lunes, 18 de mayo de 2015

Visita a la "Vieja Cáceres"



Después de haber disfrutado de una grata visita en la “Antigua Emérita Augusta” retomamos de nuevo la Vía de la Plata, como eje vertebrador de la antigua Lusitania que enlazaba la ciudad emeritense con Asturica Augusta y que posteriormente Tiberio, Trajano y Adriano prolongarán esta vía fundamental hasta Itálica, Hispalis y Gades, donde partían desde Baelo Claudia donde obtenían el famoso “garum”, una salsa de pescado considerada afrodisiaca en la antigua Roma y altamente apreciada junto con el aceite de oliva de la Bética, almacenados en ánforas y que eran exportados a través del Mare Nostrum a todas las partes del Imperio.

En el “Itinerario de Antonino” la calzada número XXIV correspondería entre Mérida y Zamora y la XXVI entre Zamora y Astorga. 




La antigua Vía Lata “camino ancho de los romanos”, denominada Balata por los musulmanes “camino empedrado” por una deformación árabe del término “balath”.

Extremadura, tierra de pastos al otro extremo del Duero, “Extremis Dorii” latino que quiere decir “ los extremos del Duero”. 

La Vía de la Plata ha sido y sigue siendo el vertebrador en la vida cultural, económica y social de Extremadura. Una antígua e histórica calzada romana en la que confluía la denominada “Ruta Mozárabe” que utilizaban los mozárabes para enlazar desde la antigua Córdoba, Jaén, Málaga, Granada y Almería con la Vía de la Plata con destino en Santiago de Compostela "Campus Stellae". 

Dicha vía como obra cumbre de la arquitectura civil, contribuyó rápidamente a la islamización de sur a norte a partir del 711 y posteriormente recibió las influencias románicas y góticas de norte a sur.









…Comenzamos en la Plaza Mayor como epicentro de nuestra visita a la “ciudad de los mil escudos”, donde nuestra retina capta al instante la Torre de Bujaco junto al adarve y la Ermita de la Paz. Junto a ésta parte una escalera que inicia su ascenso hacia el Arco de la Estrella, -por tener en su parte interna un templete con la imagen de la Virgen de Ntra. Señora de la Estrella y en la parte externa del arco que mira hacia la Plaza Mayor, el escudo de Cáceres labrado en piedra-, que nos introduce en otra época, como si del túnel del tiempo se tratara.

La Torre de Bujaco deriva del califa Abu-Ya´qub, conquistador de la ciudad en 1173 perteneciendo a la misma época que la torre almohade. Cuenta la leyenda en la dicha torre fueron degollados cuarenta caballeros cristianos por las tropas árabes pero en historia todo es falsable mientras no se demuestren las fuentes documentales que son las únicas que cimentan los criterios objetivos basados en el rigor histórico. La literatura popular pertenece a otro ámbito.

Destaca el ocre de las piedras centenarias que jalonan las innumerables casas-palacios, iglesias y lienzos de murallas que nos van derivando sin prisas hacia la Plaza de Santa María donde se encuentra la Concatedral de Coria-Cáceres con la escultura de San Pedro de Alcántara, el Palacio Arzobispal y el Palacio de los Golfines de Abajo, donde se hospedaron los Reyes Católicos.



Muy cerca se encuentra la calle Amargura donde se puede observar la torre de Carvajal junto al palacio del mismo nombre con sus bellos jardines, destacando su higuera milenaria. En dicho edificio se encuentra ubicado el Patronato de Turismo.



Es evidente que la conquista de América tuvo su influjo en la ciudad monumental de Cáceres cuya riqueza trajeron los conquistadores para emplearla en la construcción de palacios, conventos y castillos como elementos fundamentales del patrimonio histórico-artístico de Extremadura, cuya gestión empezará a gestarse con el inicio de la Reconquista. Los escudos heráldicos son protagonistas en las fachadas medievales de la “Vieja Cáceres”. 

Atravesamos la Plaza de Santa María para llegar a la Plaza de San Jorge donde nos observan erguidas las dos torres de la Iglesia de San Francisco Javier cuya fachada principal es de estilo barroco con dobles columnas. Preside la fachada el santo con un escudo de Carlos III.


La Cuesta de la Compañía nos introduce en la Plaza de San Mateo con la Iglesia del mismo nombre. Junto a ésta nos encontramos el Convento de San Pablo y la Torre de las Cigüeñas, que nos recordaba que la Plaza de las Veletas estaba próxima. En dicha plaza se encuentra el Museo de Cáceres en la “Casa Palacio del Aljibe o de las Veletas”, mandada a construir por Diego Gómez de Torres sobre los restos de un antiguo alcázar almohade donde en su sótano existe un impresionante aljibe de la época musulmana cuyos estudios arqueológicos recientes dan testimonio de que el aljibe formaba parte de la Mezquita Mayor durante el período islámico.


Este soberbio edificio alberga el Museo Arqueológico Provincial cuyos fondos dan testimonio vivo de la huella prerromana, romana, visigoda, árabe y judía, aglutinadas tras siglos de historia para admiración de los viajeros que visitamos aquéllas tierras.

Muchos siglos evidencian la romanización de la colonia “Norba Caesarina” tras la fundación en el siglo I a.C. como ciudad a la que se dotó de fuertes murallas defensivas mediante cuatro puertas que daban acceso a su interior. 

El "pater familias" debía tener la mejor habitación de la casa romana. Según cuentan varios escritores romanos como Columela. "De Re Rustica I, IV, 6-8", en unos tiempos en el que las unidades de plata como el denario y el sestercio junto con el aureo como modena de oro empezaban a acuñarse en época del César, hacia el año 44 a.c.



Uno de los legados de la dominación islámica en la antigua “Cazires” fue su muralla almohade, que en el siglo XII protegía la ciudad del avance cristiano. Los aljibes repartidos por la ciudad son algunos ejemplos de la impronta árabe en el proceso de islamización. La ciudad permaneció en ruinas hasta que en el siglo X, los almohades utilizaron el recinto como refugio en sus ataques contra los cristianos. Durante los tres siglos siguientes reconstruyeron y ampliaron las murallas romanas llamando “Hinz Qazris” a esta población, dotándoles de un alcázar cuyos restos más importantes son un aljibe y la mezquita.




















