El 12 de octubre de 1936 ha pasado a la historia por el enfrentamiento dialéctico entre Miguel de Unamuno y Millán Astray en el paraninfo de la Universidad Vieja de Salamanca. Tras este enfrentamiento, Unamuno será cesado de su cargo como Rector siendo recluido en su propia casa. No volverá a frecuentar las tertulias de casino ni el café Novelty, en la Plaza Mayor.
El General Millán Astray había llegado al paraninfo de la Universidad de Salamanca escoltado por sus legionarios armados con metralletas. Varios oradores soltaron los consabidos tópicos acerca de la «anti-España». Un indignado Unamuno, que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso:
«Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. (… ) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis…».
En ese punto, Millán empezó a gritar: ¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar? Su escolta presentó armas y alguien del público gritó: ¡Viva la muerte!, en lo que, según Ridruejo, fue un exhibicionismo fríamente calculado. Millán habló:
“¡Cataluña y las Vascongadas, las Vascongadas y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!». Se excitó sobremanera hasta tal punto que no pudo seguir hablando. Resollando, se cuadró mientras se oían gritos de ¡Viva España!”. Se produjo un silencio mortal y unas miradas angustiadas se volvieron hacia Unamuno:
«Acabo de oír el grito necrófilo e insensato de ’¡Viva la muerte!’. Esto me suena lo mismo que, ¡Muera la vida!’. Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte.
¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente, hay hoy en día demasiados inválidos. Y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Míllán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él. (…). El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada…»
Furioso, Millán gritó: «¡Muera la inteligencia!». En un intento de calmar los ánimos, el poeta José María Pemán exclamó: «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!».
Unamuno no se amilanó y concluyó: «¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España».
Millán se controló lo suficiente como para, señalando a la esposa de Franco, ordenarle: «¡Coja el brazo de la señora!», cosa que Unamuno hizo, evitando así que el incidente acabara en tragedia.
Pero el acto del día 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad Vieja de Salamanca tendrá más gravedad de lo que podía imaginar el Rector…
Si al estallar la Guerra Civil Unamuno apoyó inicialmente a los alzados el 18 de julio de 1936, pronto se dio cuenta de que había cometido un inmenso error.
Fue el primer acto del nuevo Estado de Franco aquel 12 de octubre de 1936 “Día de la Raza, Patrona de Hispanidad y de la Guardia Civil”. Pero las consecuencias de aquel acto solemne traerá enormes consecuencias. Unamuno quedaba recluido y vigilado en su casa de la calle Bordadores nº 4. Ya no podrá visitar su tertulia, ni publicar nada en prensa, ni dar conferencias…
El momento crítico del discurso de Unamuno aquel 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca [Día de la Raza aunque Unamuno pensaba que debería ser el día de la lengua española como elemento de unión entre los pueblos] fue su elogio al independentista filipino José Rizal, a quien Unamuno admiraba como héroe y mártir de la independencia de Filipinas mientras Millán Astray [que aborrecía a intelectuales de la talla de Unamuno que consideraba a la legión de la época “cortacabezas y hampones”] lo consideraba un acto de traición, lo que tendrá fatales consecuencias para el filósofo universal. El intelectual y médico José Rizal murió fusilado en Manila el 30 de diciembre de 1896. El 12 de junio de 1898 Filipinas reconocía su independencia.
Millán Astray había combatido en Filipinas con apenas diecisiete años durante la sublevación colonial de 1896 a 1897 [con derrota del Ejército español]. Muchos pensaban que mencionar a José Rizal en el Paraninfo en aquel contexto de guerra civil fue tal vez, una imprudencia por parte del intelectual.
A partir de ese momento Unamuno deja de ser un aliado para el régimen golpista para convertirse en un excluido social entre las concertinas mentales de una Salamanca cuartelera, que incluso hasta su propia Universidad le vuelve la espalda al Rector.
En aquel acto del Paraninfo de la Universidad Vieja de Salamanca el 12 de octubre de 1936 Unamuno se jugaría su vida, encontrándose sólo como don Quijote frente a aquellos molinos de viento sin mayor argumento que el odio. Tras aquel incidente, en el casino al que asistía diariamente le abuchean el 13 de octubre será destituido por los panegiristas del régimen. Fueron tantos los acontecimientos en pocas horas que le acarrearán graves consecuencias para su frágil salud. Tras 80 días de soledad en el ostracismo social, llegaba el último día de su existencia el 31 de diciembre de 1936. Pero su muerte no ha dejado que su palabra cayera en el ingrato olvido. Seguirá tomando la palabra al haber elevado a la Universidad a la categoría de “Templo de la sabiduría”.
