Antiguo paso de "Nuestro Padre Jesús Nazareno" de Morón, que fuera tallado por la magnífica gubia del maestro Manuel Lucena Garabito en la calle San Miguel y estrenado en 1949. En la imagen de 1972, el capataz Antonio Salas acompañado por el inolvidable carpintero Antonio Vázquez Almansa, descendiendo por el Puerto de Jesús hacia la Ermita de la Fuensanta.
La fotografía es gentileza del amigo Pepe Vázquez
Desbrozando el libro "La Semana Santa" de Isidoro Moreno
Cuando la sangrecita tuya chorreaba por el maero.
Cuando la sangrecita tuya chorreaba por el maero.
Tú pediste agua
y sal y vinagre te dieron.
Cuando la sangrecita tuya chorreaba por el maero.
Saeta cantada por Carmen Torres (hermana de Joselero).
Gentileza de Antonio Pérez
Cercana una nueva Cuaresma y habiendo desbrozado no pocas veces el magnífico libro
del ilustre antropólogo hispalense Isidoro Moreno “La Semana Santa de
Sevilla”, no cabe duda, de que con el comienzo de la primavera surge alguna que otra mirada retrospectiva guardada en la retina de nuestro recuerdo y donde la archidiócesis hispalense ejerce una notable influencia en las Hermandades de Sevilla en general y en la tierra de Villalón, en particular.
Un fenómeno sociocultural vivo que forma parte por derecho propio de la secular memoria colectiva de nuestra tierra desde tiempos muy pretéritos.
Un fenómeno sociocultural vivo que forma parte por derecho propio de la secular memoria colectiva de nuestra tierra desde tiempos muy pretéritos.
Después del Carnaval, llegamos a la Cuaresma, que significa
cuarenta. Es pues, un número simbólico, que expresa víspera,
"preparación" intensa de algo muy importante para los cristianos como
es la Pascua -que sin embargo, queda en un segundo plano por la religiosidad
popular durante la Semana Santa-. Es tiempo para cambiar algo de nosotros
mismos, no sólo en teoría sino en la práctica diaria para intentar ser mejores
y poder vivir más cerca del testimonio de Jesús -en griego, antiguo Χριστός,
Christós-.
La Cuaresma dura 40 días, comienza el Miércoles de Ceniza "primer día de la Cuaresma" y termina el Jueves Santo, que simboliza la muerte de Jesús que, según los científicos Colin J. Humphreys y W. G. Walddington de la Universidad de Oxford, ocurriría un 3 de abril del año 33 de nuestra era, bajo un eclipse parcial de luna tres horas más tarde de la crucifixión, que sería visible desde Jerusalén, según William D. Edward.
El Miércoles de Ceniza tiene su origen en la imposición de cenizas a los fieles con la intención de cambiar y reforzar su fe mediante la reflexión y la penitencia, recordándonos que nuestro cuerpo es mortal: "Somos polvo y en polvo nos hemos de convertir", cuando lleguemos al final de nuestra existencia. La ceniza, proviene de la combustión de los ramos de olivo del Domingo de Ramos del año anterior, que se depositaba sobre la cabeza de los varones mientras a las mujeres se les hacía una cruz sobre la frente.
El Miércoles de Ceniza tiene su origen en la imposición de cenizas a los fieles con la intención de cambiar y reforzar su fe mediante la reflexión y la penitencia, recordándonos que nuestro cuerpo es mortal: "Somos polvo y en polvo nos hemos de convertir", cuando lleguemos al final de nuestra existencia. La ceniza, proviene de la combustión de los ramos de olivo del Domingo de Ramos del año anterior, que se depositaba sobre la cabeza de los varones mientras a las mujeres se les hacía una cruz sobre la frente.
Es
cierto que la vida y muerte de Jesús han provocado grandes pasiones a lo largo
de la historia, documentada mediante los relatos bíblicos que nos muestran que
Jesús sufrió el castigo más inhumano y despiadado que pueda recibir un ser
humano.
La cruz era un instrumento de muerte, un suplicio que en el Imperio Romano sólo se reservaba a los esclavos, rebeldes y delincuentes. Jesús fue crucificado en el Gólgota según la ley y costumbre romana en una "cruz inmisa" ya que en tiempos de Jesús ni el Sanedrín -Corte Suprema de la Ley Judía- podía imponer la pena de crucifixión.
También es cierto que a lo largo de la historia se han producido antagonismos y
desencuentros entre el rigor histórico y la fe aunque prestigiosos doctores
tiene la Iglesia así como la historia, como fieles notarios de los sucesos de tiempos pretéritos. La Semana Santa tal
como la concebimos ha pasado a formar parte de la memoria colectiva de nuestra tierra
en forma de religiosidad popular aunque su origen se ha diluido con el
paso del tiempo.
El capirote de los "penitentes" tiene su origen en la época de la Inquisición “La Cruz Verde era su símbolo”. Las personas que eran condenadas por “delitos de herejía” se les imponía el castigo de tener que usar una prenda de tela que les cubriera el pecho y la espalda “Sambenito” acompañado de un capirote de cartón en señal de penitencia. De esta manera tan cruel, se les sometía a una humillación pública. Estos reos junto a sus familias quedaban estigmatizados de por vida siendo confiscadas sus propiedades que se repartían entre la Corona, la Iglesia y el Tribunal inquisidor.
Los reos salían con el sambenito puesto desde el Callejón de la Inquisición en el Castillo de San Jorge para cruzar el río Guadalquivir, por el desaparecido Puente de Barcas (1170-1850) que contaba con 11 barcas encadenadas, atravesaban el Arenal y entraban en Sevilla por la Puerta de Triana hasta llegar a la Plaza de San Francisco, donde los Inquisidores dictaban sus sentencias para que fuesen ejecutadas por el brazo secular en el “Quemadero del Prado de San Sebastián” o lugares similares donde se preparaba un entarimado para presenciar “tan magno acontecimiento”.
El germen de la Semana Santa fue gestado en 1521 por obra y gracia del I
Marqués de Tarifa, don Fadrique Henríquez de Ribera, quien, tras su regreso de
los Santos Lugares, organizó un magno Vía Crucis desde su palacio sevillano, denominado a partir de entonces la "Casa de Pilatos", hasta una cruz que fuera construida en el Humilladero de la Cruz del Campo en 1380 por una Cofradía de
Negros.
La distancia desde la Casa de Pilatos, fue la misma que la tradición señala entre el Pretorio y el Calvario: 1321 pasos, equivalentes a 997,13 metros. La primera estación se situó en su palacio conocido popularmente como la “Casa de Pilatos”, dado que fue en el pretorio romano de Jerusalén donde comenzó el camino de Jesús hacia el Gólgota finalizando en la Cruz del Campo, donde existía una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, que estaba a cargo de una Hermandad de Negros de Sevilla, muy numerosos en este siglo.
A Diego de Merlo se le debe la construcción del Humilladero en 1482 y la cruz del actual templete a Juan Bautista Vázquez «el Viejo» en 1571. Este Vía Crucis supuso un hito en la historia de las hermandades de Sevilla al establecer, por vez primera, un espacio marcado para el desarrollo de la penitencia pública.
Y sabemos también, que la Hermandad de los Negros tuvo, al menos, a su cargo una de las cruces que marcaban las doce estaciones que desde entonces componía el Vía Crucis que culminaba en aquel (hasta mediados del Setecientos no se añadieron las dos últimas estaciones actuales a dicho devoto ejercicio).
En los primeros tiempos la única imagen que se sacaba de procesión era la cruz, también conocida como la Vera Cruz, de ahí que las cofradías más antiguas en todas las ciudades sean casi siempre las de la Vera Cruz.
El Concilio de Trento, que se celebró entre 1545 y 1563, recomendaba la estación pública, exponiendo la necesidad y ventajas que se derivan del culto a las imágenes, verdadera efigie de Jesús y de su madre y piensa que estas imágenes deben salir a la calle para que el que quien por su voluntad no entrase en la iglesia, al encontrarse con ellas en la calle piense en el momento de la Pasión de Nuestro Señor que esta imagen representa.