La villa es reconquistada definitivamente en 1229 por Alfonso IX, iniciándose la construcción de una nueva ciudad “Cáceres”, formada por casas fuertes en el interior de la muralla. En el siglo XV se construyeron la mayoría de los edificios civiles y religiosos, reformados en el siglo XVI por la llegada de las ideas renacentistas convirtiéndose muchas casas fuertes en casas-palacio sin perder su estilo austero. En esta época se produce el regreso de algún conquistador de América, construyendo aquí su palacio. En el siglo XVIII se transforma la Puerta Nueva en Arco de la Estrella.

En 1986, la UNESCO, declara a Cáceres “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”. Posee además una magnífica colección de escudos heráldicos (Más de 1300 ejemplares).



Desde el Museo de Cáceres atravesamos la Plaza de San Mateo, de estilo gótico tardío, construida sobre los restos de una antigua mezquita árabe. Nos introducimos en la “Judería Vieja” que nos llevaba al barrio de San Antonio. No podemos olvidar que Cáceres también contó con una importante Comunidad Judía distribuida entre la Judería Nueva (extramuros) y la Vieja (intramuros) entre la maraña irregular de sus angostas calles empedradas donde se ubicaba la sinagoga, hoy convertida en la ermita de San Antonio.

Tras la "Reconquista" los hebreos ocuparon esta zona de la villa acudiendo en 1477 a la reina Isabel para pedirle mayor equidad en el reparto de cargas municipales y les atendió su petición. 

Había entonces 130 familias judías, una cantidad considerable para una población de la villa de unos 8.000 habitantes. 

Los hebreos contribuyeron a la cultura y finanzas de la ciudad pero fueron expulsados a partir del 31 de marzo de 1492 por los Reyes Católicos mediante el “Decreto de la Alhambra” como preludio de la posterior expulsión de los moriscos a partir de 1609.

Un hecho trascendental que atrasó el reloj de nuestra historia fue la expulsión de los moriscos el 9 de abril de 1609 por Felipe III, tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) al ser considerados virtuales aliados de los turcos que asolaban los puertos del Mediterráneo. En 1567 entraba en vigor la Pragmática Sanción firmada por el rey Felipe II que desencadenó la Rebelión de las Alpujarras, la cual limitaba las libertades religiosas de una población morisca obligada a abandonar sus modos de vida y costumbres, la prohibición de usar sus nombres en árabe y hacer uso de los baños como purificación antes de entrar en las mezquitas.

La desafortunada decisión trajo consigo el consiguiente abandono de los campos de cultivo al considerarse a los moriscos como una especie de quinta columna o enemigo interior. Fueron expulsados trescientos mil árabes entre Aragón, Levante y Andalucía que pesaron como una gran losa en la agricultura al dejar los campos desiertos y por consiguiente, nuestra economía. 

Actualmente la vieja aljama de Cáceres se encuentra dentro de la Red de Juderías de España.






El “Callejón de la Monja” nos lleva a la “Casa del Sol o de los Solis”, una casa fortaleza del siglo XV de estilo gótico en cuya fachada aparece el escudo familiar con un sol con rostro humano coronado por un yelmo. Un alfiz enmarca la puerta con arco de medio punto con dovelas bajo el escudo. En la parte superior de la fachada destaca un matacán de defensa semicircular con aspilleras en forma de cruz.




La “Torre de Sande o de los Plata” es un impresionante torreón cubierto de yedra. Formaba parte de una casa señorial ya desaparecida perteneciente al linaje de los Sande y fue construida a finales del siglo XIV sobre otra casa más antigua. Su torre gótica de elevada altura estuvo rematada con almenas. Destacan sus ventanas y ajimeces con parteluces, y el impresionante matacán defensivo de la atalaya sostenido por nueve mensulones.



Descendiendo entre callejuelas empedradas llegamos al Palacio de los Golfines de Arriba del siglo XV que conservan tres de sus cinco torres, una de las cuales, del siglo XVI no está desmochada por poseer su dueño, García Golfín, permiso del rey Católico para no hacerlo. Frente a este se encuentra el Palacio de los Condes de Adanero con su fachada de estilo manierista construida en 1596 por el Alférez Mayor de la Villa don Pedro Rol de Ovando y de la Cerda.




Entre palacios, iglesias, torreones y museos -donde el color ocre de sus piedras dan fe de la gloria de tiempos pretéritos-, hemos realizado una grata ruta que nos ha derivado al adarve musulmán donde se encuentra el Postigo de Santa Ana y la Torre del Horno que fuera construida por los árabes aunque en su base se reflejan los sillares romanos. En las proximidades se encontraba también la alhóndiga para almacenamiento y venta de trigo.

Las murallas de Cáceres aportan un verdadero testimonio excepcional sobre las fortificaciones realizadas por los almohades en España. Fueron construidas por las huestes de Abú Ya´qub a finales del siglo XII, de argamasa sobre base de mampostería, empleando tapial que deja a simple vista las hileras de mechinales que empleaban los alarifes para su construcción.




La Torre de la Yerba nos recuerda que volvemos de nuevo a la Plaza Mayor, lugar de origen de nuestra ruta por la Vieja Cáceres cuyo magnífico legado y efluvios de su historia han impregnado de argumentos nuestros sentidos para volver a visitarla. 

Con el calor del mediodía, buscamos la sombra para desentumecer las piernas y poder rehidratarnos mediante una buena cerveza de la tierra “Legado de Yuste” acompañado de la buena gastronomía de la zona, lo que nos ayudaba a recuperar las energías perdidas entre la angostura de las empedradas cuestas en la “Vieja Cáceres”, para proseguir en busca de ciudad monumental de Trujillo.

Durante la ruta de vuelta visitamos Almendralejo, Zafra, Monesterio de Tentudía y Santa Olaya de Cala [en cuya gastronomía destaca los productos ibéricos de bellota] entre tiendas de jamones y embutidos ibéricos que estimulan los sentidos y el paladar de cualquier amigo de la buena gastronomía.

Pero eso forma parte de otra interesante historia que compartiré con los amigos.

