domingo, 16 de abril de 2023

Entre el Castillo de Olvera y el de las Aguzaderas en El Coronil, con el Aula de la Experiencia de Morón



Prólogo


Cuando la Semana Santa llega a su epílogo y el humo del incienso deja de impregnar los ambientes cofrades toca ahora limpiar y guardar los enseres de cada hermandad hasta la Cuaresma siguiente que volverán a brillar con mayor esplendor.

Sin prisas pero sin pausa Sevilla guarda su túnica de nazareno para a vestirse de faralaes [farah "alegría" y lebs "traje"] mientras el blog de mis culpas emprende nuevos senderos a través de la antigua "Ruta de los Almorávides y Almohades" que transitaba en tiempos andalusíes por la vecina Olvera cuyo castillo construido a finales del siglo XII a 623 ms.n.m. sería una importante plaza fuerte dentro del sistema exterior de fortificaciones del reino nazarí de la antigua Garnatha considerada "La Damasco de Occidente"...


Una soleada mañana de primavera después de que el azahar y el incienso se hayan encargado de embriagar nuestros sentidos durante la Semana Mayor colocamos nuestro sextante, entre efluvios andalusíes, en la vecina Olvera acompañando al Aula de la Experiencia de la tierra de Villalón a cuya proa se encontraba nuestro guía Juan Entrena, quien nos explicó "in situ" todas las contingencias y circunstancias que se presentaban en las tierras de fronteras entre la banda gallega y la banda morisca.

Comenzamos nuestra ruta bajo la atenta mirada de nuestra vieja, olvidada y desamparada alcazaba que custodia desde tiempos muy pretéritos el antiguo arrabal [al rabád] de Santa María. 

La alcazaba de Morón formó parte el Emirato Independiente de Córdoba en tiempos de Abd al-Rahman I ben Muawiya al-Dajil (el Inmigrado 756-788) con dos primeros emires, según el libro de Ramón Auñón “Los Alkevires de Morón”.

También llegaría a ser Mawror [Morón] un Reino de Taifa a partir del 1013-1066 tras la caída de Madinat al-Zahra, "La Ciudad Brillante" a partir de noviembre de 1010 con innumerables fitnas y luchas intestinas que traerán como consecuencia la desaparición definitiva del Califato de Córdoba a partir de 1031.

Córdoba llegaría a convertirse en el mayor faro cultural de Europa durante los califatos de Abderramán III y Alhakén II superando a nivel científico, filosófico y cultural incluso a Bizancio o Bagdad.

Pero el caudillo Almanzor "el azote del mundo cristiano" vaciará de contenido la figura del califa Hixam II y aquellos vientos traerán con su muerte peligrosos lodos con la destrucción de Madinat al-Zahra [Medina Zahara] por parte de los bereberes y como consecuencia más inmediata la irremediable caída del Califato de Córdoba que dará origen a los futuros reinos de taifas o banderías hasta la conquista cristiana del último bastión andalusí "el reino nazarí de Granada" en enero de 1492.

Las memorias del último rey de Granada, Abd Allah, reflejan la melancolía de aquella época dorada:

“Al día siguiente del final del mundo [caída de Medina Azahara] cada general se hizo fuerte en su castillo”, dominando las medinas, mezquitas y el comercio en los territorios de su influencia.



El Reino de Taifa de Morón cumplió su primer milenio (1013-2013). Tan magna efemérides debiera haber sido motivo para enorgullecernos de nuestro legado como patrimonio inmaterial que debiera haber dado la visión de la historia ya que el patrimonio material pertenece en la actualidad a la indiferencia y al olvido de su pueblo, lo que contribuye a erosionar aún más los escasos lienzos de murallas que todavía se mantienen en pie junto al antiguo arrabal de Santa María. Nuestro vestigio arquitectónico más importante cumplió en el año 2013 como reino de taifa su primer milenio, lo que nos debiera llevar también a la reflexión y al respeto por nuestra historia como legado que pide a gritos una intervención integral sobre su entorno.

El Reino de Taifa de Morón [1013-1066] fue una entidad política independiente y como reino de taifa contó un territorio muy pequeño similar al de hoy. Cuando el Califato de Córdoba se derrumba surgen los primeros reinos de taifas o banderías como la de Ishbiliyya [Sevilla], Carmona, Sidonia en la región de Arcos, etcétera.

