viernes, 17 de enero de 2020

El Viaje más largo, desde el Archivo General de Indias, en Sevilla

«Primus circumdedisti me». 
«Fuiste el primero en circunnavegarme».
Breve introducción 


En torno al 340 a.C., Aristóteles afirmaba que la Tierra era redonda basándose en la simple percepción en el mar cuando aparecía un barco en el horizonte, al observar en primer lugar las velas y más tarde el casco del barco. 

Al sabio griego Eratóstenes de Cyrene se le atribuye la invención, hacia 255 a.C. de la esfera armilar. Unos 1750 años antes de que la famosa expedición de Magallanes y Elcano demostrara la circunnavegación de la Tierra, el sabio griego comprobaría su diámetro al poseer amplios conocimiento en geometría y matemáticas. 

Cristóbal Colón conocía tales teorías y en sus viajes buscaba una vía oceánica por Occidente que le condujera a la ruta de las especias, pero se encontró con la isla de Guanahaní “San Salvador” en las Bahamas, Cuba y La Española “Santo Domingo”. Lo que desconocían los navegantes de la época era que entre América y Asía existía el Océano Pacífico. 

Alejandro VI (Rodrigo de Borja) estableció la bula “Inter caetera”, una línea imaginaria situada a 370 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde, que dividiría al mundo otorgando a los Reyes Católicos el dominio y monopolio del comercio de las nuevas tierras conquistadas. Las tierras descubiertas al Este de ésta línea imaginaria, serían de propiedad portuguesa, y las del Oeste, serían de propiedad españolas. América quedaba en manos de España mientras Brasil pertenecería a Portugal. 

Esta nueva concepción del mundo pasaría por alto los derechos de la población indígena de aquellas tierras sometidas y explotadas, dando paso a siglos de disputas internacionales por el poder marítimo entre España, Francia e Inglaterra. Podría ser considerado como el detonante que pondría en marcha el colonialismo posterior. 

El principal problema del Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494 era la ubicación del meridiano al no permitir la tecnología de la época la longitud y la cintura de la tierra, ocasionando en la práctica numerosos conflictos, como el que afectaba a las Islas de las Especias, cuya asignación a Castilla o Portugal era dudosa. 



Origen del Archivo de Indias 

En tiempos del Imperio español, la justicia ordinaria era considerada muy severa. La milicia buscaba amparo en los tribunales castrenses mientras que el clero lo buscaba en los tribunales eclesiásticos. Los que no formaban parte ni del ejército ni del clero buscaban el “derecho de asilo” en los templos en busca de protección.

Para delimitar la influencia entre la jurisdicción eclesiástica y la civil se colocaron a partir del año 1565 las cadenas que rodean a la Catedral de Sevilla “Derecho de Asilo”, que marcaba la frágil línea entre el territorio eclesiástico, de los que huían de la justicia civil. Las cadenas también tenían como “efecto colateral” impedir a las caballerías entraran en el templo. 


Los mercaderes de Sevilla se reunían junto a las gradas de la Catedral. Cuando las inclemencias meteorológicas dañaban sus intereses, los mercaderes penetraban incluso con sus acémilas en el interior del templo sagrado olvidándose de que éstas aliviaban sus esfínteres proyectando sus abundantes micciones y defecaciones sobre territorio sagrado, lo que lógicamente molestaba al clero, quienes se quejaron amargamente al rey Felipe II por tan desagradables situaciones. 

El rey encargó al arquitecto real Juan de Herrera la construcción de la Casa Lonja para que en su interior se reunieran los mercaderes. Comenzó a edificarse en 1583, siendo diferentes arquitectos los que intervinieron en su construcción. Por tanto, se podría decir que los sucesos que ocurrieron en la Catedral tuvieron como consecuencia la construcción de lo que hoy es el Archivo General de Indias.       

Cuando el grajo vuela bajo en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco y de los antiguos alkevires, enarbolamos nuestras frágiles naves para colocar nuestro sextante cultural en el Archivo General de Indias de la capital hispalense, dentro del 500º aniversario de la Primera Circunnavegación de la Tierra, cuya inmortal proeza para gloria de España y de la Humanidad, se la debemos a la expedición Magallanes-Elcano entre 1519 y 1522.



Sevilla tuvo que ser…

Hace 500 años, Sevilla y Sanlúcar de Barrameda fueron testigos directos del viaje más largamente soñado por el hombre para alcanzar por Occidente el lejano Oriente y la Isla de las Especias, inexplorado hasta la fecha. Una utopía que llegará a convertirse en la mayor hazaña de la navegación de todos los tiempos, contribuyendo a impulsar las fronteras del conocimiento elevando también el temple humano hacia cotas difícilmente igualables cuya inmortal hazaña ha pasado con letras de oro a los anales de la historia de la navegación.

