lunes, 4 de marzo de 2019

La cruz del Pernales, "crónica de una muerte anunciada"



Sólo unas cuantas horas en la provincia de Albacete llegarían a ser suficientes para que Pernales -aquel bandolero que frecuentara la tierra de Villalón- junto a su inseparable compañero "El Niño de Arahal" fuesen sorprendidos por la muerte, tras una emboscada de la Guardia Civil que les seguían sus pasos. La literatura popular, aquella que entendía que el bandolero que carece de leyenda, el que no es cantado por el pueblo, ese no era un bandolero, sino un bandido, se encargará de elevar su nombre a la categoría de leyenda.


Cuando el grajo aún vuela bajo en la tierra de Villalón y los últimos ecos de nuestro Carnaval nos indica que la Cuaresma está cercana, enarbolamos nuestras frágiles naves autodidactas, cuyo sextante orientamos en busca de Villaverde de Guadalimar (Albacete), con el objetivo de otear las últimas huellas del bandolero Francisco Ríos González "Pernales", que junto con su inseparable compañero Antonio Jiménez Rodríguez "El Niño de Arahal" encontraron el infortunio aquel 31 de agosto de 1907 con tan sólo 28 y 26 años respectivamente. 

No cabe duda, de que sus fascinerosas y efímeras vidas han calado en la memoria colectiva de nuestra tierra, posiblemente por la presunta amistad atribuida al poeta de Andalucía la Baja Fernando Villalón con el célebre bandolero, según el ilustre escritor Manuel Halcón.


Cercano el 140º aniversario del nacimiento de Pernales (1879-1907) nos dirigimos en busca del lugar donde fuera abatido el célebre bandolero "amigo" del poeta Fernando Villalón. A ese lugar se le denomina "La cruz de Pernales" en el término de Villaverde del Guadalimar (Albacete).

Dejamos la A-4 para coger la A-32 que nos permite a su vez transitar por la C-326 en busca de la "inmortal Baeza". Nuestra retina captaba en el pueblo de Íbros una rotonda con un bizarro monumento dedicado al guerrero íbero al elegir como asentamiento humano este lugar. En la Avda. de Andalucía en Baeza, se encuentra otra bella rotonda con otro monumento en honor a los jornaleros vareando la aceituna. A través de la Puerta de Jaén nos introducimos en el bello casco histórico de la inmortal Baeza machadiana, donde nos espera de nuevo el Aula del poeta universal Antonio Machado, que diera sus clases de francés, entre 1912 a 1919, después de haber perdido en Soria a su joven esposa Leonor, lo que le dejaría sumido en una profunda tristeza. 



En la Universidad de Baeza nos entregaron durante nuestra primera visita un pasaporte "Red de Ciudades Machadianas", que nos invitaba a seguir las huellas del poeta universal en seis ciudades vinculadas con el poeta: Sevilla, Soria, Baeza (Jaén), Segovia, Rocafort (Valencia) y Collioure (Francia).

No pudimos escoger un lugar mejor para realizar un alto en el camino entre efluvios de aceite de oliva virgen extra "azzeit" como zumo natural de la aceituna, producido en las viejas almazaras "al-ma'sara" junto al pan de pueblo elaborado en las tradicionales tahonas.

Dejamos la Baeza de Machado por la "Torre de los Aliatares" para dirigirnos por la Puerta de Segura en busca de Alcaraz -donde se encuentra enterrado "El Pernales"- y donde colocamos nuestro centro logístico. Después de visitar la tierra de Andrés de Valdelvira nos dirigirnos a Riopar por la CM 412 para ver el nacimiento el río Mundo. Más tarde, por la A-310 llegamos a Villaverde de Guadalimar (lugar de la muerte de Pernales) donde realizamos la ruta de la "Cruz de Pernales".


Una mirada retrospectiva

Con la llegada al trono español de la dinastía borbónica el país comenzó a sufrir importantes cambios en todos los ámbitos, con nuevas ideas y formas de gobierno importadas de Francia; sin embargo, el fuerte contraste existente entre estratos sociales, herencia de los siglos anteriores, la miseria y el hambre que potenció la Guerra de Sucesión o las drásticas medidas tomadas contra las minorías, fueron el desencadenante de nuevos conflictos sociales, delincuencia y crímenes que adquirieron con el tiempo una forma concreta de manifestación: el bandolerismo.

Óscar Herradón

Revista de Historia de España (Hª de Iberia Vieja).


Haciendo una breve historia, el bandolerismo ha existido desde tiempos muy remotos. La represión y la miseria generaba exclusión social. Un contexto histórico en aquélla España rural infrahumana que actuaba como verdadero caldo de cultivo para que los antígenos del hambre y de la miseria por un lado y el caciquismo por otro fueran el anverso y el reverso de la sociedad española de su época.

Una población oprimida en la que incluso los niños tenían que abandonar prematuramente la escuela para colaborar en el sostén económico del hogar, lo que les hacía madurar antes de tiempo para entrar en un mundo laboral de extrema dureza y explotación.

Viriato en el siglo II a.C. fue calificado por los romanos como “capitán de bandoleros”. 

En el siglo IX el guerrillero andalusí Omar Ben Hasfún y sus leales de Bobastro fueron considerados durante un tiempo bandoleros del Emirato de Córdoba.
Durante el siglo XVI y comienzos del XVII los monfíes “moriscos refugiados en Las Alpujarras a partir de 1568”, fueron también considerados bandoleros por culpa de la represión a la que fueron sometidos por los reyes cristianos, después de la Toma de Granada. 

