...Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora...
Antonio Machado. Campos de Castilla 1912
Una fría mañana de febrero, cuando en la tierra de Villalón, aún se atreve a volar el grajo bajo, desde la tierra de la Cal, del Flamenco y de nuestra propia esperanza, en cuyo término ejercieran su influencia en tiempos pretéritos José María "El Tempranillo" y "El Pernales" -sin olvidar el legado de nuestros paisanos Fernando Villalón, Julio Vélez o Juan Antonio Carrillo Salcedo entre otros-, colocamos nuestro sextante autodidacta en la histórica ciudad de Toledo, considerada en tiempos pretéritos la capital de las tres culturas donde coexistieran en “presunta armonía” judíos, musulmanes y cristianos.
Atrás nos dejamos ciudades y territorios que han pasado a la historia, como la antigua Gibraltar “Yebel al-Tarik”, Trafalgar “Taraf al-Ghar”, Sevilla “Isbilya”, Córdoba, Bailén o Despeñaperros donde se produjo la batalla de las Navas de Tolosa, considerada como el punto de inflexión de la Reconquista “el principio del fin de Al Ándalus”.
El desafortunado origen del término “Despeñaperros” hay que buscarlo en la época de la batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212, cuando un ejército formado por varios reinos cristianos de la península (Castilla, Aragón, Navarra y Portugal) vencieron a las tropas almohades. Tras ella, a los derrotados “infieles”, se les insultaba llamándolos “perros“, siendo lanzados por los precipicios y peñascos de la zona, por lo que a partir de ese momento, se empezaría a llamar geográficamente “Despeñaperros”.
Con esta carta de presentación, no es de extrañar que con el tiempo el mundo cristiano convirtiera al Apóstol Santiago en el patrón de la lucha contra los musulmanes bajo el desafortunado término “Santiago Matamoros” exportado a América bajo el término de "Mataindios". En la Iglesia del Salvador de Sevilla existe un enorme cuadro en cuya parte inferior dice:
“El Señor San Millán de la Orden de San Benito que en la batalla de Simancas, mató 80.000 moros”.
También será a partir del año 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, cuando las tropas cristianas comenzaran a llamar Andalucía -castellanización del gentilicio andalusí "al-Andalusiya", que se refiere a al-Ándalus- aquéllos territorios que iban conquistando (la antigua Isbilya, Córduba, Jayyan,) hasta llegar a la antigua Elvira (Granada) el 2 de enero de 1492.
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Toledo, en la Plaza de España de Sevilla |
Pero
volvamos sobre Toledo monumental...
Tito Livio hizo la primera mención a la antigua Toletvm en la época romana, allá por el año 192 a.C. describiéndola como “Parva urbs, sed loco munitia” -ciudad pequeña, pero bien fortificada-. La calzada romana que transitaba desde Caesaraugusta hasta Emérita Augusta para llegar a la Híspalis y Gades Bética pasaba por la ciudad del Tajo “Toletvm”.
Por tanto, no fue casualidad que los musulmanes a partir del 711 utilizaran las antiguas calzadas romanas para extender su influencia en Al Ándalus y situar dichas ubicaciones como capitales de la Marca superior en Saraqusta (Zaragoza), de la Marca Media en Tulaytulah (Toledo) y de la Marca Inferior en la alcazaba musulmana de Mérida en tránsito hacia la antigua Isbilya "Sevilla", Qadis y la Córduba musulmana.
A partir del 711 los musulmanes comenzaron a vertebrar su nuevo Imperio gracias a las calzadas romanas que les permitían extender sus nuevas comunicaciones terrestres que dibujaban un verdadero cinturón alrededor de la Meseta. La Vía Augusta enlazaba por el Sur con la Vía de la Plata a través de Mérida. Toledo, capital de la Hispania visigoda actuaba como punto de intersección entre Mérida y Zaragoza.
En el año 418 la antigua Toletvum fue conquistada por los visigodos que establecieron allí su corte y un arzobispado (Concilio de Toledo). Los concilios intentaban unificar criterios sobre los dogmas y diferencias religiosas. Las diferencias entre arrianos y católicos eran significativas.
Pero ocurrió que la Hispania visigoda se desintegró por las guerras internas que desangraba el Estado, emergiendo con la ayuda de la población autóctona una nueva civilización con una cultura superior que se extendió en menos de un siglo desde Siria hasta Al Ándalus pasando por Egipto y el norte de África y que marcará durante siglos la Historia de España y parte de nuestra identidad cultural e histórica.
¡Quien sólo vea este longevo periodo de ocho siglos de influencia andalusí como un paréntesis en la historia de España, sólo contribuye a anestesiar la realidad!
La batalla del Guadalete o de la Janda en el 711 tal vez se le pueda deber al bereber "Ṭāriq ibn Ziyād al-Layti". Por tanto, el término Guadalete "Wadi al-Layti" es posible que signifique "río del león".
El reino visigodo se debilita y cae bajo la influencia musulmana. Al Ándalus colocará su corte en Córdoba mientras Toledo pierde su influencia como sede política y religiosa arabizándose como Tulaytula durante en Califato de Córdoba en tiempos de Alhakén I que encuentra una sólida resistencia. Le rebelión finaliza en época del califa Abd al-Rahman III, jefe político y religioso de Al Ándalus. En su corte se refugió Alfonso VI antes de suceder a su hermano en el trono de Castilla.
No podemos olvidar que a Iglesia primitiva hasta el primer milenio no sólo no condenó la esclavitud, sino que la aceptó terminando por justificarla y servirse de ella, llegando a considerarla fruto de la misericordia divina, conveniente y merecida. Baste resaltar la importancia de los textos de San Pablo, seguramente el autor más importante de la historia del cristianismo (A.T.), San Agustín, el primer filósofo cristiano y el más importante de todo el primer milenio, San Isidoro “el último de los Padres de la Iglesia”. Ninguno llegó a condenar la esclavitud.
El triunfo del Cristianismo a partir de su legalización en el Edicto de Milán (313) y la subsiguiente protección de los emperadores, no supuso ningún hito en la historia de la esclavitud aceptada plenamente su existencia por la Iglesia. De lo contrario, el cristianismo no podría haberse convertido en la religión de los emperadores primero y del Estado, a partir del 380 (Edicto de Tesalónica) si la Iglesia se hubiera opuesto a una institución entonces vital para el Imperio.
Toledo era una ciudad musulmana importante, capital de la marca media musulmana “al Tagr al-Awsat” donde también vivían las comunidades judía y cristiana. Existían iglesias, sinagogas y mezquitas. La época musulmana impregnó efluvios y reminiscencias en el urbanismo toledano con sus calles angostas y empinadas, adarves, bellos patios interiores con azulejos y fuentes de agua como verdaderos centros de la vida familiar.
La muerte de Almanzor “el azote de la Cristiandad”, al vaciar de contenido la figura del califa, traerá como consecuencia una “fitna” o guerra civil. A partir del 1013 el Califato de Córdoba se desintegra y Toledo se transforma en capital de un importante Reino Taifa.