El 13 de octubre, el Ayuntamiento de Salamanca le destituye como «alcalde y concejal honorario de la ciudad» a don Miguel de Unamuno por «incompatibilidad moral corporativa... exteriorizada en las frases vertidas, con descortesía rencorosa, alevosía y premeditación, al final del acto académico celebrado ayer en nuestra Alma Mater con motivo de la Fiesta de la Raza».
El 14 de octubre, se reunió el claustro universitario y acordó su destitución como rector perpetuo de la Universidad de Salamanca. Unamuno dejará de ir a la Universidad desde el día en que el claustro votó a favor de su cese.
En el año 1934 la Universidad de Grenoble le había nombrado Doctor Honoris Causa.
En 1936 la Universidad de Oxford le nombró Doctor Honoris Causa.
El 28 de octubre de 1936, el B.O.E. publicaba el decreto de su destitución. Ese día escribió una canción:
«Horas de espera, vacías;/ se van pasando los días/ sin valor,/ y va cuajando en mi pecho/ frío, cerrado y deshecho,/ el terror».
Vida y obra de Unamuno«Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla».
Poesías (1907)
El poeta, filósofo, novelista, ensayista, dramaturgo, conferenciante, periodista, profesor inolvidable y pensador universal Miguel de Unamuno y Jugo nació el Bilbao el 29 de septiembre de 1864. Fue Rector de la Universidad de Salamanca y una figura indiscutible de la intelectualidad de su época. No se puede separar la vida de su obra.
Unamuno se enfadada con facilidad cuando se le llevaba la contraria en lo intelectual.
Puente Romano de Salamanca
Breve cronología
En 1875 Inicia sus estudios de bachillerato en el Instituto Vizcaíno y tras años más tarde comienza la primera crisis religiosa. Termina el bachillerato en 1880 estudiando en la Universidad de Madrid.
En 1882 comienza Unamuno una etapa de un radical humanismo ateo. En 1883 termina la carrera doctorándose en 1884 con la tesis: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.
En enero de 1881 se casa con Concepción Lizarraga. En junio aprueba oposiciones a la Cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca.
1898. Prosiguen sus inquietudes religiosas, junto con problemas familiares y penuria económica. Le asalta la idea del suicidio.
1900. Toma posesión del cargo de Rector de la Universidad por nombramiento del ministro. Su religiosidad empieza a decaer.
1904. Alfonso XIII acude a presidir la apertura de curso de Salamanca. Lee un discurso que le había preparado Unamuno.
1905. El rey le impone la "Gran Cruz de Alfonso XII".
1907. Depresión nerviosa.
1914. Unamuno es destituido por razones políticas.
1923. Toma parte de una campaña para exigir responsabilidades por el desastre del Annual.
1924. Nueva crisis psíquica de Don Miguel.
1930. Unamuno regresa a España, siendo recibido de un modo apoteósico.
1931. Unamuno es nombrado de nuevo Rector de la Universidad de Salamanca por la Segunda República. Se crea una cátedra con su nombre.
1933. Unamuno firma junto a Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y otros intelectuales un manifiesto contra el fascismo y nazismo, publicado el 10 de junio en el periódico Sol, dedicándole duros artículos a Hítler, lo que explica las maniobras del III Reich para que a Unamuno no se le concediera el Premio Nobel de Literatura, solicitado por la Universidad de Salamanca. En esta época son frecuentes los ataques de Unamuno contra los falangistas o fascistas españoles aunque la Falange parecía empeñada en ganarse a Unamuno para su causa.
1936 Unamuno es restituido por Franco como Rector. La aceptación del cargo le convertirá en rehén de los golpistas. Ese mismo año Unamuno será destituido como Rector perpetuo firmando Franco su cese el 22 de octubre.
Es evidente que la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República o el golpe de Estado de Franco no se encontraban a gusto con su libre pensamiento.
Unamuno vivió siempre en perpetua vigilia mental. En su juventud escribió artículos en los cuales se apreciaba su simpatía por el socialismo. Su vida y su obra se encuentra jalonada por una gran preocupación con la situación en la que se encontraba España, el conflicto religioso y la angustia espiritual [la fe como mentira vital].
En su novela San Manuel Bueno, mártir el sacerdote Manuel predica algo en lo que no logra creer. El problema de la doble personalidad, el tiempo y la muerte, el cainismo o el exilio.
La vida de Unamuno cargada de contradicciones no le privó de ser uno de los escritores más importantes de la Generación del 98. Su vida y obra no dejará indiferente a nadie al estimular las mentes que defienden a ciegas cualquier posición ideológica o religiosa sin conocer nada acerca de sus ideas. Unamuno nos anima a no ser esclavos de lo que deciden otros, a mantener nuestra propia independencia aún dentro de nuestra soledad. No puede el individuo abdicar la facultad de su propia reflexión en manos de ideologías que lo convierten en rebaño.
