sábado, 25 de octubre de 2025

Visita al Palacio de la Condesa de Lebrija, en Sevilla

 

El Marqués de Lozoya afirmó que era «el palacio mejor pavimentado de Europa»

 

Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante didáctico, en compañía de nuestros amigos Manuel, Jesús y Antonio, para conocer el Palacio de la Condesa de Lebrija que se encuentra en la calle Cuna, 8 de la capital hispalense.




Tras haber realizado una visita durante la mañana a las Reales Altarazanas y al monumento de Miguel Mañara frente al Hospital de la Caridad, paseamos a través del Postigo del Aceite, antes de dirigirnos a la Casa Palacio de la Condesa de Lebrija, donde los mosaicos romanos brillan con luz propia.

Nada hacía presagiar en pleno corazón de Sevilla que tras una bella fachada renacentista pudiésemos encontrarnos con una casa-palacio de estilo andaluz tan bien conservada, donde brillan con luz propia los patios sevillanos con sus bellos mosaicos romanos acompañado de grandes obras de arte para disfrute de los sevillanos y visitantes.




La entrada al Palacio de la Condesa de Lebrija tiene el “módico precio” de 15 euros por persona, no existiendo descuento alguno para pensionistas. Pero, merece la pena la visita.




La Casa-Palacio posee un carácter único de corte Renacentista Mudéjar
Una especie de relicario donde se ha guardado el legado de sus antepasados junto con los tesoros artísticos que decoran su bello interior.


Haciendo una breve introducción, la desamortización de Mendizábal en 1836, puso a la venta los bienes del clero regular y se produce en la gente pudiente de la época una fiebre desmesurada por el coleccionismo de cosas antiguas como símbolo de riqueza y estatus social.

El coleccionismo será considerado un pasatiempo refinado de las élites, admirado por unos y vilipendiado por otros. Muchos coleccionistas con recursos actuarán como verdaderos depredadores del Patrimonio Cultural al que dicen defender. Aunque será éste el caso.



El edificio

Data del siglo XVI, siendo ampliado en los siglos XVIII y XX. Inicialmente perteneció a la familia Paiba, pasando posteriormente a los condes de Miraflores, pero cuando realmente comienza a cobrar vida es en 1.901, año en que doña Regla Manjón Mergelina, condesa de Lebrija, compra y restaura durante trece años los dos mil metros cuadrados de que consta la casa familiar, una verdadera "domus" de la capital hispalense.




La planta baja, donde vive la familia durante el caluroso verano de Sevilla, se extiende en torno a un bello patio columnado con arcos arabescos donde se encuentran ánforas, esculturas, pinturas, elegantes muebles, bellos mosaicos y piezas romanas, antiguos azulejos de Triana rescatados de conventos y palacios en ruina, piezas de porcelana y valiosos cuadros, entre un largo etcétera.


Destaca el opus sectile que consiste en ensamblar piezas grandes de mármol para formar figuras geométricas, y el opus tessellatum, que utiliza pequeñas teselas para formar un bello mosaico.




Una colección de tinajas [cinco árabes], brocales de pozos árabes, alfarería entre el siglo X y XIII, bustos grecorromanos, ánforas romanas, cerámica romana y visigoda, arte califal, platos de Talavera de la Reina o mosaicos como el de Polifemo o la Medusa nos esperan durante la visita, sin olvidar el un retablo del siglo XVIII, un cuadro de la Escuela de Van Dyck "La Virgen y el Niño", de Bruegel el viejo, o los cuadros de la Escuela de Murillo, como por ejemplo, una copia del siglo XIX, "Santa Justa y Rufina", cuyo original de Bartolomé Esteban Murillo se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.




Arte Califal Placa de mármol con un león atacando a una gacela
Encargada por Almanzor "Al Mansur" en Medina Zahara (Córdoba). Año 987


Se trata de un patio columnado en torno al cual se articula todo el edificio. En el centro del patio se encuentra un mosaico, decorado con un círculo central, en cuyo interior se encuentra la figura de Polifemo o del Dios del Pan, rodeado de 8 medallones con escenas de aventuras amorosas de Zeus, que fue encontrado en 1914 en Santiponce (Sevilla).