El bandolerismo fue considerado como una razón de Estado durante el siglo XVIII y comienzos del XIX al estar en peligro las rutas y caminos desde Despeñaperros hasta Andalucía la Baja y el Camino inglés “Gibraltar”. Pero no hay que olvidar que fue el resultado de tanta miseria moral del propio Estado que permitía fuertes contrastes sociales beneficiando siempre a las clases privilegiadas como los caciques, la nobleza y el clero mientras predominaba en el pueblo llano la miseria y hambruna que actuaba como detonante para que muchas personas se pusieran al "margen de la ley" y se echaran al monte en las sierras de Andalucía donde ejercían su influencia. 

Los maquis serán considerados después de la Guerra Civil española como “bandoleros” por la Dictadura de Franco, pero nunca lo fueron. Fueron por derecho propio, el único movimiento de resistencia anfifascista, que sufrieron el exilio o la muerte y lo que es peor, el ingrato olvido de la historia.
Monumento al bandolero, en Ronda

Muchos patriotas tras la guerra de la Independencia se encontraron de nuevo bajo el yugo del rey Fernando VII bajo el lema "vivan las caenas". El absolutismo de Fernando VII acabaría con las ansias de libertad "Mariana de Pineda". 


Una mirada retrospectiva de la época que le toco vivir a Pernales, nos proyecta tiempos pretéritos estrechamente ligados a la opresión, al caciquismo y al descontento social.  La vida jornalera carecía de presente y de futuro. 


El bandolerismo no era defensor de ninguna causa proletaria aunque el pueblo analfabeto, en su mayoría "jornaleros y gañanes", así lo creyese, al luchar algunos contra el absolutismo. La miseria en los países más ilustrados se canalizaba a través de los movimientos obreros revolucionarios mientras que en los países pobres como España, muchas personas se veían obligados "echaban al monte" para salir de su profunda miseria. En ese río revuelto de miseria resignada, los "caciques" podían disponer de una mano de obra hambrienta, sumisa y barata. Los latifundios provocaban la exclusión social y económica de miles de jornaleros sometidos a unas condiciones de vida miserables. 


Es evidente que detrás del bandolerismo andaluz del siglo XVIII y comienzos del XIX ha existido una razón de orden sociológico, al ser empujados por la miseria bajo el amparo de una justicia corrompida. 

Un juez me preguntó un día, 
que de qué me mantenía,
yo le respondí: robando,
como se mantiene usía,
pero yo no robo tanto.


Fandango popular

Los caciques en las áreas rurales estaban sostenidos por sus altas influencias políticas designando alcaldes, controlando a los jueces locales y funcionarios públicos, actuando en definitiva, con la máxima arbitrariedad posible. 

En torno al mundo de los bandoleros los sentimientos siempre se han encontrado siempre polarizados, en función de la condición social de quien los observa. Para la aristocracia, caciques y señoritos cortijeros de la época eran considerados bandidos, malhechores, ladrones o asesinos mientras que para la gran masa de gente humilde y campesina -gañanes o braceros sin tierra-, eran una especie de héroes, en unos tiempos donde el campesinado estaba desposeído de cualquier derecho social permaneciendo anclados en la pobreza más extrema mientras la justicia social brillaba por su ausencia.

Para salir de la pobreza extrema no existía otra opción que hacerse contrabandista o bandolero, siempre en el filo de la navaja y como consecuencia, ser perseguidos por la ley. Una corta y mala vida les esperaba.

Armado de trabuco y navaja a lomos de un caballo -generalmente robado a algún terrateniente-, el bandolero se lanzaba a asaltar por los caminos reales el preciado botín, desvalijando incluso las diligencias oficiales de la Corona. Frente al delincuente común, el bandolero gozaría del aprecio del pueblo, que lo convertiría en una especie de héroe. 

Los "bandidos de honor" se echaron al monte para luchar contra las fuertes medidas absolutistas de Fernando VII, como José María "El Tempranillo (1905-1933) o Pedro Zaldívar en 1821. 

Otros bandoleros célebres fueron Luis Candela (1804-1837), Francisco Mateos "El Tenazas" a finales del siglo XVIII, Antonio López Martín "El Niño de la Gloria", muerto en 1907 a manos de la Guardia Civil o Juan Mongolla Gallardo "Pasos Largos", muerto en la serranía de Ronda en 1934 a manos de la Benemérita cuando se negó a rendirse o Francisco Ríos González "Pernales" abatido por la Guardia Civil el 31 de agosto de 1907. Nombres de fascinerosos que formaron parte por derecho propio de la crónica negra española de una época.

La Guerra de Sucesión y posteriormente la Guerra de la Independencia habían dejado las arcas del Estado en banca rota mientras la población estaba sumida en la miseria y la hambruna. Los caminos eran inseguros y muchos fascinerosos se consideraban "fuera de la ley".



El fenómeno del bandolerismo llegó a ser considerado como un auténtico latrocinio y asunto de Estado durante el siglo XVIII y comienzos del XIX aunque, mayor latrocinio llegaría a ser impedir que el espíritu de la España de 1812 “La Pepa” siguiera por la senda constitucional de progreso y libertad, lo que hubiese permitido sentar las bases definitivas para sacar a aquella España de la más absoluta miseria, analfabetismo, y hambruna en la que estaba sumida por la mala administración y sempiterna corrupción de sus clases dirigentes.

