El pasado 6 de diciembre como prólogo de las fiestas navideñas orientamos nuestro sextante desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco, en busca de la Hacienda las Bridas, ubicada en la carretera Morón y Pruna km 14. Atrás dejamos nuestro castillo con sus viejos sillares y lienzos de murallas cuya artrosis degenerativa [demuestra el paso del tiempo y el ingrato olvido de su pueblo] oteaba nuestra presencia.
¡Y prendido en la magia de los caminos, éste bloguero va!
Visitando esta comarca [Carretera de Morcillo, Las Mezquetillas, Abrevadero del Pilar, la Peñagua, Charco Charcal, El Pontón, La Laiz, Ventorrillo Elvira, Venta de Armijo y Hacienda las Bridas hasta llegar a la Dehesa Arroyo de las Rosas y Sierra de San Juan] nos puede dar la impresión de que el tiempo se ha detenido de alguna manera entre antiguas veredas y trochas rodeadas de un hábitat natural donde destacan las encinas, acebuches, palmitos o lentiscos, una flora autóctona arraigada en el paisaje que forma parte de su rico ecosistema.
Una comarca donde en tiempos pretéritos el bandolerismo tuvo una notable presencia con los fascinerosos José María "El Tempranillo" y Francisco Ríos González "El Pernales".
No muy lejos de las Bridas, antes de llegar al cruce de Villanueva de San Juan, se encuentra a mano izquierda, la "DEHESA ARROYO DE LAS ROSAS”, donde existe un azulejo que inmortaliza la celebración del indulto de los famosos bandoleros andaluces JOSÉ MARÍA "EL TEMPRANILLO" y JUAN CABALLERO de Estepa en julio de 1832 reinando en España S.M. Fernando VII.
Y a mano derecha se encuentra la Sierra de San Juan, llena de encinas y chaparros. Desde la Sierra de San Juan hasta el Peñón de Zaframagón, a través de la Vía Verde de la Sierra se puede observar a los buitres leonados con su vuelo majestuoso que dominan los cielos de la comarca aprovechando las corrientes de aire caliente que les sirve para sustentarse en el aire con el mínimo esfuerzo. Sustentan sus nidos en las cornisas de los altos riscos y en los inaccesibles acantilados, desde donde observan camuflados entre el color de su plumaje sin ser observados.
Muchas veces los he visto beber por la mañana temprano en un abrevadero para el ganado existente en la finca La Párraga cuando venía de la Semilla ubicada en la Sierra de San Juan. Son animales rapaces que intimidan no solo a otros buitres, sino también a las personas que intenten acercarse, ya que llegan a medir hasta 2,60 metros de longitud con sus alas extendidas.
Aquella gélida mañana llegamos a la Hacienda las Bridas donde nos esperaba como regalo de bienvenida un chupito de anís para posteriormente disfrutar de una zambombá en compañía de nuestros amigos y paisanos alrededor de la leña de chaparro crepitando y calentando el ambiente. Era la primera vez que el que escribe estas letrillas asistía a una zambombá para cantar los villancicos tradicionales aflamencados.
Si la memoria no me juega una mala pasada, recuerdo la primera vez que visité la hacienda de las Bridas, allá por año 1995. Entonces prestaba mis servicios en la Residencia de Mayores de San Francisco de nuestro pueblo. Nuestro paisano Juan Martín Valle "Lorenzo" [Q.E.P.D.] invitó a todos ancianos de la Residencia, a las Hermanas de la Caridad y a los auxiliares que acompañábamos a las personas mayores en el autobús [que como algunas veces mandaba la Base Aérea de Morón] a café o chocolate con pasteles. Antes de la merienda hubo un bonito espectáculo de caballos. Fue una tarde inolvidable para las personas mayores. ¡Quién le iba a decir al que escribe estas humildes letrillas que pasado no pocos lustros iba a volver por esos lares!
Las raíces de la zambombá se pierden en los antiguos patios de vecinos andaluces, donde sus moradores se reunían alrededor de una hoguera en un ambiente de convivencia, alegría y celebración navideña, acompañado de los típicos pestiños, mantecados, alfajores y el tradicional aguardiente, que tomado con precaución formaba parte de aquellas bellas estampas navideñas que permanecen no solo en la nostalgia, sino también en la memoria colectiva de nuestra tierra.
Antiguamente y cercana la Navidad los vecinos buscaban refugio en los antiguos patios de vecinos de las casas. Las mujeres elaboraban los pestiños y polvorones mientras que los hombres llevaban el vino de las tabernas junto a la hoguera, creando una atmósfera mágica entre guitarras, panderetas, cantes y palmas. Eran unos tiempos donde no se conocía la prisa, y donde había vino, se bebía vino; y donde no había vino, agua fresca.
La botella de anís con relieve formaba parte de la percusión de la época, que al ser golpeada con una cuchara metálica formaba parte del sonido tradicional de la zambombá navideña. Un legado oral que ha permanecido en la memoria colectiva, y cuyo material sonoro han heredado las nuevas generaciones.