En 1085 Alfonso VI “reconquista” Toledo dando lugar a una simbiosis al coexistir las tres grandes culturas medievales: musulmana, judía y cristiana constituyendo una experiencia única.
La captura de Toledo en 1085, hizo adelantar inmensamente los conocimientos de los cristianos revelando la esfericidad de la tierra 400 años antes de Colón.
Alfonso X 'El Sabio' en el siglo XIII impulsa la Escuela de Traductores de Toledo que se encargará de recuperar, traducir y difundir no sólo los textos árabes, judíos y griegos sino también los textos astronómicos, médicos y científicos, lo que hicieron de Toledo, una de las ciudades más intelectuales de Europa y puente de intercambio entre Oriente y Europa al redescubrirse las enseñanzas griegas clásicas. En Toledo se asentarán las antiguas escuelas y academias judías de Córdoba y Lucena expulsadas de Al Ándalus por el fanatismo almohade, lo que dará a Toledo un rico intercambio cultural.
No olvidemos que fueron los árabes hispánicos o andalusíes quienes conservaron y transmitieron a Europa a través de España la tradición del saber griego y romano al traducir las obras de Aristóteles y Platón, Séneca, Plotino. La medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes, la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles. Y los grandes padres de la Iglesia desde San Ireneo a San Agustín de Hipona permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la filosofía medieval y escolástica. Durante ocho siglos los números arábicos reemplazaron a los números romanos. El número 0 permitió grandes avances en las matemáticas y astronomía.
Recordar que Alhakén II, creó una biblioteca andalusí tolerante y universal con más de 400.000 volúmenes que abarcaban todas las disciplinas del conocimiento. Poseía en su palacio de Madinat al-Zahra un taller de escribanía con encuadernaciones de altísima calidad y copistas. Tendrían que pasar muchos siglos para poder encontrar en Europa una biblioteca con tanta altura de miras como la que poseía el culto Alhakén II que también destacó por el respeto a los cristianos y judíos.
Libros que otorgaba una amplia visión de la vida de los hombres, que trajo desde Bagdad, Damasco, Alejandría, Roma y Bizancio cuyas versiones fueron traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.
Los musulmanes difundieron conocimientos procedentes de china como la fabricación y uso del papel mediante la utilización del arroz con el algodón, un secreto copiado de los chinos que reemplazaron a los pergaminos de piel de becerro que usaban los reinos cristianos. Por tal motivo, crearon tantas bibliotecas. La biblioteca de Córdoba poseía más de 400.000 volúmenes. Escribieron muchos libros de viajes, geografía e historia. Cultivaron la música y la poesía ocupó un papel fundamental en la sociedad. También introdujeron los cítricos y la cultura del regadío y el cultivo en terrazas.
Toledo al igual que la antigua Córdoba formó parte de Al Ándalus donde menos persecución sufrieron los judíos antes del siglo XIV, tanto es así que llegó a ser conocida como la Jerusalén de Sefarat, floreciendo la comunidad judía. La tolerancia entre los pueblos es difícil de entender aunque vivieron periodos y oasis de paz.
Los nombres originales se transformaron en muchos casos adoptaron nombres árabes como Moshe Ibn Maimon (Maimónides) o la familia sefardí Abulafia “abu al-afiyya” la salud o el padre de la salud familia sefardí de farmacéuticos. Los mozárabes “mustarab o arabizados” fueron un importante grupo cultural. Poco a poco se fueron fusionando costumbres y culturas con los andalusíes. Los mozárabes tenían su propio dialecto latín vulgar con el árabe “jarchas” al final de las moaxajas o largos poemas “lamentos femeninos de amor y de nostalgia. El dialecto mozárabe se extinguió cerca del siglo XIII.
Cristianos y visigodos que se convirtieron al islamismo adoptando muladíes del árabe “mullawa”, no nacido del vientre árabe como Umar ben Hafsun o Banu Qasi en el valle del Ebro y descendientes del conde visigodo Casio.
Los mudéjares eran árabes viviendo en territorios cristianos. El 25 de mayo de 1085 el rey castellano Alfonso VI reconquista la ciudad de Toledo. Con la conquista del último bastión Granada los árabes comienzan a ser llamados moriscos.
La impronta cristiana se impone al mundo árabe a partir de 1492 con la Toma de Granada y la peregrinación a Santiago de Compostela recobra su vitalidad. Pero la Inquisición comenzaría con la pureza de sangre que propugnaba la conversión o la expulsión de los no conversos. En 1492 los Reyes Católicos comienzan a expulsar a la comunidad judía de Sefarad como prólogo de lo que más tarde en abril de 1609 harían con la población morisca. A partir de 1492 los fanatismos e integrismos condenarán al pensamiento.
Toledo será junto con Valladolid una de las ciudades precursoras de las revueltas comuneras (1520-1522), lo que será considerado de alguna manera como una de las “primeras revoluciones burguesas” de la Era Moderna. A la muerte de Padilla, Bravo y Maldonado en 1521 en Villalar, el emperador configuró a Toledo como capital del Sacro Imperio Romano de Occidente. La decisión posterior de Felipe II de trasladar la capital a Madrid en 1561, provocará la pérdida de su peso político y social de la ciudad…
Francisco Ximénez de
Cisneros “el Cardenal Eterno”
Al llegar
a Toledo nuestra retina se impregna de nuevo con la Santa Catedral al mismo
tiempo que cae en mis manos una revista bilingüe “Catedral de Toledo”, donde en
su portada destaca Cisneros “Cardenal Eterno" en el V Centenario de su
muerte ocurrida un 8 de noviembre de 1517 en la localidad burgalesa de Roa
(Burgos) cuando iba a recibir en Valladolid al futuro rey y emperador de España
Carlos I.
El Cardenal Cisneros, arzobispo
primado durante 22 años fue el impulsor de las iniciativas que convirtieron el
primitivo templo gótico en la majestuosa Catedral que conocemos en la
actualidad “la Dives Toledana”.
¡Pero
quién era este hombre tan importante considerado "centinela de la Iglesia católica y azote de los infieles" que marcaría para siempre la historia de
España y de la Iglesia Católica y que incluso un hispanista e historiador
francés Joseph Pérez ha llegado a considerarlo como el mayor hombre de Estado que ha
tenido España, quizás el más progresista de su tiempo. Y sin embargo, otros lo
definen bajo un halo de intolerancia que echará por tierra una labor que
hubiera podido conseguir grandes frutos con tolerancia y paciencia como su
antecesor Hernando de Talavera, considerado alfaquí por la población morisca!
El arzobispo Hernando de Talavera quería
ganarse al pueblo musulmán con discusiones. Aprendió árabe para leer los libros
de erudición y ordenó a sus clérigos que hicieran lo mismo. Tradujo la Biblia y
el catecismo al árabe y de ese modo se ganó a algunos musulmanes. Los libros
que formaban parte de la herencia cultural andalusí, casi todos relacionados
con temas médicos y conocimientos de la medicina superaban con creces a los
cristianos.