Desbrozando algún que otro Libro de Actas Capitulares y Libros de Protocolos entre 1828 y 1833 y poniéndome en contacto con el Juzgado me comentan que anterior al año 1870 no existía el Registro Civil. Cualquier información anterior a esa fecha había que buscarla en las parroquias y en los ayuntamientos.

Observando un plano sobre las vías pecuarias de la orografía del terreno Morón por donde transitaba el Pernales se puede comprobar la salida desde Morón por la antigua Fuente Nueva hacia la colada del Piojo-Los Melonares en busca de la colada de Percoya y el Pedernal que desemboca en el arroyo Salado como inicio de la ruta para llegar a las Rozas de San Juan ya en plena sierra donde se refugiaban en sus guaridas alguna que otra “partía” de bandoleros como “El Tempranillo y Pernales”.

Por tanto, entra dentro de la lógica, que “Pernales” bajara desde la Sierra a través del Paso del río Salado y llegar hasta la colada del Pedernal y Percoya para conectar con la Colada de los Remedios-Fuente del Piojo que llegaba hasta la antigua Fuente Nueva, donde la gente mayor recuerda el antiguo abrevadero donde brotaba agua.

El bandolerismo romántico ha llegado hasta nosotros gracias a las plumas de viajeros románticos de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX como Washington Irving, Gautier o Merimée que proyectaron fuera de España a través de leyendas e historias reales una figura del bandolero idealizada como el “mártir de las causas injustas y la opresión social y política”. 

"Bandoleros de Grazalema, en Montellano". Julio de 2014

Tal vez haya sido la poesía de Fernando Villalón pionera en facilitarnos esa visión romántica del bandolero como héroe social, una especie de Robin Hood con el “Tragabuches, Juan Repiso, Satanás y Mala Facha, José Candio y el Cencerro y el capitán Luis de Vargas” el que a los pobres socorre y a los ricos avasalla.


"Diligencia de Carmona".

…-Echa vino montañés,
que lo paga Luis de Vargas,
el que a los pobres socorre
y a los ricos avasalla.

Fernando Villalón "Romances del 800".

Abrevadero del Pilar, lugar de encuentro de bandoleros entre Morón y Puebla de Cazalla


"El Pernales"


Francisco de Paula José Ríos González nació sin un pan bajo el brazo -como tantos otros niños de su generación- en el pueblo de Estepa, en la provincia de Sevilla un 23 de julio de 1879. 

Durante el periodo conocido como "La Restauración" apoyada por el Ejército y la Iglesia, la mayoría de la población vivía en el más absoluto analfabetismo y miseria. Pernales, como la mayoría de los campesinos no recibió formación alguna en la escuela, y a los diez años se encontraba trabajando de cabrero con su padre en Calva, aunque más tarde regresaron ambos a Estepa, que había sido cuna de bandoleros famosos antes que Pernales, como Juan Caballero, el Lero o el Vivillo.

Su padre lo introduce en el magisterio de adueñarse de lo ajeno y en una de sus fechorías se tropieza con la Guardia Civil que lo mata. Este hecho se graba perenne en su retina y se “echa al monte” al margen de la ley formando una partía con Antonio López “el Niño de la Gloria”, Juan Muñoz “el Canuto”, Antonio Sánchez “el Reverte”, Pedro Ceballos “el Pepino” y Antonio Jiménez Rodríguez, “el Niño de Arahal”, atracando entre Sierra Morena y la Serranía de Ronda. Incluso se atrevió a asaltar a un Gobernador Civil de Córdoba.

Abrevadero del Pilar en la "ruta morisca"

Como la mayoría de los campesinos andaluces Pernales no recibió instrucción alguna en la escuela, y a los diez años trabajaba de cabrero con su padre. El 25 de diciembre de 1901 se casó con María de las Nieves Pilar Caballero con la que tuvo dos hijas, aunque años más tarde ésta lo abandonó. Inició sus andanzas asaltando cortijos y gente acaudalada. El contacto diario con las víctimas de injusticias permanentes, hacían que estas gentes le solicitasen de vez en cuando alguna ayuda a lo que él no rehusaba. Solía repartir algunos cigarros y algún duro entre los campesinos que se cruzaba, viéndole éstos como un aliado. Sus robos consistían en solicitar amablemente a la persona elegida una cantidad de dinero (generalmente mil pesetas de la época).
Pernales a lomos de su caballo “Relámpago” recorría los campos de Morón, Marchena, Puebla de Cazalla, Osuna, La Roda de Andalucía, Écija, el Valle del Genal, Lucena y Antequera refugiándose en las sierras abruptas que reúnen las condiciones adecuadas para cobijar a los fascinerosos. Poco a poco iría adquiriendo un intenso historial que colocaría en jaque a un tercio de la Guardia Civil.

La fama de Pernales se iba extendiendo como la pólvora. Incluso falsos Pernales utilizaban su nombre para asaltar los caminos. Casi todos los días salía en la prensa un atraco o una forma habilidosa de escapar del cerco que le tenía hecho la Guardia Civil, destacando la movilidad de su cuadrilla, nunca más de tres o cuatro hombres.
Se hablaba hoy del bandolero en Morón o en La Puebla y mañana en la provincia de Córdoba. Robaba siempre cara a cara, se limitaba a pedir entre quinientas y mil pesetas con amenaza, a veces de muerte, pero casi siempre de quemar la cosecha, los almiares o matar las yuntas. Aunque parezca poco el dinero que pedía, téngase en cuenta que, en aquella época, el que ganaba un sueldo de ochenta o noventa pesetas al mes ya pertenecía a una clase privilegiada.