La Semana Santa posee multitud de enfoques: religioso, antropológico, sociológico, artístico, aunque no es posible entender la Semana Santa sin cofradías. La religiosidad popular siempre ha identificado a Jesús con los oprimidos, con el sudor del trabajador, con los enfermos y excluidos sin olvidar la importante labor social que las cofradías realizan.
Sin
pretender rasgar las vestiduras mentales de nadie, es cierto que a lo largo de
la historia las clases conservadoras han utilizado la Semana Santa de manera unilateral para demostrar su
ostentación. Era
evidente que los cofrades que más recursos poseían daban rienda suelta a su
vanidad.
Hasta no hace mucho tiempo, se ha podido observar en algunas cofradías importantes aquella figura de "don Guido" como símbolo del señorito cortijero andaluz, jaranero y vanidoso, que fielmente plasmara nuestro poeta universal Antonio Machado.
...Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
-¡aquel trueno!-,
vestido de nazareno...
Una cofradía pasando por la calle Génova, Sevilla 1851. Alfred Dehodencq. Óleo sobre lienzo. Museo Carmen Thyssen de Málaga |
Señala
Isidoro Moreno en su libro “La Semana Santa de Sevilla” que se está
popularizando la costumbre sevillana que ciertos cargos importantes de no
vestirse de nazarenos para acompañar durante todo el trayecto a su cofradía, con traje bien
planchado y medalla al cuello, delante del paso de palio y al lado del capataz,
repartiendo saludos y sonrisas, haciendo bien ostensible quien es el que dirige
el cotarro “cofrades sin antifaz”.
También hay que señalar la moda interesada de ir delante del palio de ciertas
cofradías en determinados lugares céntricos “figurantes o figurones” para saludar y ser
saludados. Las hermandades han sido utilizadas en los últimos años como
pedestal para un intolerable juego de vanidades, lo que “supone un verdadero
atentado a los valores religiosos y valores populares”.
¡No hay más que observar dentro de la "feria de las
vanidades" cuando alguna que otra hermandad le han dedicado a los señores
ministros la primera levantá!
Pero
la religiosidad popular posee una visión poliédrica entendiendo que la Semana
Santa es más fiesta que catolicismo. Una realidad popular como fenómeno
cultural enraizado en la retina colectiva de nuestra cultura que desborda el
ámbito de lo estrictamente religioso, en uno de los principales elementos de
identificación de Sevilla y de la zona de influencia: sus pueblos.
Sin
embargo, la Semana Santa sigue siendo objeto de fuertes críticas desde sectores
cristianos que no coinciden con la iglesia jerárquica oficial que señala la
falta de compromiso con la realidad social, el contraste entre la riqueza y esplendor
de la Semana Santa con enormes gastos en los pasos de Cristo y Vírgenes,
varales y respiraderos de los palios, gastos en cera, flores y bandas de música
que acompañan a los Titulares frente a los gravísimos problemas sociales.
Un gran maestro fue Martínez Montañés "dios de la gubia hispalense", cuyo magisterio proyectaría a discípulos suyos un enorme prestigio, destacando maestros de la talla como Juan de Mena, Juan de Mesa o Alonso Cano.
Las
cofradías aluden sin faltarle razón sobre las graves consecuencias que tendrían
sobre los talleres de artesanos el que no se encargaran tallas, piezas de
orfebrería, palios, mantos, insignias o cirios que sustentan miles de empleos
con sus encargos. Las hermandades en general debieran dar testimonio de sencillez y
pobreza volviendo al Evangelio para que sea realmente la Iglesia de los pobres.
Desde la secular experiencia colectiva de opresión del pueblo
andaluz pueden entenderse fenómenos culturales tan fundamentales como el cante
jondo o nuestra Semana Santa, “donde se expresa, entre otras cosas, de manera
tan vitalista, el sentimiento popular respecto a un hombre que fue apresado y
condenado injustamente, y a una madre que llora impotente por su hijo: una
situación que está en la experiencia de muchas familias andaluzas, más allá de
teologías y ortodoxias a las que el pueblo es, en general, bien ajeno”.
Tal vez sea cierto que "los pueblos que más sufren son los que más cantan". Y el pueblo andaluz así lo expresa a través de la saeta, los cantes mineros o la seguiriya como fiel expresión de una secular tragedia histórica que posiblemente vaya más allá de las penas.
Las cofradías son asociaciones de derecho canónico que dependen de la autoridad eclesiástica, que han de aprobar sus Reglas dictando decretos y ordenanzas. En una sociedad donde existe el desarraigo en muchas personas, las cofradías como marco de convivencia cohesiona y son una parte esencial de la sociabilidad al vertebrar relaciones entre personas de roles muy diversos e incluso muy diferentes ideologías.
Siempre ha existido cierta rivalidad entre las cofradías: estrenos de los pasos, palios, mantos, insignias y otros enseres de la procesión, lo que le otorga un mayor grado de lucimiento. Para el buen cofrade es indudable que “su Virgen o Cristo es el mejor del mundo”.
Pero a diferencia de Castilla donde la Semana Santa da la
impresión que se ha estancado en el tiempo al predominar las procesiones en
silencio donde se escenifica el dolor y/o la muerte, en Andalucía se festeja la
vida entre efluvios de azahar aplaudiéndoles a las imágenes y a los sufridos
costaleros, al son de las bandas de cornetas y tambores en los pasos de Cristo y
en el Palio, las bandas de música al revirar entre sinuosas y angostas
callejuelas emocionando a quienes las observan. Es evidente que las cofradías
forman parte por derecho propio de nuestra identidad andaluza.
Durante la primavera, miles de personas de todas las ideologías en
forma de religiosidad popular “andan pidiendo escaleras para subir a la cruz”.
Según
el ilustre antropólogo Isidoro Moreno la Semana Santa sevillana posee un triple
significado que corresponde a tres niveles distintos de profundidad del
fenómeno:
En el nivel más explícito, constituye la rememoración plástica, en la calle, de hechos histórico-míticos que son centrales para la religión cristiana: la pasión y muerte de Jesús y los Dolores de María, su Virgen-Madre.
En un segundo nivel, representa -como todas las semanas santas de Andalucía- una proyección de la experiencia colectiva de opresión histórica del pueblo andaluz.
Y en un tercero, que es el más profundo, supone la plasmación simbólica de la dialéctica entre la muerte y la vida, con el triunfo anual y renovado de ésta. Las tres significaciones quizá sea el más importante elemento de identificación cultural de la ciudad.
La
Semana Santa es contradictoria, entre lo profundamente religioso y lo profano
donde sobresale lo emocional y estético cuando las sagradas imágenes salen a la
calle como un museo itinerante en un desfile procesional donde no existe una
representación cronológica de la Pasión y Muerte (un lunes sale un Cristo
crucificado y un miércoles sale orando en el Huerto de los Olivos). Aunque
todos sean el mismo Cristo, cada uno lo es de su barrio y nadie está preocupado
de si faltan tales o cuales escenas de la Semana Santa.
Eso tan sólo se consigue mediante el Santo Entierro Magno con su desfile de pasos con escenificaciones ordenadas, por iniciativa oficial que contribuye a buscar el turismo en la Semana Magna.
No cabe duda que durante la Semana Santa brilla con luz propia la
imaginería como uno de sus pilares fundamentales, otorgando solidez y
aglutinando en torno a ellas, el origen de las cofradías como patrimonio
inmaterial como una de las manifestaciones culturales en torno a la
religiosidad popular cuyos orígenes se remontan a tiempos muy pretéritos cuyos
efluvios y reminiscencias han calado en la retina del pueblo andaluz.
La Semana Santa como fenómeno cultural posee a lo largo de la historia raíces profundas con una enorme participación popular. Como otras fiestas en el calendario litúrgico, sirve de reencuentro para miles de ciudadanos y sus familias, constituyendo un apasionante fenómeno que ha llegado a ser uno de los elementos más significativos de nuestra identidad cultural.
Y las cofradías continúan siendo las principales protagonistas de la Semana Santa, una de las principales forma de vertebración civil en nuestro pueblo, formando un patrimonio colectivo de indudable valor artístico, no siendo propiedad exclusiva de nadie aunque puedan existir diversos ámbitos e intereses en controlarlas y dirigirlas.
