En el año 1492 la nueva España integrista, intolerante, rancia y refractaria como idea de Castilla le helará el corazón a la España sefardí como prólogo de lo que ocurrirá más tarde con la población autóctona morisca, traumatizada y clandestina entre 1609 y 1614, que tuvo que soportar la pesada carga del exilio o en el mejor de los casos padecer la presión de los cristianos viejos acostumbrados a “tirar de la manta” para impedir que los conversos ejercieran trabajos destinados tradicionalmente a ser ejercidos por los “católicos de pura sangre”.
En algunas paredes del interior de las iglesias se colocaban grandes lienzos denominados mantas, donde estaban escritos los nombres de las familias de conversos. Colgar un sambenito a comienzos del siglo XVI equivalía a culpar injustamente a la población conversa y por consiguiente, a que la Inquisición los tuviera en el punto de mira por si era necesario "tirar de la manta".
Cuando la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco debería haberse colocado [si el dichoso virus no hubiese hecho acto de presencia] su traje de faralaes [farah-alegría y libss-traje, como dijera Antonio Manuel en su libro “FLAMENCO Arqueología de lo jondo"], entre efluvios de manzanilla fresca que acompaña el buen cante flamenco por bulerías “bul-larya”, colocamos nuestro sextante autodidacta en la antigua taha de Frigiliana, en la Axarquía malagueña “Al Sharq" cuyas playas se encuentran bañadas por el antiguo Bahr Al Ándalus, actualmente denominado Mar de Alborán “Bahr al-Buran, en honor al temible corsario tunecino del siglo XVI apodado Al-Borany [palabra turca que significa tormenta].
Aunque las previsiones meteorológicas hacían presagiar un fin de semana con mucho “malaje” meteorológicamente hablando, nuestras alforjas continuaban cargadas de ilusión con el cuaderno de bitácora para seguir oteando la historia morisca clandestina y casi olvidada que forma parte de nuestra memoria colectiva aunque casi ausente en los libros de historia como también fueron olvidados pensadores de la talla de Averroes, Abentofail o Maimónides entre otros.
En el corazón de Andalucía hicimos un alto en el camino para desentumecer nuestros huesos y estimular nuestro paladar con un buen desayuno andaluz compuesto por el tradicional pan de pueblo o mollete de Antequera acompañado del tradicional aceite “azzeit” de oliva virgen extra y tomate triturado, que nos permitirá afrontar con energía nuestra intensa pero grata jornada cultural y gastronómica.
Atrás dejamos Vélez Málaga, capital de la Axarquía "al-Sharq", que llegara a ser una de las medinas más importantes del Reino nazarí de la antigua Gharnata, de la que dependiera militarmente Frigiliana, donde se encuentra su barrio morisco.
La fuente de las tres culturas nos puede hacer reflexionar al pensar que tal vez hubo un día en que las tres culturas monoteístas [mozárabe, judía y musulmana] con luces y sombras llegaran a abandonar el profundo desencuentro al recuperar la convivencia, generando un caldo de cultivo idóneo para la configuración de la antigua Al Ándalus, como proyectan la vasija del Adarve del Torreón o la Fuente de Las Tres Culturas.
Monumento en recuerdo a los vecinos de la antigua Madinat Antiqira "Antequera"
Algunos pueblos que forman la Axarquía: Vélez Málaga, Nerja, Torrox, Frigiliana, Sayalonga, entre otros.
Algunos pueblos que forman parte de la Algarbía o poniente malagueño: Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre, Álora, Cártama, Coín, Valle de Abdalajís, entre otros.
Rebelión de los moriscos en Frigiliana
La conquista de los cristianos del Reino de Granada, traerá como consecuencia la expulsión de los judíos como prólogo de la posterior expulsión de la población morisca. Es evidente que los cristianos viejos “de tanto amar a Dios” llegaron a olvidarse del amor al prójimo.
