jueves, 27 de septiembre de 2018

La imagen del "moro" en la memoria colectiva del pueblo español



“En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo ha servido para separar, para quemar, para torturar”.

José Saramago







En nuestro reciente viaje al Norte de Marruecos atravesando las montañas del Rif entre Tánger, Tetuán y Chauen "tierra de Yebalas" comenzaban a proyectarse sobre mis frágiles entendederas -con la prudencia necesaria del viajero que viaja por vez primera al reino alauita-, aquel cuaderno de Historia 16 nº 319 adquirido en la librería anticuario Raimundo de Cádiz, donde aparecía en su portada: "¡Qué vienen los moros!, escrito por la historiadora Maria Rosa de Madariaga, en cuyas páginas interiores venía reflejada aquella "Imagen del moro en la memoria colectiva del pueblo español y retorno del moro en la guerra civil", que aunque se ha ido diluyendo con el paso de los lustros, aún permanece en la retina colectiva de los españoles aunque sea en pequeñas alícuotas, desde la simpatía que despertaba la población morisca hasta llegar al miedo que despertaba el ejército moro en la población española durante la trágica guerra civil española (1936-1939).



Desde tiempos de zagal recuerdo algunos términos peyorativos acuñados por el nacionalcatolicismo de la época:
  • “El atraso de España se debe a los ocho siglos de presencia musulmana".
  • "La presencia musulmana es un paréntesis en la historia de España".
  • "Clavar el puñal en la espalda como los moros”.
  • "Hay moros en la costa”.
  • "Utilizar al moro como carne de cañón”.
  • “Despeñaperros”, como topónimo.
  • "Santiago Matamoros", como patrón de España...
  • El último "Suspiro del Moro", en referencia al último rey nazarí Boabdil cuando abandonaba Granada en busca de su destierro a la Alpujarra, aunque no existe constancia histórica del suspiro. Por el contrario, sí existe constancia 
    escrita de que tal "suspiro" fue un invento del el cronista-bufón de Carlos V, fray Antonio de Guevara, encargado de divertir al Emperador durante su estancia en la Alhambra durante 1526, lo que le traerá como premio el obispado de Guadix y Mondoñedo. 
  • O recientemente, la destrucción de la Rawda o cementerio real nazarí con las obras de la A-44 a su paso por Mondújar.
Cabe imaginar que también en la retina colectiva del otro lado del Estrecho "en la antigua Berbería" puedan tener reminiscencias similares como fue la expulsión de los moriscos (1609-1614), las Guerras de Marruecos "del Rif" o el Protectorado español (1913-1956) entre otros desencuentros históricos.

El origen del término “Despeñaperros” hay que buscarlo en la época de la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212, cuando un ejército formado por varios reinos cristianos de la península (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal) vencieron a las tropas almohades. Tras ella, a los derrotados “infieles”, se les insultaba llamándolos “perros“, siendo lanzados por los precipicios y peñascos de la zona, por lo que a partir de ese momento, se empezaría a llamar geográficamente “Despeñaperros”. 

Con esta carta de presentación, no es de extrañar que con el tiempo el mundo cristiano convirtiera al Apóstol Santiago en el patrón de la lucha contra los musulmanes bajo el desafortunado término “Santiago Matamoros” exportado a América bajo el término de "Mataindios". En la Iglesia del Salvador de Sevilla existe un enorme cuadro en cuya parte inferior dice: 

“El Señor San Millán de la Orden de San Benito que en la batalla de Simancas, mató 80.000 moros”.



Y cabe preguntarse, ¡de donde vienen semejantes antagonismos y desencuentros entre dos civilizaciones, dos religiones o dos culturas antagónicas que por culpa de la ignorancia llegara a considerarse malditos en tiempos del Cardenal Cisneros los libros escritos en grafía árabe!. Sin embargo, son dos grandes pueblos que están condenados a entenderse por razones de buena vecindad

Es evidente que en torno a la religión se han vertebrado países y “civilizaciones” aunque la tolerancia muchas veces ha brillado por su ausencia. La religión se ha utilizado como una especie de sextante o brújula que nos ha permitido a nivel de civilización cierta cohesión para orientar y canalizar en cierta medida “nuestro rumbo”. 