 Desde la "Vieja Cáceres" para el Blog de mis culpas…


P.D. Durante nuestra ruta de vuelta visitamos Zafra, Monesterio de Tentudía y Santa Olalla de Cala en la ruta del jamón ibérico. Al observar el castillo de Santa Olalla en la sierra homónima se puede entender el papel fundamental que desempeñaba la sierra no sólo durante la romanización de Hispania sino en tiempos de la antigua Al Ándalus salpicada de construcciones defensivas [alcazabas -al qasab-]. Con la conquista cristiana, los pobladores musulmanes se atrincheraron en Sierra Morena con el propósito de controlar los pasos sobre la Meseta.


Uno de los pasos más importantes durante esa época fue el de Santa Olalla, por su ubicación con respecto a la Ruta de la Plata y hacia el Valle de Guadalquivir y sur de Andalucía, lo que hizo del castillo de Santa Olalla un verdadero punto estratégico, clave para el control de los reinos islámicos de la antigua Al Ándalus. Poco a poco los cristianos fueron avanzando sobre territorio musulmán, y acabaron tomando la antigua Isbilya “Sevilla” a mediados del siglo XIII. Con ello, Sierra Morena comenzaba a perder su valor geoestratégico. En ese momento, los cristianos comienzan una ingente labor de reconstrucción de antiguas alcazabas defensivas para afianzar su poder y defenderse de presuntas invasiones portuguesas "la banda gallega".



El Castillo de Santa Olalla es un claro testimonio en la evolución histórica de estos lugares y joya del patrimonio histórico-artístico del parque natural. El Castillo que observamos en la actualidad pertenece a finales del siglo XIII [gótico mudéjar con caracteres almohades] siendo mandado a construir en 1296 por orden de Sancho IV bajo la jurisdicción de Sevilla [el castillo formaba parte de la banda gallega, establecida frente a los intereses expansionistas portugueses, al igual que los de Aroche, Cumbres Mayores y Frenegal de la Sierra, entre otros], De influencia árabe es la entrada principal y la decoración de sus torres, desde las cuales se observan una impresionante panorámica del parque natural.

Es de planta rectangular. Su recinto amurallado tiene 135 por 54 metros con un espesor de 2,30 metros. Los muros y torres están construidos en piedra. Y las puertas y esquinas de las torres en cantería mientras las bóvedas y saeteras son de ladrillos. En la muralla se conservan almenas y parapetos completadas el sistema defensivo por diez torres almenadas, de planta rectangular o semicircular, que aún conservan las saeteras. Destaca la torre central, del lado este, que defiende la entrada principal de la fortaleza.

La entrada principal, con arco exterior en granito y cubierta de bóvedas de ladrillo, tanto de medio cañón como de crucería. La puerta secundaria, de sillería granítica posee disposición recta, con cubierta de medio cañón.

Enlaces interesantes



lunes, 11 de mayo de 2015

Visita a la Antigua Emérita Augusta (II)



...Es necesario realizar una visita obligada al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida como síntesis de la monumentalidad de la antigua Emerita Augusta, lo que nos dará fe de los abundantes vestigios arquitectónicos expuestos mediante una excelente distribución cronológica y temática, que le confieren su marcado carácter didáctico.

En la cripta del Museo Romano nos encontramos una zona delimitada por una calzada y una necrópolis con sus patios columnados, pudiéndose contemplar la calzada secundaria romana que enlazaba Emérita Augusta con la antigua Corduba (Córdoba) en el siglo IV d.C.

Junto a la calzada también se puede observar las cubiertas funerarias conocidas como “cupae” por su forma de tonel. En ella se colocaba el nombre del difunto y los dioses a los que se consagraba su alma.



En la sociedad romana, el retrato supuso uno de los trabajos más productivos de la escultura; lo que ha posibilitado el conocimiento de las modas imperantes, rasgos faciales o étnicos e incluso, la situación económica existente en su época. La mayoría de los retratos de Augusta Emerita proceden de monumentos funerarios que han permanecido en la necrópolis.



La alimentación de los pueblos antiguos también tiene su espacio en el Museo Nacional de Arte Romano. El olivo era considerado un árbol bendito. Los griegos y los romanos creían que la diosa Minerva regaló el olivo a los humanos.

En esa época se utilizaban tres tipos de aceite: de aceituna verde, pintona y madura. El aceite romano (siglos I al IV), se utilizaba en la cocina, en las ceremonias religiosas, en cosmética… Según relata el escritor romano Plinio, las aceitunas de Augusta Emerita tenían un sabor muy dulce.



El dibujo muestra dos contrapesos cilíndricos de granito pertenecientes a una prensa de viga. Este modelo, utilizado por los romanos, se ha mantenido sin modificaciones hasta el siglo XIX. Mediante presión se licuaba la pasta de aceitunas extraída previamente en un molino y el zumo se deslizaba por pequeños canales hasta llegar a los depósitos de decantación.

Zaytum en árabe significa aceituna. Esta palabra hizo que se dejara se usar el término óleum con el que los romanos designaban tanto la aceituna como el aceite. El trigo, la vid y el olivo componían la triada alimentaria en el mundo romano antiguo. 

Los molinos de sangre, recibían este nombre por el esfuerzo que realizaban los esclavos y animales para moverlo.



Las carreras de cuádrigas están plasmadas en bellos y grandes mosaicos. El "Mosaico de los Aurigas" es uno de los de mayor tamaño hallado en Mérida. En el Museo se muestran dos aurigas en sus carros con laurel en las ramos, lo que simboliza el vencedor de la carrera.

Destaca también la diosa de la agricultura "Ceres", los retratos a través de esculturas, escenas tradicionales de la sociedad romana como la caza, la casa romana -el domus-, el foro, los ritos funerarios, la artesanía, los mosaicos y la sociedad romana en general.

Después de haber deleitado nuestra retina con el Puente Romano, la alcazaba, el Templo de Diana o el Museo Romano hicimos un alto en el camino para degustar la buena gastronomía de la tierra. Es significativo la nomenclatura de algunos bares y tapas como por ejemplo “La Loba”, “Augusto”, “Diana”, etcétera.



