¡Andalusíes!, picad
vuestros caballos;
sería de locos quedarse
aquí por más tiempo.
Las telas suelen deshilacharse
por los bordes,
pero Al Ándalus tiene un
roto en el centro.
Impactante elegía del
toledano Ibn Assal por la pérdida de Toledo.
He tenido la satisfacción de leer el
interesante libro “Historia General de Al Ándalus “de la editorial “Almazara”
escrito por el historiador e islamólogo Emilio González Ferrin, profesor de la
Universidad de Sevilla e invitado en las universidades de El Cairo, Amán y
Damasco, donde nos aclara muchas de las brumas existentes en la historia de Al
Ándalus -que nos habían explicado en el antiguo bachiller al igual que la
denominada “Reconquista”, siempre desde el punto de vista del
nacionalcatolicismo-.
Es posible que nos encontremos ante una de
las obras más significativas que sobre Al Ándalus se hayan escrito ya que la
realidad histórica nunca fue abordada por la doctrina oficial -que no pocas
veces permanece a la derecha y no precisamente del Padre-.
Nos dice entre otras el profesor González
Ferrín que no existió en el 711 una rápida invasión islámica en la Península
Ibérica al no estar codificados ni el Corán ni la grafía árabe que se
encontrará en gestación.
…Los unitarios -opositores al poder-
creían en un solo Dios mientras los trinitarios -que ostentaban el poder-
creían en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se provocaba un segundo cisma
mediterráneo que obligo a echarse al monte a los arrianos que no admitían la
Trinidad. ¡Podría estar aquí el origen de futuros conflictos y ese sea el
motivo por el cual la historia de Al Ándalus sea considerada como un paréntesis
dentro del nacional-catolicismo!.
…Genserico se había convertido al
arrianismo, al igual que la práctica totalidad de los visigodos de Hispania, lo
que viene a reforzar el enquistamiento cismático entre Hispania y el Norte de
África. La futura Al Ándalus y Magreb seguirán ancladas en el monoteísmo
anti-trinitario.
…Entre el 711 hasta el 756 fueron años de
guerras civiles y hambrunas y las tropas que penetran en la península ibérica
por vez primera fueron púnicos, visigodos, vándalos y bizantinos. Niega el
profesor también la Reconquista de 800 años.
Por tanto, la rápida expansión por el
norte de África, se cae por su propio peso al reconocerse que Hispania sufrió
al menos medio siglo de guerra civil (710-760) y posiblemente otro medio siglo
más. En el 711 el Islam no estaba lo suficientemente constituido ni dogmática,
ni jurídica, ni políticamente. Por tanto, es necesario poner en cuarentena la
presunta invasión del 711 así como la denominada “Reconquista”, porque algo
callan las crónicas.
…El médico Ibn Yulyul y el geógrafo Ibn
Said coinciden que no encuentran logros andalusíes antes de la fecha del 850
donde Al Ándalus comienza a ubicarse cultural, política y religiosamente en el
seno del islam y lo árabe. Lo visigodo se ha transformado en cambio de fe y
lengua árabe. Todos los judíos andalusíes escribían en árabe.
Al-Ándalus viene del griego Atlantis.
Platón situó aquí la Atlántida. Lo mismo que Sefarad viene del Jardín de las
Hespérides. Al-Ándalus y Sefarad serán los paraísos perdidos de la cultura
grecolatina, no de mitos beduinos o árabes.
Al Ándalus se encontrará en la cima
cultural del mundo “Abderramán III y Alhakén II” comenzando el primer
Renacimiento europeo pero en lengua árabe. La negación de Al Ándalus es un
componente de nuestro complejo por ser españoles. El descubrimiento de los
presuntos restos de Santiago Apóstol será la génesis de la peregrinación
cristiana de Europa, similar a la árabe a la Meca. Oriente y Occidente. Yihad
frente a futuras Cruzadas.
Lo que sí es cierto es que el alma de un
pueblo reside en su “Memoria Colectiva”. Vamos a comenzar nuestro resumen desde
la presunta invasión en el 711 hasta la última gota del limón andalusí acaecida
en 1492.
Pero vayamos por partes…
No es comprensible el nacimiento de lo andalusí sin partir de que Hispania y el norte de África participaban -antes de la supuesta invasión del 711- de un mismo proyecto cultural. Taric entró en la península con tropas constituidas, en su mayor parte, por naturales del norte de África.
Taric es una palabra cercana a Alaric o Roderic, nombres góticos de reyes visigodos, latinizados como Alarico o Roderico. Si Taric era beréber según las crónicas, es que era “bizantino-visigodo-ex vándalo que hablaba latín tardío preñado de púnico y griego -lo mismo que se hablaba en el sur de Hispania, no árabe, idioma que aún no había tenido tiempo de salir de la península Arábica.
Cada vez que dice bereber en los primeros siglos de expansión musulmana, significa simplemente: bárbaro “aquel que no es negro”.
Es necesario homogeneizar ambos lados del Estrecho el día antes del 711 porque los mandase quien los mandase, las tropas que entran en Hispania no eran diferentes de las que ya habitaban en territorio hispano, porque si eran nativos del norte de África, son parte cualquiera de los pueblos que ya pasaron por aquí. Desde luego, cristianos en cualquiera de sus vetas cromáticas de la época: herejes o donatistas seguramente.
Pero es seguro que el 711 no puede ser ni islámico ni árabe ya que ni Islam ni arabidad habían sido constituidos en plenitud necesaria para que un estado plantee la invasión de otro. Será sólo a través de otras migraciones posteriores cuando el islam vaya cuajando en Al Ándalus.
El papel de lo bizantino y post-bizantino ha sido completamente despreciado en los acercamientos al hito del 711. Constantinopla, la futura Estambul le quedarán casi 700 años hasta su caída en 1453: casi el final del tiempo andalusí. Había mucho de bizantino en Hispania, y más aún en el norte de África a las alturas del 711. Se olvida la fuerza de la cultura bizantina en el levante-sur hispano y norte de África.
El tránsito de emigrantes desde el norte
de África a Hispania fue continuo y no sólo por razones militares o económicas.
Del año 300 al 700 transcurren cuatro siglos de similar efervescencia dogmática a ambos lados del Estrecho, de cristianización cismática, de persecuciones, de legitimidad romana pasada por Constantinopla, la capital del imperio bizantino.
El norte de África era un rosario de prefecturas, conventos, escuelas de transmisión de pensamiento cristiano -cismático y ortodoxo- que acostumbraron a mirar hacia nodos intelectuales como la Sevilla de Isidoro o numerosos centros africanos. San Agustín era consciente el clima cultural circundante. El mundo mediterráneo occidental a comienzos del 700 estaba dependiendo del yugo latino “de Roma” y del griego ”Bizancio”.
Hubo una guerra civil que separó a los suníes de los chiíes y jarichíes. Aunque el Islam no estaba constituido, mucho menos lo estaba su ordenamiento jurídico, dado que los juristas impulsores de las cuatro escuelas clásicas aún no habían nacido: Hanafi, Maliki, Sháfi´i y Hanbali.
El árabe está en gestación como lengua escrita, el intelectual musulmán aprende griego a marchas forzadas para poder fundamentar la cultura islámica. Es mentira una fulgurante victoria islámica sobre el territorio hispano, continuación de otra mentira igualmente admitida, la rápida expansión por el norte de África, se cae por su propio peso al reconocerse que Hispania sufrió al menos medio siglo de guerra civil (710-760) y posiblemente otro medio siglo más.
Es cierto que en esa época existe un vacío documental con secuencias de hambrunas. Pero no existen crónicas árabes de esa época y las latinas desconocen la presencia musulmana y prescinden de la multi-cromática población peninsular: hispanorromanos, visigodos, suevos o greco-bizantinos.
El acontecimiento de Poitiers que nos habla de la victoria de Carlos Martel con el repliegue de los invasores, más acá de los Pirineos no es más que el resultado no de musulmanes sino de mujeres y niños rechazados por una emigración masiva ante las hambrunas o guerras civiles en el siglo VIII que presionaron a la población civil y pasar los Pirineos. Este hecho será etiquetado como islámico para quedar patentado como el enemigo de Europa.
El médico Ibn Yulyul y el geógrafo Ibn Said coinciden que no encuentran logros andalusíes antes de la fecha del 850.
El Islam irá cohesionando territorios y el Renacimiento en España comenzará en Al Ándalus, en árabe. A partir del 850 la península ibérica comienza a ubicarse cultural, política y religiosamente en el seno del islam y lo árabe. Lo visigodo se ha transformado en cambio de fe y lengua árabe.
No olvidemos que a partir del siglo VIII -con un Al Ándalus supuestamente conquistado- comenzará Damasco su arabización e islamización seria, porque Damasco es todavía una ciudad bizantina donde se hablaba el griego.
Ignacio Olagüe mantiene la excusa argumental de descifrar el enigma histórico escondido en el bosque de columnas de la mezquita, porque suplanta y la distribución no encaja con las de las mezquitas. Que pudo tener un origen arriano -herejía del cristianismo fuertemente enraizada en la Hispania visigoda-, y que del post-arrianismo perseguido pudo ir surgiendo un pre-islam revolucionario, lo que conecta con una incómoda realidad contra el ambiente de sincera oposición al dogmatismo trinitario cristiano.
En la Mezquita de Córdoba, el bosque de columnas es más propicio para la interiorización del alma, un escape espiritual para el ser humano.
Los unitarios -opositores al poder- creían en un solo Dios mientras los trinitarios -que ostentaban el poder- creían en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se provocaba un segundo cisma mediterráneo que obligo a echarse al monte a los arrianos que no admitían la Trinidad.
El monoteísmo unitario no comprendería determinadas innovaciones trinitarias del cristianismo “Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo”. El primer Cisma había sido la división entre el Oriente y el Occidente romano.
Cincuenta años antes de la invasión
islámica ya se empleaba en la Hispania visigoda el arco de herradura. Por lo
tanto no fueron los árabes quienes introdujeron el arco de herradura.
(Recesvinto, 661).
En el año 632 muere el profeta Mahoma y no
existirá un Corán recogido hasta medio siglo después.
En el cristianismo alejandrino había
imágenes del pasado faraónico representando a la diosa-madre Isis con su hijo Horus
sedente en su regazo. Alejandría sabía adaptar la iconografía a determinados
dogmas cristianos. El copto era el eslabón perdido, para Champollión -a
principios del siglo XIX-. Era la tercera lengua aparecida en la piedra de
Rosetta, entre el jeroglífico egipcio y el griego.
La antigua Hispania tenía en su interior el magna de la insurrección y se vuelve porosa a una nueva civilización que permite a judíos y mozárabes conservar su propia religión. El Islam no conquista el Norte de África ni Hispania sino que evoluciona en ellos fertilizándolos en un tiempo convulso y Al Ándalus es poroso a la nueva civilización. Tarik y Musa es un mito.
El Corán se había revelado pero no se había difundido.
Corán de origen siriaco -dialecto del
arameo- “Querayán” (lectura ritual de los oficios religiosos).
El Concilio de Nicea en el 325 es la génesis del inamovible poder eclesiástico donde el obispo Osio logrará inculcar el Credo católico como vara para medir infieles, donde el dogma de la Santísima Trinidad dejará boquiabiertos a innumerables teólogos unitarios cristianos. El Cristianismo se convierte en la ideología del Estado cuyo motor coercitivo serán los concilios.
Homo-ousion “misma naturaleza”. La
transustanciación o doble naturaleza de Cristo -Dios y hombre-.
El siglo IV es el padre ideológico social de todo cuanto agitará el Mediterráneo en el siglo VII, magna de Al Ándalus. Osio “santo, en griego”, comisario político de Constantino, azote de los disidentes, autor del Credo católico, y organizador de Elvira (300), primer concilio hispano y Nicea (325), los dos concilios esenciales para la España visigoda pre-islámica. El Concilio de Elvira se quería separar a los cristianos de los paganos y de los judíos.
Para combatir la herejía o corriente heterodoxa alejandrina fue enviado Osio a Alejandría, sede de Arrio organizando el Concilio de Nicea, en 325. El emperador Constantino apostaba por el Cristianismo como ideología del Imperio que buscaba unificar. En Nicea se oyó por vez primera la citada palabra homo-ousion ¡transustanciación- como materia de fe, en el credo que Osio preparó para su aprobación.
El Islam en tiempos convulsos actuará como civilización abrasadera del cismático sentir mayoritario al nacer de la defensa de un solo Dios en el Mediterráneo y Oriente Medio.
Roma occidental no puede sostener sus fronteras y poco a poco fue delegando sus limes (tierras porosas o territorio hostil) a pueblos nómadas procedentes del centro de Europa como suevos, vándalos y alanos mediante pactos y connivencia romana, que acabaría desembocando en una primacía visigoda. Los suevos en Galicia, los alanos entre el oeste de Hispania y el Levante y los vándalos pasan Andalucía para establecerse en el norte de África con 50.000 hombres -según exageran las crónicas- estableciéndose en Cartago (438) para apoyar a Genserico, que no contento con sentar su capital en Cartago llega incluso a invadir Roma en el 455.
Genserico se había convertido al arrianismo, al igual que la práctica totalidad de los visigodos de Hispania, lo que viene a reforzar el enquistamiento cismático entre Hispania y el Norte de África. La futura Al Ándalus y Magreb siguen ancladas en el monoteísmo anti-trinitario.
Sarraceno, del griego “sarakenoi” y del
latín “saraceni”, gente del desierto. Bereber es un término árabe que viene del
latín barbarus: los otros.
Toda rebelión contra los trinitarios se acabará llamando islam. Su proyección desde Hispania, se llamará Al Ándalus (unitarismo frente a trinitarismo). Su simplicidad es arrasadora. La aceptación de Mahoma como profeta será el definitivo Rubicón en el proceso anti-trinitarismo al islam como tal. Los núcleos resistentes en Hispania, ya convertida en Al Ándalus, serán conocidos como mozárabes.