Su defensa de la libertad le condujo al destierro en Fuerteventura (1924) por la dictadura militar de Primo de Rivera, al haberse opuesto públicamente a ella.
En su libro de poemas “De Fuerteventura a París” también existe la contradicción. La Isla donde el tiempo se detiene reinando la monotonía mientras que París representa la cultura y el pensamiento.
Unamuno luchó por la instauración de la Segunda República, aunque acabaría decepcionado. Fue concejal por la Conjunción Republicano Socialista en 1931. Unamuno proclamó en Salamanca el advenimiento de la II República aunque no fue destituido tras la toma de aquella ciudad; muy al contrario, los militares lo mantuvieron en el Ayuntamiento, y él aceptó el cargo.
Aquel año en tan sólo once meses mueren su esposa Concha, su hija Salomé y su hermana Susana. La República lo proclama Ciudadano de Honor y el 30 de septiembre de 1934 Unamuno es candidato al Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, las maniobras del III Reich para que no se lo dieran funcionaron hasta el punto de que, en 1935, el Nobel de Literatura quedaría desierto en el último momento, solamente en literatura.
“Tras el cambio político ocurrido desde 1933 Unamuno ha tomado una actitud tan clara contra nosotros que se puede considerar como el portavoz espiritual de la lucha contra Alemania en los círculos intelectuales de España. Por esta actitud no apoyamos su solicitud para el Nobel.
Tras las elecciones de julio, el escritor y filósofo Unamuno [que no pertenecía a ningún partido político] sale elegido diputado por Salamanca, y un grupo de jóvenes intelectuales entre los que se encontraban Jorge Guillén, Gerardo Diego, José María de Cossío o el dramaturgo Carlos Arniches lo proponen como presidente de la República. Pero rechaza esta posibilidad tras la quema de iglesias y conventos reprobando estas acciones, así como la censura de los periódicos. No encuentra su sitio sino en el comité antifascista que se crea en España por temor que Hitler sea emulado y al que Unamuno considera un “deficiente mental”.
Sin embargo, tras el levantamiento rebelde del general Franco (1936) acepta en principio a los militares como regeneracionistas al creer que representaban para él la civilización occidental cristiana. Y los aplaude cuando entran en Salamanca, lo cual significó la revocación del título de Rector vitalicio de aquella Universidad por el presidente de la Segunda República, don Manuel Azaña por una supuesta donación que Unamuno haría de 5.000 pesetas para apoyar la causa nacional. En desagravio, los generales golpistas lo ratifican en el cargo honorífico.
El 21 de noviembre de 1936, Unamuno escribe al filósofo italiano Lorenzo Giusso:
La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los hotros. Y aquí está pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo.
A la muerte de Unamuno ocurrida el 31 de diciembre de 1936, Antonio Machado escribió, ya instalado en Rocafort, tal y como recoge Monique Alonso en su libro Antonio Machado: poeta en el exilio (1985): «Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo. ¿Contra el pueblo mismo? No lo he creído nunca y no lo creeré jamás». No sabemos si Machado era conocedor del contenido del discurso de Unamuno, pero es evidente que le profesaba respeto intelectual.
Miguel de Unamuno legaba una extensa obra que abarca la narrativa, obras poéticas, filosóficas, teatrales o libros de viajes:
En torno al casticismo [1895], Paz en la guerra [1897], Amor y pedagogía [1902], Del sentimiento trágico de la vida [1912], Vida de don Quijote y Sancho [1905], Poesías [1907], Recuerdos de niñez y mocedad [1908], Fedra [1910], Por tierras de Portugal y España [1911], El espejo de la muerte [1913], Niebla [1914], Abel Sánchez [1917], El Cristo de Velázquez [poema 1920, la tía Tula [1921], Andanzas y visiones españolas [1922], De Fuerteventura a París [1925], La agonía del cristianismo [1925], Romancero del destierro [1928], San Manuel Bueno, mártir [1930], entre otras obras.
Unamuno buscaba insistentemente a Dios porque necesitaba creer en la inmortalidad del alma mientras su espíritu no encontraba la serenidad. Como en San Manuel Bueno, mártir era necesario darle opio [religión] al pueblo, “y que duerma y sueñe”. Cuando don Manuel, el cura protagonista de su novela “San Manuel Bueno, mártir”, calla siempre en el momento del Credo, pues su razón le dicta el silencio.
Cuando algunos fanáticos prenden fuego a las iglesias en Salamanca, Unamuno se coloca un destacado crucifijo negro y sale a la calle al estar en desacuerdo con la violencia anticlerical como tampoco estaba de acuerdo con el cambio de bandera rojigualda por la tricolor.
