Cuando el grajo vuela bajo en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante didáctico en busca de la ciudad de Montilla, en plena campiña cordobesa, acompañando al Aula de la Experiencia de Morón a cargo de su coordinadora local Luz Marina.
Una interesante visita para conocer su interesante patrimonio cultural, donde brilla con luz propia, el Convento de Santa Clara, el Castillo Alhorí, el mural "el coloquio de los perros", la Basílica de Juan de Ávalos o la Casa del Inca Garcilaso de la Vega, entre otros lugares de interés, y cuyas impresiones intentaremos dejar en éstas humildes letrillas.
Etapa peruana de la vida del Inca [1539 a 1560]
Gómez Suárez de Figueroa, conocido como el Inca Garcilaso de la Vega (Cusco, 12 de abril de 1539-Córdoba, 23 de abril de 1616), era hijo del conquistador extremeño Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Chimpu Ocllo, sobrina del emperador del Tahuansintuyo, Huayna Cápac.
Durante sus primeros años, en el seno de la familia materna recibe una amplia formación en la cultura y lengua autóctonas (el quechua), lo que le permitió conocer con detalle los orígenes del Imperio Inca, sus tradiciones, así como los usos y costumbres sociales relacionadas con los pueblos indígenas: “…mucha parte de aquella idolatría, sus fiestas y supersticiones, que aún en mis tiempos, hasta los doce o trece años de mi edad, no se habían acabado del todo” (Comentarios Reales, li.1, cap.19). Estos primeros años de contacto con lo incaico influirán de manera decisiva en su vida y obra posterior.
Con doce años pasa a vivir con su padre, quien había contraído matrimonio con Luisa Martel de los Ríos, mujer de alto linaje. Desde ese momento recibe una formación más acorde a la que se impartía en el Viejo Continente. El mismo Inca escribirá en una carta que “en mis niñeces oí un poco de gramática mal enseñada por siete preceptores que a temporadas tuvimos”.
Las luchas entre españoles en las tierras americanas perjudicaron al capitán Sebastián Garcilaso, aunque poco después, en 1554, mejoró su situación al ser nombrado corregidor del Cusco. La dureza de la conquista, las pugnas entre los mismos españoles y la conciencia del mestizaje que vivirá en esta primera etapa de su vida, son temas que quedarán perpetuados en sus escritos.
Su padre, fallecido en 1559, le dejó un dinero para que pudiera viajar a España. El 20 de enero de 1560 abandona la capital cusqueña; tras una larga travesía desembarcó en Lisboa.
Pasó poco tiempo en Sevilla y de ahí viajó hasta tierras extremeñas, en búsqueda de una ayuda de sus familiares, que resultó infructuosa. Finalmente, dirigió sus pasos hacia Montilla.
La Casa del Inca Garcilaso [1561-1591]
La calle Capitán Alonso de Vargas nos acerca a la Casa del Inca Garcilaso de la Vega, llamado en el Cusco, Gómez Fernández de Figueroa y en España fue acogido bajo la protección de su tío el Capitán D. Alonso de Vargas. El Inca Garcilaso ha sido considerado el abrazo fecundo del mestizaje.
Vivió en esta casa solariega durante cerca de treinta años el Inca Garcilaso de la Vega (Cusco, 1.539-Córdoba, 1.616) conocido como “el primer mestizo cultural de América” y “Príncipe de los Escritores del Nuevo Mundo”. Aquí escribió parte de su obra fundamental para conocer la Historia del Nuevo Continente con un importante patrimonio documental, con despacho, biblioteca, patio central y bodega. La casa se distribuye en torno a dos patios, varios cuerpos de sillería constituyen el eje principal de la misma, guardando la esencia de las casas solariegas del siglo XVI.
