viernes, 8 de noviembre de 2024

Las Cubiertas de la Catedral de Sevilla


¡A la memoria de mi amigo Curro, inolvidable maestro de obras y mejor persona, a quien tuve el grandísimo honor de acompañar durante toda su vida!

Blog de Antonio Cuevas




Cuando el grajo vuela bajo en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante didáctico en busca de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla denominada oficialmente “Santa María de la Sede” [en honor a la virgen sedente que fuera venerada por Fernando III el Santo, quien la tuvo en su campamento durante el asedio a Sevilla] para visitar sus desconocidas cubiertas y disfrutar desde las alturas de una bella panorámica de la capital hispalense cuya etimología proviene del término fenicio "Ispal o tierra llana" latinizada por los romanos como Híspalis tras la Segunda Guerra Púnica [201 a.C]. A partir del 712 de nuestra era recibirá el bello nombre de Isbilya durante Al Ándalus, que será cristianizada como Sevilla.

Hicimos un alto en el camino en la Venta de la Vega, en el término de Alcalá de Guadaíra, para dar fe de un buen desayuno cardiosaludable a base de zumo de naranja o café descafeinado acompañado de una respetable tostada de pan de pueblo regada con el tradicional aceite de oliva virgen de la tierra [o zurrapa de lomo en manteca colorá para aquellos que hayan sido bendecidos en el Olimpo del mejor yantar] mientras nos esperaba una mañana de altos vuelos cargada de didáctica historia.



Entramos por la Puerta del Bautismo

Sobre las 10,30 a.m. teníamos concertada nuestra visita guiada [con Antonio como cicerón] en la Puerta del Bautismo de la Catedral de Sevilla [Avda. de la Constitución], que nos irá introduciendo sin prisas en una especie de túnel del tiempo por aquella Sevilla del medievo donde los gremios de constructores, maestros de obras y maestros canteros, llegaron a ser los verdaderos protagonistas en el labrado de las piedras que formarán los enormes pilares, bóvedas, cúpulas, arcos arbotantes, capillas, sacristías, sala capitular, transcoro y fachadas, entre un largo etcétera, hasta forjar la mayor Catedral gótica del orbe conocido. 



La planta de la Catedral de Sevilla no tiene forma de cruz latina sino cuadrada al ser construida sobre una antigua mezquita aljama.



Escalera de caracol realizada por Juan de Hoces [1480]


Después de entrar en la Catedral de Sevilla que alude a su grandeza como "la Magna Hispalensis" que custodia infinidad de secretos, una angosta y sinuosa escalera de caracol pétrea [1480] fijada a un eje central nos acerca al triforio [corredor estrecho entre las naves laterales con sus balaustradas].  Sin prisas comenzamos a divisar casi a vista de pájaro su bello y enorme rosetón catedralicio de los Cuatro Evangelistas con sus vidrieras cargadas de simbología.

El órgano de la Catedral de Sevilla con sus cuatro teclados [uno de pedal]  y más de 15.000 tubos otorga solemnidad al mayor templo gótico del mundo dando la impresión de que el alma se eleva a Dios mientras su luz es tamizada por las vidrieras que envuelve a los fieles bajo su manto.




“Hagamos una Iglesia que los que la vieren labrada nos tengan por locos”
Canónigos de Sevilla, 8 de julio de 1401


Las cubiertas nos permiten observar los arcos arbotantes que actúan como contrafuertes, al derivar el empuje de las bóvedas hacia los contrafuertes y de ahí al suelo. 


La noche representaba a través de las gárgolas al diablo, la lujuria, el pecado


A través de un pequeño canal existente en la parte superior de los arcos arbotantes se evacuan las aguas de las cubiertas hacia el exterior sin dañar la pared del edificio, a través de las gárgolas adornadas de figuras grotescas. 

Los contrafuertes exteriores, pináculos, cúpulas de las capillas, etcétera, nos puede dar una idea del complejo proceso constructivo y evolutivo de la Catedral de Sevilla que continúa pasado los siglos asombrando al visitante.
  • El primer nivel se encuentra a 14 metros, a la altura de las capillas.
  • El segundo nivel a 25 metros, a la altura de las cuatro naves laterales.
  • El tercer nivel a 36 metros, a la altura de la nave central y brazos del crucero.


Vasijas de avería del siglo XV empleadas para enjarrar las bóvedas


También nuestra mirada captaba las azoteas [para cuyas pendientes se compraban en los alfares de Triana los restos de los cántaros y vasijas de barro cocido por su escaso peso]. Así los alfares le daban salida a productos de desecho y los constructores compraban dichos cántaros de avería a buen precio para utilizarlos en las pendientes de las azoteas [assuṭáyḥa].

En las catedrales de la cuenca mediterránea predominaban las azoteas con pendiente mientras que las ubicadas en el interior llevaban tejas, para evitar la humedad.



Los tapones en las azoteas de la Catedral predominan como setas 
Todos tienen 28 cm. de diámetro


Una especie de setas petreas con su carcasa o sombrero  cuya función será no sólo introducir las poleas con cuerdas para elevar los candelabros con velas y los materiales. También para que transpire el edificio de la condensación producida por los fieles. 

En algunas iglesias se utilizan las poleas en el centro de la cúpula durante la Cuaresma para subir al Cristo encima de su paso e iniciar el retranqueo.

La arquitectura gótica rompe los límites del Románico buscando unos edificios que buscan el sentido de la verticalidad "el cielo", y donde se conjugan el sentido de la audacia, la primacía de la luz, la búsqueda del equilibrio junto con la armonía. Se hace del arquitecto y del maestro de obras un sabio, comparable a los grandes docentes que por aquellos entonces enseñaban en las escuelas y universidades. 



Trazas de Juan de Hoces 1478 a escala real como plantillas de trabajo


En algunas azoteas se pueden observar los trazos marcados en el suelo por el Maestro Mayor, la persona de mayor rango en la construcción de la Catedral. Las naves laterales dan lugar a azoteas de gran tamaño.


El Maestro Mayor y los arquitectos, carpinteros y vidrieros además de los conocimientos de su profesión tenían que saber teología, latín, matemáticas, geometría, aritmética y música ya que la Catedral era un edificio para glorificar a Dios y toda la obra irá encaminada a este fin.