La familia beréber de los Banuh Dammar se hacen con el poder en la Cora de Morón, tras expulsar al gobernador omeya. Entraron como soldados en la época de Almanzor y se acuartelan haciéndose fuertes con la caída del Califato, contratando a un historiador para elogiar su genealogía. Los linajes se cambian con cierta facilidad y las políticas se componen de políticas de Estado y de pillaje. La de los reinos de taifas fue una época productiva con movimientos económicos magníficos. 

El aceite de Morón y del Aljarafe lo vendían incluso en el Líbano. 


Castillo de Pruna desde la Torre del Homenaje del castillo de Olvera

Al transitar por la vecina Pruna lo primero que capta nuestra retina es el monumento "PRUNA AL EMIGRANTE" [obra del escultor local Antonio Sánchez Barrera] que nos recuerda a muchos de nuestros paisanos que tuvieron que marcharse de su tierra en busca de un futuro mejor. 



Un poco más adelante se encuentra el Castillo del Hierro como atalaya más elevada de la provincia de Sevilla que se asienta sobre la cima de una mole de piedra caliza. 

El castillo de Pruna llegó a formar parte de antiguas tierras de fronteras de la "Banda Morisca" junto con el castillo de Morón de la Frontera, Cote en Montellano, Osuna y Estepa, entre otros lugares estratégicos que otorgaba cierta cohesión al mundo andalusí frente a las incursiones cristianas.

Otros castillos que pertenecieron a la Banda Morisca se localizaban en El Coronil [Castillo de las Aguzaderas], Coripe, La Puebla de Cazalla, Villanueva de San Juan, Algámitas, El Saucejo, Los Corrales, Martín de la Jara, Aguadulce, Gilena, Pedrera, Lora de Estepa, Casariche, La Roda de Andalucía y Badotalosa con innumerables torres vigías que las conectaban entre sí.


Junto al castillo de Olvera se encuentra la Iglesia de la Encarnación con sus dos torres gemelas de estilo neoclásico construida sobre el solar de una antigua mezquita. Estas fortalezas no poseían función defensiva sino de vigilancia sobre las incursiones de las tropas castellanas.

Cuando llegamos a la vecina Olvera hicimos un alto en el camino, no sólo para desentumecer un poco nuestros frágiles huesos sino también para estimular el paladar más exigente dando cuenta de un buen desayuno cardiosaludable andaluz que forma parte de nuestra dieta mediterránea.

Una trilogía perfecta compuesta por el tradicional mollete o tostada de pan de pueblo acompañada del aceite “azzeit” de oliva virgen extra y el tomate triturado [manteca colorá o zurrapa de lomo ibérica para los que tengan mayor rango en el yantar], lo que nos permitirá afrontar con energías nuestra intensa pero grata jornada cultural y gastronómica que se avecinaba en el castillo de Olvera.


Olvera es un pueblo de raíces árabes ubicado en una encrucijada de caminos entre las provincias de Cádiz, Málaga y Sevilla, lo que la hará de su antigua alcazaba una plaza fuerte fundamental en la banda nazarí del Reino de Granada.

En las grandes alcazabas andalusíes destacaban los caminos de ronda que servían para desplazar a las tropas de una parte a otra de la medina para desplazarse las tropas o sofocar posibles rebeliones.

Junto con la antigua mezquita y la alcazaba, formaba la almedina árabe. El castillo de adapta sobre la misma peña con sus lienzos de murallas y aljibes, especialmente valiosos en tiempos de asedio. Fue construido con grandes hiladas de piedras irregulares unidas con argamasa. Su posición geoestratégica le permitía divisar la frontera que separaba la España musulmana de la cristiana.

Olvera en tiempos andalusíes llegaría a formar parte de una de las dos rutas de los "Almorávides y Almohades" que transitaba desde el Estrecho de Gibraltar "Yebel Tariq" hasta la antigua Garnatha [Granada].

Una ruta partiría desde Cádiz pasando por Arcos, Zahara de la Sierra, Olvera, Setenil y Ronda hasta el reino nazarí de Granada, ensalzada como la “Damasco de Occidente”.

