Tras haber visitado La Alberca, en Salamanca, Santillana del Mar, en Cantabria y Bilbao, orientamos nuestro sextante durante el viaje de vuelta a la tierra de Villalón, hacia Calatañazor.
Las pedanías de Abioncillo de Calatañazor y Aldehuela de Calatañazor nos recordaba que nuestro destino se encontraba a escasa distancia.
Calatañazor, al igual que Medinacelli “Madinat Salím”, Calatayud “Qal´at Ayyub”, etcétera, se encontraban situadas en puntos estratégicos entre Santiago de Compostela, la antigua Saraqusta [Zaragoza] y Barcelona, o entre el Califato de Córdoba y los reinos cristianos del Norte, con lo que no será nada extraño que las mesnadas cristianas y las aceifas musulmanas tuvieran continuos desencuentros por estos páramos. Los ríos formaban parte de las fronteras naturales entre Al Ándalus y los reinos cristianos del Norte [Duero, Tajo, o Guadiana].
Lo primero que nos encontramos fue la empinada calle Real, entre sinuosas y angostas calles empedradas. Un poema de Gerardo Diego, [que tiene un monumento en Soria, en el Casino Numancia], decora el monumento dedicado al Almanzor, erigido en el centro del pueblo, junto a la Calle Real, y cercano al castillo que dará nombre a la villa “Qal`at an-Nusur” o «Castillo de las Águilas».
La arquitectura de Calatañazor es típica de la Edad Media. Un urbanismo irregular, organizado a partir de la calle Real, pavimentada con canto rodado. La Plaza Mayor se convierte en el centro de la villa y de ella, parte la singular calle porticada, con soportales realizados mediante puntales de madera que sustentan los pisos superiores y cubren la acera.
Las casas tienen dos plantas: la inferior construida con muros de piedra y la superior levantada mediante pies derechos de sabina unidos con muretes de adobe o tapial, todo ello enlucido con barro. El exterior se decora con blasones, balcones y aleros pronunciados. En el interior destaca la chimenea cónica que se adentra en la cocina, convirtiéndose en la estancia más importante de la vivienda.
La fortaleza de Calatañazor, en el Suroeste de la villa amurallada, fue mandada a construir por el infante D. Pedro, hijo del rey Enrique II de Castilla, vertebrador de Castilla, como parte del sistema defensivo de la corona real contra los infantes de la Cerda, en un momento de inestabilidad política y social, del siglo XIV.
Destaca la Torre del Homenaje rectangular que fue construida posiblemente sobre los restos de otra torre de origen musulmán. Los muros se levantaron con ayuda de andamios de madera, cuyas traviesas se incrustaron en mechinales realizados en las paredes, que se taparon al retirarse los andamios. Junto a la Torre del Homenaje se encuentra el Patio de Armas. Las esquinas de la fortaleza se rematan con torreones y torres cuadrangulares. Entre las dos torres existía un adarve o camino de ronda.
Hasta Gerardo Diego le dedicó un poema a Calatañazor, en 1960
Azor, Calatañazor,
juguete.
Tu puerta, ojiva menor,
es tan estrecha,
que no entra un moro, jinete,
y a pie no cabe una flecha.
Descabalga, Almanzor.
Huye presto.
Por la barranca brava,
ay, y cómo rodaba,
juguete,
el atambor.
Tras nuestra visita a Calatañazor, al monumento a Almanzor y a su Castillo, nos esperaba un alto en el camino para recuperar fuerzas en el Mesón Calatañazor, al comienzo de la calle Real, donde estimulamos nuestro paladar degustando los tradicionales torreznos de Soria o el chorizo picante de la zona, acompañado del tradicional pan de pueblo y de una buena cerveza. No solo es importante hidratar nuestra mente sino también nuestro cuerpo “Mens sana in corpore sano” llegaría a decir el poeta romano Juvenal hace ya casi dos milenios.