Los maestros de obras guardaban celosamente sus amplios conocimientos que eran transmitidos de forma oral a sus discípulos, generalmente sus propios hijos, como base de la consolidación familiar en el ascenso social. Los gremios servían como protección a los constructores y maestros de obras frente a los abusos de los poderes dominantes y del intrusismo profesional. 
 
Para ingresar en los gremios de construcción era necesario pasar un riguroso control, que con el tiempo irá forjando el germen de las futuras logias donde se representa la letra G [Gloria, Grandeza, Geometría y Gnosis] como el Gran Arquitecto del Universo [para algunos en referencia a Dios] acompañado de la escuadra [rectitud y virtud] y el compás [discreción de todos sus miembros] bajo con sus tres principios fundamentales: Libertad, Igualdad y Fraternidad. 

En los gremios se agrupaban los constructores, maestros de obras y canteros. El arquitecto gótico tenía amplios conocimientos de geometría y matemáticas necesarios que le permitían transformar la concepción teológica del obispo en piedra. Los constructores de las catedrales eran considerados hombres excepcionales "Doctor lathomorum o doctor en piedras", título equivalente al grado más elevado que otorgaba la Universidad. Muchos constructores y maestros no tenían más remedio que trasladarse con su familia durante largos periodos de tiempo en las proximidades de la obra, siendo tratados con el máximo respeto por su comunidad.



La plomada como símbolo de rectitud


La escuadra, el nivel, el compás, el metro plegable y la plomada junto con la tirantez de cuerda llegaron a convertirse en los atributos fundamentales del maestro de obras. Nadie podía hablar de su oficio sin permiso de éste. Las cofradías y gremios eran corporaciones libres que poseían los conocimientos y secretos de su arte y oficio. 

"Mide, remide y vuelve a medir" se convertirá en un principio fundamental entre los buenos maestros de obras y albañiles.

Con doce o trece años los niños entraban en el taller de canteros como aprendices tomando contacto con las primeras herramientas y el tallado de la piedra. Tras un aprendizaje de un lustro, el aprendiz era examinado por el arquitecto, quien daba fe de su aptitud en el oficio otorgándole el título de oficial.

¡Ya podía trabajar por libre!


Marca del cantero Diego Martínez, 1480 [arañazos e incisiones en las piedras]


Los canteros marcaban con el cincel una especie de firma en los bloques de piedra para así ser pagados por el ecónomo de la catedral. Los bloques de piedra tenían 32 cm de altura. Se utilizaba la piedra porque era un material eterno que perdura a lo largo de los siglos.

Si los canteros elaboran y dan forma a la piedra, los albañiles serán los que realicen las cimentaciones, colocación de los sillares y ladrillos de solería o azotea [medidas 28 x 14 cm.].




Conocer los profundos secretos de las catedrales góticas y los testimonios en la forma de trabajar la piedra en un mundo oculto de gremios formados por los constructores y canteros, alarifes o maestros de obras, carpinteros, herreros, albañiles [albanní], cordeleros, esparteros, plomeros y centenares de peones que elaboraban a mano el mortero homogéneo a base de agua, arena y cal, puede ser de lo más didáctico. 

El oficio de afilador con sus piedras de afilar llegará a ser indispensable en el afilado de herramientas como cinceles, piquillos y picolas. Sin olvidar la figura del aguador, que con sus cántaros de barro cocido depositados en las angarillas de sus acémilas, suministraban agua a los albañiles traída desde fuentes cercanas o del cercano río Guadalquivir a escasos metros.

Cabe imaginar los cientos de plantillas de madera y grandes cerchas que tuvieron que elaborar los carpinteros, siendo necesario utilizar cientos de andamios sustentados sobre mechinales [huecos en los muros en los que irán introducidos los palos horizontales] anclados al muro con sólidas cuñas de madera y sujetos mediante las tradicionales tralletas o trallas de cuerdas de cáñamo denominadas taralletas en el argot de los antiguos maestros de obras y albañiles en la tierra de Villalón.  

Desde que la antigua Mezquita Aljama se consagra como Catedral de Sevilla hasta que se coloca la piedra postrera es de imaginar las trágicas caídas desde las grandes alturas de los andamios, derrumbes de cimbras, etcétera, en unos tiempos donde la salud laboral brillaba por su ausencia. La altura de la Catedral llegaba a los 40 metros de altura en el crucero y la de la Giralda supera los 100 metros, lo que nos puede dar una idea del peligro que conllevaba trabajar en grandes alturas durante aquella época del medievo.

Fueron en los gremios medievales donde comenzaron a formarse las primeras asociaciones con fines solidarios para proteger a sus miembros en caso de accidentes, incendios, inundaciones o robos. Los gremios fijaban los precios y regulaban las condiciones de trabajo, así como los salarios y la jornada laboral. Serán los antecedentes de las agrupaciones de albañilería y sindicatos.

Baste recordar que Murillo cayó desde el andamio en el que trabajaba en la iglesia convento de Capuchinos de Cádiz desde una altura de unos cuatro metros y cuyas consecuencias provocará que el universal pintor terminara muriendo días más tarde.

Murillo considerado por el Cabildo como el mejor pintor de la ciudad trabajó para la Catedral entre 1655 y 1667, realizando algunas de sus obras más relevantes como “La Inmaculada Concepción”, ubicada en la Sala Capitular de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla o el cuadro de San Antonio de Padua ubicado en la capilla homónima, entre otros.




Aunque el 10 de diciembre de 1506 se colocaba la piedra postrera en lo alto del cimborrio de la Catedral de Sevilla, las obras durarán varios siglos abarcando varios periodos en su construcción: 
  • 1434 a 1517. Obras en la Catedral gótica. 
  • 1528 a 1601. Obras renacentistas en la Capilla Real, Sacristía Mayor, Sala Capitular y sus anexos. 
  • 1558 a 1568. Cuerpos superiores de la Giralda, obras de Hernán Ruiz Jiménez. 
  • 1618 a 1758. Barroco de la Catedral: Parroquia del Sagrario y dos capillas menores del mismo lado. 
  • 1825 a 1928. Últimas obras significativas de la Catedral: tres portadas mayores y el ángulo suroeste.
Las magnitudes de este magno y santo edificio gótico han influido para que la Catedral de Sevilla haya sido considerada como el mayor templo gótico del mundo y el tercero de la Cristiandad, tan sólo por detrás de la Basílica de San Pedro del Vaticano y San Pablo de Londres. 
 