Francisco Ximénez de Cisneros, fue confesor de la reina Isabel la Católica, arzobispo de
Toledo, cardenal e Inquisidor General, gobernador del reino de Castilla en dos
ocasiones (1506-1507) y (1516-1517), reformador y miembro de la Orden
Franciscana.
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Muchas fachadas antiguas recuerdan a Santiago "Matamoros" |
1492
El año 1492 es un año crucial en la escalada hacia el poder de la Corona de Castilla y Gloria de la Iglesia al señalar Boabdil el ocaso de Al Ándalus. La religión cristiana estaría en tiempos de Cisneros por encima de la espada, al entrar el cardenal Mendoza en Granada antes que las tropas cristianas.
La reina Isabel elige al franciscano confesor con 56 años y, tres años más tarde, se convierte en arzobispo de Toledo con 59 años.
El 31 de marzo de 1492 emiten los Reyes Católicos el Decreto de la Alhambra por el cual se obliga a los judíos a la Diáspora como preludio de lo que más tarde ocurriría con la población morisca. Será la mayor expresión de intolerancia ocurrida en Europa durante este periodo de la historia.
Unos sucesos trascendentes que atrasaron el reloj de nuestra historia al comenzar el primer acto del “genocidio y etnocidio” de una civilización cuyo legado forma parte de una de las principales riquezas del pueblo andaluz como resultado de su proceso histórico que forma parte de su identidad cultural, modelada a lo largo de siglos que ha contribuido a labrar nuestra memoria colectiva.
Cisneros prepara un amplio programa de reformas en su diócesis, poniendo el acento en la promoción moral e intelectual del clero con el objetivo de que repercutiera en la educación religiosa de sus fieles. El empuje reformista de Cisneros tiene su manifestación cultural en la creación de la Universidad de Alcalá de Henares, una de las vanguardias del pensamiento europeo de la época. Escribió la Biblia Políglota Complutense, en la que colaboró el gramático Antonio de Nebrija. La Universidad y la Biblia Políglota fueron los instrumentos puestos al servicio de la necesaria formación del clero y la mejor comprensión de las Sagradas Escrituras.
1499 (63 años) “Liturgia
del terror para la población morisca”
Francisco Ximénez de Cisneros, arzobispo de Toledo, primado de España y
tercer Inquisidor General de Castilla, perteneciente a la Orden Franciscana
visita Granada en 1499 y discute con los juristas de la ciudad implantando en la conversión forzosa, la represión y la
violencia, para conseguir que la población andalusí de Granada abandone la
religión musulmana contraria a las Capitulaciones. Aprovechó la “Revuelta del
Albaicín” para asaltar la Biblioteca de la Madraza “Universidad granadina” que
venía funcionando desde 1349, cuya biblioteca con textos coránicos será llevada
a la plaza de Bib-Rambla, donde serán quemados en la hoguera más de 5.000
libros en lengua árabe. Será una de las más tragedias culturales más grandes de
Europa.
El 1 de diciembre de 1499, los soldados
cristianos confiscaron todas las obras escritas en árabe, pilares de la vida intelectual
de Al Ándalus -la mayoría de estos manuscritos eran manuales árabes de medicina
y astronomía que habían preparado el camino para el Renacimiento.
Los volúmenes lujosamente encuadernados
e ilustrados constituían el testamento artístico de los árabes peninsulares y
superaban los criterios de calidad de los propios monasterios cristianos. Los
escritos que contenían provocaban la envidia de los eruditos de toda Europa.
La Casa de Dar al Islam “los andalusíes”
actuaron como verdadero hilo de transmisión entre la cultura mediterránea y Al
Ándalus. Aparte de la cultura del agua y de las huertas, cultivaron la literatura,
la ciencia, la filosofía y el arte islámico como se pudo demostrar con la
captura de Toledo en 1085 que hizo adelantar inmensamente los conocimientos de
los cristianos revelando la esfericidad de la tierra 400 años antes de Colón.
A ellos le debemos también las traducciones de los
clásicos griegos: la medicina de Hipócrates y Galeno, la geografía, astronomía
y trigonometría de Ptolomeo, la geometría de Euclides, la física de Arquímedes,
la crítica de Aristarco, y la metafísica de Apolonio, Empédocles y Aristóteles
que serán traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de
Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron
musulmanes, cristianos y judíos.
Traducciones del griego al árabe y de éste al latín
permitieron que el conocimiento fuese conocido en Europa para dotar de base la
filosofía medieval y escolástica.
La sabiduría colectiva de Al Ándalus yacía en la plaza de Bab al-Rambla, el lugar adecuado que había elegido Cisneros para una enorme hoguera aunque muchos de los que perpetraron esta ignominia no sabían ni leer ni escribir. Varios centenares de manuscritos importantes, serían transportados más tarde por mar a las bibliotecas privadas de Fez.
Los libros en lengua árabe fueron considerados “malditos” para el nuevo marco
histórico, siendo pasto de las llamas coránes, tratados de astronomía y
astrología, tratados científicos, poemas, títulos de propiedad, etcétera, que
acabarán en la hoguera como producto de la intolerancia del nuevo estado
refractario.
Todas estas circunstancias servirán como caldo de cultivo para sembrar el descontento y humillación en la población morisca con el resultado de una insurrección que comenzó en 1500 hasta 1501 recibiendo como castigo la población morisca el bautismo o el exilio si no abjuraban de su religión. El problema iba a dilatarse durante más de un siglo.
El cardenal Jiménez de Cisneros “centinela de la Iglesia de Roma” estaba convencido de que sólo podrían vencer a los “infieles moriscos” si se aniquilaba por completo su cultura, y eso requería la destrucción sistemática de toda su cultura. Cisneros pensaba que el Todopoderoso lo había elegido como instrumento de su voluntad. Sobre las brasas de la tragedia andalusí por la pérdida de Granada acechaba furtivamente la sombra de otra “el aniquilamiento de su cultura” cuyos escritos provocaba la envidia de los eruditos de toda Europa.
El nuevo proyecto histórico de los Reyes Católicos de forjar una España
refractaria e intolerante como idea de Castilla y consolidada por la Iglesia
Católica, pasaba por eliminar su pasado andalusí. Y el cardenal Cisneros
sentaría las bases para erradicar lo más importante que tenían los vencidos: la
memoria y el conocimiento.
Por tanto no era nada extraño que Federico García Lorca, considera aquel 10
de junio de 1936 sobre la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos que
estuvo acompañada de intolerancia e integrismo religioso:
“Fue un momento malísimo, aunque
digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable,
una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza única en el
mundo, para dar paso a una ciudad pobre…”.