Al igual que hicimos en La Alberca (Salamanca) con la miel y en Santillana del Mar [Cantabria], con las anchoas del Cantábrico, también compramos miel de Propóleo “El Sabinar de Calatañazor”, para aliviar el dolor de garganta y prevenir los resfriados de forma natural. También había polen, miel de Espliego, de Tomillo, del Bosque, de Romero, de Jalea o de Brezo.
Los sabinares son propios de Soria, Segovia, Burgos, Cuenca y Teruel
Calatañazor se encuentra hermanado con Torrox, gracias a la figura de Almanzor, considerado en tiempos muy pretéritos “El azote de los cristianos”. El monumento de Almanzor en Torrox [Málaga] es una escultura en bronce esculpida por Antonio Rico Núñez y donada por D. Alfredo Navas Rojo, miembro de la Asociación Cultural Torrox Siglo XXI.
Otra escultura similar que se encuentra en Calatañazor será donada por el mismo mecenas, que se encuentra en Calatañazor. El nombre de Almanzor se proyecta no sólo en la historia sino también en la toponimia española [Pico Almanzor, la cumbre más elevada de la Sierra de Gredos, Valle de Almanzora, etcétera].
No hace falta recordar que éste caudillo [Muhammad ben Abi Amir] nacido en Torrox llegó a ser considerado por la historia como “el azote de los cristianos”, falleciendo en Medinaceli [provincia de Soria] el 9 de agosto de 1002, presuntamente de muerte natural, tras volver de una de tantas aceifas y razzias, tras atravesar el río Duero como frontera natural entre los reinos cristianos del norte y Al Ándalus, y que harían temblar los cimientos del cristianismo en el norte de España “Santiago de Compostela”.
En Torrox una persona mayor, sentada en un banco con su bastón, me decía:
¡Ese hombre al que le está echando una foto, aunque nació en Torrox, dicen que "no tenía muy buenas ideas"!
Será muy didáctico conocer a este “guerrero” y su vida castrense, cuyo nombre ha hermanado a dos pueblos “Torrox y Calatañazor”. Un caudillo al que los antiguos andalusíes le tenían cierta consideración, no así el bando cristiano, obviamente. De hecho, a su muerte y ante el vacío de poder comienza la desintegración del Califato de Córdoba, iniciándose una cruenta guerra civil o fitna, entre bereberes y facciones andalusíes, por el poder [1009 a 1031]. Todo ello, producirá el punto de inflexión para que los cristianos del Norte vayan ocupando territorios y extendiendo las fronteras cristianas desde la cuenca del Duero a la del Tajo y Guadiana.
Monumento a Almanzor, en Algeciras "Al-Yazīra al-Jadrā"
Conozcamos entre breves pinceladas a nuestro protagonista "Almanzor", ya que pocos casos se han dado en la historia en los que una ambición política haya llegado a controlar todo el poder sin tener legitimidad para ello.
...La antigua Córdoba llegó a ser la ciudad más importante de Europa donde floreció el primer Renacimiento de Europa, pero en grafía árabe contribuyendo con más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe que serán llevadas posteriormente al latín por los eruditos cristianos.
De este modo, los árabes fueron receptores del legado griego al traducir a célebres pensadores de la Antigua Grecia a la lengua árabe, lo que produjo un gran avance cultural y científico en contraposición con el oscurantismo del occidente cristiano.
Al Ándalus dio sabios y filósofos de la talla de Ibn Hazm en Córdoba, [994-1064, Niebla], Abentofail [1110, Guadix -1185, Marrakech], Avempace [1085, Zaragoza - 1138, Fez], Averroes [1126, Córdoba-1198, Marrakech], Maimónides [1138, Córdoba -1204, Egipto], etcétera, cuyo pensamiento influyeron en Tomás de Aquino sentando las bases de la futura Escolástica [doctrinas de Avempace y Averroes].
Al-Jwarizmī, matemático, astrónomo y geógrafo del siglo IX, será considerado el padre del álgebra [al-jabr] e introductor del sistema numérico arábico que usamos hoy en día. Será latinizado como Algorithmi.