Si las revueltas del Albaicín (1499-1501) provocada por Cisneros fueron sangrientamente reprimidas, sirviendo de pretexto a Isabel y Fernando para derogar el espíritu de las Capitulaciones que les garantizaba a la población morisca el libre ejercicio de su religión, ley, lengua y costumbres, la intolerancia castellana irá mucho más allá al promulgar Felipe II la Pragmática Sanción o Pragmática anti-morisca de 1567 que prohibía a la población morisca llevar armas, hablar, leer y escribir en su lengua, obligaba a los moriscos a vestir a la manera castellana, tenían que abrir las ventanas y puertas, no podían realizar zambras (posterior danza flamenca de los gitanos de Granada y Almería), prohibía los nombres y sobrenombres moros, a las mujeres no se les permitía que se alheñasen (pintarse la cara), tampoco que se bañaran en los baños árabes y los existentes fuesen destruidos por ser pecaminosos, anulándose los contratos que se hiciesen en lengua árabe [grafía aljamiada], tenían que entregar a la Chancillería los libros escritos en lengua árabe, etcétera.
Ésta Real Pragmática no hará más que encender los ánimos entre los moriscos de las Alpujarras, estallando la rebelión en la taha de la Poqueria la Navidad de 1568 que se extendería como un reguero de pólvora por toda las Alpujarras y la Axarquía.
Tras la conquista cristiano-castellana de Al Ándalus será impuesta la amnesia colectiva al decidir que la población morisca olvide su lengua que todavía da nombre a los numerosos pueblos de Andalucía [al Andalusiya], a las comidas que comemos “pinchos morunos, albóndiga [al-búnduqa], albaricoque [albarqúq], alubia [allúbya], berenjena [baḏinǧána], naranja [naranǧa], limón [laymún], azúcar [sukkar], alcachofa [alẖaršúf], azafrán [al-zafarán] entre otros. A las bebidas que bebemos: sorbete [de sherbet], jarabe [de jarab] y a los cantes que cantamos [flamenco de fellah-mencub o campesino sin tierra”, soleá [de salat], saeta [de sawt], farrucas [de fárûqa], siguiriya [de sikriyya] o buleria [de bulayra], entre otras.
El término morisco tuvo en su origen en unas connotaciones despectivas que se han empleado para designar a los miembros de una comunidad acosada y vencida. Este vocablo denomina a los musulmanes españoles o “cristianos nuevos” que se convirtieron por la fuerza al cristianismo para intentar proteger sus propiedades y evitar el trágico exilio.
Los moriscos descendían de los mudéjares, del árabe mudadjan (sirviente), término que se aplicaba a los musulmanes que permanecieron bajo la dominación cristiana después de la Reconquista, abonando un tributo al señor cristiano.
Si todo lo que se produjo en Al Ándalus es clasificable como andalusí, es evidente que dicha cultura bebe de los tres caños de una misma fuente.
Historia General de Al Ándalus, de Emilio González Ferrín
No debemos de olvidar que la lengua árabe era sinónima de refinamiento y erudición sirviendo como vehículo para introducir las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en especial Aristóteles de la mano de Averroes [Ibn Rushd] y que posteriormente se benefició el pensamiento posterior del mundo latino [Santo Tomás]. La lengua aljamiada era la lengua autóctona del pueblo morisco, que escuchaba en romance y escribía con caracteres árabes.
Toda esta sinrazón cristiana traerá trajo como consecuencia la Rebelión morisca de las Alpujarras entre 1568 y 1571 capitaneada por Fernando de Válor y Córdoba [Muhammad ibn Umayya] durante el reinado de Felipe II. La mentalidad e intolerancia de una religión cristiana que desde su hegemonía religiosa utiliza la represión como fracaso de su empresa evangelizadora, lo que produjo un auténtico genocidio y etnocidio al expulsar a los moriscos españoles que tenían una identidad cultural propia. El fundamento del edicto obligaba a los moriscos a dejar su modo de vida y costumbres islámicas para convertirse por la fuerza al catolicismo que consideraba a los moriscos como una especie de contracultura dentro de la nueva unidad religiosa.
La Rebelión de los moriscos [1568-1571] comenzó en las Alpujarras “al-Busarrat o tierras altas” [granadina y almeriense] extendiéndose hasta la Axarquía [šarqíyya u oriente andalusí]. La fuerte represión religiosa del nuevo estado cristiano actuará como “cassus belli” al incumplir sistemáticamente las capitulaciones de Santa Fe que sobre el papel debería de haber respetado la lengua y las costumbres moriscas. La expulsión de la población morisca a partir del 6 de abril de 1609 no fue un episodio menor en nuestra lacerante historia.
