viernes, 29 de diciembre de 2023

Don Aníbal González, una vida al servicio de la arquitectura

 

...Dicen que en aquella Sevilla del siglo XX hubo dos grandes entierros,
el de Joselito “El Gallo” y el de Aníbal González”
 

Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco orientamos nuestro sextante por enésima vez hacia la ciudad hispalense, donde no dejan de sorprendernos las antiguas casas y monumentos regionalistas labrados en ladrillos vistos y cerámica, brillando con luz propia el legado del genial arquitecto Aníbal González, el padre de la arquitectura regionalista.

Aníbal González nace en 1875, un año más tarde que Antonio Machado [coloso de la literatura española y símbolo del exilio]. El mismo año que se tituló como arquitecto [en 1902] nacería Rafael Alberti y Luis Cernuda, poetas de la Generación del 27, la Edad de Plata de la literatura española.

Aníbal González fue arquitecto director de la Exposición Iberoamericana de Sevilla [desde 1911 hasta 1926]. Exposición que sería inaugurada el 9 de mayo de 1929 por el rey Alfonso XIII siendo clausurada el 21 de junio de 1930. Aquel acontecimiento fue decisivo para el urbanismo sevillano y la evolución de la ciudad hispalense.

La Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 supuso para Aníbal González la principal fuente de su prestigio como arquitecto mientras su gran popularidad en la ciudad de Sevilla crecería exponencialmente. ​Pero, aunque parezca mentira, Aníbal González murió pobre el 31 de mayo de 1929.


Entierro en Sevilla de Aníbal González el 1 de junio de 1929

La capilla ardiente de Aníbal González quedaría instalada en la Iglesia del Sagrario de Sevilla donde pasarían las más altas personalidades de la ciudad hispalense, desde el Cardenal Ilundáin y el alcalde Manuel Halcón pasando por el Hermano Mayor de la Maestranza, los miembros del Ateneo hasta un sinfín de trabajadores de la construcción que le quisieron rendir un último y póstumo homenaje al inolvidable arquitecto que convirtió una ciudad solapada en tiempos pretéritos en una ciudad con altura de miras de cuyo legado Sevilla y la retina de los sevillanos seguimos disfrutando en la actualidad.

“Se sabía que por desavenencias con el Comité, que apenas cobró sus honorarios, que trabajó prácticamente gratis, que había salido por la puerta de atrás. Sabía, en definitiva, que se había cometido una gran injusticia: “Don Aníbal, por cuyas manos pasaron tantos millones, muere pobre”.

Aníbal González había muerto pobre días antes de cumplir los 53 años [a las 2,30 a.m. del 31 de mayo de 1929] y Sevilla quedó conmocionada con grandes muestras de fervor popular. El periódico El Liberal de José Laguillo propuso una colecta para su familia donde diversos ciudadanos y organizaciones de la ciudad donaron dinero hasta llegar a 150.000 pesetas de la época.



Entre 1930 y 1932 se construyó en una parcela del marqués de Esquivel una nueva casa para su viuda, Ana Gómez Millán, que sería entregada por el alcalde de la época José González y Fernández de la Bandera cuyo diseño y obras corrieron a cargo de los arquitectos Juan Talavera y Heredia y José Espiau. Esta casa es de estilo regionalista y se encuentra en el número 14 de la Avenida de la Palmera.

Aún puede leerse tras el cerramiento de la mencionada casa un azulejo donde se recuerda el espíritu que dio origen a la vivienda, el espíritu de una ciudad agradecida.



“ESTA CASA, HOGAR DE LA FAMILIA DEL GRAN ARQUITECTO DN ANIBAL GONZÁLEZ Y ÁLVAREZ OSSORIO SE HIZO MEDIANTE EL ESFUERZO Y LA APORTACIÓN DE TODAS LAS CLASES SOCIALES DESEOSAS DE RENDIR UN PÓSTUMO HOMENAJE AL GLORIOSO ARTISTA HISPALENSE. LA CIUDAD DE SEVILLA SE ENALTECE A SÍ MISMA RECORDANDO EN ESTE LUGAR AL HOMBRE INSIGNE QUE LEVANTÓ EN SU RECINTO TANTAS OBRAS DE IMPERECEDERA BELLEZA. MCMXXXII

Publicaba el Liberal tras su fallecimiento


¡Cómo pudo permitir aquella Sevilla [que siempre ha presumido con razón de tener un color especial] que el gran arquitecto hispalense muriera pobre al final de sus días! 

Sirva la presente como triste aldabonazo en las conciencias de aquellos que no llegaron a pagarle sus merecidos honorarios, aunque ya no se encuentren entre nosotros.


Museo de Artes y Costumbres Populares [Aníbal González]



Museo Arqueológico de Sevilla


…Pero señalemos en unas breves pinceladas la vida de don Aníbal González, que puso su vida al servicio de la arquitectura y que sin embargo, murió pobre como ironía de la vida y del destino.