La primera de las obras que escribe entre las paredes de su casa será la traducción de los “Diálogos de Amor” de León Hebreo, que acaba en 1586 y edita en el año 1590, llevando a cabo la traducción desde el italiano de manera autodidacta, tras años de letras y estudio. Sus trabajos de traducción fueron conocidos por personajes relevantes contemporáneos al autor, como el cronista imperial Ambrosio de Morales y el mismo Miguel de Cervantes, que poco después de salir de la imprenta la obra se encontraba en Montilla. Hay autores que no dudan en afirmar que Cervantes debió de conocer escritos de Garcilaso. Es en esta obra en la que por vez primera añade a su nombre el apelativo de “Inca”.
La segunda de las obras que escribe en esta casa es “La Florida”, compuesta por seis libros, en relación a los seis años que duró la expedición que llevó a Hernando de Soto hasta tierras norteamericanas. La obra, es una de las mejores que nos ha llegado de narraciones de la historiografía indiana, relatando lo acontecido con información de segunda mano, puesto que el Inca nunca estuvo por aquellas latitudes, valiéndose de numerosas fuentes de información de las que se valió, entre ellas las que le transmitieron los soldados Alonso de Carmona y Juan Coles; pero la principal fue la aportada por Gonzalo Silvestre, que vivía en Las Posadas. Aunque llegó a decir que “yo no puse más de la pluma, como escribiente”, después de añadir que “yo escribo de relación de quien lo vio y manejó personalmente”, lo cierto es que imprime a la obra un carácter personal, lo cual hace de “La Florida” una narración brillante. Hay una carta escrita por el Inca que corrobora esas visitas a dicha localidad cordobesa: “Viniendo de Las Posadas donde había estado cinco o seis días…”. La obra se proyecta desde poco después de venir a Montilla, y la acaba antes de trasladarse a Córdoba. En otra de las cartas fechada en 1592 ya afirma que: “La Historia de la Florida tengo acabada”; pero es más, el cronista imperial Ambrosio de Morales, muerto en 1591, había leído y aprobado su aprobación a los manuscritos de La Florida. La editó años después –en 1605- por “falta de escribientes que la saquen a limpio”.
En Montilla escribe la primera parte de sus “Comentarios Reales” (1609), cuya edición última en Córdoba. En 1586 ya tenía realizados numerosos apuntes, y el plan de la obra estaba trazado: “Pretendo pasar adelante a tratar sumariamente de la conquista de mi tierra alargándome más en las costumbres, ritos y ceremonias de ella”. En el Proemio al lector de “La Florida” escribe: “quedo fabricando, forjando y limando la del Perú, el origen de los reyes incas, sus antiguallas, idolatría y conquistas, sus leyes y el orden de su gobierno, en paz y en guerra. En todo lo cual, mediante el favor divino, voy ya casi al fin”. Se trata de una obra con la que se quiere expresar su propia experiencia y visión sobre los orígenes y costumbres de los incas, porque discrepa de lo escrito por otros autores, “escríbenlas tan cortamente que aún las muy notorias para mí, las entiendo mal. Por lo cual, forzado del amor natural de la patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos “Comentarios Reales”.
Óleo de su tío "Capitán Alonso de Vargas"
Casa del Inca Garcilaso
El Inca Garcilaso en Montilla
En 1561 se instaló en Montilla, en la casa de su tío, don Alonso de Vargas casado con Luisa Ponce de León, quien lo acogió bajo su protección.
A finales de ese mismo año viaja a Madrid, donde posiblemente conoció a Gonzalo Silvestre, quien tiempo después relataría sucesos que recopiló en su obra “La Florida”. La participación de su padre junto a los pizarristas, así como su carácter mestizo, lo perjudicaron a la hora de obtener el reconocimiento del Consejo de Indias, por lo que se vio obligado a regresar a Madrid sin haber alcanzado sus propósitos económicos. En 1563 pensó, sin ver segura su promoción en tierras españolas, en su regreso al Perú, aunque al final no llegó a embarcar y regresó a Montilla. Esa decisión de permanecer en estas tierras se constata también en la modificación de su nombre. En noviembre de ese mismo año ya no firma como Gómez Suárez de Figueroa, sino como Garcilaso de la Vega. En 1569 participa bajo el mando de don Juan de Austria en las campañas de los moriscos en las Alpujarras, con lo que alcanzaría, al igual que su padre el grado de capitán.