Nuestra ruta por el Barrio Morisco de Frigiliana
No cabe duda de que al visitar Frigiliana nos daremos cuenta de que estamos en uno de los barrios moriscos mejor conservados de Andalucía y que al igual que Las Alpujarras, nos invita de nuevo a volver.
Entre la angostura de sus callejuelas sinuosas y empinadas comenzamos a ascender por la calle Real hasta llegar a la calle Hernando el Darro [en honor al líder morisco que capitaneara la rebelión de la Axarquía en 1560] que nos acerca al Barrio Alto o “Barribarto” para bajar por la calle Zacatín entre comercios, plazas, algún que otro terrao junto a las tradicionales tabernas donde hacer un alto en el camino. Nos esperaba la Plaza de la Fuente Vieja, callejón del Torreón frente al Ayuntamiento, el callejón del Inquisidor o la calle de las Ánimas entre un laberinto de callejuelas empedradas que nos acercaban a la Avenida del inolvidable Carlos Cano hasta llegar de nuevo a la Plaza de las Tres Culturas.
El domingo temprano degustamos los tradicionales churros con chocolate, antes de emprender nuestra ruta hacia la Alpujarra granadina.
Destacan las cubiertas de tejas árabes junto a la belleza de las casas que proyectan su blancura con la tradicional cal y sus puertas de color añil, lo que produce una atmósfera morisca [al igual que en Las Alpujarras] cuyas casas antiguas orientadas en su mayoría al mediodía tienen la característica del denominado “efecto botijo”, es decir, transpiran y refrescan sus paredes en verano manteniendo la temperatura en invierno, de forma natural.
En el Barrio Alto nos encontramos doce paneles de azulejos “azzuleig” con textos extraídos del libro “Vida y diáspora morisca en la Axarquía Veleña” de D. Antonio Navas Acosta, colocados en distintos rincones y calles del “Barribarto” (El barrio alto) que relatan la situación de este pueblo y la zona en los meses previos a la batalla del Peñón de Frigiliana en junio de 1569.
Los paneles cerámicos narran la historia de la rebelión morisca en el Peñón de Frigiliana “El Fuerte” [aquel 11 de junio de 1560], una de las más cruentas e injustas del siglo XVI contra una población autóctona que se negaba a olvidar su memoria andalusí y a la que se le prohibió su lengua autóctona y sus costumbres. Por tanto, la nueva hegemonía político-religiosa no le dejaba otra opción que “echarse al monte”, siendo encabezada la rebelión por el morisco frigilianense Hernando El Darra.
Andrés el Chorairán, monfí natural de Sedella, estimuló los ánimos de los suyos para la rebelión. La gente moza que comenzaba a alborotarse la contuvo el morisco Luis Méndez, hombre influyente en Canillas, pero no pudo evitar que atacaran una venta de un cristiano, ni que mataran en ella a varias personas. Acudió el Juez de Vélez Pedro Guerra, y muchos inocentes moriscos, entre ellos Luis Méndez, que había impedido la revuelta, fueron presos y cargados de cadenas y sometidos a crueles tormentos.
El 11 de junio, día de San Bernabé, fueron atacados por los cristianos. Por parte de la nueva hegemonía cristiana, participaron en la empresa fuerzas de mar a las órdenes de Luis de Requesens, de don Álvaro de Bazán y de don Sancho Leiva. Esa Armada contribuyó eficazmente al buen éxito de la expedición, cooperando en operaciones tan brillantes como la del Peñón de Frigiliana, y los acometió Requesens al frente de 6.000 hombres entre los cuales se contaban 800 marinos.