La zambomba es una orza o recipiente de barro cubierto con piel de cordero tensada, que al frotarse con una varilla que atraviesa el centro de la membrana tensada de piel de cordero, y produce un sonido áspero, grave y ronco. Acompañado de una guitarra y un cajón flamenco brilla con luz propia durante estas fechas entrañables al calor de la lumbre. Era la música popular de tradición oral, transmitida de padres a hijos y nietos.
La zambomba influenciada por el flamenco forma parte de la identidad cultural de un pueblo. Desde el siglo XIX su música se enriquecerá con nuevas formas y melodías.
En las Bridas disfrutamos de una gastronomía tradicional de campo maridada con un buen vino o cerveza, para los amantes del lúpulo, mientras que en el patio exterior los troncos de leña de olivo y de chaparro introducidos en medios bidones de chapa crepitaban, convirtiéndose sus rescoldos en poder calorífico tan elevado que nos permitía a todos entrar en calor en torno a la hoguera, lo que invitaba rodeado de encinas, a la relajación y al descanso de la rutina diaria.
Haciendo un poco de historia, se cree que la zambomba como instrumento musical tiene su origen en el Congo, desde donde se expande hacia la Península Ibérica a través del tráfico de esclavos durante el siglo XV. Poseer esclavos durante el siglo de Oro en Lagos [donde se estableció el primer mercado de esclavos en 1444], así como Lisboa en Portugal y Sevilla era un signo de prestigio social [destinados al duro trabajo o al servicio doméstico]. En Sevilla queda patente una calle al Conde Negro dedicada a Juan de Valladolid, juez de los esclavos negros y mulatos de la ciudad, cercana a la Hermandad de los Negritos.
Cuando se piensa en los esclavos negros no hace falta irse a los campos de algodón de Virginia o Carolina del Sur… Pocos conocen que Sevilla fue uno de los grandes centros esclavistas de Europa durante el Siglo de Oro, cuando en Sevilla se encontraba el único puerto legal para el comercio con América siendo el centro neurálgico del Imperio español con la Casa de Contratación.
Los negros se juntaban para tocar y cantar en la plaza del Atambor, donde hoy se encuentra el bar Las Columnas, en pleno casco histórico de la capital hispalense.
El nombre de este instrumento musical de fricción probablemente proviene de la palabra congoleña “zimbembo”, que hace referencia a los antiguos cantos fúnebres o ritos de iniciación de los jóvenes. Con el tiempo, dicho término evolucionó y se incorporó a los cantos de Navidad en Andalucía, especialmente en Jerez, donde es considerado junto a Arcos de la Frontera como Bien de Interés Cultural (BIC) de interés etnológico, con la intención de salvaguardar esta celebración navideña andaluza, aunque es cierto que la masificación puede ponerla en peligro y perder su esencia.
La zambombá, que hunde sus raíces desde el siglo XVIII se ha convertido en otra de las señas de identidad de Andalucía “Así canta la Ciudad de Gallo por Navidad”. Esta zambombá se presentaba como una experiencia única, y por tanto, no podíamos desaprovechar la ocasión.
Los villancicos tradicionales se fusionaron con el cante jondo. Actualmente los villancicos navideños se cantan por bulerías como cante nacido para el baile y la fiesta, donde no faltan los tangos y otros palos del flamenco. El pueblo con el tiempo los ha ido aflamencando.
Una expresión artística que refleja la historia, la cultura y las costumbres de todo un pueblo, evolucionando pero sin perder su esencia. Un Patrimonio Inmaterial que nos invita a seguir manteniendo las raíces de nuestro pasado y que contribuye a disfrutar de la vida.
El origen de los villancicos se remonta a tiempos muy pretéritos. Algunos lo remontan a las postrimerías del siglo XIII, ya que las Cantigas de Alfonso X el Sabio muestran una forma similar tanto en métrica como en música. Proviene de los antiguos villanos, en latín “villanus” que habitaban las villas, gente de clase humilde que cantaban aquellas composiciones musicales sencillas de la vida cotidiana, coplas satíricas, amorosas, de desamor, morales, críticas a la sociedad, etcétera.
Algunos autores indican que los villancicos podrían hundir sus raíces en el zéjel árabe-andalusí del siglo XII, cuyos poemas finalizan con un estribillo de carácter popular llamado jarcha.
Durante la Edad Media y el Renacimiento aquellas pequeñas rimas llegaron a popularizarse tanto que la Iglesia en el siglo XVI, con la Contrarreforma encontró en los villancicos una buena herramienta para acercar la doctrina cristiana al pueblo y las adoptó para difundir el mensaje bíblico popularizándose sobre todo durante la época navideña.