A pocos metros del Museo Romano se encuentra el “Anfiteatro Romano”. Al aproximarnos, lo primero que capta nuestra retina es la calzada con sus grandes losas de granito que se adaptaba a la forma curvada del grandioso recinto. Al término de la calzada se abría una puerta con ancho suficiente para el paso de dos carros. Desde este camino se llegaba al circo y a Metellinum (Medellín).

El Anfiteatro estaba dedicado principalmente a grandes espectáculos con gladiadores y animales salvajes. Su inauguración data del año 8 a.C. disponiendo de una capacidad para 14.000 espectadores, aproximadamente. La forma de su planta es de forma elíptica, destacando la arena como lugar donde se desarrollaban los espectáculos, comunicándose esta parte con el exterior a través de tres puertas monumentales. 

"Vomitorios" para la salida del público

Las gradas se dividen, al igual que en el teatro, en caveas que acogían a las diferentes clases sociales. Los romanos llamaban "vomitorios" a los pasillos interiores que conducían a la "plebe" fuera de las gradas; en la cavea ima se disponían dos tribunas, la cavea media está más deteriorada y la cavea summa, casi destruida.

Para construir el núcleo del anfiteatro, los romanos utilizaron el opus caementicium (hormigón) por la solidez que aportaba este tipo de fábrica. Emplearon cal, cantos y arena de río, así como anfibolitas (tipo de roca metamórfica) de tamaño medio. Los grandes bloques de hormigón, sirvieron como asientos de las gradas media y superior. La grada este del anfiteatro, fue construida aprovechando la pendiente del terreno. La arena del anfiteatro, con 64,5 metros en su eje mayor y 41,2 metros en su eje menor, tiene en el centro una gran fosa que se cubría con un entarimado de madera para el desarrollo de los juegos. Los combates en pareja o en grupos, solían realizarse por la tarde. Era habitual que un árbitro y su ayudante, hicieran cumplir las reglas de la lucha mediante el uso de la vara si era necesario.



El ladrillo se utilizó en múltiples zonas del anfiteatro recubriendo el muro del corredor que divide las gradas inferior y media. Se conservan un máximo de 17 hiladas originales, todas ellas con ladrillo de primer uso, así como el pavimento de mortero y cal con los ladrillos por el que circulaban los asistentes al combate. El uso del ladrillo facilitó su forma abovedada hacia el interior proporcionando un acabado de calidad. 

Bajo el mandato de Augusto se construyó el Anfiteatro de Mérida, asignando gradas altas a los esclavos y pobres. A diferencia del teatro, aquí en el anfiteatro, hombres y mujeres podían sentarse juntos a contemplar los combates.

El anfiteatro tenía tres puertas monumentales destinadas a las autoridades y organizadores de los eventos y trece accesos para el público que acudía a ver los espectáculos.

Los anfiteatros romanos utilizaban los accesos monumentales para la entrada del desfile que inauguraban los "juegos gladiatorios". Si el anfiteatro solo disponía de dos accesos monumentales esa misma puerta se utilizaba para la salida de gladiadores victoriosos.

El Antifeatro de la "Antigua Emérita Augusta" nos da a conocer más de quince tipos de gladiadores que se caracterizan por su equipamiento y tipo de lucha (armaturae gladiatorias). Se pueden diferenciar los que iban fuertemente armados con un equipo pesado que aunque, les protegía, dificultaba sus movimientos y los que llevaban armamento ligero para tener mayor agilidad durante el combate.



Los tipos de gladiadores que fueron más populares en Hispania y que más debieron entusiasmar al público en el anfiteatro eran:

· “Secutor” o “Perseguidor”, que buscaba el combate cuerpo a cuerpo.

· “Retiarius” que inmovilizada a su adversario lanmzándole una red de tres metros, para después atacarlo con el tridente y con una daga. Los reciarius luchaban contra los secutores.

· “Venator”aunque no era un gladiador, participaba en los juegos del anfiteatro y estaba especializado en la cacería de animales salvajes utilizando el tiro con arco, la jabalina o una lanza larga-venabulum-. En Emerita Augusta debieron ser habituales las cacerías de jabalíes, ciervos y toros. Podían enfrentarse en solitario a una fiera, o junto a otros venatores, a una manada de animales.

· “Dimachaerus” cuyo nombre en griego significa “el que usa dos cuchillos”. Cubría la cabeza con un casco cerrado y ambas piernas con espinilleras. Para proteger su cuerpo usaba un pectoral o una cota de malla metálica. No llevaba escudo. Este gladiador estaba especializado en la lucha cuerpo a cuerpo. Probablemente su adversario fuese otro dimachaerus.

· “Traex” -tracio-. Se trata de un gladiador de armamento ligero -pequeño escudo y espada corta de punta curvada-, y sus combates contra los mirmillones fueron muy populares.

· “Hoplomachus”. Su nombre deriva del griego “el que lucha con armas”. Su forma de combate imitaba a los hoplitas portando una lanza y espada corta, cubriendo su cabeza con un casco, utilizaban espinilleras altas y con un escudo circular u “hopión”. Generalmente su adversario era e mirmillón. Aparece representado en mosaicos, pinturas y lucernas combatiendo contra los tracios.

· “Mirmillones” que eran reconocibles por su cresta en su casco. Se protegía desde la rodilla hasta la barbilla, con un gran escudo rectangular que usaba para empujar a su oponente, atacándolo con su espada corta. Los mirmillones nunca combatían entre ellos.

Némesis era la diosa de origen griego que simbolizaba la venganza, la justicia y la fortuna. Los gladiadores antes de comenzar el combate se encomendaban a ella.



El Teatro Romano de la antigua Emerita Augusta fue mandado a construir por Marco Agripa, yerno del emperador Octavio Augusto entre los años 16 y 15 a.C. El frente escénico se concluyó a mediados del siglo I bajo el mandato del emperador Claudio.

Poseía una capacidad para unas 6.000 personas, que se podían acomodar entre sus gradas o cáveas, divididas en tres tramos que acogían las diferentes clases sociales romanas que habitaban la ciudad. En la cavea ima se disponían dos tribunas para las clases sociales más altas.

