domingo, 19 de junio de 2011

La Real Academia de la Historia,¿permanece en el siglo XIX?


Real Academia de la Historia, en el Barrio de las Letras de Madrid


Tu verdad no; la verdad / y ven conmigo a buscarla. /La tuya, guárdatela

Antonio Machado (Proverbios y cantares, LXXXV)


Mario Vargas Llosa (escritor, Premio Nobel). "Lo que ha ocurrido con la Real Academia de la Historia es una auténtica vergüenza, sobre todo en lo que se refiere a la biografía sobre Franco. No se puede admitir esto a estas alturas. Y aún menos se puede tolerar que esto se pague con dinero público".


Recuerdo la primera página de un libro de literatura de 3º de Bachiller antiguo con un lema de la Real Academia de la Lengua Española que decía “Limpia, Fija y da Esplendor”. Extrapolando este bello término a la Real Academia de la Historia, cabe pensar que también ésta debía cultivar y limpiar la historia de malas hierbas, fijarla con rigor y dar esplendor con la veracidad que se le presupone sentando cátedra, ¡pero nada más lejos de la realidad!.

Parece mentira que en pleno siglo XXI tengamos al parecer una Real Academia de la Historia que permanece anclada en el siglo XIX al no tratar la Historia con el mínimo rigor histórico para la que se entiende ha sido creada, encendiendo unas ascuas innecesarias que deberían estar ya en proceso de enfriamiento.

Es cierto, que la Real Academia de la Historia bajo el amparo Felipe V por Real Cédula de 17 de junio de 1738 no está pasando por sus mejores momentos. Y no los pasa, porque el rigor histórico debe ser siempre un pilar fundamental sin ningún tufillo que pueda oler a tiempos pretéritos y más aún cuando parece ser que las heridas de aquel trágico periodo de nuestra historia no han cicatrizado de forma adecuada.

Es cierto que tenemos una enorme capacidad para el olvido pero nuestra historia es la que ha sido y no podemos apostatar ni adulterar ningún periodo aunque nos duelan algunos párrafos de ella.


Guernica de Picasso. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía [Madrid]


Un personaje histórico tan importante y reciente en la Historia de España como Francisco Franco en el Diccionario Biográfico Español no debería haberse permitido realizar su biografía a un señor vinculado con la Fundación Francisco Franco y presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos. En primer lugar porque su imparcialidad con este personaje histórico tan reciente en la historia de España estaría en entredicho por razones obvias y en segundo lugar porque carece del rigor necesario al mostrar una actitud benévola con quien es su punto de referencia ideológico y por último, como dice Mario Vargas Llosa aún se puede tolerar menos si se hace con dinero público.

No se puede poner una ideología ni una visión personal por encima de la historia ya que le estamos faltando el respeto a miles de víctimas en aquélla triste contienda entre españoles y a miles de estudiantes que pueden consultarlo como veraz. Es evidente que esa falta de tacto de la Real Academia de la Historia puede herir sensibilidades ya que todavía existen personas vivas que han padecido la dictadura sin mencionar a los represaliados que la memoria histórica pretende dignificar con muchas dificultades.

Esta falta de tacto y de sensibilidad por parte de la Real Academia de la Historia contribuyen de nuevo a recordar las dos Españas de don Antonio Machado que creíamos olvidadas.  Cabe citar al hispanista Paul Preston que afirmó el martes 14 de abril de 2010 que la apertura de la investigación judicial en el Tribunal Supremo sobre el juez Baltasar Garzón "da la impresión de que el franquismo está más vivo que nunca dentro de la democracia española".
Si la Real Academia de la Historia no considera el pasado régimen de casi 40 años (1936-1975) como  una dictadura, entonces, ¡que fue!.

Esperemos que cuando el Diccionario llegue a Unamuno (con los hechos históricos ocurridos en el paraninfo de la Universidad de Salamanca), Machado o Federico García Lorca por citar algún ejemplo que dejaron a España  definitivamente huérfana en la cultura no pondrá en el mismo nivel a verdugos e inocentes, dependiendo quien la escriba con su visión personal.

La historia la podrán escribir siempre los vencedores con su corifeo de panegiristas  que vencieron pero no convencieron porque tenían la fuerza bruta (Unamuno), al menos  por un periodo de  tiempo más o menos largo hasta que la memoria colectiva que permanece intacta en la retina del pueblo  la vuelva a colocar  en su sitio. Pero es cierto que para afrontar con decisión  los sueños del futuro debemos aprobar definitivamente las asignaturas pendientes de nuestra historia. 

Parece ser que tendremos que estar revisando la historia continuamente ya que por culpa de la visión personal de algún que otro historiador se contamina  el rigor del conjunto de la obra. Por eso es justo, necesario y urgente la entrada de nuevas generaciones de historiadores en las que la presencia de la mujer sea significativa e ir desterrando progresivamente los lastres que arrastra dicha Academia de la Historia. Y sobre todo crear mecanismos de control en una Real Academia de la Historia  para que nunca más con dinero público se coloque la visión personal e ideológica de un autor por encima del rigor histórico.


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