El yidad como guerra
santa es islámico; no coránico.
La apisonadora trinitaria había provocado el segundo gran cisma mediterráneo: el unitarismo se echó al monte ante la posibilidad -postnicena- de poder seguir llamándole cristiano sin admitir la Trinidad. El primer gran cisma se había producido cuando se produjo la división entre el Oriente y el Occidente romano.
Abdel Malik (646-705) resolvió algo esencial para el futuro del islam. Este omeya llegado de Medina decidió que no aprendería el griego de Damasco, sino que Damasco aprendería el árabe del califa. Esta es la revolución de Abdel Malik. Del denarius latino surgirá el dinar de oro. Del dracma griego, el dírham de plata y del fol-lis , el fulús de cobre. La religión cohesionaría su estado, y ya se llama islam que está naciendo al tiempo que lo hace Al Ándalus e Ifriqiya para el norte de África.
El Estrecho ha sido un permanente ir y venir a y desde el norte de África. El hambre, las guerras civiles y los procesos migratorios han sido el cigüeñal que hizo funcionar la primera expansión del islam en Hispania y como el agua busca su salida natural, la Hispania visigoda con sus desencuentros y guerras civiles entre trinitarios y unitarios era el caldo de cultivo ideal donde se asentaría una nueva civilización que cambiaría el laus deo -gloria a Dios por Allah akbar “Alá es (el) más grande”.
Bizancio pasó a ser islámico en 1453 antes de que Al Ándalus dejase de existir en 1492.
La religión actuaba como pegamento social, algo que el pensador Ibn Jaldún llamaría asabiya: el sistema neuronal de un pueblo. Tales palabras acabarían, con el tiempo, decorando las empuñaduras de las espadas. Desde el 710 a 756 parece comprobable la permanente subida migratoria a Hispania ante la efervescencia norteafricana.
Hispania era un tesoro inesperado, rico, desprotegido y convulso. Cuando en el 740 un ejército de sirios se encuentre aislado y amenazado en lucha desigual por el poder norteafricano, su salto a Hispania marcará el contagio del modelo norteafricano de fortalezas y retenes en un entorno hostil. Se trata de los yundíes; las tropas mercenarias al mando de las cuales se afianza en Hispania/Al Ándalus un sirio llamado Balch.
Del Monte Hacho (Ceuta) al Calpe
(Gibraltar). La presunta invasión de Hispania no fue planteada inicialmente por
Damasco.
El futuro islam comenzó a extenderse desde Damasco hacia Alejandría. La batalla del Oasis de Jaybar en junio de 628 marcaría el rechazo definitivo de los judíos por parte de la Umma islámica. La sumisión de la Meca en el 31 de enero del 630 según las fuentes árabes. La batalla de Hunaym cierra Arabia en torno al Islam.
Dos grandes estrategas forman parte ya del
círculo de Mahoma: Jalid Ibn al-Walid (Damasco) y Amr Ibn al-As (Egipto a los
persas sasánidas).
Musa Ibn Nusayr será gobernador de Ifriqiya. Las ciudades pactaban por su propia seguridad y el salto a la futura Al Ándalus sólo sería cuestión de tiempo. Comenzaba la edad andalusí de Hispania y las nuevas ideas y gentes no cesarían de llegar.
La novela de la conquista
No es admisible el mito de la batalla de Poitiers en 732 como el enfrentamiento en que Europa frenó al Islam. Puestos a organizar una conquista se plantearía mucho mejor por mar, como realmente se hizo después por la zona del Macizo de los Moros.
El Levante de Hispania fue siempre la puerta de entrada para los contingentes del Norte de África ya sean cartagineses o bizantinos.
La guerra civil iniciada en 711 entre Rodrigo y Ajila “Agila, hijo de Witiza”, aspirantes ambos al trono, no se saldó con un cambio de rey. Rodrigo desapareció y los witizianos pasaron a gestionar los bienes de la Corona “las 3.000 alquerías”.
En el reparto del botín tras la caída de Rodrigo, se habla de esas 3.000 alquerías entregadas a los hijos de Witiza, lo que demuestra la ausencia de cohesión de una clase dominante que se mueve por criterios económicos y de poder.
Ajila dominaba zonas importantes de Toledo mientras Teodomiro el Levante. En Sevilla, el obispo Oppas -hermano de Witiza- vertebraba un cierto orden witiziano y un tercer hijo de Witiza “Olmundo” gozaba de una gran preminencia en Córdoba. Las fuerzas visigodas en la Península eran completamente insuficientes e Hispania no era un estado sino que estaba controlada por los señores de la guerra, a los que se les pagaba con tierras.
En el verano de 710, Rodrigo sucedió a Witiza en el trono visigodo de Toledo, capital de Hispania. Los hijos de Witiza, contrarios a tal sucesión, se convertirán en corporación contraria al trono toledano. Los suevos de Galicia no estaban sometidos a Toledo ni los vascones y los imperiales bizantinos estaban establecidos desde la costa malagueña hasta el levante peninsular.
Toledo va a ir desapareciendo como capital. Hispania parece la parcelación de un territorio sin control. El sistema godo de sucesión monárquica pasaba factura; un sistema electivo decidido por grupos de presión, que no garantizaba designación transitoria de heredero. Los hijos de Witiza recobraban el poder, con fuerzas del norte de África.
Entre el 718-722 se independizan unos cuantos valles asturianos bajo la dirección de Pelayo, y diez años después lo harán los vascones. El yerno de Pelayo, Alfonso I (739-757)” logrará una cierta expansión hacia Galicia, norte de Portugal y la Rioja, creando zonas de nadie que en el futuro se denominarán “marcas”.
Al-Hurr “el libre” (716-719), el tercer gobernador que provenía de Ifriqiya fue el primero que acuñará los célebres dinares bilingües “sueldos godos” “tawhid en árabe” y latín (no hay más que un Dios) sin referencia alguna al profeta Mahoma. Una continuidad de lo hispano no andalusí todavía.
Al Samh (719-721) fue el primero que acuñó moneda exclusivamente en árabe, como salto cualitativo importante en el proceso de asentamiento y decantación de lo andalusí. Carlos Martel rey de los francos vence a al-Gafiqi en el 732. Entre el 739 a 740, estalla una gran revuelta norteafricana contra el poder islámico.
A partir del 740 llega el tawhid “unicidad” y la proclamación islámica de la unicidad divina, el primer mandamiento islámico y, por tanto, su razón de ser. A mediados del 700 en Al Ándalus se empieza a acuñar monedas con el lema sólo en árabe. Está iniciándose la arabización aunque no existe ni rastro de Mahoma.
En el 750 existió una hambruna. Durante cinco años, la sequía y las epidemias gobernaron Al Ándalus en un proceso de despoblación. Un territorio a la deriva que cuando el hambre amaine quedará preparado para el definitivo injerto de la institución de un emirato.
LA CULTURA ANDALUSÍ -ÚNICA EN SU
TERRITORIO Y SU ESPECIE- ABARCÓ A SEFARAD Y A HISPANIA.
¿Cómo puede extirparse a Maimónides en el contexto en que floreció?. Un sereno intelectual judío que escribía en árabe, porque en tal lengua leyó a los griegos. Un hombre cuya obra fue vetada por las sinagogas francesas en un tiempo cercano al veto de Averroes.
El nuevo protagonista en el siglo VIII va a ser el árabe, idioma de las crónicas, donde empieza a hablarse de Al Ándalus. Hispania será descubierta como Al Ándalus por la cultura árabe. No se comenzó a escribir sobre Al Ándalus desde dentro hasta mucho después del 711.
El primer autor de las primeras crónicas andalusíes había leído a Anábasis de Jenofonte y se nos presenta como un avezado militar que acompañó a Balch en su retirada de los 10.000 sirios del Magreb. ¡Una versión árabe de la Anábasis “volver a su casa es volver Al Ándalus”!.
Al-Bakri, nacido en 1014.
Al-Idrisi, nacido en 1100.
Al-Himyari, muerto después de la toma nacional-católica de Granada.
Cualquier orden sería preferible al caos en los últimos años visigodos y en los primeros de Al Ándalus. Incluso el orden parcelario establecido tras la fundación del emirato de Córdoba, en el 756 por el primer oriental de pro “el halcón de Curaich”, Abderramán I.
Curaich era la familia del profeta Mahoma, admitiéndose que tal familia había derivado en la Omeya de Damasco, la familia real del primer Imperio arabo-islámico.
En el 755 desembarcaba clandestinamente en Almuñécar el futuro primer emir de Al Ándalus “Abderramán ben Muawiya al-Dajil”. Cuentan que le cantó a la primera palmera con la que se topó recordando su abandonada cuna oriental:
¡OH PALMERA! TU ERES COMO YO EXTRANJERA EN
OCCIDENTE ALEJADA DE TU PATRIA.
La lengua árabe ya se estaba popularizando en Siria gracias a la Revolución de Abdel Malik, que a falta de un Derecho Islámico, conferirá a esos sirios un cierto espíritu de cuerpo. Se está gestando la cultura islámica con saberes griegos ya asumidos. El traslado de lo sirio a Al Ándalus se simboliza poéticamente mediante un cierto mesianismo omeya. Poco importa si Abderramám I era o no el hijo Omeya escapado de las flechas abasíes -según cuentan las crónicas-.
Cuando el futuro emir Abderramán I se instale en Córdoba tras su paso por Sevilla, Artobás -hijo de Witiza- es ratificado como Comes -conde- en la ya capital para llevar los asuntos de los hispano-romanos.
Con Abderramán I comienzan los primeros años de estabilidad andalusí “32 años”.
Formación del emirato omeya
Abderramán I (756-788)
Hisham I (788-796)
Al-Hakam I (796-822)
Al Ándalus nunca terminó de cerrar el territorio al dejar núcleos aislados en el norte, ajenos al estado andalusí demostrando que no existió ideología imperialista en la islamización y arabización de Al Ándalus mientras el futuro del nacional-catolicismo lo terminaría cerrando.
Pero en absoluto se avanzó a las órdenes de Damasco, Bagdad o Ifrikiya, como se pretende. Las poblaciones irían convirtiéndose al islam como la lógica consecuencia de la presión creciente desde el poder.
Es erróneo llamar mozárabes “mustaarab,
arabizado” a los mozárabes, porque lo único que no fueron es eso, precisamente;
no quisieron arabizarse. La calificación dimmíes “gente de otra religión” es
más ajustada a la verdad que la de arabizados.
Abderramán
I al Dajil
Al Ándalus había recibido bien pronto otro componente sociológico de ese Islam oriental y heterogéneo: nuevas tropas desde el norte de África que no eran norteafricanas. Es lógico que la población hispanorromana de progresiva islamización asistiese a la crisis política no como un enfrentamiento entre islam y el cristianismo, sino como luchas de poder al pueblo, en principio hispano-romano. Todo ello, cambiará con la estabilidad omeya “el emiraro”.
Abderramán I no dependía de nadie en Oriente, y de poco en Occidente. Se hizo fuerte en la vieja capital de Córdoba y organizó el ejército saneando las arcas del estado mediante la presión fiscal, así como la progresiva expropiación de los bienes al linaje de Witiza.
Con Abderramán I “el halcón de Curaich” se
forjará el estado unitario de sus descendientes califas. El dirhan de plata se
mantendrá hasta el siglo X como prueba de estabilidad económica. El dírham
proviene, etimológicamente, de la moneda latina oriental dracma griego/dírham,
del mismo modo que el dinar de oro vendría del denarius latino. Reseñar que
Carlomagno copió este sistema monetario andalusí, y que la moneda medieval
llamada maravedí proviene del marabuti islámico. Estaba naciendo el Al Ándalus
europeo que se fundirá con el Renacimiento.
Abderramán I es proclamado emir “`príncipe” por diversas facciones militares en un pronunciamiento en Archidona el año 755 a falta de validación el año siguiente en Córdoba. Ser emir y no califa significa no hacer mucho ruido en Al Ándalus y no se estaba en condiciones de concederle tantos poderes al recién llegado. A su muerte heredará el cargo su hijo.
La longevidad de Abderramán I Amir
al-Mu'minin “comandante de los creyentes”, su arte en el mantenimiento del
poder, y el gesto histórico de legar el emirato a un heredero, configuran el
nuevo orden y clausuran el desorden de los gobernadores.
Cuando Abderramán III elija el título de califa, lo hará probablemente porque el de emir le parecía inferior. Oriente no controla absolutamente nada en Occidente aunque Al Ándalus se orientaliza culturalmente. La lengua será el verdadero aglutinante de la nueva civilización. Se produce una ruptura de los cristianos andalusíes con el resto del cristianismo que en el norte se hará incompatible con el Islam.
Si en el 784 se celebra un Concilio eclesiástico en Sevilla implica que la ciudad no estaba islamizada aunque se estaba evolucionando hacia el islam aunque el cristianismo andalusí había perdido su conexión europea.
Las zonas interiores se organizaron en coras o comarcas mientras las marcas se denominan “zagr”. En España es localizable un Renacimiento en árabe. Podría considerarse a Abderramán I “primus inter pares” y la ligazón con Córdoba de las marcas fronterizas se destensaba al dejarles cierta independencia. Esa es la clave del éxito descentralizador del primer emir: la capital no tenía que responder más que a los incidentes fronterizos. La estructura militar mercenaria se solapaba con tropas de leva reclutadas por diversas facciones y aportadas en concepto de reconocimiento legitimista al emir, el comandante de los comandantes.
Un emir que hizo construir para él la residencia cordobesa “La Ruzafa”. A partir de ahora el emir no gestiona ni negocia; simplemente dirige y reparte, arbitra y castiga. La gestión administrativa de Abderramán I resultará mesiánica en un territorio que acababa de salir de la más grave de sus hambrunas en siglos. Además, el emir se presentaba como el halcón de Curaich “de la propia familia del Profeta”.