En 1401 el Cabildo de la Catedral decide levantar una nueva construcción que sustituyera a la antigua mezquita aljama, muy dañada por el terremoto de 1356. El templo metropolitano se convierte en un gran atractivo para arquitectos y artistas de toda Europa, convirtiéndose en el gran mecenas artístico por estos lares meridionales de Europa.

Las canteras del Puerto de Santa María y Espera en la provincia de Cádiz, Estepa, Carmona, Morón de la Frontera [piedra caliza y arenisca] y Utrera en la provincia de Sevilla abastecieron de piedras a la Catedral hispalense que fueron llevadas en numerosos carros tirados por acémilas [del andalusí “azzámila” o bestia de carga] que transitaban por los duros caminos y calzadas, muchas veces anegados de lodo y agua tras las lluvias torrenciales. De ahí vienen la abundancia de eucaliptos que existían a lo largo de los caminos para que las caballerías pudieran descansar a la sombra de los árboles. Cabe destacar que el transporte de piedra y madera en navíos denominados carracas [del andalusí "qaraquir"] a través del río Guadalquivir [Wad -al-kabir] desde la provincia de Cádiz era ocho veces más barato que el realizado a través de carros y acémilas, que en la época de otoño e invierno, los caminos quedaban intransitables por culpa del lodo.

El Cabildo de la Catedral tuvo que traer canteros de Galicia, Asturias, País Vasco, Toledo y Talavera de la Reina donde era más frecuente la construcción de casas de piedra. 

La primera fachada que se labró en la Catedral de Sevilla fue la fachada occidental, comenzando con ocho canteros, llegando hasta la cifra de veinticuatro en total.


Jornada laboral de la época

La jornada laboral variaba en función de las horas de luz [siempre de sol a sol].
  • Desde octubre a marzo: entre 8 y 10 horas.
  • De abril a septiembre: entre 10 y 12 horas. 
La campana sonaba temprano para que los obreros desde sus casas la escucharan. De ahí proviene la puerta de Campanillas [1480].

¡Levántate fiel cristiano
que ya empieza la mañana,
acude pronto a tu tajo
porque el trabajo te llama!

La campana sonaba para despertar, al entrar, a media mañana para el desayuno, de 12 a 1 para almuerzo, de 12 a 2 durante la época estival [comida y siesta], en la merienda y llegar la noche como fin de la jornada laboral. La jornada laboral era de lunes a sábado, desde que el sol salía por el horizonte hasta su ocaso. Los sábados por la tarde el ecónomo de la Catedral pagaba a los obreros y canteros en función de las piedras que habían firmado y colocado.

El domingo se descansaba por ser el Día del Señor

En la mentalidad de la época la Iglesia además de controlar el nacimiento, el matrimonio y la muerte controlaba el descanso laboral ya que la Biblia nos recuerda que "Dios hizo el mundo en seis días y al séptimo descansó". Los domingos era obligatorio asistir a misa.
 


Una placa de bronce recuerda en la Capilla de la Virgen de la Antigua en la Santa Catedral de Sevilla la enorme gesta marítima llevada a cabo por Juan Sebastián Elcano [20 sept 1519 - 6 sept 1522]. 

 


Palacio Arzobispal en la Plaza Virgen de los Reyes

 
La Santa Catedral de Sevilla se convierte en el centro neurálgico de la vida religiosa de la capital hispalense. El Sínodo de 1604 convocado por el Arzobispo don Fernando Niño de Guevara ordena que todas las cofradías de Semana Santa hagan estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla y Palacio Arzobispal. Será el germen de lo que hoy es la Carrera Oficial de la Semana Santa hispalense que tiene su origen en el Vía Crucis que comenzó a celebrar el Marqués de Tarifa en 1521 desde la Casa de Pilatos al templete de la Cruz del Campo, construido por la Hermandad de los Negritos en 1380. 


Manuel García y Rodríguez (1863-1925)




La Hermandad de los Negritos [esclavos negros cristianizados] fue fundada por el Arzobispo Gonzalo de Mena en el siglo XIV. Su sepulcro se encuentra en  la Capilla de Santiago de la Catedral de Sevilla.

Con ello el templo se convierte no sólo en el centro litúrgico sino también devocional de la diócesis. En tiempos de Murillo, la Catedral y el Palacio Arzobispal simbolizaban el poder omnímodo de la Iglesia.

El Inquisidor Fernando Niño de Guevara fue nombrado Inquisidor General el 3 de diciembre de 1599 llegando a colocar su fe por encima del Estado. Incluso en su lecho de muerte llegó a firmar penas de muerte. Felipe III a instancias del Papa Clemente VIII lo destituyó en 1602 como Inquisidor General aunque siguió con el cargo de cardenal hasta su muerte.

En el haber de su triste mandato se quemaron en la hoguera 240 reos y 96 en efigie mientras que 1628 acusados de herejía fueron sometidos a penas menores. 

La Inquisición como tribunal eclesiástico juzgaba a los reos, pero las sentencias eran ejecutadas por el brazo secular subordinado a dicho tribunal. A eso, se le llamaba "relajación".

A través de los siglos los más destacados artífices dejarán su huella en las distintas dependencias que se van construyendo y en las múltiples obras de orfebrería, pintura, escultura, bordado, música, grabado…



En tiempos del Imperio español, la justicia ordinaria era considerada muy severa. La milicia buscaba amparo en los tribunales castrenses mientras que el clero lo buscaba en los tribunales eclesiásticos. Los que no formaban parte ni del ejército ni del clero buscaban el “derecho de asilo” en los templos en busca de protección.

