Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante didáctico [acompañando al Aula de la Experiencia de Morón] hacia la ciudad de Montilla, en la Campiña cordobesa, que fuera en tiempos pretéritos la tierra del Gran Capitán “Gonzalo Fernández de Córdoba” y del Inca Garcilaso de la Vega.
En el término de Écija hicimos un alto en el camino para realizar nuestro desayuno cardiosaludable a base de café acompañado de pan con aceite de oliva virgen extra y tomate triturado [manteca colorá para aquellos que hayan sido bendecidos con el mejor yantar].
Montilla, ciudad heredera de grandes pagos de viñedos con denominación de origen de los vinos de Montilla Moriles, verdaderos templos del vino, donde las bodegas, lagares y tonelerías brillan con luz propia entre un mar de sensaciones que estimulan nuestro sentidos bajo la atenta mirada de su legado cultural como lo indica la Ruta del Califato [de la antigua Córdoba a la Granada nazarí], el sentido americanista de la Casa del Inca Garcilaso, los murales urbanos, o la ruta del vino con D.O., sin olvidar su patrimonio religioso como la iglesia de San Juan de Ávila o el convento de Santa Clara, entre otros, mientras que los dulces y pestiños realizados en los conventos, junto con el fino potencian el enoturismo con el vino como cultura, lo que permite visitar viñedos y bodegas realizando catas de los buenos caldos con denominación de origen.
Entre bodegas y antiguos lagares [que dejaremos para otra ocasión] llegamos a la Plaza de Cervantes, donde nos esperaba nuestra guía “Inma” quien nos ilustró sobre Montilla y su historia a través de sus vecinos más relevantes, donde ocupa un lugar privilegiado el Inca Garcilaso cuya casa visitamos posteriormente.
La primera parada la realizamos frente al sobrio palacio de los Duques de Medinaceli que fuera la residencia de los marqueses de Priego tras la destrucción del Castillo en 1508 por orden de rey Fernando el Católico.
Una fachada dorada piedra con doble planta de estilo sobrio manierista captaba nuestra mirada. En el lado izquierdo se encuentra un arco de medio punto, conocido como el Arco de Santa Clara, que comunicaba directamente con el convento homónimo.
Los duques de Medinaceli poseían el monopolio del trigo y del campo. Catalina Fernández de Córdoba, hija del primer marqués de Priego otorgó como dote anual al convento de Santa Clara 60.000 maravedíes a cambio de que al menos cuatro docentes de la época sostuvieran el colegio al que ella dio amparo para que todos los trabajadores del campo que en su mayoría eran analfabetos recibieran al menos una educación básica.
Entre los educadores se encontraba San Juan de Ávila, cuyos pilares se sustentaban en la religión, la educación, el ejemplo junto con la evangelización.
A través del Arco de Santa Clara llegamos al convento homónimo de la rama femenina de la Orden de San Francisco de Asís, que fuera creado en 1525 por la hija del primer marqués de Priego, Catalina Fernández de Córdoba , como heredera del mayorazgo.
Al entrar en el convento observamos un bello patio empedrado con un pozo, lo que significa que nos encontramos ante un convento franciscano.
En las órdenes franciscanas era frecuente tener en el patio un aljibe, una fuente o un pozo como símbolo del bautismo, así como rosas con espinas simbolizando la pasión del Crucificado.
La portada del convento es de estilo gótico-renacentista con la cruz de malta en piedra labrada y el escudo de la orden franciscana. En el siglo XVI se produce la conventualización de España. Santa Clara lo abandona todo para seguir los pasos de San Francisco de Asís.
La iglesia de Santa Clara es de planta de cruz latina con un bello retablo de estilo churrigueresco de 1730 dividido en tres cuerpos y de autor desconocido. Destaca también su artesanado mudéjar junto con el grupo escultórico de la Inmaculada Concepción y Santa Clara.