Unamuno y Antonio Machado “una relación epistolar”
“Nada me molesta más que oír decir de alguien que habla como un libro. Prefiero los libros que hablan como hombres”.
Miguel de Unamuno
Antonio Machado y Unamuno [de la Generación del 98], se conocieron a principios del siglo XX. Machado envió a Unamuno su primer libro de versos «Soledades», en 1903, con la siguiente dedicatoria: A don Miguel de Unamuno, al Sabio y al poeta. Devotamente: Antonio Machado.
Parece que Unamuno visitó a Machado para agradecerle el envío del libro y este último le dedico su poema Luz y le escribió una carta: Usted, con golpes de maza, ha roto la espesa costra de nuestra vanidad, de nuestra somnolencia (…) A usted debo el haber saltado la tapia de mi corral o de mi huerto (…) hay que soñar despierto. No debemos crearnos un mundo aparte (…) no debemos huir de la vida para forjarnos una vida mejor que sea estéril para los demás». Dos años más tarde, en 1905, Machado dedicó un poema a Unamuno, en su poemario Vida de don Quijote y Sancho:
Este
donquijotesco
don Miguel de Unamuno, fuerte vasco…
Los dos intelectuales establecieron una fecunda relación epistolar. En junio de 1913, desde Baeza, Machado escribe a Unamuno expresando su abatimiento, tanto por la muerte de Leonor como por su confinamiento en Baeza:
«La muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor, está la piedad. Yo hubiera preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere».
«Esta Baeza, que llaman Salamanca andaluza, tiene un Instituto, un Seminario, una Escuela de Artes, varios colegios de 2.ª enseñanza y apenas sabe leer un 30 por ciento de la población. No hay más que una librería donde se venden tarjetas postales, devocionarios y periódicos clericales y pornográficos. Es la comarca más rica de Jaén y la ciudad está poblada de mendigos y de señoritos arruinados en la ruleta. La profesión de jugador de monte se considera muy honrosa. Es infinitamente más levítica que el Burgo de Osma y no hay un átomo de religiosidad. Hasta los mendigos son hermanos de alguna cofradía. Se habla de política -todo el mundo es conservador- y se discute con pasión cuando la audiencia de Jaén viene a celebrar algún juicio por jurados. Una población rural encanallada por la Iglesia y completamente huera. Por lo demás, el hombre del campo trabaja y sufre resignado o emigra en condiciones tan lamentables que equivalen al suicidio.
En 1915 Machado firma el manifiesto pro-aliado junto con Unamuno, Azorín, Araquistáin, Américo Castro, Cossío, Marañón, Menéndez Pidal, Maeztu, Ortega y Gasset, entre otros.
En 1927, Antonio Machado fue elegido miembro de la Real Academia Española, aunque nunca llegó a tomar posesión de su sillón en la Academia. En una nueva carta a Unamuno, el poeta le comenta la noticia con sana ironía: «Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices…»
De 1929 es una carta a Unamuno (exiliado desde el inicio de la Dictadura, primero en París y luego en Hendaya, después de haberse evadido de la isla de Fuerteventura adonde fue desterrado.
El último encuentro entre Unamuno y Machado fue con motivo del nombramiento de Unamuno como doctor honoris causa por la Universidad de Oxford. Fue en 1936, en Madrid, en las tertulias de los Machado. Cuentan que Unamuno entró diciendo:
«Yo vengo a saludar al hombre más descuidado de cuerpo y más limpio de alma de cuantos conozco: don Antonio Machado». Unamuno se sentó entre Manuel y Antonio, relató el suceso de Oxford, y hablaron fundamentalmente de la situación y el futuro del país.
Respecto a la posición de ambos durante el periodo republicano, si bien ambos abrazaron el advenimiento de la II República con entusiasmo, su evolución respecto a la misma fue distinta. Unamuno se sintió decepcionado por el desarrollo de la misma. Antonio Machado sin embargo, mostraría su apoyo incondicional al gobierno y se convirtió, de facto, en el más relevante apoyo intelectual del gobierno republicano.
Nuestra particular ruta de Unamuno, en Salamanca
Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco pusimos viento en popa en busca de la Vía de la Plata haciendo una parada obligada en Monesterio para degustar un buen desayuno cardiosaludable [café con leche, pan de pueblo acompañado con aceite de oliva virgen extra, jamón ibérico y tomate triturado]. Tras estimular nuestro apetito, nuestra proa didáctica retornaba de nuevo hacia la Vía de la Plata para transitar bajo una espesa niebla por Mérida, Cáceres, Plasencia, Béjar, Zamora y Benavente hasta llegar a Salamanca bajo un intenso frío.