Atrás quedará anclado en la retina de la memoria un pasado morisco cargado de nostalgia. Las viñas que plantaron sus abuelos con muchos sudores quedarán a partir de ahora incautadas por el Inquisidor, para ser pasto de la cizaña. No se podrán llevar ni sus hogares, ni sus tierras, ni las viñas, ni los árboles que plantaron sus ancestros… Ni tampoco los gusanos de seda, ni las acémilas, ni los caballos, ni las cabras que daban la leche para sus hijos, ni las gallinas…
El Bando de Felipe III el 9 de abril de 1609 decreta la expulsión de los moriscos y gitanos:
“(...) todos los Moriscos de este Reyno así hombres como mugeres, con sus hijos, dentro de tres días de como fuere publicado este Bando en los lugares donde cada uno viue salgan dél, y vayan a embarcarse a la parte donde el Comisario les ordenare, lleuando consigo lo que pudieren en sus personas.
Los dichos Moriscos, hallados fuera de su propio lugar, pueda cualquier persona sin incurrir en pena alguna prenderle, y desbalijarle, entregándole a la Iusticia; y si se defendiere, lo pueda matar.
Item, que qualquiera de los dichos Moriscos que escondiese, o enterrare ninguna de la hazienda, o la pusiere fuego, y a las casas, sembrados o arboledas, incurran en dicha pena de muerte (...).
Ordenamos y mandamos, que todos los gitanos, que al presente se hallaren en estos nuestros Reynos, salgan de ellos dentro de seis meses (...) y que no vuelvan a ellos so pena de muerte”.
Una proposición para que los moriscos no puedan ser médicos:
El documento siguiente, pertenece a las Actas de las Cortes de Castilla con fecha 13 de septiembre de 1607 es significativo, no sólo por manifestar temor ante los moriscos -atentando contra los cristianos viejos de toda manera posible- sino porque deja ver, además, el sentimiento de honra y el prurito de limpieza de sangre aplicado a las actividades profesionales: hay oficios de cristianos viejos, y, por tanto, honrosos, y otros propios de cristianos nuevos (judíos o moriscos), que no son compatibles con la honra. Por tanto, si a los moriscos se les permite ejercer la medicina, ésta acabará siendo un oficio de moriscos que ningún cristiano viejo querrá ejercer.
Como queda reflejado, las rencillas entre médicos cristianos y moriscos llevará a la Inquisición a intervenir.
Las leyes prohibían a los moriscos tener honrosos oficios. Los cristianos viejos no querrán que sus hijos sean médicos ni boticarios si los moriscos ejercen ya que podrían matar en secreto.
No obstante, Felipe III será sanado de sus dolencias por un médico morisco “Pachet”. Sin embargo será éste mismo rey quien decidió expulsar a la población morisca.
Para el licenciado Torrijos, sacerdote de origen morisco, si se impedían los matrimonios entre cristianos nuevos, éstos quedarían solteros y sin descendencia. Pedro Ponce de León sin embargo aconseja enviar a galeras a los hombres entre 18 y 40 años para evitar descendencia. El obispo de Segorbe, Martín de Salvatierra o el sevillano Alonso Gutiérrez, postula por la castración, lo que apenas fue atendida por las autoridades, partidarias de la expulsión como sistema a caballo entre el genocidio y el repudio.
La expulsión de los moriscos por Felipe III el 9 de abril de 1609 desencadenó un rosario de medidas que afectaron a la totalidad de las comunidades de origen musulmán originando el transvase de la mayoría de los moriscos al Norte de África.
Para paliar los problemas de orden político-jurídico y teológicos-morales como consecuencia de la expulsión se formó una "Junta de teólogos" que absolvió de toda responsabilidad al monarca. La expulsión se inició con los moriscos valencianos. El bando de expulsión se publicó el 22 de septiembre de 1609, por orden del virrey de Valencia, Marqués de Caracena. En un plazo de cuatro meses la mayor parte de los moriscos valencianos habían abandonado el país, lo que da idea de la envergadura de la operación utilizando la casi totalidad de la flota disponible para tan luctuoso destino.
El primer lote de moriscos embarca el 6 de octubre de 1609 desde el puerto de Alicante y los últimos saldrán oficialmente en 1614.
En el Levante se establecieron 7 puertos para la salida de los moriscos: Alicante, Villajoyosa, Javea, Denia, Valencia, Moncofar y Vinaroz. También se habilitaron los puertos de Sevilla, Málaga, Gibraltar, Almuñécar, Motril, Cartagena y Murcia.