Las Hermandades integran a personas de diferente estatus social
mientras que las Cofradías surgieron para agrupar a personas de una determinada
profesión “estibadores, panaderos, etcétera”. El origen de las primeras
cofradías hay que buscarlos en los antiguos gremios por razón de su oficio o
circunstancia social “negritos, estibadores, panaderos…” en torno a los cuales
existía una escala laboral formada por aprendices, oficiales y maestros que
eran devotos de una determinada imagen en unos tiempos donde la religión lo
impregnaba todo.
No era extraño que tras una hambruna, epidemia o cruenta guerra,
las imágenes aportaban cierto sosiego al pueblo y eso la Iglesia lo sabía y lo
utilizará en su favor como en las procesiones piadosas para erradicar la peste
negra a mediados del siglo XIV que diezmó a la población y cuya virulencia
llegó a afectar al 50% de la población, lo que trajo consecuencias no sólo
políticas, sociales y económicas sino también religiosas “oscurantismo” por el
cual habría que pedir perdón, ya que en la mentalidad de la época iletrada, las
tragedias se interpretaban como un castigo divino en unos tiempos donde los
franciscanos y dominicos “La Inquisición” canalizaban el clamor espiritual de
una población turbada por las enfermedades y hambrunas. Era necesario sentir en
carne propia el dolor de los pecados sin olvidar que el Domingo de Resurrección
la luz volvería de nuevo a vencer a las tinieblas.
Palacio Arzobispal, junto a la Catedral y la Giralda de Sevilla |
El Palacio Arzobispal siempre ha querido controlar el mundo de las cofradías a través de sus párrocos que rigen las iglesias donde las hermandades ubican sus Titulares intentado tratar de llevarlas por el único camino que consideran adecuado, el de la ortodoxia religiosa y el servicio a los fines definidos por la autoridad eclesiástica, y para controlarlas más estrechamente.
El Sínodo de 1.604 se convertirá en una fecha clave en la Semana Santa hispalense, en la cual el cardenal y anterior inquisidor de Sevilla Fernando Niño de Guevara (1541-1609), en un alarde de soberbia, obligó a las cofradías a pasar por el Palacio Arzobispal, lo que se considera en la actualidad en la actualidad como la “Carrera Oficial a la Santa Iglesia Catedral”.
Fernando Niño de Guevara fue Inquisidor General y Cardenal de Sevilla mandando a ejecutar durante su cargo a cientos de personas siendo cesado por orden del Rey en 1.602, debido a múltiples quejas. En 1601 había sido nombrado Cardenal de Sevilla, cargo que ejerció hasta su muerte.
Para delimitar la influencia entre la jurisdicción eclesiástica y la civil se colocaron a partir del año 1565 las cadenas que rodean a la Santa Catedral de Sevilla. Un “Derecho de Asilo” que marcaba la frágil línea entre el territorio eclesiástico de los que huían de la justicia civil.
En definitiva, renovar sus raíces cristianas y mantener la
fidelidad a los fundamentos de la fe evitando el folklore con el único telón de
fondo de controlar la vida y funcionamiento de las cofradías frente a su
autonomía al relegar a los clérigos al papel de director espiritual que tienen
voz pero no voto en las hermandades.
Lo que suele denominarse peyorativamente folklore desde la
oficialidad eclesiástica, no es otra cosa, la mayoría de las veces, que la
cultura popular que aquella, y no el pueblo, contrapone a la cultura oficial de
la ortodoxia. El silencio cuando pasa un cautivo, nazareno o un crucificado
frente a los piropos que se dirige a los pasos de palio movidos al son de la
música. Los pasos de palio barroco sevillano se han impuesto en casi todas las
cofradías
Las Agrupaciones Parroquiales están bajo la directa autoridad del
cura mientras que en las cofradías, el párroco pasa a un segundo plano siendo
los cofrades los encargados de decidir sobre su futuro.
La Semana Santa de mi pueblo “una mirada retrospectiva”
“…Después de la muerte de Cristo, el Sábado Santo llegó…”
Del poema de Fernando Villalón “El repique mayor”
…Recordamos la fotografía
en blanco y negro entre los años 50 y 60 la procesión magnífica de traslado con
el acompañamiento de sus hermanas opulentas -que existió desde 1732 hasta
1977-, portando cirios de marca, ataviadas de mantillas y blonda y muchas
mujeres sencillas del pueblo que alumbraban con sus velillas, muchas de ellas
descalzas por devoción a la Virgen o por la pobreza de sus hogares.
Morón
Cofrade nº 20 LXXV Aniversario de la Virgen de los Dolores
Juan
José García López
Durante la República no
hubo grandes traumas y la Hermandad de Jesús hizo con naturalidad los desfiles
procesionales cada año. Sólo se registra un caso aislado, en la primavera del
35, cuando al paso del Señor por la calle Fuensanta, algún desalmado le arrojó
una botella de gasolina, que ni siquiera rozó a la imagen, ni a los
nazarenos.
Quizá el momento más
dramático, triste y desolador de toda su historia, lo iba a vivir la Hermandad
de Jesús y la de las Servitas del Espíritu Santo, aquel aciago día 19 de julio
de 1936, en el que, los avatares de la Guerra Civil, terminará no sólo con los
enseres, sino también con sus amantísimas imágenes, que como los propios
templos fueron pastos de las llamas. Fue el tercer domingo de aquel sangriento
mes de julio, que marca un antes y un después, en el devenir de ambas
congregaciones.
Habrán de transcurrir
cuatro años y siete meses, para que la imagen de Jesús sea repuesta a la
devoción popular, lo que se logra a la munificencia de la señora doña Carmen
Álvarez Villalón y la inspiración del escultor sevillano Antonio Castillo
Lastrucci, que tomando el modelo del Nazareno de la Pasión, esculpió la más
lograda efigie que salió de sus gubias...
Hermandad
de Jesús: historia de una efemérides
Juan José García López
«El espíritu del Señor está sobre mí porque él me ungió para evangelizar a los pobres, me ha enviado a anunciar a los cautivos liberación y a los ciegos visión, a poner a los oprimidos en libertad, a proclamar el año de gracia del Señor».
(Lucas 4,18-19).
La Iglesia de la Merced a comienzos de los años 70, en tiempos del tardofranquismo. Aunque aquellos curas obreros que cayeron en la retina del olvido, interpretaron fielmente la doctrina cristiana al asumir un verdadero compromiso social.
¿Sería posible esta pancarta en la actualidad? ¡Qué cada uno saque sus propias conclusiones!
Foto: Gentileza de la B.P.M. de Morón
“Después de la muerte de Cristo, el Sábado Santo llegó”, lo que tendrá como consecuencia el epílogo de la Semana Santa en la tierra de Villalón, que abre las puertas a la Resurrección, que simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la oscuridad, de la génesis de una nueva primavera, un despertar de la vida que influye en nuestro estado de ánimo, entre efluvios de incienso y azahar.
Con
la llegada de la Cuaresma la retina del recuerdo me extrapola fugazmente
imágenes de mis tiempos de párvulos en el antiguo colegio de doña Concha, que estaba ubicado en la calle de las Morenas, a mediados de los años sesenta del pasado
siglo, cuando era obligatorio asistir a misa en la Iglesia de San Miguel
“Catedral de la Sierra Sur”, en tiempos del párroco don José Armario Ortega.
Para los zagales de mi época, asistir a misa era obligatorio en aquellos tiempos pretéritos. A cada alumno se nos entregaba un pequeño cartón cuadriculado con los domingos y fiestas de guardar que debería ser presentado al "maestro", que nos esperaba para sellarlo al final de la misa.
¡Hay de aquel que no apareciera por la misa sin sellar el cartón, porque el lunes siguiente se le podía caer el pelo!
Recuerdo un domingo que tuve que asistir a dos misas: la primera en el Colegio Salesianos, teniéndome que ir lo más rápido posible para San Miguel y de este modo, poder entregar al final de la misa el dichoso cartoncito para ser sellado. De esta manera podría justificar mi asistencia a la misa el lunes por la mañana en el colegio ¡Faltaría más!
Al comenzar la Cuaresma nuestra mirada captaba desde la perspectiva de un párvulo varios pasos, sin los Titulares colocados, que aún permanecían ubicados en sus retablos correspondientes, cerca de la sacristía de la Iglesia de San Miguel. Durante la misa, nuestra retina captaba los rayos de sol que penetraban a través de las vidrieras policromadas que se proyectaban entre los bancos mientras el órgano de la iglesia era tocado por un hombre ciego que se llamaba "Eduardo Rodas Alcántara", junto al coro, otorgándole cierta solemnidad a la ceremonia religiosa:
¡Santo, Santo, Santo es el Señor!..