Lo primero que nos encontramos al pasear por la ciudad salmantina fue el monumento a San Juan de la Cruz, quien fuera estudiante de Artes y Filosofía en la Universidad de Salamanca durante los cursos: 1564-1565; 1565-1566; 1566-1567; y de Teología el curso de 1567-1568.
El padre Vitoria en 1538 había reconocido la condición de sujetos de pleno derecho a los indios sustituyendo las relaciones entre los pueblos sustituyendo el concepto de cristiandad por el de comunidad internacional negando al papa su capacidad para legitimar guerras o conquistas. Hasta entonces nadie se había planteado que los pueblos conquistados o individuos de una población salvaje pudieran tener derechos. Esto fue un trabajo de la Iglesia romana. Las iglesias protestantes no sintieron por los indios interés ni cultural ni religioso, con algunas excepciones.
Fray Francisco de Vitoria será uno de los teóricos del concepto de “Guerra Justa” no siendo lícita emprender la guerra simplemente por diferencias de religión o para aumentar el territorio. Vitoria no aceptaba que la religión justificase la guerra por el hecho de que los oponentes fueran no creyentes o porque rechazasen la conversión. No se puede forzar las creencias: son una acto de libre albedrío y éste lo otorga Dios. De "iure belli" [El derecho de la guerra].
Francisco de Vitoria sobre la "Donación de Constantino" a la Iglesia no tuvo escrúpulos en descalificarla de manera radical:
“Es evidente que es, no solo falso, sino digno de mofa lo que estos dicen de la donación hecha a Silvestre por Constantino. Ciertamente, esto no tiene fundamento en las Escrituras, y nunca hemos leído que esta potestad fuese dada a los Apóstoles por Cristo…”
El convento de los dominicos de San Esteban se encuentra presidido por una escultura de Fray Francisco de Vitoria, catedrático de la Universidad de Salamanca Francisco de Vitoria cuya docencia en la Universidad durará veinte años (1526 a 1546).
La Corona hará consultas a los principales teólogos, sobre todo, a los de la Universidad de Salamanca. Gracias a fray Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria se promulgaron en 1542 las Leyes de Indias. Es posible que Bartolomé de las Casas estudiara Derecho Canónigo y Estatal, en la Universidad de Salamanca.
La fachada plateresca fue concebida por el arquitecto Juan de Álava. Es una de las mejores fachadas del casco histórico salmantino con tres cuerpos: el Pórtico, el martirio de San Esteban y El Calvario.
Vitoria será también uno de los teóricos del concepto de “Guerra Justa” no siendo lícita emprender la guerra simplemente por diferencias de religión o para aumentar el territorio. Vitoria no aceptaba que la religión justificase la guerra por el hecho de que los oponentes fueran no creyentes o porque rechazasen la conversión. No se puede forzar las creencias: son un acto de libre albedrio y éste lo otorga Dios.
De iure belli “El derecho de la guerra”.
Francisco de Vitoria estableció, las bases teóricas del Derecho Internacional moderno en “De potestate civil”.
Y llegamos a la Plaza Mayor de estilo Barroco como obsequio de Felipe V a Salamanca por el apoyo de la ciudad en la guerra de Sucesión española. Se empezó a construir en 1729 por el arquitecto Alberto Churriguera. No tardamos en encontrar uno de los medallones que buscábamos y donde se puede observar la figura de Unamuno inmortalizada en piedra.
También en la misma Plaza Mayor se encuentra el Ayuntamiento de Salamanca donde Unamuno pronunciara en su balcón el 14 de abril de 1931 un emocionado discurso sobre el advenimiento de la II República en 1936 a las 6,15 de la tarde:
“…hoy comienza una nueva era y terminó una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido. Hace cuarenta años vivo en Salamanca, de Salamanca son los hijos de mis carnes e hijos de mi espíritu os considero a todos. Permitidme la arrogancia de que sea yo quien proclame la República desde esta plaza…”
“Esta revolución española jamás registrada en la historia de pueblo alguno, la revolución de la soberanía popular impuesta en las urnas coloca a España en preeminente lugar entre las naciones, que cambiaron su régimen. Estamos maravillados del ejemplo de patriotismo y de ciudadanía de los republicanos españoles y de la serenidad de los partidarios del régimen desaparecido, que han acatado la voluntad del pueblo, sin que el cambio haya producido el menor trastorno, sino las naturales expansiones de los que han recibido la República con la alegría que el ideal convertido en realidad les produce”.
Junto al Ayuntamiento de Salamanca se encuentra el Café Novelty, la cafetería más antigua de la ciudad [1905] y referente en la vida social salmantina. Un lugar de encuentro donde Miguel de Unamuno organizaba su tertulia diaria para cambiar impresiones con sus amigos. Al igual que el café Iruña en Pamplona o el Café Gijón en Madrid, el Café Novelty sumerge al que lo visita en un mundo cargado de nostalgia.