Fachada de "La Tercia" en un lamentable estado de conservación
Desde el Convento de Santa Clara nos dirigimos a la Plaza de la Rosa donde observamos frente al Teatro Garnelo una bella fachada de un edificio, aunque en un estado lamentable “La Tercia”. Es un edificio neorenacentista, calcado del Palacio de Monterrey en Salamanca destacando una puerta flanqueada por columnas. Su ámbito privado impide al parecer que se puedan realizar obras de mejoras en la fachada. Como dice nuestro refranero: Unos por otros…
El mural "El coloquio de los perros" simboliza la estancia de Miguel de Cervantes en Montilla para su inspiración en Leonor Rodríguez «La Camacha», hechicera conocida en la localidad. Entre los poderes que se le atribuían, y que recoge Cervantes en su obra, se contaban los de oscurecer el sol, transportar hombres de un lugar a otro del mundo, madurar trigo en enero, tener rosas en invierno y convertir hombres en animales. En el mural aparecen junto a Cervantes y La Camacha, el también escritor afincado varios años en Montilla "el Inca Garcilaso de la Vega" y los perros Cipión y Berganza.
La Camacha fue denunciada por los jesuitas ante el Tribunal de la Santa Inquisición. El lunes 8 de diciembre de 1572 [fiesta de la Inmaculada Concepción] salió en un Auto Público de Fe por las calles de Córdoba. La condena consistió además de una multa, en 200 azotes (100 en Córdoba y 100 en Montilla), así como 10 años de destierro que los cumplió en la capital cordobesa. Fue inmortalizada por Cervantes en “El coloquio de los perros”, considerándola como “… la más famosa hechicera que hubo…"
En la calle Arcipreste Fernández Casado, en las traseras del Teatro Garnelo [un edificio modernista de 1917, según el proyecto de Don Manuel Garnelo], nos esperaba un bello mural de Gisel Rosso y José Manuel Carrasco como homenaje a Miguel de Cervantes, quien ambientaba en Montilla su novela ejemplar “El coloquio de los perros” [1591-1592].
Un monumento del Sagrado Corazón de Jesús como símbolo del poder de la Orden de los Jesuitas nos da la bienvenida junto al Castillo Alhorí de Montilla desde donde se divisa una bella panorámica de los pueblos vecinos, entre lagares dedicados al cultivo de la vid para elaborar buenos caldos [variedades de Fino, Amontillado, Oloroso, Palo Cortado y Pedro Jiménez] sin olvidar los campos de olivos que producen el zumo de la aceituna "azzaytúna" [el aceite de oliva virgen extra "azzeit" con Denominación de Origen].
El velo de flor protege al vino en la barrica para que no se oxide. El vino de Montilla posee aromas potentes y agradables en boca. Las bodegas familiares producen más de 20 millones de litros de vino Montilla en crianza biológica bajo soleras y criaderas.
Monumento al vino de Montilla en el entorno del Castillo
La uva de Montilla Moriles tiene siempre 15º de alcohol por lo que no es necesario añadirle alcohol destilado como lo hacen por otros lares ya que son necesarios esos 15º para su envejecimiento. El clima de mucho calor en verano y mucho frío en invierno otorga a los vinos mayor cuerpo, aroma, equilibrio y sabor. El fino de Montilla con D.O. Montilla Moriles posee un aroma intenso con matices, que se exporta al mundo entero. Los finos son secos, suaves y agradables al paladar.
Bodega en la Casa del Inca Garcilaso
Existe una bonita leyenda que escuché no hace mucho tiempo y que hunde sus raíces en los tercios de Flandes. Un soldado alemán llamado Peter Siemens se trajo una cepa del Valle del Rin y se estableció en el corazón de Andalucía. Aquel nombre del soldado derivó en Pedro y su apellido en Semens/Ximénez dando lugar a la nomenclatura Pedro Ximénez. Sea o no cierta esta leyenda, es bonita. Otra teoría señala a los andalusíes como los primeros en plantar esta variedad de uva.
Y llegamos al punto más elevado de Montilla donde se encuentra el Castillo Alhorí, cuyo solar hunde sus raíces en un importante yacimiento íbero y la antigua residencia de una de las familias más poderosas de Castilla, "los Fernández de Córdoba (Casa de Aguilar)" y que fuera mandada a derribar por el rey Fernando el Católico en 1.508. Desde el Castillo se observan las elevadas cotas de pueblos vecinos presididas también por sus castillos como antiguos centinelas y elementos defensivos.
