía cientos de historia de otros presidiarios que aludían a Tetuán, una medina llena de peligros que llegara a tener miles de cautivos.

Tras cuatro intentos de fuga, en 1580 gracias a la mediación del padre trinitario Juan Gil se dará la libertad previo pago de un rescate a 186 cautivos, entre los que se encontraba Miguel de Cervantes rescatando de nuevo este fraile a 147 cautivos a su paso por Argel en 1583.

A sus 33 años de edad, Miguel de Cervantes se encontraba con “una mano inutilizada y un cautiverio en Argel que le dejarán marcado para siempre”. Le llegaron noticias de que sus padres se encontraban en Madrid derrotados por la pobreza. Cervantes se encontró además con una difícil realidad al haberse evaporado sus cartas de recomendación mientras el oro y la plata que fluían desde América terminaban su travesía en las arcas de los banqueros italianos y holandeses, cuyos préstamos nunca eran suficientes para mantener una nobleza improductiva que embarcaba al pueblo en guerras inútiles con el pretexto de defender la fe católica y sus privilegios cargando el peso de los impuestos sobre el pueblo.

En este contexto social, mendigos y prostitutas transitaban por las calles que recorría Cervantes, cuyo único refugio sería la literatura.



Las deudas contraídas en Argel lo perseguían. Cervantes obtuvo un cargo provisional de mensajero real. El 21 de mayo de 1581 recibió 50 ducados para trasladarse a Orán y recoger unos despachos que debía llevar a Cartagena recibiendo otros 50 ducados con la orden de presentarse ante Felipe II en Lisboa.

En aquella fecha cobraría forma una novela pastoril que iba a ser la primera publicación importante en su vida “La Galatea”.

A comienzos de 1582 volvería a Madrid para presentarse ante el Consejo de Indias para su próximo destino aunque tendría que esperar el regreso de la próxima carabela, que no llegaría nunca. Pero Cervantes era consciente de que tendría que ganarse el pan. Para ello debería permanecer en Sevilla en el Puerto de las Indias donde confluían los ríos de la fortuna “el agua, el aceite, el vino, la miel, el azúcar, el oro y la plata que Sevilla comercializaba con el mundo entero. En la capital hispalense prosperaban los oficios, las industrias, imprentas y colegios.



En el teatro, Cervantes se vería desplazado por un joven llamado Lope Felix de Vega y Carpio que había conquistado Madrid con su prolífica producción dramática. El “Trato de Argel” le aseguró a Cervantes un éxito de público indudable, hasta influiría en el mismo Lope de Vega [años más tarde] para escribir “Los esclavos de Argel”.

“El Cerco de Numancia” es la primera obra teatral de Cervantes donde brilla la épica.

Pero los éxitos de las primeras piezas teatrales no le garantizaron a Cervantes rentas suficientes para vivir. En 1585 falleció su padre, Rodrigo y Miguel de Cervantes vuelve a Sevilla y poco después, a Madrid. Cervantes continuaba escribiendo versos con escasa o nula remuneración. Sus treinta y ocho entremeses, nunca fueron representados.

En 1580 se produce la anexión de Portugal tras el vacío sucesorio, lo que reforzaría la presencia española en el Atlántico. Este mismo año de 1580 nace en la Corona española la idea de lanzar una gran ofensiva naval contra Inglaterra.

La ejecución de María Estuardo, la reina católica de Escocia el 18 de febrero de 1587 vino a demostrar que España no podría lograr la hegemonía sobre Inglaterra a través de la política matrimonial que zanjaba o agravaba rivalidades. Sólo las armas podrían solucionar el conflicto entre Londres y Madrid. Desde Lisboa zarparía una gran flota que, en el canal de la Mancha, se reuniría con el ejército español acantonado en Flandes, hasta la costa sur de Inglaterra.

Cuando el pueblo se enteró de que el comandante en jefe de la Armada Invencible el marqués de Santa Cruz -uno de los héroes de la batalla de Lepanto- murió, arreciaron los rumores de que el Juicio Final sería inminente. Muchos veían en el año 1588 como un desastre definitivo para España o ser conducida a la infinita gloria. Sólo la Iglesia, sostenía sin ninguna duda que 1588 iba a ser un año glorioso para España.