El conjunto del mosaico del dios Pan, de 6,85 metros x 6,82 metros, se trasladó tesela a tesela, desde Santiponce a la calle Cuna, instalándose en el Patio Principal. La figura central representa al dios Pan tocando la flauta para Galatea, con cuatro medallones en las esquinas con figuras femeninas (primavera, verano, otoño e invierno). Los otros medallones intermedios representan escenas mitológicas de gran interés: Leda con el cisne, Europa con el toro, Ganímedes dando de beber al águila, y Danae y la lluvia de oro.





El patio está rodeado por una galería, cuyo suelo está compuesto por un mosaico de opus sectile, de raros mármoles de colores, hallado en Itálica (Santiponce), en 1902.




En la planta baja se encuentra un cuadro de Doña Regla Manjón, Condesa de Lebrija, pintado por Joaquín Sorolla, en 1914, quien realizó este retrato a cambio de una obra de “San Bartolomé” de la Escuela de Ribera para su colección que hoy se conserva en el ante-comedor de la Casa Museo Sorolla, en Madrid.


En la segunda planta, vive la familia en invierno. Cuando se visita nos da la impresión de que el tiempo se ha detenido en tiempos pretéritos. Allí se encuentra la capilla privada del palacio, la biblioteca, el dormitorio, el comedor, las salas de estar con chimenea y cortinas de tela gruesa que proporcionaba calor, la sala imperial, el salón de los retratos de familia [Pedro Manjón, Leona Mergelina y Leona Manjón], las cerámicas de Cantón, el salón marroquí, un comedor con su vajilla azul de Inglaterra, el salón verde, donde la condesa despedía a sus invitados, entre retratos de familia con uniformes de gala y armas familiares, tapices con temas bíblicos y muebles de caoba que jalonan los pasillos del palacio junto con los bargueños del siglo XVII y XVIIII para guardar documentos y joyas. Para que no falte ni un detalle, existe una sala donde se cambiaba el obispo antes de decir misa en la capilla del palacio.

La luz eléctrica llegará al palacio en 1925. Las lámparas son originales. Anteriormente, la vivienda se alumbraba con velas.




¡Pero, quién era Doña Regla Manjón y Mergelina, mujer no solo de alta cuna, sino también una erudita adelantada a su época, y que llegó a ser la primera mujer académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría!

 

Regla Manjón Mergelina nació en el seno de una familia hacendada el 26 de octubre de 1851, en Sanlúcar de Barrameda [Cádiz], falleciendo el 19 de febrero de 1938 en su casa-palacio de Sevilla, en la actual Calle Cuna, 8.

Mujer tradicionalmente conservadora y de la alta nobleza andaluza, participa en la vida social sevillana. Su amor por el arte le llevará a conseguir un valioso patrimonio cultural a lo largo de su vida, desde bellos mosaicos en Itálica hasta valiosas obras de arte adquiridas a lo largo de su vida.

 

La Condesa viajó por España, Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal y Marruecos, algo no muy común en la época.

 

Las controversias en relación a los mosaicos y objetos procedentes de Itálica, fueron objeto de polémica: méritos para sus panegiristas, quienes la consideraron como una labor de rescate para recuperar objetos artísticos que de otra manera hubiesen sido serían expoliados y vendidos fuera de España. Demérito para otros, que consideraron su labor como un verdadero expolio cultural, aunque es cierto que en su época no existían leyes que defendieran el Patrimonio Cultural, y por tanto, no se pueda juzgar con la visión de hoy.

La boda de Regla Manjón tiene lugar el 27 de octubre de 1895 en el oratorio de su casa sanluqueña de Moreda. Federico Sánchez Bedoya, quien tras el triunfo de la Revolución de 1868 “La Gloriosa” que acabó con la monarquía de Isabel II, quedando restaurada la dinastía borbónica, inició una brillante carrera política adscrito al Partido Conservador de Cánovas del Castillo, llegó a ser diputado a Cortes por Sevilla, vicepresidente del Congreso de los Diputados y gobernador civil de Madrid.