1504 con 68 años, Cisneros es nombrado Inquisidor General
En 1504
muere la reina Isabel la Católica y el arzobispo Cisneros se encuentra de lleno
en la compleja sucesión al trono castellano. El regente Cisneros trata de
mantener el orden entre la nobleza y acelera el regreso a Castilla de Fernando
El Católico, retirado en Aragón, quien en agradecimiento le hizo Inquisidor
General. Jamás en la historia de la España ningún eclesiástico alcanzaría tanto
poder.
Pero
Fernando el Católico muere en 1516 encomendando al Cardenal Cisneros que tiene
80 años la regencia de su reino para salvaguardarlo en su integridad hasta que
su nieto Carlos de Habsburgo llegara a España. Pero la muerte le sobrevino a
Cisneros cuando iba al encuentro de Carlos I.
Cisneros considerado por
la Iglesia como un “arquetipo de virtudes y espejo donde mirarse los prelados”,
nace en Torrelaguna en 1436 en una España medieval, campesina y analfabeta
donde todo el saber estaba concentrado en el clero y murió en una España
unificada por los Reyes Católicos, que con el Descubrimiento de América abriría
nuevas vías comerciales gracias a que el papa Alejandro VI concedió el “pleno
dominio” de América a los Reyes Católicos.
Aunque el Cardenal
Cisneros fue un “centinela de la Iglesia Católica” y el eclesiástico más
poderoso de su tiempo, al morir en 1516 dejaría sentadas las bases al
contribuir a forjar con los Reyes Católicos una España refractaria e
intolerante como idea de Castilla consolidada por la Iglesia Católica bajo su
mandato.
El epílogo de la
civilización andalusí llegaría con la Rebelión de las Alpujarras en 1568 con su
posterior expulsión entre 1609-1614. De nuevo la intolerancia y el integrismo
religioso escribirán una de las páginas más tristes y trágicas de nuestra
historia con la expulsión de los moriscos dando paso no sólo a una Granada
pobre sino a empobrecer a toda España, que quedará convertida en un auténtico páramo.
Andalucía, Aragón y las huertas valencianas tardarían varios siglos en
recuperarse de las cuantiosas pérdidas económicas al ser los moriscos expertos
en la cultura del agua y en la agricultura. Los decretos de expulsión y pureza
de sangre cierran uno de los capítulos más vergonzosos de nuestra historia. Un
auténtico genocidio que provocará el desarraigo y el éxodo de la población
morisca hacia ninguna parte (entre 350.000 y 500.000).
Pasados más de cuatro siglos de la expulsión de los moriscos, nos han
quedado como legado miles de palabras cuyo legado forma parte de nuestro ADN
histórico
que ha contribuido a enriquecer la lengua
de Gonzalo de Berceo, el castellano.
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Bautizo de los moriscos. Felipe Virgany (1521)
Capilla Real de la Catedral de Granada
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El término morisco tuvo en su origen unas connotaciones despectivas y se ha empleado para designar a los miembros de una comunidad acosada y vencida, que hablaban la algarabía, la principal lengua hablada en Al Ándalus “el árabe hispano” que el nuevo Estado condenó al tener grafía árabe “aljamiada”.
Los moriscos tenían como noble oficio el de cultivar la tierra. No era por tanto, un enemigo que representara ningún peligro para el poder del Estado aunque fueran considerados una “civilización antagónica” a la cristiana.
No cabe duda de que la expulsión de los moriscos fortaleció la nobleza y a la Iglesia, al apropiarse de las propiedades de éstos, estableciendo condiciones más abusivas al campesinado para su explotación, con el fin de recuperar pronto las pérdidas causadas por la despoblación.
“Sólo podréis llevaros aquello con lo que pueda cargar vuestro cuerpo”.
Atrás quedaba anclado en la retina de la memoria un pasado cargado de nostalgia. Las viñas que plantaron sus abuelos con muchos sudores y que ahora quedará incautada en manos del Inquisidor, para ser pasto de la cizaña. No se podrán llevar ni sus hogares, ni sus tierras, viñas, los árboles que plantaron sus ancestros… Ni tampoco los gusanos de seda, ni las acémilas, ni los caballos, ni las cabras que daban la leche para sus hijos, ni las gallinas…
¡Omnis potestas a deo est “Todo el poder viene de Dios”!
¡Quien delatara a un morisco cobraba un porcentaje de sus bienes!. El resto lo confiscaba el Estado y una parte iba destinada para la Iglesia “La Inquisición”. Aquí comenzaba el gran negocio para el nuevo Estado, que al igual que ocurriera en 1492 con la expulsión de los judíos sefardíes, no les movía el corazón sino el ansiado botín.
La población morisca tan sólo reivindicaba el derecho humano a ser quienes eran. El morisco converso que ya no era musulmán sino cristiano nuevo, al permanecer en la península se arriesgaba a ser acusado de herejía por el Tribunal de Inquisición, al “estar bautizado”. Muchos moriscos para evitar su expulsión se tuvieron que refugiar como proscritos -en los bosques de Sauceda en la provincia de Cádiz, en la Axarquía en la provincia de Málaga, en las Alpujarras, en las provincias de Granada y Almería o las escarpadas montañas de la Cabecera del Júcar “Xúquer”, en Valencia entre otros lugares-, después de haber malvendido todos sus bienes que no podían llevar consigo.
Un trabajo realizado por el profesor Martínez Gomis nos recuerda la figura de los "morisquillos" que fueron llevados a la ciudad de Alicante para ser adquiridos por las clases privilegiadas de siempre que se convirtieron en cómplices "nobles, eclesiásticos, funcionarios y gente de carrera". Una gran oportunidad de adquirirlos a precio de coste, siendo tratados como esclavos. La presencia de niños moriscos abarató el mercado de esclavos.
La consecuencia directa de la expulsión de los moriscos se deja ver a partir de 1570, cuando su marcha forzosa a otros lugares del Reino o fuera de él hace necesaria una repoblación, ya que había que evitar el abandono de los sistemas de cultivo tradicionales, basados en técnicas moriscas para el aprovechamiento del agua. Las crónicas de la época informan que la producción de la seda, el azúcar “assúkkar”, la almendra y el aceite “azzeit” de oliva estaban en peligro al ser eran unos recursos económicos fundamentales para las villas y pueblos.
La expulsión de los morisco por Felipe III el 9 de abril de 1609 desencadenó un rosario de medidas que afectaron a la totalidad de las comunidades de origen musulmán originando el transvase de la mayoría de los moriscos al Norte de África. La expulsión generó numerosos problemas de orden político-jurídico y teológicos-morales.
Para paliar los problemas teológicos-morales se formó una "Junta de Teólogos" que absolvió de toda responsabilidad al monarca. La expulsión se inició con los moriscos valencianos. El bando de expulsión se publicó el 22 de septiembre de 1609, por orden del virrey de Valencia, Marqués de Caracena. En un plazo de cuatro meses la mayor parte de los moriscos valencianos habían abandonado el país, lo que da idea de la envergadura de la operación utilizando la casi totalidad de la flota disponible.