Es indudable que la cultura andalusí no sólo ha marcado nuestra historia y la cultura de España sino que nos legaron su huella en muchos aspectos de nuestra personalidad y en una forma de entender la vida del pueblo andaluz, sin mencionar su gran contribución a nuestro idioma con más de cuatro mil palabras. Por si fuera poco, le debemos más de mil traducciones de los clásicos griegos al árabe, llevadas posteriormente al latín por los eruditos cristianos. La escolástica de influencia cristiana se basa en los orígenes de la madraza andalusí, como centro de estudios superiores.
Es cierto que entre la figura del califa culto Alhakén II y el caudillo Almanzor media un abismo, a favor del primero. Sin embargo, Almanzor elevará a cotas inimaginables el poder militar de Al Ándalus. Ante el recelo que mostraban algunos ulemas contra Almanzor no le quedará a éste más opción que emprender "la yihad" o guerra santa para otorgarse cierta legitimidad usurpada al califa. Eso explica su gran fervor conquistador en una huida hacia adelante.
Recordar que Alhakén II, creó una biblioteca andalusí tolerante y universal con más de 400.000 volúmenes que abarcaban todas las disciplinas del conocimiento. Poseía en su palacio de Madinat al-Zahra un taller de escribanía con encuadernaciones de altísima calidad y copistas. Tendrían que pasar muchos siglos para poder encontrar en Europa una biblioteca con tanta altura de miras como la que poseía el culto de Alhakén II que también destacó por el respeto a los cristianos y judíos.
Libros que trajo desde Bagdad, Damasco, Alejandría, Roma y Bizancio cuyas versiones fueron traducidas posteriormente al latín en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, protegida por Alfonso X el Sabio en la que trabajaron musulmanes, cristianos y judíos.
Poco a poco, la medicina, la astronomía y las matemáticas se introducen en la enseñanza superior que se imparten en las mezquitas. Las “madrazas” o escuela de altos estudios, llegará a ser vagamente comparable a la universidad.
Los árabes habían adoptado el concepto "cero" [sifr, del que vendrá cifra] que se llegará a convertir en la base del sistema decimal moderno.
Durante su adolescencia, Almanzor se traslada a Córdoba para estudiar Derecho y Letras con la intención de ejercer como cadí [juez], que le permitiera interpretar el Corán y aplicar la ley islámica. Sin embargo, tras el fallecimiento de su padre cuando regresaba de una peregrinación a La Meca le obligará a abandonar los estudios y tomar la profesión de escribano.
Su ambición y talento no tardaría en llamar la atención de otra figura emergente en Córdoba, el magistrado Muhammad ibn al-Salim, quien introdujo al joven en la corte califal. El hayib o primer ministro Yafar al-Mushafi, se percató también de sus cualidades. Contaba entonces Almanzor con treinta años de edad.
En 967 al-Mushafi [gracias a la intercesión de la favorita real] le nombra administrador de los bienes de la concubina Subh y mayordomo, lo que le hará ascender vertiginosamente en su carrera política al ser nombrado director de la Ceca [Fábrica de la Moneda]. En diciembre del 968, será nombrado tesorero de las herencias vacantes.
En el 969 sería promovido a un cargo muy importante del estado califal, cadí de Sevilla y Niebla.
En el 970, la muerte del príncipe Abderramán le permite ser el administrador del joven heredero, Hisham. Por esta época, contrajo matrimonio con la hermana del jefe de la guardia califal. Comienza a enriquecerse y se construye una residencia en al-Rusafa, cerca del antiguo palacio de Abderramán I "Abd al Rahmán ben Muawiya al Dajil".
Es acusado de malversación. Tras ser destituido de su cargo como responsable de la Ceca en marzo del 972 es ayudado financieramente para cubrir el supuesto desfalco, obteniendo el mando de la Shurta media (policía), lo que le permite mantener el resto de sus cargos, incluido el de administrador del heredero y de las herencias vacantes.
En el 973, es nombrado gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb al depender la flota califal de la antigua Ishbiliya “Sevilla”, donde Almanzor ostentaba el cargo de cadí. Conseguida la victoria contra los idrisíes en el Magreb, regresó enfermo a la corte cordobesa en septiembre del 974, con la intención de recuperarse y retomar sus funciones, aunque nunca volvería al norte de África.
