jueves, 18 de enero de 2024

Visita a la tumba de Ignacio Sánchez Mejías [en el Mausoleo de Joselito]



Cuando llegó Ignacio Sánchez Mejías al poco rato, le entregaron la coleta [de su cuñado Joselito “el Gallo”], que besó y acercándose a su cama, le acarició la frente y…comenzó a llorar.


La fotografía de Ignacio Sánchez Mejías abrumado por el dolor, sosteniendo con una mano abierta la cara mientras con la otra acaricia la cabeza de Joselito yacente, tranquilo ya en su gloria, es quizás la más emocionante de la historia de la Tauromaquia.

«Ignacio Sánchez Mejías, el torero del 27» Foto. José Demaría Vázquez «Campúa”


Ignacio Sánchez Mejías había cultivado amistad con los intelectuales vinculados de la Generación del 27. En su finca de Pino Montano se concentrarían los poetas de dicha Generación de “La Edad de Plata de las letras españolas”, que participarían en el acto del Tricentenario de la muerte de Luis de Góngora, como Pedro Salinas, Gerardo Diego y Rafael Alberti, idea que sería respaldada por Federico García Lorca, José Bergamín, José Moreno Villa y José María Cossío. Ignacio Sánchez Mejías se ofreció como mecenas.

Ignacio costeó un almuerzo para sesenta comensales en la Real Venta de Antequera (huevos a la flamenca, pescaíto frito y rabo de toro).

La Real Venta de Antequera fue construida en 1916 por Carlos Antequera, que fuera mozo de espadas del matador de toros Antonio Fuentes. La Venta de Antequera obtuvo el título de “Real” en 1930 tras una inesperada visita del rey Alfonso XIII.

Los toros llegaban a la estación de ferrocarril de los Merinales para ser llevados a los corrales de la Real Venta de Antequera como última parada antes de ser conducidos por una treintena de caballistas a la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla.

Luego invitó Ignacio Sánchez a una fiesta “por todo lo alto” en su cortijo de "San Pablo" que forma parte de la memoria literaria de la Generación del 27 formada por Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Juan José Domenchina, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Fernando Villalón, e Ignacio Sánchez Mejías como mecenas y aglutinador de dicha Generación.

Los invitados comparecieron con ropajes árabes y a continuación se desató una celebración en la que Dámaso Alonso recitó de memoria los 1091 versos de La primera soledad, Fernando Villalón intentó hipnotizar a Alberti y García Lorca improvisó fragmentos teatrales. Como fin de fiesta actuó el cantaor Manuel Torre "Niño de Jerez" a quien Federico dedicó en 1931 una de las viñetas flamencas del Poema del Cante Jondo

Ignacio Sánchez Mejías, persona de gran atractivo entre las mujeres, inició una relación sentimental medio secreta con La Argentinita. El torero Alfredo Corrochano, amigo y miembro de la terna que toreó en Manzanares en la trágica tarde del 11 de agosto de 1934, recuerda así la relación entre ambos:

“A La Argentinita la conocí muy poco. Ignacio no la enseñaba nunca. Una sola noche cené con ellos. Fue su gran amor. Pero al mismo tiempo sentía un gran amor por su esposa, una gran dama a pesar de los pesares”. La Argentinita e Ignacio viajaron a Estados Unidos en 1929, dictaron una conferencia y cantaron coincidiendo con la estancia de García Lorca en la Universidad de Columbia. En 1931 Lorca y La Argentinita grabaron el disco "Colección de canciones populares españolas". 

A pesar de que había perdido agilidad y estaba desentrenado, Sánchez Mejías decidió volver a los ruedos en 1934. En aquella época vivió un romance con la hispanista y biógrafa de Lorca Marcelle Auclair. El 11 de agosto aceptó sustituir a Domingo Ortega en la plaza de Manzanares. Alfredo Corrochano describe así la cogida: “Cuando cogió la espada y la muleta fue a dar un pase en el estribo. El toro se venía un poco para adentro. El banderillero lo advirtió: ‘Tenga cuidado, maestro, que el toro aprieta para adentro’. Lo cogió entre las tablas y le atravesó el muslo. Yo hice el quite. Cuando lo cogieron iba muerto”.