Se produjeron algunas revueltas que fueron reprimidas por los tercios de Lombardía.
Los decretos de expulsión y pureza de sangre cierran uno de los capítulos más vergonzosos de nuestra historia. Un genocidio que provocó el desarraigo y el éxodo de la población morisca hacia ninguna parte (entre 350.000 y 500.000). Al Ándalus duró casi ocho siglos (711-1492) con su proyección posterior de la presencia islámica hasta 1609, fecha de la definitiva expulsión de los moriscos. Nueve siglos de presencia andalusí frente a los seis de la Hispania Romana (211 a.C. - 409 d.C.).
Frente a la invasión más rápida de la historia de España se produce la conquista más lenta de la historia de la Humanidad cuyo epílogo dará como resultado un Estado integrista católico español que nacerá a partir de 1492. Los vasallos moriscos eran considerados como mano de obra barata y además tributaban más impuestos que los cristianos viejos. En 1526, las aljamas pidieron a Carlos I que subsanase este agravio comparativo, a lo cual accedió éste, acordando que se equipararan los tributos entre moriscos y cristianos viejos”. Expulsión e Impuestos. “La expulsión de los moriscos en Alicante” de Gerardo Muñoz.
Las sucesivas órdenes inquisitoriales obligaron a mantener abiertas las puertas de los moriscos. La sabiduría popular solapó al cerramento exterior unas cortinas sonoras para salvaguardar la intimidad del hogar y a la vez escuchar a que entraba. El zaguán se convirtió así en el primer elemento arquitectónico de resistencia. Y allí se colgaban templete de vírgenes, crucifijos o azulejos “azzuláyǧ” con el “Dios bendiga esta casa”, evidencias católicas para impedir que el inquisidor atravesara el umbral.
La denominada taqya, concepto coránico que permite al musulmán realizar prácticas ilícitas o haram en casos de necesidad, siempre que las hagan de corazón para conservar la fe y la vida (darura). La taqya era una pequeña alacena donde se guardaban los objetos personales más íntimos del andalusí como el Corán o el misbah “especie de rosario” para el morisco. Descubrir el contenido escondido de la taquilla privada equivalía a la revelación pública de su alma clandestina. A la persecución. A la muerte. De ahí proviene la expresión moderna “salir del armario”.
El nacionalcatolicismo de la época nos ha proyectado desde tiempos inmemoriales de que no eres verdaderamente español si al mismo tiempo no eres católico. Una sinrazón que provocará el exilio de cientos de miles de moriscos cargados de angustia, nostalgia y desesperación y como consecuencia, la pérdida de sus señas de identidad en España.
Los moriscos eran los más expertos del Reino en temas tan vitales como la agricultura y la cultura del riego por acequias, el cultivo de la morera, la producción de seda, el cultivo del arroz, de la caña de azúcar, de las hortalizas, olivos, naranjos o la vendimia, amén de la pérdida irreparable que sufriría el Reino en la hacienda al recaudar menos impuestos. Los agricultores moriscos fueron auténticos pioneros en el cultivo en terrazas en las laderas de las montañas que evitaba la erosión de los montes y el aprovechamiento del agua.
Y aun así, la Corona española con su escasa altura de miras prefirió expulsarlos de su verdadera tierra autóctona y también de la de los padres de sus padres.
El bando de expulsión provocó una especie de “esquizofrenia” en los cristianos nuevos que no sabían si decantarse hacia las posiciones de uno u otro lado al tener nombres árabes para su familia y recién bautizados para la Iglesia con nuevos nombres cristianos. La población morisca estaba angustiada por el durísimo golpe recibido. Un azote brutal que comenzó a dividir a las familias moriscas.
Llamarse con nombre católico era condición indispensable para salvar el pellejo. También hacía falta cambiar los apellidos para acreditar la ascendencia del converso. Algunos moriscos o judíos adinerados dotaron a la familia de un cristiano viejo para casarlo con una de sus hijas, añadirse sus apellidos y asegurar el futuro de su estirpe.
La huella morisca es la revelación de una parte clandestina y traumática de nuestro pasado a través de los efluvios y reminiscencias que aún mantenemos latente en nuestras costumbres y paisajes que nos rodean, de un legado de lo que fuimos que se proyecta hasta nuestros días.
Mientras la luz de una espléndida civilización declina lentamente en la Península Ibérica, el asentamiento de la población morisca en Berbería contribuyó a su renacimiento cultural ejerciendo una importante influencia en el norte de África. Este hecho histórico contribuyó a que el Norte de África pasara en poco tiempo de la Edad Media a la Edad Contemporánea.
Nuestra visita a Toledo
Nuestra particular ruta a Toledo comenzaba en la Casa mozárabe donde colocamos nuestro centro logístico. Desde la Plaza de Zocodóver -donde se encuentra el Arco de la Sangre, puerta árabe reconstruida del primer recinto militar, donde se encuentra el monumento al inmortal Miguel de Cervantes- nos dirigimos a través de la calle del comercio al SO de la ciudad para visitar la Sinagoga del Tránsito en la Judería que mandara a construir entre los años 1355 y 1357 Samuel-ha-Levi Albulafia, almojarife [recaudador de impuestos] en la corte del rey Pedro I de Castilla. Sus límites llegarían hasta el río Tajo. Contrasta la austeridad exterior con la belleza decorativa en el interior. Mediante los paneles ilustrativos nos impregnamos sobre una cultura de varios milenios.
Paseando por su bello casco histórico, la artesanía brilla con luz propia destacando las armaduras de caballeros, los sables, las espadas tizonas y coladas del Cid, miniaturas, palilleros, abrecartas y un sinfín de artículos que estimula nuestra retina para adquirirlos como recuerdo de la antigua ciudad imperial.
El origen de las espadas de Toledo es necesario remontarse al siglo V a.C. cuando los guerreros ibéricos forjaron unas espadas conocidas como falcatas que serían elegidas por el cartaguinés Anibal y las tropas del Imperio Romano.
Los musulmanes al conocer la procedencia de su acero adoptaron la misma técnica elaborando sus espadas denominadas cimitarras. El acero de Toledo ha llegado a todas las partes del mundo, incluido al lejano Oriente donde Toledo exporta incluso katanas y wakizashi de uso decorativo.
Muy cerca se encuentra la Casa Museo del Greco donde nos detuvimos para observar el magnífico cuadro de enormes dimensiones “El Entierro del Conde de Orgaz”. Pero nos prohibieron realizar fotografías sin flash "para no competir con los mercaderes del templo".
Pero ellos tienen la potestad para vender las fotografías en una tienda exterior como auténticos mercaderes del templo “lo mismo nos ocurrió en la Capilla Real de Granada”. Y eso que la Iglesia española se lleva una cantidad importante de nuestros impuestos. ¡Poderoso caballero..!