Los importantes contingentes de bereberes [el grupo mayoritario] procedían del norte de África e iban llegando a Al Ándalus para cohesionar el poder de Almanzor, lo que traerá con el tiempo abundantes conflictos internos.
Los bereberes fueron ubicados en las zonas montañosas estando descontentos con los árabes [el grupo dominante] que habían obtenido la parte más sustanciosa del botín territorial en las cuencas de los ríos y valles aunque poco a poco se fueron arabizando, tanto en la religión, como en la lengua y costumbres. La arabización irá diluyendo el purismo árabe original.
Su experiencia como supervisor de las tropas enroladas para la campaña magrebí le brinda la oportunidad de apreciar la utilidad política de estas tropas si lograba su control, lo que le permitió asimismo establecer relaciones con los jefes tribales de la zona y con su futuro y poderoso suegro, Galib.
Su habilidad para gestionar los aspectos organizativos y económicos de la campaña, ampliamente reconocida y premiada meses antes con su nombramiento nuevamente como jefe de la ceca califal, supuso el comienzo de su éxito político.
En los últimos meses de enfermedad del califa Alhakén II, éste le nombró inspector de las tropas profesionales, en las que se habían incluido el grueso de los bereberes traídos del Magreb por el califa para tratar de formar una fuerza leal a su persona que garantizase el acceso al trono de su joven hijo.
El 1 de octubre del 976 fallece el califa Alhakén II. La proclamación de su hijo Hisham II le permite a Almanzor afrontar un nuevo periodo ascendente en su carrera política, quedando marcada por el ostracismo de la figura del Califa, que la irá vaciando de contenido.
A la muerte del califa Alhakén II, el nuevo califa Hisham II contará tan sólo con diez años de edad. Almanzor se encargará de asegurar su posición y gobernar en su nombre [las escuelas de jurisprudencia islámicas rechazaban la posibilidad de que un menor alcanzase el puesto de califa, por razones de legalidad]. Con el joven califa como marioneta de Almanzor y la guardia bereber en sus manos, cualquier disidencia será cortada de raíz por Almanzor.
Almanzor se convirtió en intendente del hijo y heredero del califa Alhakén II [Hisham II] y de su favorita, la vascona Subh “Aurora” con acceso privilegiado al joven califa, resultando crucial para su ascenso al poder. Cualquier conjura será rápidamente desbaratada con la ayuda de Subh, la mano derecha de Almanzor.
Es posible que "razones de alcoba" expliquen tan asombroso ascenso de Almanzor, por las relaciones que mantenía con Subh, la mujer vascona de Alhakén II.
Almanzor será el encargado de eliminar al pretendiente al-Mughira, hermano de Alhakén II. Rodeó su residencia con un destacamento de cien soldados notificando a al-Mughira la muerte de Alhakén y la entronización de Hisam II. Al-Mushafi exigió el cumplimiento de la orden de asesinar al pretendiente al-Mughira que sería estrangulado ante su familia y colgado de una viga, simulando un suicidio. De esta manera al-Mushafi garantizó los deseos de su difunto señor de asegurar el acceso al trono de Hisham cuyos partidarios se apoyaron en la guardia bereber creada por el difunto Alhakén II para su hijo.
Hisham II será investido califa el 1 de octubre del 976 con el título de al-Mu'ayyadbi-llah «el que recibe la asistencia de Alá». Seis días después de su investidura, Hisham II nombró hayib o primer ministro a al-Mushafi y visir delegado del hayib a Almanzor, que tenía entonces 36 años.
A partir de este momento el poder estaba formado por el hayib al-Mushafi, el visir [dewazir] Almanzor y el general Galib. Para reforzar su posición ante el pueblo, abolieron el impopular impuesto sobre el aceite.