Una escultura de la diosa de la agricultura “Ceres”, presidía el frente escénico del teatro romano. El “frons scenae” se compone de dos entrantes (valvas) y de dos órdenes de columnas superpuestos, decorado todo ello con esculturas. Detrás de este “frons scaenae” existían otras dependencias, que eran utilizadas por los actores, el postcaenium.

En los teatros romanos existían acomodadores que colocaban a cada asistente en su lugar. Incluso algunos esclavos se encargaban de proteger los asientos de los políticos (senadores), que se sentarían con sillas fijas o portátiles. En la época del emperador Augusto, bajo cuyo mandato se construyó este teatro, los caballeros podían ocupar sus asientos inmediatamente detrás de los senadores. Un recinto sin techo estaba consagrado al culto imperial. 


Esta inscripción puede verse tallada en la piedra:

E.X.D. (Equites Decem Decreto)

“Para los diez caballeros, por decreto”

Aula Sacra. Cesar Augusto, fundador de Emérita Augusta

Las estatuas imperiales representaban al emperador con coraza y manto, como general de las tropas. Como hombre semidesnudo representaba al emperador divinizado y ataviado con la toga, que era el traje tradicional.

Entre el eje que divide el Teatro y el peristilo en dos mitades iguales se encontraba el Aula Sacra. La estatua del emperador Augusto presidía esta sala con la cabeza cubierta con una toga, en señal de respeto. A su muerte, en el 14 de nuestra era, se estableció el culto al emperador, destinándose a sus ritos distintos espacios públicos en las ciudades romanas.

Aula Sacra (Tiberio y Druso el Mayor)

Druso el Mayor, hermano de Tiberio y favorito de Augusto muere a los 29 años, lo que le impide formar parte de los planes sucesorios del emperador. A pesar de ello, fue pariente directo de Calígula (nieto), Claudio (hijo) y Nerón (bisnieto). Tiberio, sucesor de Augusto, fue adoptado por éste.

Desde la antigua Emerita Augusta, con su pasado histórico glorioso, para el Blog de mis culpas…



P.D. Me ha sorprendido en Mérida que la estatua de Viriato brilla por su ausencia. No hace falta recordar lo que aprendimos en la escuela sobre la figura del "caudillo lusitano" llamado Viriato (Viriathus) en la antigua Hispania romana (denominada Iberia por los griegos).

Viriato llegaría a ser considerado el terror de los romanos (terror romanorum) al vencerlos en numerosas ocasiones demostrando su conocimiento del terreno y practicar la guerra de guerrillas en el siglo II a.C. poniendo en jaque el poder de Roma entre el 147 y 139 a.C. venciendo a numerosos generales romanos. 

Serviliano Cepión llega a un tratado de paz con Viriato, el cual no fue ratificado por el senado romano. Marco Pompilio Lenas sobornó a Áudax, Ditalco y Minurus que habían sido enviados por Viriato para firmar la paz. A su vuelta, estos traidores asesinaron a Viriato mientras dormía.

El cónsul Escipión ordenó que fueran ejecutados los traidores, al tiempo que decía una frase que ha quedado grabada en la retina de la historia 

“Roma no paga a traidores”.

domingo, 10 de mayo de 2015

Visita a la Antigua Emérita Augusta (I)


“Dicen de los lusitanos que son hábiles en las emboscadas y exploraciones,
 vivos, llevan armamento ligero, y son expertos en las maniobras”…
(Estrabón, Geografía III, 6, 10)

Desde Morón, tierra de la “Cal y del Flamenco” transitamos por la antigua “Vía de la Plata”, en busca de la antigua Emérita Augusta, que tomaremos como punto de partida hacia “Cáceres Vieja” y la monumental Trujillo. 

La retina de la historia nos recuerda que la antigua calzada romana denominada "Vía de la Plata" enlazaba la “Antigua Emérita Augusta” capital de la provincia romana de Lusitania, que fuera fundada en el 25 a.C. con Astorga “Asturica Augusta”, fundada en el 27 a.C. en la provincia Tarraconense
.


Esta histórica vía comienza a construirse en el siglo II a.C. en el marco de la guerra contra el caudillo lusitano Viriato recibiendo un fuerte impulso a finales del siglo I a.C. Después de las Guerras Cántabras (29 a. C.-19 a. C.), llega por fin la paz a tierras de Hispania.


Publio Carisio, por orden del emperador Octavio, designado Augusto a partir del año 27 a.C. se decide a licenciar a sus eméritos soldados pertenecientes a las legiones V Alaudae y X Gemina. En pago a los servicios prestados decidió asentarlos fundando una nueva ciudad en los límites con la Bética, naciendo con ello para el Imperio Romano “Emerita Augusta” capital de la Lusitania, una de las tres provincias en que estaba dividida Hispania en esos momentos. Augusta Emerita recibe su nombre del primer emperador del Imperio Romano, Octavio Augusto.


Octavio Augusto fue también el artífice de la organización de las provincias y en su viaje a Galia e Hispania, entre 16 y 13 a.C., decidió crear una nueva provincia, Hispania Ulterior Lusitania estableciendo cinco colonias, cuatro en ciudades ya existentes Scalabia (Santarem), Metellinum (Medellin), Norba (Cáceres), Pax (Beja) y una nueva, Augusta Emerita que se iba a constituir en su capital estableciendo el control de un extenso territorio mediante una completa red de calzadas bien construidas con obras de fábrica en los lugares donde era necesario franquear obstáculos fluviales como diques y puentes monumentales como el de Mérida sobre el Ana. También manda fundar otras ciudades peninsulares como: Cesaraugusta (Zaragoza), Lucus Augusti (Lugo) o Barcino (Barcelona) entre otras. 

Tras la muerte de Augusto, en el año 14 de nuestra era, su hijo adoptivo y sucesor, Tiberio, lo diviniza, comenzando así el culto al emperador. Emérita Augusta llega a ser una de las ciudades más prósperas e importantes de la Hispania romana que incluso acuñaría moneda propia durante 62 años, desde la época de su fundación, en el 25 a.C. hasta la época de Tiberio (año 37). Posteriormente en la época visigoda, también se acuñarían monedas.