Para delimitar la influencia entre la jurisdicción eclesiástica y la civil se colocaron a partir del año 1565 las cadenas que rodean a la Catedral de Sevilla. El “Derecho de Asilo” marcaba esa frágil línea que marcaba el territorio eclesiástico de aquellos que huían de la justicia civil.



Capilla de San Antonio, Catedral de Sevilla
Vidriera de Juan Bautista de León [1685]


Las vidrieras de la Catedral de Sevilla

¡Hágase la luz, y la luz atravesó como un manto divino las vidrieras de la Magna Hispalensis!

En la nave central de la Catedral de Sevilla se pueden observar vidrieras sobre el Antiguo Testamento. En las naves laterales del Nuevo Testamento, la Virgen María predomina en el crucero y el Cristo en la cabecera y los Cuatro Evangelistas en el Rosetón.

La importancia en los ventanales en las catedrales góticas permite colocar fantásticas vidrieras, que otorgan a las iglesias y catedrales una luz coloreada. Las vidrieras impiden que pase el viento y la lluvia permitiendo que pasen a través de ellas tamizados los rayos de sol, proyectando el mensaje de Dios a través de la luz que ilumina el interior de la Catedral. La luz representa a Dios en el Gótico que protege a los fieles con su manto, al contrario que en el Románico que con escasa luz invita a la meditación y al recogimiento.

La Catedral de Sevilla posee una magnífica colección de vidrieras que nos hablan de un mensaje evangelizador a través de los pasajes de las Sagradas Escrituras o de la vida ejemplar de los santos. Un trabajo artesano del vidriero que seguía las directrices marcadas por el Cabildo.

En las catedrales como en la de León todo está pensado hasta en el detalle más insignificante. El Rosetón este que ilumina la Catedral con los primeros rayos del día destaca la figura de Jesús Pantocrátor. El Rosetón oeste, el último que despide la luz del día, representa el Juicio Final.

La luz pasa a través del vidrio ensamblado en los vitrales mediante varillas de plomo. Las vidrieras de la Catedral de Sevilla constituyen uno de los conjuntos más extensos, homogéneos y mejor preservados de las catedrales españolas. Las ciento treinta y ocho vidrieras conservadas suponen, además, un magnífico capítulo para conocer la historia de esta técnica en la Península ibérica, desde el siglo XV hasta el XX.

La forma de las ventanas y la iconografía de sus superficies vítreas obedecen a los distintos encargos realizados y a las etapas constructivas del edificio. Los vanos de la mitad occidental del templo y de la nave central corresponden a la época más antigua de la construcción, tienen una amplitud mayor que los situados desde el crucero hasta la cabecera.


Vidriera Gótica

Las vidrieras más antiguas son las diecisiete que cierran los vanos situados sobre las capillas laterales y nave mayor de poniente, hechas por el alsaciano Enrique Alemán, que también trabajó en la Catedral de Toledo y está documentado en Sevilla desde 1478 hasta 1483.

Su técnica es buen testimonio de su formación y de la técnica desarrollada por el alemán Peter Himmel von Andlau. Las figuras perfectamente individualizadas y con gran precisión gráfica, ubicadas espacialmente bajo doseletes góticos quedan ordenadas atendiendo a su iconografía: profetas, apóstoles y santos vinculados con la diócesis y con las devociones más extendidas en la baja Edad Media.


Vidriera renacentista

Concluida la construcción gótica la Catedral encargó las vidrieras del altar mayor, crucero y naves orientales, tanto las situadas sobre las capillas como sobre los accesos y la mayoría de las que cierran los vanos de las capillas perimetrales.

Los maestros vidrieros renacentistas trabajaron continuadamente en su elaboración hasta la tercera década del siglo XVI, cuando prácticamente concluyeron el programa general después de cien años. El francés Jean Jacques realizó las dos vidrieras del altar mayor (1511-1518), que son las primeras renacentistas en este templo. Con la llegada de Arnao de Vergara se manifestó con rotundidad las propuestas humanistas en la técnica de la vidriera: cierre nuevo del crucero, Virgen de la Misericordia de la capilla dotada por Micer García de Gibraleón; San Sebastián, de la vidriera situada sobre la portada de los Palos que presenta los rasgos de Carlos I de España y V de Alemania [se casó en la Catedral de Sevilla en 1526 con la Infanta Isabel de Portugal], y la de la Asunción de la Virgen que cierra el gran óculo del crucero sur (1525-1537).

Pocos años después, su hermano, Arnao de Flandes está documentado en la Catedral desde 1534 hasta 1557 donde realizó la vidriera de la Ascensión del Señor para el lado opuesto del hastial del crucero, trece vidrieras con santos en el crucero y todas las que presentan escenas de la vida de Cristo en las naves orientales. También son suyas las vidrieras situadas en las capillas de San Pedro, San Pablo, San Francisco y de los Evangelistas.

La vidriera que cierra el brazo norte del crucero representa la Resurrección del Señor y es obra documentada de Carlos de Brujas (1558). Durante la segunda mitad del siglo XVI, a Vicente Menardo le encargaron las tres vidrieras de la fachada de poniente y otras dispersas. En 1578, cuando falleció este vidriero manierista, prácticamente estaba concluido y realizado todo el programa de vidrieras de la Catedral.
 

Vidriera Barroca y Neoclasicismo
 
En los siglos XVII, XVIII y XIX otros artistas hicieron vidrieras de interés que manifiestan la evolución de las mismas durante el periodo barroco y neoclásico.

Del periodo barroco destaca la vidriera de Santa Justa y Santa Rufina, en la capilla de San Antonio, realizada por Juan Bautista León en 1685 y reformada en 1813, y los anagramas que cierran las ventanas laterales de las capillas de San Pedro y San Pablo en la década de 1780.

La vidriera de la capilla de San Hermenegildo (1819) es prácticamente el único testimonio de la vidriera neoclásica.
 

Vidriera del siglo XX

A finales del siglo XIX el estado de conservación de las vidrieras hizo necesario iniciar una campaña de restauración y concluir otras pendientes en la zona de la cabecera y lucernarios. La casa Zettler de Múnich realizó la vidriera de San Fernando en la capilla de la Antigua, que diseñó el historiador José Gestoso, tres de las derruidas en el desplome del crucero en 1888 y la de Pentecostés en la capilla de Scalas (1880).