Se dice que Unamuno contemplaba la Plaza Mayor desde la terraza del Café Novelty, al preguntarle si ésta era un cuadrado perfecto o no, contestó: "Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico".
Después de recuperar energías en la terraza del Café Novelty, nos dirigimos a la Catedral y a la Casa de las Conchas que nos acercaba a la antigua casa de Unamuno en la calle Bordadores nº 4, donde vivió y murió el inmortal filósofo aquel jueves 31 de diciembre de 1936. Muy cerca se encuentra el monumento dedicado a Unamuno.
Entre casas señoriales, escudos y blasones, nuestra ruta continuaba por la Universidad Vieja de Salamanca donde se encuentra su histórico paraninfo. Desde allí paseamos hasta llegar al Puente Romano de piedra sobre el río Tormes [afluente del Duero] donde se observa “el verraco del puente” conocido como el “toro del puente” reflejado en el escudo de la ciudad. Entre frondosos árboles se encuentra la escultura del Lazarillo de Tormes, obra de Agustín Casillas inaugurada en 1974.
Nuestra particular ruta por Salamanca terminaba en el Cementerio Viejo “San Carlos Borromeo”. En la Galería de San Antonio se encuentra el nicho nº 340 donde reposa el pensador universal Miguel de Unamuno.
“Si me han de asesinar como a otros, será en mi casa”…
Unamuno, deshecho por el duro bregar, muere en su casa de la calle Bordadores nº 4 aquella gélida tarde del 31 de diciembre de 1936 a la edad de 72 años. Al igual que la muerte de Lorca, su muerte helará el corazón no sólo de aquella Salamanca castrense sino también, de aquellas dos Españas irreconciliables.
El médico y compañero de tertulia de Unamuno, el Dr. Núñez no podrá hacer nada por su amigo Miguel, tan sólo certificar su defunción.
Los falangistas se encargarán de monopolizar sus honras fúnebres y presentarlo como si fuera “uno de los suyos”, olvidando que Miguel de Unamuno tuvo la valentía de plantarles cara en su propio territorio. Un verdadero héroe que ha pasado a la inmortalidad y que con su pluma venció a aquellos que tan sólo tenían como argumento talar las vidas de quienes no pensaran como ellos, en medio de la locura colectiva. El inmortal filósofo murió mártir de su propia independencia.
El único testigo de la muerte de don Miguel de Unamuno sería el falangista Bartolomé Aragón, quien le realizó una visita esa misma tarde a su domicilio. Pasará la historia de la literatura, aunque sólo sea como una nota a pie de página. La muerte de Unamuno lo inmortalizó, valga la paradoja, según el libro "La doble muerte de Unamuno" de Luis García Jambrina y Manuel Menchón.
La Universidad vieja de Salamanca
“Tempus distinctum. Aequabilis domus”
“Distintos tiempos. La misma casa”
En el año 1218 el rey Alfonso IX de León funda la Universidad como estudio del Reino, y en 1255 el papa Alejandro IV la confirma mediante la expedición de una bula. Durante los siglos medievales, el Papado interviene activamente en la vida universitaria, regulando los estudios y vida académica. Después serán el Rey y su Consejo, directamente o a través de la figura de los visitadores, los que asuman la función del Estudio.
Desde finales del siglo XV, y a lo largo de todo el XVI, la Universidad de Salamanca pasa a ser la Universidad referente de una Monarquía con amplias posesiones territoriales, ofreciendo las mejores posibilidades de promoción tanto en la administración civil como eclesiástica.
Al mismo tiempo, experimenta uno de sus momentos de mayor florecimiento cultural, representado en las figuras del humanista Nebrija, los teólogos Francisco de Vitoria, Fray Luís de León o el jurista Diego de Covarrubias.
Sobre la base de estos referentes, llegará a Salamanca una confluencia de estudiantes de todo el ámbito peninsular (e incluso europeos e indianos) en proporciones superiores a las de cualquier otra universidad hispana de la época.
En los años ochenta del siglo XVI, la institución registrará las cifras más elevadas de estudiantes, con más de 6.500 matriculados. La Universidad de Salamanca es la más antigua de España y alma mater de las universidades hispanoamericanas. En definitiva, una historia fascinante condensada en las aulas centenarias.
Con unas rentas muy altas, en las que destacaban una participación del diezmo eclesiástico del obispado de Salamanca y un territorio comprendido en la Abadía de Medina del Campo (las tercias), se financiaban unas sesenta cátedras agrupadas en cinco facultades oficiales: Cánones, Leyes, Teología, Medicina y Artes-Filosofía, con enseñanzas complementarias.