Entre los lugares más emblemáticos donde se rezumen efluvios de tan inmortal gesta, brilla con luz propia el km 0 de tan magna empresa, que se encuentra en el antiguo "Muelle de las Mulas", en Triana [cuna de navegantes] donde se puede observar un monumento casi olvidado “un astrolabio o esfera armilar” que conmemora tan inmortal proeza. Muy cerca se encuentra la iglesia de Santa Ana, el templo cristiano más antiguo de Sevilla, que fuera mandada a construir por Alfonso X el Sabio, siendo fortificada al encontrarse a extramuros de la ciudad. Alberga la imagen de la Virgen de la Victoria ante la que se postraron todos los tripulantes de la Expedición de Magallanes antes de partir hacia lo desconocido. 


En Triana, también se encuentra el monumento al vigía Rodrigo de Triana, quien el 12 de octubre de 1492 a las 2 de la madrugada avistó “tierra” subido a la cofa del palo mayor en la carabela “La Pinta” que iba delante del Almirante Colón. Por tanto, la recompensa de los 10.000 maravedíes que ofrecieron los Reyes Católicos a la primera persona en descubrir tierra no la cobró Rodrigo de Triana sino Cristóbal Colón, con lo que el comportamiento del Almirante Colón fue desleal a la vista de las informaciones que el historiador Francisco López de Gómara narra en su libro “Historia General de las Indias” escrito en 1552 relatando al respecto lo siguiente:

…Al día siguiente, que era 11 de octubre del año 1492, dijo Rodrigo de Triana: 

“¡Tierra, tierra!”… 

…Y así, el marinero de Lepe se pasó a Berbería, y allí renegó de su fe, porque ni Colón le dio albricias ni el Rey merced ninguna, por haber visto él antes que nadie de la flota, lumbre en las Indias. 

El primer avistamiento narrado en el diario de a bordo de Cristóbal Colón, compendiado por Fray Bartolomé de las Casas. 

“Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana…

Visitando el Archivo General de Indias, nos podemos hacer una remota idea del trasiego de la flota de las Indias en aquellos tiempos pretéritos, entre navíos, carabelas, galeones y galeras subiendo el río Guadalquivir cargado de riquezas expoliadas a los indígenas a través de la conquista. Cientos de miles de documentos permanecen archivados en este histórico y emblemático lugar para documentación de los historiadores e investigadores. 

La exposición “El viaje más largo” aglutina los principales testimonios de un excepcional viaje que nos permite descubrir, más allá de fechas, datos y cifras, el lado humano de unos navegantes que soñaron con una ruta imposible para transformar el devenir de la historia.


Pero comencemos a narrar tan magna empresa… 

A finales del siglo XV, Portugal y Castilla se lanzan a ejercer su influencia en los océanos en una carrera sin precedentes con un mismo objetivo: descubrir una ruta marítima que les permita alcanzar el lejano Oriente y las míticas Islas Molucas, origen de las codiciadas especias. Aquel impulso descubridor alimentado por el afán de riqueza y sed de conocimiento, transformará a la Humanidad para siempre. La influencia náutica mediterránea y andalusí forjarán en Portugal y sur de España una forma de navegar propia que se traslada a la construcción naval. El “arte” de navegar se convierte en ciencia y las viejas carracas derivan en un nuevo concepto de nave apta para la exploración y navegación de altura: la carabela. 

En 1492 Castilla había confiado su viaje a Oriente a Cristóbal Colón mientras los portugueses bajaban por las costas de Guinea para expoliar marfil, azúcar, esclavos y oro creando un gran imperio comercial con factorías en Madeira, Cabo Verde, Cabo Bojador y Guinea, aunque no penetrando en su interior, por su débil demografía.

Su potente marina barrería a cañonazos las frágiles naves musulmanas que habían convertido el Índico en su Mediterráneo islámico. Los portugueses emplearían pilotos árabes aprovechando sus conocimientos en la utilización de monzones. Una verdadera talasocracia "dominio marítimo". 

En 1487, Bartolomé Díaz dobla el cabo de las Tormentas que a partir de ahora se llamará el Cabo de Buena Esperanza mientras Vasco de Gama llega a Calicut (Calcuta) el 20 de mayo de 1498, en la costa occidental de la India. En 1501, Cabral llega a Brasil. 

Cristóbal Colón arribaba a las costas de América, seis años antes de que Vasco de Gama llegase a la India. Incluso veinte años más tarde del viaje de Colón, muchos cartógrafos se obstinaban en negar la existencia del continente americano al que consideraban un apéndice de Asia. El centro de gravedad económico comenzaba a desplazarse del Mar Mediterráneo y Mar del Norte hacia el inmenso océano, señalando el ascenso de España y Portugal, seguidos más tarde por Holanda, Francia e Inglaterra. Comenzaba la expansión de la influencia europea sobre el resto del mundo.

De América comenzaban a venir productos coloniales como la patata, el maíz, el tomate [el gazpacho carecía de tomate al no conocerse en España], el tabaco, la caña de azúcar o el chocolate "chocahuatl azteca".

Terminada la “Reconquista” España necesitaba encontrar una vía marítima que les permitiera llegar a las especias sin tener que bordear África [en manos de los portugueses que les permitía llegar a Asia sin tener que financiar nuevas vías], mientras los musulmanes ejercían su influencia en la ruta terrestre de las especias.

En España y Europa era necesario conservar la carne y para ello, existía una gran demanda de sal y de pimienta, ésta última procedía de Oriente y de África Occidental en manos portuguesas.