En el castillo nació el famoso militar y humanista don Gonzalo Fernández de Córdoba “El Gran Capitán” [1453-1515] que alcanzó el rango de capitán general de los ejércitos de Castilla y Aragón por sus batallas en la Guerra de Granada [1482-1492] con la batalla de Álora, el asedio a Setenil, Loja y Montefrío contra la última frontera de Al Ándalus, la primera guerra italiana (1494-1498) y la Guerra de Nápoles (1501-1504) en la batalla de Ceriñola [28 de abril de 1503] y Garellano [28 y 29 de diciembre de 1503], cuyos méritos le convirtieron en virrey de Nápoles, entre 1504 y 1507.
En el Cerro del Castillo se observan diferentes periodos históricos de la Edad de Bronce o posteriores etapas: íbera, medieval y moderna. A lo largo del siglo XVI el palacio será utilizado como granero o alhorí.
Hacia 1722 tuvo lugar la construcción de unos importantes graneros que los X Duques de Medinaceli y Marqueses de Priego encargaron al arquitecto cordobés Juan Antonio Camacho, aprovechando la cimentación que quedaba en pie de la antigua fortaleza, respetando la estética defensiva de las nueve supuestas torres con las que contó el alcázar del castillo compuesto de sillares, mampostería y ladrillo, que permitían almacenar un total de 148.940 fanegas de cereal.
Tras una grata visita a la oficina de turismo ubicada en el Castillo comenzamos a descender hasta la calle Corredera donde se encuentra la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila.
Al entrar nos recibe una escultura del Sagrado Corazón de Jesús. La basílica está dedicada a San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia y patrono del clero secular español y doctor de la Iglesia desde octubre de 2012. En ella se albergan sus restos, guardados en el "Arca del Testamento".
San Juan de Ávila fue procesado por el Tribunal de la Inquisición [encarcelado entre 1531-1533 en el Castillo de San Jorge de Triana] siendo absuelto por sentencia. Siempre se interesó por mejorar la formación de los futuros sacerdotes fundando colegios mayores y menores, que luego, tras la Reforma de Trento se convirtieron en seminarios.
En su interior se encuentra el sepulcro de san Juan de Ávila, y un sepulcro de la Casa de Aguilar. San Juan de Ávila fue el guía espiritual de la familia Medinaceli y Marqueses de Priego.
En el púlpito de la basílica que lleva su nombre predicó San Juan de Ávila, quien será canonizado por el Papa Juan Pablo VI el 31 de mayo de 1970. Allí se venera el cuerpo de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español y de Andalucía.
Y como epílogo de nuestra visita a Montilla nos esperaba la Casa del Inca Garcilaso de la Vega (Cusco, 12 de abril de 1539-Córdoba, 23 de abril de 1616), quien fuera hijo del conquistador extremeño Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Chimpu Ocllo, sobrina del emperador del Tahuansintuyo, Huayna Cápac.
- Etapa peruana de la vida del Inca [1539 a 1560]
- El Inca Garcilaso en Montilla [1561 a 1591]
- Etapa del Inca en Córdoba [1591 a 1616]
La Casa del Inca Garcilaso junto a su obra formarán parte de otra interesante historia del blog de mis culpas...
P.D. La visita a Montilla terminó con una grata sorpresa preparada por "Viajes Pablo Romero" en el "restaurante de Juan el Artista" de Montemayor, donde hasta los taberneros iban vestidos con traje de época.
Allí nos esperaba un verdadero mesón lleno de banderas y decorado con armaduras medievales, así como numerosos asientos preparados para celebrar un gran banquete proyectándonos un contexto histórico que nos introducía [salvando las distancias] en el mundo de las Cruzadas.
Durante el almuerzo asistimos a una bonita representación de "El rey León" que hizo las delicias tanto de niños como de mayores.
Terminada la grata jornada cultural y gastronómica, colocamos nuestro sextante en sentido inverso para que los vientos alisios nos acercaran de nuevo a nuestro lugar de origen ubicado en la tierra de Villalón.
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