Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco, orientamos nuestro sextante didáctico en busca del norte de España. La retina del recuerdo proyecta mi más tierna infancia cuando cantaba en la escuela con la antigua Enciclopedia Álvarez [que heredé de mi hermano] aquellas primeras lecciones de geografía cargadas ahora de cierta nostalgia:
y los Montes Pirineos que la separan de Francia;
al Este con el Mar Mediterráneo, al Sur con este mismo mar;
y al Oeste con Portugal y el Océano Atlántico.»
Pasado nuestro ecuador sexagenario, intento seguir creciendo e ilustrando mis frágiles neuronas a través de la lectura de algunos libros que siempre me acompañan entre mis viajes didácticos, y que compartiré con los amigos del blog de mis culpas.
Cruzamos el río Guadalquivir como crisol de culturas [antiguo río Betis romano y Wad al Kabir andalusí] por el Puente del Alamillo que nos permite llegar hasta el Aljarafe sevillano (antiguo al-Xaraf andalusí, que significa terreno elevado). Pronto nuestra mirada otea el Monasterio de San Isidoro del Campo, que fuera fundado en el año 1301 por Alonso Pérez de Guzmán [Guzmán el Bueno y primer señor de Sanlúcar] y María Alonso Coronel, junto con los vestigios de la antigua Itálica romana, que diera emperadores de la talla de Trajano [quien llevaría a Imperio Romano a su máxima expansión territorial con las guerras contra los dacios y partos], y Adriano [quien realizó obras arquitectónicas como el Muro de Adriano y el Panteón de Agripa [27 a.C. aunque el edificio actual corresponde al 126 d.C.], realizado con hormigón romano, y siendo su cúpula la más grande del mundo, con hormigón no reforzado.
En 1294, el rey Sancho IV concedió a Guzmán el Bueno el privilegio de explotar las almadrabas de Conil y Zahara por el valor demostrado en la defensa de Tarifa. Privilegio que pasará a sus descendientes, los duques de Medina Sidonia. Sancho IV concedió a Guzmán el Bueno el señorío de Sanlúcar de Barrameda.
A medida que nos alejamos de la provincia de Sevilla se aprecia cómo el olivo deja de ejercer su influencia para dejar paso a los árboles del género "quercus" que predomina en las dehesas, como la encina, el alcornoque o el quejío (roble) cuyo fruto “la bellota” [del andalusí, ballota] se ha convertido desde tiempos ancestrales en el alimento ideal para el cerdo ibérico durante la época de montanera [de comienzo de noviembre hasta marzo, una fase crucial para el desarrollo de los cerdos ibéricos, que ganan peso de forma natural al infiltrarse la grasa en el músculo, lo que otorga una calidad suprema al jamón ibérico de bellota].
En la antigua Roma, la corona cívica era una distinción social importante realizada con un cerco de ramas y hojas de encina con bellotas. Representaba el arrojo y la valentía de un legionario por salvar la vida de un compañero u oficial durante el combate.
Existen zonas de Andalucía en la que se denomina chaparro a la encina (quercus Ilex) y al alcornoque (quercus suber). Como ejemplo, cabe citar a la tierra de Villalón o al vecino pueblo de Coripe donde el Chaparro de la Vega [Monumento Natural de Andalucía con más de cuatro siglos] brilla con luz propia.
Una escultura de jamón gigante nos daba la bienvenida en el centro de una rotonda, antes de llegar al pueblo de Monesterio, donde hicimos un alto en el camino para desentumecer un poco las piernas y estimular nuestro apetito con un buen desayuno cardiosaludable a base del pan tradicional de pueblo en compañía del tradicional aceite de oliva virgen extra cubierto de finas lonchas de jamón ibérico, o en su lugar, una rica tostada con "manteca colorá" o "lomo blanco" con zurrapa ibérica, para aquellos que hayan sido bendecidos en el arte del buen yantar.