En la Europa medieval se codiciaba como producto de verdadero lujo las especias de Oriente considerada “oro vegetal” cuyo comercio se encontraba monopolizado por las repúblicas italianas y cuyo valor crecía exponencialmente al pasar de mano en mano durante las largas rutas terrestres. A mediados del siglo XV, su alta demanda coincide con el cierre de la Ruta de la Seda. 

Las especias [clavo, canela, nuez moscada, jengibre y pimienta] alcanzan entonces un precio desorbitado, lo que servirá de estímulo para atravesar los océanos desconocidos. 

América aparece en la proa de los españoles como un inesperado obstáculo en el camino hacia las Islas de las Especias. Durante veinticinco años se busca sin cesar un paso que permita avanzar hacia el oeste, pero, fracaso tras fracaso, el Nuevo Mundo se revela como un continente infranqueable. Castilla no abandona el objetivo, pero queda rezagada en la carrera a Oriente. Portugal que lleva años explorando el norte de África, toma la iniciativa en el camino a Oriente y se dirige al este bordeando el continente africano.

Portugal tiene naves y una gran experiencia en la navegación de altura, gobernantes implicados junto con un espíritu explorador que la convierte en la gran potencia naval del momento al alcanzar la India en 1498 y las Islas Molucas en 1512.

En 1517 Portugal lleva nueve años en la India y cinco comerciando con las Islas Molucas, mientras Castilla se encontraba atascada en América, buscando un paso hacia Oriente y el Nuevo Mar del Sur descubierto por el español Vasco Núñez de Balboa. Ese año, un joven rey con sueños de emperador sube al trono de Castilla y de Aragón.



Presentación del proyecto de Magallanes a Carlos I

Fernando de Magallanes ofreció en primer lugar al rey de Portugal Manuel I la arriesgada expedición pero al no mostrar interés alguno vino a España a exponer su plan a Carlos I. 

Al igual que con el Almirante Cristóbal Colón, Portugal perdía de nuevo una oportunidad inmejorable.

Magallanes llega a Sevilla, donde encuentra los apoyos necesarios para presentar un proyecto realista en la corte. Sólo necesita una oportunidad, y será en Valladolid donde llegaría su momento. 

El portugués presenta a los consejeros de Carlos I su proyecto. Tras una persuasiva exposición, el monarca se arriesga a financiar la expedición al estar las Islas Molucas en el hemisferio que presuntamente correspondía a Castilla ordenando la inmediata puesta en marcha de los preparativos, firmándose las capitulaciones de la expedición el 22 de marzo de 1518. Este viaje sería la clave para alcanzar las Islas de las Especias por el Oeste y poner en marcha los sueños de Magallanes y Carlos I.

En 1518 el dominico Fray Bartolomé de las Casas de encuentra en Valladolid siendo testigo de excepción de la llegada de Magallanes a la corte y de la presentación del proyecto el 20 de febrero de 1518. Describe con gran detalle la escena ocurrida en el despacho del Canciller y los argumentos expuestos por Magallanes, en su obra “Historia general de las Indias”. 

Según las capitulaciones de Valladolid, a Magallanes le otorgaba la Corona española -a la que juró servir- el título de gobernador y adelantado de todas las tierras que descubriese. 

Magallanes obtiene la financiación de la Corona, el apoyo de la Casa de Contratación, y los barcos necesarios para llevar a cabo su hazaña, pero le cuesta encontrar hombres que le acompañen en el viaje debido a los grandes riesgos, el sueldo escaso a lo que hay que añadir la desconfianza en un capitán portugués. La falta de voluntarios obliga a tomar dos medidas excepcionales: el enrole forzoso de varios pilotos de la Casa de Contratación, y la admisión de extranjeros a bordo. Actualmente, los historiadores fijan en 245 la cifra de participantes en esta expedición.

El plan de Magallanes era muy similar al del Almirante Colón -que murió creyendo que había llegado a Asia- pero buscando un paso hacia el Pacífico que le permitiera llegar a las Islas de las Especias. En aquella época no existían cartas de navegación alguna que sirviera de referente a los esforzados marinos en aquellos inexplorados confines del planeta. Tan sólo podían los navegantes encomendarse a Dios. Nace así la “Armada de la Especiería”, una compleja empresa que moviliza recursos y hombres de todo el reino en la organización de un viaje que desafiaba la técnica y mentalidad de la época.

Durante dieciséis meses, los oficiales de la Casa de Contratación organizan todos los aspectos técnicos y operativos estimando una duración de unos dos años. 

En el puerto se pagaba el almojarifazgo cobrado por los almojarifes [tesoreros encargados de la Hacienda Real] que era un impuesto que se pagaba por el traslado de mercancías que entraban o salían del Reino de España. Las Reales Altarazanas eran los grandes astilleros donde se construían los navíos para la Armada Real desde tiempos de Alfonso X el Sabio.

El 10 de agosto de 1519 la escuadra anunciaría su salida con una descarga de artillería, y se largó la vela del trinquete, según uno de los componentes de la expedición, Antonio Pigafetta.