La llegada de la primavera significaba que las vacaciones de Semana Santa [que esperábamos con ansiedad] estaban próximas, lo que nos permitiría realizar un paréntesis en aquellas tardes pardas y frías de invierno "tras la monotonía de la lluvia tras los cristales", y dejar de cantar aquella lección “dos por una dos, dos por dos cuatro".
También permanece grabado en la retina de mi recuerdo aquellas madrugadas del Viernes Santo cuando el sonido de los tambores rompían el silencio de la noche por el puerto de Jesús, despertándome sobre las dos de la "madrugá" para ver al Señor de Morón, Nuestro Padre Jesús de la Fuensanta, San Juan y la Virgen de los Dolores, cada uno en su paso correspondiente.
Una
impresionante fila de nazarenos con los cirios encendidos y colocados junto al cíngulo de esparto descendía lentamente iluminando la
calle Ancha, Álamos y Molinos para enfilar la Calzadilla en busca de Santa
Clara mientras la Virgen de los Dolores comenzaba a descender por el puerto de Jesús. Aquella procesión me parecía interminable por su gran número de hermanos cofrades y hermanas que iban detrás de los Titulares de la Hermandad de Jesús.
Como tampoco puedo olvidar aquel olor a churros [de los inolvidables Tomás y Rosario, cerca de la Cilla de la Cruz Dorada] cuyos efluvios impregnaban nuestros sentidos, mientras una desgarradora saeta rompía el silencio de la gélida noche con la mirada puesta en el cielo, ya que si llovía, la procesión de "la madrugá", tendría que darse prisa por la calle de los Espinos en busca de su templo.
Como tampoco puedo olvidar aquel olor a churros [de los inolvidables Tomás y Rosario, cerca de la Cilla de la Cruz Dorada] cuyos efluvios impregnaban nuestros sentidos, mientras una desgarradora saeta rompía el silencio de la gélida noche con la mirada puesta en el cielo, ya que si llovía, la procesión de "la madrugá", tendría que darse prisa por la calle de los Espinos en busca de su templo.
Antiguo paso de Cristo de la Hermandad de la Buena Muerte |
A la mañana siguiente de haber pasado una procesión, muchos zagales
dedicábamos la mañana en arrancar de las calles empedradas la cera depositada por
los nazarenos utilizando una pequeña navaja. Los niños "implicados de alguna
forma en el desfile procesional", formaban una bola de colores, que la
mostraban orgullosos, entre los de su edad.
Ya en la casa me calentaba mi padre la cera recogida en un pequeño envase de lata al que le añadíamos un hilo como especie de pabilo para poder encenderlo. Posteriormente se depositaba aquel trozo de vela multicolor en una caña de "encalá" seccionada en su parte final que previamente habíamos recogido de los cañaverales junto al río Espartero -cuando íbamos con nuestros progenitores los domingos a pasear al campo- y que nos servía como si fuera un humilde cirio. Una lata de tomates vacía de cinco kilogramos recogida en alguna tienda cercana la utilizábamos como tambor con dos palillos que recogíamos en una carpintería cercana y ya teníamos nuestra particular “banda de tambores" con sonidos estridentes. Una frágil caja de fruta con una imagen de algún almanaque, se le añadían dos velas y algunas varitas de San José y nuestra humilde cofradía estaba en la calle.
¡Era la inocencia de
la edad!
También
la retina del recuerdo me trae también aquel Domingo de Resurrección a mediados de
los años sesenta del siglo pasado, cuando iba a visitar a una tía mía, muy
cerca de San Miguel. Al escuchar aquella banda de cornetas y tambores del colegio de
los Salesianos que acompañaba a un santo que era llevado a hombros por los alumnos, me
acerqué para observarlo. Pasado algunos lustros, nadie de mis amigos y conocidos
recordaba algo tan fugaz que viví en primera persona y que a veces, pensaba si tal vez, no lo habría soñado.
Pero,
¡no había sido un sueño!
En
el nº 20 de la revista “Morón Cofrade” del 4 de marzo de 2017 en su página 67
un artículo del profesor Felipe López Rincón me refrescaba la memoria al dejar
constancia por escrito de que en el Colegio Salesianos existió una “Hermandad
de Resurrección” en la época de don Rafael Infante de Cos (1963-1967) y don
José González (1967-1970).
Recuerdo que mis padres -a los que he venerado siempre-, quisieron matricularme en el Colegio Salesianos al ser un referente como escuela, allá por el curso 1964-65 en tiempos del director Rafael Infante. Un día acompañé a mi padre al colegio para realizar la matrícula pero el director le manifestó que el plazo se había cerrado.
¡Qué mala suerte, pensé!
Pero la casualidad quiso que dos semanas más tarde, dos nietos de un importante empresario de Morón fueran matriculados -evidentemente fuera de plazo-. Mi padre que en aquellos entonces trabajaba en su fábrica, fue a darle las quejas al cristiano director, sin que obtuviese resultado alguno. Como era muy niño no entendía nada pero años más tarde, iría observando que los colegios religiosos siempre han estado vinculados con la clase más conservadora “a la derecha, y no precisamente del Padre”.
Recuerdo aquel año de 1970 cuando estudiaba el primer curso del antiguo bachiller siendo un niño. Se acercaba la Semana Santa de mi pueblo y el cura de San Francisco en aquella época, don Luis Bellido -antiguo profesor de religión por aquellas fechas en el antiguo "Instituto Nacional de Enseñanza Media (I.N.E.M.)", hoy Fray Bartolomé de las Casas, me entregó un traje de monaguillo de color negro para que pudiera salir en mi hermandad aquel miércoles santo.
Ni que decir tiene que me embargó una tremenda alegría, al poder salir con mis amigos en la cofradía de mi barrio que fuera fundada por el antiguo párroco don Javier Pérez Montero en 1965, a la que tenía y sigo teniendo el máximo cariño ¡Cuántos recuerdos!
Los que peinamos alguna que otra cana no podemos evitar de vez en cuando realizar alguna que otra mirada retrospectiva al rebuscar en la retina de nuestro recuerdo. Eran tiempos de zagal junto a aquella Semana Santa de gratos recuerdos, cuando mi madre me planchaba aquella túnica de nazareno de San Francisco, con el mayor esmero posible, en la que muchos pasos de las cofradías más humildes llevaban ruedas, al no poder hacerle frente a los gastos de los costaleros. Recuerdo en la antigua Hermandad de San Francisco a Cipriano, Paco Romero, Sebastián o Gonzalo entre otros, que cada primavera hacían verdaderos milagros para sacar su hermandad a la calle.
También recuerdo aquéllos costaleros mayores de mi pueblo que ganaban su
humilde jornal “jornaleros” debajo de aquellas trabajaderas durante la Semana
Santa -después de haber terminado su jornada laboral- esperando que la cofradía
terminara su itinerario establecido para recibir su merecido estipendio, que
contribuía para aliviar un poco las fatigas económicas del hogar.
Sin pretender herir sensibilidades, es
evidente que a través de la Semana Santa la clase conservadora local en su
vanidad reforzaba su “status quo”. Nuestra retina capta cada año a determinadas
familias burguesas -al igual que en Sevilla- con su extra de gomina
correspondiente como manda la liturgia, permaneciendo delante de los pasos en determinados lugares
céntricos, saludando y siendo saludados con abrazos incluidos como manda la
tradición, formando parte como fiel escaparate
de una realidad sociológica.
Ya lo señalaba Isidoro Moreno en su libro “La Semana Santa de Sevilla” que se está popularizando la costumbre sevillana que ciertos cargos importantes de no vestirse de nazarenos para acompañar durante todo el trayecto, con traje bien planchado y medalla al cuello, delante del paso de palio y al lado del capataz, repartiendo saludos y sonrisas, haciendo bien ostensible quien es el que dirige el cotarro “cofrades sin antifaz”.