Monumento al Cortador de Jamón en Jabugo
El jamón ibérico es una seña de identidad no sólo del pueblo, sino de toda la comarca, cuya influencia se extiende hasta la Sierra de Aracena, donde Jabugo, el Repilado, Almonaster, Alájar, Higuera de la Sierra, Castaño del Robledo, Cortegana y Aroche, Cumbres Mayores o Encinasola brillan con luz propia en el mapa de lo ibérico, a lo que sigue geográficamente, la Dehesa de Extremadura [Santa Olalla de Cala, Monesterio, Fregenal de la Sierra, Almendralejo, etcétera] hasta introducirnos en Guijuelo [Salamanca]. Todos con Denominación de Origen reconocida.
La D.O. garantiza la calidad del jamón, la raza del cerdo ibérico, su alimentación, junto con las condiciones de curación del cerdo ibérico de bellota. Existen cuatro denominaciones de origen del jamón ibérico en España: Los Pedroches, Jabugo, Dehesa de Extremadura y Guijuelo.
Transitamos por Zafra y Almendralejo, lo que nos permite llegar a la antigua Emérita Augusta, antigua ciudad romana en el 5 a.C. que fuera fundada por orden de Octavio Augusto, para asentar a los legionarios veteranos de las guerras cántabras.
Tras recorrer un importante tramo de la Vía de la Plata desde el sur peninsular nos esperaba disfrutar del pueblo de La Alberca, en la Sierra de Francia, Santillana del Mar y las cuevas de Altamira en Cantabria, Bilbao, y como epílogo de nuestra ruta, una visita a Calatañazor, donde además de ilustrarnos de su historia, probamos el torrezno de Soria que se deshace lentamente en el paladar.
Muy cerca de Cáceres, se encuentra Trujillo,
ciudad de Pizarro y Orellana
Extremadura [del latin, "Extrema Dorii" o Extremo del Duero], llegó a ser en la era de los descubrimientos “tierra de conquistadores”, entre los cuales destacaron Francisco Pizarro, conquistador del imperio Inca, y Francisco Orellana, descubridor del río Amazonas, explorando su cuenca entre 1541 y 1542, sin olvidar la figura de Diego García de Paredes y Torres “el sansón” de Extremadura, que también realizara grandes hazañas al servicio de la Corona de España, de los Estados Pontificios y del Sacro Imperio Romano Germánico. Su hijo Diego García de Paredes fundaría la ciudad de Trujillo en Venezuela un 9 de octubre de 1557.
Transitamos por Plasencia, a orillas del río Jerte, con la muralla que rodea su casco histórico, la torre del reloj del Ayuntamiento [abuelo Mayorga con su reloj] y la Plaza Mayor porticada como centro neurálgico de la ciudad, sin olvidar la Catedral de estilo gótico-renacentista y barroco.
No muy lejos, se encuentra el Valle del Jerte, entre gargantas, cascadas y pilones, hasta llegar a nuestra primera etapa, en el pintoresco pueblo de La Alberca (Salamanca), ubicado en la Sierra de Francia.
La Alberca
Es uno de los pueblos más bonitos de España, siendo nombrado Conjunto Histórico Artístico en el año 1940. Fue el primer pueblo de España en obtener tan preciado galardón.
Etimológicamente, La Alberca proviene del hebreo "bereka" o tierra de agua, término que pasó al árabe como "al bereka". La Alberca se encuentra en el corazón de la comarca "Las Batuecas-Sierra de Francia", en el sur de la provincia de Salamanca.
Los moriscos denominaban a las albercas "al-beer-kah"
Lugar de paso del Camino de Santiago, desde el Camino del Sur y Camino Mozárabe, conecta con la Vía de la Plata hasta llegar a Santiago "Campus Stellae".
Tras un viaje de ocho horas desde la tierra de Villalón, por la Vía de la Plata, hicimos un alto en el camino en el Hostal San Blas, edificado en piedra y madera, a escasos metros de La Ermita homónima, que nos acerca a través de un grato paseo hacia el casco histórico de La Alberca, donde brilla con luz propia la Plaza Mayor porticada con sus columnas de granito como eje de su vida urbana.
Desde la Avda. Las Batuecas iniciamos nuestra particular ruta hacia la Plaza Mayor, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Desde allí y con nuestro mapa que nos entregaron en la oficina de turismo, bajamos hasta el puente para subir sin prisas, hasta la Plaza del Padre Arsenio.