Años después, Otto Kruppel de la Casa Maumejean diseñó la vidriera de la capilla de San José, aprovechando elementos ornamentales de una vidriera del siglo XVI. Esta misma casa fabricó tres vidrieras más, acometió la primera campaña sistemática de restauración del siglo XX y contó entre sus operarios o colaboradores con Vicente Prianes, cuyas marcas aparecen en numerosos elementos arquitectónicos de las ventanas fechados en 1930-1932.




Las Cubiertas de la Catedral

Los triforios nos introducen en las Cubiertas de la Catedral de Sevilla, lo que nos hace pensar que en tan magna obra se pasaba el testigo de maestros a discípulos, de padres a hijos. En las Cubiertas se puede observar los contrafuertes, arcos arbotantes y pináculos, cúpula de la capilla real o la bóveda elíptica de la sala capitular, entre otros elementos arquitectónicos.

Las magníficas bóvedas de crucería estrellada de las naves centrales y del crucero de la Catedral, realizadas hacia finales del siglo XV y principios del XVI (finales del gótico), con más de 15 m de ancho y montadas a más de 35 m de altura, es todo un prodigio de la construcción.

Las obras de la catedral gótica comenzaron hacia 1401-1403 (aunque documentalmente solo se constata el año 1434) según proyecto del maestro Alonso Rodríguez (para otros Martínez). Fue consagrada en 1506.

En 1511 se hundió el cimborrio, proyectado por Simón de colonia, que había en el centro del crucero. Motivo que provocó el despido de Rodríguez, encargándose desde entonces de la construcción el arquitecto Juan Gil de Hontañón, que levantó una nueva bóveda en 1519. Pero 370 años más tarde se volvió a caer, volviéndose a construir en 1888, esta vez por el arquitecto Adolfo Fernández Casanova, y es la que podemos contemplar en la actualidad.




Rosetón que da a la Puerta de la Asunción en la fachada occidental


Desde que llegamos al interior de la Catedral de Sevilla nuestra retina capta su bello Rosetón sobre la Puerta de la Asunción [ubicado en la actual Avda. de la Constitución], que fuera realizado por el artista renacentista Vicente Menardo en el año 1557. En el mismo se representan a los Cuatro Evangelistas (San Marcos, San Lucas, San Juan y San Mateo). Tiene 13 metros de diámetro. El Rosetón tiene varias funciones: iluminar el interior de la Catedral y proporcionar una atmósfera mística y de recogimiento.

Menardo es el sucesor de Arnao de Flandes como Maestro Vidriero en la Catedral de Sevilla en 1560. Alrededor de las pinturas de los Evangelistas se disponen diversas pinturas con alegre colorido para dejar que la luz exterior acceda al interior del templo, consiguiendo que incidan los rayos solares sobre los altares centrales, casi siempre en el solsticio de verano, el día de Pascua.

En la parte superior de la pintura central aparece la fecha 1831. En dicho año se acometió la restauración de la misma, siendo la última en el año 1996 por Joaquín Peña Enrique.

 



La Giralda, desde las Cubiertas de la Catedral

Lo primero que nos encontramos en la parte baja del alminar son dos grandes azulejos - del árabe hispano azzuláyg que significa ladrillo vidriado-, en castellano y árabe, donde se menciona la obra del califa Abu Yusuf Yaqub al-Mansur a su alarife Ahmad Ibn Baso al que ordena la erección de esta Sawmua o torre en 13 de safar [febrero] del año 580 de la Hégira (26 de mayo de 1184 d.C.) y terminó la edificación Alí Al Gumari a finales del año 593 Hégira (19 de marzo de 1197). Renovó el arquitecto Hernán Ruiz esta Sawmua en el año 1568 añadiendo en su parte más alta el campanario renacentista, cristianizando el antiguo alminar.

Tras la victoria de Alarcos en 1195 ante el rey Alfonso VIII, el emir Abu Yusuf Yacub al-Mansur decide rematar el alminar de 76 metros de altura con un yamur que significa plenitud (tres círculos grandes y uno más pequeño de bronce). Los viajeros podían ver sus reflejos por los rayos del sol desde muchos kilómetros de distancia.

El 18 de julio de 1198 ondea por vez primera en el alminar de la mezquita aljama de la antigua Isbiliya una bandera verde y blanca que representaba la unidad. El color blanco almohade junto al verde omeya [por la colaboración andalusí].

¡Nos podemos imaginar el esfuerzo que tendría que hacer el almuédano [5 veces al día para el rezo diario] para ascender las treinta y cinco rampas aunque fuese montado en una acémila, para llamar a la oración a los musulmanes!



Cuando subimos el último nivel de la Catedral de Sevilla entre la angostura de sus múltiples peldaños, nos sorprende en las Cubiertas, majestuosamente erguida la Giralda tan cercana mientras que el Patio de los Naranjos o de las Abluciones con su fuente visigoda, entre efluvios de azahar, nos indica que saldremos por la bella puerta almohade del siglo XII [la Puerta del Perdón] como legado andalusí hacia la Iglesia de El Salvador, antigua mezquita aljama de Ibn Adabbas erigida en el siglo IX.

Observando la Giralda de Sevilla se capta dónde termina el alminar de la antigua Mezquita Aljama terminada por los almohades en 1198. A partir de la última hilada de ladrillos almohades comienza la torre y el campanario cristiano.  Una verdadera fusión entre dos culturas y civilizaciones tan cercanas geográficamente y al mismo tiempo tan distantes a nivel de mentalidad.





Observando la Giralda de Sevilla nos recuerda nuestra visita a sus hermanas “el alminar de la Mezquita Kutubiyya o de los libreros” [1199] en Marrakech coronado por el yamur “plenitud” como reflejo de su antiguo legado junto con el alminar inacabado de la mezquita de Al-Hassan [1195] en Rabat. La quibla de las mezquitas y alminares tienen una orientación sur-sureste [mirando hacia la Meca]. En Sevilla existen algunos alminares como el alminar de la iglesia Omnium Sanctorum, Santa Catalina, El Salvador, etcétera.