Viuda, y sin hijos doña Regla, ya que su esposo morirá tres años más tarde, en 1898, el mismo año en que España perdió los últimos jirones de su Imperio —Cuba, Puerto Rico y Filipinas— tras la derrota en la Guerra del 98 con Estados Unidos a la que pondrá fin el Tratado de París.

Regla Majón era una mujer culta y erudita, apasionada de los libros e interesada por la historia, por el estudio y por el arte.



Frisos procedentes del Palacio de los Ponce de León en Marchena,
sobre la escalera de tres tramos del Palacio mandada a construir por la Condesa de Lebrija. Todo en perfecta armonía.


Regla Manjón mandó construir una caja de escalera. Para cubrirla utilizó un bello techo de lacería mudéjar procedente del castillo de los duques de Arcos en Marchena. Una barandilla en madera de caoba idéntica a una que había visto en una casa de Sanlúcar de Barrameda se la encargó a un carpintero.

 


Conjunto Arqueológico de Itálica en la actualidad


Ironía del destino

La primera norma para proteger el yacimiento de Itálica se promulgara el 9 de febrero de 1810, durante la ocupación napoleónica, que en aquel momento sufría un gran expolio debido a la falta de legislación. 

Los franceses bajo el mando del mariscal Soult serán los mismos que expoliaron los cuadros de Murillo, Valdés Leal y Zurbarán en 1812, hecho que refleja fielmente el pintor Fernando Vaquero en su cuadro “El Expolio”. La Catedral de Sevilla, junto con las iglesias de Santa María la Blanca en el Barrio de San Bartolomé y el Hospital de la Caridad en el Barrio del Arenal, entre otras muchas, fueron expoliados por los mismos que decían defender el patrimonio de Itálica y presuntamente amigos de España.


«Queriendo reunir en un mismo sitio todos los monumentos de las bellas artes existentes en esta ciudad, hemos decretado y decretamos lo siguiente: de las salas de nuestro Real Alcázar se tomarán quantas sean necesarias para que se coloquen los monumentos de arquitectura, las medallas y las pinturas, y su escuela, que ha de ser conocida por la Sevillana».

La Gaceta de Sevilla, a 13 de febrero de 1810

José Bonaparte

 

Como ironía del destino cabe destacar que la Semana Santa de Sevilla le tendrá que estar "agradecida" al mariscal Soult de que no le gustara la escultura en madera ni la imaginería, quedando a salvo muchos Titulares de las Hermandades de aquel expolio artístico. De lo contrario, el Cristo del Cachorro, el de los Gitanos o del Gran Poder, entre otros, posiblemente estarían hoy ocupando algunas de las salas en el Museo del Louvre, para dolor de Sevilla.



Litigio de la Condesa de Lebrija

Es cierto que en aquella época no existían leyes que amparasen los Bienes Culturales. Actuar en Itálica con aquellas excavaciones privadas sería considerado en la actualidad como un verdadero expolio, pero en la mentalidad de la Condesa no existía otra cosa que traerlos a su casa-palacio para ser protegidos antes de ser destruidos. Su labor de rescate ha sido una manera de conservar y cuidar el patrimonio artístico.

Uno de los casos más llamativos es el que sufrió Rodrigo Amador de los Ríos [abogado, arqueólogo e historiador español] a raíz de su conflicto con la condesa de Lebrija, Regla Manjón, por la aparición del Mosaico de los Amores de Zeus. La condesa pagó a unos guardas para que nadie se llevara el mosaico y se ocupó de su extracción con el fin de llevárselo a su residencia, la actual Casa de Lebrija en la calle Cuna. «Rodrigo Amador de los Ríos se enfrenta a ella, pero la condesa elabora junto a otros personajes de la ciudad un documento de denuncia para que destituyan al que llaman excavador oficial. Y claro que lo echan, faltaría más. A ella la hacen académica de la Historia», apunta con ironía José María Luzón mientras recuerda a aquel jornalero que él conoció y que le relató que en su juventud le vendió una estatua a la condesa con cuyo dinero se compró una mula. «A la mula le puso el nombre de Regla, en agradecimiento a la condesa», añade.