A lo largo del recorrido, numerosos comercios y tiendas tradicionales jalonan su casco urbano, entre sinuosas callejuelas angostas y empedradas. Los dinteles de las puertas se encuentran cargados de simbología religiosa. Sorprende muchas casas con puerta elevada con acceso a través de escaleras de granito. Muchas esquinas de las fachadas labradas en piedra tienen sillares de granito. El primer piso sustenta al segundo con gruesas vigas de madera de castaño.
En el edificio del Ayuntamiento se encuentra la oficina de turismo,
que llegó a ser la antigua cárcel
El paisaje urbano tiene clara influencias árabes, con callejuelas en las que apenas penetra el sol. Fue señorío real hasta que el rey D. Fernando de Aragón lo cedió a la Casa de Alba. Muchos de sus rincones han permanecido inalterables durante siglos, sirviendo de escenario para películas como Marcelino Pan y Vino, el Lazarillo de Tormes, el Valle de las Espadas, el Gran Secreto, Santa Teresa, la Guerrilla, La marrana...
En la fachada del Ayuntamiento se encuentra un buzón de Correos con la efigie de un león que parece estar enfadado
Por sus bellos paisajes y arquitectura el pueblo de La Alberca es un gran amigo de los pintores. Sus gentes fueron retratadas por Joaquín Sorolla para la Hispanic Society of América, por la Escuela Española de Cerámica, José Guerrero y tantos otros.
Su arquitectura popular serrana nos invita a pasear con calma entre la angostura de sus callejuelas sinuosas y empedradas. Una arquitectura popular serrana que se caracteriza por la utilización del granito y la madera de castaño. La planta baja con piedra y lanchas de granito, que configuran los muros y marcos de las puertas, así como los robustos dinteles con fechas de la fundación de las casas, e inscripciones y signos religiosos como profesión de fe.
Las plantas superiores se caracterizan por su entramado de madera relleno de piedras y argamasa sostenida por la planta inferior que la sustenta. Todo en su conjunto rematado por los aleros de los tejados que parecen tocarse, y que hace que se produzca un milagroso juego de luces y sombras. Las casas conservan ese estilo serrano con grandes balconadas repletas de flores que estimulan la retina del visitante.
A lo largo de nuestro recorrido por su casco histórico nos encontramos con muchas tiendas artesanas, de diversos tipos de miel, de embutidos y productos de la tierra, como las legumbres frescas y garbanzos, alubias mantecosas y lentejas a granel que captaban nuestra mirada.
Nuestro paseo se va endulzando con visión de tiendas repletas de verdaderos manjares como el turrón, la miel de tomillo y romero o nueces, junto con las almendras garrapiñadas, que han sido heredados de la tradición árabe en la Sierra de Francia, sin olvidar los judiones, garbanzos y lentejas a granel que hacen las delicias de los visitantes.
Por otro lado, destacan muchas casas blasonadas en el casco urbano de La Alberca. Sus casas con planta baja de granito y planta alta con entramado de madera son típicas.
Muchos de sus balcones se encuentran cargados de geranios, lo que otorga un bello color a sus fachadas. Las regaderas o canales de agua en el suelo, recogen el agua de lluvia o del deshielo de la Sierra de Francia, lo que nos recuerda al cercano pueblo de Candelario. Son numerosas las fuentes de agua cristalina que invitan a hacer un alto en el camino para descansar.
Nuestra retina capta entre los dinteles de las portadas de granito inscripciones de antiguos judíos conversos. También se observa el símbolo grabado en piedra de la Inquisición, destacando una cruz en su parte central, una espada en un lado y en el otro, una rama de olivo que significa la reconciliación con los arrepentidos.
También se observan en los dinteles diversas fechas en la que se construyeron las casas.
En 1913 Unamuno dedicó a Las Hurdes “Andanzas y Visiones de España” denunciando las condiciones infrahumanas de sus habitantes convertidos en el paradigma del atraso y miseria del medio rural de España. La película “Las Hurdes” realizada Luis Buñuel en 1932, denunciaba la dura situación de una comarca castigada por la miseria…
“Y cerrando los ojos -dice Unamuno en su libro Andanzas y visiones españolas- veo las negras calles de La Alberca, los balconajes de madera, los aleros voladizos de sus casas, las mujeres sentadas en el umbral de las puertas y los niños jugando en la calle, y allí, en la fuente, una moza llenando el cántaro. Y corre la vida, como el agua de un arroyo que baja de la cumbre entre guijarrales.”