Cualquier gañán, de cualquier cortijo, se sentía inspirado por las hazañas del bandolero.

¿Quién eres tú el del caballo alazán?

Soy el amo de Barbuán…[en el término de Morón, la tierra de Villalón].

En esta comarca, en estos alrededores, transcurrió la vida bandolera de Pernales, aunque sus correrías llegaban a las provincias de Málaga y Córdoba. Aquí, se sentía seguro porque no había delatores, tal vez porque era generoso con quien lo ocultaba.

En el relato de José García Orejuela, enviado especial de “El Liberal de Sevilla”, contando lo ocurrido la noche del 2 de julio de 1807 en el cortijo “La Dueña Alta”, entre Osuna y La Puebla. Allí estaban terminando de cenar, Pernales y el Niño de Arahal, cuando se presentó una pareja de la Guardia Civil. Salió el aperaor a abrir la puerta y les dice que allí dentro están los bandoleros. Cerraron por fuera todas las puertas menos una, por la que podía salir. A los lados se apostaron los civiles, no había forma de escapar. Resistir tampoco porque el aperaor se había quedado fuera y podía pedir refuerzos. Pernales pensó en una resolución extrema. A dos caballos que había en la cuadra les puso las monturas, y encima, bien amarrados, sendos sacos de paja. Hostigándolos con un látigo desde su caballo, los hizo salir, a galope, por la puerta. Los guardias, pensando que eran los bandoleros, descargaron sus fusiles sobre los sacos, mientras detrás salían, a todo galope, tendido sobre sus caballos, Pernales y el Niño de Arahal…perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Don Francisco Candau, vivía en Montellano, tenía una gran cicatriz en la cara, de una herida que le hizo Pernales cuando aquel tenía 16 o 17 años, y fue en su cortijo, en Casulilla, cerca de Morón. Aquel día, domingo 12 de mayo de 1907, Curro Candau tuvo el valor de enfrentarse con el bandolero. Cuando aquel, poco después de medio día, llegó al cortijo y estaban allí, charlando con el casero, Pernales, El Niño Gloria y el Niño de Arahal. Pernales, muy cortés y amable le dice que le ponga una esquela a su padre pidiéndole mil quinientas pesetas. Curro obedece y manda a un zagal del cortijo al pueblo por el dinero. Mientras espera, Curro confraterniza con los bandoleros. Pernales saca de sus alforjas cinco botellas de vino de jerez, y el señorito le dice a la casera que les traiga una tinajita de chorizos en manteca que todavía quedaban de la matanza. Curro, ya a gusto, bebe tanto o más vino que sus improvisados amigos. Por fin se presenta el zagal que no trae más que quinientas pesetas. Pero el bandolero se conforma con ese dinero. Es casi de noche y prefiere marcharse. Curro, envalentonado con las copas, les dice que se llevan el dinero porque son tres y van armados. Pernales, muy sereno, lo aguanta porque sabe que quien habla es el vino, pero además le gusta encontrarse con valientes. Curro sigue retador y vuelve a repetirle que es un cobarde, que se aprovechan que son tres contra uno. Esto acaba con la paciencia del bandolero que, de un puñetazo lo tira al suelo, lo encañona con el revólver…pero tira el arma al suelo y le da una tremenda patada en la cara. Y allí lo deja con el rostro bañado de sangre.

Atrás queda su encuentro con el poeta de “Andalucía la Baja” Fernando Villalón en las inmediaciones del cortijo “La Rana”, ubicado entre Morón y la Puebla de Cazalla donde el célebre poeta intentara echarle una mano, con la promesa de hacerlo un hombre decente. 


El día 11 de mayo de 1907 en el “Correo de Andalucía” aparece la siguiente información:

“Se han recibido noticias oficiales en Sevilla de otra nueva hazaña cometida por el Pernales. Según noticias, a las siete de la tarde del día 8 del actual, se presentó el célebre forajido en la finca La Rana del término de Morón y propiedad del señor Conde de Miraflores. Iba acompañado de otro sujeto como de 35 años de edad, vestido con traje oscuro y armado con una escopeta de dos cañones. Bajo amenazas de muerte exigieron quinientas pesetas, que le fueron entregadas en el acto ante el temor de que el temible bandido les asesinara. Después, con la tranquilidad más grande del mundo, salieron de la finca, montados en sendos caballos, que habían dejado a la puerta del caserío y tomaron carretera adelante por el camino de Marchena”.

La amistad que se ha atribuido a Pernales con el gran poeta moronense D. Fernando Villalón, se debe a que el ilustre escritor Manuel Halcón, primo hermano del poeta, en su amenísimo libro “Recuerdos de Fernando Villalón” cuenta, con una maravillosa fantasía, una entrevista nocturna entre el poeta y el bandolero, que merecía ser verdad:

No sería aún la medianoche cuando Pernales acercó su caballo a una sombra que emergía de los surcos.

“Dios guarde a Ud., Don Fernando…He querido advertirte de que tu cabeza, hace tiempo pregonada corre peligro inminente. Hay un tercio de la Guardia Civil movilizado únicamente en tu busca, tiene orden de entregarte vivo o muerto. Ahora mismo, en la gañanía, hay una pareja y debajo de cada olivo de La Rana hay un civil. Huye de aquí y métete en la marisma. Acércate a la Ciñuela, donde yo tengo los toros bravos. Te haré vaquero, te haré un hombre decente, tendrás mujer, hijo, casa y caballo, mejor que ese. Tendrás paz.