Años más tarde Cervantes le rendiría un sentido homenaje desde las páginas del Quijote al viejo general como el “rayo de la guerra”, la máxima categoría en la escala de valores cervantina cuando se trataba de hablar de gestas y glorias militares.

Al poco de abandonar Lisboa, un temporal desmanteló varios bajeles debiendo recalar en La Coruña, hundiéndose el mejor de los navíos en medio de la tormenta. Pese a todo, la flota zarpó desde La Coruña con alta moral y convencida de su condición de invencible desconociendo que marchaban hacia el desastre.

Felipe II se movilizaba contra Inglaterra para defender la pureza de su fe en la ortodoxia de Roma y poner de rodillas a los herejes de Inglaterra, quienes, además de desafiar al Papa, desde hacía tiempo venían realizando incursiones piratas en alta mar contra los bajeles españoles. El 29 de abril de 1587, Francis Drake había tenido el atrevimiento de hacer una incursión en Cádiz, uno de los puntos neurálgicos del tráfico comercial de España con sus colonias americanas.

El 28 de abril se encontraba Cervantes en Toledo marchando en los meses estivales a Sevilla, donde se encontraba Antonio de Guevara, proveedor general de la Armada Invencible, que había comenzado las operaciones de requisamiento en Andalucía. Poco antes de partir Cervantes hacia Sevilla, Diego de Valdivia, representante de Antonio de Guevara, le había nombrado en Toledo Comisario en la Armada con la difícil misión de recaudar las contribuciones que el pueblo se negaba a pagar de buena gana.

Cervantes fue enviado a Écija, donde se debería comenzar la recolección del trigo y la cebada. Sin embargo, Cervantes se enteró de que grandes suministros de cereales habían sido requisados sin que la población de la ciudad hubiese recibido pago alguno. Serán siete años de conflictos y decepciones. No sólo debería requisar, sino almacenar, pesar y enviar a su destino las cantidades obtenidas. El cargo implica también cierta autoridad judicial, estando capacitados para recurrir a la fuerza pública, ordenar arrestos y confiscar bienes, disponiendo además de una cantidad de fondos para financiar los traslados y nunca abonar los cereales obtenidos.

El año 1588 fue un año de malas cosechas y el pueblo se encontraba desesperado y al borde del hambre mientras el Tesoro Público estaba en la miseria.

Muchos comisarios se enriquecían especulando con la desesperación de los de abajo y la codicia insaciable de los de arriba.

Cuando asumió el cargo, Cervantes se hallaba cargado de deudas. El Ayuntamiento de Écija envió un comunicado al rey dando cuenta de las quejas del pueblo. Cervantes se encontraba aprisionado entre las órdenes de su superior Valdivia y los requerimientos del pueblo. Cuando iba a requisar el grano, se encontró que gran cantidad de trigo había sido llevada al almacén del dean del cabildo de la catedral de Sevilla. Cervantes se sintió con el derecho de actuar contra el clero, lo que le valdría la excomunión.

Al mes siguiente del cargo, Cervantes se encontraba cargado de deudas y excomulgado. El anuncio de su excomunión fue puesto en todas las iglesias de Écija, pero Cervantes continuaba con su actividad. Cervantes y Valdivia se dirigieron a la provincia de Córdoba, donde los problemas eran similares. Por dos veces en un mismo año los comisarios reales habían visitado La Rambla en busca de trigo, queso, tocino y garbanzos, mientras que la Corona no pagaba sus deudas desde 1579.

Valdivia se marchó dejando a Cervantes con la peor parte “recurrir a la fuerza pública y encarcelar a varios vecinos”. Su nuevo destino sería Castro del Río donde los suministros habían sido arrebatados a la población por parte de la Iglesia. Tras una breve estancia en Córdoba recorriendo pueblos y ciudades vuelve a Sevilla el 10 de enero de 1588 con un balance de dos excomuniones, la enemistad de mucha gente y demasiado cansancio en el cuerpo y en el alma. Aunque llevaba cuatro meses sin cobrar sí adquirió bastante conocimiento de la vida y de España.