La Giralda es la reina de las torres del mundo y símbolo de Sevilla. Una torre donde se fusiona magistralmente el arte almohade original de la torre con el campanario cristiano. Fue alminar de la Mezquita Mayor, empezada a construir en 1184. El Cabildo encomendó a Hernán Ruiz Jiménez un nuevo proyecto de remate, unificando en estilo almohade con el renacentista, realizado entre 1558-1568. En su parte más elevada se encuentra una imagen de “El Giraldillo” en bronce, una mujer con túnica llevando una palma en la mano izquierda y un escudo en mano derecha. El Giraldillo representa el triunfo de la fe y gira en forma de veleta cuando en viento hace contacto con el escudo.

En el exterior de la Giralda destacan los paños de sebka o redes de rombos sobre arcos polilobulados y arcos de herradura enmarcados por el alfiz -marco que rodea la parte exterior de los arcos- con un perfecto eje de simetría entre ventanas geminadas, balaustres renacentistas y arcos entrecruzados rematado todo el antiguo alminar por un bello campanario renacentista como forma de cristianizar tan bello monumento.

El cuerpo cristiano, está compuesto por cuatro templetes superpuestos, construidos con ladrillo, cantería y adornos de cerámica y cerrajería. El primero es el cuerpo de campanas con 24 campanas con capacidad de volteo para las exteriores. Este cuerpo está rematado en las cuatro esquinas con jarras de azucenas [pureza], en bronce. Sigue el cuerpo del reloj, instalado en 1765 por el franciscano fray José Cordero, de origen dórico, del que cuelga la campana 25, la del reloj. Sigue el cuerpo de las Estrellas, de orden jónico. Viene después el cuerpo de las carambolas, sobre el que existe una cúpula, “la Tinaja”, que sirve de soporte al Giraldillo con un peso de 1.500 kilos.

Los primeros vestigios de la producción alfarera en Triana datan de la época almohade donde tuvo mayor esplendor aunque durante la época romana y visigoda ya contaba con barros de gran calidad. Así que los ladrillos de la Giralda posiblemente procedan de sus alfares.

El cuerpo principal de la Giralda presenta una base cuadrada de 13.50 metros de lado. Hasta la cota 50.85 m corresponde al alminar de la mezquita, y desde esta altura hasta la cota 60.45m, pertenece al cuerpo de campana y de aquí hasta la cota 65.40 m, al remate de las Azucenas que se disponen en los cuatro extremos.
  • En 2017 se comienzan las obras de restauración de la cara oeste [que da al Patio de los Naranjos].
  • En 2018 se acomete la cara sur orientada al mediodía [Archivo de Indias]
  • En 2019 se restaura la cara este, que da a la Plaza Virgen de los Reyes.
  • En 2023 se interviene en la cara norte o cara sombría de la Giralda, que da a la calle Placentines y será la que peor estado de conservación presente.
La restauración de las Azucenas [significado de pureza] se acomete en la primera y tercera fase, caras oeste y este.

Durante la restauración de la dos primeras fases se percibe que la Giralda de Sevilla presenta desviaciones en su cara este hacia el sur y en su cara norte hacia el este rompiendo la verticalidad del edificio. Si fuera cierto que la Giralda estuviese cerca de los 4º de inclinación, estaríamos hablando de una desviación de cerca de 4 metros sobre la vertical, lo que debería de dar de  pensar a los responsables del patrimonio.

En la restauración de la Giralda ha aparecido el color almagra que revestía el antiguo alminar almohade. Etimológicamente, el término almagre o almagra, usado desde 1278, del árabe hispánico o andalusí almáḡra [maḡ[a]rah, ‘tierra roja’] es un pigmento empleado en la alfarería. También se han descubierto los mechinales de donde partían los andamios de madera que se utilizaron durante su construcción.

La Giralda ha superado tres terremotos:
  • 24 de agosto de 1356 derribando el antiguo yamur afectando gravemente a la antigua Catedral de Sevilla.
  • 5 de abril de 1504. Aquel terremoto consolidó la leyenda de las Santas Justa y Rufina, quienes, según la tradición, sostuvieron la Giralda durante el temblor para evitar que se derrumbara.
  • El 1 de noviembre de 1755, Día de Todos los Santos, Terremoto de Lisboa, uno de los más devastadores. se erigió un monumento en la Plaza del Triunfo en 1756, en honor a la Virgen del Patrocinio.


 

La Veleta de bronce de la Giralda

El actual Giraldillo fue realizado por el escultor José Antonio Márquez, por iniciativa del Excmo. Cabildo Metropolitano de la S.I. Catedral de Sevilla para sustituir a la original durante su restauración por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en el Instituto del Patrimonio Histórico.

Se instaló en lo más alto de la torre el 29 de enero de 1999. Se bajó y se instaló aquí el 15 de junio de 2005. Es copia fiel del original fundido por Bartolomé Morel en 1568, según el vaciado que se hizo en 1981 cuando, por vez primera se pudo estudiar de cerca pues, hasta el 30 de octubre de 1980, no se le pudieron realizar fotografías de cerca.

Su nombre oficial de 1568 “Victrix Fidei Colossvm” [Coloso de la Fe Victoriosa]. La Giralda de Sevilla la llamaba el Quijote "Giralda", que era el nombre popular entre los siglos XVII y XVIII y Giraldillo, el nombre popular durante los siglos XIX y XX.
 
 

Al descender desde las Cubiertas de la Catedral de Sevilla a través de una interminable, angosta y tortuosa escalera de caracol [200 peldaños la contemplan], y antes de salir por el Patio de los Naranjos, nos encontramos con la tumba de Cristóbal Colón.


Los restos de Colón
 
..¡Inmenso siglo, siglo de gigantes. 
Que abrió Colón y que cerró Cervantes!

«EL SIGLO XVI», Francisco Escudero y Perosso

 
El Mausoleo de Colón se encuentra en el lado derecho del crucero de la Catedral de Sevilla. Fue diseñado por el escultor madrileño Arturo Mélida y Alinari en 1891. Cuatro grandes heraldos de bronce que representan a Castilla, León, Navarra y Aragón, por­tan el féretro con los restos del Almirante.