Durante el siglo XIX la Universidad de Salamanca vivió una existencia difícil. Tras las reformas de los gobiernos liberales de mediados de siglo, la Universidad de Salamanca quedó reducida a las facultades de Derecho y Filosofía y Letras. El papel hegemónico tradicional de la Universidad de Salamanca pasará a Madrid, distrito central predominante. Salamanca se transformó en una universidad periférica y dependiente. Los presupuestos generales del Estado y los derechos de matrícula y académicos serán los que financien la institución. Entre 1868 y 1902, las enseñanzas de Medicina y Ciencias serán sostenidas, como facultades libres, por la Diputación y el Ayuntamiento de Salamanca.
Tras el periodo franquista de control político y rigidez administrativa, llegamos a los años setenta y ochenta del pasado siglo, en los que se inicia una nueva etapa de amplia autonomía universitaria, desarrollo de titulaciones e incrementos notables de cifras de estudiantes universitarios, que constituyen los antecedentes inmediatos del presente.
Tras las puertas de la bella fachada plateresca de la Universidad Vieja o “Escuelas Mayores” entramos por el zaguán [del andalusí istawán –pasillo-] rematado con una bóveda de estructura gótica apoyada sobre ménsulas decoradas con flores. Nuestra retina se detiene en el Claustro irregular con veintitrés arcos en cada piso de medio punto. Unos letreros nos informan sobre las materias que se enseñaban en las aulas y el nombre a quien están dedicadas:
En su Claustro Bajo se encuentra el Aula Dorado Moreno, Aula Unamuno [3], Fray Luís de León [4] con sus viejos bancos, Paraninfo [5], Aula Francisco de Vitoria [6], Aula Alfonso X el Sabio [7], Capilla [9], Aula Salinas [10].
Las cátedras de Latinidad, Gramática, Retórica, Matemáticas-Astrología, Griego, Hebreo, Música, e incluso la Cirugía, eran calificadas de “raras por la Universidad salmantina en el “Informe del claustro pleno universitario de 1719”.
En el Aula de Unamuno se impartían las enseñanzas del Derecho Canónigo junto a las de Derecho Civil, Teología y Medicina (la Facultad de Filosofía era considerada una “Facultad Menor”). Los contenidos de estas enseñanzas se basaban en la explicación de las bulas, decretos papales y preceptos conciliares. El aula está dedicada a una de las figuras universales de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, catedrático de Griego en ella desde 1891 y dos veces Rector de la Universidad, en los años de 1900 a 1914 y de 1931 a 1936.
El Aula más emblemática de la Universidad es el Aula Fray Luis de León conservando su fisonomía igual que la tenía en el último tercio del siglo XVI, cuando fue restaurada por Rodrigo Gil de Hontañón. Carlos V escuchó una lección del ilustre jurista Fray Francisco de Vitoria. Los bancos muy sencillos albergan las marcas realizados por ellos. En este Aula dedicada a Fray Luis de León quien desempeñó varias cátedras temporales, como la de Teología y Filosofía Moral, antes de conseguir la cátedra de Biblia, que regentó entre 1579 y 1591. Por sus planteamientos en exégesis bíblica fue procesado y encarcelado por la Inquisición entre 1572 y 1576.
El Aula Francisco de Vitoria estaba destinada a la enseñanza de la medicina, con complementos de Astronomía. Los contenidos de estas enseñanzas eran herederos del galenismo tradicional legados a través de los árabes. Se estudian los tratados de Galeno, Hipócrates, Avicena [Ibn Sina] y Averroes [Ibn Rusd].
En aula está dedicada a la memoria del dominico Francisco de Vitoria, catedrático de Teología de la Universidad de Salamanca desde 1526 hasta su muerte en 1546. Francisco Vitoria es el principal exponente de la Escuela de Salamanca y sus lecciones extraordinarias pusieron las bases del Derecho Internacional Moderno.
El Aula Alfonso X el Sabio, rey de Castilla (1252-1284) por sus repetidas intervenciones en beneficio del Estudio salmantino recomendando prohibir la venta de armas o recomendar al obispo y maestrescuela que encarcelaran o expulsaran a los estudiantes “peleadores”. Alfonso X procedió lo que se ha dado en llamas la “Carta Magna” de la Universidad, un privilegio por el que fijó el claustro de profesores y las materias que debían de enseñar, sobre todo Derecho Civil. El rey Sabio merece este homenaje por sus aportaciones de carácter jurídico, literario e histórico.
Entre personajes ilustres de la Universidad Vieja de Salamanca brillan con luz propia:
Abraham Zacut, Antonio de Nebrija, Francisco de Vitoria, Fray Bartolomé de las Casas, Luis de Góngora, Pedro Calderón de la Barca, Fray Luís de León, Francisco de Salinas , Miguel de Unamuno o Adolfo Suárez entre otros.