No hay duda de que su trabajo de comisario de cereales y aceite, las estancias en las posadas, los encuentros en los caminos, las discusiones con la gente le ayudarían a moldear esa particular humanidad que puebla en su inigualable Don Quijote.

Cervantes no tenía otra alternativa que continuar con sus tareas de comisario de cereales y aceite encontrándose que el pagador general de Sevilla no tenía fondos para abonarle ni uno solo de los cuatro sueldos que le adeudaban. El 22 de enero de 1588, Antonio de Guevara, el proveedor general, que se encontraba de paso por Sevilla, renovó a Cervantes en su cargo y le ordenó que regresase a Écija, en busca de aceite de oliva. De nuevo, Cervantes tropezó con la resistencia de los habitantes de Écija reclamando el pago del dinero que se le adeudaba ya que pasaban hambre y los campos estaban sin cultivar. Las necesidades de la guerra eran inapelables. Cervantes tuvo que contentarse con la mitad del aceite que fue a requisar.

Los muleros eran los únicos que cobraban al contado porque sin sus órdenes las mulas no daban ni un paso. Pronto le sería concedida la absolución de la Iglesia, tal vez, porque el clero ya habría cobrado sus cereales. Pero eso no significaba que la suerte comenzara a sonreírle. Su esposa Catalina, se vio afectada por la muerte de su madre, Catalina de Palacios, heredando una casa familiar y algunas tierras, que no se materializa hasta 1604.

Mientras tanto, la expedición contra Inglaterra culminaba con enorme amargura. La suerte de España estaba echada. Cervantes cansado, tomó en camino hacia Marchena, con el fin de requisar aceite, aunque no llevaba dinero para pagar a nadie. Le llegaron noticias de que su nombre estaba en boca de todos y no de la mejor manera. En febrero de 1590 fue enviado a Carmona para requisar aceite de oliva para la Invencible, que se encontraba en La Coruña. 



Cansado el 21 de mayo presentó su currículum en el Consejo de Indias para ocupar alguna de las plazas vacantes en América pero su solicitud fue puesta en cuarentena.

En aquellos tiempos de miseria, sobornos y corrupción la lucha por un puesto de trabajo debía ser desesperada.

A duras penas fue cobrando lo que la Corona le debía. El 27 de agosto de 1590, Cervantes presentó firmadas las cuentas de todo el grano y aceite que había requisado a lo largo de los tres años anteriores para poner en claro su honestidad como comisario, pero ser honesto en medio de tanta corrupción parecía ser una fuente de sospechas. Cervantes se dedicó al juego y pronto adquirió deudas que no pudo pagar a sus acreedores.

Su amigo Tomás Gutiérrez le prestó de nuevo dinero para poder comprar un paño y encargarle a un sastre la confección de un traje nuevo.

Ante la situación de quiebra generalizada, la Corona decidió reducir los salarios de sus recaudadores. Para Cervantes, fue una pésima noticia. A finales de abril nuestro escritor se dirigió a Jaén, Baeza y Úbeda donde San Juan de la Cruz, próximo a morir, se había retirado. En noviembre viajó a Montilla. Un escándalo en los graneros de Tebas destinado al pago de impuestos del Estado salpicó a Cervantes que fue salvado de la cárcel por su amigo Tomás Gutiérrez, saldando las reclamaciones del tribunal. Es posible que por consejo del mismo Tomás Gutiérrez -un antiguo hombre de teatro-, Cervantes volviese a escribir para el mundo de las tablas.

El 5 de septiembre de 1592, Cervantes firmaría en Sevilla un contrato, comprometiéndose a escribir seis piezas dramáticas por 50 ducados cada una.

Ante el cúmulo de escándalos que envolvía la campaña contra Inglaterra, vital para la supremacía de España como potencia marítima, la Corona decidió reanimar el sentimiento patriótico mediante una campaña de castigo a los funcionarios corruptos. Cervantes fue detenido en Castro del Río bajo la acusación de haber vendido trigo sin autorización y de haberse apropiado de grano sin haber presentado recibos oficiales y de haber manipulado la deuda de los sueldos atrasados debiendo devolver el cereal o su valor en dinero y obligado al pago de los gastos del juicio.