Si los judíos desempeñaban el monopolio del comercio y de las artes acaparando riquezas, la población morisca era potencial competidora en la agricultura frente a los cristianos viejos (limpieza de sangre). Por tanto, era necesario eliminarlos de la competencia vedándoles el ejercicio a determinadas actividades comerciales. 

La ignorancia de la época permitía identificar al morisco con el turco, moro e incluso árabe “eran infieles al fin y al cabo”, proyectando en nuestras frágiles entendederas que el presunto peligro vendría del Norte de África, al otro lado del Estrecho de Gibraltar, pudiendo poner en peligro de nuevo la integridad del nuevo estado.


La Casa de Dar al Islam “los andalusíes” actuaron como verdadero hilo de transmisión entre la cultura mediterránea y Al Ándalus. A ellos le debemos las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles que serán traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos. 

Traducciones del griego al árabe y de éste al latín permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y escolástica.

Pero tras la conquista de Granada con la idea de una cruzada permanente contra el Islam tras ocho siglos de la denominada “Reconquista” será el nacionalcatolicismo refractario de nuevo cuño amparado por un clero fanatizado el encargado de la expulsión de los judíos en primer lugar y de la población morisca posteriormente, creando una imagen del “moro” como enemigo tradicional de España que se irá cimentando y alimentando con hostilidad mediante la imagen de corsarios y moriscos españoles refugiados en Berbería.

Después de la expulsión de los judíos el 31 de marzo de 1492 considerada la mayor expresión de intolerancia ocurrida en Europa durante este periodo comenzará el primer acto de otro “genocidio y etnocidio” como resultado de un nuevo proceso histórico cuyo epílogo será “la expulsión de los moriscos” a partir de abril de 1609. 

El Cardenal Cisneros aprovechó la “Revuelta del Albaicín para asaltar la Biblioteca de la Madraza “Universidad granadina” que venía funcionando desde 1349, cuya biblioteca con textos coránicos será llevada a la plaza de Bib-Rambla, donde serán quemados en la hoguera más de 5.000 libros en lengua árabe, muchos de los cuales habían contribuido a preparar el camino para el Renacimiento. Será una de las más tragedias culturales más grandes de Europa al perderse unos escritos que provocaban la envidia de los erúditos de toda Europa.


La sabiduría colectiva de Al Ándalus yacía en la plaza de Bab al-Rambla, el lugar adecuado elegido por Cisneros para realizar una enorme hoguera. Muchos de los que perpetraron tal ignominia no sabían ni leer ni escribir. Varios centenares de manuscritos importantes, serían transportados más tarde por mar a las bibliotecas privadas de Fez.

Los libros en lengua árabe fueron considerados “malditos” para el nuevo marco histórico, siendo pastos de las llamas coránes, tratados de astronomía y astrología, tratados científicos, poemas, títulos de propiedad, etcétera, que acabarán en la hoguera como producto de la intolerancia del nuevo estado refractario.

Todas estas circunstancias servirán como caldo de cultivo para sembrar el descontento y humillación en la población morisca con el resultado de una insurrección que comenzaría en 1500 hasta 1501 recibiendo como castigo la población morisca el bautismo o el exilio si no abjuraban de su religión. El problema iba a dilatarse durante más de un siglo. 

El cardenal Jiménez de Cisneros “centinela de la Iglesia de Roma” estaba convencido de que sólo podrían vencer a los “infieles moriscos” si se aniquilaba por completo su cultura.

En 1497 Pedro de Estopiñán, caballero al servicio del duque de Medinasidonia conquistará Melilla. El Peñón de Vélez de la Gomera en 1508, el Peñón de Alhucemas en 1673, Larache en 1610…Ahora las incursiones o razias serán del lado de España. Un sentimiento de hostilidad hacia el español por parte del “moro” o viceversa.