La Ruta Vía de la Plata, “camino ancho de los romanos”, es sin duda el eje vertebrador de Extremadura. Un camino natural al que el genio de César Octavio Augusto, a través del cónsul Quinto Servelio Cepión, dotó de significado al iniciar el "Iter ab Emerita Asturicam" -el camino que va desde Mérida hasta Astorga-. Posteriormente Tiberio, Trajano y Adriano prolongarán esta vía fundamental hasta Itálica, Hispalis y Gades.



Las calzadas como vías de comunicación eran un elemento fundamental en la estructura económica, social, política y militar en la organización del Imperio Romano. De ahí que los romanos se preocuparan en gran manera de su conservación, reparación y mantenimiento. 

Su estructura era muy sólida para resistir las duras condiciones climatológicas del interior de la Península, así como su uso continuado. La principal característica es su buena fábrica y la necesidad de unir poblaciones secundarias con la vía principal.

La sección de una calzada romana estaba compuesta en primer lugar de la summa crusta o losas sobre el nucleus o mortero romano. En la parte más baja los rudus o cantos y cascotes, y por último el statumen o piedras.


Cada milla romana medía 1470 metros y estaba señalizada por un miliario, que era un mojón de granito de hasta dos metros de altura y que indicaba las millas transcurridas desde la ciudad de origen. Normalmente estaba dedicado al emperador que realizaba la reparación. 



La antigua Lusitania estaba atravesada de Sur a Norte por una de las calzadas romanas más conocidas, la que unía el Valle del Guadalquivir con el Norte Peninsular. Fue llamada en la época medieval “Vía de la Plata” derivada de una deformación del árabe “balath” que quiere decir, camino empedrado. Esta ruta ha sido posteriormente denominada el “Camino de Santiago del Sur”, más conocido como la “Ruta Mozárabe”, al peregrinar a Santiago de Compostela los cristianos que vivían bajo el dominio musulmán. También la Vía de la Plata como eje vertebrador y obra cumbre de la arquitectura civil de su época en la parte occidental de la antigua Hispania contribuyó a una rápida islamización, a las influencias románicas y gótico, de norte a sur y del arte mozárabe, de sur a norte, dando como resultado un eje en la vida cultural, económica y social de la zona durante dos milenios.




Al entrar en Mérida comenzaba nuestro apetito cultural al encontramos con la estatua ecuestre de Octavio Augusto, fundador de la ciudad y el Acueducto de los Milagros que fuera construido entre el siglo I a.C. y la segunda mitad del siglo III d.C. por el cual se transportaba el agua desde el lago de “Proserpina” a la antigua Emerita Augusta, salvando la depresión del río Albarregas, que desemboca en el río Guadiana. Realizado en sillares de granito con hiladas de ladrillos y núcleo de hormigón, mide unos 830 metros y 25 metros de alto.


La diosa Proserpina era consideraba la diosa de las aguas subterráneas.

Una grata y didáctica jornada que entre calzadas romanas, arcos, puente, alcazaba, teatro, circo, foro, etc., que al mismo tiempo nuestra retina plasmaba tanto legado cultural cargado de esencias y efluvios de tiempos pretéritos.

Para los autores clásicos, griegos y latinos, la Lusitania representaba el extremo del mundo conocido. Aquí empezaba el inmenso océano que suscitaba la curiosidad y el temor de los navegantes que en él se aventuraban. El proceso de la conquista romana profundiza en el conocimiento del territorio, de sus riquezas, de la abundancia de sus recursos minerales, apareciendo entonces como una especie de Eldorado. 

La imagen de los lusitanos era conflictiva para los romanos al practicar el bandolerismo. Su jefe Viriato, se convierte en un héroe como símbolo del hombre natural en contraposición con el “mundo civilizado de romanos y griegos”. 

Pero la romanización se va consolidando a lo largo de casi 200 años y progresivamente Lusitania, el pueblo que más largamente se opuso a Roma como recordó el griego Estrabón, va entrando en el universo cultural del conquistador. 

Pero Occidente fue también escenario de guerras civiles romanas, con participación directa de las poblaciones locales, que tomó partido por uno u otro de los lados del conflicto. Así se intensificó su integración el vasto imperio que Roma forjó. 

La mayoría se ha convertido en latinos y recibieron colonos romanos, de modo que poco les falta para que todos sean romanos… Todos los íberos que adoptaron ese modo de vida son llamados togados”. Estrabón, Geografía, Libro III, 2,15. 

Polibio identificaba la eficaz organización de sus ejércitos con los méritos de Roma. Nos explica el historiador cómo los romanos montaban sus campamentos siempre obedeciendo las mismas reglas y principios, logrando construcciones bien organizadas,lo que se percibe en el notable campamento de “Cáceres Vieja”. Buen mando, disciplina y valoración del mérito sería la fórmula. 

El mismo historiador griego Políbio de Megalópolis escribió una Historia Universal en el siglo II a.C. donde intentaba explicar a sus coterráneos griegos las razones del éxito de las conquistas romanas. Estaba estrechamente relacionado con Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Numantino y estuvo en Hispania. 

Aunque Roma fue el centro del poder político y de una incesante actividad comercial, el contacto continuo entre la metrópolis y las colonias motivó que éstas últimas, en la medida de lo posible, tuvieran una estructura profesional similar. Las actividades más extendidas eran: las propias de la administración, el ejército, el comercio, el artesanado, la industria, etc… 

Para ubicar la nueva ciudad, los romanos eligieron una zona donde el río “Ana” era vadeable y que les permitiría controlar las calzadas que unían el norte con el sur peninsular. En ese punto ubicaron el Puente Romano de la antigua Emerita Augusta que fuera construido probablemente hacia el año 25 a.C.”, coincidiendo con la fundación de la ciudad emeritense y que daba acceso a una de las puertas principales de la ciudad. A partir de ese momento comienza la configuración urbanística general de Emérita Augusta por la posición del magnífico Puente sobre el río "Ana" romano y que en el periodo islámico pasaría a llamarse Wadi-ana (río Ana). 

Tras la muerte de Julio César y después de años de luchas internas por el poder, el emperador Octavio Augusto se convierte en el primer emperador romano y se culmina la conquista de los territorios de Hispania. En el año 25 a.C. el emperador Octavio ordena fundar Augusta Emerita que se convertiría en la capital de la Provincia Hispana Ulterior Lusitana.





