El pasado sábado 10 de
enero de 2014 tuve la oportunidad de acompañar al C.B. Morón a la capital del
norte de Extremadura, “la Monumental Ciudad de Plasencia”, también conocida
como la Perla del Norte, que fuera fundada por Alfonso VIII en 1186.
Desde Sevilla transitamos
por la antigua “Vía de la Plata”, la A-66 por la provincia de Huelva. Santa
Olaya nos recuerda que estamos en la ruta del jamón ibérico D.O. de Huelva
donde el olivo y el aceite han dejado de ejercer su influencia para dejar paso
a las abundantes dehesas de encinas y alcornoques con la bellota como exquisito
manjar para el cerdo ibérico en época de montanera.
Más tarde llegamos Villafranca
de los Barros y Almendralejo, zona de buenos vinos hasta llegar a la altura de
Mérida, donde la retina del recuerdo nos extrapola imágenes de su Teatro Romano
en aquel viaje con el Aula de la Experiencia de Morón, realizado en julio
de 2003 a Mérida, Salamanca, Béjar y Candelario.
En nuestro trayecto a través de la “Vía
de la Plata” atravesamos el río Guadiana, el Tajo y el Jerte que nos recordaba
que hemos llegado al final de nuestro destino, la monumental de Plasencia.
Santa
Olaya de Cala, Monasterio, Zafra, Villafranca de los Barros, Almendralejo,
Mérida, Cáceres y Plasencia son testigos de nuestro recorrido.
La retina de la historia nos recuerda que la antigua calzada romana denominada "Vía de la Plata" enlazaba en tiempos pretéritos la ciudad de Mérida, “Antigua Emérita Augusta” capital de la provincia romana de Lusitania fundada en el 25 a.C. con Astorga “Asturica Augusta” que fuera fundada en el 27 a.C. en la provincia Tarraconense.
Esta histórica vía comienza
a construirse en el siglo II a.C. en el marco de la guerra contra el caudillo
lusitano Viriato recibiendo un fuerte impulso a finales del siglo I a.C.
Después de las guerras cántabras (29
a. C.-19 a. C.), llega por fin la
paz a tierras de Hispania y Augusto se decide a licenciar a sus eméritos y en
pago a los servicios prestados funda una nueva ciudad en los límites con la
Bética a la que se da el nombre de “Emérita Augusta” y que llega a ser una de
las ciudades más prósperas e importantes de la Hispania romana.
Posteriormente Tiberio, Trajano y Adriano prolongarán esta vía fundamental hasta
Itálica, Hispalis y Gades.
Hoy día se pueden apreciar los restos de aquel pasado
glorioso y son muchos los vestigios que hablan de la gran importancia de
Emérita Augusta, la capital de Lusitania. En Emérita Augusta se acuñaron
monedas al principio de su fundación hasta la época de Tiberio y posteriormente
en la época visigoda.
Cuando en el 711 llegan los árabes a la España de Roderico, la “Vía de
la Plata” aún estaba en buen estado, lo que fue aprovechado para su rápida
conquista llegando Almanzor “el Victorioso” a asolar Santiago de Compostela un
11 de agosto de 997, donde se lleva las campanas de la Catedral a hombros de
prisioneros cristianos a la antigua Córduba aunque la tumba del apóstol no
sufrió daños. Dos siglos y medio después,
serían prisioneros musulmanes los que cargaron con las campanas de vuelta a
Santiago, gracias a Fernando III "El Santo".
Este hecho simbólico ha
servido como referente para la peregrinación desde Andalucía y Extremadura que
enlazaba con Astorga a partir del año 1250.
Existe una teoría de
que el término “Vía de la Plata” podría tener raíces árabes al referirse los
andalusíes al empedrado de esta ancha calzada con el nombre de “Bal´atta”. Este
itinerario alcanza su máximo esplendor a partir de la recristianización de la
zona por los mozárabes andalusíes que lo denominaron “Camino Mozárabe”, al
haber sido recuperado por las tropas cristianas.