El noble morisco español tras siglos de convivencia pasará a ser considerado por el nuevo estado teocrático y refractario un enemigo al que se había combatido durante ocho siglos en nombre de la Cristiandad. Las persecuciones de los moriscos españoles a comienzos del siglo XVII contribuyeron a afianzar la imagen del español como enemigo radical del Islam reavivando dicha hostilidad hacia los españoles la llegada masiva de moriscos al Norte de África. 


El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto contra los turcos que amenazaban parte oriental de Europa. España con don Juan de Austria -hermanastro de Felipe II- se puso al frente de la Santa Alianza con Venecia y Roma como aliados. Miguel de Cervantes participó en dicha batalla a bordo de la nave “Marquesa” perdiendo la movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el sobrenombre de “el manco de Lepanto”. A las 4 de la tarde había triunfado la Cristiandad sobre la Media Luna y la sangre ambos bandos teñirían las aguas del Mediterráneo. 

En el Quijote, Miguel de Cervantes da testimonio de la importancia de aquella histórica batalla.

El 20 de septiembre de 1575 Miguel de Cervantes en compañía de su hermano Rodrigo abandonaba Italia en la galera “Sol” zarpando del puerto de Nápoles rumbo a España, pero el rumbo de los vientos deparaba a Cervantes una trágica jugada. Tras cinco días de tranquila navegación a lo largo de la costa norte de Italia, la galera “Sol” junto con otras dos galeras, se desprendieron de una flotilla mayor como consecuencia de una fuerte tormenta con fuerte viento hacia la costa francesa “Les Saintes Maries”, donde tres barcos corsarios berberiscos arremetieron contra ellas. Los supervivientes fueron hechos prisioneros y reducidos al cautiverio, entre ellos Miguel de Cervantes y su hermano, Rodrigo. 

Este dramático acontecimiento en la vida de Cervantes, aparece reflejado en La Galatea. Tras cinco años de cautiverio sería liberado el 19 de septiembre de 1580 por el fraile trinitario fray Juan Gil a cambio de un rescate de 500 escudos de oro. Dicho cautiverio del "príncipe de los ingenios" permanecerá durante mucho tiempo en la retina colectiva de los españoles.


La explotación del protectorado de Marruecos a partir de 1912 y la instalación de empresas mineras en el Rif hará que surja un movimiento yihadista contra el colonizador español o europeo “extranjero en definitiva”. 

· La Primera Guerra contra el Sultanato de Marruecos por la defensa de Ceuta, entre 1859-1860.

· Primera guerra del Rif contra las cabilas que rodeaban Melilla, entre 1893-1894.

· La Guerra de Melilla contra las cabilas rifeñas, entre julio y diciembre de 1909.

· Segunda Guerra del Rif o de Marruecos de 1911-1927.

La actuación de la España colonial en el Norte de África durante el siglo XIX y la presencia de marroquíes durante nuestra trágica guerra civil española irá forjando y modelando aquel desencuentro entre ambos pueblos grabado en nuestra retina colectiva. 

El colonizador español tendrá que demostrar su superioridad sobre el colonizado rifeño “moro salvaje y cruel como enemigo ancestral”, lo que se traducirá en actuaciones de rechazo mutuo y sentimientos contradictorios aunque el español se reconoce demasiado en el otro “el moro” aunque tendrá que demostrarle al europeo que es “superior” y que África no comienza en los Pirineos “español-europeo frente a marroquí-africano”. 

El nacionalcatolicismo se ocupará de atribuirle el atraso de España a los ocho siglos de presencia musulmana pero nunca a los privilegios y prebendas de la nobleza y clero mientras el pueblo llano se encontraba en la más absoluta y ancestral miseria. Poco a poco se irá imponiendo la imagen del moro poco sociable con una sarta de vicios: holgazán, traidor, falso, embustero, rastrero, marrullero, codicioso, salvaje y cruel entre otros adjetivos descalificativos. 

La guerra del Rif (1921-1926) contribuirá a mantener viva en el pueblo español una imagen terrible del moro mientras que las clases populares seguirán yendo a morir para defender los intereses de las clases privilegiadas que los explotaban mientras los ricos se salvaban del servicio militar pagando una suma al Estado “redención en metálico”. 

