"Solo odio a la muerte cuando la pienso en vosotros"
Julio Vélez
Los efluvios de la primera visita al Valle de la Sauceda quedarán grabados para siempre en la retina del recuerdo, destacando su vertiente histórica, la biodiversidad dentro de la última selva jurásica del arco mediterráneo occidental junto con el aprovechamiento de los recursos naturales desde tiempos antiguos y que brillan con luz propia en el Parque Natural de los Alcornocales.
Se podría considerar al Valle de la Sauceda como un auténtico “paraíso terrenal” que llegó a ser en tiempos pretéritos antiguo lecho de bandoleros, republicanos y maquis, entre la utopía y el ingrato olvido.
Decía el poeta chileno y premio nobel Pablo Neruda que muere lentamente quien no viaja, quien no lee... Por tanto, enarbolamos de nuevo nuestras naves -desde la tierra de la Cal y del Flamenco ubicada en la frontera de nuestra propia esperanza-, colocando nuestro sextante hacia la carretera A-373 que transita desde Ubrique hasta el Puerto de la Víbora y posteriormente dirigirnos a la A-375 que nos llevará al Puerto de Galis.
En su estratégica venta ubicada en el cruce del mismo nombre, degustamos las tradicionales rebanadas de pan de pueblo con manteca “colorá” para recuperar fuerzas y proseguir nuestra ruta.
Un poco antes de llegar a la venta del Puerto de Galis -a la altura del cortijo de “El Marrufo”-, nuestra retina capta un panel ilustrativo que nos indica que este lugar forma parte de la Memoria Histórica de Andalucía al haberse encontrado en el cortijo “El Marrufo”, la mayor fosa común de la Guerra Civil española en la provincia de Cádiz.
Los vecinos del lugar conocen esa zona como "la majá (majada) de los muertos". Los restos encontrados se encuentran en el cementerio de la Sauceda.
En julio de 2016 se cumplirá el 80º aniversario del comienzo de la Guerra Civil española cuya “sinrazón” se proyecta hasta nuestros días como substrato de ciertas posiciones ideológicas. Una fecha que tal vez, pase desapercibida para las nuevas generaciones pero cuyo dolor lacerante polariza aún sentimientos debido a que sus heridas no han cicatrizado correctamente ni han sido tratadas con el rigor histórico necesario.
Como se hace camino al andar, desde el Puerto de Galis tomamos la dirección a la C-3331 que transita hasta Jimena de la Frontera. A 4 km. del cruce nos encontramos el Cementerio de la Sauceda, también lugar de la Memoria Histórica de Andalucía. Desde la carretera se observa una verja de madera que nos permite acceder a un camino descendente que tiene aproximadamente 100 metros de largo por 2 metros de ancho y con solería de piedra. Un rincón de paz y de dolor situado en un enclave privilegiado del Valle de la Sauceda, en pleno Parque Natural de los Alcornocales.
El Valle de la Sauceda ha sido testigo de la ignominia de tiempos pretéritos. Ha sido restaurado por el Foro de la Memoria del Campo de Gibraltar y la Asociación de familiares represaliados por el franquismo de la Sauceda y el Marrufo.
Durante los meses de noviembre de 1936 a finales de febrero de 1937 el Valle de la Sauceda quedará estigmatizado para la historia como un lugar de destrucción, dolor, tragedia y terror al producirse en la antigua y desaparecida aldea de la Sauceda un auténtico genocidio al quedar arrasada por las fuerzas “nacionalistas”. Los vecinos de la aldea que sobrevivieron al ataque serían torturados, ejecutados y arrojados en las fosas comunes en el Cortijo del Marrufo.
La Sauceda será trágicamente conocida como el último refugio republicano de la provincia de Cádiz que se mantuvo fiel a la República. Allí se ocultaron muchas personas que huían hacia Málaga -entonces republicana-, para evitar ser apresados y ejecutados. El Valle de la Sauceda -como tantos otros lugares de la Memoria Histórica-, está impregnado de ese dolor lacerante del que brotan sentimientos que permanecen vivos en la retina de la historia mezclada con efluvios de utopía.
La Legión Cóndor formada por voluntarios de la Lufwaffe como apoyo decidido de Hítler al ejército de Franco llegó al puerto de Cádiz el 6 de octubre de 1936. A los pocos días los sediciosos fascistas por tierra y la aviación nazi provocaron un auténtico genocidio que borraron del mapa a todo un pueblo para siempre “La Sauceda” y que la memoria aunque efímera intenta recuperar. La enorme ofensiva nacionalista provocará crímenes catalogados de “Lesa Humanidad”. A cientos de campesinos indefensos que tan sólo pretendían defender su vida y la de su familia, le fueron taladas sus vidas.
El Valle de la Sauceda está cargado de simbolismo al haber sido un ejemplo de resistencia en defensa del legítimo régimen republicano. Este lugar de la Memoria Histórica de Andalucía pasará a la historia por haber sido un escenario de terror institucionalizado por el ejército rebelde.
Este genocidio se cometerá bajo las directrices marcadas desde el mando militar del Sur, a las órdenes del inefable Queipo de Llano cuyos bandos de guerra autorizaban a los comandantes militares -que sin escrúpulos- a eliminar físicamente a todas aquéllas personas que se opusieran al golpe de estado que acababa de producirse el 18 de julio de 1936 en la Península. Como consecuencia de tanta “sinrazón”, comenzaba la jauría contra decenas de miles de hombres y mujeres inocentes que fueron humillados, detenidos, torturados y hechos desaparecer por las fauces del odio.
La mentalidad fascista de la época se puede resumir en el discurso de Mola el 19 de julio de 1936:
“Hay que sembrar el terror…hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin
escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.