Pero las relaciones entre al-Mushafi y Almanzor se deterioran al poco tiempo ante la incapacidad del primero de restaurar el prestigio militar. Las intrigas sucesorias y las incursiones cristianas que en el 976 casi alcanzaron la capital, lo que le permitió a Almanzor hacerse con el mando de las tropas del ejército de Córdoba. La influencia de Subh le permite al general Galib el gobierno de la Marca Inferior y el mando de los ejércitos fronterizos.
A partir de 976, Almanzor sería nombrado visir iniciando su particular guerra de castigo “razzias” contra los reinos cristianos. Si Alhakén II gobernaba mediante pactos con los reinos cristianos, Almanzor, consciente de la superioridad de su ejército, continuará reestructurándolo incorporando tropas bereberes y acabando con la organización tribal del califato.
Córdoba conoció en tiempos de Abderramán III y Alhakén II la presencia de embajadores bizantinos (948) y germánicos (953).
En 977, Almanzor lanzó su particular aceifa como estrategia de contención saqueando con incursiones devastadoras Salamanca, capturando a 2.000 cristianos que trasladaría a Córdoba como botín de guerra. Sus terribles campañas tenían como único objetivo refrescar la memoria de las tropas cristianas ubicadas en el norte del río Duero. El prestigio militar de Almanzor irá en ascenso, lo que le permitirá solicitar el puesto de prefecto de Córdoba.
La nueva reputación militar de Almanzor, el respaldo del harén junto con el de su suegro el general Galib, le permitieron obtener el puesto sin el consentimiento del chambelán. Esta acción supuso el enfrentamiento abierto entre Almanzor y al-Mushafi, hasta entonces aparente servidor fiel y eficiente del chambelán que debía su poder al anterior califa. Las primeras ocho “aceifas” las realizó Almanzor con el apoyo de su suegro Galib cuyos éxitos minaron al chambelán de la corte.
Para afianzar su poder Almanzor interviene con habilidad, utilizando la intercesión de Subh para que el general Galib retirase el beneplácito inicial de casar a su hija "Asmá" con uno de los hijos de al-Mushafi siendo Almanzor el que se desposaría a la hija de Galib. El contrato matrimonial en la primavera de 978, sellaría la alianza entre Galib y Almanzor, marcando a su vez la decadencia del hayib al-Mushafi. Esta circunstancia haría que el califa fuese visto cada vez menos aunque Almanzor era consciente de que su poder emanaba del califa.
Durante veinte años Almanzor ejerce una implacable dictadura llegando a sustituir el sello del califa por el suyo propio, para después dar el paso de adoptar el título de Malik Karim “noble rey”. La oración en la Mezquita Aljama se pronunciará en nombre del Califa Hisham y en el suyo propio. Conseguirá un acta del Califa que declara que el ejercicio del gobierno era exclusiva competencia del Malik Karim.
Tras el saqueo de múltiples ciudades cristianas, Almanzor seguirá asolando Zamora en 979, León en 982, Simancas en 983, Barcelona en 985. Arrasará Coimbra en 987, Osma en 990, Astorga en 997, Burgos en el año 1000 y San Millán de la Cogolla en 1002.
Su suegro, el octogenario Gálib observaba como Almanzor había desmantelado el poder de la dinastía. Las relaciones entre suegro y yerno se fueron agriando de tal manera, que en 981 ante el castillo de San Vicente, próximo a Atienza, donde Gálib murió. La crueldad de Almanzor era tal envergadura que envió la cabeza de Gálib a Asmá, hija del general y mujer del háyib.
Almanzor, que había sido director de la Ceca bajo Alhakén II, manipuló el sistema de acuñación para incluir su nombre en las monedas. La acuñación de monedas será un vehículo de propaganda política.
Mientras su prestigio militar crecía exponencialmente, Almanzor tendrá la habilidad y suficiente altura de miras para respetar el aparato califal. La madre de Hisham II, ante la incapacidad de su hijo para gobernar terminó desempeñando responsabilidades, mientras Almanzor actuaba como tutor regente hasta su desencuentro en 996 al querer situar Almanzor a su hijo Abd al-Malik como sucesor del califa mientras el ejército y sus mandos eran partidarios suyos, lo que le confería ser el hombre más poderoso de Al Ándalus.