Durante la revuelta minera de 1934 los obreros reivindicarán mejores condiciones de trabajo y mejoras sociales pero el Gobierno de derechas de la CEDA bajarán los salarios agrícolas de 12 pesetas diarias en 1931 a 4 pesetas diarias en 1934 produciendo una enorme regresión social. Para combatir la revuelta minera el Gobierno traerá tropas de Marruecos (la legión, regulares y mercenarios moros). 

Si don Pelayo expulsó presuntamente a los moros de Asturias, no le importó nada a Franco “elegido por la causa de Dios” que las tropas moras profanasen Asturias en 1934 y posteriormente el resto de España durante la trágica guerra civil española. La República verá aparecer de nuevo al moro, no en África sino de nuevo en la Península, surgiendo las visiones terroríficas del pasado.

Si Francia había creado cuerpos autóctonos bajo el mando de un oficial europeo e Inglaterra había hecho lo propio en la India, ¡la España colonial no iba a ser menos!. La participación de tropas marroquíes en el ejército franquista producirá un profundo trauma en la población civil durante la Guerra Civil de 1936. 


La idea de reclutar y organizar fuerzas en las cabilas rifeñas “moros amigos” era un medio de ahorrar vidas a los soldados españoles. Muchos rifeños acudían a alistarse por culpa de las malas cosechas que se traducían en hambre y miseria para la población. Muchos rifeños se alistaban en las tropas españolas del norte de África para obtener un salario, un fusil y adiestramiento militar. 

Gracias a la excelente cosecha de 1921 muchos rifeños lograrán unirse al movimiento de resistencia de las tribus “insumisas”. Desertarán en masa para unirse a los cabileños sublevados en el Rif encabezados por Ibn Abd-el-Krim El-Jatabi que será aplastado y reprimido brutalmente, siendo sustituidos los caídes por otros afectos a España. 

El primer testimonio sobre la utilización de armas químicas se le debe a Ramón J. Sénder (él mismo sirvió en África cuando la Guerra del Rif), quien en su novela “Imán” narra las trágicas experiencias de un soldado de origen campesino y, a través de éste, los efectos del gas en las tropas españolas. 


En los años de la República se siguió practicando, respecto a las tribus del Rif, la misma política que bajo la dictadura de Primo de Ribera. Para evitar la deserción y contener contentas a sus tropas moras los oficiales españoles les dejaban cometer todo tipo de violencias y atrocidades que quedaban impunes (robos, saqueos y violaciones amparados por sus jefes). 

Durante la guerra civil, decenas de miles de marroquíes serán “atraídos” por el bando franquista con la promesa de altos salarios. Pero la población verá que muchos de los regulares cabileños que pasaron a España no volverán quedando las familias sin noticias y sin dinero. Por tanto, hablar de voluntarios marroquíes es una verdadera falacia.

Miles de familias empujadas por el hambre, enviaron a sus hijos al matadero bajo la única consigna: ¡disparar o a morir en combate para ir al paraiso!". Cuando los supervivientes volvieron a Marruecos, comprobaron "in situ" que después de tantas promesas incumplidas, algunos supervivientes mendigan con sus raquíticas pensiones.

Los moros que trajo Franco
en Madrid quieren entrar.
Mientras queden milicianos
los moros no pasarán.


Coplilla popular al comienzo de la Guerra Civil.

Los feroces guerreros con turbantes ayudaron a Franco en su cruzada contra el "infiel ateo". Después de tantas promesas, solo les quedaba el olvido y la indiferencia.

«Cuando florezcan los rosales de la victoria, nosotros os entregaremos las mejores flores». 

«Valientes soldados marroquíes, os prometo que cuando acabe la contienda a los mutilados les daré un bastón de oro». 


Arengas de Franco a los moros.

La insuficiencia de la paga era compensada por el robo y el saqueo fomentado por sus mandos franquistas. La toma de las ciudades adquiría caracteres de razia: entrada a sangre y fuego, violaciones, incendios, asesinatos de la población civil. Las atrocidades de las tropas marroquíes en territorio peninsular no diferían de las cometidas en el Rif.

