viernes, 13 de mayo de 2016

En busca de las huellas de don Antonio Machado



Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales.
Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así
tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

Antonio Machado

Decía el gran cantautor Paco Ibáñez que tan magistralmente se ha inspirado en las poesías de Luís de Góngora, Gustavo Adolfo Bécquer, Federico García Lorca, Antonio Machado, Rafael Alberti, Luís Cernuda, León Felipe, Miguel Hernández, etcétera…

“Si una canción, una puesta de sol o unos versos te siguen emocionando, entonces estás vivo”.

Desde la tierra de Villalón, de la Cal, del Flamenco y de nuestra propia esperanza, emprendemos nuestra propia ruta machadiana -intentando hacer camino al andar-, en busca de esa enorme huella que nos dejó como legado ético nuestro gran poeta de la "Generación del 98". 

Se conoce como la "Generación del 98" a un grupo de escritores nacidos entre 1864 y 1876 que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social que desencadenó la pérdida de los últimos jirones de nuestro imperio (Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898). Muchos intelectuales sintieron aquella derrota como una humillación y como un fracaso político. De aquel año 1898 viene el dicho "Más se perdió en Cuba".

Si la batalla de Trafalgar -21 de octubre de 1805-, trajo como "efecto colateral" que España pasara a un segundo plano al dejar de ser hegemónica en los mares del mundo dejando el liderazgo a la marina inglesa, el año 1898 con la guerra con Estados Unidos fue el epílogo definitivo del imperio más grande y frágil que jamás haya existido.

Sin embargo, el año 1898 es testigo del nacimiento de Federico García Lorca, considerado uno de los mejores poetas y dramaturgos del siglo XX.

Don Antonio Machado siempre ligero de equipaje murió hacia el exilio “casi desnudo, como los hijos de la mar”. El autor de Campos de Castilla fue un ejemplo de honestidad e integridad humana y ética con mayúsculas, síntesis de la cultura y antítesis de la guerra cuya vida y obra que al igual que Federico García Lorca, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez, más allá de la poesía compartían su lealtad a la República pagando un altísimo precio al ser represaliados con el exilio, la cárcel o la muerte. 

Por tanto, han pasado por derecho propio a la Memoria Colectiva del pueblo español, -esa que permanece perenne y que no puede ser adulterada por substratos o reminiscencias ideológicas almacenados en los pozos de la historia-. 

Las huellas de Antonio Machado proyectan gratas sensaciones que nos transmite el alma del poeta y mejor persona, que llegó a ser en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno.

La vida de Antonio Machado es un ejemplo de integridad humana; fue una vida llena de soledades acompañadas de las penurias de un docente en aquéllos tiempos pretéritos, al que la trágica Guerra Civil le desgarró el alma -como a decenas de miles de personas-, con un dolor lacerante en su corazón acompañado de la enfermedad y el exilio cuyas trágicas consecuencias fueron su propia muerte y la de su madre Ana Ruiz, en Colliure.



Se percibe cierta emoción al encontrarnos por vez primera en el patio de los limoneros (Palacio de las Dueñas) donde dejó reflejada su infancia en sus bellos poemas; el aula donde impartió sus clases en Soria, Baeza, Segovia y su triste destino en Colliure, en un largo peregrinar hacia la mar.

En Colliure se encuentran los restos mortales de Antonio Machado. Su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación para admiradores del poeta y republicanos españoles -como si de un "santo laico" se tratara-. 

Los últimos días de Antonio Machado simbolizan también la derrota de la Segunda República en la Guerra Civil.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


…Comenzamos nuestra ruta visitando el jardín de los limoneros en el Palacio de las Dueñas de Sevilla, un bello lugar donde se rezumen los efluvios de su infancia, inmortalizado en sus famosos versos.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.



Los primeros años en Sevilla de nuestro inmortal poeta Antonio Machado transcurren en una de las viviendas del célebre Palacio de las Dueñas, -sito en la calle del mismo nombre-, junto a sus padres y abuelos. Fue el segundo de cinco hermanos; su padre era flamencólogo y su abuelo médico y profesor. En 1881 su padre publica la “Colección de cantes flamencos”, bajo el pseudónimo de Demófilo.

Pila bautismal en la iglesia San Juan de la Palma de Sevilla, donde fueran bautizados los poetas Manuel y Antonio Machado.