La otra ruta transitaba desde Tarifa y Algeciras -a la que se unía Medina Sidonia- hasta Gaucín, Algatocín, Atajate y Ronda para proseguir hasta la antigua Elvira [Granada].

Mientras la peste asolaba durante periodos de tiempo al mundo cristiano a Al Ándalus no le afectaba debido que la población utilizaba el hamman o baños árabes y se aseaban en el patio de las abluciones antes de entrar a rezar en el interior de las mezquitas mientras la higiene en la zona cristiana brillaba por su ausencia.

Las condiciones higiénicas de las viviendas en la zona cristiana dejaban bastante que desear. No existían ventanas para ventilar. La cocina solía tener un fuego central en torno al cual se desarrollaba la vida cotidiana. El fuego lo ahumaba todo al carecer de chimenea. El suelo estaba formado por tierra apisonada a la que se añadía cal y se regaba. Sobre este suelo se colocaba una cubierta de hierbas aromáticas (romero o tomillo) que servían como aislante y ambientador. No era nada extraño que los piojos, pulgas y chinches estuvieran por todas partes.

Mientras las casas musulmanas tenían un patio con luz, las casas cristianas solían tener dos espacios. Uno para los animales como corral y otro para la familia siendo la intimidad mínima. La construcción solía estar realizada en adobe o ladrillo y rara vez en piedra reservada para los edificios comunales. La techumbre se realizaba con material vegetal sobre una estructura construida en madera. En algunas casas se colocaban tejas sobre la misma y excepcionalmente aparece la azotea.



Nos explicaba nuestro guía Juan Entrena sobre el mapa [en el Museo de la Cilla dedicado a la Frontera y los Castillos] que la expresión “Banda Morisca” pertenece a una franja de separación entre la frontera cristiana y el reino nazarí de Granada, a la que se llamó “la frontera”. La Banda Morisca era una parte de una larga frontera que discurría entre el reino de Granada y los antiguos reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, nacidos de las conquistas de Fernando III y Alfonso X, el Sabio.

No es difícil imaginar el conjunto de castillos, alcazabas, torres albarranas y atalayas que servían como fieles vigías, que se construyeron para controlar las incursiones enemigas que provenían desde el sultanato nazarí (al-Nasri) de la antigua Elvira. Desde la fortaleza de Carmona se divisaba Morón y a su vez, el castillo de Cote, Arcos de la Frontera, Medina Sidonia, Vejer de la Frontera, Barbate ó Tarifa.

En días sin niebla era posible transmitir mensajes en pocas horas. Se cuenta en una torre vigía de Barbate que en una sola noche podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta. Las torres musulmanas ya existían desde el siglo VIII mediante las cuales comunicaban los torreros la presencia de peligro mediante humo de día y fuego durante la noche.



Tierra de fronteras 

Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
ya marchitas,
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
las mezquitas.

Abul Beka, poeta rondeño del siglo XIII


Una vez superada la primera fase de la Frontera, las medinas o las villas irán creciendo hacia extramuros de las alcazabas o de los castillos. Las mezquitas aljamas se irán cristianizando y sobre las iglesias se irán alzando los campanarios para llamar a los fieles.

Las fronteras naturales que separarán el mundo andalusí del cristiano serán los ríos y los sistemas montañosos.

1. La frontera en el siglo VIII (800)

Los musulmanes conquistan y establecen su control en casi toda la Península Ibérica, a excepción de las zonas montañosas del norte en que surgirán los primeros reinos cristianos.

2. La frontera entre los siglos IX y XI (800 a 1062)

El Valle del Duero, una extensa tierra de nadie, se convertirá en frontera y conocerá un lento proceso de repoblación de zonas abandonadas. Al Ándalus, convertido en Califato con capital en Córdoba, alcanzará en el siglo X su máximo esplendor político, militar y cultural.

3. La frontera entre los siglos XI y XII (1062-1150)

La conquista cristiana alcanza a las tierras del valle del Tajo y del Ebro. Al Ándalus vivirá momentos de crisis con la desintegración del Califato y la aparición de los reinos de taifas. La invasión almorávide frenará temporalmente el avance de los reinos cristianos.

