Después de haber visitado las instalaciones de
HERPAC en el Polígono Industrial “El Olivo” de Barbate, donde nos ilustraron sobre las grandes propiedades del atún rojo de almadraba, orientamos nuestro mascarón de proa didáctica en busca del Parque Natural de la Breña y Marismas de Barbate. A su entrada, un panel ilustrativo nos recordaba los enebros costeros, pinos piñoneros, lentiscos, acebuches silvestres y palmitos [única palmera autóctona existente en Europa].
Antes de comenzar el sendero que nos acerca a la Torre Albarrana en dirección a Caños de Meca y el Tómbolo de Trafalgar, nuestro itinerario transitaba por el puerto pesquero donde se encuentra el "Monumento al marinero remendando redes", el Varadero y el puerto deportivo que nos introduce en la playa virgen de la Hierbabuena.
En el Parque Natural de la Breña nos encontramos varios ecosistemas como son los impresionantes acantilados, pinares, marismas, medio marino, observado en todo momento por un océano Atlántico limpio y cristalino, de un color verde turquesa que estimula nuestros sentidos.
La presencia de camaleones ha contribuido a su declaración como Parque Natural de Andalucía en virtud de la ley 2/1989 de 18 de julio.
El Muro de los vencejos
Es la primera construcción realizada por el hombre para la conservación de los vencejos, antigua especie que habitaba los acantilados y que ahora reside en zonas urbanas. Esta especie de insectívoros migratorios ayuda a controlar las plagas de insectos, siendo necesaria en nuestro entorno. En las últimas décadas su población ha descendido casi un 40% debido a la destrucción de sus lugares de nidificación, uso de pesticidas para eliminar insectos y cambio climático.
Es una especie protegida por la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y en régimen de protección especial incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas.
El Palmito [Chamaerops humilis]
Los árabes introdujeron la palmera ya que la única palmera autóctona existente en Europa era el palmito. La palmera era considerada por la cultura andalusí como un árbol sagrado, símbolo de la hospitalidad, mientras el olivo lo era para los judíos y el ciprés para los cristianos. El palmito es considerado como la única palmera autóctona de la Península Ibérica y de Europa.
Enebro marítimo “Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa”
Es uno de los árboles más singulares de la costa andaluza. El Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate cuenta con una de las mayores poblaciones de enebros de la Península Ibérica y la segunda población en número de toda Andalucía, después del Parque de Doñana. Sin embargo, su estado crítico de conservación en toda la comunidad autónoma ha llevado a incluirlo en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas como especie en peligro de extinción.
El enebro marítimo es una especie de distribución mediterránea, tanto en el continente europeo como en el Norte de África. Sólo podemos encontrarlo en Andalucía en una pequeña parte de las costas de Huelva y Cádiz sometidos a la brisa marina y que crecen en dunas y bordes de acantilados.
Su porte arbustivo entre 1 y 4 metros de altura puede alcanzar incluso los 10 o 15 metros. Sus raíces son extensas y de lento crecimiento, lo que le permite sobrevivir el paso de las dunas y acceder a las capas de agua más profundas.
Su madera es de excelente calidad habiendo sido usada en ebanistería y carpintería por los pueblos de vocación marinera de la costa de Huelva y de Cádiz. De la destilación seca de su leño se obtiene aceite de miera o de junípero que es un producto resinoso con características antisépticas y antiparasitarias, por lo que llegó a ser muy utilizado en veterinaria para el ganado.
La conservación del enebro marítimo es fundamental ya que además de aportar singularidad paisajística a los ecosistemas costeros cumple funciones ecológicas muy importantes al proteger las zonas interiores de los temporales, e influyendo directamente en la cadena trófica costera, produciendo además semillas que sirven de alimento para aves y mamíferos.