Don Fernando, yo se lo agradezco, pero de sobra sé que estoy perdido. Si he de hacer algo para salvarme, tendrá que ser transponiendo de Sierra Morena y metiéndome en Castilla…de Despeñaperros para abajo no hay guarida para mí. Pero yo se lo agradezco a usted, Don Fernando, y acaso sea la suya la última mano que estreche la mía.

Pernales sacó después un puñal enfundado en cuero, con alegrías de metal y una fecha: 1867, lo dejo a usted en recuerdo. Le juro que con él no hice sangre a nadie. Don Fernando lo tomó. Pernales abrigó con su pierna derecha los ijares de su jaca, que echó a andar. A los pocos pasos el bandido se detuvo para añadir: algo le agradezco más que nada, Don Fernando, que no haya dicho usted, como todo el mundo, que me entregue a la justicia.

A partir de este episodio, de Pernales jamás se supo en Morón.

¿A dónde vas con tu jaca
y una herradura de menos
si en la barranca del río
están los carabineros?

La verdad es otra, mucho más fea. Pero cuando el pueblo quiere crear un héroe, envolviéndolo en una leyenda, la fantasía tiene más fuerza que la realidad.

Y la verdad me la contaba mi amigo Ignacio Sánchez-Ibargüen, actual dueño del cortijo La Rana, e hijo adoptivo de Jerónimo Villalón, hermano del poeta. Y me cuenta que él conoce, por testimonio directo de su padre adoptivo, que ya tenía en aquella fecha, en 1907, veintidós años, su hermano Fernando dos años mayor que él, y Pernales tenía veintisiete años. Aún no había heredado nada Fernando, puesto que vivían sus padres, los Marqueses de San Gil y Conde de Miraflores. Por tanto, no podía tener ganadería brava a donde mandar a Pernales de vaquero. La realidad es que el bandolero iba mucho por la Rana, tenía amistad con el yegüero y dejaba allí su caballo, trabado en la piara, y cogía una bestia cualquiera para ir a ver a su última amante, Conchita Fernández pino, de El Rubio, que la tenía en Rapapelo, a una hora corta a caballo desde La Rana. De esta forma, si la Guardia Civil veía en Rapapelo una yegua con un hierro del Conde de Miraflores, ni por imaginación les pasaba que podía ser el Pernales. Lógicamente de todos estos “trapicheos” tendría conocimientos el Conde. Pero nunca acogió al bandolero en su casa ni tampoco se oponía a que el yegüero lo amparase.

Me dice Ignacio que Jerónimo Villalón recordaba perfectamente cuando Pernales, a través del administrador, pidió las consabidas pesetas a su padre. No con amenazas de muerte, pero sí advirtiendo que, si se negaban, podía quemar los sembrados, los almiares…o matar las yuntas. El administrador, Martín se llamaba, lo consultó con el Conde y éste, lógicamente, sin demora alguna, se las puso en la mano. Además, de su voluntad, le llenó las alforjas con lo que, en el campo se llamaba “el costo”, que eran los comestibles que se echaban cuando se iba de viaje a caballo, sobre todo e la conducción de ganado, y un gran manojo de cigarros puros. Y Pernales, con una ingenuidad infantil le dijo a Martín: “dígale usted al conde que, de aquí en adelante no va a necesitar velaor para las yeguas. Y dígale usted también a los niños del conde (así se conocía en Morón a Fernando y Jerónimo Villalón) que, un día, cuando estén corriendo las liebres, voy a venir a correr con ellos, que ahora tengo un caballo más ligero que los suyos”.

Y esta es la relación que Pernales tuvo con Fernando Villalón, así de sencillo. Pero yo me quedaría con la versión e Manuel Halcón. Aunque no sea cierta, pero es mucho más bonita.

Bella panorámica cercana a la Cruz de Pernales

Pero la vida del Pernales podría decirse que era la “crónica de una muerte anunciada” al tener el santo de espalda ya que sus huellas eran oteadas por la Guardia Civil “con la orden de entregarlo vivo o muerto”. Pernales sabía de sobra que estaba perdido. En Andalucía no existía guarida que le cobijara. Desde Gibraltar hasta Sierra Morena, existía un tercio de la Guardia Civil en su busca.

Es evidente que las fuerzas del orden de la época contaron con la enorme ayuda del telégrafo y el ferrocarril que poco a poco irán poniendo cerco a las “partías de bandoleros”.



El 13 de mayo de 1844 se crea la Benemérita “Bene (bien), méritus (merecedor)” por D. Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada con el objetivo de combatir la inseguridad de los caminos y perseguir a los malhechores, salteadores de caminos, bandoleros y otros delincuentes. 

Corría el año 1847 cuando el bandido apodado "el Tuerto de Alajar" acabó con la vida del cabo de caballería de este cuerpo Alonso Jiménez Serrano. A partir de este momento se desencadenaría una auténtica lucha por parte de la Guardia Civil por perseguir y erradicar el bandolerismo en toda nuestra geografía.

Aunque su captura era muy dificultosa al tener una gran movilidad geográfica y destreza como jinete acompañado de su buena montura, el cerco de la Guardia Civil se estrechaba. 