4. La frontera durante los siglos XII y XIII (1150-1238)


Invasión de los Almohades. La Corona de Aragón llega a Valencia y las Islas Baleares y Castilla llega al valle del Guadiana.

5. La frontera entre los siglos XIII y XIV (1238-1344)

A partir de la victoria castellana en las Navas de Tolosa en 1212, se iniciará la conquista del valle del Guadalquivir: Córdoba caerá en 1236, Jaén en 1242 y Sevilla en 1248. En este momento se fijan las fronteras entre en valle del Guadalquivir y las sierras béticas que dibuja una línea diagonal entre el Estrecho de Gibraltar y Lorca (Murcia).

En 1264 caerán en manos cristianas Arcos de la Frontera, Jerez de la Frontera, Cádiz, Medina Sidonia y Vejer de la Frontera. Tan sólo quedará la rica vega de Granada, dominada por el reino nazarí.


La vida en la frontera

La vida en la frontera estaba marcada por su papel como territorio de guerra y violencia. Las conquistas suponían el desplazamiento de los pobladores musulmanes o su conversión en un grupo social dominado. Tras las guarniciones militares llegarían los nuevos pobladores que, atraídos por privilegios y reparto de tierras, serán el origen de la población de siglos posteriores.

Sobre las alcazabas, mezquitas y medinas musulmanas, los cristianos reconstruirán sus castillos y sus villas. Sobre las mezquitas edificarán sus iglesias en un contexto de guerra y convivencia.

Los lugares alejados como la sierra conformaron unos modos de vida fundados en el autoabastecimiento de los productos básicos. La ganadería, la caza y la obtención de los productos el monte eran la principal obtención de productos del monte. Las villas estaban protegidas por los castillos.

En la misma frontera la gente tenía que seguir viviendo bajo un modo de vida austero y unas condiciones muy duras para la inmensa mayoría de la población con elevado riesgo de las razzias y el consiguiente peligro de la propia muerte o el cautiverio.

Existían profesiones fronterizas que conocían la lengua árabe y el castellano. El fiel del rastro actuaba como explorador, seguía el rastro o la pista del saqueo incontrolado obligando a la población fronteriza a detener o entregar a los asaltantes.

El alfaqueque negociaba la liberación de los cautivos y los conducía a un lugar seguro. El juez de moros y cristianos intentaba la conciliación de conflictos a ambos lados de la frontera con la misión de pacificar la zona fronteriza donde la actividad guerrera y la violencia formaba parte de la vida cotidiana.

En las villas medievales el abastecimiento de agua suponía una tarea dificultosa. Los castillos contaban con aljibes en los que se almacenaba agua, muy valiosa en los momentos de asedio del enemigo. En las viviendas era necesario mantener una cierta reserva de agua en cántaros, que muchas veces, tenían que ser llenados en el río o en la fuente más próxima a la ciudad.

Los jabones eran fabricados en las propias casas a partir de aceites, grasas, cenizas y plantas. DE la cera obtenida de los panales de abejas se fabricaban las velas, fundiendo los panales en calderas con agua hirviendo y colando la mezcla posteriormente en una criba y blanqueándola mediante su exposición al sol.

En las tierras de fronteras era vital el autoabastecimiento; se fabricaban remedios medicinales, resultado de la transmisión de recetas de generación en generación, para resolver los problemas de salud más comunes. Dientes de ajo para el dolor de muelas, granos de trigo para los orzuelos, ungüentos de perejil para las hemorragias nasales, el tomillo y el espliego para el dolor de estómago, anís para el mal aliento y la sed, etcétera.

Olvera será reconquistado por Alfonso XI en 1327 tras un duro asedio cuyo castillo será reconstruido sobre una antigua fortaleza andalusí. 

El 1 de Agosto de 1327 Alfonso XI otorgará a la ciudad la Carta Puebla o de Población que otorgaba una serie de privilegios a sus pobladores como el repartimiento de tierras, una feria de ganado, exención fiscal y otras disposiciones que regulaban la vida de la villa.