Sanlúcar de Barrameda/Río de la Plata

20 de septiembre de 1519 a 10 de febrero de 1520 con 143 días de navegación 


“Desde que habíamos partido de la bahía de San Lúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas y dimos la vuelta al mundo entero…” 
(Del diario de Antonio de Pigafetta).

La expedición zarparía con 247 hombres el 10 de agosto de 1519 al mando de Fernando de Magallanes. A través del Guadalquivir pasaron cerca de Coria hasta su desembocadura en Sanlúcar “Sant Lúcar” de Barrameda, en el Océano Atlántico, donde después de avituallarse zarparon el 20 de septiembre con cinco naves: Santiago, Victoria, Concepción, San Antonio y Trinidad, con la intención de encontrar un paso marítimo hacia el oeste que les llevara hacia las Indias Orientales en busca de las "Islas de las Especias".

Fernando de Magallanes otorgaría testamento en Sevilla el 24 de agosto de 1519. 

La nave capitana Trinidad estaba al mando de Fernando de Magallanes; la Concepción, estaba capitaneada por Gaspar de Quezada y con Juan Sebastián Elcano como maestre; la San Antonio, mandada por Juan de Cartagena; la Santiago, con Juan Serrano y la Victoria, dirigida por Luis de Mendoza. 

Existen varias hipótesis sobre la etimología del término Sanlúcar. Unos lo relacionan con el término árabe shaluqa, que significa viento de Levante cambiando su nomenclatura en tiempos de Guzmán el Bueno como Sant Lúcar, quedando de alguna manera cristianizado. 

Profesores de la Universidad de El Cairo han relacionado el vocablo Barrameda con el árabe de la época obteniendo Barraj-el-Medaj, «Tierra a la vista».

Primera escala [Tenerife]

La primera escala tuvo lugar en Tenerife (Canarias) donde se detuvieron tres días para realizar acopio de carne, agua y leña según el tripulante Antonio Pigafetta. Tras salir de Tenerife, Magallanes altera el rumbo siguiendo la ruta portuguesa, exigiéndole Juan de Cartagena, una explicación. 

Aprestadas las naves y confesados los hombres, el capitán general ordena largar velas y las cinco naves se adentran en el Océano. Magallanes quiere atravesar el Atlántico y alcanzar lo antes posible el límite de lo explorado, pero desconfiando, oculta los detalles de la ruta a sus capitanes. Cada cambio de rumbo se convierte en una sospecha. 

El Atlántico, con sus calmas y temporales, saca a relucir las fortalezas y debilidades de la Armada que cuenta con buenos barcos y buenos hombres pero entre sus mandos ha arraigado el germen de la discordia. Comienza una serie de discusiones que terminan con el apresamiento y destitución del capitán de la nao San Antonio, Juan de Cartagena.


Réplica de la nao Victoria en el Puerto de Sevilla [3 de enero de 2021]



Río de la Plata/Estrecho de Magallanes 
2 de febrero de 1520 a 21 de octubre de 1520 con 262 días de navegación 

Continúa la travesía atlántica frente a las islas de Cabo Verde y costas de Sierra Leona hasta Santa Lucía (Río de Janeiro), Río de la Plata y San Julián (Argentina) donde llega la expedición el 31 de marzo de 1520 a escasas jornadas de la Antártida [ante la incertidumbre y el miedo]. 

Magallanes raciona los alimentos y comunica que pasarán allí el crudo invierno antes de continuar hacia el Sur. Los hombres sufren el frío y hambre, pero sobre todo temen la determinación y el silencio de su capitán. Un miedo que se transmite entre la tripulación y que facilitaría el estallido de un motín, liderado por Juan de Cartagena que no quiere continuar la navegación hacia el sur.

Tras 75 días de travesía, la armada se detiene en la Bahía de Santa Lucía “un efímero paraíso”, donde conviven pacíficamente con los indígenas tupiguaraníes. Magallanes permite el comercio y los tripulantes descubren el sabor de la piña, la papa y la caña dulce. 

En Santa Lucía, Magallanes sustituye a Antonio de Coca, capitán de la nao San Antonio, por su pariente Álvaro de Mezquita; se ejecuta a Antonio Salomón por delito de sodomía y se suma a la tripulación un nuevo miembro: Johacinho, de 8 años, hijo del portugués Carvalho, con una nativa, concebido en un viaje anterior.

Tras una breve refriega, Gonzalo Gómez de Espinosa [alguacil de la Armada] consigue tomar la nao San Antonio, matando con una daga al capitán Mendoza sofocando el motín. Magallanes decapita y descuartiza a Gaspar de Quesada, condenando a muerte a 44 amotinados manteniendo preso a Juan de Cartagena. 

Magallanes perdonará la vida a los sublevados, no sin antes, abandonar a Juan de Cartagena junto a un clérigo en un islote sin provisiones. Nunca se sabrá más de ellos.

Ante el hambre y el frío, varios capitanes y oficiales le exigieron la vuelta a España al considerar que la expedición había fracasado. Entre los amotinados se encontraba Juan Sebastián Elcano a quién la historia le deparará la inmortalidad. 