En mayo de 1907 su “partía” aunque cohesionada -ya que la traición se pagaba con la muerte- quedó desmantelada en Alcolea, Córdoba quedándole tan solo como cómplice el “Niño de Arahal”, por lo que decidieron iniciar su último viaje por la Sierra de Segura y Alcaraz con la intención de llegar hasta el puerto de Valencia con el único objetivo de salvar la vida poniendo rumbo a América.

El 31 de mayo de 1907, la banda de Pernales sería sorprendida por la Guardia Civil entre Alcolea y Villafranca, en la provincia de Córdoba. En el tiroteo que se produjo fue herido el Niño de la Gloria, que poco después murió. Otro miembro de la pandilla, "el Reverte" fue hecho prisionero.
Valencia, objetivo del Pernales para su huida a América

Posiblemente Pernales y el Niño de Arahal entraran en la provincia de Albacete por el collado de las Lagunillas, situado en las faldas e la Peña del Cambrón. Después seguirían hacia el cortijo de las Mangadas o del Puerto, donde se toparon con el guarda forestal Gregorio Romero Henares, que fue quien con toda seguridad denunció su presencia al juez de Villaverde de Guadalimar, don Manuel Zorrilla Muñoz.

El 24 de julio de 1907 Conchilla, "la del Pernales", dio a luz una niña, fruto de sus amores con el bandido. Al parecer, Pernales le pidió que marchase a Valencia, donde se reuniría con él más tarde, quizás con la idea de partir hacia América.

Pero su trágico final junto con su inseparable compañero de correrías Antonio Jiménez Rodríguez “El Niño de Arahal” tuvo lugar un 31 de agosto de 1907 donde encontraron la muerte a tiros en Villaverde de Guadalimar al ser sorprendidos por la Guardia Civil al mando del teniente Juan Haro López, jefe de la línea de Alcaraz, Albacete. Sus cadáveres se trasladan primero a Villaverde del Guadalimar y luego a Alcaraz (Albacete) donde los cuerpos de los desafortunados bandoleros fueron expuestos al público en el patio del ex-convento de Santo Domingo de dicha localidad.

Informe oficial del teniente Haro tras ser abatido “El Pernales”:

“Aparenta ser de unos 28 años, de 1,49 metros, ancho de espaldas y pecho, algo rubio, quemado por el sol, con pecas, color pálido, ojos grandes y azules, pestañas despobladas y arqueadas hacia arriba”.




Al Pernales se le ocupó, según el informe del teniente Haro, un macho castaño oscuro, una escopeta de dos cañones de fuego central de retroceso, un revólver sistema Smith de seis tiros, un anteojo de larga vista, un reloj sistema Roskof, una cartera de bolsillo con tres billetes de 100 pesetas, una pluma para escribir, una carta con un sobre que se dirigía a Carmen Morales González, calle Alcoba, Estepa, participándole a su madre que tenía un hijo más, firmándola Francisco Ríos y otra carta en un sobre, sin dirección, proponiendo a una tal Mariana que asistiera a una entrevista para llevársela al campo, entre otras cosas.

Al Niño de Arahal se le ocupó una yegua castaña clara, un revólver sistema Smith, una navaja de muelles de grandes dimensiones, fabricada en Albacete y una cartera de bolsillo con cuatro billetes de 100 pesetas, entre otras cosas.

Pernales y el Niño llegaron, según el informe del teniente, hasta 8 pasos de donde estaban apostados el cabo Villaescusa y el guardia Segovia quienes les dieron el alto, a lo que respondieron los bandidos disparando. Este lugar donde murió Pernales es una pequeña elevación de terreno con dos grandes piedras detrás, donde seguramente se ocultaron los guardias. La senda, que todavía hoy se distingue perfectamente, es muy estrecha por lo que Pernales iría delante y detrás el Niño, que así pudo escapar de una nueva descarga, aunque finalmente fue abatido ya que tropezó con el teniente Haro, el guardia Redondo y el guardia Codina, este último al parecer fue quien le alcanzó con un disparo, pues así lo afirmaba el oficial en su informe….



El ministro de la gobernación, don Juan de la Cierva, no podía creer la noticia cuando la recibió, pues las andanzas del Pernales habían constituido para él y para todo el Gobierno una auténtica pesadilla. 



Francisco de Paula José Ríos González, alias "Pernales", por la dureza de sentimientos, ha sido considerado el último de los bandoleros andaluces.

Un hecho que voy a relatar se lo he escuchado siempre a mi padre. Es una historia que ha sido transmitida a través de varias generaciones. 

La abuela de mi padre María García León era recovera y visitaba los cortijos de la zona para llevar productos del pueblo para cambiarlos a su vez por huevos, queso y otros productos del campo para suavizar un poco su maltrecha economía. 

Como la inmensa mayoría de las mujeres de su época, vestía de negro. Un día se le echó la noche encima y anduvo todo lo ligera que pudo para llegar a su casa. En el silencio de la noche, escuchó tras ella el trote de un caballo, lo que le hizo aligerar aún más el paso, posiblemente por el miedo. 

Cuando el jinete la alcanzó le preguntó. ¡Señora, de donde se viene!.

La buena mujer temerosa le contestó:

¡De buscarme la vida, soy recovera, vendo por los cortijos y hoy se me ha hecho tarde!.

El jinete le preguntó si no lo conocía a lo que le respondió la señora: ¡No, señor!. El jinete le manifestó siempre según la versión de la recovera, ¡No diga que me ha visto!. ¡Yo soy Pernales! y le entregó dos pesetas en plata, para que se ayudara un poco.