Cervantes fue a parar a la cárcel dando orden Pedro de Isunza para que le pagaran los sueldos atrasados, para que pudiese resolver su situación y acallar el escándalo. La repentina muerte de Isunza le hizo comprender que se hallaba sólo ante la poderosa burocracia llegándole la noticia de que los funcionarios involucrados en el escándalo del Puerto de Santa María habían sido condenados a muerte.

El 24 de junio de 1593 fue ocupado el cargo del fallecido Isunza por Miguel de Oviedo, quien prefirió tender un manto de olvido sobre todo lo pasado e insuflar nuevos bríos a la campaña militar. Para colmo de males, España padecía largos meses de lluvias e inundaciones, que terminaron por arruinar gran parte de las cosechas y las recaudaciones de grano y aceite se volvían más crueles.

El 18 de agosto Cervantes se enteró de la muerte de su madre doña Leonor, en Madrid, lo que le debió afectar profundamente al haber sido la principal protagonista con sus sacrificios de haberlo liberado de su cautiverio en Argel.

Las nuevas fórmulas de aprovisionar a la Armada Invencible significarían que Cervantes perdiese su trabajo al ser desmantelada toda la organización burocrática. A los 47 años Cervantes decide trasladarse a Madrid para ganarse el pan mientras brotaba el pesimismo por las glorias futuras de España que poco a poco comenzaría a ponerse el sol en sus dominios. Las nuevas empresas militares significaban un mayor agobio impositivo para el pueblo siendo Castilla quien representaba el principal baluarte de una Corona insegura.

El estreno del nuevo cargo de recaudador de impuestos le llevó rumbo a Granada pero debía adelantar la cantidad de los impuestos que debía recaudar teniendo que recurrir a fiadores. El 7 de septiembre se dirigió a Guadix y dos días después a Baza. En Granada, tropezó con los primeros inconvenientes, porque el tesorero de la ciudad aseguraba que los impuestos que Cervantes le reclamaba a la población ya habían sido abonados. Lo mismo le sucedió en las ciudades de Motril, Salobreña y Almuñécar. Si no lograba cobrar los impuestos, tampoco cobraría sus sueldos. Luego marchó a Vélez Málaga y Ronda, donde volvió a dirigirse al rey quien le contestó que amenazara con grandes condenas, consiguiendo que las ciudades revisaran su actitud.

Cervantes tuvo de nuevo que abrirse camino al perder su empleo. Para colmo de males, bajo el conde de Essex, los ingleses habían realizado una segunda incursión en Cádiz, entonces la ciudad más rica de España, al canalizar el puerto gran parte del comercio con América. De un solo golpe, la flota inglesa había enviado al fondo del mar la mayor parte del poder naval de España.

Cervantes era consciente que recorrer los caminos de España con dinero en las alforjas no era nada seguro. Así que entregó todo lo recaudado al comerciante sevillano Simón Freire, quien le entregó a cambio de una orden de pago a cobrar en la capital del reino. Pero Simón Freire había huido, supuestamente a América, dejando a sus espaldas una deuda de 60.000 ducados. Los superiores de Cervantes decidieron prescindir de sus servicios.

En enero de 1597 terminó aclarándose todo el escándalo de Simón Freire pero una orden real exigió a Cervantes el pago total de la deuda mencionada. Fue así como Cervantes acabó siendo enviado tras las rejas por segunda ocasión.

La cárcel de Argel había tenido la resonancia épica del combate por la patria y por la fe, pero en esta ocasión sólo encontraba miseria, injusticia y desesperanza. Siete meses se tiró Cervantes en una celda de la prisión real de Sevilla, rodeado de estafadores, prostitutas, ladrones y asesinos. Otra lección más que le daba la vida.

Basta leer “Rinconete y Cortadillo” donde describe Cervantes el estado de la justicia en Sevilla o el “Coloquio de los perros” para darse cuenta de que Cervantes supo aprovecharla en toda su profundidad.