La Armada alcanza el Río de la Plata y recorre la costa americana mientras el viento se hace cada vez más duro, frío y adverso convirtiéndose el litoral cada vez más peligroso e inhóspito. El agotamiento y las dudas invaden las cubiertas de las naos ¿Hasta dónde deberían navegar para encontrar aquel paso? 

Magallanes estaba decidido navegar tan al sur como fuese necesario, pero el otoño austral irrumpe con fuerza y la tripulación se encuentra exhausta y dividida. Repentinamente decide detenerse en una bahía que llaman de San Julián. Allí les esperan los patagones, un sangriento motín, y una larga y dura invernada que durará cinco meses.

Tocado de la cultura tapirapé en el Archivo General de Indias

Según Antonio Pigafetta, Juan de Solís sería comido por los caníbales junto con 60 hombres de su tripulación.




Pérdida de la nao Santiago

Durante la estancia en San Julián, Magallanes ordena a la nao Santiago explorar la costa. Se dirige al sur hasta la desembocadura de un río [Santa Cruz, en Argentina], donde sorprendido por un fuerte temporal el 3 de mayo, encalla y es destrozada por las olas.

La tripulación vuelve a San Julián en una penosa caminata de once días. Tres meses después, tras partir de San Julián, la armada al completo se verá obligada a buscar refugio en este río por otro temporal. Esta vez la escala será de cincuenta y tres días. El viento sigue cerrando el paso hacia el sur.

La zona más austral del mundo

Al llegar la primavera austral, las cuatro naves ponen rumbo al sur. A sólo tres días de navegación, una bahía, y tras ella, un dédalo de canales ¿sería aquel el ansiado paso al Mar del Sur? 

Durante más de un mes, la Armada de Magallanes explora y recorre el laberinto de mareas y vientos encañonados del estrecho que llevará su nombre [Estrecho de Magallanes]. Ignoran el éxito de esta vía hasta que, el 27 de noviembre de 1520, hallan la salida a un nuevo mar. El primer gran objetivo se había cumplido, pero para entonces quedaban tan sólo tres naves: la San Antonio les había traicionado. 

La nao San Antonio desertó en noviembre de 1520 antes de llegar al Pacífico llegando a España con 50 tripulantes. La mayoría de los amotinados fueron perdonados al ser necesarios para continuar la expedición. 

La expedición de Magallanes había atravesado la zona más austral del mundo. Una lengua de agua separaba las últimas tierras continentales de la isla grande de Tierra de Fuego y las montañas con nieves perpetuas. El paso del Estrecho de Magallanes será vital para que la expedición pudiera llegar a las Islas de los Ladrones (Marianas), Filipinas e Islas Molucas "Maluku en indonesio".

El descubrimiento del cabo de Hornos se le debe al español Francisco de Hoces (1525) anticipándose más de medio siglo (1578) al corsario inglés Francis Drake. España e Hispanoamérica lo llamará Mar de Hoces mientras los ingleses “Paso de Drake”.

Tras encallar la nao Santiago y desertar la San Antonio quedaban tan sólo tres naves “Trinidad, Concepción y Victoria” para adentrarse en el Mar del Sur ignorando que estaban a punto de enfrentarse al mayor océano de la tierra [el Océano Pacífico], nunca antes surcado por europeos, en el que sus mapas ya no eran de utilidad alguna. Cien días les llevará cruzarlo. Cien días en los que el hambre, enfermedades y desconcierto se apoderaban de las tripulaciones. Cien días con sus cien noches en las que el océano y el mundo revelan por vez primera al ser humano toda su inmensidad. Magallanes comienza a ser consciente de su fracaso al entender que nadie en el futuro querrá emprender un viaje semejante.

En toda la gente había enfermedades, especialmente con las malas comidas se les hinchaban las encías tanto que les impedía el comer, y se morían… 

Ginés de Mafra, marinero

San Lázaro (Islas Filipinas)/Tidore (Islas Molucas)
16 de septiembre de 1521 a 21 de diciembre de 1521 con 96 días de navegación

Magallanes dirige sus naves al Oeste y alcanza las Islas Filipinas. El oro y la amabilidad de sus gentes parecen resucitar viejos sueños en el Capitán General que, orillando el objetivo principal, decide establecerse en aquellas islas a las que bautiza como San Lázaro. Las Molucas podrían esperar.

Llegados a la isla de Butuán, y después a la de Cebú, parece que la situación, por fin, va a tornarse favorable: encuentran indicios de abundancia de oro, los nativos parecen amistosos y muchos parecen estar dispuestos a convertirse al cristianismo.

Cuenta la tradición que Magallanes dejó en Cebú una talla del Niño Jesús como regalo al rey y reina de la isla con ocasión de su bautizo. Tras la partida de los españoles, la superficial cristianización se diluyó rápidamente, pero la talla fue conservada, y probablemente integrada en el panteón de divinidades locales. Cuando en 1565 Legazpi retornó a Filipinas y conquistó Cebú, el Niño Jesús fue hallado intacto, guardado en una caja de madera. Desde entonces ha sido venerado en Filipinas como un milagro.