Portada de la Iglesia gótico-mudéjar, en San Juan de la Palma, en Sevilla


Mientras tanto, Antonio Machado y su hermano Manuel acuden a la escuela de párvulos de don Antonio Sánchez. Los recuerdos de Antonio en su ciudad natal son todos infantiles.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Machado fue un poeta comprometido, universal y uno de los más importantes de la Generación del 98. Nació en el mismo palacio, como recuerda una lápida colocada por el ayuntamiento de Sevilla en el año 1985, en la galería del patio principal:



“En una vivienda de este palacio nació el 26 de julio de 1875 el poeta Antonio Machado. Aquí conoció la luz, el huerto claro, la fuente y el limonero. Ayuntamiento de Sevilla, 1985”.

En 1883 la familia de Antonio Machado decide trasladarse a Madrid porque a su abuelo Antonio Machado y Núñez le han concedido una cátedra en la Universidad Central, fijando su nueva residencia en la calle Claudio Coello. Pronto irá a la Institución Libre de Enseñanza, muy distinta de la escuela sevillana recordada por el poeta.

Los profesores de la Institución Libre de Enseñanza -que fuera fundada por Francisco Giner de los Ríos en 1876-, tienen un trato cercano con los alumnos. No se aprende de memoria sino a través de la observación y del diálogo socrático. No hay exámenes siendo frecuentes las excursiones y salidas al campo, ciudades y pueblos cercanos a Madrid. Todo era pedagogía. Antonio Machado recordaría siempre con afecto su paso por la Institución Libre de Enseñanza. 

En Madrid, Antonio Machado recordaría siempre con afecto su paso por la Institución Libre de Enseñanza donde se educó y a cuyos maestros siempre guardó vivo afecto y profunda gratitud -Joaquín Sama, Manuel Bartolomé Cossío pero sobre todo, el fundador y alma de la Institución, don Francisco Giner de los Ríos, catedrático de Derecho y amigo de su padre, que no desdeñaba en dar clases a párvulos y bachilleres, pues estaba convencido de que el porvenir de España se ventilaba en la escuela-. 

Con la Institución Libre de Enseñanza descubriría Antonio Machado la Sierra de Guadarrama. En su elegía al maestro Giner, en 1915:

Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.


De aquella época data su amistad con intelectuales como Federico García Lorca y la intensa correspondencia que mantuvo con Miguel de Unamuno. A la muerte de don Francisco Giner de los Ríos, Machado le dedicó un bello poema “el viejo alegre de la vida santa”. En un artículo de 1905 escribió:

“…Los párvulos aguardábamos, jugando en el jardín de la Institución, al maestro querido. Cuando aparecía don Francisco, corríamos a él con infantil algazara y lo llevábamos en volandas hasta la puerta de la clase…En su clase de párvulos como en su cátedra universitaria, don Francisco se sentaba siempre entre sus alumnos y trabajaba con ellos familiar y amorosamente. El respeto lo poníamos los niños o los hombres que congregaba el maestro en torno suyo. Su modo de enseñar era el socrático, el diálogo sencillo y persuasivo. Estimulaba el alma de sus discípulos –de los hombres o de los niños- para que la ciencia fuese pensada, vivida por ellos mismos”.

Instituto San Isidro en Madrid. Foto: Cristóbal Manuel

En junio de 1899 realiza su primer viaje al París de la pintura impresionista. Allí traba amistad con Oscar Wilde y Pío Baroja. En 1902 realiza su segundo viaje a París, donde conoce al poeta consagrado Ruben Darío. A su regreso comienza su amistad con Juan Ramón Jiménez.


Pero Antonio Machado siente nostalgia de Madrid y vuelve preocupado por su futuro. Tiene veinticinco años y aún no es ni siquiera Bachiller cuando su hermano era ya licenciado en Filosofía y Letras.

Después de haber realizado sus primeros estudios en la Institución Libre de Enseñanza, comienza sus estudios de bachillerato como alumno libre en 1889 en el Instituto de San Isidro y al año siguiente en el Instituto Cardenal Cisneros que no concluirá hasta once años después, en 1900. El 25 de septiembre de 1900, consigue su título y se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid.

“Mi adolescencia y mi juventud son madrileñas”.

En 1901 aparecen sus primeros poemas publicados en la revista modernista "Electra". A primeros de agosto de 1902, Antonio regresa a Madrid y a finales de enero de 1903 aparece la primera edición de "Soledades", primer libro de poesías de Antonio Machado.

En 1906 prepara las oposiciones a la cátedra de francés de instituto de segunda enseñanza.

En abril de 1907 obtiene una de las cátedras de francés y elige Soria. El 1 de mayo toma posesión de la cátedra tras una breve visita a la ciudad del Duero y a su regreso escribe el poema "A orillas del Duero". Ese mismo año se publican "Soledades, Galerías y otros poemas".


Desde el Palacio de las Dueñas en Sevilla -donde Antonio Machado pasara su infancia-, para el Blog de mis culpas...





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