Muchos teatros de cerraron en señal de duelo por la muerte de la hija de Felipe II, Catalina de Saboya a lo que hay que añadir la censura moral de una España que se hundía en la cerrazón clerical mientras Felipe II moría en septiembre de 1598. Los teatros continuarían cerrados desde 1597 hasta 1599 en que Felipe III autorizó la reanudación de las representaciones teatrales, condenadas por la Iglesia desde el púlpito, que no volvieron a normalizarse hasta 1600.

La situación del reino era desesperante. En 1597, el reino de España se había declarado en bancarrota. Para colmo de males, la peste irrumpió por el norte y fue extendiéndose inexorablemente por el sur mientras las cosechas fueron misérrimas y los ejércitos españoles comenzaban su declive.

La muerte de Felipe II impactó doblemente en Miguel de Cervantes. No sólo desaparecía un rey que se había enfrentado al turco y a Inglaterra en aras de las glorias del reino y de la fe, sino que con él moría la grandeza de todo un mundo que encarnaba el Imperio español.

En Sevilla, las exequias del rey Felipe II adquirieron un carácter grotesco entre los representantes de la Inquisición y del Tribunal Supremo acerca de quién debía llevar la voz cantante en las honras fúnebres. Cervantes escribiría estos días un poema “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla”.

El maestro de la gubia Juan Martínez Montañés colaboró con Miguel de Cervantes, cuando se realizó el túmulo de Felipe II en 1598, con motivo de la defunción del rey y por orden del capítulo catedralicio. En esta obra intervinieron, además, una gran parte de artistas sevillanos. A Martínez Montañés se le encargaron diecinueve esculturas de gran medida y a Cervantes un escrito para leer delante del túmulo, un soneto titulado “Al túmulo del rey Felipe II”, en tono satírico, que fue muy comentado entre el círculo cultural de Sevilla.


Estatua ecuestre de Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid



Cervantes viajó a Madrid coincidiendo con las bodas de Felipe III. Optó por abandonar Madrid para residir en Sevilla, aun al precio de alejarse de su familia, para mantener cierta distancia con el cuartel general del Tribunal de Cuentas. Durante sus años sevillanos, Cervantes consiguió reunir el dinero suficiente para vivir con más desahogo, participando en múltiples tertulias y compartiendo el día a día con numerosos artistas y literatos. Su famoso poema dedicado “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla le había granjeado fama y popularidad. Con “Guzmán de Alfarache” había causado mucho revuelo. Con esta novela picaresca, Cervantes ingresaba definitivamente en la literatura. La tradicional novela pastoril y de caballerías había sido desplazada por la realidad. No eran tiempos para pasiones platónicas ni heroicidades soñadas. Vivir cada día era ahora la máxima de las aventuras.

El año 1600 fue realmente duro. Una plaga epidémica asolaba Sevilla con mucha crueldad. En dos meses murieron más de 8.000 personas. Esta pudo ser la causa para que, en el mes de julio de 1600, Cervantes viajase a Toledo.

En diciembre de 1600 Cervantes recibe la triste noticia del fallecimiento de su hermano Rodrigo, que había muerto en la batalla de Nieuwpoort (Países Bajos) luchando por la Corona que no le pagaba su humilde “soldada”.

No se descarta que, en su celda de Sevilla, Cervantes hubiese concebido el Quijote como una breve novela ejemplar. Lope de Vega admiraba el talento poético de Cervantes pero su amistad se convirtió en una enconada rivalidad. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se publicó en enero de 1605 y su éxito fue inmediato.

El libro se tradujo al inglés en 1612 bajo la famosa versión de Thomas Shelton “no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca”. Cervantes debía estar orgulloso al alcanzar una gloria no inferior a la que gozaba el “monstruo” Lope de Vega. La primera parte del Quijote sería traducida al francés por César Oudin en 1614.

La clave esencial del Quijote radica en la “locura” de Alonso Quijano con su cerebro perturbado por las novelas de caballería que le llevará a tener una “enfermedad mental” por este género literario tan arraigado que le hacía confundir la realidad con la fantasía y cuyos disparates divierten y provocan la sonrisa del lector mientras su escudero el pragmático Sancho gana la partida al utilizar el sentido común y el realismo más elemental que se impone.