Pero no existe aún el derecho andalusí ni grupo eclesiástico islámico. El territorio andalusí continuaba dividido en circunscripciones visigodas y el emirato emergió desde Hispania, no de Damasco. Resulta evidente que Al Ándalus nacía administrativamente como una entidad heredera de la España visigoda. El primer emir tuvo que cerrar la brecha pirenáica, parando el expansionismo de Carlomagno “Septimania”. Carlomagno trataría de legitimar primero la ruta hacia Zaragoza y después, en el 785 hacia Gerona y Barcelona.
Zaragoza debería decidir entre Córdoba y Aquisgrám pero Zaragoza no recibió a los francos y decidieron replegarse. En el 778 los francos serían atacados por los vascones en Roncesvalles o en Jaca, lo que inspirará “La Chanson de Roland”, caído en la emboscada.
El primer emirato de Al Ándalus transforma una anarquía de señores de la guerra, de ciudades acantonadas y campos arrasados, de hambrunas y movimientos migratorios sobredimensionados. Hasta que surja el cadí-l-yamaa “juez de la comunidad” al estar escribiéndose el libro jurídico con más trascendencia en Al Ándalus en Oriente en 776 -el de Malik- se seguirá impartiendo el Derecho visigodo.
Abderramán I frenó el avance francés y no
como se sostiene históricamente en la zona narbonense, se frenó a los
musulmanes.
Su hijo heredero, no tiene más que seguir la inercia del éxito. Córdoba y los Omeyas dan, inicialmente, significado a Al Ándalus como fenómeno civilizador.
En el nuevo estado todos pagan, pero cada uno de forma diferente. Quien se somete al emir paga, pero menos que quien no quiera someterse. La mayor parte de las propiedades bajo control omeya seguían en manos de sus antiguos dueños, obligados a pagar tras la capitulación un impuesto específico “la yizia”. Se continuó reimplantándose el cereal, olivo y la vid. Por tanto, existía otro impuesto, el jarach por las tierras.
La Marca Inferior, línea de la Ruta de la Plata: Mérida, Coria (junto a
Plasencia), León hasta Lugo.
La Marca Media (Toledo, Guadalajara, Medinaceli, Soria y Pamplona).
La Marca Superior (Tudela, Zaragoza, Huesca, Barbastro y Gerona).
Entre los hijos que habían llegado con Abderramán I y otros nacidos en Al Ándalus, se fue creando una clase que acabaría dando carta de identidad con el tiempo a un claro grupo racista pro-omeyas y anti-bereberes. Al Ándalus emanaba de Hispania y no nacía como escisión de un Imperio.
Se ponía en circulación mercantil apoyado
por la moneda, el dinar de oro, el dírham de plata y el flus de bronce. La
clave de la equivalencia que copiará Carlomagno será la proporción entre el oro
y la plata: 1 kg. de oro equivale a 7 kg. de plata.
Hisham
I (788-796)
La monarquía hereditaria instaurada por Abderramán I se basará en la necesaria y fuerte militarización que otorgara estabilidad que se le empezará a escurrir a Al-Hakam I, para volver a condensarse en Abderramán II.
Comenzaba a cuestionarse la legitimidad en el seno de su propia familia por obra y ambición de sus hermanos Abderramán y Syleymán, que se harán fuertes en sus feudos y que acabarán por reconocerlo a cambio de una pensión y tierra de por medio. Ambos cruzarán el charco instalándose en el norte de África a la espera de opciones futuras.
Estalla la chispa en Ronda, en árabe Takuruna, de papel tan relevante como el futuro desempeñado por las Alpujarras. Mientras tanto, Bermudo I (788-791) y Alfonso II (791-842) no pasan aún a denominarse cristiano, dado que Al Ándalus no era todavía anticristiano. Contra gallegos y francos en el nordeste se comienza a patentar el concepto de algarada o aceifa “incursión por botín”, que el cromatismo medieval acabará acuñando como yihad, al igual que la contrapartida acabará equiparándose a cruzada.
Mientras se institucionalizaba el sistema monetario basado en la acuñación
de dinares de oro y dírham de plata o la adopción de un cierto Derecho
Islámico, de corte occidental malikí, Al Ándalus comenzaba a evidenciar que
había llegado el clero y los juristas.
En tiempos de Hisham I daba comienzo con reservas la jurisdicción andalusí, entre el Derecho andalusí y el Derecho visigodo. Las escuelas jurídicas islámicas responden a cuatro maestros iniciadores:
Abu Hanifa, muerto en 767
Malik, muerto en 795
Al-Shafi, muerto en 820
Ibn Hanbal, en 855
Se afirma que el Derecho Islámico ya estaba codificado como tal a la caída de los Omeyas de Damasco -ninguno de los juristas escolásticos había nacido-.
La shura “consejo consultivo” será en Al Ándalus una de las figuras esenciales y se irá forjando una casta, confundida con una clase clerical, cuyas funciones asumen “los ulemas”, que estarán en la base y graves transformaciones del status quo social.
El Derecho islámico como orientación y como guía de acciones éticas y religiosas “hacer el bien y rechazar el mal” va atenazando el Mediterráneo sur. No olvidemos que Bizancio fue el inventor de un Estado con el Evangelio como constitución y adoctrinamiento trinitario. El Derecho malikí configuró más que fue configurado. No será una sociedad adoctrinada por el Estado.
Es un deber y un derecho del monarca hacer justicia que lo delega en los
cadíes que regulan la convivencia.
Ibn al-Qasim fue el verdadero padre el malikismo andalusí. A través de su ordenamiento jurídico Al Ándalus se va abriendo paso. Cabe destacar que no todas las instituciones jurídicas se basaban en el concepto de la niyaba “la delegación de poder”.
No era lo mismo ser cadí en Córdoba que en
un pueblo.
Si un hombre estaba formado podría llegar a cualquier cosa “la casta de los katib o escribanos”. La pluma se equiparaba a la espada.
El cadí tenía sus competencias en derecho civil, estatuto personal y conflictos entre particulares, actuando en beneficio del Estado.
Los cargos esenciales se repartían eran los siguientes:
El sahib al-mazalim asistía al derecho de
apelación de los ciudadanos.
El sahib al-radd se encargaba de los casos
rechazados por el cadí. Se encargaba de ejercer un arbitraje en materia
comercial.
El sahib al-shurta se encargaba de la
justicia represiva “jefe de policía”.
El sahib al-suq velaba por la fluidez en
los zocos.
El sahib al-madina se ocupaba del orden público, controlando el derecho
tributario.
Gran parte de las obligaciones del soberano consistían en el nombramiento de cadíes. Ibn Hisham en su obra “El juez ideal” enumera los requisitos del juez: ser musulmán, varón, inteligente, libre, mayor de edad, justo y recto.
El juez también debía tener buen oído, vestir bien y conocer el Corán y la Sunna, que con el tiempo -no antes del 830- se convertirá en esencial. Debía de ser rico y conocer la lengua árabe. No podía aceptar regalos de nadie absteniéndose de pedir préstamos o de entrar en negocios. Estaba mal visto que se le invitase a celebraciones -excepto a bodas-. En definitiva, la atenta mirada a las preocupaciones jurídicas de Al Ándalus nos puede dar una cierta idea sobre su sociedad.
El Derecho andalusí y el magrebí eran diferentes por la citada existencia de un Consejo Consultivo en Al Ándalus “la shura” y no con tanta relevancia en el Magreb. El malikismo andalusí en Al Ándalus fue impulsado por las clases medias para contrarrestar el centralismo cordobés. Si el Derecho era estricto, el soberano tenía menos capacidad de tiranía. La elección de una escuela jurídica sería una seña de identidad y una clave interpretativa de la vertebración de una sociedad.
Al-Hakam
I (762-822) al Rabadi
A la muerte repentina del emir Hisham I, le sucedió su hijo al-Hakam I.
El árabe y romance fueron el vehículo de expresión cotidiana que irá enfocándose hacia el monolingüismo árabe. Se estaba produciendo el cruce de un importante Rubicón: lo andalusí se acrecienta.
Tres hechos esenciales se producirán en la época de al-Hakam: la pérdida de Barcelona, atraída al polo de Aquisgrán, el surgimiento del reino de Pamplona, esencial para impedir el cierre andalusí y la formación de la Marca Superior como verdadero limes andalusí. En esta zona se alternan la preponderancia de tres familias hispanorromanas sumadas al régimen: Los Ambrosio de Huesca “Banu Amrús”, los Casio en Tudela “Banu o Beni Casi”, y los Banu Shabrit de Barbastro constitutivos de una Marca limítrofe.
La Jornada del Foso de Toledo como la Destrucción del Arrabal de Córdoba serán dos medidas represivas como podas de la insurrección. El emirato de al-Hakam I consiste en sofocar revueltas. Es el tiempo de los alzamientos populares contestado por el poder institucional árabe.
Por estos derroteros discurre la conquista de Al Ándalus y no la guerra civil de 711. Se podría decir que al-Hakam I se dedicó a preparar el terreno a su sucesor Abderramán II. La familia de los Banu Casi había dado claras señales de su voluntad de independencia en la Marca Superior “Ebro”. Destaca en esta época el godo Ambrosio, el hombre de Córdoba dispuesto a anudar el lazo entre los valles del Ebro y el Guadalquivir. Ambrosio, actuando de brazo ejecutor del emir al-Hakam I, al que hasta las crónicas se refieren como “majmur (borracho)”. Ese emir también reprimirá la primera gran revuelta de Córdoba azuzada por los alfaquíes, que poseían el monopolio de la verdad religiosa.
Ambrosio mantendría acantonados a los Banu Casi. Las revueltas cordobesas de 805 “del pan” y 818 estarán relacionadas con las próximas revueltas cristianas. Se trata de la amma “el pueblo” contra la jassa” la progresiva burguesía”.
Córdoba se alzó contra la Ruzafa. Setenta cabecillas fueron crucificados según el Derecho Romano, del mismo modo que la lapidación sería el modo de llevarlo a cabo por el Derecho Mosaico. Esta represión no haría nada más que alimentar la clandestinidad y preparar la siguiente revuelta, de mayor calado que comenzará en 817.
Aquí y en la revuelta mozárabe estaría la resistencia nativa, no en el mito
fundacional del Guadalete, un siglo antes.
Encabezada por los alfaquíes que pretendían la exención de impuestos para los musulmanes, se desencadenó una revuelta social que duró casi un año adquiriendo visos de revolución en toda regla, saldada con matanzas represivas, ejecuciones públicas ejemplarizante de más de 300 cabecillas, la devastación del arrabal de Secunda, la deportación de los supervivientes. La represión de Secunda le valió al emir el sobrenombre de al-Rabadi “el del arrabal”. Un cuarto de la población de Córdoba desapareció. Había sido provocada por una espada cristiana por orden de un emir “el Conde Rabi ben Teodulfo, el represor del Arrabal de Secunda”.
Los expulsados del arrabal de Secunda partieron forjando comunidades cohesionadas en Fez y Alejandría e incluso en la isla de Creta. Cerca de 20.000 familias debieron abandonar Córdoba hacia Fez. Sus costumbres, su artesanía e incluso su modo de convivir acabarían convirtiendo los barrios en los que vivían en la llamada ciudad andalusí de Fez. Será Alfonso II y no el simbólico Pelayo, el que merece un lugar de honor en el parón de Al Ándalus.
Al-Hakam I “al Rabadi” muere en tanto nacía un Al Ándalus que comenzaba a consolidarse tras cerrarse el periodo de conquistas y digno de aparecer en los libros de ciencia y literatura. Le sucede su hijo Abderramán II que es consciente del poder preeminente de los elementos post-godos, para alcanzar el emirato. Con Abderramán II concluye la época de poder de los condes godos. El testamento político de al-Hakam I a su hijo parece haber sido un lema: justicia y firmeza. Es un buen resumen de su emirato y de cuanto ya se había institucionalizado.
El Emirato consolidado
Abderramán II (822-852)
Muhammad I (852-886)
Al-Mundir (886-888)
Con el advenimiento de Abderramán II se percibe el asentamiento de un Estado “El Emirato sólidamente establecido”. Va a dar comienzo el primer Renacimiento europeo, desde el limo de tanta aportación diferente donde Córdoba será el epicentro de su fuerza centrífuga. Desde la corte de Córdoba se intercambian embajadas con Bizancio, cuyo emperador Teófilo comparte con los omeyas el enemigo abasí. En esa corte se decantaría un verdadero estado vertebrado por una casta de funcionarios “los kuttab o escribanos”. La vertebración se consolida y se distribuye en coras -comarcas, dirigidas por una figura que sobrevivirá a cambios de lengua o religión: el alcaide.
Como logro explícito de aquellos alfaquíes, y marca de patente islamidad, en este tiempo se veta el comercio del vino aunque nunca se consigue arrancar los viñedos de Al Ándalus. Al Ándalus adquiere conciencia del empuje permanente del cristianismo hispano desde el norte, generando dos modelos enfrentados de la Edad Media.
En el 844, se ordenaba la construcción de una necesaria red de atalayas para prevenir las incursiones normandas. Tras entrar por Gijón y seguir la costa gallega, incendiaron Lisboa, remontaron el Guadalquivir para incendiar y arrasar Sevilla. Abderramán II deberá enviar a sus dos mejores generales para garantizar el freno a la incursión vikinga en la batalla de Tablada.
La llegada de los vikingos “mayús-magos” provocó incluso una grave crisis en el reino carolingio. Eran adoradores del sol. Abderramán II consideraba necesaria la vigilancia costera, cerrando Al Ándalus al sureste con una progresiva islamización como ideología de Estado basada en una patente cohesión lingüística -la lengua árabe-.
Los normandos al ser rechazados en Al Ándalus, los llevarían a desembarcar en Sicilia, instaurándose un reino normando de grave trascendencia histórica siglos después.