Pero aquel sueño es tan breve como la amabilidad de los nativos. Magallanes muere en un combate absurdo en la batalla de Mactán (Filipinas) el 27 de abril de 1521 en unas escaramuzas ante 1.500 indígenas al mando del caudillo musulmán Lapu Lapu. Poco después parte de su tripulación es pasada a cuchillo en Cebú. La armada queda débil, sin rumbo y sin destino. El viaje se convierte en una huida. Durante meses, el objetivo es, simplemente, sobrevivir.

Tras la muerte de Magallanes, los tripulantes destituyen a Juan Carvalho nombrando nuevo capitán para la nao Victoria a Juan Sebastián Elcano quien el 18 de diciembre de 1521 ordena seguir navegando hacia Poniente. La armada recupera entonces su objetivo primigenio: alcanzar las Islas Molucas. Guiados por pilotos locales que obtienen, por negociación o por la fuerza, se dirigen al Sur. Al atardecer del 8 de noviembre de 1521, una salva de artillería truena en el puerto de Tidore. La Trinidad y la Victoria han alcanzado el Maluco.

La galleta que comíamos ya no era más pan sino un polvo lleno de gusanos que habían devorado toda su sustancia. Además, tenía un olor fétido insoportable porque estaba impregnada de orina de ratas. El agua que bebíamos era pútrida y hedionda. Por no morir de hambre, nos hemos visto obligados a comer los trozos de piel de vaca que cubrían el mástil mayor a fin de que las cuerdas no se estropeen contra la madera... Muy a menudo, estábamos reducidos a alimentarnos de aserrín; y las ratas, tan repugnantes para el hombre, se habían vuelto un alimento tan buscado, que se pagaba hasta medio ducado por cada una de ellas... Y no era todo. Nuestra más grande desgracia llegó cuando nos vimos atacados por una especie de enfermedad que nos inflaba las mandíbulas hasta que nuestros dientes quedaban escondidos.... 

Antonio Pigafetta. Relación del primer viaje alrededor del mundo. 

“El agua que nos vemos obligados a beber esta igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas.” 

“Pienso que nadie en el porvenir se aventurará a emprender un viaje parecido”. 

Antonio de Pigafetta “Cronista del viaje”.

Cuadro de Ferrer Dalmau "Fuimos los primeros".

La clave principal del viaje

El 18 de diciembre de 1521, las naos Trinidad y Victoria se encontraban cargadas de clavo y dispuestas para su regreso a España. Una vía de agua en la nao Trinidad hizo precisa una reparación en la nao capitana haciéndose necesaria carenar la quilla y el casco. 

Al acordarse que la Victoria volviera a Castilla por la ruta de la India y que la Trinidad se quedase en el puerto de Tidore "Indonesia" para ser reparada y regresar por el Pacífico hasta Panamá se estaba gestando la verdadera clave de la primera vuelta al mundo.

El día 21 la Victoria partiría de Tidore en solitario de camino de regreso hacia Sevilla cargada de especias hacia el oeste para gloria de España y de la Humanidad mientras la Trinidad era apresada por los portugueses, regresando cinco de ellos a Europa y liberados en 1527.

Sin tiempo para disfrutar del destino, los españoles negocian sin dilación el precio del clavo. Están dispuestos a pagar más que los portugueses, y comienza la carga. Las bodegas de la Trinidad y la Victoria parecen no tener fondo y agotan las existencias de la isla.

Elcano y sus hombres creen ser conscientes de la magnitud del reto al que se enfrentan, en una travesía sin escalas. Para evitar las rutas portuguesas, la Victoria se dirige hacia el Suroeste atravesando el Índico Sur por una de las zonas más inhóspitas del planeta. Le esperan tres meses de temporales, vientos y corrientes en contra.

Cabo de Buena Esperanza/Cabo de San Vicente 
8 de mayo a 4 de septiembre de 1522 con 119 días de navegación

Tras noventa días navegando por el Índico sur, el Cabo de Buena Esperanza [el más grande y peligroso cabo conocido de la tierra para Antonio Pigafetta] aparece en la proa de la nao Victoria desatando toda su ira. Durante catorce días ininterrumpidos de temporal, aquel cabo llamado “de las Tormentas” pondrá a prueba la resistencia de unos hombres que ya creían haber superado todos los límites. 

Sin embargo no sería esa su última prueba, le esperaba el Atlántico, las calmas, el calor del trópico, el hambre y la sed. Tras 156 días de navegación sin escalas, deciden jugárselo todo en la isla de Cabo Verde [miércoles 9 de julio], llegando al puerto de partida en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 y dos días más tarde a Sevilla con tan sólo un barco (la nave Victoria) y 18 supervivientes de aquéllos cinco barcos y 247 hombres que comenzaron aquella expedición.

Llegada a Sevilla 
8 de septiembre de 1522

Si el 10 de agosto de 1519 se anunció en Sevilla la partida de una expedición formada por cinco barcos y 247 tripulantes, organizada y dirigida por Fernando de Magallanes, el lunes 8 de septiembre de 1522 anclaría en el mismo lugar de la partida, la Nao Victoria en la que los 18 famélicos supervivientes habían completado la primera vuelta al mundo al mando de Juan Sebastián Elcano.