El enfrentamiento abierto entre ambos bandos “Aurora y Almanzor” tocó a su fin, al convencer Abd al-Malik al califa el repudio de su madre. Hisham y su madre Aurora quedarán recluidos en Medina Azahira mientras Almanzor será dueño y señor de todo el Califato.
La decadencia de Madinat al-Zahra "la ciudad brillante" de Abderramán III y Alhakén II al oeste de Córdoba se inicia a partir del 980, cuando Muhammad ben Abí Amir "Almanzor" traslada en el 981 todo el aparato burocrático a Madinat al-Zahira "la ciudad luminosa", la nueva ciudad que construye Almanzor al este de Córdoba. Será el comienzo de su nueva carrera, desvinculándose del califa Hisham II, lo que supondrá un salto cualitativo. En el año 981, Almanzor se otorgará sin pudor alguno el título de al-Mansur Bi-lláh "el Victorioso por Dios".
El gran apoyo popular a sus aceifas contra los cristianos junto con la propaganda de ser un hombre pío y riguroso defensor del Islam irá consolidando consolidaron su enorme poder.
Con las aceifas [al sáyfa o expedición estival] se conseguía no sólo sembrar el miedo en la población cristiana sino también la captura de esclavos para su venta.
La Puerta de Santa Catalina [abierta desde la época de Almanzor "938-1002" que da al patio de los naranjos], de estilo renacentista por donde salen las hermandades que entran durante la Semana Santa en la Mezquita Catedral.
En tiempos de Almanzor se realiza la última ampliación en sentido lateral de la Mezquita de Córdoba, añadiendo ocho naves a lo largo del lado este del edificio, ampliando de nuevo el Patio de las Abluciones. Es la obra más extensa de todas, lo que da un ejemplo de la ostentación de su poder. Abarató costes al pintar los arcos en bicolor dejando a un lado su bella construcción en piedra y ladrillo.
Muerte de Almanzor
El 9 de agosto de 1002 muere Almanzor con 65 años de edad, en Medinaceli “Madinat al Salim”, de muerte natural [tal vez, como resultado de una artritis gotosa]. Venía Almanzor de realizar su última aceifa en 1002 contra San Millán de la Cogolla donde caería enfermo de regreso a Córdoba. Fue enterrado en el alcázar de Medinaceli, sin haber perdido una batalla.
La tradición cristiana sostiene que “en Calatañazor perdió Almanzor el tambor”, aunque no existen fuentes históricas que lo sustente.
Según cuentan las crónicas musulmanas Almanzor había realizado más de 50 aceifas contra territorios cristianos (Pamplona, Astorga, León, Barcelona, Braga, Santiago), todas ellas terriblemente devastadoras consiguiendo miles de mujeres y nobles cautivos como botín.
Los antiguos andalusíes entendían sobre cuestiones de astronomía, astrología y medicina conociendo los eclipses de sol y de luna, dando una explicación correcta de estos fenómenos. La fuente astrológica más antigua que se conoce corresponde a “al-Dabbí”, astrólogo de la corte del emir Hisham I (788-796) que se corresponden con el capítulo 57 del Libro de las Cruces.
Existen razones para creer que fue utilizado por los astrólogos de Almanzor (981-1002) con el fin de establecer los momentos propicios para que el caudillo musulmán iniciara sus campañas. Debía ser un libro tan apreciado que Alfonso X “el Sabio” ordenó su traducción.
La más audaz y famosa será la campaña de 997 [aceifa nº 48] cuando el 11 de agosto destruye el templo más afamado de la Cristiandad en Santiago de Compostela "Campus Stelae" respetando sólo el sepulcro del Apóstol y a un monje que lo custodiaba, obligando a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la Catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba.
Cuenta la leyenda que los prisioneros cristianos fueron obligados a cargar con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba donde fueron empleadas como lámparas de la nueva ampliación de la Mezquita. Dos siglos y medio más tarde, tendrá lugar el recorrido inverso, pero con prisioneros musulmanes, cuando Fernando III “el Santo” conquiste Córdoba en 1236.
