jueves, 16 de enero de 2014

EFLUVIOS ANDALUSÍES desde la antigua Cora de MORÓN



“Andalucía es el resultado de un proceso histórico con identidad histórica como base de su identidad cultural, modelada a lo largo de siglos que nos ha dado nuestra forma de entender la vida y como resultado final nuestra cultura que forma parte de la memoria colectiva”.

Isidoro Moreno (antropólogo)

Andalucía ha sido el resultado del crisol de culturas en su constante histórica en la que destaca por derecho propio una brillante civilización que tuvo su máximo esplendor bajo la antigua Al Andalus (la España musulmana) estimulando durante siglos la imaginación de una Europa de su época sumida en las tinieblas de la ignorancia. Nombres tan bellos como Andalucía, Sevilla, Guadalquivir, aceite, alfarero, aljibe y un largo etcétera pertenecen a ese gran legado andalusí. Es obvio que dicha civilización ha marcado la historia y la cultura de España que al mismo tiempo dejaron huella en muchos aspectos de nuestra personalidad. Negar esto sería amputar la realidad.

 Alpujarrra granadina

Al Andalus fue el primer país de occidente en la fabricación de papel, de seda, en contar con infraestructura hidráulica como los molinos de agua, acequias, sistemas de riesgo ayudado por la noria que hizo inmensamente fértiles las huertas y vegas andaluzas y levantinas, al contar con cultivos como la caña de azúcar, el azafrán, árboles frutales y hortalizas desconocidos en Europa, lo que contribuyó a enriquecer la dieta de los españoles.


Un marco geográfico desde la antigua Sharq al-Andalus (oriente) hasta el antiguo Garb al-Andalus (occidente) con la cuenca del Wad al Kabir (Guadalquivir) como fiel testigo de la historia. Una fusión entre la cultura autóctona con diferentes pueblos mediterráneos cuyo resultado final ha sido un auténtico crisol de culturas, -desde los tartessos, fenicios, griegos y cartagineses hasta la civilización árabe con un fuerte soporte demográfico autóctono y bereber junto con la judía, produciéndose una fuerte arabización a lo largo del siglo IX, debido a la importancia que tuvo la lengua en la que fue revelado el libro sagrado de la nueva religión, el Corán. Una lengua sinónima de refinamiento y erudición que sirvió como vehículo para introducir las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en especial Aristóteles de la mano de Averroes y que posteriormente se benefició el pensamiento posterior  del mundo latino (Santo Tomás).


Un legado cultural bajo un marco geográfico que durante siglos nos ha dotado de una identidad histórica y cultural. Una brillante civilización donde florecieron la filosofía, la poesía, la arquitectura, las matemáticas -se avanzó en el estudio del álgebra y la aritmética, cuyo precursor fue el oriental al-Jwarizmi (de ahí logaritmo)-, la astronomía y astrología (se estudiaron los movimientos de las estrellas y los planetas por medio de sofisticados astrolabios), la medicina,-los cirujanos musulmanes ya en el siglo X sabían como tratar las cataratas de la vista y eran conocedores de anestésicos-. Avicena (*), médico, científico y filósofo, aunque no estuvo en Córdoba, contaba entre sus textos más famosos "el libro de la curación y el canon de medicina", conocido como el Canon de Avicena.

Mientras tanto, el mundo cristiano consideraba la enfermedad mental como algo satánico. Los árabes introdujeron por primera vez dicho concepto y se perfeccionaron las teorías de Hipócrates y Galeno, la botánica, la agronomía, la alquímia y otras ciencias como en ningún lugar de Europa y del Mediterráneo de su tiempo con Maimónides, Averroes, Ibn Kaldum, Ibn Hazn (autor del collar de la paloma”, Al Motamid (el rey poeta de Sevilla). 
   