La villa de Olvera pasa  a formar parte del señorío de don Alfonso Pérez de Guzmán. Posteriormente asará a manos de los Zúñiga y por último vendida a los Téllez Girón convertidos más adelante en los Duques de Osuna, que serán los señores de la villa de Olvera hasta el siglo XIX. Después vendrá la Guerra de la Independencia, el bandolerismo, caciquismo, movimientos sociales, etcétera…

A partir de las antiguas alcazabas y castillos surgen las medinas o villas medievales como Olvera, Setenil, Morón de la Frontera, Zahara, Arcos de la Frontera, Jimena de la Frontera, etcétera.

Desde la Torre del Homenaje del castillo de Olvera se divisa la torre vigía de Pruna, el castillo de Zahara de la Sierra, Torre Alháquime, Setenil de las Bodegas y Ronda. Los castillos eran considerados símbolos del poder militar en su época como signo evidente de la existencia de una sociedad violenta.



Para llevar a cabo las técnicas de construcción en los sistemas defensivos eran necesarios diversos oficios como canteros, maestros de obras [alarifes "al-arif"], albañiles [al-banní], carpinteros, herreros, etcétera, para construir los lienzos de murallas con los merlones, almenas, barbacanas, adarves o rondas de muros, obras de sillería y fajas, etcétera.

Alarifes, herreros, carpinteros, guarnicioneros o talabarteros para las guarniciones de caballería eran profesiones necesarias dentro de un recinto defensivo. En definitiva, la cultura de la madera, del hierro y del cuero.


También se recoge en el Museo "la frontera como espacio de guerra" y "la vida civil en la frontera" destacando la organización social de la población con el pan como base de la alimentación, el aceite de oliva y las plantas silvestres entre las clases humildes, la construcción de los hogares con el suelo de tierra y cal con hierbas aromáticas en el suelo, el abastecimiento del agua  sin olvidar el importante legado gastronómico andalusí como las albóndigas, la salsa de ajo mozárabe, gazpacho tradicional sin tomate [que vendría posteriormente de América junto al cacaotl], el pisto andalusí con calabaza y berenjena, el azúcar de caña, los cítricos, el arroz con leche o los dátiles y especias como la canela, el azafrán, el sésamo, el jengibre, el anís y la nuez moscada, turrones y mazapanes entre un largo etcétera.

Las rutas del comercio  a través del trueque servían de transporte para los hombres y las ideas junto con la inseguridad de los caminos en las antiguas tierras de fronteras. El medio de transporte empleado eran las reatas de mulos o acémilas ya que existían abundantes obstáculos naturales al no existir los puentes.

El escribano tenía el cometido de poner por escrito todos los acuerdos del cabildo y dar fe de las escrituras. Era un funcionario público del concejo y a la vez ejercía funciones de notario. El uso de la escritura hacía del escribano uno de los pocos personajes con acceso a la cultura, sobre todo en las áreas rurales.

La sociedad medieval era eminentemente rural y la mujer participaba en las faenas del campo. El mundo conocido se encontraba enfrentado y dividido por la religión, la Iglesia y los clérigos que jugaban un papel fundamental estando presente en el nacimiento, la comunión, el matrimonio y la muerte.

El primer pósito de Olvera será el almacén de granos y productos agrarios para el abastecimiento de la población en tiempos de los Reyes Católicos.

La entrada de productos en los pueblos y ciudades se gravaba con un impuesto, el Arancel del Portazgo que, en el caso de Olvera, correspondía al señorío de la villa. En 1490 los Reyes Católicos dispusieron el Arancel del Portazgo de Olvera, documento en el que se establecen los tributos que para cada producto, debería cobrarse a los mercaderes que introdujeran mercancías.


Torre del Homenaje en Setenil

Setenil de las Bodegas

 

Muy cerca de la histórica Olvera, al nordeste de la provincia de Cádiz, se encuentra Setenil de las Bodegas cargada con abundantes reminiscencias andalusíes y que formara parte del antiguo reino nazarí de Granada. Etimológicamente, proviene del término latino “Septem nihil” porque costó a las tropas cristianas siete asedios tomarla al ser una puerta fundamental para el avance cristiano hasta Granada. Caerá en manos cristianas el 21 de septiembre de 1484.