El Puente Romano tiene una longitud de 792 m. con 60 arcos, uno de los más extensos de la Península Ibérica de esta época romana. Consta de tres tramos, de los cuales el mejor conservado en su estilo original es el primero, debido a que con el paso del tiempo ha sufrido varias modificaciones y restauraciones. 

El puente fue construido con un núcleo de hormigón revestido con sillares de granito. Aguas arriba, sus pilares fueron protegidos con tajamares redondeados y con aliviaderos que reducen el empuje del río durante las crecidas. Inicialmente fueron dos puentes que confluían en la isla. Hasta en tres ocasiones, los romanos añadieron nuevos tramos al puente alcanzando una longitud de más de 800 metros, convirtiéndose en el puente más largo del Imperio.

Las primeras reparaciones conocidas se remontan al año 483 en época visigoda. Destaca también la reparación del siglo XVII, tras una fuerte crecida del río. Entonces se construyeron los cinco arcos en la zona del tajamar, los contrafuertes triangulares y los descenderos. La última reparación ocurrió en el siglo XIX le daría su aspecto definitivo.

En su origen se realizó en dos tramos que se unían en una isla. La fábrica de época romana se conserva intacta en los extremos compuesta por un núcleo de hormigón, forrado con sillares de granito. La anchura del río y las fuertes crecidas hasta cuatro metros por encima del nivel habitual, determinaron el diseño del puente. Los romanos trataron de evitar daños irreparables en la estructura aliviando las presiones del agua y conduciendo su caudal. Río arriba los contrafuertes semicirculares desvían las aguas. Los aliviaderos se abrieron en el muro y se protegió el centro con un tajamar para atenuar el empuje de la corriente. Un puente para comunicar el norte y el sur donde se pueden observar los contrafuertes romanos y del siglo XVII junto con los aliviaderos que aliviaban las grandes crecidas del río.

Los romanos cruzaban este puente para entrar y salir de la ciudad y para viajar a Olisipo (Lisboa) o a la Bética (Andalucía). La “Vía de la Plata” así como el puente sobre el río Anas ha continuado vigente hasta el siglo XX como nudo de comunicaciones entre el norte y el sur peninsular.





Cuando en el 711 llegan los árabes a la España de Roderico, la “Vía de la Plata” aún estaba en buen estado, lo que fue aprovechado para su rápida expansión. La ocupación islámica se inicia en el año 713 (Marida) tras sufrir la ciudad un duro asedio. A partir de ese momento Mérida se convierte en capital de la Cora (provincia) musulmana y durante el periodo islámico pasaría a islamizarse el río Ana romano con el nombre de Wadi-ana. En esta ciudad convivieron mozárabes, árabes y bereberes con constantes alzamientos frente el poder central de Córdoba. El alzamiento entre 828-834 provocó la construcción de la alcazaba en 835 para garantizar el orden y la autoridad del emir cordobés Abd-al-Rahman II. La Alcazaba acogería unos dos mil soldados donde el gobernador ubicaría su residencia por motivos de seguridad. Los muros de la Alcazaba, fabricados con sillares y material romano reutilizado, tuvieron unos 10 metros de altura. El tramo que discurre paralelo al río Guadiana se levantó sobre el dique romano. En sus muros se distribuyeron 25 torres en sus muros. 


Desde aquí, su ejército intentó controlar las continuas revueltas de la ciudad. Desde el Alcazarejo se controlaba el acceso a la ciudad desde el puente y a la derecha se localiza la puerta que restringía el acceso a la zona militar. Estratégicamente colocada sobre ella, una inscripción recuerda que la Alcazaba fue construida por Abderramán II, en nombre de Alá, para proteger a los que obedecen al emir. 


Sucesivas revueltas posteriores conllevaron el desmantelamiento parcial de Mérida cuyo declive comienza a partir del siglo X tras la fundación de Batalyaws (Badajoz) por parte del emeritense Ibn Marwan y gentes llevadas desde Mérida.





La alcazaba es de planta cuadrada con 130 metros de lado con sillares de granito procedente de construcciones anteriores jalonadas por torres adosadas alejadas entre sí unos veinte metros y torres albarranas, separadas del muro, alzadas en época almohade. En el lado sur se encuentra una barbacana que permite acceder a la alcazaba, así como controlar el acceso a la ciudad. Destaca en su interior el aljibe para, magnífica obra sin paralelos en la Península que abastecía de agua a la fortaleza. Su ubicación en esta zona permitía que el agua se filtrase bajo el dique romano, a través de las gravas del fondo, para acabar almacenada en el aljibe. A través de un gran vestíbulo, con dos puestas opuestas y una escalera doble, se accedía a dicho aljibe donde las tropas se abastecían de agua. Para ello, utilizaban animales de carga, según se deduce de la forma de los escalones dispuestos en forma de rampa. 

Para construir este edificio, los musulmanes reutilizaron materiales de otras épocas. Destacan las pilastras de mármol decoradas con motivos vegetales que posiblemente pertenecieron a un hospital de época visigoda. 

La muralla sirvió para delimitar la ciudad. Fue construida por los romanos y posteriormente por los visigodos. Los musulmanes la desmontaron a tramos, aprovechando gran parte del material para reconstruir la Alcazaba. Los sillares de granito duplicaron la anchura de la muralla en época visigoda por temor a posibles invasiones. 

Durante los tres siglos siguientes se realizaron obras en varios lienzos y torres y se construyeron otras nuevas, de tipo albarranas, proyectadas al exterior para combatir los asedios. 

Este recinto militar islámico fue construido en 835 por el emir Abderramán II. Se trata de la alcazaba más antigua que se conserva en el territorio histórico de al-Andalus. Sirvió de residencia al gobernador de Marida y sus tropas, como reza en las inscripciones de sus puertas. 

En su interior se puede observar la Puerta del Puente, una de las entradas principales de la ciudad romana. Un tramo de la Muralla Romana con su refuerzo de época visigoda. Un aljibe islámico construido con pilastras visigodas magníficamente decoradas.