Aníbal González curso su licenciatura en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid recibiendo el título de arquitecto el 25 de noviembre de 1902 obteniendo los mejores resultados de su promoción. Dicen que sus compañeros lo sacaron a hombros como si fuera un torero.

También influyeron en su trabajo sus viajes realizados por España, Italia y Francia en 1922 y su viaje a Gran Bretaña en 1924.

Entre otros reconocimientos, Aníbal González fue nombrado en febrero de 1929 “Hijo Predilecto de Sevilla” después de haber recibido en 1920 la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica y en 1922 la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII.

El 9 de enero de 1920 Aníbal González sufrió un atentado [dos disparos que no llegaron a alcanzarle junto a su casa saliendo ileso], al parecer llevado a cabo por cuatro anarquistas del Sindicato de Peones Albañiles. En esa etapa el ramo de la construcción se encontraba en huelga y las Juntas de Albañiles publicaron un manifiesto donde se culpaba a los arquitectos de ser los responsables de que el gremio no hubiera conseguido sus objetivos.


Aníbal González admirando la realidad de su magnífica Plaza de España


Entramos por la Puerta de Navarra, en la Plaza de España, ubicada en el Parque de María Luisa, considerado como uno de los pulmones verdes de la ciudad que fuera donado a la ciudad de Sevilla en 1893 por la Duquesa de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, que formara parte en tiempos pretéritos de los jardines privados del Palacio de San Telmo.

En dicho Parque se construyeron la Plaza de España, iniciada entre 1914-1928, la Plaza de América con el Pabellón Mudéjar y el antiguo Pabellón de Bellas Artes –hoy Museo Arqueológico de Sevilla- entre 1911-1919, con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Todo diseñado por Aníbal González.

En 1914 se realiza la Reforma de los tendidos de la Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, también diseñado por el arquitecto Aníbal González. Se cambia el antiguo por otro realizado en ladrillo.



La Plaza de España de Aníbal González para disfrute de nuestra retina cinéfila nos recuerda aquella gran película de “Lawrence de Arabia” con Peter O´Toole en el cuartel general del ejército británico en el Cairo.

La Plaza de España es tal vez la obra más emblemática del arquitecto Aníbal González y de la Exposición Iberoamericana de 1929. Fue construida de forma semielíptica con ladrillo visto, bellos artesonados, columnas de mármol y hierro forjado con arcos donde figuran los 52 bustos en relieve de los personajes más importantes de nuestra cultura e historia Todo el conjunto se encuentra flanqueado por dos torres de 74 metros de altura unidas por un canal de agua con sus barcas, que hacen las delicias de los niños y mayores, cruzado por cuatro puentes que representan los antiguos reinos de España: Castilla, León, Aragón y Navarra.

En aquella época existía una leyenda urbana que decía que no podía haber un edificio en Sevilla por encima de la cota de la Giralda. Pero aquella leyenda urbana llegará a convertirse en una realidad ya que durante las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929, la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, se opuso a la gran altura de las Torres de Plaza España (74 metros) por rivalizar con la Giralda (104 metros). Hoy en día son un símbolo de la ciudad y no se concebiría esta gran plaza sin sus dos torres.

Este conjunto está formado por una plaza semicircular, de 200 metros de diámetro, bordeada por un canal que recorre 515 metros y que es atravesado por cuatro puentes. Los edificios que envuelven la plaza se estructuran en un edificio central, alas con edificaciones intermedias que compensan una excesiva longitud y dos torres en los extremos, con una altura de setenta y cuatro metros. La construcción está realizada con ladrillo visto y amplia decoración de cerámica, artesonados, hierro forjado y repujado y mármol labrado.

Sus bancos ordenados en orden alfabético con el nombre de provincias de España en paños de azulejos que reflejan los acontecimientos históricos y culturales más significativos de nuestra historia y de nuestra cultura. Una fuente central con sus grandes chorros de agua preside el centro de sus doscientos metros de diámetro, mientras los coches de caballo pasean por aquel bello entorno ubicado en el centro histórico de Sevilla, cercano a la Universidad.

Frente al Pabellón Mudéjar se encuentra el Museo Arqueológico de Sevilla donde se encuentran varias piezas arqueológicas de Morón, entre ellas una campana de la Basílica Visigoda y un ídolo cilíndrico de mármol perteneciente al Periodo Calcolítico (III milenio a.C.). 



En la magnífica Plaza de España en dirección a la Universidad de Sevilla y al monumento al Cid nos encontramos con la estatua de Aníbal González admirando la realidad de su magnífico proyecto regionalista. 

Más tarde nos dirigimos a la Capilla del Carmen, en el lado occidental del Puente de Triana.



La retina de la historia comienza a proyectarnos en breves pinceladas la cronología de éste genial arquitecto, desde sus primeras creaciones de tipo modernista durante el periodo de 1900 a 1909. A partir de entonces comienza su etapa bajo estilo neomudéjar donde el ladrillo, la cerámica vidriada y el hierro forjado tendrán su propio peso.

