Recuerdo cuando el amigo Paco (Fran para los amigos) nos contaba utopías pasadas y sus ojos azules brillaban de felicidad cuando narraba con todo lujo de detalles sus “hazañas imaginarias”, recordándome en algún momento al ingenioso hidalgo de don Miguel de Cervantes. Se ganó en todo momento el cariño y respeto de todos, manifestando con cara de felicidad que iba a contraer matrimonio con una célebre tonadillera de la copla española y que era un grande de España, con sus uniformes de gala siempre preparados (por si era invitado a algún evento importante). Todo en él era grandeza y la verdad es que lo ha vivido intensamente en su Residencia de Mayores, sobretodo cuando salía en cualquier película un apuesto galán y nos hacía creer que el protagonista del film era su afable persona cuando todavía era un apuesto joven.
Cuando preguntaba el motivo por el cual no estaba en la foto con las personas mayores de su residencia de mayores durante una visita a la Base Aérea de Morón, el amigo Paco respondía que posiblemente estuviera pilotando en ese momento. Otra vez nos manifestó que apagó un polvorín con una simple cazadora y así infinidad de historias entre sueños, utopías y quimeras.
Recuerdo una tarde del miércoles santo, el amigo Paco estaba deseoso de colocarse su apuesto traje cargado con sus viejas medallas (ganadas posiblemente en alguna aventura imaginaria en las que seguro fue auténtico protagonista con mayúsculas) esperar varias horas ilusionado para ver la cofradía de la Virgen de Loreto, patrona del Ejército del Aire en el barrio de San Francisco y ver con el máximo respeto a sus Titulares y hermanos nazarenos realizando el desfile procesional.
Y la infinidad de “oficios imaginarios” que mandaba usted a la capital del reino para mejorar dentro de lo posible las circunstancias de todos, con una inmensa satisfacción del deber cumplido ya que tenía hilo directo con Su Majestad.
Una mañana me encontraba en el Bar de Retamares junto a un amigo cuando se acercó nuestro amigo Fran a saludarnos vestido con uniforme de general de brigada con su boina bien colocada ¡qué bien le quedaba aquel traje!. Le ofrecimos un refresco. Agradeciendo la deferencia nos contestó amablemente con saludo militar que no podía aceptarlo porque ¡estaba de servicio!.
Descanse en paz mi general, el tiempo pasa y nos obliga a ceder el testigo de la responsabilidad visitándonos casi por sorpresa pero el firmamento será testigo de su agradable estela donde a partir de ahora seguirá soñando junto a las estrellas.
¡No podemos olvidar que nadie muere del todo mientras permanezca en nuestro recuerdo!.
Desde este humilde blog de su amigo Antonio quiero testimoniarle nuestro cariño y afecto por los gratos momentos que hemos sonreído junto a usted y por lo peculiar de su personalidad.
Permanecerá usted siempre en la retina del recuerdo de aquéllos que disfrutamos de su presencia.
¡Hasta siempre, mi general!
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