Aljibe
Escalera de acceso al aljibe

Entre los siglos IX y XIII, la habitación ubicada encima del aljibe formará parte de la mezquita de la Alcazaba. En su interior y postrados en el suelo, los musulmanes dirigían sus rezos hacia la Meca. Hacia el muro denominado la Quibla orientaban sus cabezas los fieles de Alá. La hornacina que aún se conserva en el centro es el Mihrab, importante espacio sagrado de carácter simbólico. 

Es el templo islámico más antiguo conocido en el suroeste de la península Ibérica. En la parte más alta de la alcazaba se encontraba el palacio del gobernador andalusí. 

Siendo emir de Córdoba Abd-al Rahman II, probablemente en el año 835, se construyó esta alcazaba árabe de planta cuadricular, junto al puente romano sobre el río Guadiana. Un recinto militar que salvaguarda a la ciudad, con una guarnición permanente. En 1228 fue reconquistada Mérida a los árabes por Alfonso IX. Es probable que este edificio fuese el primero construido en la España musulmana y que le sería entregado por el rey Alfonso IX, rey cristiano de León, en el año 1230 a la Orden de Santiago, para que desde aquí, continuase avanzando hacia el sur. Dicha Orden militar tuvo su sede en la Alcazaba a partir de 1578.




Al pasear por el Puente Romano y deleitarnos con la alcazaba y los lienzos de murallas junto al río nos da la impresión de que nos introducimos en el túnel del tiempo. En una rotonda cerca del Puente Romano se puede apreciar el monumento de la “Loba Luperca”, regalo de la ciudad de Roma a esta antigua Augusta Emérita en 1997. Según la mitología romana Luperca amamantaría a Rómulo y Remo, fundadores de Roma. 

Junto al puente, nos percatamos de la presencia de numerosos peregrinos con la mochina al hombro con la vieira colgada, el chubasquero y la cámara de fotos para plasmar los inolvidables momentos que les dejará la “Ruta Mozárabe” que transitara desde tiempos pretéritos desde Jaén, Granada, Málaga y Córdoba hasta Mérida para proseguir peregrinando hacia Astorga hasta llegar a Santiago de Compostela “Campus Stellae” y “Finisterrae” como punto y final de tan magna ruta. El “Camino Mozárabe” referente de la peregrinación desde Andalucía y Extremadura que enlazaba con Astorga alcanzará su máximo esplendor a partir de la recristianización de la zona por las tropas cristianas.


Augusta Emerita tejió una malla de calles rectilíneas delimitadas por la muralla. Las dos calles principales (cardo maximus y decumanus maximus) definían el centro de la ciudad y estructuraban su trazado. 


Las casas romanas de Mérida contaban con dos zonas perfectamente diferenciadas: una pública, organizada en torno a un atrio con un estanque en su centro que servía para recoger las aguas de lluvia y otra privada, en la que se abrían las estancias más íntimas (comedores, dormitorios, etc.) distribuidas alrededor de un peristilo o patio porticado. En los alrededores de la ciudad existía un gran número de villae o casas campestres, verdaderos centros de explotación agropecuaria, en las que no faltaron los alfares o lagares que incluso contaban con embalses propios.


Mérida tuvo una floreciente vida urbana en cuyas calles fluían continuamente gentes llegadas de los más apartados rincones del mundo conocido y al mismo tiempo, los emeritenses se desplazaron principalmente a otras poblaciones de Lusitania o incluso la Baetica.




El Foro de la colonia Augusta Emérita estaba presidido por el Templo de Diana, cerca del cruce de las dos calles principales. Un espacio religioso destinado a venerar a la familia imperial divinizada “el Templo de Diana”, ubicado en la cabecera de la plaza, donde transcurría la vida política, se administraba justicia, se hacían transacciones financieras y mercantiles y se ofrecían sacrificios en honor de los dioses. Delante del templo existía una tribuna pública, elevada sobre la plaza. Desde ella, las autoridades se dirigían a los ciudadanos. El templo fue construido con granito procedente de canteras locales y revestido con estuco. Las columnas se apoyan en un podio de tres metros de altura. El templo estaba flanqueado por dos estanques y la escalera monumental se ha perdido.


En los templos griegos y romanos la cella era una habitación en el centro del edificio, que usualmente contiene la imagen del culto o estatua y que representa a la deidad particular venerada en el templo. La columna fue un elemento arquitectónico muy utilizado en los edificios romanos públicos y privados. En el siglo I el suelo de las habitaciones de los edificios públicos y religiosos eran realizado con losetas de mármol.



Situado en el “cardo máximus” de la ciudad y ocupando una posición privilegiada en el urbanismo de la antigua Augusta Emerita, se encuentra el “Arco de Trajano”, en la calle del mismo nombre, con 15 m. de altura y 9 m. de luz. Posiblemente fuera una puerta monumental que daba entrada al Foro Romano. Fue construido utilizando un enorme armazón de madera curvo donde se apoyaron los dos grandes arcos independientes formados con bloques de granito equilibrados por una pieza central denominada “clave”. Su parte central también está formada por bloques de granito proyectando una gran solidez. Todo el Conjunto Monumental de carácter provincial destinado al Culto Imperial fue construido en época de Tiberio (14-34 de nuestra era).


El granito fue un material constructivo muy utilizado obtenido en las canteras cercanas de Proserpina. Se traían en bloques ajustados al tamaño del edificio y terminaba de trabajarse a pie de obra. Varios fragmentos de fustes conservan restos de estuco. En las inmediaciones del tempo de Diana se han encontrado algunos.



A pocos metros se encuentra el “Foro de Augusto” construido a mediados del siglo I de nuestra era. Ocupaba una plaza limitada por el imponente pórtico de mármol. El ático del pórtico está decorado con medallones de dos tipos: el dios Júpiter, símbolo del poder del emperador y Medusa, personaje mitológico al que se le atribuía gran poder protector. Una edificación monumental de carácter público que reproduce el programa escultórico del Foro de Augusto en Roma. Los emperadores, con un interés propagandístico, extendieron dichos modelos por las ciudades más importantes del imperio.




Es necesario realizar una visita obligada al Museo Nacional de Arte Romano como síntesis de la monumentalidad de la antigua Emerita Augusta pero eso formará parte de la segunda parte de nuestra visita... 

Desde la Antigua Emérita (I) para el Blog de mis culpas...