1. Juan Sebastián Elcano, de Guetaria
2. Francisco Albo, de Axio
3. Miguel de Rodas, de Rodas
4. Juan de Acurio, de Bermeo
5. Antonio Lombardo (Pigafetta), de Vicenza
6. Martín de Yudícibus, de Savona
7. Hernando de Bustamante, de Mérida
8. Nicolás el Griego, de Nauplia
9. Miguel Sánchez de Rodas, de Rodas
10. Antonio Hernández Colmenero, de Ayamonte. Otras fuentes lo sitúan en Huelva.
11. Francisco Rodríguez, portugués de Sevilla
12. Juan Rodríguez, de Huelva
13. Diego Carmena Gallego, de Bayona
14. Hans, de Aquisgrán
15. Juan de Arratia, de Bilbao
16. Vasco Gómez Gallego “el Portugués”, de Bayona
17. Juan de Santander, de Cueto
18. Juan de Zubileta, de Baracaldo

Gracias a la Providencia, el sábado 6 de septiembre de 1522 entramos en la bahía de Sant Lúcar […] 

Desde que habíamos partido de la bahía de Sant Lúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y dimos la vuelta al mundo entero […] 

El lunes 8 se septiembre largamos el ancla cerca del muelle de Sevilla, y descargamos toda nuestra artillería. 

Antonio Pigafetta. Relación del primer viaje alrededor del mundo.

Tal vez haya sido la gesta marítima más impresionante de la Humanidad que ha pasado a la Historia con letras impresas en oro. El escudo de armas con un globo terráqueo con el lema latino «Primus Circumdedisti Me» («Fuiste el primero en circunnavegarme») fue otorgado a la familia de Juan Sebastián Elcano por el emperador Carlos I tras la vuelta al mundo.


"En acción de gracias, acudieron a orar ante la imagen de Santa María de la Antigua, que entonces estaba en donde hoy vemos la reja y donde se sitúa esta placa conmemorativa de aquella hazaña".

El martes saltamos todos a tierra, en camisa y a pie descalzo, con un cirio en la mano, para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la de Santa María la Antigua, como lo habíamos prometido hacer en los momentos de angustia”.

Antonio Lombardo (Pigafetta).


Una placa de mármol recuerda en la Capilla de la Virgen de la Antigua en la Santa Catedral de Sevilla, aquella gesta: 

EL DÍA 9 DE SEPTIEMBRE DE 1522 ANTE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA 

EN ESTA CAPILLA DE LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE SEVILLA, SE POSTRARON 

EN RENDIDO HOMENAJE Y AGRADECIMIENTO POR SU PROTECCIÓN Y AMPARO 

LOS DIECIOCHO TRIPULANTES DE LA NAO VICTORIA, QUE LLEGARON AL 

PUERTO DE SEVILLA CULMINANDO LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO, 

LA MAYOR GESTA MARÍTIMA DE TODOS LOS TIEMPOS. 


JUAN SEBASTIÁN ELCANO, CAPITÁN 

FRANCISCO ALBO, PILOTO. MIGUEL DE RODAS, MAESTRE 

JUAN DE ACURIO, CONTRAMAESTRE. MARTÍN DE JUDICIBUS, MERINO 

HERNANDO DE BUSTAMANTE, BARBERO. HANSE, CONDESTABLE 

DIEGO GALLEGO, MARINERO. NICOLAO DE NÁPOLES, MARINERO 

MIGUEL SÁNCHEZ DE RODA, MARINERO. FRANCISCO RODRÍGUEZ, MARINERO 

JUAN RODRÍGUEZ, MARINERO. ANTÓN HERNÁNDEZ COLMENERO, MARINERO 

JUAN DE ARRATA, GRUMETE. JUA DE SANTANDER, GRUMETE 

VASCO GÓMEZ GALLEGO, GRUMETE. JUAN DE CUBILLETA, PAJE. 

ANTONIO LOMBARDO, SOBRESALIENTE.


Pintura de Elías Salaverría Inchaurrandieta [1883-1952] que representa el momento en el que Elcano, a la cabeza de la tripulación de la nao Victoria, desembarca en Sevilla tras haber completado la primera vuelta al mundo el 8 de septiembre de 1522. 
Museo Naval de Madrid

La Nao Victoria “la primera embarcación en dar la vuelta al mundo” traería consigo clavo de las islas Molucas mientras la canela, nuez moscada, jengibre, pimienta, sándalo y alcanfor la trajeron de muy remotos lugares.

Uno de los 18 hombres a bordo de la nao Victoria fue el noble italiano Antonio Pigafetta, al que le debemos un relato que se ha convertido en la principal fuente para el conocimiento de los avatares de esta expedición: "Relazione del primo viaggio intorno al mondo", escrita poco después de su vuelta (1524) y cuyo original se ha perdido.

Es cierto que Fernando de Magallanes no pretendía dar la vuelta al mundo, sino abrir una ruta comercial con las Molucas “isla de las especias”. Pero será gracias a Juan Sebastián Elcano a quien se le deba la decisión de navegar hacia el poniente para encontrar África y llegar a España. 