Por tanto, Franco no sólo utilizó al “moro” como carne de cañón, sino también como arma psicológica contra el pueblo español por el terror que inspiraba el "moro". Se trataba de desmoralizar y aterrorizar a los soldados republicanos “rojos” descargando su odio y resentimiento contra los españoles del otro bando, con la complicidad de los mandos. 

Pero de todos los actos de barbarie de los “moros” en España, los que más traumatizaron a la población y que quedarán grabados en la memoria colectiva fueron las mutilaciones: destripar, cortar la cabeza, las orejas, las narices, los testículos, etc. Estos actos de salvajismo, corrientes en la guerra colonial, no sólo lo practicaban los marroquíes, sino también los legionarios tanto españoles como de otros países europeos. Que esos actos se cometiesen en Marruecos, aunque reprobables, se consideraba casi normal, al considerarse a las víctimas casi “salvajes”, pero que se cometiesen en la “Europa civilizada” era inadmisible.

Las airadas arengas del general Gonzalo Queipo de Llano -conocido como el virrey de Andalucía- a través de Radio Sevilla, durante la Guerra Civil, fueron muy numerosas. Las emisiones proyectaban un odio visceral incitando al asesinato y a la violación de mujeres que se encontraban en la zona republicana, cebando los más bajos instintos de las tropas coloniales africanas para acometer violaciones múltiples: 

“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.

Así, la guerra civil española contribuyó sin duda alguna, a perpetuar y afianzar la imagen que del moro se tenía. Un largo periodo de desencuentros e intolerancia que han quedado guardados en la memoria colectiva y que sólo la cultura de ambos países irá diluyendo.

Paseando por el Paseo de Hasan II en la ciudad santa de Fez, un mamarracho "muharrig", nos llamaba la atención a varios matrimonios que íbamos paseando por la avenida principal al observarnos agarrados de la mano con nuestras esposas. Era evidente que las demostraciones públicas de afecto entre un hombre y una mujer siguen sin estar bien vistas por aquellos que permiten que la mujer siga ocupando un segundo plano en su sociedad. 

Casi todas las mujeres se colocan el tradicional chador e hiyab aunque también se observan muchos niqab, posiblemente porque les otorga cierta seguridad, sobre todo en las áreas rurales,lo que me dio a entender que en la igualdad de género, aún les falta un largo camino por recorrer. 


...Y entonces me acordé lo que me manifestara nuestro guía Abdul II:

"Aunque Marruecos estaba a tan sólo 40 minutos de distancia de España, mentalmente era posible que estuviésemos a varios siglos de distancia". 

Aunque pienso volver a Marraquech -porque visitar Marruecos para impregnarnos de su cultura siempre merece la pena-, si Dios o Alá lo estima oportuno.

"Salam Aleykum".
"Que la paz sea contigo".


P.D. Es indudable que tras la presencia judía y musulmana en Al Ándalus durante siglos, muchos ciudadanos de España poseen un legado genético de ambas civilizaciones que ha pasado a formar parte de nuestra propia identidad histórica modelada a lo largo de los siglos. La huella islámica sigue presente en nuestro vocabulario, en el urbanismo, en la toponímia de muchos pueblos y ríos, en los regadíos y en nuestra manera de ser, sobre todo, en el sur de España.

Mientras la luz de una espléndida civilización declinaba lentamente en la Península Ibérica en 1492, el asentamiento de la población morisca en Berbería contribuiría a su renacimiento cultural ejerciendo una importante influencia en el Norte de África. Este hecho histórico contribuyó a que pasaran en poco tiempo de la Edad Media a la Edad Contemporánea. Aunque son evidentes los esfuerzos en grandes infraestructuras y obras públicas en pleno siglo XXI, nos sigue dando la impresión en nuestra reciente visita, de que aún permanece estancado este país de grandes contrastes sociales (al menos en cuestiones de mentalidad).


Bibliografía

Historia 16 “Que vienen los moros!, por María Rosa de Madariaga. 

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