Los decretos de expulsión y pureza de sangre cierran uno de los capítulos más vergonzosos de nuestra historia. Un genocidio y etnocidio que provocará el desarraigo y el éxodo de la población morisca hacia ninguna parte (se calcula que fueron más de 350.000 moriscos expulsados).
Los campos quedaron abandonados al ser los moriscos los más expertos del Reino en temas tan vitales como la agricultura y la cultura del riego por acequias, el cultivo de la morera, la producción de seda, el cultivo del arroz, de la caña de azúcar, de las hortalizas, olivos, naranjos o la vendimia, amén de la pérdida irreparable que sufriría el Reino en la hacienda al recaudar menos impuestos. Los agricultores moriscos fueron auténticos pioneros en el cultivo en terrazas en las laderas de las montañas que evitaba la erosión de los montes y el aprovechamiento del agua.
A pesar de la crueldad de los decretos de expulsión y pureza de sangre, muchos fueron los moriscos que decidieron quedarse dispersos, clandestinos y ocultos. Europa no fue el destino natural de los moriscos porque temían padecer idéntica persecución religiosa al haber calado el confesionalismo entre reyes y papas.
Tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) la población morisca era considerada virtual aliada o quintacolumnista de los turcos que asolaban los puertos del Mediterráneo. Muchos moriscos se vieron obligados [con sus alforjas llenas de nostalgia] a echarse al monte siendo considerados por la nueva hegemonía bandolerismo monfí [desterrado]. Pero los monfíes no serán bandoleros sino que representan la resistencia morisca de las Alpujarras y la Axarquía contra la nueva hegemonía religiosa que utilizaba la represión como fracaso de su empresa evangelizadora, produciendo un verdadero genocidio y etnocidio al expulsar a los moriscos españoles con identidad cultural propia, atrasando de nuevo el reloj de nuestra lacerante historia.
Miles murieron en el tránsito hacia Berbería ahogados en el mar [según el libro Hecatombe.1609-1611. La expulsión de los moriscos de Eric Rogal]. Los que lograron alcanzar tierra en el Norte de África, fueron bien acogidos por pueblos más pobres económica y culturalmente que ellos. A muchos de esos moriscos sin patria también fueron tratados como extranjeros en sus lugares de destierro. Los moriscos actuarán en ciudades como Túnez y otros pueblos del norte de África como auténticos embajadores de una cultura hispanoárabe con sustrato andalusí fundando nuevos núcleos de población, rechazando los matrimonios mixtos con tunecinos de origen.
Mientras la luz de una espléndida civilización declina lentamente en la Península Ibérica, el asentamiento de la población morisca en Berbería [Orán, Túnez, Tetuán, Tánger, Chauen, Salem-Rabat y Fez] contribuyó a su renacimiento cultural ejerciendo una importante influencia en el norte de África. Este hecho histórico contribuyó a que el Norte de África pasara en poco tiempo de la Edad Media a la Edad Contemporánea.
“Hubo algunas Moras que pelearon como esforzados varones ayudando a sus maridos, hermanos e hijos y cuando vieron el fuerte perdido, se despeñaron por las peñas más agrias, queriendo morir hechas pedazos, que venir en poder de Christianos. A otras no les faltó ánimos, para ponerse en cobro con sus hijos en los hombros, saltando como cabras de peña en peña.
Mármol Carnaval “Rebelión y Castigo” Libro Sexto. Capítulo XXIV, Málaga 1600
Algunos textos extraídos de los paneles de azulejos en Frigiliana:
La forma cultivada del olivo (Olea Europaea saliva) fue traída probablemente del Mediterráneo oriental por los fenicios o los griegos arraigando en estos terrenos ya poblados de bosques de acebuches. En el siglo I, Columela hablaba de los injertos de olivo en acebuche, que era práctica corriente. Entre los siglos II y III, el aceite de la Bética ganó tal reputación, que casi toda la cosecha se exportaba a Roma, capital del Imperio, distante de Hispania seis días de navegación. Además de los usos culinarios, el aceite se ha utilizado para alumbrar, hacer jabón y como medicamento. Hoy en día es muy reconocida su bondad como preventivo contra las enfermedades cardiovasculares. El olivo, árbol longevo y emblema de la cultura mediterránea, se ha convertido en símbolo de la inmortalidad, la reconciliación y la paz.