En 1914, un vecino de Santiponce encontró en terrenos de su propiedad, en la zona conocida como olivar de los palacios, tres mosaicos en magnífico estado de conservación. Como era costumbre, la primera persona a la que fue ofrecida el descubrimiento fue a la condesa de Lebrija, la cual, en vez de comprar los hallazgos, adquirió directamente la finca con lo que contenía, imaginando que habría más tesoros enterrados. Sin embargo, el Estado se enteró de la maniobra y entabló pleito con la condesa. En un primer fallo, se decidió que los tres mosaicos quedaran en poder de la condesa de por vida en calidad de usufructo, sin poder ser enajenados ni cedidos, y siempre con la condición de que no se pudieran mover del lugar en que fueron encontrados.

Esta decisión no satisfizo a la Condesa, ya que su intención era trasladarlos a su palacio de la calle Cuna, donde ya había guardado numerosas piezas. Apeló el fallo y, como era mujer de influencias (su difunto marido, don Federico Sánchez Bedoya llegó a ser vicepresidente del Gobierno), consiguió quedarse sin restricciones el más grande (el mosaico del dios Pan), a cambio de ceder los otros dos al Estado.

Hay que decir en descargo de doña Regla que no era una expoliadora al uso, cuyo fin fuera la mera exposición de obras en su casa por pura vanidad ni, mucho menos, hacer negocio con los hallazgos. Es más, su dedicación a la arqueología llegó a tal punto que, aprovechando que estaba restaurando la casa-palacio, modificó muros y tabiques con el fin de adaptarlos a los objetos que iban a contener (algo particularmente visible en la Sala Ochavada), pintando las paredes a la manera romana (en colores ocre y carmesí, con cenefas decorativas) y, en general, adaptando el palacio al contenido y no al revés, que era lo habitual.

 

Tras un largo proceso se llegó a un acuerdo: doña Regla consiguió que se le cediera por Real Orden el más bello de los tres mosaicos, conocido como Amores de Júpiter, a cambio de que donara al Estado los otros dos dedicados a Baco-, y que hoy se encuentran en el Museo Arqueológico de Sevilla.

El litigio entre la Condesa de Lebrija y los poderes públicos de la época tendrá sus consecuencias. Desde 1912 las Ruinas de Itálica fueron declaradas Monumento Nacional y a partir de esa fecha no se permitirá que los descubrimientos fueran realizados por particulares. Las actividades privadas se vieron mermadas tras la promulgación de la Ley de Excavaciones en 1911 y la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1912.

Es un hecho histórico que Sevilla ha utilizado a lo largo de su historia Itálica como canteras [o fuente de materiales]. Muchos sillares y materiales de las ruinas romanas, incluyendo las columnas que se encuentran en la Alameda de Hércules, que provienen del templo de los dioses en Itálica, fueron trasladadas allí por encargo del rey Pedro I. Se dice que en los cimientos de la Giralda se utilizaron sillares de Itálica.
 



Donación de parte de su biblioteca a la Universidad de Sevilla

 

La Condesa de Lebrija era poseedora de una gran biblioteca que contaba con unos seis mil libros. En 1931, un importante fondo sería donado por la condesa a la Universidad de Sevilla [unos dos mil libros], lo que será conocido como el “Fondo de la Condesa de Lebrija”.


Título de Condesa de Lebrija

Regla Manjón y Mergelina reclamó para sí y sus descendientes, el título de “Condesa de Lebrija”

Alfonso XIII rehabilita a su favor por Real Decreto de 28 de octubre de 1912:

“Accediendo a la solicitado por Dª Regla Manjón y Mergelina, viuda de Sánchez Bedoya, teniendo en cuenta lo dispuesto en el Real Decreto de 27 de mayo último, de acuerdo con el parecer de Mi Consejo de Ministros, vengo en rehabilitar, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, el título de Conde de Lebrija a favor de Dª Regla Manjón y Mergelina, viuda de Sánchez Bedoya, para sí, sus hijos y sucesores legítimos”.