Y también hay que señalar la moda interesada de ir delante del palio de ciertas cofradías en determinados lugares “figurantes o figurones” para saludar y ser saludados. Las hermandades han sido utilizadas en los últimos años como pedestal para un intolerable juego de vanidades, lo que “supone un verdadero atentado a los valores religiosos y valores populares”.
No es nada extraño que en tiempos pretéritos
y no tanto, existiesen determinados “cofrades” que han utilizado la Semana
Santa como una magnífica plataforma para mejorar su vida social con la altura
de miras puesta en mejorar su empleo o ampliar su cartera de negocios dentro
del mundo de las cofradías.
Recuerdo hace algunos años
en una céntrica taberna de mi pueblo estar presente en una conversación entre
amigos [antiguos cofrades y costaleros] que manifestaban:
…¡Tú conoces perfectamente y sabes de lo que estoy hablando!
Hasta no hace mucho tiempo, el director espiritual de un determinado colegio religioso vinculado con la clase conservadora local tenía potestad para influir, en importantes empresas de la localidad y ejercer su influencia moral en colocar a determinados “cofrades” vinculados con el “nacionalcatolicismo” de su época ¡Faltaría más!
En las capitales de provincia, esta circunstancia se diluye un poco por la magnitud de las hermandades ya que no todo el mundo se conoce, pero en los pueblos las Hermandades están formadas por cientos de hermanos cofrades y cualquier comentario por "personas serias" tiene su proyección correspondiente.
También recuerdo otra
conversación cofrade -a nivel de mostrador- en el antiguo "Bar
Escalón" del inolvidable Manolo, donde se encontraban varios costaleros de
diferentes hermandades teniendo ciertos desencuentros por alguna que otra
contingencia laboral, entendiendo presuntamente uno de ellos que los costaleros
de una determinada cofradía con mayor influencia tenían mayores posibilidades
de ser contratado que otra… Todo ello estaba motivado, porque presuntamente un
hermano mayor de la época ejercía ciertas influencias sobre la Administración
Local en la que ejercía de responsable de un determinado departamento. Es
evidente que el mundo financiero y de las antiguas cajas de ahorros no ha sido
ajeno a aquella "feria de las vanidades" y en los pueblos “lo que
está a la vista, no necesita candil”.
Incluso dentro de la feria
de las vanidades, siempre ha existido algún que otro señorito andaluz "con
posibles" que aprovechaba alguna que otra reunión de claveros para pagar
con “talón en mano y a la vista de todos" los arreglos de algún tejado
deteriorado o para emprender alguna mejora en su hermandad.
También se me viene a la memoria algunos
desencuentros por culpa siempre de la dichosa vanidad, que dejó de lado a alguna que otra camarera que vestía con el máximo primor a una Virgen de manera altruista durante muchos
años para satisfacer los egos de otros que comenzaban a ejercer su influencia en la nueva clavería,
al igual que dos grandes capataces que permanecen en la retina colectiva de mi
pueblo y que llevaban muchos lustros guiando el paso de su vida. De la noche a
la mañana [por culpa de los nuevos egos] su magisterio cofrade ya no sería necesario.
Durante
la Cuaresma -dentro del ciclo anual cofrade- nos encontramos a las cuadrillas
de costaleros que comienzan sus ensayos acompañados de la música cofrade. Los
días previos a la Semana Santa predominan los numerosos vía crucis, las
tertulias en la radio, presentación de libros, revistas y carteles -con la
máxima calidad- promovidos por las tertulias cofrades, concursos de fotografías
y exaltación de la saeta, efluvios de incienso en bares y tabernas relacionados
con alguna cofradía, la colocación de vallas y el palquillo, señalización de
cera en la calzada, “procesiones” de algunos colegios, etc…hasta que llega el
Viernes de Dolores por la tarde, donde cientos de cofrades con su traje recién
planchado -sobre todo en Sevilla-, comienzan la visita a los Titulares de las
Hermandades mientras los Ayuntamientos ultiman el Plan de Tráfico para la
Semana Santa.
Todos los Viernes de Dolores muchos centros escolares celebran la
previa de la Semana Santa. Este hecho es observado desde
dos prismas diversos: muchos ciudadanos lo entienden como el camino para la
Semana Santa del futuro en forma de semilla cofrade. Sin embargo, otros lo
entienden como la utilización de la infancia bajo el pretexto de “tradiciones
populares” o adoctrinamiento en un estado laico o aconfesional.
¡Qué cada uno
saque sus propias conclusiones!
El
domingo previo al Domingo de Ramos comienza en el Teatro Oriente el magnífico
pregón presidido por el Excmo. Sr. Alcalde y el Rvdo. Cura Párroco de la
Iglesia Mayor y más antigua de San Miguel Arcángel acompañado por el Sr.
Presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías y los Hermanos
Mayores de las distintas Hermandades de Morón sin olvidar la banda de música
que interpretan marchas procesionales tradicionales. Numerosos cofrades de
todas las hermandades asisten a tan magno acontecimiento -hasta llenar el
aforo- que precede a la Semana Santa, la fiesta barroca donde participan todos
los estratos de la sociedad.
No hace mucho tiempo, me enteré que todas las túnicas de nazarenos y de los sacerdotes deben de llevar 33 botones (los años que tenía Jesús cuando fue crucificado).
La Iglesia de San Miguel sería denominada por vez primera “La
Catedral de la Sierra Sur” a mediados de los años 70 del siglo pasado por el
profesor emérito de historia, don Juan Fernández en el antiguo Instituto
Nacional de Enseñanza Media “I.N.E.M. de Morón”, denominado posteriormente “Fray Bartolomé de las Casas”.
Todas
las primaveras brotan los efluvios que produce el azahar, la cera y el incienso
que se mezcla con el olor de los calentitos “churros” en la madrugá impregnando nuestros sentidos y emociones mediante un código cultural compartido donde el
respeto y la tolerancia entre los creyentes y no creyentes dan como resultado
la interiorización de ese código cultural, aprendido desde los primeros años de
nuestra vida en el ámbito familiar, vecinal, del barrio y de la ciudad.
Es
cierto que los pueblos que más cantan son que más sufren y el pueblo andaluz
tiene experiencia a lo largo de su historia. Por tal motivo, durante la Semana
Santa la saeta se convierte en un referente, lo mismo que la seguiriya en el
flamenco expresa el sufrimiento del ser humano.
...Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz...
La saeta, de Antonio Machado
La saeta es una copla breve compuesta de cuatro o cinco versos octosílabos cantadas entre martinetes o seguiriyas a los Titulares de la Hermandades.
La
Semana Santa es la fiesta barroca de la primavera que impregna nuestra retina y
un referente de identidad cultural andaluza, sevillana, y por tanto de mi
pueblo [Morón], ubicado en la frontera de su propia esperanza. Grandes imagineros
guardados en la retina cofrade han creado escuela al realizar grandes retablos
y tallas de sus Titulares que procesionan en Sevilla y su archidiócesis.
La
Semana Santa coincide con la primera luna de la primavera donde los pétalos del
azahar florecen e impregnan nuestros sentidos simbolizando el triunfo de la
vida (primavera) sobre la muerte (el invierno). Sin la muerte de Jesús no
existiría resurrección cristiana.
Los
pasos de Cristo simbolizan la muerte y los pasos de palio, el triunfo de la
vida sobre la muerte. Y es lógico que en una cultura con raíces agrícolas
milenarias como la andaluza, fuera la figura de la mujer quien encarnara la
vida “la Madre-Virgen”. Triunfa la naturaleza, resurge la vida en el aire, en
las plantas, en los olores, en los ojos, en la sangre. Frente a la umbría de
los pasos de Cristo entre hachones, la incandescencia viva y cegadora de la
candelería de los palios.
El eco de una saeta o la revirá de un paso de palio salvando la angostura de las esquinas más cofrades cobran vida gracias al trabajo de los costaleros, cuando con paso firme comienzan la subida de la Fuensanta, la calle Padre Galán, la calle las Morenas, Arquillo, calle Ánimas o la antigua alpargatería frente a la Plazoleta Meneses para enfilar la calle Sagasta en busca de Santa Clara, entre una explosión de cirios que antecede a los pasos de palio entre el entusiasmo de la gente de toda clase ideológica y social, que espera una nueva revirá en el Convento de las Clarisas para poder plasmar con su cámara de fotografía tan magno acontecimiento sin olvidarme de la entrada de la Cofradía de San Francisco [ya de madrugada] en su iglesia homónima.