Coronando el acantilado de más de 100 metros de altura se encuentra la Torre Vigía que fuera construida en el siglo XVI con la misión de servir de guía ante las incursiones de los piratas turco-berberiscos que, por aquellas épocas, asolaban las costas andaluzas. La Torre del Tajo, junto a otras torres almenaras se conectaban visualmente entre sí, formando parte de un complejo sistema defensivo. Los torreros comunicaban la presencia de peligro a otras torres y poblaciones mediante ahumadas de día y con fuego durante la noche. Este procedimiento de dar la alarma era típicamente musulmán y ya existía en todo el litoral africano desde el siglo VIII; resulta curioso comprobar la perfección del sistema cuando, en una sola noche, podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta.
La Torre del Tajo es considerada la segunda en cuanto a altitud de la provincia, posee forma de tronco de cono y una altura superior a los 13 metros. Sus gruesos muros de mampostería enfoscada albergan una única estancia abovedada de más de 6 metros de diámetro y 7 de altura. Una escalera de caracol conduce a la azotea en donde se encuentra una garita en forma de herradura y en la que antiguamente se refugiaba el torrero de las inclemencias meteorológicas. En el centro de la azotea se abre un orificio circular que comunica con la bóveda inferior.
En la actualidad, el único enemigo de la torre es el vandalismo por parte de algunos visitantes.
El Acantilado de la Breña
El enorme acantilado con un desnivel cercano a los 100 m.s.n.m. capta nuestra mirada. De sus paredes brotan caños de agua dulce que se filtra entre rocas calcarenitas y margas hasta llegar a los pies de las pequeñas calas como las existentes en los Caños de Meca, donde todavía en los años 80 caían cortinas de agua y podía uno ducharse por las mañanas en una cascada natural según el libro "Blues de Trafalgar" escrito por un paisano de Morón José Luís Rodríguez del Corral.
Paseando por el sendero hacia su cota más elevada, nos lleva a la torre almenara [del árabe almanára], lugar donde hay luz, faro cuya misión era vigilar la costa y avisar de ataques enemigos, con humaredas de día o fuego durante la noche.
Aquel paradisíaco lugar se encuentra rodeado de enebros costeros, pinos, palmitos, lentiscos y acebuches silvestres plasmamos nuestra presencia en el objetivo de nuestra cámara fotográfica destacando el acantilado cuya formación compartimos a continuación:
Los acantilados consisten en un escarpe litoral modelado por la erosión marina en zonas montañosas, volcánicas, macizos antiguos y en afloramiento de rocas competentes. Su perfil se caracteriza por una zona de pendiente variable, en función de la dureza de los materiales, denominada cornisa.
Al pie de los acantilados se forma la denominada plataforma de erosión o rasa intermareal. Se trata de una plataforma rocosa costera, a nivel de marea baja, que aparece por delante de un acantilado rocoso. El oleaje va socavando la base del acantilado, lo que provoca posteriormente el derrumbe el derrumbe de la parte superior, en un proceso continuo que hace retroceder la pared rocosa, pero sin afectar a la zona por debajo del nivel de la marea baja. Debido a que la rasa queda al descubierto durante la marea baja, se genera un importante riqueza biológica donde abundan los crustáceos, algas, etc…
Destaca también a lo largo de nuestro sendero el acebuche silvestre del cual se obtiene la aceituna [azzaytúna] acebuchina [az-zabbuúg], el único olivo madre del cual derivan todas las variedades de olivos, lo que me permite escribir unas breves letrillas sobre la longeva historia del olivo y el aceite de oliva.
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El aceite de oliva ha sido considerado la génesis de nuestra civilización y piedra filosofal de nuestra dieta mediterránea. El olivo ha estado omnipresente en nuestra cultura andaluza cuyos testimonios se remontan al Neolítico debido a que nuestra tierra goza de evidentes condiciones climatológicas y de adaptabilidad al cultivo, lo que denota que el efecto mediterráneo acaba donde el olivo deja de ejercer su influencia.
Etimológicamente el término aceite proviene del arameo zait que arabizada pasó a ser zaitum y en andalusí derivó az-zait que significa jugo de la aceituna. El término aceituna también se remonta al arameo zaytūnā que pasó al árabe clásico zaytūnah y en al Andalus azzaytúna, cuyas reminiscencias y efluvios legados por nuestros ancestros han permanecido hasta nuestros días.