Los cristianos cordobeses asistirán a la progresiva aclimatación herética de un monoteísmo que tendrá que acabar llamándose simple y llanamente islam. Se llamó mozárabes en los reinos del norte peninsular a los cristianos que llegaban del sur con modas y modos árabes.
Los cristianos viejos de Córdoba percibieron como la lengua árabe se iba haciendo dueña de la calle y del templo que se comenzaba a llamar mezquita.
En esta época se produce el viaje de un cristiano cordobés, Eulogio con un grupo que formaba Álvaro de Córdoba y Esperaindeo “confía en Dios” a la Pamplona “monasterio de Leyre” de la primera mitad del 800 comprometido con dos causas: la ortodoxia cristiana y la preeminencia del idioma hispano-romano. Eulogio todavía se planteaba que el islam cordobés era una herejía cristiana y se pregunta quién era ese Mahoma en sus cartas de Eulogio y qué vicio anticristiano podría estar detrás de la patente arabización de Córdoba.
Eulogio vuelve a Córdoba con un ejemplar de la Eneida de Virgilio y con la Ciudad de Dios de San Agustín. Los llamados mártires voluntarios cordobeses ya estaban obsesionados porque tales herejes predican los dogmas de su Profeta a grandes gritos -según escribe Eulogio en su “Apología del martirio”. Para los integristas cristianos cordobeses, resultaba especialmente sangrante el modo en que el árabe iba sustituyendo al latín.
Ni Eulogio -santificado por la Iglesia. Ni los mozárabes hablaban aún de musulmanes, sino de heréticos. Fueron testigos de la práctica habitual del árabe como lengua de todos, incluidos los cristianos ortodoxos, cuya identidad lingüística latina romanceada irá retrocediendo hasta la liturgia. Los cordobeses Eulogio y Álvaro serán precursores cristianos del martirologio suicida, ya que animaban y adoctrinaban en el insulto público al número creciente de dogmas islámicos, lo que desató la intervención del a justicia.
El tiempo en que Mahoma es descubierto por Eulogio entre los anaqueles del monasterio de Leyre en Pamplona, coincide con el descubrimiento de Santiago. Peregrinación al a Meca frente a la peregrinación al "Finis terrae". Oriente frente a Occidente, cristianismo frente a islam. Mahoma frente a Santiago.
Nadie sabría a ciencia cierta por dónde pasaba la línea entre el cristianismo y el islam, dado que tan sólo se sabía percibir el muro que separa la ortodoxia de la herejía. El islam iba invadiendo Al Ándalus mediante el largo brazo de una aristocracia arabizada.
Córdoba y Toledo de hallaban en plena transformación, lo que llevó a Abderramán II a tomar una decisión sorprendente sobre Al Ándalus: la decisión de promover Concilios cristianos en 839 y 851 en plena conversión en un Al Ándalus islámico.
Álvaro de Córdoba redactó su “Apologética contra Mahoma” donde incluye al islam entre las corrientes a combatir desde la ortodoxia cristiana “ya los musulmanes sí eran mahometanos”.
En el siguiente Concilio de 852, Abderramán II debía lograr que los cristianos cejasen en su enquistamiento de solicitud martirológica. Se consiguió una declaración solemne que el martirio era contrario a la doctrina cristiana, reconociéndose a los mártires ya caídos. Tras el Concilio, Saúl y Eulogio de Córdoba serían encarcelados. Eulogio sería decapitado en Córdoba.
Los kuttab o funcionarios estaban versados en la nueva lengua de la administración, -el árabe como lengua del pueblo-. Al Ándalus fue la cultura árabe en las que participaron gentes de tres religiones. La cultura árabe era el techo intelectual de su tiempo. Al sentirse la población árabe, los andalusíes - sin saberlo- habían elegido una opción cuyas consecuencias históricas sería la expulsión del país.
Álvaro de Córdoba describe en “Mis correligionarios” que se complacen en leer poesías y obras árabes, estudian escritos de los filósofos y teólogos musulmanes, no para refutarlos, sino para formarse una dicción arábiga y elegante. Todos los cristianos jóvenes no conocen más que la lengua y literatura de los árabes, reuniendo grandes desembolsos en inmensas bibliotecas. Los cristianos han olvidado su lengua y apenas entre mil de nosotros se encontraría uno que sepa escribir como corresponde una carta latina a un amigo.
La elegía de Álvaro es el certificado de nacimiento de Al Ándalus árabe donde en el Siglo de Oro de la cultura judía, destacará el arabófono “que habla el árabe como lengua materna”, Maimónides.
Entre 821 y 829 las tropas del emir se hicieron con Tudmir en el Levante, asociado con la figura de Teodomiro, entre pactos con sus herederos, cerrándose con la fundación de Murcia. Consciente del peligro occidental, Abderramán II fundará la alcazaba de Mérida en 835.
El gallego al-Yilliqi, instaurará un clan en conexión con el norte cristiano, y siempre enfrentado a Córdoba hasta tal punto que sólo entrados los 900 logrará el primer califa de Al Ándalus acabar con nietos y bisnietos de este mítico insurgente.
La expansión de Alfonso II no pudo ser frenada por Abderramán II. Las aceifas no tuvieron el éxito esperado. Con la muerte de Alfonso II en 842 la tensión fronteriza se relajaría y emir cordobés sólo dirigirá un par de aceifas contra su hijo, Ramiro I (842-850). En Aragón continuaba el poder con los Banu Qasi, en buenas relaciones con los navarros de García Íñiguez, y ambos con igual desinterés en formar parte del emirato como de enfrentarse al emir.
La institucionalización de Al Ándalus se produce bajo Abderramán II quien mantendría relaciones y tensiones con los vecinos inmediatos del norte de África como los idrisíes del actual Marruecos, los rustimíes de la actual Argelia y los recién llegados aglabíes del actual Túnez, en plena expansión hacia el norte, desde Sicilia, con lo que se desbarata el mito de un islam políticamente homogéneo en torno al Mediterráneo Sur.
El médico Ibn Yulyul así como el pensador Ibn Said -aunque no coinciden en el tiempo ni en la rama del saber- serán grandes conocedores de su tiempo y cultura. El primero, célebre transmisor y compilador de las farmacopeas y materias médicas de las más diversas índoles, florecerá en la próspera Córdoba califal de al-Hakam II, en tanto que el segundo, grave historiador y geógrafo, lo hace en Almería de finales del Califato.
Córdoba se mostrará también capital en el exterior con sus embajadas en Bizancio al frente del poeta al-Gazal, nacido en Jaén (772-864).
En este Al Ándalus, el azúcar de Oriente “as-sukar” ya había sustituido al hidromiel romano, y el cultivo de la caña sería una floreciente industria asociada al desarrollo comercial, intercambio de bienes y flujo de capitales expresado en una saneada economía cuya base e instrumento fue una moneda fuerte con circulación por toda Europa y Oriente. El emir lograba ingresar en las arcas cordobesas el 40% más que su predecesor “Dar al-sikka (la Casa de la Moneda)” donde se acuñan los flús de bronce y los dírham de plata. Será con la instauración del Califato cuando se acuñen sistemáticamente los dinares de oro en la ceca andalusí. La contagiosa creación de medinas urbanas en Al Ándalus -a las que había que suministrar- propició un dinámico flujo de transporte con rutas fijas y productos cada vez más conocidos y esperados.
La madera, por ejemplo provocó la primera gran desforestación peninsular, aunque nunca tan atroz como la que se produjo entre 1500 y 1700. El Tiraz, era el monopolio europeo en la factura y el comercio de telas preciosas que Abderramán II concibió como empresa estatal. El cultivo del algodón “al-coton- se había extendido por las tierras arabizadas e islamizadas. También la seda frente a la lana “las dos Españas”. Junto con la seda llegaba el azafrán.
La propia idiosincrasia religiosa, concibe la peregrinación a La Meca para renovar el alma. En Córdoba, el renacentista Abbás Firnás de Ronda probará sus autómatas instalando una espectacular clepsidra -miqata- variedad de reloj de agua con complicados mecanismos coordinados con el discurrir del agua y reloj de sol por él repartidos. También impulsó los trabajos sobre vidrios soplados o la talla del cristal de roca, preparando las piezas de orfebrería e incluso preparó un ingenioso artilugio para volar con un entramado de cañas y plumas probando él mismo sus alas, dando con los huesos en el suelo. También dejó reseñado un eclipse y el paso de un cometa.
Esta era la próspera Córdoba de Abderramán II con importantes aportaciones para los mecanismos de riego que hacían las delicias de los paseantes cordobeses por jardines y campiña. Los rigores del cima eran tan grandes que incluyó un oratorio al aire libre para celebrar los oficios religiosos. La innovación, y el desarrollo científico y cultural de la Córdoba andalusí no dejó ámbito del conocimiento humano por tratar.
El cortesano iraquí Ziryab terminaría sus días en Córdoba en 857 después de revolucionar las modas de la corte y enseñar a seguir el orden en las comidas elegantes, comenzando con las sopas, seguido con los platos de carnes, para terminar con los platos dulces. En lugar de paños de lino grueso, recomendaba manteles de cuero fino y demostró que las copas de precioso cristal combinaban mejor que los cubiletes de oro o de plata con la decoración de la mesa. Abderramán II creó el primer conservatorio musical andaluz donde salieron músicos que -según cuenta la tradición- rivalizaron con los de Medina, la ciudad del Profeta, donde se encontraban los más prestigiosos tañidores de instrumentos de cuerda del mundo árabe. La nuba “nawba” andalusí está en la base de toda la música medieval y renacentista española.
La música, exponente cultural de primer
orden, no ha sido tratada en los tiempos que nos ocupan al nivel de desprecio
que evidentemente los bachilleratos contemporáneos.
Ziryab puede ser considerado el árbitro de la moda cordobesa de los omeyas. También se introdujo el uso generalizado del laud -derivado del sitar indio”, cuya sílaba final está presenta “tar” en nuestra voz guitarra. De ese laud se quitó entonces la quinta cuerda al uso, según el músico, porque las cuatro cuerdas, por sí solas, encuentran su equilibrio en el universo: el aire, la tierra, el agua y el fuego. Sin embargo, entre la segunda y tercera cuerdas introdujo una de color rojo; el color del alma entre los cuatro elementos.
Asimismo se modificó el plectro -o cuña- para tocar el laud, sustituyendo el original de madera por una garra de águila.
Ziryab innovó el color blanco en los trajes para los meses de calor, así como el pelo corto en los hombres, despejándose orejas, cejas y cuello. También legó entre otros muchos, el antiguo plato cordobés que lleva su nombre; ziryabí “asado de habas saladas”, así como diversos modos de preparar los espárragos trigueros.
Ibn Baid e Ibn Yulyul desde sus respectivos campos científicos y ramas del pensamiento situarán el origen del esplendor cultural andalusí, nuestro primer Renacimiento europeo, en la Córdoba de Abderramán.
Abderramán II no era califa pero actuaba como si lo fuera. Su sentido del poder omnímodo centralizador, comprendía una exitosa percepción del Estado como fin con el comercio de las telas “tiraz” o la acuñación de monedas. La propia legitimidad será la fuerza inicial del dirigente omeya. A partir de Abderramán II se incluye un ejército profesional incluyendo la recién creada flota, que velaban por el esplendor omeya que nunca fue expansionista. Las aceifas en modo alguno pretendían aumentar el territorio, sino salvaguardar unos derechos adquiridos.
Al
Ándalus, 850: primer Renacimiento europeo
En los contornos del 850 se inicia el primer Renacimiento europeo que se produce en árabe, y por efecto de la fuerte aculturación oriental que Al Ándalus recibe de Bagdad. Al Ándalus será una producción genuínamente europea que se filtrará hacia el norte, no hacia el sur. Una comunidad que se expresaba en árabe, no era europea, ese será el resumen del etiquetado histórico como exclusión lingüística. Pertenece a la “Dar al-Islam” era sentirse en la cima del mundo -un sentimiento muy parecido a cuanto hoy implica ser occidental-. Europa no creó Al Ándalus pero disfrutó de sus réditos.
La primera mitad del 800 acaba con la arabización de la Península Ibérica. El islam es la fuerza civilizadora de su tiempo, nacida de una incuestionable civilización. La prueba la otorgan los testimonios mozárabes quedando en entredicho la presunta arabización a partir del 711. Como civilización heredó a Roma y ahora se fusionaba con el elemento indo-persa.
La Historiografía islámica científica -no la mítica- percibe que en este tiempo comenzó la andadura civilizadora andalusí con la codificación del Derecho Islámico por su necesaria normativización de un Estado.
En aquella época Bagdad se llamaba Cadí al-cudá “juez de jueces”. El servicio de correos de Al Ándalus recibió el nombre de barid “correo”, que venía de veredus en latín “vereda”. Tres monedas se usaban en todo el Islam “denario, dírham y flus.
El ajedrez se introdujo en Europa por Al Ándalus. Expresiones como alfil, enroque, torre “ruj” o jaquemate “maat murió”, proclaman a los cuatro vientos el cauce comunicativo que desde la India hasta el corazón de Europa fluía por Al Ándalus.
A partir de aquí, los andalusíes querían siempre un entroncamiento con
algún linaje oriental.
Al Ándalus se encontraba en la cima cultural del mundo, a la altura del Islam oriental. Abel Malik a primeros del 700 ha había impuesto el árabe como lengua oficial. Había un orgullo por lo árabe que incluso el califa había impuesto a los artesanos de Tiraz dejasen de estampar en sus ropas de seda motivos caligráficos griegos por árabes. El árabe comenzaba a codearse con el griego en todos los ámbitos.
La filosofía islámica emana de la fértil filosofía griega, la matriz del pensamiento occidental. Los gramáticos habían forjado la lengua árabe entre Basora y Kufa a base de recolectar el léxico de los beduinos del desierto árabe. En el 827 al-Mamún, instauró la Mihna “Inquisición Islámica”.