Acabada la visita al Museo del Greco nos desplazamos al Puente de San Martín sobre el río Tajo situado en la parte más oeste de la ciudad cuyo origen es musulmán. Formaba parte del sistema defensivo de la ciudad junto al puente de Alcántara, situado en su lado oriental. Construido íntegramente con sillares de granito, consta de cinco arcos ligeramente apuntados, destacando por su tamaño el central, con unas dimensiones de cuarenta metros de luz y más de veintiséis metros de altura sobre el nivel del río. Cuenta con dos torreones defensivos de planta poligonal irregular, almenados, uno en cada extremo. La base de grandes pilares del puente se protegen mediante tajamares angulares que cortan la corriente de agua.
No se conoce con exactitud su fecha de construcción, aunque se hace ya referencia a él en documentos del año 1.165. Años más tarde, en 1.203, según otro documento de la época, una gran crecida del río destruyó este puente de barcas, hecho que propició la construcción del actual, quedando terminado a principios del siglo XIV y recibiendo el nombre de una iglesia cercana.
En 1.368, el puente fue parcialmente destruido durante la guerra entre Pedro I y su hermanastro Enrique II. Terminada la lucha entre ambos monarcas, el arzobispo Pedro Tenorio mandó reedificarlo en 1.390, que hizo construir el gran arco central y los dos torreones almenados de los extremos. El puente es todo de sillería. Durante el reinado de Carlos II de España se reformó, ensanchándose sus accesos, y un siglo más tarde se pavimentó. De ambas reformas queda una inscripción en el muro interior del torreón de entrada, con el escudo imperial flanqueado por dos reyes sedentes.
De estilo mudéjar, el 21 de diciembre de 1921 fue declarado «Monumento nacional». En la actualidad cuenta con el estatus de Bien de Interés Cultural.
Desde el puente de San Martín con una magnífica panorámica de Toledo a través del Paseo Recaredo llegamos a la Puerta de Alfonso VI. Único resto de la muralla árabe que se conserva. Fue construida en el siglo X bajo dominación musulmana aprovechando restos visigodos, siendo durante mucho tiempo la entrada principal a la antigua Toledo.
Cuando Carlos V decide reformar la Nueva Puerta de la Bisagra "Bab-al-Shaqra o puerta de la Sagra" transformándola en renacentista cae en abandono lo que supuso el fin recaudatorio (el portazgo) que pasó a la Puerta de la Bisagra. Permaneció tapiada durante cuatro siglos hasta que, en 1905, el Marqués de Fuensanta de la Palma mandó a restaurar el monumento, denominándose “Puerta de Alfonso VI".
De origen árabe, sufrió una reconstrucción a mediados del siglo XVI. Está formada por dos cuerpos independientes con dos altos muros almenados que los unen, formando un patio entre ellos, donde se encuentra una estatua de Carlos V. El lado externo está formado por un arco de medio punto con sillares almohadillados, sobre el que se encuentra un gran escudo de la «Ciudad Imperial», con su inconfundible águila bicéfala, además de un frontón con una escultura de un ángel custodio. Flanquean esta entrada dos grandes torreones circulares. El cuerpo que da a la ciudad tiene otra puerta de arco de medio punto, flanqueada por dos torreones cuadrados rematados por tejados piramidales.
La Puerta de la Bisagra “Bab-Sagra” entre dos torreones era la entrada principal de Toledo a partir de la cual brotan las innumerables callejuelas sinuosas y empedradas que nos llevan hasta su centro histórico donde brilla con luz propia su Catedral Gótica iniciada en tiempos de Fernando III el Santo en el solar donde se ubicaba la Mezquita Mayor. Destaca el Altar Mayor, la Sacristía y el tesoro donde destaca la magnífica custodia del Corpus Christi cuyo cortejo procesional se remonta al año 1418.
En 1226 se produce un enfrentamiento entre musulmanes y cristianos a causa de la construcción de la Catedral Gótica sobre la antigua Mezquita Mayor. Pero salvando esta circunstancia, estas tres comunidades se desarrollaron paralelamente en un ambiente de respeto.
Desde la Puerta de la Bisagra nos esperaba el Puente de Alcántara -al-qantara-, en la zona musulmana por donde dicen las crónicas que pudo entrar Alfonso VI.
Junto a la Puerta de Alcántara se tiene constancia de su construcción en la época romana, en la fundación de "Toletum". Fue muy dañado y reconstruido en el siglo X. Es cuando desaparece el tercer arco, reducido a un portillo con arco de herradura. Era uno de los puentes que daba entrada a la ciudad en el Medievo como entrada obligada para todo peregrino.
Bajo el reinado de Alfonso X sufrió graves desperfectos siendo reconstruido. A este último período pertenece el torreón occidental, luego modificado y decorado bajo el reinado de los Reyes Católicos, cuyas armas decoran sus muros. Falta en ellas el fruto de la granada, pues la Reconquista aún no había concluido.
El torreón oriental fue reemplazado por un arco triunfal barroco en 1721, dado su estado ruinoso. Fue declarado monumento nacional en 1921.
Desde el Puente de Alcántara entre numerosas callejuelas sinuosas y empedradas llegamos a la mole del Alcázar “Museo del Ejército” que fuera construido por Carlos V en 1535 y que visitáramos hace ya algunos años.
Etimológicamente Alcázar deriva del árabe hispánico «Al Qasar», que significa fortaleza. El término «Al-Qasaba» significaba “ciudad fortificada”. El Alcázar de Toledo es el edificio más visible dentro del casco histórico y uno de los edificios más emblemático ya que entre sus muros se acumula gran parte de la historia militar de España. De arquitectura renacentista, cuenta con cuatro torres macizas en el promontorio más elevado de Toledo.
Desde el siglo III se tiene constancia en esta área de un asentamiento romano que dominaba la antigua ciudad de “Toletum”. Su función era defensiva. Posteriormente fueron los visigodos los que se aprovecharon de su magnífica ubicación y más tarde los musulmanes, entre el 711 a 1085 denominaron a esta zona “Alfizén” (Al-Hizan). Los Reyes Católicos se alojarán en Toledo a medida que la frontera se aleje del Tajo.
Pero nunca perderá su importancia estratégica ya que durante la Guerra de las Comunidades entre 1520-23, el Alcázar de Toledo será controlado por las tropas de Carlos I y posteriormente por los Comuneros.
Carlos I otorga un nuevo impulso al degradado edificio convocando para su construcción a los mejores arquitectos de la época:
- Alonso de Covarrubias realizará la fachada norte, siendo nombrado en 1537 arquitecto del edificio.
- Villalpando edifica el patio central y las escaleras.
- En tiempos de Felipe II, Juan de Herrera construye la magnífica fachada sur.
Cuando el emperador decide en 1561 trasladar la corte a Madrid, el Alcázar pierde su función palaciega y comienza una etapa de decadencia, pasando a ser cárcel, cuartel de caballería, etc…no vilviendo a tener función defensiva hasta la Guerra de Sucesión, en el siglo XVIII, convertido en cuartel por el Archiduque Carlos, sufriendo un violento incendio en 1710, otro durante la ocupación francesa en 1810 y otro en 1887.