Los villancicos se han extendido a todos los idiomas, siendo de los más populares “Ya vienen los Reyes Magos”, “25 de diciembre”, “La Marimorena”, “Noche de Paz", "Campana sobre campana", "Los peces en el río", "Mi burrito sabanero", "Arre, borriquito", "Blanca Navidad", "Feliz Navidad", "El tamborilero", "Hacia Belén va una burra”, “Ay, del chiquirritín”, “Campana sobre Campana” o “Jingle Bells" y "We Wish You a Merry Christmas", o algo más moderno “All I want for Christmas is you”, entre otros, sin olvidar los villancicos aflamencados que ponen el broche de oro al prólogo de la época navideña.
Y si se canta acompañado de una buena candela con sus brazas ardientes que proporcionan un calor intenso para combatir el frío de la serranía, una guitarra y buen vino, se podrá disfrutar aún más de la cercana Natividad del Señor, y el día será más completo.
Cuando disfrutamos de estos eventos y miramos hacia la serranía, tierra donde los bandoleros ejercían su influencia en tiempos pretéritos, siempre nos podemos acordar del poema "Diligencia de Carmona", del poeta y paisano de Andalucía la Baja Fernando Villalón:
"Echa vino, montañés,
que lo paga Luis de Vargas,
el que a los pobres socorre
y a los ricos avasalla".
Aperitivo de chorizo a la parrilla
- Aperitivos camperos de bienvenida, con tapas de queso, tortilla campera, chorizo, morcilla y productos del campo.
- Potaje campero sobre las 15:30 horas.
- Tras el almuerzo, nos esperaba la tradicional Zambombá flamenca con el grupo La Lumbre.
- Durante la zambombá y tras ella nos esperaban las irresistibles tortas fritas como receta de nuestras abuelas, con su chocolate correspondiente, para estimular el paladar de los comensales con mejor yantar.
- El sol buscaba su ocaso y comenzaba a caer la helada de la sierra. Fue entonces cuando pasamos al salón principal donde los esperaban los con montaditos acompañado de la música que amenizaba el ambiente para aquellos, a los que aún les quedasen energías.
Se supone que fueron los árabes quienes introdujeron la torta frita en la antigua Al Ándalus, siendo los españoles quienes la llevaron posteriormente a América, trayendo a su vez del Nuevo Mundo el cacao [del náhuatl, cacáhuatl], el chocolate [xocoatl], tomate [tomatl], cacahuete [cacáhuatl], aguacate ["ahuacatl"], etcétera, así como otras palabras que enriquecen nuestro vocabulario: cacique, caimán, canoa, cóndor, coyote, huracán, llama, puma, tabaco, tequila, tucán...
El gazpacho andaluz tal y como lo conocemos actualmente carecía de tomate que vino de América. Anteriormente se le denominaba gazpacho mozárabe elaborado con pan, ajo, agua, sal y aceite de oliva.
Al terminar la zambombá y para que no decayera el ambiente, Manuel Serralbo, hijo del inolvidable cantaor Manolo Paradas y hermano del tocaor Domi Serralbo, formó el taco con su guitarra en torno a una buena candela alimentada con abundante leña de chaparro que combatía la gélida tarde que se nos echaba encima, mientras que el resto de los amigos de Shotoyama acompañábamos los villancicos tradicionales con las tradicionales palmas, mientras seguían pasando las tortas fritas con el chocolate correspondiente, como manda la liturgia de estos eventos.
¡No cabe duda de que después de las fiestas navideñas tendremos el propósito de adelgazar tras la llegada de los Reyes Magos, e iremos en busca de un nutricionista para recuperar esos hábitos saludables perdidos!
Y para colmo de satisfacción, nos enteramos en Las Bridas, de que el C.B. Morón tras un disputado encuentro, había ganado su partido de baloncesto al C.B.Toledo.
Tras una jornada de grata convivencia entre amigos de Shotoyama, se acercaba la hora de retornar a nuestro lugar de origen ubicado en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.
Lo primero que se observa durante el viaje de retorno y a escasas leguas de distancia es nuestra vieja alcazaba, que nos observa con sus viejos sillares y lienzos de murallas. Pero sobre todo, el ingrato olvido de todos [llegó a ser alkevirato según el libro "los alkevires de Morón" de Ramón Auñón, reino de taifa, entre 1013 a 1066, y vigía de la Frontera entre el Reino de Castilla y el Reino nazarí de Granada, a manos de la Orden militar de Alcántara].
Tan sólo nos queda una cosa por decir para finalizar estas humildes letrillas, y es felicitar a la persona que ha organizado este evento "José Ángel Vidal", porque no cabe duda, de que detrás de todo existe un gran trabajo.
¡Cuando las cosas están bien organizadas, que bien se saborean!
Desde la Hacienda Las Bridas, en compañía de nuestros amigos, para el blog de mis culpas…
P.D. Aunque la zambombá no es considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, sí se encuentra intrínsecamente ligado al Flamenco, en el cual se incluye, que sí es considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, desde el 6 de noviembre de 2010, en Nairobi (Kenia).
La fiesta de la Zambomba de Jerez y Arcos de la Frontera han sido declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) y de interés etnológico por la Junta de Andalucía el 14 de diciembre de 2015.
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