Durante "la madrugá" será el
café, el anís machaco, las torrijas, los churros y los pestiños como productos
tradicionales los que combatan la agradable somnolencia que produce esa grata
espera bajo el ligero dolor de pies en la bulla esperando a Nuestro Padre Jesús
con la Virgen de los Dolores que muchos volverán a ver de nuevo en Santa Clara,
San Miguel y en su barrio hasta vuelva a la Ermita de Fuensanta.
Son
las sensaciones que otorga la Semana Mayor dentro de la identidad cultural de
nuestra tierra como fenómeno sociocultural
rico y poliédrico donde la fiesta de la primavera se convierte en un
desfile de arte barroco entre excesos de emociones que cada año se supera
exponencialmente y que aunque no venga bien con los orígenes del Evangelio, la
religión y la Iglesia han pasado a un segundo plano ocupando la religiosidad
popular otro ámbito que desborda lo estrictamente religioso.
Recuerdo aquellas tardes de mi infancia
-fuera del horario escolar- cuando se escuchaba el eco de los tambores en el
Colegio Salesianos de Morón, para dar mayor esplendor a la Semana Santa de la
época. Era el preludio de la Cuaresma, el inicio de la primavera y del buen
tiempo y por consiguiente, los pasos “del latín passus -escenas bíblicas-” hacían
su presencia en los templos esperando que las condiciones meteorológicas
permitieran realizar un desfile procesional esperado por todos los cofrades.
Me cuenta en la Residencia de Mayores “San Francisco” de Morón un antiguo costalero, jornalero del costal “Antonio”, que en aquella época -donde el hambre y la necesidad tenían vía libre para penetrar en casi todos los hogares de Morón -la hermandad o algunos hermanos con recursos, les obsequiaban durante el itinerario de la cofradía -en unos puntos determinados- con una copa de aguardiente acompañada de algunos dulces. La Goleta, Ferretería Arrones, Quiosco de la Carrera, Bodega de los González o la Blanca Paloma, son un ejemplo de ello.
Recuerda también el amigo Antonio en su vida de costalero que a comienzos de la década de los 50 del pasado siglo cobraban por sacar una cofradía unas 15 pesetas cada costalero terminando cobrando en 1965 unas 125 pesetas por cada una. Cuando terminaba la Semana Santa habían ganado un jornal muy necesario en las frágiles economías de sus hogares siendo invitados todos los costaleros a una comida que daban las hermandades en la antigua y desaparecida “Bodega de los González”.
Doña Teresa Carmona era hermana mayor de la Soledad antes de 1965 e invitaba después del Sábado Santo a comer a la clavería, capataz y carpinteros. En 1967 era hermana mayor de la Soledad, doña Arias de la Reina (Calvillo) y la hermandad contaba ya con pocos nazarenos. Recuerdo aquel año porque abrieron el Instituto Nacional de Enseñanza en la Alameda y tal vez fue el último que realizara de su salida procesional porque un compañero de clase de mi hermano me echó vela en la mano y ese hecho se me ha quedado grabado en la retina. Incluso algún que otro año, debido a la falta de costaleros, no era nada extraño que le hicieran el compromiso a algún que otro gañán "bracero o trabajador agrícola" para completar la cuadrilla de costaleros.
Recuerdo de niño cuando a la Hermandad de Jesús salía a las 2 de la madrugada. Cuando le sorprendía la lluvia por la calle Ancha se volvía por la calle de los Espinos para recogerse. Entonces, el paso sobre el que procesionaba Nuestro Padre Jesús era el que realizara con su magistral gubia, en la calle San Miguel, Manuel Lucena Garabito en 1949 y sobre el que actualmente procesiona el Santísimo Cristo en la Agonía del Huerto.
En una de tantas "madrugá", cuando la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Fuensanta y Nuestra Señora de los Dolores vuelve a incluir en su itinerario la calle de los Espinos, a la altura de la esquina de dicha calle con la calle Boque, Padre Galán y García Marín [Cruz Dorada], quiso la casualidad que el capataz del paso de Nuestro Padre Jesús, al observar el uniforme blanco que llevaba aquella fría “madrugá” del Viernes Santo, tuviera la deferencia en aquella esquina de dedicar aquella “levantá” del Señor de Morón “a todos los ancianos y enfermos de las Residencias y del Hospital junto con todas las personas que los cuidaban”.
El que escribe estas humildes letrillas que prestaba entonces sus humildes servicios como auxiliar de clínica en la Residencia de Mayores “San Francisco” de Morón sintió una gran emoción mientras duraba aquella "chicotá" quedando aquel gesto por parte del capataz grabado para siempre en la retina del recuerdo y que quiero compartir por tan elevada altura de miras. El silencio de la noche quedaría roto por una "saeta" cantada por nuestro paisano Paco Camacho, desde el balcón de Jerónimo Velasco, cariñosamente conocido como "Pecholata".
También
se me viene a la memoria, sobre la mediación de los años 70 del pasado siglo,
donde existían algunos pasos sobre ruedas “la popular Borriquita", el paso de "Ntra. Sra. Del Mayor Dolor “La Merced”, "María Santísima de la Amargura", de los
Salesianos o los pasos del "Santísimo Cristo en la Agonía del Huerto" y "María
Stma. de Loreto", de la Hermandad de San Francisco o "María Stma. de los Dolores" [sin palio], de la Hermandad de Jesús, sin olvidar los cientos de metros de alambre
que sujetaban las deterioradas jarras de los pasos de Virgen porque los
recursos de algunas hermandades eran muy escasos.
La subvención del Ayuntamiento de Morón al Consejo General de
Hermandades ha consistido en 15.000 euros en 2018 para ayudar económicamente en
la medida de lo posible a la Semana Santa de Morón, declarada de Interés
Turístico Nacional. Gracias a ellas, el municipio se beneficia de la visita de
miles de visitantes. Pero la Semana Santa ha evolucionado con el paso del
tiempo aunque tuvo épocas de esplendor y decadencia.
La
Semana Santa de Morón cuenta con más de 500 costaleros y más de 5.000 hermanos.
El número de hermanos de una hermandad que visten de nazarenos con respecto a
otra determina la máxima devoción a dicha hermandad. La Hermandad de Nuestro
Padre Jesús de Morón es la que más devoción despierta en Morón siendo la dueña
de "la madrugá" con un cuerpo social de 2.100 hermanos. Se dan casos de hermanos
que son cofrades o costaleros en varias hermandades.
La
mayoría de los hermanos se visten de nazarenos por tradición, porque es la
cofradía de su barrio o porque los apuntaron sus padres desde niños. Muy
pocos [aunque los hay] dirán “porque soy muy católico” o “para alimentar mi fe
cristiana”. Es cierto que dentro de una hermandad se aprecian relaciones de
sociabilidad. Todos los esfuerzos se dedican a su salida anual aunque la
caridad y solidaridad es un complemento de las cofradías mientras no interfiera
su desfile procesional.
Muchos cofrades al terminar la Semana Santa comienzan a contar en
su calendario cofrade los días que faltan para llegar al Domingo de Ramos
siguiente.
Llegada
la estación de penitencia comienza el reparto de papeletas de sitio, el
retranqueo, fundir la cera en la candelería, vestir a la Virgen, colocar al
Cristo elevándolo en el aire con una soga cogida de una carrucha colocada en la
cúpula de la iglesia o en el coro, si es un crucificado “La Compañía”, poner
los respiraderos y faldones, colocar en el altar las insignias, etcétera. Son
días de trabajo dirigido por los priostes, mientras que los secretarios y
diputado mayor componen los tramos de nazarenos teniendo en cuenta la antigüedad
de cada uno y también, facilitar a quienes paguen su papeleta de sitio.
¡Sólo falta que acompañe la meteorología para realizar una grata
estación de penitencia y a disfrutar de las revirás entre las callejuelas estrechas y
sinuosas que cada cofrade guarda en su retina!. Si la lluvia sorprendiera
alguna cofradía, muchos hermanos pueden correr el riesgo de que les sorprenda una crisis de
ansiedad, como la que ocurrió en la calle San Miguel cuando las inclemencias meteorológicas sorprendieron a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora de los Dolores aquel Viernes Santo de 2009 -que también le sorprendiera la lluvia en 2018- o aquel triste Domingo de Ramos de 2016 cuando "la Borriquita" se vio sorprendida en la calle
Sagasta bajo un fuerte aguacero acompañado de granizo que deslució su desfile procesional.