La Torre del Homenaje es posiblemente de la época almohade (siglo XII-XIII) con su original entramado urbano entre la angostura de sus callejuelas empinadas y casas encaladas y enclavadas en la montaña cuyo tejado es la misma roca como arquitectura singular de Setenil.

Desde la fortaleza de Olvera se puede observar a escasas leguas el castillo de Zahara de la Sierra con la Sierra de Grazalema como pulmón natural de los pueblos blancos con reminiscencias andalusíes.


Castillo de Zahara de la Sierra

Zahara de la Sierra se encuentra también en el noroeste de la Sierra de Cádiz. En la Toma del Reino Nazarí de Granada tuvo especial importancia junto con Alhama significando una gran victoria militar y religiosa sobre el Islam, siendo considerado “el triunfo de la cruz sobre la espada”. Por tal motivo, no entrará en Granada el Conde de Tendilla en primer lugar sino que lo hizo el Cardenal Mendoza, ondeando antes el estandarte de Cristo que el Pendón de Castilla en la Torre de la Vela.

La Casa del Islam en Al Ándalus "Dar al Islam" actuaría como verdadero hilo de transmisión entre la cultura mediterránea y andalusí. Aparte de la cultura del agua y huertas, cultivaron la literatura, la ciencia, la filosofía y el arte islámico como se pudo demostrar con la captura de Toledo en 1085 que hizo adelantar inmensamente los conocimientos de los cristianos revelando la esfericidad de la tierra 400 años antes de Colón.

A ellos le debemos también las traducciones de los clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles que serán traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.

Traducciones del griego al árabe y de éste al latín permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y la Escolástica.

El año 1407 corresponde a la primera toma cristiana de Zahara. También caerán en la misma campaña militar Pruna y Torre Alháquime por parte del infante don Fernando "el de Antequera", tutor de Juan II y posterior rey Fernando I de Aragón, que a tenor de las crónicas de la época conquista la villa después de someterla a bombardeo.

La apacible vida de la próspera villa nazarí de Alhama de Granada “Al-hama o baño árabe” se truncó por sorpresa en 1482 al ser asaltada en un audaz golpe de mano dirigido por el Marqués de Cádiz, en represalia por el ataque nazarí a Zahara en 1481, lo que le convertirá en el “casus belli” de la Guerra de Granada como último bastión de Al Ándalus cuyo epílogo del reino nazarí ocurrirá el 2 de enero de 1492. 

Aunque en 1481 Zahara será recuperada por parte nazarí, la noticia sería recogida en Granada con más miedo que optimismo, pues se preludian tiempos peores. De hecho este episodio constituyó el pretexto para el inicio de la Guerra de Granada.

De un alfakí en la Alhambra se escuchará:

¡Ay de Zahara. Sus ruinas caerán sobre tu cabeza, su caída en tus manos preludia el fin!

El año 1483 será la fecha definitiva de su conquista por parte castellana, personalizada en la figura de don Rodrigo Ponce de León, que saliendo de Marchena [antigua Marshena al Zaitum andalusí], y tras un corto asedio logra vencer la plaza en octubre de dicho año (no sabiendo exactamente el día pues las fuentes nos hablan de tales acontecimientos desde el 14 al 28). Previamente, en septiembre del mismo año hubo un intento de ganarla a cargo del conde de Cifuentes, pero fracasó en su intento.

Aunque Zahara sufrirá varios asedios por las tropas nazaríes, nunca más volverá a manos musulmanas.

A los habitantes de Zahara se les ofreció una capitulación muy favorable permitiéndoles salir sin sus armas pero llevando consigo todos los efectos personales que pudieran cargar y autorizándolos para emigrar hacia Berbería. Zahara se mantuvo inicialmente con 150 hombres para su defensa, ya que de momento no era un lugar seguro para habitarla tranquilamente. 

Don Rodrigo Ponce de León en recompensa por sus servicios obtiene por parte de los Reyes Católicos la villa de Zahara (privilegio redactado el 16 de agosto de 1484) a la vez que se ordena que en adelante se le añada a sus distinciones nobiliarias el título de Marqués de Zahara.