 


Título de Hija Adoptiva y Predilecta de Sevilla [1916]


Reconocimientos

Al margen de su pasión por el arte y las antigüedades Regla Manjón inició una importante labor social a su llegada a Sevilla, muy especialmente a favor de los niños abandonados. Una de sus prioridades sociales fue la construcción de una casa-cuna acorde a los nuevos tiempos, cediendo para este fin su finca Huerta de San Jorge en cuyos terrenos el arquitecto Antonio Gómez Millán levanta en 1914 un soberbio edificio regionalista que se dedicaría a atender a los niños expósitos. Actividades benéficas que le serían reconocidas a la condesa por el Ayuntamiento de Sevilla, siendo nombrada el 26 de mayo de 1916 Hija Adoptiva de la ciudad “a fin de enaltecer los méritos de tan caritativa señora”.




  • En 1918, Regla Majón había sido nombrada miembro de la Comisión de Monumentos de Sevilla y elegida académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, siendo la primera y única mujer en formar parte de esta institución sevillana en muchos años. Era la primera mujer académica.
Las actas de la junta extraordinaria de la Academia en las que se propuso y se acordó el nombramiento no dejan lugar a duda: en la Junta General Ordinaria celebrada el día 6 de octubre de 1918, se acuerda por unanimidad, “teniendo en cuenta las circunstancias especialísimas que concurren en la Excelentísima Señora Doña Regla Manjón, Condesa de Lebrija y a las grandes pruebas que tiene dadas de su amor a Sevilla, a sus Artes y Monumentos, elegir a dicha Señora para ocupar la vacante de Académico ocurrida por fallecimiento del Señor Don José Muñoz Estévez, y que al terminar la sesión fue de la Academia al domicilio de dicha señora a notificarle su nombramiento”.
  • El 19 de abril de 1920, la condesa de Lebrija será nombrada Académica de la Real Academia de San Fernando.
  • Regla Manjón, gran defensora del desarrollo de una estructura de sanidad pública, contribuye a la fundación del sanatorio antituberculoso de El Tomillar, en Dos Hermanas, y se preocupa de que los soldados heridos en la guerra de África sean atendidos en centros hospitalarios adecuados. Por estas actividades Alfonso XIII le concede la Gran Cruz de Beneficencia en 1921.
Regla Manjón, con su vista mermada, fallece en su Palacio de Lebrija, el 9 de febrero de 1938 a los 86 años de edad. Gracias a su colección arqueológica y artística de esta mujer vanguardista para su época, los sevillanos y visitantes podemos disfrutar de un Patrimonio Cultural importante, siendo el Palacio de Lebrija, uno de los tesoros ocultos por conocer en la capital hispalense.

 


Busto de don Eduardo de León y Manjón


Al no tener descendencia Doña Regla Manjón, su sobrino Pedro Armero, III Conde de Bustillo, heredó el palacio de su tía, la Condesa de Lebrija. Pedro Armero tampoco tuvo descendencia, pasando la herencia a su sobrino Eduardo de León y Manjón…




Terminada nuestra visita al Palacio de la Condesa de Lebrija dejamos en un segundo plano nuestro sextante didáctico para orientar el gastronómico hacia la Taberna de Manolo Cateca, ubicada en el casco antiguo, y donde brilla con luz propia el vino de Jerez, el queso y las chacinas, junto con los buenos taberneros sevillanos chapados a la antigua. 




Allí nos hidratamos con una buena cerveza fría antes de emprender viento en popa en busca del Restaurante Slava, en el barrio de San Lorenzo, donde recuperamos algunas energías, tras una conveniente hidratación "mens sana in corpore sano". 

Recuperadas nuestras fuerzas emprendimos una nueva visita hacia la Plaza del Museo con el Monumento a Bartolomé Esteban Murillo como testigo de nuestra presencia. Frente al monumento a Murillo se encuentra el Museo de Bellas Artes, donde nos esperaba la Exposición "Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla", que compartiremos también con los amigos.


Desde el Palacio de la Condesa de Lebrija, en compañía de Manuel, Jesús y Antonio, para el blog de mis culpas...


 Martínez Montañés "Dios de la gubia hispalense"

Visita al Monasterio cisterciense de San Isidoro del Campo

Visita al Conjunto Arqueológico de Itálica (I)

Visita a la iglesia de Santa María la Blanca con el Aula de la Experiencia de Morón


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