La Semana Santa de Morón constituye un fenómeno cultural profundamente enraizado en las costuras de mi pueblo, que desborda lo estrictamente religioso, y que la convierte en uno de los principales elementos de identificación de Morón y de su área de influencia, siendo reconocida desde 2004 como Bien de Interés Turístico de Andalucía.
Una de las mejores fechas para visitar Andalucía es durante la primavera coincidiendo con la Semana Santa, cuando el azahar abre sus pétalos embriagando con sus efluvios nuestros sentidos. Sería impensable el poder concebir la Semana Santa sin las cofradías, como brazos seglares de la Iglesia. Baste recordar aquella incompleta Semana Santa de Morón, cuando la cofradía del Lunes y Sábado Santo dejaron de realizar sus estaciones de penitencia durante muchos años por carecer de recursos. ¡Se trataba de una Semana Santa incompleta!
Aquella efímera hermandad del Domingo de Resurrección nunca se echaría en falta porque no enraizó en nuestra Semana Mayor.
Durante
el último cuarto del siglo XX los hermanos costaleros han sido una de las
novedades más importantes de la Semana Santa, acentuando el protagonismo de los
jóvenes, determinando el ahorro económico por parte de las hermandades. Gracias
a los jóvenes hermanos costaleros la Semana Santa de Morón despertó de su
letargo a partir de 1979.
Presencia de la mujer en las cofradías de Morón
Los que peinamos alguna que otra cana recordaremos cómo hasta tiempos no muy pretéritos se discriminaba a las mujeres en las hermandades, al impedírseles vestir la túnica de nazareno. Muchas veces se veían obligadas a dar el nombre de su padre o hermano. Era el fiel reflejo de la sociedad de una época, felizmente superada.
Aunque el número de mujeres sigue aumentando exponencialmente en las hermandades desde finales del siglo pasado y comienzos del presente, la mujer va abriéndose paso en el mundo cofrade. Aunque sólo una minoría llegará a ocupar cargos de cierta responsabilidad como el de hermano mayor o la mayordomía.
Recuerdo a finales de los
años 70 cuando una antigua compañera de estudios en el antiguo Fray Bartolomé de las Casas nos manifestaba que salía en la Hermandad de Jesús durante "la madrugá" dando el nombre de su
hermano, pero sin quitarse el antifaz.
En aquella época la mujer
estaba discriminada al no poderse vestir de nazarena debido al
conservadurismo dominante en la mayoría de las Juntas de Gobierno de las
cofradías integradas exclusivamente por varones. Y Morón, al igual que Sevilla
no podía ser menos. Actualmente, la presencia de la mujer en las hermandades constituye un pilar fundamental en la vida de éstas.
El Viernes Santo "21 de marzo de 2008" saldrían por vez primera en Morón las
primeras hermanas costaleras en la Hermandad del Santo Entierro,
llevando el paso de la Virgen de las Angustias. Diez años más tarde, la
cuadrilla se encuentra consolidada con 35 costaleras.
Desde el punto de vista
externo, la Semana Santa de Morón se compone de una Agrupación Parroquial que
recorre el barrio del Pantano durante el Viernes de Dolores y 9 cofradías que
recorren las calles de Morón -la popular Borriquita, durante la mañana del Domingo de Ramos,
siete cofradías por la tarde-noche y una durante la madrugá por las calles de Morón. De
ahí esa religiosidad popular que observa al Cristo de su barrio de manera
subjetiva.
Cuando termina la Semana
Santa las Sagradas Imágenes vuelven colocarse en sus lugares de culto en las
iglesias y la vida comienza a secularizarse hasta la Cuaresma siguiente que
comienza un nuevo ciclo.
Las Hermandades y Cofradías son un componente fundamental en la
Semana Santa. Sin ellas, la Semana Santa [tal y como hoy la conocemos],
carecería de sentido. Si una Semana Santa lloviera se podría decir que no ha
existido ese año la Semana Santa. Su salida procesional a la calle es el acto
más importante de una cofradía en el contexto de la cultura andaluza. Incluso a
los no practicantes y agnósticos e incluso ateos les gusta la Semana Santa en
la medida que coincide con la primavera, con el olor a azahar e incienso que
impregna nuestros sentidos al ver desfilar un museo por las calles andaluzas.
Existen cofrades escasamente religiosos y sin embargo, no faltan a la salida de
su cofradía.
Es
ya tradicional el Jueves y Viernes Santo observar a muchas damas vestirse de
mantilla de riguroso color negro, manga larga y el vestido por debajo de la
rodilla, "como Dios manda". También una representación de las más
altas esferas de nuestra sociedad se proyectan en tan magno acontecimiento del
Viernes Santo acompañando el Santo Entierro.
La
Semana Santa de Morón se compone actualmente de nueve Hermandades y una Agrupación
Parroquial.
1. Viernes de Dolores
AGRUPACIÓN PARROQUIAL Y SACRAMENTAL DE NTRO. PADRE JESÚS DE LA SALUD Y EL PERDÓN EN SU SOBERANO PODER ANTE PILATOS, MARÍA STMA. DE LOS ÁNGELES Y DE LA CRUZ EN SUS MISTERIOS DOLOROSOS, NTRA. SRA. DEL ROSARIO Y EL BENDITO PATRIARCA SAN JOSÉ.
Ntro. Padre Jesús de la Salud, obra de Martín Nieto fue bendecida el 28 de febrero de 2015.
La Virgen de los Ángeles, obra del mismo autor, fue bendecida el 28 de septiembre de 2019.
2. Domingo de Ramos por la mañana “La Borriquita”
HERMANDAD Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL STMO. CRISTO DE LA BONDAD EN SU ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN, MARÍA AUXILIADORA, SAN JUAN BOSCO Y SANTO DOMINGO SAVIO.
Obra realizada en los talleres de Olot (Gerona) en 1964.
3. Domingo de Ramos por la tarde
HERMANDAD Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE NTRO. PADRE JESÚS CAUTIVO [obra de Antonio Illanes en 1944] Y MARÍA STMA. DE LA PAZ [obra de Manuel Echegoyán en el mismo año].
4. Lunes Santo (tarde)
HERMANDAD DEL STMO. CRISTO DEL CALVARIO [obra de Francisco Reyes Villadiego en 1989] Y NTRA. SRA.DEL MAYOR DOLOR [del mismo autor en 1988].
5. Martes Santo (tarde)
FERVOROSA HERMANDAD DEL STMO. CRISTO DE LA BUENA MUERTE [obra de Rafael Barbero en 1945], MARÍA STMA. DE LA AMARGURA y San Juan Bosco “Los Salesianos” [obra del mismo autor en 1948 y reformada por Pineda Calderón en 1959].
6. Miércoles Santo (tarde)
HERMANDAD SACRAMENTAL Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL STMO. CRISTO DE LA AGONÍA EN EL HUERTO [obra de Martín Nieto en 2006] y MARÍA STMA. DE LORETO [obra de Pineda Calderón en 1962].
7. Jueves Santo (tarde)
REAL Y ANTIGUA HERMANDAD DE GLORIA DE LA SANTA CRUZ Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL STMO. CRISTO DE LA EXPIRACIÓN, NTRA. SRA. DE LA ESPERANZA Y SAN IGNACIO DE LOYOLA “La Compañía”. Ambas obras de Antonio Illanes, bendecidas en 1931.
8. Viernes Santo (Madrugada)
REAL, MUY ANTIGUA, ILUSTRE Y FERVOROSA HDAD. DE NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO [obra realizada por Antonio Castillo Lastrucci en 1940], MARÍA STMA. DE LOS DOLORES [Pineda Calderón en 1941] Y SAN JUAN EVANGELISTA [Pineda Calderón en 1959].
9. Viernes Santo (tarde)
HERMANDAD DEL STMO. CRISTO YACENTE [obra anónima del siglo XVIII], NTRA SRA. DE LAS ANGUSTIAS Y STMO. CRISTO DE LA VICTORIA “Santo Entierro” [obra de Luís de Peña fechada en 1620].