Una zona geográfica azotada por "la madre que parió el viento de levante y del poniente" que desarbola nuestros sentidos, lo que contribuye a sentir cierta añoranza y melancolía por regresar a sus bellas playas, como de un "Blues de Trafalgar" se tratara. Las almadrabas
Desde la Torre del Tajo y de Barbate se observa la almadraba del atún rojo. Desde el punto de vista de la antropología social la pesca del atún rojo de almadraba posee un gran impacto social y económico en una determinada zona geográfica, desde la costa de la antigua Taraf al Ghar (Trafalgar) -cuya etimología significa "el cabo de las cuevas"-, hasta Tarifa donde los dichosos vientos del levante y del poniente ejercen su influencia al protagonizar la vida de sus habitantes desde tiempos remotos. Y como "efecto colateral" desarbolan nuestras frágiles defensas frente a los elementos meteorológicos que no pocas veces, alteran nuestros sentidos en dicho enclave geográfico.
La Costa de Trafalgar con Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa ha sido depositaria de un ancestral método de pesca, denominado “Almadraba”. Estos pueblos están ubicados en una privilegiada zona geográfica cercana al Estrecho de Gibraltar (Gebel al Tarik) que ha sido desde tiempos remotos una encrucijada de pasos migratorios del atún rojo y otras especies marinas.
Una lucha ancestral y titánica entre el ser humano y los grandes atunes en su paso migratorio hacia el "Mare Mostrum". El término almadraba procede del árabe andalusí "lugar donde se golpea y lucha", así como el término arabizado attûn procede del latín thunnus.
Los fenicios, griegos y cartagineses observaron que llegando la primera luna de mayo, los grandes atunes rojos migraban desde las frías aguas del Océano Atlántico a las cálidas del Mare Nostrum para desovar, cruzando el Estrecho de Gibraltar como paso obligado, muy cerca de las costas y regresaban de nuevo en otoño al punto de origen.
Fueron los fenicios los primeros en utilizar la almadraba de tiro como arte de pesca construyendo factorías de pescado en la zona y de ese modo obtener esos valiosos recursos del mar calando durante los meses de marzo y abril. En el año 1100 a.C. enseñaron el arte de la pesca con almadrabas de tiro y técnicas de salazón a los habitantes de esta tierra, varias veces milenaria. La ruta del atún -desde tiempos ancestrales- ha marcado la historia y la cultura de estos pueblos con reminiscencias y efluvios marineros.
Los romanos de Baelo Claudia relanzan esta actividad y extienden la fama de sus productos por todo el Imperio. Baelo Claudia estuvo ligada a las industrias del salazón del pescado, donde se fabricaba el famoso "garum", una salsa realizada con vísceras fermentadas de pescado, convirtiéndose en la salsa gastronómica más apreciada en Roma y según Plinio, con un valor sólo comparable sólo al de los perfumes.
…Pero eso formará parte de otra interesante historia que compartiré con los amigos del blog de mis culpas. Porque como decía nuestro inolvidable Antonio Machado [y digo nuestro porque pertenece por derecho propio a la Memoria Colectiva de los españoles]:
“En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda; sólo se gana lo que se da”
...Y para despedir estas humildes letrillas se me viene a la memoria [cada vez que observo una guitarra grande en el escenario de la Peña Cultural Flamenca “El Niño de Barbate”] al genio de la guitarra Diego del Gastor, quien brindaba junto a su amigo "Chimenea" y Paco “El Perfecto” bajo aquella inmortal frase que ha quedado grabada en la memoria colectiva de mi pueblo, demostrando una sensibilidad para quitarse el sombrero:
"Brindemos por la libertad de los pueblos"
...Y su amigo Paco “el Perfecto” comenzaba a recitar un poema de Lorca
¡Habrá algo más sublime!
Desde el Mirador de la Torre del Tajo, para el blog de mis culpas...
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