Pero volvamos a Plasencia, junto a la ribera del Jerte como lugar de nuestro destino y que ha quedado grabada en nuestra retina. Etimológicamente, el nombre de Plasencia viene de la nomenclatura de su escudo: Ut placeat Deo et hominibus (para agradar a Dios y a los hombres).
Desde los Arcos de San Antón conocidos como “cañería de los moros” que fueran construidos durante el siglo XVI para traer el agua a la ciudad nos dirigimos hacia su bello y bien conservado casco histórico.
Pero volvamos a Plasencia, junto a la ribera del Jerte como lugar de nuestro destino y que ha quedado grabada en nuestra retina. Etimológicamente, el nombre de Plasencia viene de la nomenclatura de su escudo: Ut placeat Deo et hominibus (para agradar a Dios y a los hombres).
Desde los Arcos de San Antón conocidos como “cañería de los moros” que fueran construidos durante el siglo XVI para traer el agua a la ciudad nos dirigimos hacia su bello y bien conservado casco histórico.
La Torre Lucía -nombre hace
referencia al fuego que en ella se mantenía toda la noche para guiar a los
viajeros que se acercaban a la ciudad-, nos sirve de referente para comenzar nuestra ruta. Una de las tres grandes torres que
reforzaban el recinto amurallado edificado con mampostería de piedra a finales
del siglo XII y comienzos del XIII mediante mortero de tierra y cal que alberga
el “Centro de Interpretación de la Ciudad Medieval de Plasencia. De los más de
71 cubos que llegara a tener, en la actualidad se conservan 20 y 7 puertas con
dos postigos.
Después de perimetrar sus
murallas atravesamos el postigo de Santa María para pasear por sus calles. Delante
de la Puerta del Sol pudimos observar la
estatua ecuestre del rey Alfonso VIII, rey de Castilla y fundador de la ciudad.
Desde allí nos dirigimos hacia la Catedral Vieja, obra de transición del románico
al gótico, con su bella portada románica de arco de medio punto con sus hermosas
alquivoltas terminada con un espléndido rosetón con vidrieras.
La Catedral Nueva iniciada en 1498 y finalizada en 1578 posee dos magníficas fachadas renacentistas de estilo plateresco, la principal es obra de Juan de Álava quien la terminó en 1558 y la del Enlosado, fechada entre 1538 y 1548, es una obra atribuible a Diego de Siloé.
La Catedral Nueva iniciada en 1498 y finalizada en 1578 posee dos magníficas fachadas renacentistas de estilo plateresco, la principal es obra de Juan de Álava quien la terminó en 1558 y la del Enlosado, fechada entre 1538 y 1548, es una obra atribuible a Diego de Siloé.
Desde allí, nos dirigimos
hacia la Plaza Mayor y el Palacio Municipal como centro neurálgico de la ciudad
donde se puede observar en la torre del campanario al abuelo Mayorga, un popular
personaje de la ciudad que da las horas a la población.
De vuelta iniciamos el camino
inverso hasta los Arcos de San Antón que nos llevaba de vuelta hacia el Pabellón Deportivo
Municipal donde a las 18,30 nuestro C.B. Morón jugaba un interesante
partido frente al C.B. Plasencia.
La tarde no pudo ser más grata, pues la visita a la monumental ciudad de Plasencia se vio acompañada por la victoria de nuestro equipo.
No muy lejos de Plasencia se encuentra el Valle del Jerte, pero esa visita formará parte de otra historia.
La tarde no pudo ser más grata, pues la visita a la monumental ciudad de Plasencia se vio acompañada por la victoria de nuestro equipo.
No muy lejos de Plasencia se encuentra el Valle del Jerte, pero esa visita formará parte de otra historia.
Desde la bonita ciudad de Plasencia, para el Blog de mis culpas...
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