Si su lugar de origen junto a su vida fueron verdaderos enigmas, también lo será no sólo su cadáver sino también el lugar donde reposan sus restos.


A pesar de lo logrado por el Almirante Cristóbal Colón, murió sin pena ni gloria al ignorar su propia hazaña ya que nunca supo que había descubierto otro continente. Además le quitaron el mérito de dar su nombre a las nuevas tierras descubiertas ya que Américo Vespuccio identificó esas tierras como un Nuevo Continente, por lo cual esas tierras descubiertas se le llamó América en su honor, usurpándole ese honor al Almirante Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón fue enterrado en el convento de San Francisco de Valladolid, tras sufrir un paro cardíaco el 20 de mayo de 1506, rodeado de sus hijos Diego y Hernando. Tres años más tarde, sus restos fueron trasladados al Monasterio de Santa María de las Cuevas, en la Cartuja de Sevilla, siendo acompañados por su hijo Diego Colón. En la cripta de la capilla de Santa Ana conocida como la capilla de Cristóbal Colón reposaron los restos del Almirante entre 1509 y 1536.

En 1523, los restos de Colón vuelven a cruzar el Atlántico junto a los restos de su hijo Diego para descansar en la catedral de Santa María, en la isla de La Española (actualmente compartida por República Dominicana y Haití), de especial significado para el almirante. Allí, en la catedral de Santo Domingo, sus restos reposaron hasta que en 1795 España cedió a Francia la totalidad de la isla como consecuencia del Tratado de Basilea, siendo exhumados y trasladados a la Catedral de la Habana, hasta que Cuba logró su independencia de España en 1898. Con los últimos jirones del Imperio, los restos de Colón regresaron a Sevilla para ser enterrado en su Catedral en 1899.

En el año 2006 autorizó realizar unos análisis de ADN sobre los restos de huesos conservados en Sevilla, llegando a la firme conclusión de que correspondían a Cristóbal Colón, a su hermano Diego y a su hijo Hernando.

El origen de la disputa entre Santo Domingo y España es una caja encontrada en 1877 en la catedral de Santo Domingo con restos de huesos y una inscripción en su interior en la que se leía "Cristóbal Colón", lo que les hace mantener que los restos de Colón nunca salieron de la isla. 

Existe otra teoría, sin embargo, vendría a confirmar de algún modo la validez de las versiones de España y República Dominicana, al apostar por que los restos de Colón fueron distribuidos en diferentes lugares y, por lo tanto, tanto los de Sevilla como los de Santo Domingo podrían ser auténticos.

 


La Puerta del Perdón era la entrada principal a la antigua mezquita aljama


La subida a las Cubiertas de la Catedral así como a la Giralda como mirador privilegiado nos sirve de estímulo para que nuestra retina se impregne de una inolvidable panorámica que forman monumentos emblemáticos de talla universal como la Puerta del Perdón y el Patio de los Naranjos [sahn], los Reales Alcázares, el Archivo de Indias, el Palacio Arzobispal, la Torre del Oro, la Plaza de España, el Barrio de Santa Cruz, la Universidad de Sevilla [antigua Real Fábrica de Tabacos, la Plaza de Toros de la Maestranza, o el Parque de María Luisa y el río Guadalquivir como monumentos naturales.

Después de asimilar tanta piedra y legado cultural como crisol de culturas [el río Guadalquivir es un ejemplo de ello: "Tharsis para los griegos y el antiguo Tartessos, Betis romano o Wad al kabir andalusí], el que escribe estas humildes letrillas estuvo acompañado de alguna posible hiperhidrosis [producida por el esfuerzo realizado al subir las treinta y cinco rampas de la Giralda, que no son pocas para una persona que se encuentra en el ecuador sexagenario]. 


Las Cubiertas de la Catedral de Sevilla vistas desde la Giralda


El Patio de los Naranjos visto desde la Giralda


Cuando bajamos de la Giralda un poco cansado no sólo por el número de escalones sino también por asimilar tanta belleza atravesamos la Puerta del Perdón con el  maravilloso Patio de los Naranjos [sahn] con efluvios andalusíes ya no sabía distinguir el término Guadalquivir de "Guadalquibeer". 

La calle García de Vinuesa, Alemanes y Mateos Gago con decenas de cervecerías nos introducen sin prisas en el Barrio de Santa Cruz recordándome que me encontraba ante un privilegiado lugar jalonado de múltiples templos de la cerveza sevillana, que nos permiten hidratarnos y desconectar de tanta piedra labrada en tiempos pretéritos de nuestra historia.

 

Desde las Cubiertas de la Catedral de Sevilla, para el blog de mis culpas...




P.D. El 5 de noviembre de 1982 el Papa Juan Pablo II vino a Sevilla por vez primera para beatificar a Sor Ángela de la Cruz.



El sábado 12 de junio de 1993, con motivo del Congreso Internacional Eucarístico, el Papa Juan Pablo II realiza su segunda visita histórica a Sevilla. El papa emocionado ante el fervoroso recibimiento de los sevillanos, se asomó al primer balcón almohade de la Giralda para saludar a los fieles que abarrotaban la Plaza Virgen de los Reyes.

Un monumento en bronce de 2,45 metros de altura rinde homenaje a dicho Papa [ahora santo] en la Plaza Virgen de los Reyes, frente al Palacio Arzobispal.


"El Expolio" de Fernando Vaquero


El expolio de las tropas napoleónicas en Sevilla

Sevilla sufrirá a partir de febrero de 1810 un profundo expolio artístico. Ante el vacío de poder existente en España, las Cortes se refugiaron en Cádiz mientras Sevilla quedaba a merced de las tropas del mariscal Soult, que sobre todo colocaron su punto de mira en los cuadros de Murillo, Valdés Leal y Francisco de Zurbarán.