Se vuelca en el estudio de la historia, así como en la lectura de poetas clásicos y renacentistas. En marzo de 1570 fallece su tío, quien, a través de sus disposiciones testamentarias, le concedió cierta holgura económica, refrendada con el disfrute de la herencia en 1587, tras la muerte de Luisa Ponce de León.
En esta época acomete la traducción de los “Diálogos de Amor” (1590) de León Hebreo. Numerosos eruditos alaban su traducción, que acometíó de manera autodidacta cautivado por el neoplatonismo que transmitía y “la dulzura y suavidad de su Filosofía”. En Montilla escribe “La Florida” e inicia “Los Comentarios Reales”.
Su religiosidad le mueve a apadrinar niños, apareciendo en 113 registros bautismales en la parroquia de Santiago. En numerosas ocasiones lo hace acompañado de doña María de Angulo aunque el Inca nunca llegó a contraer matrimonio. Gustaba de criar caballos y logra que su yeguada alcance premios y reconocimientos. En el año 1591, el recaudador de impuestos Miguel de Cervantes se encuentra en Montilla, coincidiendo con nuestro personaje. A pesar de vivir en Córdoba, el Inca Garcilaso regresó a Montilla de forma esporádica en numerosas ocasiones.
Patio de la Casa del Inca Garcilaso
La Montilla que vivió el Inca Garcilaso de la Vega
Montilla contabiliza entre 1590 y 1591 según el censo unos 8.500 vecinos. Montilla en el Marquesado de Priego, vivió su particular época dorada, sobre todo bajo el patronazgo de Catalina Fernández de Córdoba y Enríquez (1517-1569), que fomenta la cultura, las construcciones y el establecimiento de las órdenes religiosas fundando el Monasterio de Santa Clara en 1525, donde se instalan los agustinos, y se funda el Convento de San Lorenzo o el Colegio de los Jesuitas en 1552.
En Montilla predicaba San Juan de Ávila (1499-1569), hoy doctor de la Iglesia, o el mismo Miguel de Cervantes, quien ambientaba en Montilla (1591-1592) su novela ejemplar “El coloquio de los perros”.
En un periodo de difusión del neoplatonismo renacentista, el Inca Garcilaso participó en los círculos culturales locales, que giraban en torno a Pedro Fernández de Córdoba, IV marqués de Priego (1574-1606). Son años de brillantez artística, con la presencia de Juan de Mesa el Mozo o de Hernán Ruiz, que acometía en 1577 la construcción de una nueva torre para Santiago, o de Juan de Castillejo, quien junto a Pedro Delgado, entre 1571-1575, realizan el retablo de la Capilla de San Juan Bautista de la Iglesia Parroquial de Santiago. Cuando el Inca Garcilaso llega a Montilla se encuentra a un pueblo en plena renovación urbanística, puesto que se acababa de acometer la construcción, en la Plaza Alta, de una nueva Casa del Cabildo, otro pósito y en 1560 las nuevas Carnicerías. El Castillo, ya en época de declive, seguirá utilizándose como alhorí.
Etapa del Inca en Córdoba [1561 a 1616]
En noviembre de 1591 el Inca Garcilaso de la Vega se instala en Córdoba, en la calle Deanes. En el año 1597 recibe órdenes menores, lo que le permite ampliar su relación con los círculos eclesiásticos y académicos de la ciudad cordobesa, en la que era conocida su exquisita traducción. Mantuvo contacto con el cronista imperial Ambrosio de Morales, del que llega a decir en una carta que “me adoptó por hijo y tomó por suyos mis trabajos”.
Durante un tiempo asume el cargo de mayordomo en el Hospital de Limpia Concepción, que abandonó poco después, en 1608, para regresar a su casa. En 1609 publica en Lisboa, contando con el beneplácito de la Casa de Bragança, la primera parte de sus “Comentarios Reales”. El 18 de septiembre de 1612 formaliza la adquisición de la Capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio, en la Catedral de Córdoba, en la que su hijo era sacristán. Murió cuatro años después.