Los andalusíes que quisieran conocer el mundo, deberían viajar al Nueva York de su tiempo: Bagdad. Por tanto, la orientalización de Al Ándalus fue inevitable: la Administración, la vida diaria, las líneas de pensamiento y de creación dependerán de este primer Renacimiento europeo, en árabe, en la cima del mundo cultural. Entre el katib o secretario y el alfaquí se enriquecía la oposición creadora.
En materia religiosa, ya circulaba el Corán por escrito, así como los textos esenciales de la Tradición islámica y la biografía del Profeta, en particular la Sita de Ibn Ishaq (m. 767) editada por Ibn Hisham (m. 834).
En materia jurídica, los textos de las
diversas escuelas inspiraban a los jueces “en particular la corriente malikí”.
En materia literaria, los dos grandes coleccionistas y recolectores de textos árabes ya estaban produciendo sus antologías esenciales en Oriente: las obras homónimas de Abu Tamman (m. 845) y Buhturí (m. 887), de título Hamasa. En 868 moriría el polígrafo de Basora al-YAhiz, artesao de la prosa árabe y genial renacentista que legó “El libro de los avaros y el Libro de los animales”. Ibn Qutayba (m. 889) generaba los primeros tratados de educación del cortesano “Adab -educación-“.
Es evidente que en esta época de esplendor cultural todo se arabiza. En tiempos de al-Mamún se crea la primera universidad del mundo: la Bayt al-Hikma “Casa del Saber” en la que floreció Hunayn Ibn Ishaq (m 875). Allí surgirán la figura del primer gran filósofo árabe “al-Kindi” cuya profesión se llamará “faylusuf”, como continuador de los filósofos griegos.
Si el cauce es la lengua árabe, el soporte revolucionario será un invento chino desarrollado por los árabes orientales de Samarcanda y felizmente elaborado después en la Játiva andalusí: el papel, cuya utilización pronto se impuso a los papiros egipcios. Frente al elevado coste del pergamino en la Europa cristiana, el precio del papel provocará una revolución cultural por cuanto implica una distribución de la cultura y de las ideas.
Muhammad
I (852-886)
En el 852 el hijo de Abderramán II, ascendía al poder. Si Abderramán II había logrado sanear las arcas públicas de Al Ándalus mediante la política de monopolio comercial, sus sucesores se aplicarán en el ámbito de lo territorial. Córdoba se convertía en una frenética emisora de concesiones territoriales a cambio de derechos adquiridos: los señoríos territoriales que señalarán en la Historia muy lejana, las futuras Taifas. Aquellos funcionarios “kuttab” con sus siyyil “los sellos”, darían forma a la capital metropolitana.
Las principales características del Estado andalusí: los tributos, el comercio y el papel de las medinas contribuían al gasto público, donde la base del enriquecimiento era el comercio junto con la vertebración urbana en torno al zoco mientras el campo funcionaba a otro ritmo con sus baluartes defensivos “Qalat o hisn” de donde provienen topónimos como Alcalá o Aznal…. Por lo general, la gran ciudad atraía al capital, mientras los rentistas o el hacendado no vivían en la hacienda. La casa andalusí destaca el celo familiar “la casa hacia adentro”, la defensa de la propiedad privada. La Umma, en sentido de colectividad islámica, no se instaura para que nadie tenga, sino para que todos tengan.
Si algo unificaba a los andalusíes era su contribución al gasto público. No había grupo cuya bonanza no repercutiera en beneficio del Estado. Desde las alcabalas y demás impuestos comerciales, la exuberancia impositiva andalusí acabaría creando un Imperio dentro del Estado: el de los kutabb gestores d la Yibala. El comercio exterior en la época de Muhammad I superaba a lo producido en el interior. El oro africano, las pieles europeas, las especias, los esclavos, las telas…entre acuñación en la ceca andalusí, los esclavos castrados y vendidos, costumbre heredada de Bizancio pana poner a su servicio “eunucos”. Centros especializados como Lucena se especializarán en tan salvaje especialización. El negocio de los eslavos requería una entramada red de transporte. Se instauró en Al Ándalus una economía verdaderamente colonial.
A Muhammad I le cupo heredar la circunstancia de cierto regionalismo. Desde 868 se hizo patente la independencia del Gallego Ibn Yiliqi en la zona de Mérida, con el apoyo del rey asturiano Alfonso II (791-842). Los partidarios de Gallego no se pondrán a disposición de Córdoba hasta 930. Pero la mayor contestación al poder cordobés se produjo en Ronda en 880 donde Omar Ben Hafsún organizaba en Bobastro (Málaga) una verdadera secesión. Ben Hafsún abrazó el cristianismo, cambiando el nombre por el de Samuel, construyó una catedral en su feudo irredente, y se puso a disposición de los enemigos de Cordoba. Curiosamente, no cristianos del norte sino magrebíes.
Quizás deba leerse el levantamiento de Bobastro tras dos graves hambrunas por desastres en las cosechas. Mientras Córdoba se engalanaba y culminaba las obras de la Mezquita Aljama iniciadas por Abderramán II, algunos campos no podían afrontar determinados impuestos. La hambruna de 874 debió ser tan grave, que el emir concedió no cobrar el diezmo de aquel año. La revuelta de Bobastro es la segunda morisquización de Al Ándalus, después de la de los cristianos cordobeses.
Muladíes
y baladíes
Al-Mundir (886-888)
Abdala (888-912)
Musa Ben Musa, el cabeza de los Banu Qasi de Zaragoza cuyos sucesores mantuvieron animadversión del clan hacia Córdoba. Los Banu Qasi eran simplemente, los beneficiarios de una independencia de facto que no excluía alianzas en determinadas situaciones con Córdoba y otras, con los asturleoneses de Ordoño I (850-866) y finalmente contra el expansionismo de ambos. Ya en tiempos de Abderramán II habían colaborado con los omeyas contra los normandos. En Barcelona obtuvieron un gran botín. Los Beni Qasi tenían el control del Ebro. Los Tuyibíes eran los futuros señores del valle del Ebro en concesión cordobesa. El final de los Banu Qasi les había tocado a al.-Mundir cuyo emirato fue un breve periodo de transición previa a la transición del Califato. Muerto el emir, se plantea la necesidad de trasladar su cuerpo a la capital, debiendo atravesar la comitiva la serranía oriental. El hermano y príncipe Abdalá (888-912) deberá pedir permiso al rebelde Omar Ben Hafsún para trasladar el cuerpo sin vida de su hermano. El rebelde lo concede si se procede con humildad.
Nada más ser nombrado emir Abdalá, Ben Hafsún recibirá el nombramiento del señorío “tasíd” de gran parte de Málaga “Reyyo”. Al-Mundir había tenido que levantar el cerco a Ben Hafsún para tomar posesión de su nuevo cargo. Pero en Al Ándalus había que cerrar aún la brecha abierta entre los muladíes y los baladíes “musulmanes viejos”. Los muladíes aunque estaban más cerca de los funcionarios y artesanos pagaban más impuestos que los segundos y estaban más lejos de los círculos de poder.
Los baladíes de los Banu Jaldún y Banu Hachach -estos últimos descendientes de Witiza- se hallaban enfrentados con los muladíes o nuevos musulmanes. El delegado de gobierno omeya fue asesinado en Tablada por tratar de mediar e imponer la autoridad central. Sería inevitable el primer baño de sangre en Carmona y Coria del Río en el 889.
El Gallego de Mérida, los Banu Qasi adelantados por los tuyibies, las serranías andaluzas “Archidona, Ronda y Bobastro” anunciaba el aumento de la capitalidad en forma de califato mientras Abdalá era nombrado emir en 888 a los 42 años con el descontento muladí. El pensador muladí Ibn Masarra, nacido en Córdoba de 883, constituye el origen del pensamiento andalusí relacionado con el pensamiento de la filosofía en Al Ándalus. Ibn Masarra que bebe en su mundo cultural se estaba formando en las mismas corrientes de pensamiento que desde Oriente configurarían a los pensadores árabes entre sus cuadro escuelas jurídicas del islam: chiismo frente a sunnismo. El abandono de Córdoba por parte de Ibn Masarra sería una nueva modalidad de conflictividad muladí que dirigió en la sierra de Córdoba un grupo de pensamiento disidente “los masarríes” de clara proyección socio-comunitaria.
El islamólogo Asín Palacios encontró un claro paralelismo entre la manera en que el demoniado y martirizado obispo Prisciliano concebía el cristianismo y el modo en que Ibn Masarra vivió y concibió el islam. Ibn Masarra fue un defensor acérrimo del monoteismo abrahámico y del carácter del Uno divino. Ibn Masarra se estableció finalmente en Córdoba después de recorrer el norte de África con sus discípulos. Sería ya la capital del más protector califa Abderramán III. El centralismo cordobés iría apoyándose progresivamente en el corpus doctrinal de los alfaquíes “doctores que interpretaban la escuela religiosa malikí”, cerrados a la disidencia.
Se dice que Prisciliano fue un temprano mártir “de la Inquisición” como antes Aristarco de Samos, pensador griego, fue juzgado por defender un universo heliocéntrico mucho antes de que en Al Ándalus se quemaran libros procedentes de la escuela de al-Hakam II (Almanzor).
La Iglesia oficial negará siempre que se
está venerando en Santiago al hereje Prisciliano que mandara a ejecutar en
Tréveris (Alemania).
La escuela masarrí despuntaría por el conocido comunismo masarrí de Pechina, en Almería: el desapego por las cosas de este mundo del maestro Ibn Masarra que llevó a sus discípulos “los locos de Pechina” a crear un autentico cisma islámico al proclamar la abolición de la propiedad privada y llevar una vida comunera hasta el punto de ser disueltos y prohibida su escuela por el régimen de Medina Zahara. Se estaba anunciando el comienzo de otro tiempo en el que el péndulo cordobés deberá decidirse; la disgregación de Al Ándalus o su centralización castrense.
El CALIFATO ANDALUSÍ
Abderramán III (912-961)
Abderramán III, nieto de Abdalá se proclama califa y comandante delos creyentes “emir al-muminin- como una respuesta a la instauración de un califato previo en el norte de África, en Túnez “fatimí” pero expansionista hacia Occidente.
El nuevo califato implicaba un claro centralismo y poda a los cuestionamientos de legitimidad y parapeto al enemigo del norte de África. Abderramán accedía al trono emiral a los 21 años en legítima sucesión. Creció sabiendo que heredaba un trono inestable de un país próspero. No se proclamará califa hasta 929 marcado por dos grandes amenazas: el reino de León al norte, y el califato fatimí al sur junto con el principal enemigo de Córdoba Omar Ben Hafsún.
La proclamación del Califato omeya es el
hecho más estratégico de la Europa y el Mediterráneo de su tiempo, equiparable
a la coronación imperial carolingia el siglo anterior.
El aparato de Estado cordobés estaba alimentado por una exitoso sistema fiscal, basado en el poder coercitivo de un ejército profesional en gran parte norteafricano en proceso de ”berberización con los almorávides y almohades cuando penetren en la península”.
El pelirrojo Aberramán III tenía su pelo de negro que proclamaba su origen: de sangre navarra, por cercana ascendencia a Fortún Garcés, así como de estirpe franca directa por su madre, Muzna. Un califa poderoso que dirigía sus propias campañas y que contó con la inestimable labor de un hayib o primer ministro a la altura de su cargo: el liberto Badr.
En los primeros años de gobierno, Abderramán III sofocó todos los rescoldos de cuestionamiento político desde Extremadura hasta el Levante y desde Andalucía hasta Toledo. Posteriormente se garantizó el control hasta el valle del Ebro. En 914 ordenó que una flota controlase el tráfico mediterráneo desde el Estrecho hasta Murcia. Tuvo que sofocar más de 30 sublevaciones, incendiando todos los barcos que abastecían a Ben Hafsún que moriría en el 918, año en que ondeó finalmente la bandera omeya en la fortaleza de Bobastro. Ordenó exhumar el cuerpo e Omar Ben Hafsún cuyos restos fueron trasladados a Córdoba y colgados de un poste entre los cuerpos crucificados de sus dos hijos hasta que una crecida del Guadalquivir en 942 se llevó lo que quedaba.
El primer califa de Al Ándalus
Omar Ben Hafsún tuvo una larga aventura que atrajo lealtades nostálgicas muy diversas, desde el mozarabismo hasta el proto-bandolerismo andaluz. El público escarnio tras el final de Bobastro nos da la medida de la voluntad de Abderramán III “al Nasir- Li- Din-Allah" -vencedor por la religión de Dios-, ordenando la emisión en moneda de oro con la fundación de la nueva Ceca -las anteriores eran en plata y cobre-, trasladándose en 945 a su nueva Versalles, Medina Azahara y decirle a la historia lo que significa ostentar el título de califa.
Pero los reyes cristianos ya no eran sólo de Asturias sino de León. Estaba creciendo una conquista cristiana sentida como reconquista. León estaba poblando zonas que Córdoba había ido despoblando. León estaba afianzando la línea del Duero en una vasta tierra de nadie. Los normandos volvían a atacar sin distinguir entre moros y cristianos con una segunda incursión. La táctica de Abderramán III fue la de golpear y conceder ejecutando a cabecillas ofreciendo el aman “perdón real”. Una maniobra muy usual era la de obligar al vencido a enviar sus enseres y familia a Córdoba, y los vencidos se convertían a las puertas de la metrópolis.
El primer califa se parapetó tras unas tropas profesionales. Llegará a ordenar la decapitación de uno de sus propios hijos, sorprendido al cuestionar la línea sucesoria establecida por su padre. La crueldad es hija de su tiempo. En 931, el alter ego leonés del califa, Ramiro II, ordenará cegar a su predecesor, el abdicado Alfonso IV el monje.