Poco a poco irán cayendo otros emplazamientos cercanos que formaban parte un sistema defensivo de la que formaban parte Olvera, Torre Alháquime, Pruna, Jimena de la Frontera y Castellar de la Frontera. Las posiciones estratégicas de las alcazabas serán convertidas posteriormente en castillos cristianos a ambos lados de la frontera erigiéndose como protagonistas de una defensa por la supervivencia.

Zahara va a ser uno de esos centros de vital importancia para asegurar el control de paso de los ejércitos cristianos por el punto más vulnerable de la serranía; situación que se mantendrá durante el resto del siglo. 

La segunda mitad del siglo XIV se caracteriza por ser un periodo de reorganización y repoblación castellana de las nuevas tierras conquistadas. Aunque no podemos hablar de grandes conquistas no se puede eludir respirar cierto aire de intranquilidad.



Castillo de Cote
 
Desde Olvera pusimos viento en popa hacia el Castillo de las Aguzaderas, en El Coronil, transitando por Montellano donde el Castillo de Cote en la Sierra de San Pablo captaba nuestra presencia por aquellos territorios. El Castillo de Cote como fortaleza-atalaya ha sido considerado por sus características arquitectónicas único en España, existiendo uno similar en Francia y otro en Inglaterra. 

Al igual que desde el castillo de Olvera se divisa el de Zahara de la Sierra, el castillo de Cote mantiene contacto visual con el castillo de Morón.

El castillo de Cote posee una privilegiada ubicación geoestratégica en primera línea defensiva de la antigua frontera cristiano-nazarí [del latín acutus, lugar agudo] en el lugar que los árabes lo denominaron Mont Aqut. Cuenta la leyenda que durante el transcurso de la batalla de Guadalete [Wad lethe o río del olvido] entre los musulmanes de Muza contra las tropas visigodas de Roderico, la esposa de éste se refugió en el castillo de Cote encontrando protección.

El conjunto fortificado de Cote consta de dos recintos amurallados concéntricos, una torre tetrabsidal y un arrabal extramuros. Las primeras construcciones datan de la época califal en el siglo X y Taifa durante el siglo XI, formando parte desde la época emiral de la Cora de Morón, de la que la villa de Cote era la cabecera de un distrito.

El elemento de mayor singularidad es la torre-capilla o Donjon (torre del homenaje en francés) que corresponde al estilo gótico alfonsí con planta cuadrilobulada, -un cuadrado central al que se han adosado cuatro ábsides-. La muralla exterior, a unos 300 metros de altitud, protegía la villa medieval. Un importante emplazamiento que mantiene contacto visual con otros enlaces fortificados desde donde se pueden observar miles de kilómetros cuadrados.

En 1240 Cote será entregado a Fernando III el Santo que pasaría a formar parte desde su posición dominante de la línea defensiva de la banda morisca para poder observar los movimientos de posibles aceifas y algaradas provenientes del reino nazarí. Fernando III lo donará a su hijo Don Enrique. En 1253, el castillo será donado por Alfonso X el Sabio al Concejo de Sevilla. 

En 1277, la inestabilidad militar con el reino de Granada hace necesaria la reorganización de la frontera y Cote pasa en 1297 a la Orden de Alcántara formando parte de la Encomienda de Morón, fecha que marca la progresiva destrucción de la villa, de la que logra subsistir el castillo hasta finales del siglo XV, como punto de vigilancia de la frontera con Granada. 

En 1461, la Encomienda de Morón la cederá al marqués de Villena, quien un año más tarde la cederá a su vez a su sobrino Alfonso Téllez Girón, señor de Osuna y Conde de Ureña.



El Castillo de las Aguzaderas [El Coronil]

Atrás queda guardado en la retina del recuerdo nuestro periodo de recluta aquella mañana temprano de agosto de 1978 cuando realizamos una marcha desde la Base Aérea de Morón hasta el Castillo de las Aguzaderas ubicado a 3 km de El Coronil, pasando por el Cortijo de la Gironda, con el cetme al hombro y las botas nuevas de la marca "Segarra". A medio día almorzamos  a la sombra del castillo el rancho del día y el viaje de vuelta lo realizamos en varios autobuses.

La tarde la tuvimos de descanso para aliviar las rozaduras de los talones por aquéllas botas, ya que aún no estaban amoldadas a nuestros frágiles pies. Ni que decir tiene que al día siguiente, el botiquín estaba lleno de reclutas con las tradicionales "ampollas en los pies" [cebaduras se decía en el argot castrense].