Córdoba no dejaría de crecer hasta que estalló la fitna o guerra civil en 1009, tras la muerte de Almanzor. Tenía, al parecer, 21 arrabales, cada uno de los cuales estaba provisto de su mezquita, zoco y al-hamman [baños públicos] según al-Maqqari. Es posible que la antigua Córdoba sobrepasase los 300.000 habitantes, una cifra enorme para su época.
Los cronistas árabes consideraban a los bereberes como “los jinetes del desorden, los héroes de la desgracia y los notables de la oscuridad”.
Tras la muerte de Almanzor se produce una verdadera guerra civil "fitna" entre sus descendientes y los sucesores de Hixem II por ocupar el poder. La dinastía de los amiríes que fundara Almanzor continuó bajo su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, que continuó la política de su padre [ortodoxia religiosa, respeto al califa y militarismo]. Su temprana muerte estuvo relacionada con las intrigas de su hermano Abderramán Sanchuelo.
Espesos nubarrones amenazaban el futuro amirí. Córdoba, la capital espiritual de Al Ándalus, corría serio peligro si los bereberes llegaran al poder. Sin embargo, Sanchuelo cometió el tremendo error de iniciar una nueva campaña militar contra los castellanos, pero en pleno invierno [cuando la lógica dictaba que fuera a finales de la primavera o en verano].
Cuentan las crónicas que nunca antes había llovido tan torrencialmente como ese año. Las caballerías se hundían en el lodo y las carretas quedaban atascadas.
Mientras tanto, la insurrección en Córdoba iría tomando forma, alimentada por el descontento de la población por la elevada presión fiscal y el antagonismo contra los mercenarios bereberes, lo que traerá como consecuencia el asalto del alcázar de Córdoba con la abdicación de Hisham II y el saqueo de la residencia de los amiríes [al-Zahira].
Sanchuelo ['Abd al-Raḥmān b. Muhammad b. Abī 'Āmir] será asesinado el 3 de marzo de 1009 en Córdoba por orden de los legitimistas omeyas. A partir de la muerte de Almanzor tendrá lugar un periodo convulso con enfrentamientos entre bereberes y árabes por la toma del poder. La fitna o guerra civil [1009 a 1031] supondrá el colapso del Califato de Córdoba y la aparición de los Reinos de Taifas o banderías a partir de 1013, una de las cuales corresponderá a la taifa de Morón [Mawror] que en 2013 recordó su primer milenio de existencia.
Gracias a la figura de Almanzor, Torrox [en la Axarquía] como lugar de nacimiento y Medinaceli [Soria] como lugar de su muerte [sin olvidar la leyenda de Calatañazor] tienen su lugar en la historia de Al Ándalus, cuyo legado sigue proyectando aquella luz que fuimos [el primer Renacimiento de Europa, pero en lengua árabe con Averroes y Maimónides entre otros], entre el crisol de culturas al que pertenecemos y de la que se alimenta nuestra Memoria Colectiva.
Tras nuestra visita al pueblo Calatañazor, orientamos nuestro sextante hacia San Esteban de Gormaz, a orillas el Duero, donde en una fachada nos encontramos con un bello mural del Cid, realizado por el escultor Diego Anido Seijas, en mayo de 2022. Una ruta cidiana que forma parte de otra interesante historia del blog de mis culpas.
Sin prisas, nos íbamos acercando por la Autovía del Norte a Segovia y Madrid, para coger la Autovía del Sur que nos llevará a Córdoba donde oteamos a lo lejos Puente de Abbas Ibn Firnás, que nos recuerda que nuestro lugar de origen ubicado en la tierra de Villalón se encuentra cercano, hasta llegar a la antigua Marshena al zaitum [nombre que le pusieron los almohades], y Morón, antigua tierra de fronteras.
Desde el monumento a Almanzor en Calatañazor [Soria],
para el blog de mis culpas...
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