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La uva moscatel de Málaga es la más famosa de las uvas soleadas del mundo, por su tamaño grande, ovalado y exquisito sabor muy dulce. Se cría en la Axarquía, donde tanto se cuida su elaboración. Tradicionalmente, la pasa más selecta se presenta en racios calificados de primera clase o de segunda clase. La pasa desgranada se clasificaba en siete órdenes: reviso, medio reviso, aseado, corriente, menudo, escombro y cochaque. Desde el siglo XVIII hasta el primer tercio del XX, la producción de pasas fue un pilar básico de la economía malagueña. La vendeja daba ocupación a miles de hombres y mujeres en la delicada faena de manipulación del fruto, que se exportaba casi todo a los países europeos y América.
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La caña de azúcar llega desde el sudeste de Asia, siendo utilizada en la alimentación hacia el 3000 a.C. Dioscórides, médico y naturalista griego del siglo I hablaba de una especie de miel que se dice sacharo, la cual se halla en la India y en la Arabia feliz, cuajada sobre las cañas a manera de sal. Los árabes extendieron la caña por el Mediterráneo. Ya en el siglo X de cultivaba en la Vega de Vélez, pero sólo se aprovechaba su jugo, que se chupaba directamente. El azúcar entonces era un producto que solo se usaba con fines medicinales. En el siglo XVII don Iñigo Manríque de Lara, V Señor y I Conde de Frigiliana, plantó cañas y estableció trapiche para ingenio de azúcar”. Desde entonces se ha mantenido esta actividad, siendo hoy el ingenio de Frigiliana la única fábrica de miel en producción de toda Europa.
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El cultivo de la vid comenzó en Asia Menor, donde muchos botánicos sitúan la cuna de la “vitis vinífera”. Probablemente antes del 600 a.C., los fenicios llevaron variedades de vino a Grecia, Roma y al Mediterráneo occidental. En la Málaga musulmana y la Axarquía florecieron muy bien cultivadas las viñas. El rey de Málaga Idris II, en el 1050, se complacía en beber el dulcísimo vino malagueño, el xarab-al-malaqui. Según Medina Conde, el vino tierno de Málaga era muy semejante al que Plinio llamaba Diachylon, que se realizaba de uvas pasadas por siete días al sol y pisadas al octavo. Los vinos de Málaga han sido famosos por su especial calidad durante el siglo XVIII se exportaba a Inglaterra, Norte y Este de Europa y América.
El axarco
En el año 1988 nace el Axarco como unidad monetaria de los pueblos de la Axarquía malagueña bajo la idea del profesor Antonio Gámez Burgos [fallecido en 2007], natural de Vélez-Málaga, estudioso de la historia andaluza, que en su afán de construir una comarca unificada, decidió crear el Axarco. Su interesante iniciativa se inspiró en la época andalusí, cuando entre 1480 hasta 1490 el Zagal “Abū `Abd Allāh Muhammad az-Zaghall” concedió a la Comarca la existencia de una moneda.
Tanto las monedas como los billetes de axarcos y axarquillos muestran la imagen del botánico y médico malagueño “Abén el Beithar", quien introdujo el cultivo de los cítricos en la comarca de La Axarquía.
Monumento a Ibn al-Baitar, en Benalmádena
Ibn al-Baitar “el hijo del médico” fue un botánico, médico y gran farmacólogo andalusí nacido a finales del siglo XII en Benalmádena y muerto en Damasco en 1248. Viajó mucho tiempo, sobre todo por Egipto, para estudiar las plantas, y fue nombrado director general de los jardines de Damasco por Malek-al-Khamil.
Escribió en árabe una obra muy interesante Kitāb al-Jāmiʻ li-mufradāt al-adwiya wa-l-aghdhiya (Libro recopilatorio de medicinas y productos alimenticios simples) que llegó a ser una importante obra de referencia para los médicos de la Edad Media. Del nombre arábigo Al-Beitar de este médico se cree que proceda el de Albéitar, que hoy se da a los veterinarios.
Actualmente, es poco frecuente ver carteles en establecimientos en el que se especifica que se acepta el uso de la moneda axárquica. En cualquier caso, la mayoría de las monedas y billetes de axarco son guardados por coleccionistas, por lo que su circulación es muy limitada.