Este hecho tuvo lugar en una vereda cercana a Morón, llamada "Los Melonares", entre la antigua finca del Pernal y el Piojo, lo que demuestra que el célebre bandolero Pernales considerado ¡el último bandolero! anduvo por Morón al igual que en julio de 1832, José María Hinojosa Cobacho “El Tempranillo”, celebrara el indulto de Fernando VII, en la Hacienda “Arroyo del Rosal” junto con otro bandolero Juan Caballero, en julio de 1832.

También me cuenta un vecino y amigo de Morón, de un hecho significativo que le ocurrió a un vecino de Dos Hermanas y pariente suyo llamado Antonio López Gómez, administrador de fincas que se vio sorprendido por el célebre bandolero “Pernales” cuando llevaba dinero para pagar a los jornaleros. Le pegó una paliza, lo amarro y acto seguido le quitó el dinero de las alforjas, perdiéndose por los caminos.
Cuenta Hernández Gilbar en “Bandidos Célebres Españoles”, que una vez, merodeando por aquí, se le partió la cuerda del reloj. Y el bandolero no se sentía a gusto sin sentir el entrañable tic-tac que siempre le acompañaba. Y en pleno día, sin precauciones de ningún tipo, se presentó en una relojería del centro de Morón. Mientras esperaba  tranquilamente que le pusiesen una cuerda nueva, entró en el establecimiento una pareja de la Guardia Civil, con prisa venían para recoger un reloj porque, comentó uno de ellos, con toda naturalidad, “salimos ahora mismo en persecución de Pernales que dicen que anda por aquí”.

El bandolero lo escuchó sonriendo sin hacer el menor comentario, sin mostrar inquietud alguna. Cuando se fueron los civiles, esperó aún a que el maestro terminara su trabajo, le dio un billete de veinte duros y con un “quédese usted con la vuelta”, salió a la calle tranquilamente con su reloj funcionando.

Seguro que al día siguiente todo Morón comentaría, con admiración, la sangre fría, el valor y la templanza del bandolero. Y a su vez el olvido total de las crueldades que pudiera haber cometido.

En Alcaraz, también visitamos la tumba del que fuera considerado “el último bandolero” Francisco González Ríos “El Pernales” que junto a su inseparable compañero de infortunio Antonio Jiménez Rodríguez “El Niño de Arahal”, encontraron la muerte aquel 31 de agosto de 1907, en Villaverde del Guadalimar (Albacete) con tan sólo 28 y 26 años respectivamente al ser sorprendidos por la Guardia Civil, en un lugar denominado “Las Morricas”.

Tras la muerte del Pernales, comenzaba el mito. La literatura popular lo ha convertido en una leyenda viva pasando a formar parte de la Memoria Colectiva de los pueblos donde ejerciera su fascinerosa “influencia”.

Todavía existe en Alcaraz una leyenda, que cuenta que algunas noches  el espíritu de Pernales sale de su tumba para robar a las personas más ricas del pueblo y llevar el producto del robo a alguna familia de humilde condición. Si las personas pudientes no quieren ser víctimas de robos, deben subir al cementerio, situado en el viejo castillo morisco, y depositar algunas flores en su tumba. Por este motivo nunca faltan flores frescas junto a la lápida de Pernales. Desde lo alto del castillo, se puede contemplar la Sierra de Alcaraz que se hizo famosa con la muerte del célebre bandolero, en el que todavía resuenan los ecos de esta copla:

Pernales en toda su vida
no ha matado a ningún hombre,
que el dinero que robaba
lo repartía entre los pobres…

Ya mataron al Pernales.
Ladrón de Andalucía.
El que a los ricos robaba.
Y a los pobres socorría.

En definitiva, la "gente con posibles" ha considerado a los bandoleros como malhechores, fascinerosos o bandidos mientras que la gran masa de  los desposeídos o braceros sin tierra, anclados en la más absoluta miseria los consideraban, una especie de  "aliados".


¡Qué cada uno saque sus propias conclusiones!

Las lindes del olivar,
son anchas pá los don mucho,

 y estrechas pá los don ná.



Soleá (Manuel Gerena)

La arrogancia de "Pernales"

Córdoba 22. Camino de la aldea de Zapateros, término de Aguilar, el famoso bandolero Pernales detuvo un carruaje en el que iban el rico propietario y diputado D. Vicente Romero, en compañía de unas señoras de su familia.

El Pernales, con gran cortesía, pidióle al referido propietario la cantidad de 1.000 pesetas, contestándole aquél que no podía acceder a su petición, por no llevar consigo dicha cantidad.

Para demostrar al bandido la verdad de sus afirmaciones, el Sr. Romero enseñóle algunas monedas de plata que llevaba en los bolsillos, ofreciéndoselas.


Pero el Pernales, dando muestras de gran altivez, contestóle que él no pedía limosna. Luego llamóle aparte, y como las señoras se mostrasen algo inquietas, díjoles para tranquilizarlas, acompañando sus palabras de una afectuosa sonrisa:

No tengan ustedes cuidado, que yo no soy ningún criminal.

El Pernales estuvo hablando unos momentos con el Sr. Romero, y después dejó que continuase su viaje. El Sr. Romero, una vez llegado a Aguilar, comunicó lo ocurrido a la benemérita, que ha salido en persecución del bandido. 


UNA EXCURSIÓN A ANDALUCÍA

Calínez.- ¿CREES TÚ, GEDEÓN, QUE LLEVAMOS BASTANTE DINERO?