«Fui a verlo a la enfermería entre toro y toro”, prosigue Corrochano. “Dicen que las enfermerías están mal ahora. La de Manzanares tenía un bote de algodón, un cacharro de yodo y otro de agua. Y un médico muy simpático. ‘¿Cómo va eso?’, le pregunté. ‘No se preocupe’, respondió Ignacio”.

Sánchez Mejías murió dos días después en un hospital de Madrid a causa de la gangrena y poco después Federico García Lorca inició la composición del poema "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías".

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.




Detalle del Mausoleo de Joselito El Gallo donde Ignacio Sánchez Mejías mira hacia el cielo roto de dolor


Algunas pinceladas de la conferencia de Andrés Amorós sobre la figura de Ignacio Sánchez Mejías en el Café Gijón

Ignacio Sánchez Mejías además de buen torero fue también fue una persona muy polifacética que hacía bien cualquier cosa que se propusiera. Aunque no acabó el bachillerato [lo sacó ya de mayor] fue un hombre muy inteligente que lo hacía todo muy bien. Fue el mecenas de la Generación del 27, además de periodista, dramaturgo, presidente del Real Betis, e incluso dio una conferencia en la Universidad de Nueva York, entre otras muchas cosas. Una biografía apasionante que podría formar parte de una novela.

Dicen los que lo conocieron que Ignacio Sánchez Mejías era todo un hombre en el buen sentido de la palabra. Muchas mujeres se enamoraban de su persona. Era tan elegante que cuando llega a París se creen que es el duque de Windsor. Como torero Ignacio Sánchez seguía la línea de Joselito “el Gallo”, que era su ídolo, su maestro y su dios.

Siempre se hablaba de Joselito y de Belmonte como en filosofía se hablaba de Platón y Aristóteles. Joselito era la cumbre de la lidia clásica, la tauromaquia como una ciencia. Ignacio al igual que Joselito dominaba a todos los toros y todas las suertes. Ignacio viene de esa escuela clásica, basada en el dominio del toro. Y con un valor fuera de lo común, con un temperamento extraordinario, dando siempre lo mejor de sí.

Ignacio Sánchez llega a Zaragoza con su carácter y llega el momento del brindis:

“Brindo el toro por la Virgen pero no con ésta [la del Pilar] sino por la Virgen del Rocío, que es a mía”. Después cortó las orejas y salió corriendo de allí. Tenía esas cosas.

De Joselito se decía que no podía cogerlo un toro. Y a Joselito lo mató un toro [Bailaor].

La tarde de la muerte de Joselito, allí se encontraba Ignacio Sánchez Mejías. Una tremenda fotografía recoge aquella tragedia donde se ve Ignacio a Sánchez Mejías delante de Joselito. Para él se había hundido el mundo. Había muerto su ídolo, su dios y su cuñado. Ignacio Sánchez había comenzado banderillero de Joselito, aprende el oficio con un valor extraordinario.

Pero, a Ignacio la tauromaquia se le queda corta porque era un hombre inquieto y buscaba nuevos caminos. Conoce a los jóvenes poetas de la Generación del 27 como a Rafael Alberti, a Federico García, Lorca, la Edad de Plata de la literatura española.

La Edad de Oro de las Letras españolas comienza hacia 1610 cuando coinciden Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo [odiándose a muerte].

La segunda gran Generación es la del 27, gracias a Ignacio Sánchez Mejías, su mecenas, porque en el año 27 se celebra el Tricentenario de la muerte de Góngora, un poeta proscrito por la Academia. Ignacio aparece como mecenas en medio de ellos. Además tiene dinero. Los reúne y los mete en el tren y les paga el viaje a Madrid y nace la Generación del 27.

Más tarde se los lleva a Pino Montano donde todos se disfrazan de moros en una fiesta. Dámaso Alonso recita de memoria la primera Soledad de Gongora [1600 versos de memoria], una buena fiesta flamenca con don Antonio Chacón. Luego los llevará de noche a dar un paseo en barco por el Guadalquivir.

Todo ello les une. Detrás de ese impulso se encontraban Pepín Bello e Ignacio Sánchez Mejías, éste último escribe una obra de teatro “Sin Razón” que estrena en el Teatro Calderón. Todos piensan que se la habían escrito sus amigos pero lo había escrito Ignacio Sánchez. Se levanta el telón y se ve una clínica psiquiátrica “la razón de la sinrazón” una obra poética entre la frontera de la razón y la locura. Ignacio puso de moda a Freud y el psicoanálisis en la escena española. Al año siguiente presenta un Auto Sacramental profano “un torero que casi no ha acabado el bachillerato”.