A comienzos de la Guerra Civil le fueron taladas las vidas, los sueños y las ilusiones a cientos de campesinos inocentes en La Sauceda cuya desaparición indiscriminada dejaría sin hilo de transmisión a las generaciones futuras.
Una fatídica fecha donde los antígenos de la “sinrazón”, el odio y la venganza generaron el caldo de cultivo idóneo para que los instintos más primitivos y deplorables del ser humano crecieran exponencialmente, degenerando en una verdadera ignominia “in nomen -sin nombre-”.
La población de La Sauceda se encontraba dispersa por el territorio asociadas a dos grupos principales: uno alrededor de la Ermita y otro en las cercanías de la Laguna del Moral.
Abrimos con el máximo respeto la verja para visitar el cementerio de la Sauceda. En el centro del cementerio se puede apreciar una cerámica conmemorativa. En el “Pabellón de la Dignidad” se encuentran en nichos definitivos los restos de las 28 personas fusiladas que se han encontrado en el Marrufo y que han sido recuperados y dignificados para siempre, desde el 1 de diciembre de 2012.
En la capilla del cortijo del Marrufo se cometerían las mayores atrocidades por parte de las tropas franquistas.
En la capilla del cortijo del Marrufo se cometerían las mayores atrocidades por parte de las tropas franquistas.
Este cementerio estuvo abandonado durante muchos años pero su restauración le ha devuelto la dignidad al ser restaurado y encalados sus muros que estuvieron derruidos hasta no hace mucho tiempo. En la fachada principal del Pabellón de la Dignidad se encuentran algunos de los nombres y apellidos que padecieron aquella tragedia y "sinrazón" histórica.
Desde la Sauceda transitamos por la A-375 hasta la entrada natural del Parque de los Alcornocales por Alcalá de los Gazules y Benalup-Casas Viejas como epílogo de nuestra ruta.
En la Casa de la Cultura se puede observar una gran fotografía de Jerome Mintz. Paseando por sus calles hicimos un alto en el camino para recuperar energías, en el restaurante “La Fábrica”. La retina captaba al fondo la Iglesia Nuestra Señora del Socorro presidiendo la plaza. A la altura de la calle Rafael Bernal, 32 nos encontramos con el "Hotel Utopía" donde la retina de la historia nos recuerda que se ubicaba la choza del anarquista Curro Cruz “Seisdedos”, convertida en 1933 en un auténtico estandarte de la revolución de un pueblo que se reveló contra el hambre y la miseria secular.
Los sucesos de Casas Viejas serían fielmente narrados en el libro de Ramón J. Sénder “Viaje a la aldea del crimen”. Es un texto clave para entender las profundas tensiones políticas y sociales a las que tuvo que hacer frente la Segunda República española y que retrata fielmente la miseria del campo andaluz que condenaba a los hombres y mujeres a la triste soledad con su hambre y miseria secular como caldo de cultivo.
La masacre de Casas Viejas ocurrida entre el 10 y el 12 de enero de 1933 constituye uno de los hechos más trágicos de la Segunda República Española abriendo una enorme crisis política en el primer bienio republicano-socialista cuyas consecuencias aprovecharía la CEDA para desgastar la imagen del presidente del Gobierno Manuel Azaña en las Cortes forzando su dimisión, lo que le llevaría a la CEDA en octubre de 1934 a ganar las siguientes elecciones.
El latifundismo provocaba la exclusión social y económica de miles de jornaleros sometidos a unas condiciones de vida miserables. La masacre de Casas Viejas fue el grito jornalero que provocó un dolor lacerante en el sur, por culpa de la ancestral miseria resignada y el hambre de miles y miles de familias en el campo andaluz. Un río revuelto de miseria resignada, donde los "caciques" podían disponer de una mano de obra hambrienta, sumisa y barata.
El origen de los latifundios en el sur de España hay que buscarlo durante la denominada “Reconquista”. Los reyes repartieron extensos territorios y privilegios entre los grandes señores de la nobleza, las órdenes militares y la Iglesia. La expulsión de los moriscos a partir del 9 de abril de 1609 despobló las huertas y campos posibilitando ampliar aún más las propiedades de los “grandes señores feudales”. La desamortización en el siglo XIX en vez de solucionar este grave problema, lo aumentó al poner a la venta grandes propiedades que de nuevo fueron adquiridas por aquéllos que poseían la propiedad de la tierra y los grandes recursos financieros.
En otro libro “Los anarquistas de Casas Viejas” Jerome Mintz que vino de Indiana a investigar los sucesos de Casas Viejas se quedaría atrapado por sus gentes a las que estudió, conoció y trató. Su obra gráfica otorga voz a los campesinos y gente sencilla olvidada que hasta ese momento no había tenido cabida en las fuentes históricas oficiales.
"Viaje a la aldea del crimen" de Ramón J. Sénder nos demuestra la fortaleza del periodismo narrativo en 1934 sobre la represión de Casas Viejas en Cádiz. Los sucesos de Casas Viejas y efluvios posteriores legados de padres a hijos forman parte por derecho propio de la historia del pueblo andaluz.
…Jornaleros: España, loma a loma,
es de gañanes, pobres y braceros.
¡No permitáis que el rico se la coma,
jornaleros!.
Jornaleros, Miguel Hernández (Vientos del Pueblo, 1937).
Terminada nuestra ruta transitamos hasta Medina Sidonia en busca de la A-382 que transcurre por Arcos de la Frontera ubicando nuestro punto de mira en nuestro lugar de origen, la tierra de la Cal y del Flamenco ubicada en la frontera de nuestra esperanza.
Desde el Valle de la Sauceda, para el blog de mis culpas...
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