Entre sus obras más representativas se encuentran la Plaza de España de Sevilla, el Museo Arqueológico, El Museo de Artes y Costumbres Populares, la Capilla del Carmen, el tendido de la Real Plaza de toros de la Maestranza de Sevilla, el Casino Arias Montano de Aracena, entre un largo etcétera…


Panteón de la familia Aníbal González, en la calle Esperanza, cerca de la rotonda del Cristo de las Mieles. Cementerio de San Fernando [Sevilla] 


Se trata de una construcción de aire neomudéjar levantado como panteón familiar hacia 1913 por el propio Aníbal González. Es de planta cuadrada cubierta con un tejado a cuatro aguas con tejas de cerámica vidriada. Destaca en su fachada un arco de medio punto, en cuya rosca aparece una decoración geométrica, enmarcada en el interior de un alfiz. 

Su panteón encierra un misterio profundo. Si se asoma por su reja forjada, se verá en su interior un impresionante crucificado. Dicen de él que es el auténtico Cristo del Cachorro de 1919, de Eduardo Muñoz Martínez [que solía trabajar con Aníbal González como ornamentalista] llevado allí para acompañar en su último viaje al insigne arquitecto sevillano. 

¡Habrá quien diga que hasta el mismísimo Cachorro ha querido visitar al más universal de sus devotos!


Aníbal González era gran devoto del Cristo del Cachorro de Triana


Sevilla atesora un rico patrimonio de leyendas a la largo de los siglos. Cuenta una de ellas, que en la Cava de Triana [desde San Jacinto hasta la Plaza de Cuba] vivía un gitano con una gran habilidad para tocar la guitarra y el cante jondo, conocido como «el Cachorro». Nunca se le conocieron amores a este hombre, pero cada día cruzaba el puente de barcas para ir a Sevilla en busca de una misteriosa persona. Un payo que lo veía día tras día sospechó que estas visitas recurrentes se debía a que lo hacía para cometer adulterio con su esposa.

Fueron estos celos tan intensos que un día, sabiendo el payo de la salida de Cachorro, lo esperó escondido y mientras que éste sacaba agua del pozo de la Venta Vela, le asestó siete puñaladas que le quitaron la vida.

Por otra parte, el escultor Don Francisco Ruiz Gijón estaba sumido en una crisis creativa, ya que la nueva Hermandad de la Expiración necesitaba una escultura que representase al Señor en el momento de su muerte y se la encargó a él. Era una de los mejores imagineros de la ciudad, pero este encargo le obsesionó hasta un punto en que ni dormía.

Una noche, el escultor se despertó repentinamente y tuvo un súbito impulso de salir a la calle. Atravesó el puente de barcas y fue hasta la puerta de la capilla de Patrocinio, donde presenció el terrible asesinato del «Cachorro». Quedó impresionado ante la mirada del moribundo, así que sacando el artista que llevaba dentro y su parte menos humana, retrató la cara del difunto con carboncillo. El escultor plasmó esta agonía del gitano en una talla: el Cristo de la Expiración.

Cuenta la leyenda que cuando en el año 1682 salió la nueva imagen de la Hermandad del Patrocinio por primera vez, los vecinos de Triana comenzaron a gritar, «¡Mirad, si es el cachorro!»

...

En febrero de 1973 se incendió la Capilla del Patrocinio provocando que la Virgen del Patrocinio acabase reducida a cenizas, mientras que por suerte el Cachorro tan solo sufrió daños en las piernas y en los pies.

Y es aquí donde comienza la leyenda: se cuenta que la Hermandad encargó otra talla en secreto para reemplazar la original y una vez que el Cachorro se restauró a manos de los hermanos Cruz Solís en 1974, la réplica se trasladó al panteón de Aníbal González.

Lo que se sospecha es que la réplica permanece en la Capilla del Patrocinio y el verdadero Cristo del Cachorro es el que acompaña en la eternidad a Aníbal González porque tiene daños en piernas y pies.

Como toda leyenda, tiene una parte que no la sostiene: en 1919 Aníbal González pidió permiso a la Hermandad del Cachorro para hacer una copia y el responsable de esta copia fue Eduardo Muñoz Martínez, mientras que Cayetano González, sobrino de Aníbal, se encargó de la policromía. De manera que los desperfectos del Cristo son resultado de la humedad.


Muy cerca del Mausoleo de Aníbal González se encuentra el Mausoleo de Joselito El Gallo donde también se encuentra el poeta y mecenas de la Generación del 27 Ignacio Sánchez Mejías, pero eso formará parte de otra didáctica historia.


Desde la Plaza de España de Sevilla, tal vez la obra más emblemática del arquitecto Aníbal González y de la Exposición Iberoamericana de 1929, para el blog de mis culpas...



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