La moneda de la Axarquía tiene valor en sí misma al estar hecha de plata. En este sentido, el valor monetario de cada una de ellas se establece en relación al peso en plata.
El axarco en su origen equivalía a 100 pesetas, está impreso en color rojo con las efigies de Ibn Beithar, botánico alquimista que inició la plantación de limones en la comarca de la Axarquía en el año 1216, y de Felipe II junto al Peñón de la localidad de Trisiliana, con lo que pretende simbolizar la rebelión de los axárquicos en el año 1569. Junto al axarco estuvieron en circulación otros billetes llamados axarquillos y que tuvieron un valor de 50 pesetas.
La de mayor valor pesa 20 gramos de plata, lo que al cambio se traduce en 20 euros. Le siguen la de 10 euros, la de 4, denominada axarquillo, y la de 45 céntimos a la que se conoce como miajaxarquín.
Los billetes de Axarco llegaron a ser cheques al portador con un valor en pesetas respaldados por una cuenta bancaria de lo que era la Caja de Ahorros Provincial de Málaga "Unicaja".
Antigua foto de Frigiliana
El barrio morisco de Frigiliana tiene la calificación de Bién de Interés Cultural (B.I.C.) por su estructura popular de origen andalusí. Frigiliana fue galardonada en 1982 con el Premio Nacional de Embellecimiento de los Pueblos de España obteniendo además en 1989 el Primer Premio del Concurso de Mejora y Embellecimiento de los pueblos de Andalucía. Además, Frigiliana acoge cada mes de agosto el Festival de las Tres Culturas en una apuesta por la diversidad cultural como valor y como símbolo y espacio de convivencia universal que en tiempos pretéritos caracterizó a estos territorios.
Los andalusíes introdujeron la palmera en la península ibérica ya que la única palmera autóctona existente en Europa era el palmito. La palmera era considerada por la cultura andalusí como un árbol sagrado, símbolo de la hospitalidad, mientras el olivo lo era para los judíos y el ciprés para los cristianos.
Reverso de una botella de 33 cl. "La Axarca"
Una cerveza artesanal de la Axarquía "La Axarca"
Si el axarco tuvo como moneda unas señas de identidad propia, la cerveza artesana La Axarca [nacida en octubre de 2013 en Frigiliana] también posee no sólo señas de identidad artesanal sino que nos aporta poder hacer un alto en nuestra ruta para disfrutar de los antiguos efluvios y reminiscencias andalusíes que mezclados con la cal y el añil de sus cielos, perennes en nuestra memoria, estimulan nuestros sentidos al pensar en unos tiempos pretéritos en los que el encuentro entre civilizaciones aún era posible.
En la calle Real, 38 de Frigiliana degustamos la cerveza artesanal "La Axarca" en una tienda-degustación dedicada al mundo de las cervezas naturales y artesanales.
Si el color blanco era el distintivo de los omeyas, el blanco puro de la cal será el color de las casas que forman los pueblos blancos de Andalucía [Pueblos blancos de la Serranía de Cádiz, Las Alpujarras o la Axarquía]. Al igual que Vejer de la Frontera, Frigiliana “nuestro Chefchauen español” se encuentra hermanado con Chaouen o Chefchaouen “el pueblo azul de las montañas del Rif”, en Marruecos.
Frigiliana pertenece a esa Málaga exótica y auténtica ubicada en el Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejera y Alhama. Muy cerca, a unos 6 km. de Frigiliana, se encuentra Nerja [la antigua Narixa andalusí "fuente abundante"] y los acantilados de Maro con su torre almenara [similar a la que encontramos en Barbate], que se conectaban entre sí, formando parte de un sistema defensivo y cuyo procedimiento de dar la alarma a la población era típicamente andalusí; utilizar el humo de día y el fuego durante la noche. Maro es una pedanía de Nerja donde se encuentra su famosa cueva [B.I.C. desde 2006].