El nombre de Zahara “flor” le vendría dado al parecer por la concubina del califa. Se produce una asabiya “cohesión social en torno al califa”. En medio siglo se pueden distinguir tres grandes periodos:
· La formación del Califato andalusí.
· La proyección exterior de un Estado.
· La consolidación del Califa.
Lo duro de su régimen fue la caza de los mazarríes, anarquistas seguidores de Ibn Masarra. El miedo al pueblo se transforma en represión. Desde la batalla de Simancas en 939 -donde vencieron los cristianos colocando la frontera en el Duero- Abderramán III comenzaba a temer por su régimen. Consciente de la creciente fuerza castellana, Abderramán III fortificó la Frontera Media con la edificación de Madina Salim “Medinaceli” como parapeto en 946. Será el retén de Al Ándalus en Castilla con Zaragoza en la parte oriental y Soria al Norte.
Se tildaba de jariyí a cualquier personaje contestatario como en el caso de un pobre demente que osó espantar el caballo del califa en un acto público:el califa se cayó al suelo, provocando la descarga de todo el peso de las tropas presentes contra el desgraciado espantador.
En teocracia mandan los clérigos pero Abderramán III organizó un régimen castrense para aprovechar el tirón social del clérigo, siempre bajo el control del califa. Una ideología del Estado al servicio del poder, y ritual religioso como boato encumbrador del dirigente.
La unidad administrativa andalusí se alimentaba de tres fuentes principales:
1. La tensión en la frontera del norte “razón de sus aceifas”.
2. El control del oro africano “razón del protectorado norteafricano”.
3. Las rutas marítimas orientales en el Mediterráneo hostigadas por los intereses de Sicilia, Bizancio y los fatimíes.
Desde el norte se percibe la dignidad del califa omeya. La rivalidad entre Abderramán III y Ramiro II “Imperator y Rex Magnus” se saldaría con la superioridad imperial del califa cordobés. Un pacto entre ambos se resolvió para el mantenimiento de Zaragoza nombrando el califa al gobernador tuyibí, ya que el valle del Ebro era el embudo de los Pirineos.
En Europa se está gestando una identidad, de la que se está excluyendo a Al Ándalus. Como en el caso de Bobastro, Simancas marcará un punto sin retorno en el distanciamiento de este rey sol califal siendo los muros de Medina Zahara los que servirán que ni pintados para la ocasión.
Los Tuyibíes, que dos años de Simancas eran aliados de Ramiro II y Tota de Navarra, habían vuelto al seno cordobés -por la presencia de las tropas califales a las puertas de Zaragoza-. El cierre de Al Ándalus por el momento quedará sellado con la edificación de Medina Zahara.
Abderramán III desarrolló una verdadera política africanista para frenar el fatimismo oriental norteafricano, para garantizar la fluidez de las carabanas de oro y esclavos desde la curva del Níger estableciendo Córdoba un protectorado en el norte de África. El califa ordenaba la construcción de navíos en Pechina y el reforzamiento de las defensas del puerto de Algeciras con sus atarazanas.
En 955 un barco andalusí viajaba a Oriente cuando se cruzó con otro que partía de la Sicilia islámica. En el barco viajaba un embajador destacado ante el califa fatimí. El conflicto diplomático se saldó arrasando los fatimíes el puerto de Almería, forzando a Medina Zahara a replantearse su papel mediterráneo.
El colonialismo africano omeya frenó a los
últimos idrisíes hasta 950 y apoyó a los zanata -nómadas- frente a los sinhaya
-sedentarios- apoyados por los fatimíes orientales.
Melilla había pasado a depender de Córdoba
en 927, Ceuta en 931 y Tánger a mediados de los 900. La línea defensiva quedaba
establecida aunque con altibajos. El empuje omeya en el norte de África logrará
frenar a los fatimíes en su avance hacia el Este invirtiéndose esta tendencia
en Egipto, donde los fatimíes se establecieron definitivamente.
El obispo Recemundo representó a Medina Zahara ante Bizancio y Alemania, en tanto que ésta última enviaba a Córdoba una legación representativa de Otón I. A Medina Zahara también acudieron cronistas, mercaderes y embajadores árabes. Cuando el geógrafo oriental Ben Hawqal visitó la capital omeya se asombró de su riqueza.
El sustrato andalusí estaba ya lo suficientemente arabizado como para producir verdaderas obras de literatura universal. La gramática árabe contagiará a la hebrea y se salvarán dos lenguas sagradas en Al Ándalus. La lengua árabe era la lengua del mayor Estado de la Europa de su tiempo. Al Ándalus se doctoraba en cultura oriental.
Al-Hakam II
El heredero de Abderramán II fue su hijo al-Hakam II (961-976) que no revistió amenazas para la estabilidad. Al-Hakem II inaugura claramente la época del cálamo. En la corte de Medina Zahara se reservaba un lugar privilegiado para los saberes literarios. La cultura árabe conferirá al devenir intelectual europeo.
De Al-Hakam II y su esposa vasca Subh
nacerá Hisham II que nombrará a Almanzor visir.
Almanzor tomará como esposa a la hija de
Sancho Garcés II de quien nacerá el futuro “Sanchuelo”.
"Una nación debe confiar el resguardo
de su honor a las lanzas de sus guerreros, y no al coño -sic- de sus
mujeres".
Tarasia, concubina y
posterior esposa de Almanzor (993).
El Califa Abderramán III había comenzado su reinado con dos gestos para la galería:
· Una primera campaña militar guiada por él mismo al frente de sus no arabizados pretorianos llamados jurs “mudos” porque no hablaban árabes.
· Y la orden de ampliar la mezquita aljama de Córdoba, en guiño a los alfaquíes. El califa se ocupaba de las obras pías.
La población cordobesa estaba aumentando exponencialmente y su mezquita mayor debía redefinirse arquitectónicamente. Suele hablarse de cuatro mezquitas aljamas para remitirnos a las ampliaciones recibidas.
· La primera comenzada en el 786.
· La segunda en torno al 848.
· La tercera de al-Hakam concluida en torno al 971 firmadas por los alarifes que firman en Medina Zahara.
· Por último, la cuarta de Almanzor, se convertirá en el recordatorio iconográfico del caudillo, terminándose en el 990.
Mientras tanto, la mezquita aljama ampliada, Medina Zahara y la Biblioteca Real se concertirán en los tres bastiones o trilogías que acabarán por definir a de al-Hakam II.
Al-Hakam II proclamó la exención fiscal de Ceuta compensada con los impuestos del Aljarafe sevillano. El chiismo fue perseguido con saña en al Ándalus. En el 971, los ziríes infligieron una grave derrota a las tribus pro-omeyas.
El pueblo pesa más de lo que se recoge en las crónicas. La gente recibe en la calle a los generales victoriosos “Galib o Almanzor”.
Córdoba, sociedad militar
Poco a poco se iba legitimando una legitimidad castrense y populista que acabará sepultando al poder de los Omeyas, alimentada en las calles cordobesas, que guardaba sus mejores galas para recibir a unos generales africanistas, interventores de la vida política, desde sus cargos de visires y válidos golpistas.
En el 966 se produjo una nueva incursión
de los normandos. La flota omeya los derrotó en Silves -Algarbe portugués-.
La ideología del moro malo estuvo retroalimentada por la reconquista. La enorme diferencia entre Al-Hakam II y su hijo Hisham que será elevado a la dignidad califal tras la muerte de su padre. Galib recibió en 975 el título de Generalísimo “dul sayfatayn -el de las dos espadas-“, mientras el califa al-Hakam II estaba moribundo. Su viuda necesitaba el apoyo palaciego para garantizar el futuro de su hijo. Y en eso, llegaba año 1.000 de los cristianos mientras Al Ándalus era una misma cultura bajo tres identidades “el primer Renacimiento europeo”.
Los judíos expulsados de España “Sefarad” llevarán a Al Ándalus en sus alforjas para mayor gloria de la cultura universal mientras se estaba gestando una España nacional-católica abducida por el oro de América.
Los hebreos habían asimilado el griego y el árabe. Aquéllos judíos libres de Alejandría habían traducido al griego la Torá -aproximadamente el Antiguo Testamento cristiano- conocido como la Septuaginta o de los Setenta, por el número de traductores. El judaísmo se aclimataba a las zonas políticas de influencia en la que debió asentarse humana, religiosa y culturalmente.
Los autores judíos escribían en árabe porque Dar al-Islam era “Occidente”. La primera filtración andalusí al norte fue debida a las tempranas migraciones de comunidades judías a los reinos cristianos tras la caída del califato cordobés que se producirá de “iure o de hecho” en 1031 y de “facto o de derecho” algo antes.
Toledo dejara de ser andalusí en 1085 dando trasvase de lo andalusí al resto de Europa. Dunas Ibn Labrat adaptará la métrica árabe a la gramática y poética hebrea siendo Maimónides lo identitario hebreo.
El califa en su laberinto
Hisham II (976-1013) asciende al trono en 976. Al-Musjafi era nombrado hayib “chambelán o primer ministro” heredando Almanzor el cargo de visir tras él. LA madre Subh favorecía decididamente la carrera de Almanzor.
El funcionario Abi Amir accedió a la corte por su buena letra. A partir del 996 Almanzor acuñaría moneda con su propio nombre. Mientras Galib forjaba su propio nombre, Almanzor, ávido de poder, comenzaba sus legendarias campañas emulando a Galib para obtener la necesaria legitimación popular, logrando sustituir al propio al-Musjafi y logrando la mano de la hija de Galib.
De facto se está enterrando el califato andalusí por la talla ambiciosa de Almanzor. El estrangulamiento de al-Musjafi reducía a dos el triunvirato cordobés con el califa Hisham en su laberinto. Comienza la suplantación Amirí cuidándose Almanzor de no eliminar el rastro legitimador del califa inexistente, encerrándolo en la jaula de oro de Medina Zahara en tanto que la nueva administración se trasladaba a Medina Zahira. Aunque hubiera califa, Al Ándalus ya no era un Califato.
Almanzor condensaba en su figura todos los poderes del Estado, gobernando en nombre del califa bajo tres pilares:
- Controlador de todas las puertas y sellos de Medina Zahara. Sólo se llegaba al califa a través de él, y de hecho no se llegaba.
- Gestor omnímodo desde Medina Zahira, apoyado en leales tropas de mercenarios eslavos y norteafricanos.
- Primer ministro y general de gran movilidad, necesitando para su legitimidad los nombramientos del califa títere y el apoyo de los alfaquíes, gestores del estado de opinión de la calle.
Entre 976 y 1013 se desarrolló el califato títere de Hisham II entre dos estrangulamientos: el califato comenzaba con el de su posible opositor Mugira, y finalizaba con el del propio califa. Entre ambos crímenes de estado Hisham II fue sustituido durante un año (1009), por otro califa (Muhammad II), siendo suplantados por Almanzor. Hisham II sólo aparecía en público en la cara de las monedas acuñadas en su nombre.
En la soledad del califa, el válido alejó a su suegro Galib a base de no contar con las tropas de éste, prefiriendo los efectivos traídos del norte de África, que lucharán por Almanzor, no por Córdoba, produciéndose la berberización de Al Ándalus (56 campañas de castigo a los reinos cristianos del norte. Sólo en tiempos de Almanzor).
En 981 Almanzor y su suegro Galib alcanzaría el cénit en tierras sorianas al negarse su suegro someterse al yerno. Pese a todo el cielo no cayó sobre la tierra el terrible año 1.000 cristiano aunque hubo epidemias, hambrunas, latigazos sociales a los movimientos heréticos en Europa, etc… pese a Almanzor.
Con la mirada a Santiago en Occidente y a la Meca en el Oriente, cristianos frene a islamistas, Cruzada frente a Yihad, Almanzor -que quería ser califa- supuso el principio del final absoluto de la dinastía omeya.
La legitimidad amirí se basaba en mantener la carcasa estructural del califato omeya pero vaciada de contenido.
Hubo un tiempo en que las campanas de la
catedral de Santiago fueron arrancadas de su lugar originario y trasladadas a
Córdoba, en cuya mezquita principal sirvieron de lámparas para mayor gloria de
Almanzor. Esto hizo que los cristianos apretasen filas contra Almanzor “El
Victorioso” (938-1002).
Almanzor nació en Torrox (Málaga), nacido
en el seno de una familia de Algeciras, que emigró a Córdoba y acabó
controlando un territorio que iba desde Barcelona al Algarve portugués y de
éste a Galicia.
Almanzor contribuyó en gran medida a forjar el propio concepto de cuanto quedará en llamarse reconquista. Cuando el asturiano Beato de Liébana (730-800) adoctrinaba a los cristianos hispanos, alejados de Roma, comentando el Apocalipsis de San Juan -esbozo cromático del fin del mundo-, se estaban abriendo unas ventanas de salvación: la peregrinación a Santiago de Compostela, la conquista de Jerusalén y la denominada Reconquista del sur peninsular.
Una peregrinación a Santiago que en la práctica era orar frente a los restos del pobre proto-mártir Prisciliano. El mito fundacional se forjó en el anuncio de que el Apóstol Santiago había estado en Hispania. Posteriormente, el obispo de iria Flavia, en Galicia, descubría los restos del santo y comienza la citada peregrinación a la Meca cristiana: Santiago de Compostela.
En el 998 se presentaba Almanzor robando la llamada de salvación a la Cristiandad: las campanas de Santiago, el imán de la Europa peregrina mientras de nuevo Pamplona cae en manos andalusíes sin que la coalición de reinos cristianos logre detener el empuje de Córdoba “El Apocalipsis”. Las crónicas callan aquel año 1.000.
Cuando Almanzor muere en 1.002 había nacido un nuevo milenio sin que el mundo se derrumbase. La muerte de Almanzor “el nuevo Atila” marcará el principio del final de algo. Los andalusíes comenzarán a perder territorios acostumbrñandose a financiar su propia existencia, mediante el pago de parias.