Uno de los episodios más comentados del Quijote será la liberación de los galeotes que eran escoltados en procesión por la Santa Hermandad. Alonso Quijano lo entiende como justo, siendo el lector quien lo juzgue.

¡Es como muerte civil dijo Miguel de Cervantes, mejor nombre a esta condena no pudo ponerle nadie!

Después de sus tres salidas, Barcelona y regreso, nuestra retina capta aquellos molinos de viento que creyó gigantes, la aventura de los rebaños, la fuga de los presos “galeotes”, la batalla de los cueros de vino, la bella Dulcinea del Toboso, el yelmo de Mambrino que no era otra cosa que una bacía de latón de un barbero y que al estar nuevo sobre su cabeza, relumbraba con el sol…


…Dime, ¿no ves
aquél caballero que hacia nosotros viene, sobre
un caballo rucio rodado, que trae puesto sobre la cabeza
un yelmo de oro?

Lo que yo veo y columbro -respondió Sancho- no
es sino un hombre sobre su asno, pardo como el mío,
que me trae sobre la cabeza una cosa que relumbra.

Pues ese es el yelmo de Mambrino -dijo Don
Quijote-. Apártate a una parte y déjame con él
a solas…

Al ver el pobre barbero despavorido aquella figura fantasmal, con lanza en ristre, comenzó a correr, siempre por delante del viento.

Cervantes le otorgó al Quijote el título de “Ingenioso” ubicándolo en una demarcación geográfica “La Mancha” dándole además al caballero andante el amor platónico de Dulcinea del Toboso ya que era necesario que los caballeros andantes estuviesen enamorados.

Es evidente que entre 1604 y 1616 [fecha de su muerte] Cervantes desplegaría su época más productiva.

Cervantes volvió a Madrid en 1606 e intentó ganarse la vida escribiendo para el teatro pero la fama de Lope de Vega estaba en la cúspide y ningún hombre de teatro podía causarle al popular “monstruo” el menor disgusto. El resentimiento de Cervantes con el mundo del teatro sería evidente.

En 1609, espoleado por la necesidad, Cervantes decidió adentrarse en la Segunda Parte de Don Quijote, aunque no dejaba de seguir escribiendo poesías, piezas teatrales y otras obras en prosa.

En el año 1609 España se vio sacudida por una orden de expulsión contra la población morisca, lo que significaría al igual que la expulsión de los judíos, otro paso atrás en la historia y un retroceso económico y cultural. La expulsión de los moriscos coincide con el ocaso de la vida de Cervantes. En los primeros días del año 1611, comenzará a escribir otro entremés: “El vizcaíno fingido”. Acosado por la pobreza, en junio de ese mismo año Cervantes compuso otra farsa “La guardia cuidadosa”.

Entre 1609 y 1616 Cervantes viejo y pobre debió de cambiar varias veces de vivienda, siempre en busca de un alquiler más accesible a sus escasos ingresos.

El 2 de julio de 1613 Miguel de Cervantes recibió los hábitos de la Orden Tercera de San Francisco “los terciarios franciscanos” en Alcalá de Henares para poder morir tranquilo, sin el cargo de dejar sobre la cabeza de los suyos los gastos del funeral y del entierro.

La traducción de Shelton puso al alcance de los dramaturgos ingleses la obra de Cervantes, quien adquirió de este modo un renombre internacional, hasta tal punto que la frase “luchar contra molinos de viento” no solo se hizo popular en España, sino en el Viejo Mundo y en las colonias americanas.



El 22 de abril de 1616, Miguel de Cervantes cerraría sus ojos para siempre. Al día siguiente, en Inglaterra, haría lo mismo otro importante dramaturgo de la literatura inglesa, William Skakespeare. El 23 de abril, envuelto en su hábito franciscano y con el rostro descubierto, el cuerpo de Miguel de Cervantes fue llevado a su casa de la calle León hasta el recién fundado Convento de las Trinitarias, ubicado en la esquina de la calle Cantarranas (irónicamente, hoy Lope de Vega). Allí fue sepultado y reposan sus restos mortales. Dos años más tarde moriría su esposa, Catalina.