Cuando la Europa cristiana, en el año 1000 estaba bajo el influjo del fin del mundo, Al-Biruní calculó el radio de la Tierra demostrando que nuestro planeta giraba alrededor del Sol.También confirmaron la esfericidad de la Tierra siglos antes de que Colón descubriera el Nuevo Mundo. La madraza o universidad islámica, creada en el siglo XI, fue el embrión de las universidades europeas. 


 A partir del año 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, las tropas cristianas empezaron a llamar Andalucía aquéllos territorios que iban conquistando (la antigua Isbilia, Córduba, Jaen) hasta llegar a la antigua Elvira (Granada) el 2 de enero de 1492.

Federico García Lorca, consideraba el 10 de junio de 1936 sobre la toma de Granada en 1492:

“Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza única en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre…”.

La toma de Granada por los Reyes Católicos estuvo acompañada de intolerancia e integrismo religioso, lo que contribuyó a  sembrar el descontento, echando por tierra una labor que con cierta tolerancia podría haber dado grandes frutos.



La destrucción de las bibliotecas granadinas así como la quema de libros islámicos, la prohibición de usar la lengua propia, conversiones forzadas, imposiciones económicas insostenibles, trajeron como consecuencia las sangrientas luchas de 1568-1571 (sublevación de las Alpujarras) y su posterior expulsión en 1609 con Felipe III, al cobrar fuerza la idea de que los moriscos pudieran ayudar a una invasión turca, -una especie de quinta columna-. Castilla no cumplió lo pactado en las capitulaciones de Granada y como consecuencia de la presión ejercida por las nuevas autoridades castellanas sobre los denominados moriscos refugiados en las serranías denominados monfíes, que se vieron obligados al destierro.



La expulsión de los judíos  (31 de marzo de 1492) y posteriormente la deportación de los moriscos (9 de abril de 1609) ha sido considerado por la historia como una “limpieza étnica”. Una falta de altura de miras que tuvo consecuencias lamentables para la economía española de la época al quedar pueblos enteros desiertos, la economía se resintió, la burguesía se arruina y los bancos quiebran en 1613.


Durante ocho siglos de civilización,-con sus luces y sombras-, Al Andalus gozó de épocas de tolerancia entre las tres culturas (cristiana, judía y árabe), con sus costumbres, modos de vida y organización social bajo una relación de convivencia. 

Sirva el presente poema del poeta rondeño del siglo XIII Abul Beka donde se refleja en cierto modo la nostalgia del sentimiento andalusí por el avance cristiano e influencia de la cruz y al mismo tiempo comienza el declive de la media luna.


Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
ya marchitas,
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
las mezquitas.


El vocabulario castellano contiene unas cuatro mil palabras de origen árabe, algunas tan bellas como:  

Andalucía, Sevilla, Guadalquivir, Algarve, Axarquía, Albacete (Al-Basit, "El Llano"), La Mancha (Al-Mansha, "tierra sin agua”), Guadalajara, Guadiana, Mulhacén, acelga (al-silqah), aceite (azzayt), albaricoque, acequia, aceituna, ajedrez, alcalde, alberca, albañil (al-bannil) alcachofa, algarroba, alhama, aljama, aljibe, almacén, almanaque, almazara (al-ma´sara), almuédano, almunia, altarazana, añil, azahar, babucha, barrio (al-rabad), café, cahiz, califa, imán, limón, medina, mezquita, morisco, mozárabe, mudéjar, muladí, naranja,  noria, ¡ojalá!, posada, sandía, taifa, zagal, zanahoria, zoco, zoquete, zurrapa…

En definitiva, una forma de entender la vida, la del pueblo andaluz,  como resultado final de nuestra cultura que forma parte de la memoria colectiva”.

(*) Avicena:  Abu Alí al Husain ibn Abdullah ibn Sina


Enlaces interesantes


Bibliografía

Andalucía: una cultura y una economía para la vida de Isidoro Moreno y Manuel Delgado Cabeza

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