Incluso el temido Almanzor llegó a
escribir al gobernador de Egipto, advirtiéndole que algún día sus tropas
pasearían por El Cairo.
Almanzor -que se había apoyado en las tropas pretorianas eslavas “saqaliba” y en los bereberes del norte de África- depuró la biblioteca de al-Hakam II. Le sucedió su hijo Abdel Malik que acabó convirtiendo el ejército andalusí en mercenario. Su reinado fue breve tras caer a temprana edad en batalla contra Sancho García de Castilla. Le sucedió su hermano “Sanchuelo”, por ser nieto de Sancho II de Navarra. Una revuelta popular destruiría Medina Zahira acabando asesinado Sanchuelo.
Se acercaba la fitna “guerra civil” mientras en 1010, está caracterizado por la peste y el hambre. En 1031, se clausurará el califato omeya.
Se admite que la época dorada del Califato corresponde a Abderramán III y al-Hakam II, marcando el punto culminante de Al Ándalus. Un nuevo contingente, el de los mudéjares musulmanes, quedaban en la zona conquistada por los nuevos reinos del norte cristiano. La Edad Media no fue oscura en Al Ándalus, sino que fue árabe.
El colapso
El Califato de Al Ándalus, al ser vaciado de contenido la figura del califa, desembocaría en los Reinos de Taifas. En Sevilla un avanzado cadí Abbad acabará instaurando una dinastía.
Si 1031 daría lugar a la disgregación del califato cordobés, seré el año 1086 con la batalla de Zallaqa -o Sagrajas- la primera victoria del contingente almorávide, con la consiguiente berberización de la vida pública andalusí. Un año antes, en 1085, Toledo dejaba para siempre de ser una ciudad islámica para convertirse en el embudo transmisor del mundo andalusí hacia Europa.
Emitir moneda distribuía la legitimidad alcanzada. Ya en 1025 se estaba emitiendo moneda tuyibí en Zaragoza, adelantándose seis años a la propia caída de Córdoba. Los Banu Hud formarían parte de la segunda dinastía “los hudíes”.
Ante la debilidad institucional de cada una de las veinte taifas -hasta 38, cuentan algunos- es este primer periodo previo al golpe almorávide, destaca el pago sistemático de parias por parte de los reinos de taifas, lo que contribuirá a hacer prósperos a los reinos del norte. Comenzaba la costumbre andalusí de pagar la paz al carecer de la fuerza necesaria para plantar cara al reino castellano-leonés y al mismo tiempo poder mantener el control de la calle.
Era más fácil pagar por los productos andalusíes que incentivar la artesanía propia. Las cantidades que pagaban los andalusíes en concepto de parias servían para armas a los reinos cristianos y construir ciudades.
En Al Ándalus existían tres divisiones:
autóctonos, bereberes y eslavos. La taifa más imperialista de todas era la de los
Banu Abbad “abbadíes” de Sevilla, instaurada desde 1023 que acabará dominando
un territorio desde el Algarve portugués hasta Murcia, bajo el reinado de
Al-Motamid.
Desde 1039 la siguiente taifa andalusí se
dinastía autóctona sería la de los hudíes de Zaragoza que controlarían el valle
del Ebro y desde Huesca a Valencia durante 70 años. Pagando parias al reino de
Castilla, Navarra, Aragón y al Condado de Cataluña.
Desde 1041, en el Levante y hasta Almería
reinaron los Banu Sumadih.
En Badajoz, los aftasíes con la presión
cristiana en la Ruta de la Plata.
Desde 1016, los hamudíes pasearon su vieja
legitimidad de últimos califas por Málaga y la bahía de Algeciras sufriendo el
expansionismo sevillano abadí.
En el norte de Cuenca florecieron los Banu
Razin “Albarracín” hasta el Júcar y el Segura.
Y los ziríes de Granada con ocasional
control sobre la costa malagueña entre otras.
Las taifas grandes se comieron a las pequeñas y todas debieron pagar el precio de su independencia y arabidad mediante parias a los reinos del norte.
El año de 1055 es la fecha en que Fernando I de Castilla y León comenzó a imponer el pago de las parias a las taifas andalusíes. El modo de golpear Fernando I indistintamente a Toledo, Zaragoza y Badajoz incida claramente una voluntad de bajar la línea andalusí desde el Duero al Tajo, lo que lograría su hijo, Alfonso VI cuando en 1085, entrara pacíficamente en Toledo.
Mientras tanto, los templarios inyectarán al mito de la Reconquista el genérico de Cruzada. Fernando I solicitó a los abbadíes el envío de las reliquias del santo sevillano Isidoro, con la idea de enterrarlas en la catedral de León, a lo que al-Mutadid accedió a ello.
El Collar de la Paloma es un tratado de amor que con toda probabilidad el emblema de Al Ándalus. El propio errar de los judíos andalusíes comenzará a difundir el mundo andalusí que contribuyeron a engrandecer Toda obra escrita originalmente en árabe por autores judíos irá siendo vertida al hebreo con el tiempo, contribuyendo el ensanchamiento del concepto posterior de Sefarad, en detrimento de Al Ándalus. Llegado el tiempo Maimónides (1135-1204) escribirá sus obras centrales también en árabe.
A Al Ándalus sólo le faltó la imprenta. El rey sevillano al-Motamid (1039-1095) poeta y legendario caudillo creó en torno suyo el mejor círculo literario.
Monumento a Alfonso VI en Toledo |
En 1.085 entra Alfonso VI “Imperator totius Hispaniae” en Toledo. Será el pistoletazo de salida de la denominada Reconquista. Sólo la batalla de Zallaqa -Sagrajas” perdida contra los almorávides en 1086, aplazaría la caída del castillo de naipes andalusí.
El Cid fue el último
defensor de lo taifa.
Con la llegada de los almorávides comienza la berberización de Al Ándalus, dependiendo de Marrakech. Yusuf Ibn Tashufin (m. 1145) fue el adalid del movimiento almorávide cruzaría el Estrecho provisto de fetuas “dictámenes de los alfaquíes” utilizando en su favor la rivalidad entre las taifas. Granada contra Málaga, Sevilla contra Granada y Badajoz contra Sevilla. El último y próspero reino de Granada desde 1232 a 1340 y después hasta 1492, será una taifa bien delimitada. Ibn Tashufin en 1077 controlaba Tánger, y Ceuta en 1084 con el objetivo de controlar la ruta sahariana del oro, la sal y los esclavos.
Las intervenciones norteafricanas alargaron la vida de Al Ándalus, pero será otro Al Ándalus.
Los
almorávides
Ibn Tashufín (1088-1106)
Alí (1106-1143)
Tashufín (1143-1145)
La vida andalusí continuó en las segundas taifas bajo los integristas almorávides. Los almohades ya habían tomado Marrakech siendo enemigos de los almorávides y los benimerines arrebatarán a su vez Fez a los almohades en 1268.
Los almorávides demonizaron al filósofo Algazel quemando los libros antes de leerlos. Los almorávides acunarían moneda en la ceca de Córdoba. El relevo almohace acabará con su dinastía.
Los almohades
Abdel Mumin (Sevilla, 1148-1163)
Abu Yacub (1163-1184)
Abu Yusuf (1184-1199)
Abu Abdalá (1199-1213)
El blanco de la cal de las paredes de las mezquitas será el distintivo almohade y sus monedas cuadradas -que ya quedarán hasta la época nazarí. Se trata de fenómenos exógenos que afectan a lo andalusí.
En 1184, los almohades culminaron las obras de la Giralda de Sevilla. Abu Yusuf gobernaría con mano dura imponiendo el color azul para las ropas de los judíos. En 1198, la Giralda era coronada con el yamur. Tres bolas de oro simbolizando la plenitud.
Las Navas de Tolosa (1212)
La batalla de las Navas de Tolosa marcaría el estrepitoso fracaso almohade y un punto de inflexión en la Reconquista que acabará con la toma de Sevilla en 1248 por Fernando III. Desbaratado el ejército almohade, el último califa morirá un año después en Marrakech (1213).
Monumento a Fernando III el Santo, en Sevilla |
Alfonso VIII que había perdido en la batalla de Alarcos (1195) será conocido como “el de las Navas de Tolosa”. Sus sucesores Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio seguirán imparables el empuje expansionista del norte sobre el sur andalusí, aunque Al Ándalus le quedaba todavía hasta 1492.
La auctoritas andalusí
Al Ándalus contribuyó al renacimiento de la cultura europea.
Avempace (1070-1138)
Abentofáil (110-1185)
Averroes (1126-1198)
Maimónides (1135-1204)
Ibn Bayya “Avempace” se distinguió como
músico e incluso redactó un perdido tratado de musicología y zéjeles. Fue un
sabio andalusí, polígrafo e inquieto hombre de su tiempo.
Nadie en Europa podría llegar a Aristóteles si no era a través de su comentarista “Averroes” como una verdadera cadena de transmisión entre maestro y discípulo en materia del pensamiento que florecía en Al Ándalus. Averroes fue prohibido, leído y seguido en la Sorbona de París y no en la Qarawiyín de Fez. Parece que el primer filósofo andalusí “faylusuf” pudiera haber sido Avempace.
Avempace ( Zaragoza 1070 - Fez, 1138)
Su gran contribución a la cultura fue “El régimen del solitario”. Murió en Fez debido a unas berenjenas envenenadas que acabaron con su vida. Mediterráneo y Sócrates en estado puro. Más de 40 libros le asocian que encaminaban a las personas hacia una riqueza interior.
Ibn Tufayl de Guadix fue filósofo autodidacta y eslabón previo a Averroes. Fue traducido al hebreo por Moisés de Narbona en 1349 y al latín por Pico de la Morandola a finales de 1400. Explicaba viajes y situaciones de la mente andalusí que llevaría hasta el Robisón Crusoe de Daniel Dafoe en 1719. Su obra fue ignorada en España durante siglos.
Averroes (Córdoba, 1126- Marrakech,1198)
“Refutación de los filósofos”. La razón y revelación son dos modos de conocimiento que no deberían entremezclarse, Averroes delimitaba los ámbitos: la razón para la filosofía y le fe para la religión.
Averroes delimitará los campos. Averroes es junto Abentofail y el tunecino Ibn Jaldun, uno de los tres árabes occidentales más influyentes. Será Abentofail de “El filósofo autodidacta” quien lo presentaría en la corte almohade, donde desempeñó magistralmente como médico.
En 1168, se había producido la primera entrevista con el califa, a instancias de Abentofail. Y Abu Yacub, lo habría acogido bajo su protección nombrándole cadí de Sevilla, así como médico de la corte.
Averroes llevó a cano tres grados de comentarios a Aristóteles. Comentó a Ptolomeo, Galeno, Avicena y Avempace entre otros. Redactó la Refutación a la refutación frente a Algazel emprendiendo después, diversos estudios teológicos “su célebre Damima” y su “Compendio de Medicina”.
Averroes modificó el enfoque del pensamiento árabe oriental oponiéndose a una cierta Teología de la Creación, acercándose a un cierto materialismo “madiyya”. El método averroísta de libre pensamiento parcelaba muy bien los límites en que la religión y la filosofía no deben cruzarse. Con Averroes, la mirada a los griegos es diferente al separar la filosofía “el conocimientos” de la religión. La fuente estaba en acercarse a los antiguos sin hipoteca teológica. Al sabio le incumbe buscar la verdad.
Averroes estudio medicina y astrología, introduciéndose en este campo gracias al Almagesto del judío Arzaquiel, del que hizo un compendio. Pero Averroes será conocido en toda Europa como el comentarista de Aristóteles apareciendo como tal en las anotaciones de Tomás de Aquino, en los consejos de Maimónides, en sus correligionarios judíos interesados en el griego.
Maimónides (Córdoba,1135 - El Cairo,1204)
Pertenece al Siglo de Oro judío. Para los dominicos Tomás de Aquino y Alberto Magno, Maimónides era el águila de las sinagogas; el médico del siglo para la enfermedad de la ignorancia. Desde su nacimiento en Córdoba hasta su muerte en El Cairo “Rabí Moshe Ben Maimón” llenó 70 años de literatura, pensamiento y arte galénico partiendo del mundo hostil a la discrepancia, como prueba del trato de los almohades a mozárabes y judíos, diferenciados incluso en la ropa.
Para los hebreos, la llegada almohade fue
considerada un auténtico azote que provocará la emigración masiva al norte, lo
que dio lugar al traslado de la cultura andalusí por toda Europa “aliyá o
subida en hebreo aunque se refiera a la vuelta a Jerusalén, al Monte Sión, que
será siempre subir”. Debido al azote almohade, Maimónides debió viajar por
todo Al Ándalus, así como vivir en Fez, Palestina y Alejandría hasta recabar el
Fostat “El Cairo”.
Maimónides escribirá la mayor parte de sus obras en árabe aunque utilizaba una determinada aljamía en escribir en árabe con caracteres hebreos. Pero la salida de España les hará remitir a un pasado ya sólo hebreo: Sefarad. Maimónides decía con orgullo que era sefardí en contraposición con el judío de centro Europa “askenazí”.
De sus cuatro especialidades intelectuales “filosofía, medicina, astronomía y comentarios religiosos”, Maimónides siempre empleó la lengua del momento “el árabe” reservando para temas religiosos el hebreo. Los libros rabínicos de Maimónides se conservan aún hoy en la Genisá de las sinagogas de todo el mundo. Sobre medicina, abunda en las especialidades, como el tratado sobre las hemorroides.
En materia filosófica “La guía de los perplejos” el pensador se pone al servicio de Dios. Una cosa es ser sabio y otra bien distinta ser tocado por Dios. Una evidente dicotomía entre razón y fe. La obra de Maimónides fue trasladada a Europa, al igual que la de Averroes.
Maimónides se había formado con las obras de Avicena, El conflicto entre razón y fe que se inserta en la obra de Maimónides es de evidente tradición averroísta.