Comenzaron el expolio en el Hospital de la Santa Caridad con  los cuadros de Misericordia "Santa Isabel de Hungría lavando a los tiñosos" y "San Juan de Dios acompañando a un enfermo", ambos felizmente recuperados, mientras que otros cuadros los perderá Sevilla para siempre:
  • "Abraham y los tres ángeles" [c. 1670-1674] de Murillo, que se encuentra en el Museo Nacional de Otawa [Canadá].
  • "La curación del paralítico" de Valdés Leal [1671-1672], en el Museo Nacional de Londres.
  • "La liberación de San Pedro" de Murillo [1667], en el Museo Hermitage de San Petersburgo.
  • "El regreso del hijo pródigo" [1668], de Murillo.
Como ironía del destino la Semana Santa de Sevilla "le tendrá que estar agradecido" al mariscal Soult de que no le gustara la escultura en madera ni la imaginería, quedando a salvo muchos Titulares de las Hermandades del expolio artístico.

La Catedral de Sevilla sufrirá también un profundo expolio durante la invasión napoleónica a partir del 1 de febrero de 1810 cuando entran las tropas por la antigua Puerta de San Fernando. Los franceses estuvieron en Sevilla hasta el 27 de agosto de 1812 [Batalla del Puente de Barcas o del Puente de Triana]. Durante ese tiempo se produce en Sevilla un expolio sistemático de cuadros de Murillo, Valdes Leal y Zurbarán, entre otros artistas, muchos de los cuales se encuentran actualmente en la Sala del Barroco del Museo del Louvre en París. 

«Queriendo reunir en un mismo sitio todos los monumentos de las bellas artes existentes en esta ciudad, hemos decretado y decretamos lo siguiente: de las salas de nuestro Real Alcázar se tomarán quantas sean necesarias para que se coloquen los monumentos de arquitectura, las medallas y las pinturas, y su escuela, que ha de ser conocida por la Sevillana».


La Gaceta de Sevilla, a 13 de febrero de 1810
José Bonaparte

  • El primer cuadro expoliado por las tropas del mariscal Soult será "El nacimiento de la Virgen" [1660], obra maestra del pintor Sebastián Esteban Murillo que se encontraba en la Capilla de la Concepción de la Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla. Se llevaron ese cuadro porque no pudieron llevarse "La visión de San Antonio" de Murillo [1656] por sus grandes dimensiones.
  • El triunfo de la Inmaculada Concepción de Murillo será expoliado de la Iglesia de Santa María la Blanca. El profesor Don Enrique Valdinieso participará en la financiación que recuperará la iconografía  de dicha Iglesia.
  • Otro cuadro expoliado será "San Junípero y el mendigo" [entre 1645 y 1646] que pertenecía al claustro del Convento de San Francisco que se ubicaba  en la Plaza Nueva.
  • "San Basilio dictando su doctrina" [1639], cuadro de Francisco Herrera el Viejo [1590-1654] en el antiguo Convento de San Basilio, padre de la iglesia oriental. 
  • El enésimo cuadro expoliado fue "Santa Apolonia" [1636] de Francisco de Zurbarán [1598-1664], robado del Convento de la Merced de Sevilla.
  • Otros cuadros expoliado de Zurbarán que formaban parte del antiguo Colegio de San Buenaventura fue "San Buenaventura en el Congreso de Lyon"  [ca.1629] y "La Exposición del cuerpo de San Buenaventura" [1629].
Todos estos cuadros junto con otros muchos formarán parte de la Colección particular del mariscal Soult expoliados en Sevilla por orden de José I Bonaparte. Una nación que se decía "amiga de España" mientras que el rey Fernando VII y su padre Carlos IV decidieron vender España a Napoleón "por un puñado de parné". Una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia.

No cabe duda que semejante expolio en Sevilla llegó a contar con la inestimable ayuda de muchos afrancesados sevillanos que colaboraron con las tropas de Napoleón.

En 1851 muere Soult y sus herederos venden 163 cuadros, de los cuales 110 eran españoles, aumentando considerablemente su patrimonio.


Vocabulario
  • Arcos apuntados. Es el que forma ángulo en la clave, que es la parte más alta de un arco.
  • Arcos arbotantes. Tienen varias funciones: Una para transmitir el empuje horizontal de las bóvedas sobre los contrafuertes del edificio que conducen las fuerzas hacia el suelo. Y otra, donde la parte superior también sirve para canalizar las aguas hacia las gárgolas.
  • Arco Conopial. Formado en la punta por dos ángulos inversos a los que forman el arranque.
  • Arcos fajones. Arcos adheridos a una bóveda.
  • Barroco. Estilo arquitectónico de los siglos XVII y XVIII surgido en Italia entre el Renacimiento y la Ilustración.
  • Barroco Manierista. Etapa de transición entre el Renacimiento y el Barroco que surgió en Italia [1.520 a 1.550].
  • Bóvedas de crucería. Sus molduras se cruzan entre sí formando arcos apuntados que rematan en la clave.
  • Dintel. Parte superior y horizontal de una puerta, ventana u otra abertura que carga el peso sobre las jambas, que son las piezas verticales que sostienen el dintel.
  • Gárgolas. Figuras en piedra de forma de animal o grotescas para la salida del agua al exterior.
  • Gótico. Estilo artístico originario de Francia en el siglo XII hasta comienzos del XVI cuyos elementos esenciales son las bóvedas de crucería, el arco apuntado, los arbotantes y las grandes vidrieras. Predomina el vano sobre el macizo y el sentido vertical sobre el horizontal.
  • Hastial. Parte superior de la cubierta donde descansan las dos vertientes del edificio.
  • Hornacina. Hueco en forma de arco que se deja en un muro o retablo para colocar alguna imagen.
  • Pilares. Sirven para soportar el peso de las cubiertas abovedadas.
  • Pilares cruciformes. Pilares en forma de cruz.
  • Pináculo. Remate piramidal o cónico en la arquitectura gótica.
  • Románico. Estilo arquitectónico desarrollado en Europa durante los siglos X al XIII caracterizado por el arco de medio punto y la bóveda de cañón. Sus interiores con ventanas pequeñas y poca luz invitaban al recogimiento predominando el macizo sobre el vano y la rigidez.
  • Triforio. Corredor estrecho entre las naves laterales] de la Catedral.


Enlaces interesantes

Visita a la Catedral de Sevilla

La Giralda de la antigua Sevilla