Gedeón.- SÍ HOMBRE, SÍ...QUINIENTAS PESETAS PARA EL VIAJE, QUINIENTAS PESETAS PARA LA FONDA, MIL PARA "EL PERNALES"...

Viñeta cómica perteneciente al semanario satírico "Gedeón" (Madrid, 1895-1912), publicado el 4 de agosto de 1907. Biblioteca Nacional de España.




Ruta de Pernales

Desde Alcaraz colocamos nuestro punto de mira en el lugar donde fuera abatido "El Pernales" en el término de Villaverde de Guadalimar. Una sencilla ruta nos acercaba desde la parte más elevada del pueblo, en su parte norte, a la Cruz del Pernales "6 km.", lo que nos permitía disfrutar de su entorno natural. En uno de los descansos junto al río Guadalimar se podía escuchar los saltos de agua junto al sonido de los pájaros entre los efluvios de tomillo, romero y pinos piñoneros.

Una vez muertos los bandoleros fueron llevados hasta Villaverde de Guadalimar, donde quedaron expuestos toda la tarde en la plaza para curiosidad pública. Al día siguiente, 1 de septiembre, los cadáveres fueron trasladados en un carro por Bienservida a Alcaraz. 
  • A 300 m. se puede observar la mole pétrea del Cambrón, frontera natural de dos comunidades autónomas "Andalucía y Castilla La Mancha".
  • A 750 m. existe un cruce señalizado que nos indica que a la derecha se encuentra la cruz de Pernales.
  • A 2,6 km. existe una zona de helechos, cruzamos el arroyo del Tejo que se une monte abajo con el arroyo de "El Sax", que da origen al nacimiento del río Guadalimar.
  • A 3,3 km, llegamos al Barranco del Saltillo, donde en su parte alta mataron al compañero del Pernales "El Niño de Arahal".
  • A 4,2 km. se observa Villaverde de Guadalimar al fondo del valle.
  • A 4,5 km. nos tropezamos con el mapa que nos indica el último tramo para llegar a nuestro objetivo "La Cruz del Pernales".
  • A 4,9 km. llegamos al Prado de la Rosinda, fin del camino rodado. Subimos una senda empinada de unos 500 metros y otros 500 metros de veredas, que nos llevará a la "Cruz del Pernales".
  • El último tramo se encuentra mal señalizado siendo de dificultad moderada.
Desde Villaverde del Guadalimar colocamos nuestro sextante en Riopar para visitar el Parque Natural de los Calares del Río Mundo y de la Sima. Pudimos observar “el Reventón” aunque débilmente, que se precipita durante la primavera por un farallón de más de 300 metros de altura. 

Las rocas en proceso de formación se denominan travertinos o tobas calcáreas y se originan por la precipitación del carbonato cálcico disuelto en agua. Son formaciones muy frágiles. 

En la Cueva de los Chorros nace el río Mundo, precipitándose y formando una de las cascadas más espectaculares de España y pequeñas pozas llamadas Calderetas. La distancia a la Caldereta principal es de 350 metros y de 800 metros el recorrido completo, hasta el segundo mirador. Desde el aparcamientos transitamos por la piedra de los señoritos hacia la caldereta donde se encuentra el primer mirador.

La cueva tiene 15 metros de anchura por 25 de altura. El agua cae desde 80 metros de altura. Su caudal es extremadamente variable, alcanzando niveles mínimos en verano y máximos en invierno, produciéndose en ocasiones crecidas llamadas “Reventón”.

En condiciones meteorológicas adversas (hielo, nieve, lluvia, etc., aumenta el desprendimiento de hielo y rocas).


Después de nuestra grata ruta cultural, regresamos por los Cerros de Úbeda a nuestro lugar de origen, en la tierra de Villalón, de la cal y del flamenco, no sin antes haber degustado productos de la tierra como la miel, nueces, queso en aceite de oliva, pan de la tierra o aceite de oliva virgen extra ecológico.

Desde la Cruz de Pernales, en Villaverde de Guadalimar, para el blog de mis culpas...


Durante nuestra visita al castillo de Alcaraz como vestigio arquitectónico, visitamos junto a éste, el cementerio de Alcaraz (donde se encuentra enterrado Pernales). Allí tuvimos la suerte de encontrarnos con una señora llamada Felisa, quien nos manifestó que según su abuela Felisa, su bisabuelo Modesto se encontraba regando en aquellos tiempos pretéritos unas tierras que se pueden observar desde el mirador del cementerio. Los célebres bandoleros le preguntaron por el camino hacia Vianos, que en la actualidad se encuentra casi perdido por la maleza y desaparecieron. También nos cuenta Felisa que su bisabuelo le manifestó que el Pernales cuando lo mataron llevaba un traje de pana color marrón y el Niño de Arahal otro de color verde. Cuando los mataron, el Niño de Arahal llevaba en los labios restos de huevo, lo que presuntamente podría dar a entender que fueron sorprendidos comiendo.

Por otro lado, también nos dijo Felisa que un guardia civil apellidado Canuto fue al parecer quien mató al Pernales. Este suceso contribuyó a que padeciera a partir de entonces graves problemas psicológicos hasta su muerte.



Bibliografía


DESDE LA FRONTERA "Revista de Temas Moronenses".
Bandoleros por Juan Torres



LA RUTA DE EL PERNALES
Ayuntamiento de Villaverde de Guadalimar