Para mayor ironía del destino [cuyos celos destrozaron una amistad] Lope de Vega se encuentra enterrado en la Parroquia de San Sebastián a escasos metros del Convento de las Trinitarias Descalzas, en pleno Barrio de las Letras de Madrid. 

La pobreza, las deudas, los usureros y los problemas económicos persiguieron a Cervantes durante toda su vida, desde sus prisiones en Andalucía hasta su entierro por caridad, habiendo sido excomulgado por dos veces. Sus esperanzas de ir a América se vieron frustradas y la gloria literaria no le alcanzó hasta los últimos años de su vida.

El Caballero de la triste figura se retira de la caballería para terminar sus días como Alonso Quijano después de haber empeñado su palabra de caballero ante el bachiller Sansón Carrasco “el Caballero de la Blanca Luna” quien le vencería en un combate entre caballeros. Un alto precio por abandonar sus andanzas de caballero durante un año para volver a su aldea y poder cuidar su alma ya que era de obligado cumplimiento que los verdaderos hidalgos cumplieran sus compromisos para proteger su honra. Tras la dura melancolía convertida en depresión recibirá la visita del cura, el bachiller, el barbero y su inseparable amigo Sancho Panza con el objetivo de estimular su recuperación. Tras solicitar la presencia de un escribano realizó testamento para irse apagando como un pabilo. Don Quijote vivió su locura como el Caballero de la triste figura para morir cuerdo como legado eterno de nuestra cultura.

Si Cervantes padeció durante toda su vida auténtica miseria, será al final de sus días cuando alcance la gloria universal. Lo de España por el contrario, será inversamente proporcional, obtuvo la gloria universal en Lepanto en 1571 para desengañarse con la Armada Invencible en 1588 “al luchar contra los elementos” y con los Hijos de la Gran Bretaña.

Aquel gran Imperio tocado de muerte tendrá su epílogo definitivo en 1898 con la pérdida de los últimos jirones del Imperio más frágil que jamás haya existido, lo que dará lugar a que una generación de escritores [Generación del 98] afectados por aquella crisis moral, política y social de una época.

Miguel de Cervantes aunque no tuvo bienes materiales que dejar a nadie en herencia, dejó un inmenso legado cultural a la Humanidad mientras España legará una lengua que hablan ya más de 500 millones de personas.

Desde 2015, tras ser encontrados los restos mortales de Miguel de Cervantes [en el Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, en el Barrio de las Letras] descansan en paz en un monumento erigido en su honor en el interior de la iglesia.

En la tierra de Villalón...


En el capítulo 49 de la segunda parte del Quijote titulado "De lo que le sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula", Cervantes menciona las perdices de Morón, "las cuales sin duda hubo de degustar en la visita realizada en 1593", según el historiador y archivero municipal de la Puebla de Cazalla José Cabello Núñez. 

Un azulejo "azzuláyg" recuerda este capítulo en la Biblioteca Municipal de Morón “Cristóbal Bermúdez Plata”.


Es posible que la novela "El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha" sea el libro más leído en el mundo después de la Biblia. No obstante, Washington Irving llegó a decir: 

"El Quijote era la Biblia en lo profano". 

Se trata de la primera novela moderna de la historia que ejerció una enorme influencia en muchos autores de toda Europa.

Desde la Ruta del Quijote, siguiendo las profundas huellas legadas por Miguel de Cervantes, para el Blog de mis culpas...


P.D. ¡Es curioso, sano  e incluso didáctico, como muchos pueblos rebuscan e indagan entre sus archivos parroquiales y municipales, no vaya a ser que don Quijote o su autor [como verdadero licenciado en la dura asignatura de la vida] los hubiese incluido entre sus andanzas. Mientras, por desgracia, los restos de don Miguel de Cervantes estuvieron cuatro siglos ignorados en la despensa del olvido aunque, nunca será tarde si la dicha es buena, sobre todo, en cuestiones de cultura!