Si al comienzo de la expedición Fernando de Magallanes recibió ante la Virgen de la Victoria las banderas que lucirían en las cinco naves navegando durante 14.460 leguas "37.696 millas náuticas" y visitar cuatro continentes. Será también ante la Virgen de la Victoria en la parroquia de Santa Ana, en Triana, cuando se dirijan de nuevo en 1522 los supervivientes de aquella primera vuelta al mundo al mando de Juan Sebastián Elcano para darle las gracias por su protección.



Virgen de la Victoria en la Exposición "El viaje más largo".
Archivo General de Indias

En la Parroquia de Santa Ana se puede observar el retablo donde se venera a la Virgen de la Victoria, que es la misma imagen ante la cual se habrían postrado Magallanes, Elcano y su tripulación a la que encomendaron su viaje. Entonces, la imagen estaba al culto en el convento de los Remedios, junto al Puerto de Mulas.

Al igual que Aristóteles y Eratóstenes, Cristóbal Colón mantenía una teoría de que la Tierra era redonda pero quien lo llevó a la práctica fue Juan Sebastián Elcano, dando comienzo el primer acto de un mundo “más globalizado”. A partir de ahora las materias primas y por consiguiente, las nuevas rutas comerciales irán abriendo mercados. En el futuro, las grandes potencias navales “España, Portugal, Inglaterra y Francia” ejercerán su influencia en los mares, proyectando su lengua, su comercio y religión. 

Pero la inmortal gesta que comenzó Fernando de Magallanes y terminó Juan Sebastián Elcano colocaría a España en las más elevadas cotas de la navegación, al lograr encontrar el 21 de octubre de 1520 un paso entre el Atlántico y el Pacífico que le permitía realizar la vuelta al mundo, cambiando la historia de Europa y de América. 

El mundo ya no volverá a ser el mismo desde que la expedición Magallanes/Elcano circunnavegara desde el Occidente para arrivar al mismo punto de partida a través del Oriente. 

Sevilla tuvo que ser… 

El 4 de Agosto de 1526 Juan Sebastián Elcano muere en el Océano Pacífico al intentar reeditar el viaje a las Islas Molucas. Vivió y murió como un buen marino...


Monumento a Juan Sebastián Elkano en Getaria. Foto Paco Cuevas


Coste humano y material

La “Santiago” naufraga el 3 de mayo de 1520 en el estuario de Santa Cruz (Patagonia argentina). 

La nave “Trinidad” con 17 supervivientes termina abordada por los portugueses en las Molucas, tras intentar sin éxito regresar por el este cruzando el Pacífico. 

La “Concepción” fue abandonada y quemada frente a la isla de Bohol (Filipinas) por falta de tripulación suficiente para su navegación. 

La nao “Victoria” fue la única en completar la expedición.

18 supervivientes, 32.000 millas recorridas, 127 fallecidos [81 por enfermedad, 35 en enfrentamientos, 2 en accidentes con armas, 3 ahogados, 2 en peleas a bordo y 4 ejecutados], 70 desertores [8 desertores, 51 regresan a Sevilla en la San Antonio en 1521, 2 abandonados por delitos, 9 se desconoce su destino, 8 desaparecidos, 2 detenidos por los portugueses, 2 detenidos en Brunei y 1 detenido en Cebú], 13 desaparecidos, 27 toneladas de clavo.

Coste total de la Armada: 8.334.335 maravedís.

Venta de especias de la Nao Victoria: 8.080.551 maravedís. 

Beneficio neto: 340.210 maravedís. 

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P.D. El buque escuela de la Armada española Juan Sebastián Elcano toma su nombre del ilustre marino guipuzcoano y español, protagonista de una de las hazañas más grande de nuestra historia al circunnavegar el globo con aquéllos "17 hombres" que quedarían inmortalizados por la historia al regresar al punto de origen de la expedición "Sanlúcar de Barrameda" completando de ese modo la “Primera Vuelta al Mundo” realizando 14.460 leguas. 

Desde el Archivo General de Indias, para el blog de mis culpas...



Fuentes históricas

Archivo General de Indias en Sevilla "Exposición 500º aniversario de la Primera Circunnavegación de la Tierra.

Visita a la Santa Catedral de Sevilla



Enlaces interesantes 



3 comentarios:

  1. Enhorabuena Antonio. Es sensacional el reportaje que has realizado. Un fuerte abrazo

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  2. Muchas gracias amigo Alfredo por tu comentario que me dará fuerzas para seguir ampliando horizontes. Un abrazo, desde la tierra de Villalón, que también es la tuya.

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  3. He leído la publicación sobre la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. Somos un grupo de Ayamonte que nos gustaría homenajear a los ayamontinos que iniciaron la navegación y en especial a Antonio Hernández Colmenero, que fue uno de los dieciocho en llegar. Son muchos los autores que lo señalan como oriundo de Ayamonte, pero otros de Huelva. Ya que en su blog, aparece como de Ayamonte, nos gustaría conocer la fuente en la que se basa.Gracias.

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