Carlos III lo cede a la Iglesia para que instale allí una Casa de Caridad y en 1875 se realizan las obras para ser sede de la Academia de Infantería que entrará en funcionamiento en 1883 hasta la Guerra Civil española (1936-1939) sufriendo un violento asedio bajo el coronel Moscardó, quedando casi destruido.
Franco, entendiendo su importante carga simbólica para la dictadura, manda a reconstruir el edificio finalizando las obras en 1961. En 1998, se adecua parte del edificio para alojar la “Biblioteca de Castilla-La Mancha, abriendo en museo del Ejército sus puertas en el verano de 2010.
En 1986 Toledo fue declarada “Ciudad Patrimonio de la Humanidad” al ser su zona monumental un museo permanente en arquitectura.
La influencia de El Greco en Toledo
Es evidente la influencia del Greco “Domenico Theotocopoulos” (1541-1614) en Toledo convertida en una ciudad cultural por excelencia. Vivió en Toledo desde 1585 hasta su muerte en 1614. El Greco es el máximo exponente del manierismo pictórico en España, siendo también la primera figura de proyección universal de la pintura española y uno de los grandes genios de la historia del arte.
El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. En Venecia conoció la obra de Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura.
A partir de 1570, tras una estancia de siete años en Roma, El Greco se trasladó a Toledo por invitación del canónigo Diego de Castilla, quien le encargó un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez años en Toledo cuando Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero El martirio de San Mauricio no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con el artista. Esto no le perjudicó al ser un pintor muy solicitado por los aristócratas y eclesiásticos toledanos.
El Greco creó su peculiar estilo después de establecerse en Toledo, influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad, lo que le llevó a pintar sobre todo obras religiosas. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física con una intensa espiritualidad. Su paleta es original utilizando los colores rojos, azules y blancos.
El Greco es uno de los artistas que más han influido en el posterior devenir de la pintura. Lo cierto es que su transgresor uso del color, su acusado manierismo, alargando y estilizando las figuras de forma un tanto antinatural y en contra de los cánones que había asentado el renacimiento le produjo algún que otro problema.
Dice alguna que otra página de la historia, que en cierta ocasión El Greco fue llamado a declarar por la Inquisición acusado de herejía; el motivo principal era que al parecer pintaba las alas de los ángeles de forma contraria a como se describían en la Biblia.
No falta quien mantiene que en realidad compareció por un cuadro con el tema del Expolio de Jesús en el que aparecen tres Marías (su madre la Virgen, María Magdalena, y María de Cleofás) a sus pies, no pareciéndole bien al Santo Oficio que las tres mujeres estuviesen allí presenciando el momento en el que le iban a quitar las ropas al Nazareno. Otros mantienen que el Greco tenía muy buenas relaciones con los veladores de la Fe, y ciertamente era muy amigo de Francisco Pacheco, un pintor que fue nombrado por la Inquisición para vigilar la ortodoxia de la producción pictórica en nuestro País, de modo que difícilmente pudo tener algún encontronazo del tipo antes reseñado.
A El Greco también se le deben importantes retratos como “El caballero de la mano en el pecho” aunque su obra más admirada es “El entierro el conde de Orgaz" pintado en 1587 dejando constancia del momento en que le tocó vivir. El cuadro se divide en dos planos: celestial y místico en la parte superior y terrenal en la inferior donde queda retratado el grupo con los personajes más influyentes de la época.
Podemos situar a El Greco como un pintor manierista influenciado por Miguel Ángel por un lado y por la escuela veneciana por otro, si bien él funde todas estas tendencias llegando a crear aun estilo personal y propio que ha hecho que algunos estudiosos del tema no se atrevan a inscribir a El Greco en el Manierismo y recurran a hablar de un estilo excesivamente personal difícil de clasificación.
El Entierro del Conde de Orgaz
Visitamos la Iglesia de Santo Tomé que data del siglo XII con su torre mudéjar reconstruida en el siglo XIV por encargo del señor de Orgaz donde se guarda en una sala especial el impresionante óleo de “El Entierro del Conde de Orgaz”, pintado por El Greco.
El señor de Orgaz, don Gonzalo Ruiz de Toledo desempeñó importantes cargos públicos, entre ellos el de Notario Mayor del Reino de Castilla y Alcalde de Toledo, pero sobre todo destacó por su labor piadosa y caritativa restaurando varios templos, financiando la reforma de la Iglesia de Santo Tomé de Toledo, donde se encuentra enterrado.
La torre es uno de los mejores ejemplos del arte mudéjar toledano. En sus dos cuerpos superiores, de ladrillo, se abren grupos de dos y tres ventanales de arcos túmidos festoneados por otros lobulados. En el interior se guarda uno de los cuadros más famosos de El Greco, "El entierro del Conde Orgaz", que se expone en una sala especial.
El Entierro del Conde de Orgaz es considerado una de las mejores y más admiradas obras del Greco “Doménikos Theotokópoulos” (1541-1614). Se trata el primer cuadro de conjunto en la historia del arte español, pintado en estilo manierista por el Greco entre los años 1586 y 1588.
La villa de Orgaz no fue condado hasta 1520 por el rey Carlos I como premio a la fidelidad de don Álvaro Pérez de Guzmán y Mendoza “I Conde de Orgaz”.
Gonzalo Ruiz de Toledo era señor de Orgaz siendo un hombre muy piadoso y benefactor de la parroquia de Santo Tomé, la cual reedifica y amplia en el año 1300 con sus propios recursos. El señor de Orgaz muere un 9 de diciembre de 1313, aunque otras fuentes señalan el epílogo de su vida en 1312. Este hombre pío legó a la parroquia de Santo Tomé en su testamento:
“Páguese cada año para el cura, ministros y pobres de la parroquia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 maravedís”.
Al pasar más de dos siglos de tan importante legado, don Andrés Núñez de Madrid, párroco en ese momento de la parroquia de Santo Tomé en 1564, observa el incumplimiento por parte de los habitantes de la localidad toledana del pago de las “viandas” estipuladas reclamando dichos bienes legados en el testamento de su señor ante la Chancillería de Valladolid cuyo pleito será ganado en 1569 por Andrés Núñez de Madrid “Párroco de Santo Tomé”, quien recibió una suma considerable por los muchos años impagados.
A partir de ese momento decide levantar una capilla sobre la tumba del señor Conde de Orgaz con el objeto de recordar la fiel necesidad de caridad para lograr la salvación eterna encargando un gran lienzo que dejara constancia en la retina del recuerdo de los fieles, con el objetivo de extraer la lectura adecuada. De este modo quedará perpetuado para los anales de la historia el señor de la villa de Orgaz plasmado en el óleo sobre lienzo del Greco.