En su epitafio fue grabada la siguiente inscripción: “El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria, ilustre de sangre, perito en letras, valiente en armas, hijo de Garcilaso de la Vega, de las Casas ducales de Feria e Infantado, y de Isabel Palla, sobrina de Huayna Cápac, último emperador de Indias”. Comentó la Florida, tradujo a León Hebreo y compuso los “Comentarios Reales”. Vivió en Córdoba con mucha religión, murió ejemplar; donó esta capilla, enterróse en ella, vinculo sus bienes al sufragio de las ánimas del Purgatorio.
En 1978, parte de sus restos fueron llevados a tierras peruanas, por lo que el Inca, representante insigne del mestizaje cultural, reposa también en la Catedral de su Cusco natal mientras que la otra mitad se encuentra en la Catedral de Córdoba.
Despacho del Inca Garcilaso de la Vega en Montilla
La primera referencia literaria del Inca Garcilaso de la Vega la encontramos en el año 1586, fecha en que termina la traducción del italiano al castellano los “Diálogos de Amor” de León Hebreo. Su prólogo está fechado en Montilla 19 de enero de 1586” y su dedicatoria a don Maximiliano de Austria en “Montilla 19 de septiembre de 1586”, editándose en Córdoba en 1590. El libro fue prohibido por la Inquisición e incluido en 1612 en el “Index Librorum Prohibitorum”, censura a la que el inca dio la razón porque reconocía que la obra “no era para el vulgo”.
Otro de sus escritos de finales del siglo XVI es la Relación de la descendencia de Garcí Pérez de Vargas (1596), cuyo manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional.
En 1605 se publica en Lisboa en la imprenta de Pedro Crasbeeck, “La Florida del Inca”. Historia del adelantado Hernando de Soto, Gobernador y Capitán General del Reino de la Florida y otros heroicos caballeros españoles e indios; en palabras de Mario Vargas Llosa, este texto “basta para hacer de él uno de los mejores prosistas del Siglo de Oro”.
Su obra más conocida será la Primera parte de los “Comentarios Reales” (Lisboa, 1609), obra en la que se muestra la cultura incaica previa a la dominación hispánica, así como la vida y costumbres de los incas.
En 1617 se edita en Córdoba, de manera póstuma, la continuación de los Comentarios Reales, titulada Historia General del Perú, que trata de su descubrimiento y como lo ganaron los españoles…, que abarca el período comprendido desde la llegada de los españoles al Nuevo Mundo hasta la ejecución del último sucesor de Atahualpa, Túpac Amaru I, en 1572. También realizó aportaciones a la Historia General de las Indias.
23 de abril de 1995 “Día Mundial del Libro” por la Unesco
Fuentes
Paneles ilustrativos en la Casa del Inca Garcilaso
La Unesco proclama el Día Mundial del Libro el 23 de abril, fecha en la que murieron Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso.
La Unesco propone en su Conferencia General, reunida en París del 25 de octubre al 16 de noviembre de 1995, la celebración del Día Mundial del Libro cada 23 de abril, por ser un día simbólico para el mundo de la literatura.
La Resolución 3.18 de este organismo internacional dice:
“…Observando que no se ha adoptado una medida similar a nivel mundial del Libro el 23 de abril de cada año, fecha en que coincidieron, en 1616, los decesos de Miguel de Cervantes, William Skakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega”.
El punto de arranque de esta propuesta fue el año 1996, y desde entonces se ha instituido en un día emblemático para millones de lectores de todo el mundo. En 1963 se abre en su casa natal la Biblioteca Municipal de Montilla.
Desde la Casa del Inca Garcilaso de la Vega en Montilla, acompañando al Aula de la Experiencia de la tierra de Villalón, para el blog de mis culpas...
Fuentes
Paneles ilustrativos en la Casa del Inca Garcilaso
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