El rey Alfonso XIII visitó La Alberca el 24 de junio de 1922, en su viaje a la comarca de las Hurdes
Miguel de Unamuno visitó Las Hurdes en el verano de 1913. Este viaje fue muy importante, ya que él y otros como el médico Gregorio Marañón ayudaron a dar a conocer la dura realidad de la comarca, lo que llevó al rey Alfonso XIII a visitar la zona en 1922.
A escasos metros de la Plaza Mayor, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que fuera construida sobre la anterior iglesia en 70 por el arquitecto Manuel de Lara Churriguera, sobrino de Alberto Churriguera, constructor de la Plaza Mayor de Salamanca, quien también intervino en la bóveda y estanterías de la Universidad de Salamanca, siendo además el responsable de relevantes edificios de la provincia de Cáceres.
La Iglesia destaca por su monumentalidad y sencillez, de grandes columnas, arcos y bóvedas, próxima al estilo neoclásico. De planta de cruz latina con el coro al fondo. Completan la planta las Capillas del Cristo del Sudor, la Virgen de los Dolores, el Cristo Yacente y la sacristía.
El Cristo Yacente o del Santo Sepulcro de La Alberca es una imagen anónima de estilo barroco perteneciente al siglo XVIII. Sale en procesión el Viernes Santo [Santo Entierro].
En el interior del templo destaca su púlpito, una notable pieza del siglo XVI, realizado en piedra policromada. En la zona externa de la iglesia se encuentra la puerta de solana, más sencilla. Junto a ésta se encuentra un cerdo labrado en piedra granítica que nos recuerda al marrano de San Antón.
En la parte oriental de la iglesia puede apreciarse una hornacina con dos calaveras junto a una placa con la inscripción de la salmodia que cada anochecer, coincidiendo con el crepúsculo recita la Moza de las Ánimas por las almas del Purgatorio.
El monumento al cerdo de piedra nos recuerda que posiblemente podamos tropezarnos en alguna de sus calles con dicho marranillo, ya que vaga libremente, tras haber sido bendecido y habiéndole colocado una campana sobre su cuello.
El marrano andará por sus calles desde el 13 de junio, día de San Antonio de Padua, hasta el 17 de enero, día de San Antón, en que será sorteado.
Un marrano que será cebado entre todos los vecinos y que en no pocas ocasiones será cobijado en alguna que otra cuadra del pueblo para evitar el intenso frío que predomina en otoño y en invierno por estos lares. Conocida la historia del cerdo de San Antón, ya le vamos encontrando cierto sentido el monumento al marrano junto a la iglesia.
A lo largo de nuestra ruta por La Alberca nos hemos encontrado numerosas fuentes de agua fría y cristalina que invitaba a saciar nuestra sed, aunque el agua no es potable. La primera fuente que nos encontramos se llama San Antonio. Otra se encuentra tras el crucero de la Plaza Mayor, etcétera. Un pueblo en lo que todo es auténtico. Un verdadero paraíso donde poder alcanzar las estrellas.
En la Plaza de la Iglesia y en la Plaza Mayor compramos algunos botes de miel de La Alberca, como tesoro de la Sierra de Francia
Muy cerca de La Alberca de encuentra el bonito pueblo de Candelario y el Valle de Ambroz, junto a la Sierra de Béjar, donde existía una importante judería, desde el siglo XIII hasta el decreto de expulsión de los Reyes Católicos en 1492.
Desde la Plaza Mayor de La Alberca, en Salamanca,
para el Blog de mis culpas...
P.D. El cerdo de San Antón y la Moza de Ánimas [por su extensión] formarán parte de otro interesante artículo del blog de mis culpas...
Visitar a La Alberca, Candelario o Béjar como lugar descanso puede ser una interesante opción cuando viajemos por la Vía de la Plata hacia Castilla-León, Galicia o Cantabria, ya que nos ofrecen naturaleza, patrimonio histórico y además, productos de la tierra.
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