En el Antiguo Régimen de España el poder y la influencia del Clero “brillaban con luz propia” atemorizando incluso con el Tribunal del Santo Oficio si era necesario para defender sus privilegios. Por tanto, es tradicional el tópico literario derivado de un pasaje de Don Quijote de la Mancha “Con la Iglesia hemos topado”, que se usa popularmente para expresar lo inconveniente de tropezar o interponernos con tan magna institución.
Para presidir la capilla mortuoria del señor de Orgaz, don Andrés Núñez de Madrid encargó el trabajo de un óleo de grandes dimensiones al Greco cuyo acuerdo se firmaría el 15 de marzo de 1586 fijándose unas normas muy precisas sobre la iconografía del lienzo que iba a estar situado en una capilla lateral de la citada iglesia parroquial.
El Greco cobrará en 1590 por este cuadro 1.200 ducados, la cifra más alta pagada en España hasta entonces por un lienzo.
El lienzo tendría que representar el milagro que ocurriría en 1323 en aquella iglesia cuando se iba a enterrar al Señor de Orgaz “don Gonzalo Ruiz de Toledo”.
Se puntualizaba de la siguiente manera: “En el lienzo se ha de pintar una procesión, (y) cómo el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo señor de la Villa de Orgaz, y bajaron San Agustín y San Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero, el uno teniéndolo de la cabeza y el otro de los pies, echándole en la sepultura, y fingiendo alrededor mucha gente que estaba mirando y encima de todo esto se ha de hacer un cielo abierto de gloria”.
Actualmente puede observarse en la Capilla de la Concepción en la Iglesia de Santo Tomé la tumba del piadoso varón don Gonzalo Ruiz de Toledo, ubicada 50 cm. bajo el nivel del suelo de la capilla, debajo del inmortal óleo sobre lienzo de 4,80 x 3,60 metros.
DON
GONZALO RUIZ DE TOLEDO
SEÑOR
DE ORGAZ, NOTARIO MAYOR DE CASTILLA CON FERNANDO IV, AYO DE
ALFONSO XI, ALCALDE
MAYOR DE TOLEDO, BIENHECHOR DE ESTA PARROQUIA
Y DE SUS POBRES.
MURIÓ
EL 9 DE DICIEBRE DE 1323
Cuando iba a ser enterrado, bajaron del cielo
San Agustín y San Esteban, que con sus propias manos lo depositaron en este
sepulcro.
“¡Tal galardón recibe quien a Dios y a
sus Santos sirve!.
Un análisis iconográfico en el óleo sobre lienzo de “El entierro del Conde de Orgaz” nos permite observar las dos dimensiones de la existencia humana donde la parte inferior del cuadro pertenece a la efímera realidad terrenal que contrasta con la presunta vida celestial junto a Dios en “La Vida Eterna”.
La intención del óleo del Greco consistía en plasmar el milagro encargado por el Párroco de Santo Tomé, con una visión del mundo terrenal y celestial perfectamente delimitadas. El crucifijo existente junto al párroco que preside el entierro sirve como nexo de unión entre ambas dimensiones: la terrenal y la celestial.
Por tanto, El Greco cumple a la perfección con el óleo conforme al contrato y encargo de don Andrés Núñez de Madrid, párroco de Santo Tomé.
En la parte superior del cuadro destaca un cielo abierto de Gloria donde Jesucristo con su mano derecha le señala a San Pedro -que porta las llaves-, que abra las puertas del cielo para que el alma ascienda por sus buenas y piadosas obras. Bajo la figura central aparece la Virgen María, vestida de rojo por la Pasión de Cristo y azul, color de la esperanza en el cielo. María está en disposición de acoger el alma del difunto cuando se eleve que será recibido por Jesucristo Resucitado sentado en su trono como rey del Universo que juzga todas las almas.
A la derecha del cuadro se encuentra Juan Bautista. Entre los Apóstoles se identifica a San Pablo Apóstol, Santiago el Mayor y Santo Tomás junto al resto de apóstoles al lado de Felipe II, defensor de la Fe con su mano en el pecho. Al fondo se puede observar una muchedumbre de santos que forman el coro celestial. Debajo en el lado derecho aparecen tres figuras: Marta, María y Lázaro que simbolizan la fe en la Resurrección.
A la izquierda del cuadro se observa el apóstol San Pedro con dos llaves y diversas figuras del Antiguo Testamento. Debajo de San Pedro se puede reconocer a Noé apoyándose en su arca, a Moisés llevando las tablas de la ley y a David tocando el arpa. En definitiva toda una serie de personajes importantes a quienes se presupone un lugar destacado en la otra vida.
En la parte terrenal o inferior del cuadro, muchos de los personajes que aparecen en el cuadro han quedado inmortalizados aunque existen diversas cábalas para identificarlos.
El niño que aparece en primer término a nuestra izquierda con un hachón encendido se llama José Manuel, el hijo del Greco, cuando tenía 10 años. Un pañuelo que sale de su ropa lo testifica. El personaje de barba canosa, al otro lado de la escena, con la cara casi de perfil. Es Alonso de Covarrubias, un clérigo íntimo del Greco.
En la parte inferior del cuadro aparece el cadáver del Conde de Orgaz, señor de la villa del mismo nombre con una armadura damasquiana que es depositado por San Esteban y San Agustín que se inclinan con toda veneración: el uno sosteniéndole la cabeza y el otro los pies. San Agustín aparece representado como un anciano con barba, mitra y capa bordada donde aparece San Pablo con la espada, el Apóstol Santiago con el mantón de peregrino bordado y Santa Catalina.
En la parte central se observan los miembros de la Orden de Santiago caracterizados por la cruz roja bordada en el pecho. Junto a los acompañantes vestidos de negro se observan nobles toledanos como testigos del entierro destacando tres frailes: uno franciscano, otro agustino y un dominico. En la fila del centro el mismo Greco nos mira de frente, invitándonos a entrar en el milagro que está ocurriendo. De espalda, con los brazos abiertos y mirando hacia la parte celestial destaca el cura con roquete que tal vez pueda ser el ecónomo de la parroquia don Pedro Ruiz Durón.
Entre la parte terrenal y la celestial aparece el alma del difunto que es ascendida ayudada por un ángel como el elemento más cercano a los mortales.
El cuadro nos facilita una lección teológica con la mentalidad de la época, donde las almas de los difuntos se desprenden de su cuerpo para dirigirse al Juicio Final, donde serán juzgados por el Supremo Hacedor representado en la persona de su hijo Jesús quien determinará las almas que han de elevarse e integrarse en la vida celestial al ser merecedoras de ello. Las almas condenadas no disfrutarán de la vida eterna.
Después de una intensa jornada en Toledo realizamos alguna que otra fotografía junto al monumento dedicado al ciclista toledano Federico Martín Bahamontes "El águila de Toledo", degustamos algunas tapas en la “cervecería trébol”, muy cerca de la Plaza de Zocodover para recuperar energías.
Desde Toledo, colocamos nuestro sextante en la Segovia machadiana, pero eso formará parte de otra interesante historia del blog de mis culpas...