Más tarde viene su relación sentimental con la Argentinita. Decía Lorca, Manuel de Falla e Ignacio Sánchez Mejías que en el flamenco se descubren también los sonidos negros. El sentimiento de la muerte en la cultura española.

Pero Ignacio decide volver de nuevo a los ruedos. No se sabe el motivo pero vuelve ya mayor, posiblemente para completar su situación económica. Ignacio era un señor muy generoso con sus amigos.

El hijo de Ignacio también quiso ser torero pero Ignacio intentó por todos los medios quitarle las ganas de serlo. Ignacio siempre tuvo mucha inquietud y mucho temperamento. En otros tiempos hubiese sido un héroe en Flandes o en otro lugar. En aquella época el equivalente de héroe era ser un matador de toros. Ignacio ya era corpulento y vuelve a los toros en Cádiz. Vuelve también a los ruedos Rafael el Gallo y Belmonte.

Ignacio Sánchez triunfa clamorosamente en Cádiz y Santander. Había vuelto la lidia clásica con Ignacio Sánchez Mejías. Una seria de circunstancias llenas de azar le conduce a esa trágica corrida de Manzanares. Ignacio no estaba contratado. Sufre un accidente Domingo Ortega y Dominguín, su padre, le pide a Ignacio que vaya a Manzanares.

Ignacio tenía la costumbre de poner las banderillas por dentro recibiendo la ovación del público. Ignacio recibe el toro en el estribo, el toro le prende y lo lleva en los pitones y lo arrastra aún más hasta el centro del ruedo. Ignacio estaba mortalmente herido, con los ojos abiertos. Dos días después muere Ignacio Sánchez en Madrid. Para los poetas amigos suyos fue algo tremendo.

Sorprende la lucidez y la dignidad con que afrontó ese trágico momento. Los poetas le cantan y Federico García Lorca escribe su "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías". Es su obra maestra que resume mejor su visión poética con la Elegía o poema fúnebre. Existen tres grandes elegías en la literatura española: “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique, "Llanto por Ignacio Sánchez Mejias" de Federico García Lorca y “El crimen fue en Granada” de Antonio Machado, en memoria del asesinato de Federico García Lorca en Granada aquel 19 de agosto de 1936 en el Barranco Víznar al comienzo de la Guerra Civil española.

Federico en el poema no canta a un torero, sino que le canta a un ser humano y a su grandeza. Para Federico, Ignacio representaba muy bien la madurez del varón andaluz. Federico identificaba a Ignacio Sánchez con la equidad y saber dar a cada uno lo suyo y tratarlo como corresponde.


Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es un poema extraordinario.



La primera parte “La cogida y la muerte”

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde…


… ¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

¡Eran las cinco en todos los relojes!

¡Eran las cinco en sombra de la tarde!



La segunda parte “La sangre derramada”


Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena…



…“No hubo príncipe en Sevilla que comparársele pueda”…



..¡Qué gran torero en la plaza!

¡Qué gran serrano en la sierra!

¡Qué blando con las espigas!

¡Qué duro con las espuelas!

¡Qué tierno con el rocío!

¡Qué deslumbrante en la feria!

¡Qué tremendo con las últimas

banderillas de tiniebla!..

 



La tercera parte “Cuerpo presente”


...No quiero que le tapen la cara con pañuelos

para que se acostumbre con la muerte que lleva.

Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.

Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

 

La cuarta y última parte “Alma ausente”


No te conoce el toro ni la higuera,

ni caballos ni hormigas de tu casa.

No te conoce el niño ni la tarde

porque te has muerto para siempre…



…Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,

un andaluz tan claro, tan rico de aventura.

Yo canto su elegancia con palabras que gimen

y recuerdo una brisa triste por los olivos.


Desde el Mausoleo a Joselito El Gallo donde también se encuentran los restos de Ignacio Sánchez Mejías, para el blog de mis culpas...


 
P.D. El nombre del Aeropuerto de San Pablo de Sevilla se debe a que los antiguos terrenos donde se ubica en la actualidad formaban parte en la década de 1930 de un cortijo llamado San Pablo, propiedad del torero Ignacio Sánchez Mejías.



Bibliografía

Conferencia de Andrés Amorós en el Café Gijón

Fundación Mariano Benlliure



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