El reino mudéjar “El quinto reino”.
Desde la batalla decisiva de las Navas de Tolosa, la condensación de Al Ándalus, acabó llamándose Granada (1232-1492) como el quinto reino peninsular, desde al-Ahmar en 1232 hasta la última gota del limón andalusí en 1492 con Boabdil “africanización frente a castellanización como la forja del espíritu nacional-catolicismo”, la nostalgia de Córdoba se culmina con el Suspiro del Moro. En torno a los abencerrajes se forjará el moro noble desubicado.
La Granada nazarí fue el último bastión de Al Ándalus hasta el final del tiempo andalusí en 1492. El primer nazarí comenzó el inicial vasallaje con respecto a Fernando II el Santo desde 1246. En la conquista de Sevilla por Fernando III el Santo, el primer nazarí al-Ahmar “Muhammad I” colaboró como vasallo con 500 caballeros (62% de las tropas), lo que nos lleva a afirmar que la conquista de Sevilla se llevó a cabo, en su mayoría, por tropas andalusíes.
En 1257 las tropas cristianas conquistan Niebla, con la colaboración granadina. Los Nazaríes (1232-1492) marcaron la más larga continuidad de la vida política andalusí, seguida de los Omeyas (756-1031). A efectos numéricos, los Omeyas permanecieron 276 años, frente a los 260 de los Nazaríes, pero probablemente deberían descontarse algunas décadas omeyas por la suplantación de los Amiríes y las crisis finales.
El Papa Clemente IV concedió la Bula de Santa Cruzada a quienes participaran en la campaña de Murcia mientas Granada quedaría constreñida entre las serranías. Pero seguían candentes los ardores guerreros de Cruzada y Reconquista. Al-Ahmar debió confiar gran parte de la fortaleza de sus tropas a los contingentes de los Benimerines norteafricanos que mantenían la estabilidad granadina.
En 1340 produjo la trascendental victoria cristiana del Salado donde se perdió la coalición con Granada. Herederos del Islam español, como un estado más de la península.
La segunda etapa granadina (1340-1427) estuvo marcada por el peso explícito de los Abencerrajes a partir de 1419.
La tercera etapa (1420-1492) discurrió desde 1427 hasta la sublevación de El Zagal contra su tío Boabdil en 1485 como prólogo del final de Al Ándalus. El Suspiro del Moro, cuando Boabdil marchaba hacia su señorío alpujarreño, cierra la historia árabe de la península ibérica.
En el año 1350 moría de peste negra Alfonso XI de Castilla, y le sucedía su hijo Pedro I “El Cruel o el Justiciero”. En 1354 el nazarí Yusuf I aparecía apuñalado en la mezquita aljama de Granada sucediéndole Muhammad V.
Granada tomó parte por Castilla en la guerra de ésta contra Aragón, al ser tributario el reino nazarita de Pedro I.
La muerte del visir granadino Riwán abrió el camino en la corte para Ibn al-Jatib que acompañó a su señor Muhammad V al exilio en Fez desde 1359 hasta 1362.
Los partidarios de Muhammad V lograron restaurar el poder tres años después en 1362, segunda época dorada destacando Ibn al-Jatib como primer ministro que llegó a representar al reino nazarí ante Pedro I de Sevilla (1363). Ibn Jaldún llegaría a entrevistarse en 1400 con el adalid mogol Tamerlán en las puertas de Damasco.
Ibn al-Jatib se dedicó a redactar una
visión del mundo desde la Alhambra “al-qasar al-hamrá o Alhambra”. A la peste
negra le dedicó un ensayo así como a otras cuestiones médicas.
Ibn al-Jatib avezado político y polígrafo, cayó en desgracia y tuvo que huir de nuevo a Fez y asesinado en una de sus prisiones por orden de Muhammad V (1375).
Pedro I se haría fuerte en el Alcázar. Los alarifes granadinos mejoraban las estancias y patios sevillanos ya cristianos. Eran los mejores de su tiempo. Tras la muerte de Pedro I en 1369, las relaciones de Granada con Castilla se mantuvieron pero sin la fluidez anterior.
Al Ándalus irá desapareciendo como territorio filtrándose a través de la transfusión mudéjar y la difusión de los saberes andalusíes a través de la lengua hebrea, por obra de los judíos expulsados. El árabe se desestimó como lengua cultural europea dado que la fecunda producción en árabe resultaba accesible mediante las traducciones hebreas y latinas, y se podía prescindir de ella.
Abencerrajes y Jarifas
Castilla tomaba Antequera en 1410 y en 1417 moría el sultán Yusuf III, originándose una crisis política derivada de la presencia de un heredero demasiado joven “su hijo de 8 años Muhammad VIII el Chico. Los nobles granadinos estaban encabezados por la familia de los Banu Sarrach “castellanizado como Abencerrajes” que harán valer su poder económico y social para trastocar la legitimidad del joven nazarí.
Se origina una guerra civil y los Abencerrajes lograron acabar con el poderoso visir “Alí, al-Amín” y asesinaron al sultán niño en Salobreña y trajeron de Túnez a su candidato, Muhammad IX el Zurdo. Los Abencerrajes se habían convertido en un grupo de presión paralelo a la línea nazarí mientras los cristianos vencían a los nazaríes en la batalla de la Higueruela (1431) donde sólo quedó una higuera en pie.
Muhammad el Zurdo llegó a reinar en cuatro ocasiones diferentes como prueba de la falta de legitimidad, de empeño abencerraje; condiciones que no podían pasar desapercibidas ni por el rey de Castilla Juan II ni mucho menos por su condestable Álvaro de Luna, hábil estratega. Entre guerras civiles, los castellanos habían llegado a la vega de Granada. En 1464, Muley Hasán “Mulhacén” asume el sultanato con graves problemas internos mientras el Papa Calixto III, concede la consideración de Cruzada a las nuevas incursiones de los castellanos.
Ocho años después, el célebre Boabdil y su hermano Yusuf huían a Guadix, con el residual apoyo abencerraje. Ese mismo año fue nombrado Boabdil en el contexto de la matanza de los Abencerrajes, cuya sangre enrojeció el río de Granada.
Boabdil se enfrentaba a su opositor El Zagal mientras los Reyes Católicos construían un campamento en Santa Fe, frente a Granada. El 25 de noviembre de 1491, el enviado de los Reyes Católicos “al Mulih” firmaba la rendición de la ciudad nazarí, comprometiéndose a cambio los Reyes Católicos en las Capitulaciones de Santa Fe a respetar determinados aspectos de la vida granadina, como la libertad religiosa y el idioma.
La madrugada del 1 al 2 de enero de 1492, al-Munih guió al comendador de León, Gutierre de Cárdenas, hasta la Alhambra.
A la mañana siguiente, Boabdil le entregaba el pendón y las llaves de la ciudad en la Torre de Comares, abriéndose las puertas de la ciudad al conde de Tendilla y sus tropas. El pendón de Castilla se izó en la Torre de la Vela el 2 de enero.
Mudayyan “tributario” mudéjar -musulmán en tierra cristiana y morisco “musulmán en tiempo cristiano. No cambiaba la persona sino el entorno. El mudéjar es el andalusí insertado y el morisco, el andalusí al que no se le permite insertarse. Con el paso de los decenios se pasará de una España mudéjar a una España morisca con las pérdidas humanas y patrimoniales que se perdieron por el camino.
El morisco será tratado por el nacional catolicismo de nuevo cuño como un quiste que era necesario extirpar y disecar del nuevo Estado. Era el nuevo enemigo aunque sólo le uniera con el turco, la religión.
En las Capitulaciones de Santa Fe, acordadas entre los Reyes Católicos y el Reino Nazarí de Granada, se planteaba la incorporación del último bastión andalusí a cambio de su mudejarismo, no su morisquización. Sin embargo, una España ya cerrada territorial y culturalmente no respetó tales capitulaciones. El proceso ya no se detendrá hasta la expulsión de los moriscos.
Razón duerme,
Trayzión bela,
Justicia falta,
Malizia reina.
La explosión morisca derivará con el tiempo en el bandolerismo monfí “proscrito” donde se elegirá a Fernando de Válor con el nombre de “Aben Humeya” convertido al Islam coronizado como rey por su tío Fernando el Zaguer “La guerra de las Alpujarras”. Sin embargo Aben Humeya será asesinado por el converso Aben Aboo.
Mientras tanto, el mundo de los renegados “elches o uluch” colorean una época, mientras ocurre la batalla de Lepanto en 1571. El turco es el enemigo porque es musulmán y el pasado de España era islámico. España será mejor definida en el Quijote “los renegados, los conversos, los mestizos… o aquel Otelo, el moro de Venecia”. Pero Cervantes sabía distinguir entre el turco como enemigo y el pasado cultural de su patria. En el Quijote se evidencia el conocimiento cervantino de lo árabe e islámico “letras aljamiadas, grafía árabe y elches renegados”.
Una España nacional católica se cerró renegando de la otra España “la mudéjar”, mientras una tercera pretendía seguir entre-abierta “la morisca”.
También Maimónides será prohibido en Europa. La imprenta de Guttemberg será el verdadero artífice del desfase cultural universal. Un carro al que la civilización árabe no sabrá subirse hasta que Napoleón estableciera la imprenta árabe de Bulaq, junto a El Cairo en 1798 aunque la cultura árabe se había extendido de forma inusitada por la utilización del papel. El árabe y el hebreo participaron en la diatriba renacentista.
El Concilio de Nicea estipulaba que Jesucristo era engendrado, no creado y uno lee en el Corán, referido a Dios, que lam yulid wa-lam yulad -ni ha engendrado ni ha nacido.
Es evidente que el islam nació en Damasco
como el cristianismo nació en Antioquía y Alejandría.
Todo cuanto se produjo en Al Ándalus se clasificará como andalusí. La Edad de Oro del judaísmo se sitúa en la península ibérica entre el 950 hasta 1942.
Historia general de Al Ándalus”,
por Emilio González Ferrín
P.D. Andalucía ha sido el resultado del
crisol de culturas en su constante histórica en la que destaca por derecho
propio una brillante civilización que tuvo su máximo esplendor bajo la antigua
Al Andalus (la España andalusí) estimulando durante siglos la imaginación de
una Europa de su época sumida en las tinieblas de la ignorancia. Nombres tan
bellos como Andalucía, Sevilla, Guadalquivir, aceite, alfarero, aljibe y un
largo etcétera pertenecen a ese gran legado. Es obvio que dicha civilización ha
marcado la historia y la cultura de España que al mismo tiempo dejaron huella
en muchos aspectos de nuestra personalidad. Negar esto sería amputar la
realidad aunque el nacionalcatolicismo se empecine en reconocer que fue un
paréntesis en el mundo cristiano (de ocho siglos).
Al Andalus fue el primer país de occidente en la fabricación de papel, de seda, en contar con infraestructura hidráulica como los molinos de agua, acequias, sistemas de riesgo ayudado por la noria que hizo inmensamente fértiles las huertas y vegas andaluzas y levantinas, al contar con cultivos como la caña de azúcar, el azafrán, árboles frutales y hortalizas desconocidos en Europa, lo que contribuyó a enriquecer la dieta de los españoles.
Un marco geográfico desde la antigua Sharq
al-Andalus (oriente) hasta el antiguo Garb al-Andalus (occidente) con la cuenca
del Wad al Kabir (Guadalquivir) como fiel testigo de la historia. Una fusión
entre la cultura autóctona con diferentes pueblos mediterráneos cuyo resultado
final ha sido un auténtico crisol de culturas, -desde los tartessos, fenicios,
griegos y cartagineses hasta la civilización árabe con un fuerte soporte
demográfico autóctono y bereber junto con la judía, produciéndose una fuerte
arabización a lo largo del siglo IX, debido a la importancia que tuvo la lengua
en la que fue revelado el libro sagrado de la nueva religión, el Corán. Una
lengua sinónima de refinamiento y erudición que sirvió como vehículo para
introducir las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en
especial Aristóteles de la mano de Averroes y que posteriormente se benefició
el pensamiento posterior del mundo latino (Santo Tomás).
Un legado cultural bajo un marco
geográfico que durante siglos nos ha dotado de una identidad histórica y
cultural. Una brillante civilización donde florecieron la filosofía, la poesía,
la arquitectura, las matemáticas -se avanzó en el estudio del álgebra y la
aritmética, cuyo precursor fue el oriental al-Jwarizmi (de ahí logaritmo)-, la
astronomía y astrología (se estudiaron los movimientos de las estrellas y los
planetas por medio de sofisticados astrolabios), la medicina,-los cirujanos
musulmanes ya en el siglo X sabían como tratar las cataratas de la vista y eran
conocedores de anestésicos-. Avicena (*), médico, científico y filósofo, aunque
no estuvo en Córdoba, contaba entre sus textos más famosos "el libro de la
curación y el canon de medicina", conocido como el Canon de Avicena.
Mientras tanto, el mundo cristiano
consideraba la enfermedad mental como algo satánico. Los árabes introdujeron
por primera vez dicho concepto y se perfeccionaron las teorías de Hipócrates y
Galeno, la botánica, la agronomía, la alquímia y otras ciencias como en ningún
lugar de Europa y del Mediterráneo de su tiempo con Maimónides, Averroes, Ibn
Kaldum, Ibn Hazn (autor del collar de la paloma”, Al Motamid (el rey poeta de
Sevilla).
Cuando la Europa cristiana, en el año 1000
estaba bajo el influjo del fin del mundo, Al-Biruní calculó el radio de la
Tierra demostrando que nuestro planeta giraba alrededor del Sol.También
confirmaron la esfericidad de la Tierra siglos antes de que Colón descubriera
el Nuevo Mundo. La madraza o universidad islámica, creada en el siglo XI, fue
el embrión de las universidades europeas.
En 1209 se fundaría la primera universidad española en Palencia.
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