Hicimos un alto en el camino en el restaurante "El Olivo" de Olvera para desplazarnos al Castillo de las Aguzaderas donde nos esperaban Daniel y David para explicarnos el origen del castillo y su historia.

Existe constancia de asentamientos humanos en la zona desde el Periodo Calcolítico "Edad de Piedra hasta la Edad de Cobre" hasta vestigios romanos y visigodos.

El Castillo de las Aguzaderas aprovechando las cimentaciones anteriores debe su origen musulmán a la situación estratégica de la Banda Morisca en la línea fronteriza del Reino Nazarí de Granada.

Según la tradición, los jabalíes de los bosques cercanos aguzaban sus colmillos sobre la superficie rocosa sobre la que se encuentra construido. 

El castillo se construyó para proteger el pozo que existía en la zona, el manantial o la Fuente de las Aguzaderas más importante de toda la Campiña y que justifica la ubicación del castillo en un terreno llano y no elevado, lo que lo hace singular.



La singularidad más importante de este castillo se debe a que está ubicado en un hoyo. Un concepto contrario a las fortificaciones de la época. Todo ello será debido a que un recurso fundamental para cada asentamiento humano será el agua. Ese será el motivo principal por el que se construyó el Castillo de las Aguzaderas para proteger su manantial de agua.

El río Nilo era fundamental para Egipto, el Eúfrates y Tigris para Mesopotamia, el Guadalquivir para Sevilla y Córdoba, etcétera.

El castillo tenía comunicación visual con Villamartín y Olvera, Utrera y Morón. En cuestión de minutos se podían enviar mensajes desde sus atalayas y torres albarranas en las que podían vivir cinco o seis personas con sus familias preocupadas por alguna que otra razzia musulmana.

Muchas veces, como no llegaban dichas razzias comienzan a cultivar la tierra y será entonces cuando muchos castillos servirán como silos. A partir del siglo XV comienza a llegar mayor población castellana a El Coronil con el objetivo de repoblar territorios a cambio de privilegios y tierras y se establecen en aquellos territorios donde la existencia de agua era fundamental.

El castillo de las Aguzaderas así como el de Los Molares  pertenecen a la Casa de Medinacelli tiene un patio de armas de planta cuadrada con sus almenas y torreones, saeteras en las almenas. 

Las saeteras era una estrecha ventanilla que permitía disparar saetas o flechas en forma de cruz para atacar en ambos lados y disparar en todas direcciones.

Las cuatro torres de las esquinas y dos semicirculares refuerzan el perímetro defensivo. Aunque su planta es de origen musulmán el castillo por sus características constructivas es cristiano. La imponente torre del Homenaje dispone de dos espaciosas habitaciones. Alguno de sus muros tienen más de 3 metros de espesor.

El primer suministro de agua a El Coronil fue desde el castillo de las Aguzaderas siendo declarado el primer monumento de la provincia en 1923. 

Después de un grato día entre el castillo de Olvera y el de las Aguzaderas con el Aula de la Experiencia de Morón, durante el viaje de vuelta comenzamos a otear nuestra Sierra de Morón con su artrosis degenerativa provocada por las explotaciones mineras y nuestro Castillo como referentes y señas de identidad en la Frontera de nuestra Esperanza, denominada "La tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco", mientras el río Guadaira sigue su curso hasta unirse con el río Padre de Andalucía "el Guadalquivir".

El río Guadaira nace en la Sierra de Gaena [Sierra de Pozo Amargo]. En la antigüedad, los romanos llamaban al río “Ira” y posteriormente, los árabes llamaron “Wad-al-Ira” que significa río pequeño a diferencia del "Wādī al-kabīr" o río grande por donde navegaron fenicios, tartesios, romanos y andalusíes como crisol de culturas.


Una grata jornada cultural entre el Castillo de Olvera y el de las Aguzaderas que agudizan nuestras inquietudes didácticas y cuyos senderos quedarán grabados en la retina de nuestro recuerdo. 

Desde el Castillo de las Aguzaderas en El Coronil, para el blog de mis culpas...





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