Y llegamos de nuevo a las playas de Almuñécar [la ciudad de las palmeras], la misma a la que arribaría aquel 15 de agosto de 755 Abderramán I "Abd Al-Rahmán ben Muawiya al-Dajil [el Inmigrado]", único superviviente de la familia de los Omeyas tras la matanza de su familia que huye de sus enemigos Abasidas llegando al norte de África donde fue acogido por la tribu Nafta de la que era originaria su madre e inicia con sus leales en Al-Ándalus una dinastía que fundó proclamando el Emirato de Córdoba [independiente de Bagdad], elevando la cultura a cotas muy altas durante casi tres siglos, hasta la caída oficial del califato en el año 1031. Abderramán I fue el verdadero configurador de Al Ándalus.
Desde Almuñécar [Ḥiṣn-al-Munakkab] comenzamos de nuevo nuestro ascenso a la Alpujarra por Lanjarón [Puerta de entrada a la Alpujarra] visitamos Órgiva [puerta de entrada a la Alpujarra alta] cuyo símbolo es la Iglesia de la Expectación construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita aljama. Posee dos torres gemelas con chapiteles de pizarra visibles desde muchas distancia], Pampaneira [donde compramos algunas harapas], Bubión y Capileira en la falda del pico más elevado de la península ibérica [Mulhacén en honor del penúltimo sultán del Reino nazarí, Muley Hacén].
La enorme variedad de las jarapas alpujarreñas [alfombras de muchos colores de origen morisco], la forja, el trenzado de esparto o la cerámica forman parte de la artesanía tradicional alpujarreña que junto con su gastronomía nos ofrecen abundantes matices entre colores y sabores que nos obligan a volver.
La época morisca imprimió a toda la Alpujarra una clara reminiscencia bereber, dotándola con una peculiar identidad urbanística con viviendas escalonadas para evitar espacio, adaptadas a lo abrupto del terreno. Esta técnica también fue aplicada al cultivo y riego en terrazas en la que los andalusíes eran auténticos expertos.
Capileira se encuentra enclavado a los pies del Mulhacén y coronando el Barranco de Poqueira, formando parte del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada. Es el segundo municipio más alto de Andalucía destacando por sus numerosas fuentes de agua natural y frondosa vegetación. A través de la angostura de sus tortuosas y empinadas callejuelas desciende el agua fresca del deshielo de las altas cumbres de Sierra Nevada.
Los terraos son casas blancas con tejados planos sostenidos con gruesas vigas de madera que forman las tradicionales azoteas "sutayyah" y los tinaos construcciones de comunicación entre calles o viviendas realizadas en piedra con grandes vigas de madera de castaño, exclusivas de la Alpujarra.
Capileira fue declarado
Bien de Interés Cultural en el año 1982 siendo junto a Pampaneira y Bubión denominado “Conjunto Histórico
Barranco de Poqueira".
Fue casi inexpugnable durante la conquista árabe y más tarde
por los cristianos. Durante la etapa nazarí formó parte de la Taha o división
administrativa de Poqueira siendo escenario de las luchas intestinas entre
Boabdil y su tío el Zagal. Tras la toma de Granada su población siguió siendo
musulmana hasta que con la rebelión de 1568 los moriscos fueron expulsados por
Felipe II, siendo repoblado más tarde por colonos de otras partes del Reino.
La tradicional chimenea alpujarreña rompe el conjunto de los terraos. Los aleros son de laja o teja alera contrapesados por piedras “castigaeras”. La chimenea cumple dos funciones: la primera es buscar en la altura la mejor circulación del aire que favorezca la extracción del humo y al mismo tiempo evitar que en invierno queden sepultadas por las nieves que puedan acumularse en las cubiertas.
Desde Frigiliana y la Alpujarra alta, donde se fusiona la memoria morisca con la blanca cal y el añil de sus cielos, para el blog de mis culpas…
P.D. Los descendientes de los sefardíes han conseguido cierto grado de reconocimiento jurídico y cultural en el imaginario colectivo español. Los descendientes de los sefardíes también pueden obtener la nacionalidad española tras residir legal y continuadamente dos años en nuestro territorio. Y es justo que así sea. Pero donde existe la misma razón, debe concederse el mismo derecho, ese que no tienen los descendientes de moriscos, tan condenados al exilio de su patria como aquéllos.
Bibliografía
La huella morisca de Antonio Manuel.
Paneles cerámicos de Frigiliana
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