También Hernán Cortés había cursado estudios en la Universidad de Salamanca, aunque nunca se licenció. Era bastante culto [podía expresarse en latín, la lengua de las personas instruidas] en comparación con las primeros pobladores que se encontraba en Las Indias. En Salamanca, Hernán Cortes se familiarizó con Virgilio y Tito Livio, con Alejandro Magno y Julio César o con las novelas de caballerías.
El "Vitor" que se observa en las aulas de la Universidad de Salamanca es un símbolo derivado del crismón del Bajo Imperio Romano. Fue adoptado por algunas universidades españolas desde el siglo XIV, especialmente la de Salamanca, Alcalá de Henares, Sevilla e Indias como emblema conmemorativo de quienes obtenían el título de doctor, en inscripciones murales con pintura roja [en la Universidad de Salamanca].
Tras la guerra civil española se eligió para ser utilizado en el Desfile de la Victoria (19 de mayo de 1939), y a partir de entonces, será utilizado como emblema de Franco y del franquismo.
En la película "La lengua de las mariposas" [1999] dirigida por José Luis Cuerda, se puede observar la figura del maestro como un verdadero servidor público que hace pensar a sus alumnos y que nos permite reflexionar.
La película “Mientras dure la guerra” de Alejandro Amenábar [2019] refleja el viaje ideológico y ético de Miguel de Unamuno, desde el apoyo al golpe de Franco hasta su famoso desafío al fundador de la Legión, José Millán Astray, en el Paraninfo de la Universidad Vieja de Salamanca. Una película de las más importantes de los últimos años que nos devuelve a la actualidad al inmortal filósofo Miguel de Unamuno.
Gracias a Amenábar, Unamuno se conocerá en la historia del cine, además ser muy conocido a través de su obra filosófica y literaria.
Desde la casa donde vivió y murió Miguel de Unamuno en Salamanca, para el blog de mis culpas...
P.D. Pocos días antes de su muerte, Miguel de Unamuno escribe esta carta al director del diario ABC de Sevilla, Juan Carretero Luca de Tena, en respuesta a una información publicada en la edición del día anterior.
Salamanca, 11 de diciembre de 1936
Aunque conozco de antaño, señor mío, su característica mala fe, esta vez quiero decírselo. En el número de ese ABC sevillano de ayer, día 10, leo un suelto que dice: "Carta de Miguel de Unamuno a todos los centros docentes extranjeros." Pues bien, eso es mentira y usted lo sabe. Primero, hace tiempo que no soy rector de la Universidad de Salamanca desde que esta gente me sustituyó.
Esta carta, acordada en el claustro, no es mía sino de la universidad. No la redacté yo. Luego la puso en latín macarrónico un cura cerril.
Y ahora debo decirle que por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros. Asesinatos sin justificación. A dos catedráticos, a uno en Valladolid y a otro en Granada por si eran… masones. Y a García Lorca.
Da asco ser ahora español desterrado en España.
Y todo esto lo dirige esa mala bestia ponzoñosa y rencorosa que es el general Mola.
Yo dije que lo que había que salvar en España era la civilización occidental cristiana, pero los métodos no son civilizados sino militarizados, no occidentales sino africanos, ni cristianos, sino católicos a la española tradicionalista, es decir anticristianos.
Esto procede de una enfermedad mental colectiva, de una verdadera parálisis general progresiva espiritual, no sin base de la otra, de la corporal. Sobre todo ahí, en esa corrompida Andalucía –de una parte y de otra- este estallido de repugnantes pasiones, resentimientos, envidias. Odio a la inteligencia, se manifiesta en invertidos, sifilíticos, y eunucos masturbadotes.
No es este el Movimiento al que yo, cándido de mí, me adherí creyendo que el pobre general Franco era otra cosa de lo que es. Se engañó y nos engañó. [...]
Entre los hunos –los rojos- y los hotros –blancos (color del pus)- están desangrando, ensangrentando, arruinando, envenenando y –lo que para mí es peor- entonteciendo a España. En la España que proclama como caudillo a Franco –personalmente un buen hombre víctima y juguete de la jauría de hienas- cabrá todo menos franqueza. Ni amor a la verdad. Pero ustedes, los de ABC, podrán seguir envenenando con mentiras, insidias, calumnias…
Les escribo esta carta desde mi casa donde estoy hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a los otros, será aquí, en mi casa.
Y no quiero seguir. Aún me queda por decir.
MIGUEL DE UNAMUNO
Salamanca, 11-XII-36
BibliografíaLa
doble muerte de Unamuno, por Luis García Jambrina y Manuel Menchón
Universidad de Salamanca
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