10. Sábado Santo (tarde)
ILUSTRE Y FERVOROSA HERMANDAD DE ESCLAVITUD DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES EN SU SOLEDAD “La Soledad” [obra anónima restaurada en 1957 por Sebastián Santos].
En el Colegio Salesianos existió una “Hermandad de
Resurrección” para llenar el vacío que existía en la Semana Santa de Morón el
Domingo de Resurrección. Duró solamente tres años desde 1967 a 1969.
“DAR A
DIOS LO QUE ES DE DIOS, Y AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR"
En 1937 se colocó una placa en la fachada del Ayuntamiento
-recientemente quitada- que conmemoraba la consagración de la ciudad al Sagrado
Corazón de Jesús.
El martes 2 de junio de 1964 fue aprobada una moción al pleno extraordinario que nombraba a La Virgen Macarena "Alcaldesa Honoraria de Morón de la Frontera".
El martes 2 de junio de 1964 fue aprobada una moción al pleno extraordinario que nombraba a La Virgen Macarena "Alcaldesa Honoraria de Morón de la Frontera".
Por el alcalde-presidente de la Corporación municipal de Morón de la Frontera:
Es nuestro deseo, señor hermano mayor, entregar a la Virgen el atributo de Mando y Gobierno de Morón de la Frontera, depositándolo en sus andas, para que sea portadora del mismo en ese desfile procesional, triunfal y glorioso, por las calles de Sevilla, que ha de tener lugar en breves instantes...
ABC, jueves 4 de junio de 1964, pág. 24
Acta de la sesión extraordinaria celebrada por éste Excmo. Ayuntamiento Pleno, el día 21 de mayo de 1964.
...Honra de la Virgen de la Esperanza Macarena, nombrándola Alcaldesa-Perpetua de nuestra ciudad quedando para siempre bajo su divina protección nunca negada...
...Asimismo se acordó igualmente por unanimidad que la Corporación Municipal se traslade a Sevilla el Día de la Coronación Canónica y comparezca para hacer solemnemente ésta declaración de la que se nos seguirá demandando si no cumplimos.
Y siendo éste el único punto del Orden del día, se levanta la sesión de Orden de la Presidencia, y de todo lo cual yo el secretario, doy fe.
Archivo municipal de Morón de la Frontera
Registro de Actas del Pleno, signatura 2744. F,16V-17R
Con motivo de la Coronación de Ntra. Sra. de la Esperanza Macarena, el Ayuntamiento de Morón quiso sumarse al fervoroso homenaje de toda Sevilla a la Stma. Virgen nombrándola Alcaldesa Honoraria de Morón de la Frontera. La Corporación se trasladó a Sevilla para depositar a las plantas de la Celestial Señora el atributo de mando de la Alcaldía.
Fuente Revista de Feria, 1964
En 1995 el Pleno del Ayuntamiento de Morón le concedió la medalla
de oro de la ciudad a Nuestro Padre Jesús de la Cañada.
El 24 de mayo de 2008 el Pleno del Ayuntamiento nombra a María
Auxiliadora, alcaldesa de Morón.
En enero de 2017 la tertulia cofrade "Pasión por Morón", según el número 21 de "Morón Cofrade" de 24 de febrero de 2018, solicitó al Ayuntamiento de Morón la concesión de la medalla de oro de la ciudad a la Inmaculada Concepción.
¿Es posible que en el futuro se le pueda conceder alguna medalla a todos los Titulares de las Hermandades por su vinculación con nuestro pueblo?
No cabe duda, de que en un Estado aconfesional sería necesaria una desvinculación entre el poder civil y religioso dando a Dios lo que sea de Dios y al César lo que sea del César.
Esa separación en nuestro pueblo entre lo municipal y lo religioso se hizo evidente y real entre 1988 y 1991, en el período en el que yo fui alcalde porque, entre otras cosas, me negué a presidir la procesión del Santo Entierro para dejar constancia de la separación entre lo civil y lo religioso, entre el Estado y la Iglesia, entre lo que es Dios y lo que es del César, aún a sabiendas de que tenía un coste electoral importante. Y lo hice y lo volvería a hacer porque queríamos ser coherentes con lo que predicábamos y pensábamos. Otros, sin embargo, hablan del estado aconfesional pero son los primeros que van con las varas y las medallas presidiendo y luciéndose en las procesiones, y están dispuestos a dar todo lo que les piden en forma de subvenciones o de prebendas de cualquier tipo.
Pedro Luis Vázquez, 8 de febrero de 2019
Mercantilización de la Semana Santa
La
Semana Santa considerada por muchas personas una mezcla de fiesta y
catolicismo, es para otros, una bendita ocasión que permite hacer su agosto en
primavera. No cabe duda que durante la Semana Mayor se aglutinan cientos de
miles de personas en un determinado lugar geográfico, lo que contribuye a la
mercantilización de la Semana Santa.
Muchas empresas “se ponen
las botas” con la Semana Santa (paquetes turísticos, ampliación de vuelos y
trenes, hoteles, el negocio de las sillas en las capitales, floristerías,
cafeterías y pastelerías, grandes almacenes, etcétera).
Aunque
la Semana Santa -que me merece el máximo de los respetos- sea un fenómeno
sociocultural vivo que forma parte por derecho propio de la religiosidad
popular y de la memoria colectiva de nuestra tierra, eso no impide que de vez
en cuando, podamos realizar alguna que otra mirada retrospectiva.
Recuerdo aquel Viernes Santo de 2014 cuando acompañé a mi padre
por última vez para visitar la Ermita de la Fuensanta presidida por el Señor de
Morón "Nuestro Padre Jesús Nazareno". Al entrar a mano derecha me hizo
una observación para que observara un cuadro pintado por el pintor moronense
Antonio Ríos de Morón, que llegara a ser el copista más antiguo del Museo del
Prado.
No hacía mucho tiempo que mi padre acompañó al pintor Antonio Ríos para visitar a Nuestro Padre Jesús en su ermita siendo ambos obsequiados por la
clavería con una medalla de Nuestro Padre Jesús de la Cañada, que la guardaba
con el máximo cariño.
Recuerdo gratamente al padre del pintor que se llamaba Juan, un
buen hombre de profesión zapatero remendón -de aquéllos que apuntaban con una humilde tiza en la
suela de los zapatos el precio del arreglo en pesetas. Juan, el zapatero había
vivido en la calle Álamos frente a nuestra casa. ¡Cómo pasa el
tiempo!
Alguien me dijo una vez, que en Morón todo permanecía estancado menos la Semana Santa, al ser lo único que ha mejorado exponencialmente a lo largo de los últimos años ¡Y tal vez, no le falte razón!.
Gracias a la Semana Santa hemos aprendido algunos términos del argot cofrade que la religiosidad popular ha hecho suyos:
Acólito, aguaó, cabildo, capataz, capillita, capirote, carrera oficial, cíngulo, cofrade, Consejo General de Hermandades, costal, costalero, contraguía, cruz de guía, cuadrilla, chicotá, revirá, estación de penitencia, estandarte, igualá, incensario, insignia, levantá, llamador, madrugá, nazareno, palio, palquillo, paso, saeta, tramo, venia y un largo etcétera.
"Capillita". Dícese de la persona que vincula toda su vida al entorno de las cofradías y de la Semana Santa y que cuando termina la Semana Mayor coloca su calendario cofrade pensando en los días que faltan para llegar al Domingo de Ramos siguiente.
P.D. Manifestaba Isidoro Moreno en su magnífico libro "La Semana Santa de Sevilla" como gran fiesta popular y barroca de la primavera, que posee tres principales enemigos: las tabernas, la lascivia y la calle.
Hasta tal punto "ser capillita" es significativo en la tierra de Villalón, que en el año 2015 la Tertulia Cofrade "El Pincel" tuvo a bien dedicarle al vecino Juan Rosado Muñoz [en la esquina de la calle Pósito con la calle Osuna] un azulejo, por vivir siempre con la máxima intensidad y bajo ese halo de emoción que lo caracteriza, la Semana Santa de mi pueblo.
Bibliografía
La Semana Santa de Sevilla por Isidoro Moreno
Enlaces interesantes